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Sostenemos firmemente la vigencia del socialismo en la actualidad, así como también su


necesidad de interrogarse para dar una respuesta concreta a la realidad que pretende
transformar.

Es por esto que el socialismo debe asumir nuevos desafíos, así como también dar respuesta a
las viejas problemáticas que aún no hemos podido solucionar. Tal como señalara Clodomiro
Almeyda, necesitamos ³un partido que se esfuerce por actualizar sus posiciones a la luz de los
cambios producidos en el mundo y el país en los últimos tiempos, sin que esa necesaria
readecuación que todavía está en desarrollo signifique el abandono de sus principios
fundacionales y el renuncio a su historia y a los símbolos que definen su identidad y
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personalidad política´.

Por lo tanto, reivindicamos al Partido Socialista de Chile como ³la expresión política de los
trabajadores manuales e intelectuales, de la técnica, de la ciencia y de la cultura y de todos los
hombres y mujeres que aspiran a una sociedad socialista, es decir, igualitaria, libertaria y
fraternal´2.           !" #
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Consideramos que en estos últimos 20 años el Partido ha visto erosionada su identidad por
diferentes motivos+, - en consecuencia, $
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En este sentido, más de una vez, se ha planteado que el socialismo chileno ha encontrado su
posición en la socialdemocracia, pero ésta fue una ! $" de un !
/, producto de una estructura social y de clases muy diferente
a la observada en Chile y América Latina, una estructura que permitió una particular alianza y
arreglo entre las clases sociales. En primer lugar, se requieren clases constituidas como
actores y capaces de disputarse la hegemonía, de hacerse algún tipo de contrapeso: una clase
trabajadora capaz de enfrentar a la clase empresarial, pues es eso lo que fuerza el compromiso
 



de clases y la concertación social. Así, la socialdemocracia fue una vía mucho más probable
en contextos industriales de países avanzados, pues en éstos surgieron burguesías liberales
enfrentadas a trabajadores asalariados organizados.

Históricamente en América Latina esto ha sido difícil, pues tenemos una estructura
socioeconómica que constituye como clase dominante a oligarquías (agro exportadoras,
financieras) con escasa vocación democrática. En América Latina en general, salvo contadas
excepciones, y en Chile en particular, jamás se ha verificado una presencia importante de
burguesías como clase ubicada a la cabeza del proceso modernizador. Así también, la potente
clase obrera organizada protagonista de buena parte del siglo XX, es una clase obrera surgida
al alero de las empresas del Estado o en situaciones de enclave (como en la minería, por
ejemplo), que dirige sus reivindicaciones contra el Estado y demandando incorporación.

Las importantes transformaciones que los partidos socialdemócratas emprendieron en algunos


países Europeos son reformas emprendidas por la clase obrera organizada y desde dentro del
sistema político. Será imposible impulsar cualquier transformación por partidos en el gobierno
que no cuentan con apoyo popular, apoyo efectivo de los grupos subalternos organizados para
enfrentar al gran empresariado y a los grupos dominantes en general. La mejor demostración
de esto son los 20 años de la Concertación que sólo nos permitieron superar el neoliberalismo
por un neoliberalismo con políticas sociales, que por cierto ayudaron a mejorar las condiciones
de vida de muchos chilenos, pero que no alteraron la organización económica que las origina.
Así, la ilusión de una socialdemocracia en Chile sólo podría reducirse a políticas públicas, no
muy diferente de una política de corte liberal.

El socialismo no abraza dogmas, es una respuesta concreta para cada realidad histórica de
dominación, explotación y marginación. Por lo mismo, el Partido Socialista de Chile fue
siempre crítico y tomó distancia tanto del comunismo soviético como de la socialdemocracia
europea, por lo que es importante no situarlo en tradiciones históricas que le son
completamente ajenas.
El socialismo entiende que la lucha se da no sólo en el gobierno, sino en los diferentes
espacios de la realidad social, de abajo hacia arriba, desde la sociedad al sistema político. Por
lo mismo, trabajar por la organización y constitución como actores de las clases y grupos
sociales explotados y dominados es una de sus labores más urgentes.

