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TRIÁNGULOS
Fernanda Ramondo
Octubre 1997
UNIVERSIDAD DEL CINE NOVIEMBRE 1997
LUCHINO VISCONTI
EL CINE DE LA HISTORIA
“Los intelectuales hasta hoy se han dedicado a describir al mundo. De lo que se trata ahora
es de transformarlo”. Tomando como base la frase pronunciada por Marx y Engels en LA
IDEOLOGÍA ALEMANA, Guido Aristarco establece a partir de la década del ‘50 una revisión
metodológica de la crítica cinematográfica en general, y de la italiana, en particular.
Inscribiéndose dentro del marco teórico del marxismo, Aristarco propone una crítica
dialéctica que contará con el método materialista como hilo conductor; dicha crítica se sitúa dentro
de un examen prevalentemente cultural de la obra de arte (el film).
Separándose de una crítica esteticista o puramente de contenidos, Aristarco ubica al arte
formando parte del vasto campo de las relaciones histórico-sociales dentro de las cuales una obra
artística hace su aparición. Ni el autor, ni la obra nacen y se desarrollan aisladas de un mundo.
Para Aristarco un film no sólo puede describir un fragmento de realidad a través de una historia,
sino que además debe comprometerse con él. La falta de compromiso le quita valor al arte y
profundidad al artista. Desde esta perspectiva, Aristarco sostiene que en un arte auténtico, en
primer lugar, lo que se pone en juego es una posición moral frente al mundo, que se afianza a
través de los contenidos y la forma. Para Aristarco, como para Brecht, el cine no debe ser
“gastronómico” sino “didascálico”; debe provocar el debate ideológico.
Aristarco inscribe su propuesta de un cine dialéctico valioso artísticamente, dentro del
marco del “realismo crítico”. Para tal fin se apoya teóricamente en los postulados sobre el realismo
del filósofo húngaro George Lukacs. El mismo sostiene que “Todo gran arte desde Homero en
adelante, es realista, en cuanto es un reflejo de la realidad1”. Para Lukacs el realismo es más una
actitud del artista frente a la realidad que un estilo. El artista tiene el deber de tomar posición
1
George Lukacs, “Realismo: ¿Experiencia socialista o naturalismo burocrático?. En POLÉMICA SOBRE EL REALISMO,
George Lukacs y otros. Ediciones Buenos Aires S.A..
sobre los grandes fenómenos de su época, debe escribir (filmar, pintar, componer) sobre los
problemas y acontecimientos más actuales, para que su arte pueda adquirir pluridimensionalidad.
En este aspecto, Lukacs también es categórico: “El arte es universal o no existe del todo” 2. Dentro
de la perspectiva de un realismo crítico, la tarea del cine es inscribirse dentro de la dialéctica
histórica y dar cuenta de ella: “ El mundo de hoy puede ser expresado por medio del cine, con tal
que el cine lo entienda como un mundo de transformaciones”.3
Dentro de este marco, tanto Lukacs para la literatura, como Aristarco para el cine, inscriben
la dicotomía entre un arte naturalista y un arte realista (propiamente dicho).
El naturalismo solo ofrece la superficie fenoménica de la realidad, describe un estado de
cosas o, en términos de Aristarco, propone “un cuidadoso diagnóstico” de la realidad circundante.
Pero en la descripción “se describen situaciones estáticas, inmutables; estado de ánimo de los
hombres o estados de existencias de las cosas; estados de ánimo o naturalezas muertas”4. El
naturalismo se sustrae al flujo dialéctico. Su estaticismo lo transforma en un círculo sin salida que
solo da lugar a la angustia o al decadentismo; ante este hecho, Lukacs se pregunta: “¿Debemos
quedarnos allí, hacia la angustia o lejos de ella? ¿Y esta angustia debe quedar eternizada o
superada; debe reducirse nuevamente a uno de los innumerable efectos que constituyen la
estructura interior del hombre, o seguir presentándose como la determinante decisiva de la
condición humana?”. La respuesta corresponde al pasaje del naturalismo al realismo, de la
descripción a la participación.
