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La metodología observacional en
el deporte: conceptos básicos
María Teresa
Anguera Argilaga
Ángel Blanco
Villaseñor
JoséLuis Losada
López
Antonio Hernández
Mendo
(España)
Los autores de este trabajo pertenecen al proyecto de investigación denominado Diseños Observacionales, que dirige la
Dra. María Teresa Anguera Argilaga en el Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de
Psicología (Universidad de Barcelona) y que ha sido considerado Grup de Recerca Consolidat 1998 de la Universidad de
Barcelona por la Comissió de Politica Científica de la Universitat de Barcelona el 2 de marzo de 1998 La dirección del grupo de
observación es http://www.ub.es/ogrc/GCDISOBSER.html. Asimismo pertenecen al proyecto de investigación nacional (DGES)
denominado Desarrollos metodológicos del proceso de evaluación en contextos naturales: una aplicación en
actividad física, dirigido por la Dra. María Teresa Anguera Argilaga dentro del Programa Sectorial de Promoción del
Conocimiento (Área de la Salud).
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Se dispone de un margen de actuación entre máximos y mínimos del cual hay que
aprovechar todas las posibilidades y rentabilizar los recursos disponibles a efectos de
investigación. Habrá que barajar con el cumplimiento de los requisitos básicos que puede
ofrecer cada uno de los planteamientos de investigación que se llevan a cabo sometiéndose a
una saludable autodisciplina que en ningún caso implica un mecanismo deformador, sino que,
por el contrario, va a facilitar el proceso de avance del conocimiento. No podemos olvidar que la
máxima de la Metodología Observacional es la especial combinación de flexibilidad y rigor, como
las dos caras de una misma moneda. Y deberá tenerse igualmente muy claro que los
potenciales estudios que, en virtud de su objeto y/o planteamiento, no se ajusten a los mínimos
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criterio de agrupación; y, por otra, se ha reducido en el sentido de contemplar tan sólo un nivel
de respuesta (por ej., conducta motriz, conducta reglamentaria, conducta verbal) en un
individuo o en la situación anteriormente mencionada de pequeñas agrupaciones de ellos con
criterio explícito de vinculación.
1.4. La elaboración de instrumentos ad hoc pasa por construir sistemas de categorías que
respondan a un doble ajuste con el marco teórico y con la realidad (Anguera, 1991b). El término
“categoría” es equívoco, aunque no arbitrario, y lo largo de su historia ha dado lugar a
numerosas acepciones, habiendo sido utilizado erróneamente como equivalente a clasificación y
taxonomía, y fue precisamente en la discusión de carácter metodológico que siguió a la
ponencia “Problems of taxonomy and their application to nosology and nomenclature in the
mental disorders”, después del discurso pronunciado por Carl G. Hempel (Zubin, 1961) en la
Conference on Problems in Field Studies in the Mental Disorders (American Psychopathological
Association, 15-19 febrero 1959) en donde el curso del debate llevó a asignarle un nuevo
significado que permitiría proceder de las características observables a la construcción de
sistemas conceptuales. Una categoría existe siempre que producciones distintas de conducta se
le asignen si se justifica su equivalencia teórica, y se puede considerar el resultado de una serie
de operaciones cognitivas que llevan al establecimiento de clases entre las cuales existen unas
relaciones de complementariedad, establecidas de acuerdo con un criterio fijado al efecto, y en
donde cada una de ellas cumple a su vez requisitos internos de equivalencia en atributos
esenciales, aunque pueda mostrar una gama diferencial o heterogeneidad en su forma. Y el
instrumento abarcador de todas las categorías -sistema de categorías- deberá ajustarse a las
exigencias de exhaustividad y mutua exclusividad. Y caben además otras posibilidades que
significan distinto nivel de codificación (Blanco y Anguera, 1991).
Vamos a señalar los criterios taxonómicos que consideramos de carácter básico, según el
grado de cientificidad, participación, perceptividad y niveles de respuesta.
De acuerdo con este criterio, cabe distinguir la observación pasiva y la observación activa.
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Por lo que se refiere al observador, cabe distinguir entre la figura del investigador que
inspira y planifica el estudio, y el mero observador que efectúa el registro de las sesiones
de observación, aunque es cierto que en ocasiones una misma persona aúna los dos
roles. En el primer caso, es decir, quién planifica las fases y actividades de que consta el
estudio, debe partir de la base de que se trata de una metodología no interventiva, y por
consiguiente no reactiva (Webb, Campbell, Schwartz, Sechrest & Grove, 1981), lo cual
implica un grado de control interno1 mínimo o nulo.
