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II Trimestre de 2011

Vestidos de gracia
Vestiduras figuradas en la Biblia

Notas de Elena G. de White

Lección 2
9 de Abril de 2011

De exaltado a abatido
Sábado 2 de abril

Los agentes satánicos trabajan en la mente de los seres humanos para


mantenerlos ocupados en las cosas de esta vida a fin de evitar que Cristo pueda
cumplir su misión y su obra en ellos. Cristo declaró que Satanás "no
permaneció en la verdad"; había estado con Dios, con Jesucristo y con los
santos ángeles; había sido exaltado en el cielo y había gozado de la luz radiante
y la gloria que el Padre y el Hijo le habían concedido. Pero se tornó desleal y
perdió su santa y elevada posición como querubín cubridor. Se transformó en
un ser antagónico contra Dios, un apóstata, y fue expulsado del cielo.
Estableció su imperio y se rebeló contra la ley de Jehová. Invitó a todos los
poderes del mal a unirse con él para formar una desesperada coalición del mal,
una liga en contra del Dios del cielo. Trabajó con perseverancia y deter-
minación para perpetuar su rebelión y hacer que los seres humanos se alejaran
de la verdad bíblica y se alistaran bajo su bandera. Tan pronto como Jesucristo
creó nuestro mundo y colocó a Adán y Eva en el Jardín del Edén, Satanás dio a
conocer su propósito de llevar al padre y a la madre de toda la humanidad a
unirse con él en su rebelión. Estaba determinado a borrar la imagen de Dios en
la humanidad y colocar su propia imagen en el alma humana. Adoptó métodos
engañosos para cumplir su propósito; por eso es llamado el padre de mentira, el
acusador de Dios y de aquellos que mantienen su alianza con el Padre. Desde el
mismo principio es homicida. Ha usado todo su poder para conseguir que la
raza humana caiga en la apostasía y en la rebelión (Review and Herald, 14 de
abril, 1896).▫

En la Palabra de Dios se describen dos bandos opuestos que influyen sobre los
seres humanos en nuestro mundo, y los dominan. Esos bandos están actuando

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constantemente sobre cada ser humano. Los que están bajo el dominio de Dios
y la influencia de los ángeles celestiales, podrán discernir las astutas artimañas
de los poderes invisibles de las tinieblas. Los que desean estar en armonía con
los agentes celestiales, debieran ser sumamente fervientes en cumplir la
voluntad de Dios. No deben dar la menor cabida a Satanás y a sus ángeles
(Comentario bíblico adventista, tomo 6, pp. 1118, 1119).▫

Domingo 3 de abril:
El Creador de todo lo hecho

Muchos, cuando ven que son incapaces de medir al Creador y sus obras con su
propio conocimiento científico imperfecto, dudan de la existencia de Dios y
atribuyen poder infinito a la naturaleza. Estas personas han perdido la sencillez
de la fe, y están mental y espiritualmente muy alejadas de Dios. Debe haber
una fe establecida en la divinidad de la santa Palabra de Dios. La Biblia no
debe ser probada por las ideas científicas de los hombres, sino que la ciencia
debe presentarse para soportar la prueba de esta norma infalible. Cuando la
Biblia hace declaraciones sobre hechos de la naturaleza, la ciencia puede
compararse con la Palabra escrita; y un conocimiento correcto de ambas
demostrará que ambas están en armonía. La una no contradice a la otra. Todas
las verdades, ora estén en la naturaleza, ora en la revelación, están mutuamente
de acuerdo.

La investigación científica abrirá ante las mentes de los hombres realmente


sabios vastos campos de conocimiento e información. Verán a Dios en sus
obras, y lo alabarán. Será para ellos el primero y el mejor, y la mente se
centrará en él. Los escépticos, que leen la Biblia solo con el fin de sutilizar,
debido a la ignorancia pretenderán que han encontrado abiertas contradicciones
entre la ciencia y la revelación. Pero las apreciaciones del hombre nunca serán
correctas. La mente que no ha sido iluminada por el Espíritu de Dios siempre
estará en las tinieblas con respecto al poder del Altísimo (Mensajes selectos,
tomo 3, pp. 351, 352).▫

La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue


manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las
operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha
ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente que la tierra
continúe su movimiento en derredor del sol año tras año, y produzca sus
bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos. Él cubre los cielos de
nubes y prepara lluvia para la tierra. Hace fructíferos los valles, y "hace a los
montes producir hierba" (Salmo 147:8). Por su poder florece la vegetación,

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aparecen las hojas y se abren las flores (Consejos para los maestros, pp. 117,
178).

