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LA NACIÓN

La Nación se define como la comunidad de individuos, asentada en un territorio


determinado, con etnia, lengua, historia y tradiciones comunes, dotada de
conciencia para constituir un cuerpo étnico-politico diferenciado. Se entiende,
también, como la población de un país regida por un gobierno que se
encuentra asentada en un mismo territorio y que cuenta con soberanía para
decidir su camino.

Nación, origen y destino de un pueblo. Nación, nacer, cuna, lengua, historia,


cultura, religión, elementos de unión. El hombre, valor fundamental de la
sociedad. La sociedad, suma de individuos. Individuos, amor, familia. Familia,
pueblo, nación. Todo lo que existe se extiende en un espacio y dura en el
tiempo, producto de la conjunción de realidad y voluntad de ser.

La nación expresa el lugar, el sitio de donde se es natural. El valor de una


nación, está en las entrañas de su propio ser. Sus luchas, frustraciones,
triunfos y derrotas. Su historia, su pueblo, sus valores, sus virtudes y sus
principios, le definen la naturaleza de su ser. Los elementos que conforman un
Estado y que hacen posible la integración de una Nación son: el territorio, la
población, el gobierno y la soberanía.

El 14 de septiembre de 1813 en Chilpancingo, Guerrero, con motivo del


Congreso de Anáhuac, el Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón dio
a conocer su documento inmortal “Los Sentimientos de la Nación”, en el que
establece los postulados fundamentales de un proyecto de Nación para los
mexicanos, contenido en 23 puntos que incluyen principios de soberanía y
autodeterminación, de legalidad y legitimidad, de anhelos sociales y de
abolición de la esclavitud, entre otros, que han servido de sustento, sentido y
contenido del pensamiento de nuestras Constituciones.

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Los “Sentimientos de la Nación”, como documento premonitorio, establece
con toda claridad en su postulado No. 12: “que como la buena ley es superior a
todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a
constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia y de tal suerte,
se aumente el caudal del pobre, que mejore sus costumbres y evite la
ignorancia, la rapiña y el hurto”.

Renacer, renovar, entregar lo mejor de nosotros mismos con amor,


entusiasmo y valentía, orgullosos de nuestro origen, seguros de nuestro
camino, de lo que somos como hombres y como pueblo. Durante la Guerra
de Independencia y ante la disyuntiva que le ofrecieran sus enemigos
para liberar a su padre a cambio de su rendición, Vicente Guerrero,
ejemplo de patriotismo, simplemente respondió: “La Patria es primero”.

La sangre de muchos mexicanos marcó la senda del camino. Sufrimos una


conquista. Vivimos las guerras de Independencia y de Reforma y creamos una
revolución social. En suma, tenemos una Constitución y nos dimos un proyecto
nacional. Tenemos una cuna y nos marcamos un destino. Estamos
comprometidos con el rescate de nuestros valores fundamentales.

Somos un pueblo honesto, profundamente moral. Un pueblo que vale, porque


por encima de la corrupción de algunos gobernantes, de la traición de algunos
empresarios, de la irresponsabilidad de algunos trabajadores y de la
claudicación de algunos ciudadanos, tenemos una gran historia, como génesis
de nuestra identidad nacional.

Tenemos el espíritu, la confianza, el orgullo y la fuerza como hombres y como


pueblo. La dignidad de una nación no se pierde ni se deteriora por la traición de
unos cuantos. No existe milagro alguno que pueda crear la prosperidad de un
pueblo. Ésta se forja paso a paso con el trabajo cotidiano de todos los
mexicanos.

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En el año de 1913 y ante el Senado de la República, en su discurso memorable
que le costó la vida, Belisario Domínguez, llamado el mártir de la palabra libre,
afirmaba “Un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la
Representación Nacional y la Patria estará salvada, y volverá a florecer más
grande, más unida y más hermosa que nunca”, y añadía: “La Patria os exige
que cumpláis con vuestro deber, aún con el peligro y aún con la seguridad de
perder la existencia”.

La Nación reclama lealtad. La Patria exige sumisión y entrega para


engrandecerla. No podemos, no debemos defraudar la esencia de nuestro
propio ser. Como compromiso irrenunciable de vida y circunstancia, debemos
hacer realidad presente, la construcción y el destino de México.

ARTURO GONZÁLEZ DE ARAGÓN 0.

Enero de 2007

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