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El problema y consiguiente pregunta que ello sugiere es: ¿Cómo podría obtenerse
información sobre conductas en el terreno de juego, en la cancha, etc. de las que todavía
no se posee ningún conocimiento? Mediante un mecanismo orgánico deberá
desencadenarse adaptativamente la sucesión de cambios necesarios a lo largo de un
proceso de desarrollo que permitirá la representación del correspondiente segmento de la
realidad y enlazará con el planteamiento inductivo o deductivo de la investigación, que
implica, respectivamente, la ausencia o presencia de un conocimiento previo, y permitirá
adoptar la decisión acerca de cuándo pueden o deben formularse hipótesis en un estudio
observacional.
En el análisis de la realidad social ocupan un papel relevante las conductas verbales del
sujeto. Es innegable que, como ser social por naturaleza, la comunicación humana se realiza
predominantemente mediante la conducta verbal, aunque sea igualmente cierto que en la
mayoría de los casos se completa y/o modula en virtud de que actúan otros niveles de
respuesta, especialmente el vocal y el no verbal.
La conducta verbal ofrece la posibilidad de ser analizada desde una doble perspectiva. Por
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Forman parte de la observación indirecta (Anguera, 1988), entre otras posibilidades, las
mencionadas a continuación, en todas las cuales la originaria conducta verbal se ha
transformado en material documental, motivo por el que le serán aplicables las mismas técnicas
en cuanto al tratamiento cualitativo de datos:
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perceptible. Por supuesto, son criterios muy distintos los que se pueden aplicar para establecer
una taxonomía, y así ha ocurrido en las últimas décadas. No obstante, y aún a sabiendas de sus
limitaciones por defecto, sugerimos la clasificación de niveles de respuesta de Weick (1968),
que corresponden al “contenido” de la conducta a observar:
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c. Análisis de datos. No tendría ningún sentido realizar un análisis de datos sin hallarse
vertebrado en un diseño determinado elaborado en función del estudio que interesa. Y
decimos elaborado porque existen diseños estándar o no estándar, según,
respectivamente, que se adapte o no el plan de investigación a algunos de los diseños
que existen preestablecidos como tales. Es en metodología experimental en donde existe
un amplio elenco de diseños estándar (factoriales, intrasujeto, jerárquicos, etc.), mientras
que la flexibilidad propia de la metodología observacional y su especificidad impiden el
uso de diseños prototipo, por lo que, si bien marcaremos unas pautas básicas de diseño
(diseños diacrónicos, sincrónicos, y diacrónico/sincrónicos), éstos no son reactivos para la
programación e investigación en el aula con adolescentes con finalidad preventiva, y, en
cambio, sí sugieren unos determinados análisis de datos que resultan especialmente
adecuados por sus características.
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Para reducir en gran medida los riesgos de error posterior conviene atender preferentemente
a tres cuestiones que sostienen la consistencia del curso posterior del proceso:
4.1. Observación exploratoria, que es de carácter asistemático o casual, pero que tiene
una gran importancia y debe prolongarse suficientemente. Son considerables las ventajas que
se obtienen de llevar a cabo esta observación pasiva:
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4.2. Requisitos idóneos encaminados a facilitar la buena marcha del procedimiento, y que
actúan como importante garantía para no incurrir en carencias o errores metodológicos que
darían lugar indefectiblemente a registros falseados. Esencialmente son los siguientes:
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c. Nivel social relativo al/a los sujeto/s observado/s (con indicación de sujetos
presentes no observados, y de su constancia o variabilidad en las distintas
sesiones).
4.3. Reducción del sesgo. Son muy diversos los sesgos y dificultades que acechan al
observador, pudiéndose solventar en su práctica totalidad con una planificación adecuada y un
correcto adiestramiento de los observadores. Con el fin de sistematizarlos (Anguera, 1988a,
1990) se presentan en diversos apartados:
a.3. El conocimiento previo ocasiona problemas por defecto y por exceso. Por
defecto, cuando la falta de una necesaria información que ilustre sobre las características
de la(s) conducta(s) o situación dificulta su correcto registro o su categorización. Y por
exceso, cuando nos basamos en una corriente científica a la que nos adscribimos
ciegamente, lo que conlleva una falta de espíritu crítico que distorsiona el registro.
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empírico (realidad) y de un marco teórico, y a los que se asignarán las conductas registradas.
No sólo debe estudiarse la individualidad de cada una de las categorías, sino que es
fundamental además la estructura de conjunto que forma el sistema.
Las categorías tienen que definirse de forma que se contemplen todos sus matices, así como
acompañarse de ejemplos y contraejemplos para que su especificación sea mayor.
Dado que la elección de unas categorías u otras no es única en absoluto, sino que depende
de quién las elabore, los sistemas de categorías relativos a una determinada situación o
comportamientos serán equivalentes si durante el proceso de categorización se adoptan los
mismos criterios, pero se trata de una equivalencia en su conjunto, no categoría por categoría,
sino el conjunto formado por todos los núcleos categoriales.