"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios: mas las reveladas son
para nosotros y para nuestros hijos por siempre" (Deuteronomio 29:29). Nunca
reveló Dios al hombre la manera precisa en que llevó a cabo la obra de la
creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su
poder creador es tan incomprensible como su propia existencia (Patriarcas y
profetas, p. 105).

Lunes 4 de abril:
Un ser perfecto y hermoso

Mientras todos los seres creados reconocieron la lealtad del amor, hubo
perfecta armonía en el universo de Dios. Cumplir los designios de su Creador
era el gozo de las huestes celestiales. Se deleitaban en reflejar la gloria del
Todopoderoso y en alabarle. Y su amor mutuo fue fiel y desinteresado mientras
el amor de Dios fue supremo. No había nota discordante que perturbara las
armonías celestiales. Pero se produjo un cambio en ese estado de felicidad.
Hubo uno que pervirtió la libertad que Dios había otorgado a sus criaturas. El
pecado se originó en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado
por Dios y que era el más exaltado en poder y en gloria entre los habitantes del
cielo. Lucifer, el "hijo de la mañana", era el principal de los querubines
cubridores, santo e inmaculado. Estaba en la presencia del gran Creador, y los
incesantes rayos de gloria que envolvían al Dios eterno, caían sobre él. "Así ha
dicho el Señor Jehová: Tú echas el sello a la proporción, lleno de sabiduría, y
acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste: toda piedra
preciosa fue tu vestidura... Tú, querubín grande, cubridor: y yo te puse; en el
santo monte de Dios estuviste; en medio de piedras de fuego has andado.
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se
halló en ti maldad" (Ezequiel 28:12-15) (Patriarcas y profetas, p. 13).

Era un ser de poder y gloria admirables el que se había levantado contra Dios.
Acerca de Lucifer el Señor dice: "Tú echas el sello a la proporción, lleno de
sabiduría, y acabado de hermosura". Lucifer había sido el querubín cubridor.
Había estado en la luz de la presencia de Dios. Había sido el más alto de todos
los seres creados y el primero en revelar los propósitos de Dios al universo.
Después que hubo pecado, su poder seductor era tanto más engañoso y
resultaba tanto más difícil desenmascarar su carácter cuanto más exaltada había
sido la posición que ocupara cerca del Padre (El Deseado de todas las gentes,
p. 706).

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Antes de su caída, Lucifer era un querubín cubridor distinguido por su
excelencia. Dios lo había hecho bueno y hermoso, tan semejante a él como le
era posible hacerlo (Review and Herald, 24 de septiembre, 1901).

En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo


honor seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los
demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa
indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte noble y
majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su
alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Sin embargo,
Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preeminencia sobre todas las huestes
angélicas. Era uno con el Padre antes que los ángeles fueran creados. Lucifer
tuvo envidia de él y gradualmente asumió la autoridad que le correspondía solo
a Cristo (La historia de la redención, p. 13).

Martes 5 de abril:
La caída de un ser perfecto

La oposición a la ley de Dios comenzó en los atrios celestiales con Lucifer, el


querubín protector. Satanás decidió ser el primero en los concilios celestiales e
igual a Dios. Inició su obra de rebelión con los ángeles que tenía bajo su
mando, procurando difundir entre ellos el espíritu de descontento. Y obró en
forma tan engañosa, que muchos de los ángeles fueron ganados para su causa
antes de que se conocieran plenamente sus propósitos. Aun los ángeles no
pudieron discernir plenamente su carácter, ni ver dónde conducía su obra.
Cuando Satanás tuvo éxito en ganar a muchos ángeles para su bando, presentó
su causa ante Dios argumentando que el deseo de los ángeles era que él
ocupara la posición de Cristo. (Comentario bíblico adventista, tomo 7, pp.
983, 984).

