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Comentario Bíblico

Internacional
Comentario católico y ecuménico
Para el siglo XXI

Publicado bajo la dirección de


William R. Farmer
y
Armando J. Levoratti
Sean McEvenue
David L. Dungan
TERCERA EDICIÓN

EDITORIAL VERBO DIVINO


Avda. de Pamplona, 41
31200 ESTELLA (Navarra)
2003
Crítica textual del Nuevo Testamento
John Karavidopoulos

OBSERVACIONES INTRODUCTORIAS
Con la expresión «crítica textual del NT» nos referimos al esfuerzo desarrollado por
numerosos investigadores duran te los dos últimos siglos en orden a restaurar el texto
original del NT tal como salió de la pluma de los autores sagrados en persona. Ese
tratamiento crítico del texto se practicó también en tiempos antiguos. Hoy hablan los
especialistas de tres «recensiones» textuales del NT, realizadas en torno al año 300
independientemente unas de otras, en Antioquía, Alejandría y Palestina. La primera se
atribuye al sacerdote y mártir Luciano, la segunda a Hesiquio y la tercera a Pánfilo. Pero
hemos de añadir que en la investigación moderna no hay unanimidad acerca de la
existencia de estas tres «recensiones». Se puede hablar con cierta seguridad de la
recensión Antioquena o Luciánica. En cualquier caso, el gran número de variantes que
muestran los manuscritos indujo necesariamente a las autoridades eclesiásticas y a los
teólogos a tomar muy en serio la tarea de restaurar el texto original. En los numerosos
manuscritos copiados en letra uncial o minúscula, en griego o en cualquier otro idioma
antiguo, durante la tarea de escribirlos se deslizaron algunos errores, debidos a falta de
atención de los escribas o a un esfuerzo deliberado por modificar el texto. No hay que
extrañarse de que la divina Providencia permitiera la irrupción de estos errores, puesto
que el Logos de Dios, tina vez que entró en la historia humana, sin por ello perder ninguno
de sus atributos como Logos de Dios, se acomodó al curso del factor humano. Esto explica
que, por ejemplo, cuando dos líneas de Un texto terminaban con la misma palabra, el
escriba, sobre todo si ya estaba fatigado, omitiera la segunda al copiarlas. Este fenómeno
recibe el nombre de «homoioteleuteton» (final idéntico). Es también posible omitir una
sílaba cuando resulta parecida a la que le precede (haplografía» = escritura única por
oposición a escritura doble). En pasajes de por sí oscuros se observa a veces el esfuerzo
deliberado del escriba por alterar el texto con la adición o la eliminación de algunas
palabras o mediante la armonización con otro texto paralelo. Esto ocurre sobre todo en
los evangelios sinópticos
CLASIFICACIONES DE MANUSCRITOS POR TIPOS DE TEXTO
A mediados del siglo VIII, la diversidad de variantes detectadas en el texto de los
manuscritos inspiró a los investigadores la idea de clasificarlos en grupos que presentaran
un texto semejante. Primero, J.A. Bengel clasificó los diversos manuscritos por grupos de
familias luego J.J. Griesbach diferenció los tres siguientes grupos de manuscritos:
occidental, alejandrino y constantinopolitano. Las conclusiones de Westcott y Hort
constituyen un hito importante en la historia de la investigación del texto del NT. Después
de trabajar durante 28 años en el estudio de los manuscritos del NT, en 1881 terminaron
una edición en dos volúmenes de los que ci primero contenía el texto del NT y el segundo
(escrito por Ron, pero de modo que se recogían las conclusiones de los dos) es la
introducción. Los dos críticos ingleses, que reconocían a Griesbach como su predecesor,
dividieron los manuscritos del NT en cuatro grupos, cada uno de los cuales mostraba un
tipo especial de texto. Esos cuatro tipos de texto son los siguientes:
TEXTO NEUTRAL: Es el que los dos críticos ingleses consideraban que había sido
conservado por los antiguos códices Vaticano y Sinaítico, sobre todo el primero. Entendían
que este tipo de texto era el más genuino consecuentemente basaron en él su edición,
cuyo título, “The New Testament in the Original Greek”, delata la certidumbre de sus
autores.
TEXTO ALEJANDRINO: Es el fruto de las mejoras lingüísticas llevadas a cabo en el texto
neutral por los escribas doctos de Alejandría. Está representado por los códices C, L de la
versión bohaírica y por los teólogos alejandrinos Clemente, Orígenes (en parte), Dionisio y
Cirilo.
TEXTO OCCIDENTAL: Es el que prevaleció entre los autores eclesiásticos antes de finales
del siglo III, hallamos pruebas de la existencia de este texto sobre todo en Justino, Taciano,
Ireneo, Tertuliano y Cipriano, en el códice D (Cantabrigiense) y en las versiones antigua
latina y siriaca. Son extensas y significativas las correcciones de este tipo de texto. Pasaron
a las traducciones siriaca y latina y así llegaron a Occidente (de ahí la designación de
«texto occidental»).
TEXTO SIRIACO O ANTIOQUEÑO: Es el que prevaleció desde tiempos de san Juan
Crisóstomo en adelante en el Imperio Bizantino. Este texto fue fruto de una auténtica
recensión encaminada a resolver las dificultades lingüísticas y establecer
consecuentemente un texto más comprensible. Por añadidura, en el texto se introdujeron
varias conjunciones con el fin de hacerlo mas huido, se sustituyeron los pronombres por
nombres propios en numerosos casos con intención de evitar oscuridades o
ambigüedades y los tipos gramaticales desconocidos fueron reemplazados por otros más
familiares. Esta recensión fue llevada a cabo con toda verosimilitud por Luciano en el siglo
IV y el texto mejorado a que dio origen prevaleció enseguida en todo el Imperio. El Textus
Receptus de los siglos XVI y XVII se basaba precisamente en este texto.
Westcott y Hort entienden que este último tipo de texto no tiene mayor valor para la
restauración crítica del texto original del NT, puesto que es el más reciente. Entienden
asimismo que tampoco tiene especial valor el texto «occidental», que prefieren en una
sola ocasión, concretamente en los pasajes en que este texto, a pesar de su tendencia
general a amplificar, resulta más breve que el neutral. Designaron el texto de esos pasajes
como «Occidental no interpolado», estimando que era el original. Como antes se ha dicho,
entendían que el tipo neutral era el más antiguo y genuino y en él basaron su edición
(1881).
Actualmente, después de la diferenciación de tipos del texto neotestamentario llevada a
cabo por los dos investigadores ingleses y al cabo de la labor crítica de otros especialistas
a lo largo de un siglo, los manuscritos se dividen en varios grupos según el tipo de texto
que contienen. Por supuesto, la investigación continúa, pero los especialistas están en su
mayor parte de acuerdo en distinguir los cuatro tipos de texto siguientes:
TEXTO ALEJANDRINO. Es el texto originario de Egipto, atestiguado por la mayor parte de
los papiros, los códices unciales Vaticano y Sinaítico Y los teólogos alejandrinos Clemente y
Orígnes, por la versión bohaírica y otras.

