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En este artículo la autora intenta vislumbrar la negación oculta de los


trabajadores a ejercer un rol que les permita hacer intervención social. En el
recorrido que hace la autora durante todo el artículo, podemos observar
posibles razones que nos hacen pensar a cerca de la queja que en general
suele ir encaminada a la falta de tiempo por tener que tramitar recursos
sociales.

Molleda, nos da pautas para acercarnos a la realidad de la profesión.


Nos habla de cómo el no tener tiempo es tan sólo una consecuencia de llenar a
la persona de recursos sociales para así satisfacer todas y cada una de sus
necesidades. Por el contrario, Molleda propone una actuación más pautada y
menos intuitiva, más teorizada y menos ideologizada. Por otro lado propone la
reflexión continua a cerca de la propia práctica.

Desde mi punto de vista, el artículo nos ofrece claridad a cerca de la


continúa queja de los Trabajadores Sociales. Molleda nos ofrece una
perspectiva que lejos de complicar la práctica la aclara bastante. La autora
propone algunas actuaciones que en la realidad se están utilizando en la
práctica diaria, pero al final se terminan utilizando mal porque no nos
centramos en las causas si no en lo que debemos de hacer.

En mi opinión, y siguiendo a la autora en alguna de sus ideas,


deberíamos en un principio saber qué profesión vamos a elegir, una vez
elegida debemos saber que Trabajo Social requiere un esfuerzo continuo de
pensamiento y creación. Una vez que esto ya está superado, el profesional
debe de tener claro para quién trabaja (persona, institución«). Esto parece
bastante claro. Molleda nos explica en su artículo como en la consecución de la
praxis el profesional debe de tener muy claro qué es lo que va a guiar y qu é es
lo que va a primar en su intervención. En este punto debemos de tener claro
dos cuestiones. La primera es que no podemos crear un espacio para los
excluidos, un espacio donde relegarlos para que parezca que hacemos


MOLLEDA FERNÁNDEZ, E. (2007): ¿Por qué decimos que no podemos
hacer intervención social»?. a  
    Vol. 20 (2007): 139-
155.
intervención con ellos, sin realmente llegar a hacerla. Tenemos que tener en
cuenta que muchas de las actuaciones que están en marcha favorecen a que
nuestras intervenciones estén encaminadas a la normalización de los que no
están normalizados. Desde mi punto de vista, en ocasiones esto supone un
arma de doble filo, creando estructuras para la normalización, lo único que
conseguimos es afirmar que el problema es de la persona y que sólo
cambiando a la persona podremos solucionar lo que está causando un mal en
la sociedad. Después de cincuenta años de la Reconceptualización
mantenemos el mismo concepto oculto tras el día a día y la dificultad de la
intervención con determinados colectivos.

La segunda cuestión a tener en cuenta sería la individualización de la


persona como ente independiente a las demás personas. No por el hecho de
vivir una situación semejante las respuestas deben de ser las mismas. De este
modo, no podemos extrapolar los ejes de intervención a todas las
problemáticas que se parezcan, como tampoco podemos encargarnos de
rellenar una bolsa llena de recursos para que la persona se vuelva a casa con
algo.

Otro de los puntos que toca la autora en el artículo es la copia del


modelo médico. Nos explica como para cada dolor de cabeza tenemos una
pastilla. En la intervención social no podemos pensar así porque como decía
antes no podemos poner una única solución a todos los   
,
más bien debemos de sentarnos y reflexionar sobre la situación de la persona,
qué es lo que necesita (no necesariamente material) y qué es lo que demanda
(no necesariamente material, puede pretender que únicamente la escuchen).
Esta parte puede que sea la más difícil, pero efectivamente debemos de ser
conscientes y distinguir entre      y
responsabilizarse de la situación que cada persona tiene. En mi opinión son
opciones muy diferentes que nos conducen a procesos de intervención
bastante opuestos. La primera idea (salvador del mundo) en su versión más
radical guiaría una intervención paternalista centrada en la toma de deci siones
sobre el proceso en el Trabajador Social. La segunda idea (responsabilidad)
nos encaminaría hacia la teorización de la práctica, hacia la toma consecuente
de decisiones.
Por último entiendo que, efectivamente, sin una reflexión sobre el propio
trabajo, sin pensamiento a cerca de la disciplina, sin generación de ideas
nuevas y renovadoras para la práctica, nos quedaremos estancados,
manteniendo al sistema del que tanto nos quejamos, manteniendo las
desigualdades que tanto rechazamos y administrando recursos en vez de
hacer intervención social.
              

Me resulta importante destacar, como vimos el año pasado en la


asignatura de comunicación no verbal impartida por Santa Lázaro, la suma
importancia del lenguaje en cualquier relación que las personas tienen, y sobre
todo en nuestra profesión.