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PDZU: Pérdida directa en zona ultraofensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de
forma directa (por anticipación por corte o carga del equipo contrario o bien por un error del
equipo observado) en la zona ultraofensiva (o zona de finalización ofensiva) que es la más
cercana a la portería contraria.
PDZO: Pérdida directa en zona ofensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de
forma directa (por anticipación por corte o carga del equipo adversario o bien por un error del
equipo observado) en la zona ofensiva (o zona de canalización ofensiva) que es la zona del
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PDZD: Pérdida directa en zona defensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de
forma directa (por anticipación por corte o carga del equipo contrario o bien por un error del
equipo observado) en la zona defensiva (o zona de iniciación ofensiva) que es la zona más
próxima a la portería propia del equipo observado.
PIZU: Pérdida indirecta en zona ultraofensiva. La pérdida del dominio del balón se produce de
forma indirecta (como consecuencia de una incidencia reglamentaria) en la zona ultraofensiva
(o zona de finalización ofensiva) que es la más cercana a la portería contraria.
PIZO: Pérdida indirecta en zona ofensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de
forma indirecta (como consecuencia de una decisión arbitral) en la zona ofensiva (o zona de
canalización ofensiva) que es la zona del centro del campo.
PIZD: Pérdida indirecta en zona defensiva. La pérdida del dominio del balón se produce de
forma indirecta (como consecuencia de una decisión arbitral) en la zona defensiva (o zona de
iniciación ofensiva) que es la zona más próxima a la portería propia del equipo observado.
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GOLF: Goles a Favor. Se gana un tanto cuando el balón haya traspasado totalmente la línea de
meta entre los postes y por debajo del larguero del marco del equipo adversario.
GOLE: Goles Encajados. Se encaja un tanto cuando el balón haya traspasado totalmente la
línea de meta entre los postes y por debajo del larguero del marco del equipo observado.
TIAP: Tiro a Portería. Es la acción técnica mediante la cual, con un golpeo, se envía el balón
sobre la portería adversaria intentando marcar un gol.
SEAF: Saques de Esquina a Favor. Para realizar un saque de esquina3 el balón está colocado en
el interior del cuarto de circulo correspondiente a la banderola de esquina, que no podrá ser
trasladada, y desde este lugar se lanza el balón con el pie.
SBCC: Saques de Banda en Campo Contrario4 . El balón lo pone en juego un jugador del bando
atacante (equipo observado), lanzándolo, con ambas manos desde atrás y por encima de la
cabeza, al interior del campo en cualquier dirección desde el punto por el que franqueó el balón
la línea de banda.
FRCC: Faltas Recibidas en Campo Contrario. El árbitro señala falta cuando un jugador del
equipo contrario comete intencionadamente una agresión sobre un jugador del equipo
observado.
5.2. Formatos de campo. Su origen se remonta al de una vieja técnica de registro que ha ido
ganando consistencia y adquiriendo los atributos necesarios para que en la actualidad se la
pueda considerar con el rango de instrumento de observación. Su elaboración implica los
siguientes pasos:
Establecimiento de criterios o ejes del instrumento, fijados en función de los objetivos del
estudio.
2. Asignación de códigos a cada una de las conductas anotadas que deriven de cada uno de
los criterios, y que permite desplegar cualquiera de ellos en un sistema jerárquico de
orden inferior. En función de la complejidad del caso, se puede tratar de sistemas de
doble, triple, etc. código.
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exhaustivo del flujo de conducta, y una enorme facilitación para posteriores análisis de
datos.
Las configuraciones se rigen por los criterios sincrónico y diacrónico: Sincrónico, porque
todos los códigos de cada configuración corresponden a conductas -una de cada criterio-
simultáneas, de forma que, al modificarse uno o más códigos de una configuración, ello da
lugar a la siguiente. El criterio diacrónico se apoya, precisamente, en esta sucesión de
configuraciones.
a. el sistema de notación para codificar el tiro en el hockey sobre patines Hernández Mendo,
Areces, González Fernández y Garea, 1994)
1. Situación
Pasillos Laterales PL 1
Pasillo Central PC 2
Area A 3
2. Orientación
Mal Orientado MB 1
Bien Orientado BO 2
Gol G 3
1. Tipo
Directa D 1
Indirecta I 2
2. Situación
Zona Defensiva ZD 1
Zona Ofensiva ZO 2
Zona Ultraofensival ZU 3
Criterios
Distancia de interacción Dinámica del adversario Dinámica del jugador
Larga (A-E) Mantener (M) Recoloc. estable (1)
Medio-proximal (B-Q) Colocar paralelo (K) Recoloc. en cruce (2)
Medio-distal (C-G) Colocar diagonal (P) Recoloc. en avance (3)
Corta (D-Z) Aproximar (U) Recoloc. Inespecífica (N)
En servicio (S-P) Atrasar (T)
En resto (R-T) No respuesta (O)
Si cotejamos los dos tipos de instrumentos -sistema de categorías (SC) y formatos de campo
(FC)-, las principales diferencias entre ellos son:
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f. El SC, una vez elaborado, es rígido, mientras que el FC tiene una elevada capacidad de
autorregulación.