Si bien “un cuidadoso diagnóstico ya es un principio de terapia”, es al realismo a quien se le
encarga la curación. Si “el naturalismo ofrece la superficie fenoménica de la realidad, el realismo
ofrece su esencia, el “dónde” y el “desde donde” de los hombres, su origen y su destino”. El
naturalismo describe, el realismo narra. El que describe observa, el que narra participa. El realismo
indaga las causas de los fenómenos, obtiene respuestas, trata de comprender las contradicciones
y la actividad de una época. El realismo es el campo del materialismo dialéctico, supone un
compromiso y una búsqueda. La narración realista se instala en la dinámica de la Historia y hace a
los hombres dueños de sus propias acciones, inscriptos en el devenir de las cambiantes
relaciones histórico-sociales. El realismo desprecia todo determinismo, no contempla al mundo
como una laberinto o un caos del cual no es posible la salida sino como un espacio plausible de
ser transformado. La posibilidad de transformación trasciende el universo narrativo y se traslada a
la realidad del lector-espectador que de esta manera asume la conciencia de su propia situación
como una invitación a tomar partido. En palabras del propio Aristarco, el realismo “pone al público
2
G. Lukacs, Op.Cit..
3
Guido Aristarco, LA DISOLUCIÓN DE LA RAZÓN, Ediciones de la Biblioteca, Univ. Central de Venezuela.
4
George Lukacs, “Narrar o describir?”.
en condición , no ya de consumir productos prefabricados, sino, para decirlo con Brecht, de dar su
propio voto; no ya de identificarse con ilusiones, sino de tomar partido, (de esta manera) se da
comienzo a una labor de transformación que devuelve al cine su cariz consciente y humano”5.
Como Lukacs ya lo había propuesto, Aristarco considera al realismo como el valor estético
principal de las obras de arte: “se trata de representar destinos particulares de hombres
particulares y de reflejar situaciones y acontecimientos del mundo objetivo que mediatizan las
relaciones entre los hombres, los cuales, a su vez, se transforman al transformarse estas.’ El valor
estético de tales representaciones depende antes que nada, de la sensibilidad, profundidad y
experiencia con las cuales el artista sabe captar el rumbo hacia el cual se mueven esas
particularidades transformándose, y de su capacidad de representarlas adecuadamente a la
realidad’”6.
Aristarco al alinearse por un “realismo crítico” pide un cine que se comprometa con la
Historia, un cine que ubique “al hombre como instrumento y protagonista de la historia, como
hipótesis y portador de hipótesis”. Pide además un artista orientado en la búsqueda “ de un punto
arquimédico desde donde dominar la problemática entera del presente, que ofrezca al autor o al
director, la capacidad y el valor de descubrir hasta su fondo tal problemática en sus verdaderas
formas concretas y no deformadas; de desarrollar ampliamente todas sus posibilidades,
desviaciones, determinaciones y manifestaciones típicas o excéntricas; de superar la angustia
frente a la realidad en su conjunto; de no considerar la vida solo como un caos o un laberinto, sino
de reconocer sus diversas leyes y tendencias y la función del hombre en ellas”. Finalmente, le pide
a la crítica frente a tal cine, ubicarse en “una posición ‘no ya equidistante pero sí dialéctica’
(añadamos marxista)‘ en la cual el desplazamiento de la atención y del interés desde el aporte
formal al intencional o funcional esté determinado por las necesidades intrínsecas de una crítica
que cumpla una función polémica y sepa injertarse activamente en una situación de contrastes
culturales’, que llegue siempre a las raíces del problema, al terreno de la Historia y de la
sociedad”.7 Aristarco le pide al arte que inscriba en sí mismo la conciencia de ser -
inevitablemente- social e Histórico.
9
Guido Aristarco, NEORREALISMO E NUOVA CRITICA CINEMATOGRÁFICA.
10
Erich Auerbach, MIMESIS, LA REALIDAD EN LA LITERATURA.
Por medio de un doble movimiento en el discurso, irrumpe la dialéctica en este universo
fundado míticamente y se instala el dinamismo allí donde se suponía la estaticidad. Por un lado,
se produce la subversión genérica del melodrama. Por el otro, la figura de Franz es confrontada
con Ussoni sirviendo Livia como mediadora de tal confrontación.
Explicitado en la primera secuencia del film el principio melodramático de narración de la
película, SENSO encuentra , en su desarrollo, una heroína en Livia Sarpieri, pero carece de un
héroe, ya que Franz nunca demuestra estar a la altura del papel que el género le tiene destinado,
absorbido por el deseo de Livia. El melodrama (la historia entre Livia y Franz) se ve una y otra vez
invadido por los reclamos de la Historia: creyendo ir en busca de Franz, Livia va al encuentro de
Roberto; en Aldeno el romance de Franz y Livia se ve interrumpido por la llegada del ejército; Livia
castiga a Franz denunciándolo como desertor del ejército y mientras él es fusilado por traidor, Livia
ingresa en el espacio de la locura. El destino trágico del melodrama es reemplazado por un
presente histórico que castiga a los protagonistas, finalmente, por presumir negarlo. Franz y Livia
son víctimas de esa Historia que, en la figura de Ussoni, es la verdadera protagonista del drama.