Este texto incluye y se restringe al texto neutral y al texto alejandrino de Westcott y Hort.
Texto occidental. Se llama «occidental» a este texto no porque tuviera su origen en
Occidente sino porque prevaleció aquí a lo largo del siglo II está atestiguado por las
versiones antiguas latina y siriaca, los Padres latinos, el códice D (Cantabrigiense) y, en
parte, por algunos papiros. A veces este texto muestra diferencias típicas con respecto al
resto de la tradición manuscrita, algo que se hace notorio sobre todo en el libro de los
Hechos. Algunos investigadores más recientes han demostrado que ciertas variantes del
texto «occidental» están atestiguadas también para una época anterior en Egipto, y de ahí
que muchos acepten que su lugar de origen es Alejandría.
TEXTO CESARIENSE. Es semejante al tipo alejandrino de texto y está atestiguado por los
códices P, W (en Marcos), θ, λ, ρ por la versión Georgiana. Muchos creen que Orígenes
llevó este texto de Egipto a Cesarea de Palestina. (El consenso de los investigadores en
favor de la existencia de un texto cesariense no es tan fuerte corno el que muestran a
favor de los restantes tipos. Nota del ed.).
TEXTO BIZANTINO O KOINÉ O ECLESIÁSTICO. Es fruto de la recensión llevada a cabo por
un sacerdote y mártir antioqueno Luciano. Fue transferido por san Juan Crisóstomo a
Constantinopla y se impuso en todo el Imperio Bizantino. Es llamado también
constantinopolitano o imperial. Después de la caída de Constantinopla, los eruditos
griegos lo llevaron a Occidente y de este modo se convirtió en base del Textus Receptus.
Este texto se utilizó en el culto y muestra una relativa uniformidad; está atestiguado en las
obras de los Padres a partir del siglo Iv y en los leccionarios ‘‘traducciones a partir del año
300”.
Durante las últimas décadas se viene desarrollando una intensa labor en el estudio de los
manuscritos del NT en el Instituto para la Investigación del Texto del NT, en Münster
(Alemania), que publica el texto crítico del NT. A pesar de que ha pasado ya un siglo desde
las investigaciones críticas de Westcott y Hort, la postura del mundo científico con
respecto al texto bizantino o eclesiástico no ha variado. La ventaja, sin embargo, de los
investigadores del mencionado Instituto en comparación con los dos críticos ingleses
radica en el hecho de que durante las últimas décadas han aparecido nuevos papiros del
siglo ni y varios manuscritos minúsculos que se han tenido en cuenta en la edición Nestle-
Aland del texto del NT.