6. Registro
Son prácticamente incontables las modalidades de registro existentes o que se pueden crear,
y en su elección será relevante la consideración de los objetivos y de los contextos en que se
ubique el estudio (así, registro continuo vs. intermitente, registro de conductas más o menos
molarizadas, etc.).
La finalidad del tratamiento de datos, sin importar el tipo de datos que se tenga, es imponer
algún orden en un gran volumen de información, así como proceder a una reducción de datos,
de manera que sea posible obtener unos resultados y unas conclusiones, y que se puedan
comunicar mediante el informe de investigación.
Se detecta una cierta contradicción -al menos aparente- entre el hecho de que con mucha
frecuencia el investigador que utiliza la metodología observacional prefiere que la teoría emerja
de los propios datos, averiguando qué esquemas de explicación son empleados por las materias
sometidas a estudio para proporcionar un sentido a la realidad con las que se encuentran, y,
por otra parte, que para analizar la información se empleen procedimientos estadísticos de
diversa complejidad (Ruiz-Maya, Martín-Pliego, López, Montero y Uriz, 1990).
Esta tarea es un reto especialmente en metodología observacional, y ello por tres principales
razones:
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c. Es precisa una reducción de datos para la elaboración del informe. Con frecuencia, los
principales resultados de una investigación se pueden esquematizar en algunos cuadros;
no obstante, si se sintetizan demasiado, se pierde la integridad del material narrativo de
los datos originales. Como consecuencia, es difícil presentar resultados de investigaciones
que requieren un seguimiento pormenorizado de conductas en un formato que sea
compatible con las limitaciones de espacio de las publicaciones científicas profesionales.
Si se dispone de una flexibilidad en los niveles descriptivos más adecuados, de forma que
exista una gradación continuada que incluya una gama de niveles descriptivos intermedios no
situados en los extremos de posiciones bipolares, será mayor el ajuste y la articulación entre
percepción e interpretación, con lo cual resulta beneficiada la calidad del registro observacional.
Podría argüirse en contra que aumentaría la complejidad en la codificación y posterior análisis,
pero ello puede solventarse adecuadamente si se hace uso adecuado de los parámetros
observacionales establecidos y se lleva a cabo un tipo de análisis que se adecue a los datos
recogidos.
En buena parte de los casos, la inclusión en un mismo registro de varios niveles descriptivos
daría lugar a la superposición de diversas unidades y de cubrir el "continuum" de conducta, lo
cual permitirá establecer una convergencia entre diferentes tipos de análisis (Blanco, 1983).
Por otra parte, el registro es una "transcripción de la representación de la realidad por parte
del observador mediante la utilización de códigos determinados, y que se materializa en un
soporte físico que garantiza su prevalencia" (Anguera, Behar, Blanco, Carreras, Losada, Quera y
Riba, 1993), aunque resulta evidente que dicha transcripción no es automática, y habrá que
tomar diversas decisiones en su materialización.
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Si se dispone de una flexibilidad en los niveles descriptivos más adecuados, de forma que
exista una gradación continuada que incluya una gama de niveles descriptivos intermedios no
situados en los extremos de posiciones bipolares, será mayor el ajuste y la articulación entre
percepción e interpretación, con lo cual resulta beneficiada la calidad del registro observacional.
Podría argüirse en contra que aumentaría la complejidad en la codificación y posterior análisis,
pero ello puede solventarse adecuadamente si se hace uso adecuado de los parámetros
observacionales establecidos y se lleva a cabo un tipo de análisis que se adecue a los datos
recogidos.
Las modalidades de registro más ampliamente difundidas son: Registros narrativos, registros
descriptivos (ambos son no sistematizados), registros semi-sistematizados y registros
sistematizados.
A. Registros narrativos.
En el plano formal, se caracteriza por su estilo textual, y en cuanto al plano del contenido,
queda definido por: a) Uso de un léxico no especializado; b) selección intencional de la
información; y c) registro no secuencial.
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c. Registros continuos, que tratan de captar los elementos más importantes de una serie de
conductas o sucesos, constituyendo el esqueleto de muchos archivos de estudio de
casos.
B. Registros descriptivos.
El registro descriptivo muestra una evolución y avance respecto al registro narrativo, ya que
existe una cierta estructuración y es frecuente la utilización de medios automáticos de
grabación.
