Вы находитесь на странице: 1из 2

Inundación

La Catástrofe política y social que se conmemora el 29 de abril produjo un


antes y un después en la vida de quienes habitamos la ciudad de Santa Fe.
Sufrimos las consecuencias de la imprevisión, la desidia y el abandono del
Estado. Los barrios del borde oeste y del norte de la ciudad fueron los más
afectados por su situación de vulnerabilidad previa y por la ineficacia e
inoperancia de las gestiones gubernamentales tanto municipales como
provinciales, en clave de prevención, emergencia y contingencia.

En el 2003 toda la ciudad daba por sentado que las obras de defensa, que a
manera de anillo circundan la ciudad, habían sido terminadas. Sin embargo
no fue así. Ante la angustia, la desolación y la imposibilidad de terminar de
creer lo que en esos días vivíamos muchas organizaciones e instituciones nos
reunimos para hacer frente a un Estado que antes, durante y después, siguió
operando de modo oscuro, corrupto, autoritario y provocador. En los primeros
días posteriores al inicio de la inundación formamos parte del Comité de
Solidaridad. Ese espacio supo hacer escuchar su voz de denuncia y también
demostró capacidad de trabajo y articulación para contener, ayudar,
acompañar a quienes vivieron la inundación más directamente.

Apenas sucedido todo, se multiplicaron las supuestas opciones que, como


ciudad, teníamos para enfrentar la catástrofe. Escuchamos frases que
hablaban tanto de Relocalización y Reconstrucción como otras que llegaron a
sostener la Refundación de Santa Fe. En este marco las políticas sociales
producidas por el estado municipal, se basaron en un modo de pensar la
ciudad y sus habitantes que es, ante todo, falaz: como si la ciudad fuera sólo
un damero en el que podemos jugar a cambiar sus partes de lugar y como si
sus habitantes, los/as ciudadanos/as, debemos establecernos en un lugar o
trasladarnos sin la posibilidad de decidir nada al respecto.

El sector más damnificado por este desastre político y social es el que se


encontraba más vulnerable previamente a la inundación. Sin acceso digno a
la vivienda, a la infraestructura vial, al transporte. El agua, tapó y
paradójicamente, mostró a barrios enteros excluidos. Miles de familias
viviendo del trabajo informal y accediendo de forma desigual a los derechos a
la educación, salud, a la recreación.
Pasaron 8 años de aquel 29 de abril y la ciudad de a poco fue recuperándose
pero las heridas aún siguen abiertas por el dolor que trajo el barro y sobre
todo por la impunidad. La tragedia parece no terminar cuando sus
responsables caminan libremente por la ciudad y la provincia que ellos
mismos desgajaron con políticas que profundizaron la exclusión, la
marginalidad y la violencia.

Canoa trabaja en diferentes barrios de la ciudad de Santa Fe desde hace más


de 20 años. Nuestro trabajo cotidiano apunta a acompañar procesos
organizativos para el mejoramiento del hábitat. En ese sentido es que
proponemos pensar las problemáticas barriales y de la ciudad junto a
organizaciones, instituciones, vecinos y vecinas. La defensa de los derechos y
la construcción colectiva de propuestas tendientes a transformar nuestras
realidades es un ejercicio cotidiano de ciudadanía activa que todos los días
ponemos en práctica. Es por eso que al reclamo de justicia debemos también
agregar que esta ciudad sigue negando a gran parte de sus ciudadanos y
ciudadanas. Y muchas políticas implementadas apuntan a profundizar las
desigualdades materiales y simbólicas. Una democracia plena a la hora de
gestionar una ciudad es imprescindible, y debe indefectiblemente, reconocer
y valorar las diferentes miradas, opiniones e intereses y saberes
promoviendo la participación de todos y todas en la tomas de decisiones.

Ocho años han pasado, se llevaron vidas, se destruyeron casas, se invadieron


historias. Pensar los 29 de abril, es un ejercicio de memoria.

Recordar ese aciago otoño nos obliga mínimamente a reclamar justicia,


porque sabemos que todo acto impune tiende a repetirse.

Вам также может понравиться