Mientras que Livia y Franz cumplen su destino como sujetos trágicos, Roberto Ussoni se proyecta
al futuro y se inscribe en la narración como sujeto histórico. La dialéctica entre mito (género) e
Historia (transgresión genérica) se vuelve la fuente del conflicto de SENSO.
Una vez más, en PUENTE ENTRE DOS VIDAS aparece la confrontación entre un inverso
mítico y un universo histórico inscripta en la propia historia del film y nuevamente aquí, la
mediación entre ambos está dada por una mujer. Aristarco sostiene que esta película se sale de la
línea que Visconti había comenzado con LA TERRA TREMA y con SENSO, posteriormente
profundizada en ROCCO Y SUS HERMANOS, ya que en ella abandona el realismo para
desarrollarse en el naturalismo o el “irracionalismo”; un cine estático y cerrado acerca de una
condición humana considerada inmutable y eterna, diametralmente opuesta a la soledad
momentánea, contingente, dialéctica, propia del realismo crítico. Sin embargo, si se observan las
características estructurales de los dos personajes masculinos, se observa que se aproximan a la
misma dicotomía que se podía establecer en SENSO entre Franz Mahler y Roberto Ussoni. En
Mario puede encontrarse las características de un personaje perteneciente a un universo realista,
mientras que “el extranjero” enamorado de Natalia tiene la semblanza de un héroe mítico. Mario
pertenece al presente, el extranjero al pasado. La puesta en escena se ocupa de presentarlos
como las dos caras de una misma moneda, de las cuales una se sumerge en la Historia y la otra
permanece al margen de ella. Una y otra vez, Marcello Mastroianni reemplaza especularmente (en
el espacio) a la fantasmática figura de Jean Marais.
Si bien el espacio de PUENTE ENTRE DOS VIDAS, es poco realista, laberíntico y
claustrofóbico, las posibilidades del realismo crítico se instalan en aquellos momentos donde Mario
y Natalia comparten la escena con otros personajes. La pensión de Mario, el baile del rock se
opone conceptualmente al irrealismo de las “noches blancas” y del pasado de Natalia. Si bien de
una manera distinta y menos clara que en SENSO, puede entenderse una intención dialéctica en
PUENTE ENTRE DOS VIDAS sintetizada en la historia que se cuenta a partir, entonces, de la
contraposición de espacios y personajes. Como en SENSO, un sujeto histórico confronta con un
sujeto mítico; pero a diferencia de aquella no se llega a una síntesis o a una confluencia definitiva.
Cada héroe (o antihéroe) permanece en su espacio, sólo a Natalia le es dado transitar junto a
cada uno de ellos alternativamente. La narración permanece abierta a la evidencia de dos mundos
irreconciliables que, sin embargo, conviven espacial y temporalmente.
Acerca del realismo de Balzac, F. Engels sostiene que “ en realidad, Balzac fue
políticamente un legitimista; su gran obra es una elegía contínua sobre la inevitable ruina de la
buena sociedad; todas sus simpatías van a la clase condenada a declinar. No obstante eso, su
sátira nunca es tan punzante, su ironía nunca tan amarga como cuando pone en acción a los
hombre y a las mujeres con quienes simpatiza más profundamente, es decir, a los nobles. Los
únicos hombre de quienes habla con franca admiración, son sus más decididos adversarios
políticos”11. Comprender de que manera se inscribe un movimiento de fuerzas dialéctico en EL
GATOPARDO requiere tener en cuenta, en primer lugar, la posibilidad de que el nombre de
Visconti reemplace al de Balzac en el texto de Engels. Si esta operación se lleva a cabo, puede
entenderse en toda su complejidad la avasallante presencia del personaje de Fabrizio de Salina en
la película de Visconti, la simpatía que (probablemente “a pesar de”) inspira el personaje que
representa un universo mítico pronto a desaparecer en la avalancha que los tiempos imponen.