En el plano formal, se caracteriza, igual que el registro narrativo, por su estilo textual (y esta
circunstancia es la que hace que ambos se traten de registros no sistematizados); sin embargo,
en cuanto al plano del contenido, queda definido por:
c. Registro secuencial.
C. Registros semi-sistematizados.
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El registro semi-sistematizado, como tal, se usa poco, pero destaca especialmente por su
interés didáctico y con el fin de facilitar la formación de observadores, dado que es muy útil
realizar la transformación de un registro no sistematizado a uno semi-sistematizado por
progresiva inclusión de criterios que irán estructurando el registro, y del semi-sistematizado al
sistematizado, procediendo luego por camino inverso -mediante la decodificación- para
comprobar si se preserva sin distorsión la información relevante, es decir, si se mantiene la
coincidencia entre el inicio y el final del proceso (Anguera, 1990).
Las listas de control constituyen un buen recurso siempre que ha de efectuarse un registro
esquemático sobre la presencia o ausencia de conductas o eventos concretos. Se corresponden
con las listas de acción (Anguera, 1985), y basta llevar a cabo una relación de las alternativas
conductuales presentadas, a modo de inventario.
b. Las listas de rasgos, que constituyen repertorios de las distintas conductas incluidas en
los objetivos de un estudio, siendo el único criterio relevante que se incluyan todas las
distintas conductas ocurridas (no que se contabilice su frecuencia), y que constituyen el
punto de partida de la elaboración de instrumentos de observación (sistemas de
categorías y formatos de campo). Ejemplo: "recuperar", "perder", "tirar", "defender", etc.
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D. Registros sistematizados.
En primer lugar, al igual que en los estudios cuantitativos, es importante revisar que los
datos estén completos, que tengan buena calidad y que estén en un formato que facilite su
organización. Se debe confirmar que las transcripciones textuales en realidad lo sean, y que se
hallen completas.
Todo registro, por ajustarse al objetivo previamente delimitado, implica una selección de las
conductas consideradas relevantes, y en base a sus características, a la técnica de registro
elegida y a los recursos de que se dispone, deberá escogerse un sistema (escrito, oral,
mecánico, automático, icónico, etc.) que facilite su simplificación y almacenamiento.
Ahora bien, el plano en que se sitúa el registro es pobre e insuficiente si pretendemos, como
se indicó anteriormente, una elaboración posterior -y también la cuantificación- de la
plasmación de la conducta espontánea mediante la observación sistemática. Y de ahí la
necesidad, mediante la codificación, de construir y utilizar un sistema de símbolos -que
pueden ser de muy diversos órdenes- que permita la obtención de las medidas requeridas en
cada caso, y que permitirán un ulterior análisis.
Una vez realizada la recogida de datos, el observador debe tener la garantía necesaria sobre
su calidad, y el más básico de los requisitos de control es precisamente lo que tradicionalmente
se denominó fiabilidad del registro observacional, pero que se ha reconceptualizado en la
actualidad, abriendo el paso a una amplia multiplicidad de formas (esencialmente cuantitativas,
pero sin olvidar una posibilidad cualitativa) de calcular el grado de concordancia y de acuerdo
entre los distintos observadores (sea “in vivo” o a partir de grabaciones) o de un determinado
observador consigo mismo (en caso de que se disponga de la grabación, y un mismo
observador codifique distintos visionados).
Actualmente se halla fuera de toda duda que, pese al carácter fundamentalmente cualitativo
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Estos tres parámetros básicos guardan entre sí una relación progresiva de inclusión, y
constituyen un punto de referencia para otras cuestiones, como tipos de datos, índices de
acuerdo entre observadores, etc.. Veamos una noción escueta de cada uno de ellos:
El orden (O) aporta una información fundamental en el registro, dado que facilita un
posterior estudio de la secuencialidad de la conducta, y ofrece, a su vez, nuevas e interesantes
perspectivas de análisis que no serían accesibles con planteamientos no secuenciales. Lo que se
registra es la sucesión de códigos correspondientes a las categorías o a las configuraciones de
formatos de campo.
La duración (D) registra unidades convencionales de tiempo que abarca cada ocurrencia de
una determinada conducta. La elección de la unidad temporal debe ser tal que sea menor o
igual que la más corta de las ocurrencias. El hecho de poseer los datos de la duración en una
sucesión de conductas (conociendo además, y en función de la relación de progresiva inclusión,
los valores de orden y frecuencia) implica un registro informativamente óptimo, dado que se
dispone de todos los datos necesarios para un análisis preciso, y dando por supuesto la
pertinencia y adecuación del sistema de códigos que se utilice.