Antes que Lucifer fuera expulsado del cielo, intentó abolir la ley divina.
Argumentaba que los seres celestiales no caídos no necesitaban de una ley, sino
que eran capaces de gobernarse a sí mismos y mantener su perfecta integridad.
Lucifer era el querubín cubridor, el más exaltado de los seres creados.
Permanecía cerca del trono de Dios y estaba plenamente identificado y
conectado con la administración del gobierno divino. Era el más ricamente
dotado de gloria, majestad y poder. El profeta describe su exaltada posición,
diciendo: "Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de
Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras
en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti
maldad" (Ezequiel 28:14, 15) (Signs of the Times, 28 de abril, 1890).

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El Señor mismo dio a Satanás su gloria y sabiduría y lo hizo un querubín
cubridor, bueno, noble y amante. Pero esa gloria, sabiduría y belleza, era un
regalo del Creador para su criatura. Por la misma razón Dios ha concedido a los
seres humanos el intelecto y las cualidades de la mente y el carácter, para que
puedan ocupar posiciones de confianza y glorificar a su Creador y Redentor.
Pero, como ocurrió con Satanás, muchos se elevan a sí mismos por su belleza y
sabiduría, corrompen su carácter y pervierten sus talentos usándolos para su
propia gloria en lugar de usarlos para la gloria de Dios y el beneficio de los
demás. El mundo entero ha sido pervertido por los falsos principios que
Satanás ha inducido a los seres humanos a seguir. (Signs of the Times, 18 de
septiembre, 1893).

El cristiano sincero, al aceptar la gracia, siente que su éxito depende


enteramente de Cristo. Aquí está la fuente de energía divina. No se esfuerza por
presentar méritos propios; no tiene fidelidad para presentar ante el cielo. Siente
su propia debilidad e ineficacia, y está convencido de que su carácter debe ser
transformado. La humillación y abnegación revelan que el alma ha
contemplado a Cristo. El corazón que fue llevado al arrepentimiento por el
Espíritu de Cristo actuará sobre la base de principios. Es participante de la
naturaleza divina... En su vida diaria y conversación representará el carácter de
Cristo (Alza tus ojos, p. 20).

Miércoles 6 de abril:
Querer ser Dios

Lucifer habría podido seguir gozando del favor de Dios, amado y honrado por
toda la hueste angélica, empleando sus nobles facultades para beneficiar a los
demás y para glorificar a su Hacedor. Pero el profeta dice: "Se te ha engreído el
corazón a causa de tu hermosura; has corrompido tu sabiduría con motivo de tu
esplendor". Poco a poco, Lucifer se abandonó al deseo de la propia exaltación.
"Has puesto tu corazón como corazón de Dios". "Tú... que dijiste: ... ¡Al cielo
subiré; sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, me sentaré en el Monte
de Asamblea; me remontaré sobre las alturas de las nubes; seré semejante al
Altísimo!" (Ezequiel 28:6,17; Isaías 14:13, 14, V.M.). En lugar de procurar que
Dios fuese el objeto principal de los afectos y de la obediencia de sus criaturas,
Lucifer se esforzó por granjearse el servicio y el homenaje de ellas. Y,
codiciando los honores que el Padre Infinito había concedido a su Hijo, este
príncipe de los ángeles aspiraba a un poder que solo Cristo tenía derecho a
ejercer (El conflicto de los siglos, p. 548).

El gran usurpador siguió justificándose hasta el fin mismo de la controversia en


el cielo. Cuando se dio a saber que, con todos sus secuaces, iba a ser expulsado
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de las moradas de la dicha, el jefe rebelde declaró audazmente su desprecio de
la ley del Creador. Reiteró su aserto de que los ángeles no necesitaban sujeción,
sino que debía dejárselos seguir su propia voluntad, que los dirigiría siempre
bien. Denunció los estatutos divinos como restricción de su libertad y declaró
que el objeto que él perseguía era asegurar la abolición de la ley para que,
libres de esta traba, las huestes del cielo pudiesen alcanzar un grado de
existencia más elevado y glorioso.

De común acuerdo Satanás y su hueste culparon a Cristo de su rebelión,


declarando que si no hubiesen sido censurados, no se habrían rebelado (El
conflicto de los siglos, pp. 553, 554).