El socialismo chileno es  en tanto comprende que el capitalismo es el origen de


las injusticias y los males que afectan a las grandes mayorías de nuestro país y del mundo, por
lo que se plantea superar este modo de producción. La socialdemocracia no supera el
capitalismo, no pudo hacerlo ni tampoco fue su voluntad. El Socialismo no puede ser sino
anticapitalista.
En este plano, es importante entender que el capitalismo no ha triunfado, sólo se ha vuelto
temporalmente hegemónico. Existen hoy en día varias formas alternativas de organización
productiva y económica, como son las formas de propiedad colectiva o cooperativas que se
dan tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo. El socialismo podría observar en estas
experiencias las vías para un primer paso hacia la superación del capitalismo.

En el contexto de la nueva organización económica mundial, el Partido Socialista de Chile sólo


puede reafirmar su carácter  % . La nueva organización
productiva implica una descentralización de la producción, pero acompañada de una creciente
centralización de las funciones de control del capital. Todavía, y quizá más que nunca, hay
relaciones del tipo Centro-periferia, y no hay relación de iguales entre países: son algunos
pocos Estados los que organizan la realidad mundial. Además, hay centralización del
conocimiento y una occidentalización de los estilos de vida. En este sentido, el socialismo
chileno debe reivindicar su histórica vocación latinoamericanista, pues sólo a través de una
coordinación y colaboración estrecha entre nuestros países, será posible una integración justa
a la economía mundial.
Además, la historia y las experiencias latinoamericanas, pasadas y actuales, y no la
experiencia europea, nutren el ideario socialista y ofrecen ejemplos y alternativas de lucha que
tienen muchas más posibilidades de ser viables en nuestro país.

El carácter no dogmático del Partido Socialista de Chile no es contradictorio con pertenecer a la


Internacional Socialista, siempre y cuando esto sea un vínculo entre instituciones, y no redes
personales, que sirve al socialismo de aprendizaje de otras realidades y otras luchas, tanto de
América Latina como del resto del mundo y, a la vez, no signifique supeditarse
ideológicamente a realidades foráneas.

En la misma línea, defendemos el método de interpretación planteado en nuestra declaración


de principios, pero creemos necesario incluir, como parte de los aportes desde los cuales éste
se enriquece, el pensamiento latinoamericano, que nace a partir de las reivindicaciones y
necesidades de los pueblos de nuestro continente:

#0 El Partido Socialista de Chile se inspira en el humanismo socialista, que se nutre de las
diversas expresiones del pensamiento crítico del capitalismo. Asume como método de
interpretación de la realidad el marxismo crítico, enriquecido y rectificado por el avance de la
cultura, la ciencia y el devenir social, recogiendo particularmente los aportes del pensamiento
democrático radical, el cristianismo de izquierda, el racionalismo laico h  

 
  
          
 h    
 

 

   Así también, hace suya la doctrina internacional de los derechos
3
humanos.

 


Así también, reafirmamos la relevancia del pensamiento crítico marxista, en tanto éste ha sido
capaz de comprender y adecuarse a distintos contextos, a revalorar otras formas de luchas, en
donde también sus categorías de análisis (como alienación, relación capital-trabajo,
hegemonía, ideología, conflicto de clases) siguen siendo vigentes para dar cuenta de las
diferentes contradicciones de la realidad actual.

Π %

En estos veinte años de gobiernos concertacionistas, la política formalmente entendida ha sido
profundamente cuestionada, el protagonismo que el movimiento social tenía hacia finales de la
Dictadura e incluso en los albores de la democracia fue poco a poco aquietado frente a una
Concertación que producto de las mismas limitaciones del régimen no podía hacer eco de
todas las demandas que bullían de ellos. Los partidos políticos de izquierda y progresistas han
sido los que más han visto mermados sus apoyos populares y es tarea de éstos reconfigurar su
labor con la sociedad para que de este modo no permitir que la agonía de la política formal
redunde en el colapso de la democracia. En particular, el socialismo chileno debe ser la piedra
angular de un nuevo proceso histórico en que se lleve a cabo un mayor desarrollo y expresión
de nuestro régimen político y social puesto que ³el socialismo es la más plena expresión de la
democracia´. En tal virtud, ³el Partido Socialista de Chile proclama su inclaudicable voluntad de
contribuir siempre a la defensa y al constante perfeccionamiento de la democracia´.