La autora del texto, subraya varios elementos de la comunicación:

ã Lo que pienso.

ã Lo que digo.

ã Como lo digo.

ã Lo que otros me entienden.

Estos elementos constituyen una base en cuanto a la percepcion de las


personas a la hora de la comunicación y debemos ³jugar´ en nuestro día a día
profesional o no, ya que hay un amplio arco de distorsión entre lo que en un
principio el comunicador, en este caso el trabajador social, quiere transmitir y lo
que realmente capta el receptor, en este caso nuestros usuarios, distorsión q ue
se incrementa cuando trabajamos con ciertos perfiles de usuarios.

Por otro lado según la autora la teoría de la profesión aparece alejada de


su aplicación,pues existe una división teórico -práctica, ya bajo mi punto de vista
se reflexiona y se analiza poco, y si además sumamos que, realmente, sólo se
actúa algunas veces, nunca podremos combatir esa división planteada.

El hecho de llevar a cabo actuaciones sin una base teorica bien


planteada nos lleva a caer en un cierto activismo e ineficacia. Asimismo, hay
una necesidad de los profesionales de renovarse, de reflexionar
constantemente sobre una realidad que cambia, es preciso e ineludible
conocerla para transformarla.

Se debe plantear un encuentro correcto entre la teoría y la práctica,


problema no único de nuestra profesión. Esta necesidad de cambio debe darse
ya desde la etapa formativa, dando una visión de conjunto de aplicación de
saber de la ciencia, es decir, desde nuestra primera etapa se deben encajar en
nuestra formación todos los conocimientos tan diversos que adquirimos
(psicología, derecho, antropología, etc.), lo que nos llevaría a una mejora en la
aplicación de nuestros mayores conocimientos en busca de un mejor
desempeño de la profesión
             
       

Este texto deriva del trabajo del doctor Evaristo Barrera mediante un
estudio realizado en la Provincia de Sevilla mediante la utilización de
cuestionarios principalmente, para buscar la relación existente e ntre los
conocimientos teóricos del profesional y su utilidad.

El estudio se llevó a cabo entre profesionales mayoritariamente de


ámbito Municipal ejerciendo en multitud de contextos diferentes y sobre todo en
el ámbito de personas mayores, siendo las tareas que ejercen y consideran
propias: información y sensibilización, apoyo familiar, gestión de recursos,
planificación, coordinación interinstitucional, valoración social, entre otros.

Mientras que existe una gran cantidad de tareas que realizamos y que
no consideramos propias de la profesión. Pero que pese a ello existe un gran
grado de satisfacción por parte de los profesionales, así como la convergencia
presenta unos niveles sumamente altos con sus instituciones. Lo cual llama la
atención para bien ya que puede implicar una alta valoración por nuestra
profesión en las diferentes instituciones y un esfuerzo por adaptarse, tanto de
ellas como de nuestros profesionales.

Los profesionales consideran la utilización de multitud de diferentes


modelos, entre los que destacan el de caso o de diagnostico, el de intervención
en crisis o el centrado en la resolución de problemas.

El trabajo social nace para la intervención social y en esa dirección se


plantea toda teoría. Es demostrable que en los últimos años emerg en contextos
y tradiciones teóricas concretas que crean los modelos de intervención. Según
el autor la práctica en Trabajo Social ha de respaldarse en un amplio sistema
de conceptos científicos que sustenten el día a día de la intervención.

Nos mencionan las grandes aportaciones de diferentes autores como


Hamzaoui o Malcome Payne.
  
          

Como ya hemos estado viendo, tanto en muchas otras lecturas de


nuestra teoría como directamente en el desempeño de la p ropia práctica de la
profesión, existe una profunda distancia entre la teoría y la práctica, lo cual en
muchas ocasiones constituye un tema de debate. Muchos profesionales
lamentan el limitado conocimiento teórico del trabajo social.

En el artículo se nos habla de la conferencia creada a través de la Asociación


Americana del Trabajo Social, la cual habló acerca de la conexión entre la
investigación y la práctica y las conclusiones de esta conferencia no fueron
expresaban una cierta positividad puesto que existe una creencia de que el
espacio laboral destinado a los trabajadores sociales no favorece a la
investigación, pero teniendo en cuenta que las organizaciones de servicios
sociales son un ámbito destinado principalmente a la práctica y no tanto a la
investigación.

Se distinguen cuatro estilos de aprendizaje la hora de la preparación a los


profesionales:

1. La experiencia concreta : Fundamental cuando necesitamos sentirnos


comprometidos.

2. Conceptualización abstracta: Se emplea cuando se quiere descubrir la


raíz del problema, el principio general.

3. Observación reflexiva: Relacionada con la forma en la que


seleccionamos los datos cuando queremos comprender una
determinada situación.