Si Satanás puede anublar y engañar la mente humana al punto de inducir a los


mortales a creer que hay en ellos un poder inherente para llevar a cabo grandes
y buenas obras, dejarán de confiar en que Dios hará por ellos lo que creen que
tienen poder para hacer por sí mismos No le darán a Dios la gloria que él
demanda, y que debemos a su grande y excelente Majestad. De esta manera
Satanás alcanzará su objetivo, y se alegrará de que el hombre caído se exalte
presuntuosamente a sí mismo (Mente, carácter y personalidad, tomo 2, p.
751).

Jueves 7 de abril:
Satanás sobre la Tierra

"Porque ninguno de nosotros vive para sí" (Romanos 14:7). Este principio
divino rige tanto en el cielo como en la tierra. Dios es el poderoso centro. Toda
forma de vida se origina en él, y a él pertenecen todo servicio, honra y lealtad.
Para todo ser creado existe un gran principio de vida: dependencia y
cooperación con Dios. La misma relación que existe en la perfecta familia
celestial, también debía existir en la familia de Dios en la tierra. Bajo la
dirección de Dios, Adán debía estar a la cabeza de la familia de Dios en la
tierra para mantener los principios de la familia celestial. Esto debía ocasionar
paz y felicidad. Pero Satanás estaba empecinado en oponerse a la ley según la
cual "ninguno de nosotros vive para sí"; está empecinado en vivir para sí
mismo. Procuró convertirse en el centro de influencia. Esto fue lo que incitó a
la rebelión en el cielo, y fue la aceptación por parte del hombre de este
principio lo que introdujo el pecado en el mundo. Cuando el hombre pecó, se
separó del centro que Dios había dispuesto. Un demonio se convirtió en el
poder central en el mundo. Satanás había establecido su trono en el lugar donde
debía estar el trono de Dios. El mundo rindió su homenaje, como una ofrenda
voluntaria a los pies del enemigo (Testimonios para la iglesia, tomo 6, p. 239).

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Dios es amor. El mal que hay en el mundo no proviene de sus manos sino del
gran adversario que se ha dedicado a depravar al ser humano, debilitarlo y
pervertir sus facultades. Pero Dios no nos ha dejado en la ruina producida por
la caída. Cada facultad ha sido puesta por nuestro Padre celestial al alcance de
todos los seres humanos, para que con esfuerzos bien dirigidos puedan alcanzar
nuevamente la perfección y ser completos en Cristo. Y Dios espera que
hagamos nuestra parte. Somos suyos; somos su posesión adquirida. La familia
humana les costó a Dios y a su Hijo Jesucristo un precio infinito.

El Redentor del mundo, el unigénito Hijo de Dios, por su perfecta obediencia a


la ley, por su vida y su carácter, redimió lo que se había perdido e hizo posible
que el ser humano pueda obedecer la santa ley de justicia que Adán
transgredió. Cristo no cambió su divinidad por la humanidad sino que combinó
la humanidad con la divinidad. Y en su humanidad vivió de acuerdo a la ley
para el beneficio de la familia humana. Los pecados de todo aquel que recibe a
Cristo son colocados en su cuenta y él satisface plenamente la justicia divina
(Fundamentals of Christian Education, p. 429).

Como nunca antes Satanás está ahora intensamente ocupado en jugar el juego
de la vida por las almas; y a menos que estemos permanentemente en guardia,
introducirá en nuestro corazón orgullo, amor al yo, amor al mundo y muchos
otros malos rasgos. Empleará también todo recurso posible para desarraigar
nuestra fe en Dios y en las verdades de su Palabra. Si no tenemos una
experiencia profunda en las cosas de Dios, si no poseemos un conocimiento
cabal de su Palabra, seremos engañados para nuestra ruina por los errores y la
sofistería del enemigo. Las doctrinas falsas minarán los cimientos de los
hombres, porque no han aprendido a discernir la verdad del error. Nuestra
única salvaguardia contra las tentaciones de Satanás consiste en estudiar con
diligencia las Escrituras, en tener una comprensión inteligente de las razones de
nuestra fe y en cumplir con fidelidad todo deber conocido (En lugares
celestiales, p. 348).▫

Viernes 8 de abril:
Para estudiar y meditar

Patriarcas y profetas, pp. 11-23.

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