Por esto mismo, aspira a la construcción de una sociedad radicalmente democrática. Así
mismo, tomamos una posición abiertamente crítica ante el actual contexto de nuestro país y
continente. Legitimamos tal posición por ³nuestra vocación democrática en su histórica lucha
por los derechos de su pueblo a la libertad y a la justicia y en sus contribuciones al desarrollo
de la democracia política y social de nuestra patria. Desde la experiencia democratizadora de
la República Socialista de Junio de 1932, pasando por su firmeza en la lucha contra las hordas
nazis en la década del treinta, luego por su contribución al desarrollo progresista de Chile en el
período del Frente Popular, por su compromiso en la lucha por el derecho a voto de la mujer y
su perseverante batallar por el perfeccionamiento del sistema electoral, hasta su participación
en el gobierno profundamente democrático del presidente Salvador Allende y su incansable
lucha contra la dictadura, son testimonios concluyentes que avalan ante la historia y el pueblo
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chileno la adhesión de los socialistas a los valores democráticos´

Asumimos la lucha democrática, puesto que es en este régimen en el que podemos alcanzar
una hegemonía social y popular alternativa sumamente plural, participativa, que represente y
convoque a amplias capas de la sociedad y que logre su madurez a través de los distintos
frentes que la realidad ofrece. No obstante, somos conscientes de las limitaciones del actual

 


sistema y de la exclusión que preserva y reproduce, por lo tanto hacemos hincapié en la
reconfiguración de nuestro ideal democrático.

De este modo, el socialismo chileno debe hacer hincapié en la constitución de un nuevo


proyecto social y popular que integre diferentes miradas y que tenga como horizonte la
configuración progresiva de un régimen democrático ostensiblemente más profundo que el que
hoy tenemos. Se trata así de transitar de una ³democracia formal hacia una democracia
sustantiva´

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Se debe entender que el sistema institucional vigente responde a los intereses de las clases
dominantes. Así mismo, sostenemos que la democracia debe ser el límite para nuestra acción,
pero mientras el régimen democrático se mantenga en el nivel puramente formal, como hasta
hoy, la tarea debe ser seguir ampliando los límites de la democracia.

Por lo mismo, los espacios de lucha del PS deben ir más allá de los restringidos espacios
formales de participación del actual régimen (la oposición no debe ser sólo parlamentaria, por
ejemplo), buscando mecanismos que, sin ser ilegales o ilegítimos, están por fuera de estos
restringidos espacios y contribuyen a profundizar la democracia. Esto significa que la
movilización y el movimiento social, así como el trabajo en los diferentes espacios de la
realidad social, deben ser los ámbitos privilegiados de la lucha socialista, pues sin esto no se
puede aspirar a una democracia plena.

En este sentido, recogemos las palabras de Clodomiro Almeyda, quien señalara que ³se trata
ahora de hacer una opción radical por la democracia. Una opción que no visualice a la
democracia como una forma de administración del orden social existente («) sino como una
vía para convertir la democracia formal en democracia sustantiva, llenándola de un contenido
distinto y transformándola en una democracia social. O sea, transformando el orden social
mismo y la estructura de la propiedad en que descansa. O, si se quiere, haciendo de la
democracia no sólo un camino o instrumento, sino también una finalidad y una meta´. Así, los
procesos de democratización no requieren sólo de un sentido socialista, sino que,
fundamentalmente, de un contenido socialista.



-Una democracia sustantiva de contenido socialista se basa en una organización política y


socialmente sin exclusiones ni discriminaciones.
- orienta la actividad productiva en función de la satisfacción de las necesidades básicas de la
población y no en función de los requerimientos del mercado. Entre otros.
- ³una democracia que no se quede al nivel simple del sufragio, o de la elección del Presidente
o del Parlamento, sino que permee y penetre en el seno del Poder Judicial, del Poder contralor
y de los poderes locales y del conjunto del aparato institucional del Estado´.
- Una democracia que forja una escala de valores sociales y culturales en que se desplace el
control del individualismo. Así también en donde el socialismo amplíe su visión hacia luchas y
proyectos que no han sido parte de sus categorías históricas, sino más bien que habían sido
desplazadas o invisibilizadas. La sociedad no se articula solamente en torno al conflicto de
clases, la sociedad es capitalista, oligárquica-financiera, patriarcal (machista y heterosexual),
blanca, etc.

La izquierda debe reconocer el abandono histórico de estas luchas, junto con entender que no
le corresponden sino a ella. Este abandono explica el comportamiento político conservador de
la mujer, por ejemplo. 


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