7. Muestreo observacional
La calidad de muchos estudios depende en buena medida de cómo los observadores “han
trasladado los eventos a los datos” (Bass & Asserlind, 1984, p. 2). De aquí surgen numerosos
interrogantes, en el sentido de qué eventos son los que, en función del objetivo, hay que
“trasladar”: Los que una vez seleccionados ocurran en cualquier momento, los que se presenten
en una sesión, o en un intervalo, o los seleccionados aleatoriamente dentro de una sesión, o los
iniciales de cada período de tiempo, o los que el observador simplemente considera
interesantes, etc.
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Son diversos los criterios taxonómicos de muestreo que se han planteado, desde los trabajos
pioneros de Goodenough (1928) y Arrington (1943), pasando por el clásico de Altmann (1974),
y los más recientes de Ary & Suen (1983), Bakeman & Gottman (1987), Martin y Bateson
(1991), o Quera (1993), entre otros. Tomándolos en consideración, se pueden plantear dos
criterios fundamentales que se cruzan respecto a la clasificación de las técnicas de muestreo:
Comportamental vs. temporal o cronométrico, y en función del nivel de control externo o grado
de estructuración de los datos.
Conviene aquí aclarar una cuestión polémica sobre la que existen opiniones dispares. Algunos
autores, como Sackett (1978), Fassnacht (1982) o Bakeman & Gottman (1986), confunden
muestreo observacional con registro, debiendo precisarse que se trata de decisiones distintas
por parte del investigador, dado que muestreo se refiere a cuándo se debe observar (y si hay
varios sujetos a cuál), mientras que registro corresponde a cómo debe hacerse.
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sujetos.
Sus características definitorias son las de criterio cronométrico -y, por tanto,
constancia temporal, sea de ocurrencia de la conducta en un intervalo o en duración de
dicha conducta- y un nivel de control externo no elevado -lo cual indica que en muchos
casos se trata de situaciones de campo en que resulta sumamente difícil la obtención de
datos que impliquen simultaneidad de diversas conductas, sus duraciones, el emisor y el
receptor, relaciones de distancia y vecindad entre los sujetos, y la pauta temporal de las
conductas, aún en el caso de tener un solo sujeto focal por muestra-.
Una vez realizada la recogida de datos, el observador debe tener la garantía necesaria sobre
su calidad, y el más básico de los requisitos de control es precisamente lo que tradicionalmente
se denominó fiabilidad del registro observacional.
Al abordar esta temática se utilizan términos diversos con matices e incluso significado
distinto (Blanco, 1989, 1993; Bakeman & Gottman, 1989); de aquí que deba quedar claro que
se ha producido una reconceptualización desde el uso indiscriminado del término fiabilidad,
dado que no contamos con lo que sería una medida precisa (al no disponer de instrumento
estándar, sino elaborado ad hoc).
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En el estudio del comportamiento humano es obvio la gran cantidad de factores que están
incidiendo de forma diversa sobra las conductas que se ejecutan, y de aquí que nos
preguntemos si los valores observados son interpretables, o si, por el contrario, son el resultado
de fluctuaciones aleatorias introducidas por la misma medida. De aquí que Blanco (1997)
desarrolle tres formas de entender la fiabilidad de los datos observacionales:
Además de las formas cuantitativas de control de la calidad del dato, cada vez la
concordancia consensuada cuenta con mayor protagonismo en metodología observacional. Se
trata de lograr el acuerdo entre los observadores antes del registro (y no después, como
corresponde en los diferentes coeficientes a los que da lugar la forma cuantitativa), lo cual
puede conseguirse siempre que se disponga de la grabación de la conducta (mediante
magnetófono, si sólo interesa conducta vocal y/o verbal, o mediante video, en cualquier caso) y
los observadores discuten entre sí a qué categoría se asigna cada una de las unidades de
conducta. Presenta ventajas evidentes, y a la obtención de un registro único hay que añadirle
un importante fortalecimiento del instrumento de observación, ya que quedan mejor perfiladas
sus definiciones y los matices que deban añadirse. No obstante, no podemos olvidar los
inconvenientes que supone el hecho de que un determinado observador “pase” de asignar una
conducta a una determinada categoría o código de formatos de campo por confiar en el
prestigio o elevada competencia de otro(s) observador(es), aceptando sus propuestas; o, por el
contrario, que afloren problemas de dinámica social y se proyecten a una habitual dificultad
para lograr el consenso entre los observadores.
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9. Tipos de datos
OCURRENCIA
Secuencial Concurrente
Evento I II
BASE
Tiempo III V
En los Datos tipo II (concurrentes y evento-base), al igual que en los anteriores, se recoge el
orden de los eventos sin tener presente su duración, pero con la diferencia de que las
categorías son mutuamente excluyentes intranivel y concurrentes internivel5 ; por tanto pueden
ocurrir varios eventos al mismo tiempo. Son los datos que ofrecen una mayor dificultad para su
análisis.