Nuevamente, en este film la confrontación se produces entre un universo pasado
representado por Fabrizio de Salina y un universo perteneciente a los nuevos tiempos
representado por Angélica y su padre Don Calogero. La aristocracia y la burguesía enfrentadas en
el continuum de la Historia. Pero en EL GATOPARDO , distanciándose de SENSO y DE PUENTE
ENTRE DOS VIDAS, se introduce una vuelta de tuerca en la confrontación. Los órdenes
confrontados no son irreconciliables, el segundo es la herencia del primero. A la frase “algo tiene
que cambiar para que todo siga igual” , el movimiento dialéctico se vuelve “gatopardista” y se
disuelve en la nada.
11
Frederic Engels, “Carta a Margaret Harkness”, en SOBRE EL ARTE Y LA LITERATURA. Citado por Guido Aristarco,
LA DISOLUCIÓN DE LA RAZÓN.
Esta disolución marca el nacimiento de un nuevo héroe, Tancredi, mediador entre los
adversarios. A diferencia de la mediación de Livia o Natalia que impone la renuncia y la pérdida
(Livia se vuelve loca al traicionar a Mahler, Natalia abandona a Mario para seguir al extranjero),
Tancredi es el lugar de la síntesis y la confluencia. Es el gatopardo, aquel que se transforma sin
cambiar; la Historia que realiza un falso movimiento, una Historia que carece, así, (en principio) de
fuerzas dialécticas. Tancredi es el nuevo sujeto histórico que ya no se comprende a la manera de
un Roberto Ussoni sino que nace como consecuencia de un pacto entre un viejo y un nuevo orden
dominante, un pacto (firmado con un valz) que pone al disfraz en la base de su supervivencia de
un orden caduco.
Para Aristarco EL GATOPARDO marca un retroceso dentro de la filmografía de Visconti. En
esta obra, el director italiano abandona el terreno del realismo crítico que había llevado a su
culminación con SENSO y ROCCO Y SUS HERMANOS, para volver “al mito de una naturaleza
humana radicalmente inmutable, poniendo en el mismo plano la derrota contingente y el
inmovilismo, entendidos como eternos e inmutables por definición”12. No hay movimiento dialéctico
en EL GATOPARDO sino la descripción de una Historia que se reduce a un círculo, explicitada en
esa frase leit-motiv de la película “Algo tiene que cambiar para que todo siga igual”. Esta falta de
dialéctica entendida como carencia se impone ya que Aristarco reduce las posibilidades
dialécticas de un film a su propio universo y contenido y no considera su inserción en un proceso
comunicativo que trasciende dicha historia y universo.
Insertar al film un en un proceso de comunicación (que abarca tanto al mismo film y su
producción como al público al cual se dirige) es devolverle y ampliar su potencial dialéctico. Desde
esta perspectiva, puede entenderse que la dialéctica se da en EL GATOPARDO entre el film y su
presente de realización. Dicha dialéctica involucra y excede al film al mismo tiempo. Si es verdad
que Visconti en este film “ve en el Risorgimento un fenómeno inútil y por completo negativo, una
completa bancarrota”13 lo hace teniendo en cuenta una perspectiva histórica que tiende un puente
entre 1963 y la guerra de la liberación en la Italia del siglo pasado. El film es una toma de
conciencia que continúa y se resuelve en el espectador y se vuelve productiva en la situación
presente donde el film es visualizado y entendido. La asunción de un sujeto histórico en el film se
traslada a la platea; la toma de conciencia proyecta al propio espectador como sujeto de una
Historia del cual es protagonista y, de esta manera, rompe el círculo de la Historia de la ficción e
impulsa el engranaje de las fuerzas dialécticas.
Así, el camino comenzado en SENSO se cierra en EL GATOPARDO. El “cómo” y “porqué”
que en la primera explicaba las relaciones profundas de las transformaciones históricas (camino
12
Guido Aristarco, LA DISOLUCIÓN DE LA RAZÓN
13
Guido Aristarco, NOVELA Y ANTINOVELA.
que iniciara LA TIERRA TIEMBLA y continuaría ROCCO Y SUS HERMANOS), llega a su
culminación en la segunda. Tanto una como otra pasan a formar parte de un cine-discurso que “no
obstante las incertidumbres de la época, y entre desgarramientos y riesgos, piensa en la
posibilidad de transformar al mundo” sabiendo que “todavía hay un público deseoso de
encontrarse a sí mismo, de abrir de par en par las persianas de hierro para mirar mejor” .14.
Fernanda Ramondo
Noviembre 1997
14
Guido Aristarco, LA DISOLUCIÓN DE LA RAZÓN