4. Experimentación activa: El estilo que cada profesional tiene para generar


nuevas ideas.

El estilo habitual de aprendizaje y de conocimiento de los profesionales se


constituye como un comportamiento adaptativo, centrado evidentemente en el
interés por el desempeño práctico profe sional, la experiencia y la
experimentación, ese interés por solucionar problemas complejos en conjunto
con otros profesionales, adaptándose a las situaciones que exigen decisiones
nuevas y diferentes.

Es posible que los trabajadores sociales prefiramos co nsultar a colegas


de nuestro ámbito, a personas con experiencia, por lo que estos compañeros
son una fuente de aprendizaje diferente, también.

Como conclusión, los trabajadores sociales debemos desarrollar un


estilo propio de intervención.

Respecto a los tipos de conocimiento que se plantean en el texto, el autor nos


destaca:

1. El conocimiento de tipo Alpha, el cual se obtiene de la cultura


2. Conocimiento de tipo Beta, conocimiento producido por las ciencias
exactas
3. Conocimiento Gamma, conocimiento que proviene de las ciencias
sociales
4. Conocimiento de tipo Delta que podría decirse que es el conocimiento
de los trabajadores sociales, en el que se dan los siguientes elementos a
su vez:
ã Una estrategia
ã Un grupo
ã Un proceso
ã Niveles de cambio
  

J.A. de 44 años es usuario de los centros CAID desde los 18. Se dio de alta en
atención ambulatoria en el centro de Móstoles debido a sus consumos de heroína y
cocaína, ambas por vía pulmonar. En un primer momento se pretende conseguir que
vaya reduciendo sus consumos de ambas sustancias con el propósito de que en algún
momento pueda eliminarlos completamente. Tras unos años con este objetivo, no solo
es incapaz de reducirlos con el debido tratamiento sino que además se convierte en un
adicto al alcohol, l legando a consumir 19 latas de cerveza al día con apenas 25 años.
Una vez adicto a estas tres sustancias, tiene su primer hijo con una mujer en situación
de calle, siendo éste, el primero de 8 hijos.

Durante todos los años que van pasando, mientras el asi ste con irregularidad al
centro, comienza a mostrar interés en los tratamientos dentro de comunidades
terapéuticas y decide ingresarse de manera voluntaria en la asociación ³Reto a la
esperanza´, en la cual de manera no profesional y únicamente mediante la religión se
trata a drogodependientes sin utilización de ninguna medicación. Tras varios ingresos
de apenas 15 días el más largo, decide abandona r los centros de la asociación. Más
tarde, y coincidiendo con el ingreso de su hermano en prisión por asesinat o, decide
cambiar de asociación y se ingresa en Remar, la cual es similar a Reto. Para ser
expulsado en varias ocasiones debido a consumos dentro del complejo.

Actualmente J.A. vive en situación de calle y lleva varios años buscando la


manera de ir empalmando recursos a los que se le asignan para pasar el menor
tiempo posible en la calle. Después de muchísimos recursos y tiempo invertidos en él
su situación social es bastante peor que al inicio. Además la situación con los
trabajadores de servicios sociale s y el CAID esta muy deteriorada por varios robos. Su
alcoholismo ha ido en aumento y ha sido capaz de consumir 6 botellas de Martini por
noche, según información del Samur, quienes le recogieron la última vez en la calle,
ingresándole. Oportunidad que los profesionales del Hospital Infanta Sofia
aprovecharon para desintoxicarle. En esta ocasión su abstinencia duró unos 15 días,
tiempo que aprovecho para pedir una comunidad terapéutica nueva, después de pasar
por al menos 15 centros diferentes. Se le pidió para el ingreso unas pruebas médicas
que pasa de hacerse, y sin las cuales no podrá ingresarse. En la última entrevista con
él pedía ayuda para ingresarse, y se le volvieron a pedir dichas pruebas, mientras que
decía que mientras tanto dormiría en la calle , a lo cual se le dijo que se ³buscara la
vida´ después de que esta situación se hubiera repetido desde hace 25 años y estar
en la misma situación. Él aun estando abstinente amenazó con suicidarse, a lo cual la
trabajadora social le dijo que sin las prueba s no había centro. Un día después se
presentó en el centro absolutamente borracho a las 9 de la mañana, para presentarse
a las 13, sin recordar que antes estuvo, y al salir se lanzó contra un coche que pasaba
por la calle. Le recogió la policía y le ingres ó de nuevo en el hospital, pero sigue sin
hacerse las pruebas. La situación ha quedado cronificada y amenaza continuamente
hacia otras personas. Se ha convertido en un riesgo para él y para otros, mantiene
conductas de gran riesgo para sí mismo y para otro s.

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