Por el contrario, en los Datos tipo III (secuenciales y tiempo-base) se anota el orden de
ocurrencia de los eventos y su duración. En este tipo de datos las categorías son mutuamente
excluyentes. Por lo que respecta al tiempo, se puede conceptualizar como una secuencia de
intervalos en los que la unidad de tiempo es menor o igual a la más corta de las conductas.
De acuerdo con lo anterior hay que señalar que el estudio de patrones concurrentes
(conductas que co-ocurren y forman un patrón estable) se realiza a partir de los datos tipo IV
(Bakeman y Dabbs, 1976; Bakeman, 1978; Anguera, 1988); sin embargo el estudio de patrones
secuenciales (estudio de las conductas que preceden o siguen una respecto a otra,
mantenimiento de un orden, ciclos repetitivos de una conducta criterio respecto a sí misma) se
realiza con datos tipo I y III.
Con el fin de transformar datos para realizar un análisis secuencial, es posible transformar
datos con mayor información en otros datos que contienen menos. Así sabemos que, los datos
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tipo IV, son los que contienen mayor tipo de información, sobre secuencia, co-ocurrencia y
tiempo físico. Los datos tipo III contienen información sobre secuencia y tiempo físico pero no
sobre co-ocurrencia. Los datos tipo II ofrecen información sobre secuencia y co-ocurrencia, pero
no sobre tiempo físico. Los datos tipo I contienen, únicamente, información sobre secuencia.
Teniendo en cuenta estos datos podemos transformar, p.e., datos tipo II a tipo I, datos tipo III
en datos tipo I, si prescindimos del tiempo físico. También es posible transformar datos tipo IV
en datos tipo III.
La finalidad de este tipo de datos fue proporcionar un estándar útil para el intercambio entre
investigadores y para la elaboración de programas informáticos que analizasen dichos datos. La
desventaja más patente es que obliga al investigador a ceñirse a una representación de datos
que pueden no coincidir con los utilizados al recogerlos (Quera, 1993).
La tipología de Bakeman y Quera (1995), da lugar a los siguientes tipos de datos: Event
Sequential Data (ESD) o Eventos (Secuencias de Eventos), State Sequential Data (SSD) o
Estados (Secuencias de Estados), Time Event Sequential Data o Secuencias de Eventos con
duración e Interval Sequential Data o Secuencias de Intervalo.
1. Secuencia de Eventos. Las secuencias de eventos o Event Sequential Data (ESD) son
series de códigos que representan las ocurrencias de unidades de conducta mutuamente
excluyentes que son eventos o bien estados sin registro de duración. Existen dos clases de
datos ESD, aquellos en los que ningún código puede repetirse inmediatamente después de sí
mismo (ESD no repetibles) y aquellos en los que puede repetirse libremente (ESD repetibles).
Estos datos se obtienen a través de un registro activado por transiciones (Quera,1991) y
constituye el formato más simple, equivalente a los datos tipo I de Bakeman (1978).
Un ejemplo de este tipo de datos puede ser el recogido en el siguiente fichero del programa
CODEX (Hernández Mendo, 19966 ):
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Esta transcripción contiene 188 registros, aquí nosotros hemos incluido sólo el principio y el final. El
partido observado pertenece al fútbol la liga española de primera división de la temporada 1995-1996 entre
el Real Madrid y Barcelona. AL es la unidad observada.
Esta transcripción contiene 54 registros (108 si nosotros consideramos los principios "+" y los extremos"
-"). El partido observado pertenece al fútbol la liga española de primera división de la temporada 1995-1996
entre el Real Madrid y Barcelona. AL es la unidad observada.
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3. Secuencias de Eventos con duración. Según Quera (1993), Bakeman y Quera (1995,
1996) podemos considerar a este tipo de secuencias (Timed Event Sequential Data, TSD) como
el tipo de datos más complejos y al contrario que los anteriores, carece de referente en la
clasificación ofrecida por Bakeman (1978). En estas series de códigos se representan las
ocurrencias de eventos o de estados, no necesariamente exhaustivos ni mutuamente
excluyentes. Para construir la secuencia correspondiente, si se trata de un evento, irá seguido
por su tiempo de ocurrencia (de forma puntual), por el contrario, si se trata de un estado, va
seguido de su tiempo de inicio, o por su tiempo de finalización o por ambos, expresados
siempre en unidades de tiempo físico. Estas secuencias pueden estar formadas por eventos, por
estados o por una mezcla de ambos. La ordenación de los códigos se realiza atendiendo al
tiempo de ocurrencia o de inicio, o bien al de finalización si el código sólo va acompañado por
éste.
En este ejemplo utilizaremos el mismo sistema de categorías que el utilizado para los eventos. Esta
transcripción contiene 486 registros (incluido los principios "+" y los finales" -" de los estados), aquí nosotros
hemos incluido sólo el principio y el final. El partido observado pertenece al fútbol la liga española de primera
división de la temporada 1995-1996 entre el Real Madrid y Barcelona. AL es la unidad observada.
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4. Secuencias de Intervalos.Al respecto de estos datos Quera (1993) señala que "a
diferencia de los tipos anteriores, una secuencia de intervalos (Interval Sequential Data, ISD) se
compone de bloques que representan intervalos de tiempo constante, los cuales pueden
contener códigos que representan unidades de conducta que han sido registradas en los
mismos de acuerdo con una de las tres técnicas más comunes de muestreo de tiempo (o
registro activado por unidades de tiempo; Quera, 1991): muestreo instantáneo, de intervalo
parcial y de intervalo total. Las unidades de conducta no han de ser necesariamente EME, y
pueden o no estar organizadas en varias conjuntos EME. Cada intervalo puede contener desde
ninguno a todos los códigos posibles, según la técnica de muestreo empleada y la estructura de
las unidades de conducta. Este tipo de datos no tiene equivalente exacto en la tipología de
Bakeman (1978), aunque podría asimilarse a unos datos tipo IV en los que cada combinación de
unidades de conducta dura exactamente el mismo tiempo, igual a la longitud de intervalo
empleada. Sin embargo, mientras que en los datos tipo IV las duraciones son verdaderas, en los
TSD de la presencia de un código no puede deducirse su duración, debido a las características
de muestreo de tiempo" (p.368).
En este ejemplo utilizaremos el mismo sistema de categorías que el utilizado para los eventos y para los
estados. Esta transcripción contiene 189 registros, aquí nosotros hemos incluido sólo el principio y el final. El
partido observado pertenece al fútbol la liga española de primera división de la temporada 1995-1996 entre
el Real Madrid y Barcelona. La "P" seguida de un número indica el intervalo en el que se encuentra la
observación. ANAL es la unidad observada.
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Por supuesto, se pueden establecer criterios muy diversos en este punto de encrucijada.
Desde hace más de una década estamos trabajando con un planteamiento en que se cruzan la
dicotomía idiográfico(unidad)/nomotético(pluralidad) y la relativa a un registro
puntual/seguimiento, lo cual facilita el deslinde de las direcciones básicas de análisis de datos
observacionales.
Con esta propuesta se dispone de cuatro cuadrantes, que corresponderían, salvo en un caso,
a los diseños diacrónicos, sincrónicos y mixtos o lag-log, que absorben la totalidad de las
contingencias que puedan presentarse (Anguera, 1994; Anguera, Blanco y Losada, 1995):
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c. Cuadrante nomotético/puntual (diseños sincrónicos). Cada vez son más frecuentes las
situaciones en las que es necesario conocer la distribución de un grupo de sujetos o de
varios niveles de respuesta considerados conjuntamente en un momento dado. A su vez,
los diseños sincrónicos pueden ser simétricos o asimétricos: Los primeros únicamente se
centran en el estudio de la intensidad de conexión entre las diversas unidades, mientras
que los segundos incorporan relaciones de causalidad entre ellas.
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Nos interesa resaltar la relevancia que tiene la metodología observacional para el trabajo de
investigación y aplicado en numerosos ámbitos del comportamiento humano, así como la
amplísima casuística que cabe en la conducta se puede sistematizar y estructurar hasta llegar a
disponer de un diseño a modo de pauta que nos indica cómo organizar y analizar la información
recogida.
Notas
1. El control interno significa la existencia de dominio sobre la situación, y, por consiguiente, nivel de intervención o de
manipulabilidad. Este criterio es precisamente el que permite diferenciar entre sí las tres metodologías básicas
observacional, selectiva y experimental (Arnau, Anguera y Gómez, 1990), que se disponen ocupando tres tramos
contiguos en un "continuum" definido por dicho criterio.
2. Mientras no se especifique lo contrario, con el término "observación" nos referiremos siempre a la observación directa.
3. El saque de esquina o córner es un golpe franco directo, de ahí que se conceda el gol cuando el balón entra
directamente en la portería contraria.
5. Esto se comprueba cuando se observan varios niveles/subniveles de respuesta. Por ejemplo cuando se observa
conducta proxémica y conducta gestual, puede coocurrir ambos niveles de respuesta (gesticular y desplazarse). Son
muy frecuentes y su análisis se hace viable mediante transformación a datos tipo I.
6. Este ejemplo y los que figuran a continuación están codificados con este programa. Este programa informático se
puede obtener a través de la revista digital Lecturas: Educación Física y Deportes (http://www.efdeportes.com). En la
dirección http://www.efdeportes.com/soft/codex.zip
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revista digital · Año 5 · N° 24 | Buenos Aires, agosto de 2000
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