LA APORTACIÓN DEL TEXTO ECLESIÁSTICO EN LA INVESTIGACIÓN CRÍTICA DEL TEXTO


DEL NT
Ya se ha hecho mención del tipo de texto que Westcott y Hoti llamaron antioqueno o
siriaco y que posteriormente ha sido designado (le modos diversos: bizantino, koiné,
patriarcal, imperial, constantinopolitano y eclesiástico. La designación que hoy prevalece
entre los críticos es la de bizantino (que en el aparato crítico de la cuarta edición de “The
New Testament in the Original Greek” se señala como Byz o Bvz Lect y en la 27. de Nestle-
Aland se incluye dentro de la ni caligráfica [:M] con que se indica el texto de la mayor
parte de los manuscritos). Aquí preferirnos designarlo corno texto eclesiástico, sin que con
ello se pretenda dar a entender que sea el único texto al que pueda con justicia aplicarse
tal designación. En efecto, también los demás textos fueron utilizados por las iglesias
tanto para el culto como para el estudio privado o para la catequesis. Pero el texto que
designarnos de este modo está conservado en un gran número de manuscritos en que el
texto continuo lleva indicaciones para su uso litúrgico y también en multitud (le
leccionarios utilizados en el culto divino. Podríamos llamarlo también texto litúrgico.

Desde el momento en que se puso en entredicho la autenticidad absoluta del Textus


Receptus, las ediciones críticas del NT se han basado principalmente en los manuscritos
unciales (siglos IV y siguientes), anteriores a los bizantinos. Actualmente, los especialistas
de la crítica textual dependen de los papiros de los siglos II y III incluso más que de los
manuscritos unciales Vaticano y Sinaítico. Por supuesto, no se puede excluir la posibilidad
de que existan unos «antepasados» más antiguos de los que dependerían los manuscritos
bizantinos o eclesiásticos. A pesar incluso de que el texto de estos últimos es producto de
una recensión y de un tratamiento crítico con que se ha intentado suavizar el lenguaje y se
han introducido mejoras y armonizaciones lingüísticas, nadie negará el hecho de que este
texto conserva lecturas originales, algo que no se puede pasar por alto cuando se trabaja
críticamente con el texto. Esas lecturas que se muestran típicamente concordes con los
papiros o los códices unciales y las que son más breves que las de los otros tipos de texto
habrán de ser consideradas originales. Westcott y Hort llamaban occidentales no
interpoladas a las lecturas del texto occidental que, a pesar de la tendencia de éste a las
amplificaciones y adiciones, son más breves que las de otros tipos de texto. Los críticos
ingleses consideraron estas lecturas originales y genuinas. Lo mismo puede aceptarse a
propósito de las lecturas del texto bizantino que presentan algún tratamiento o adiciones
de intencionalidad armonizadora. Podrían incluso caracterizarse consecuentemente como
orientales no interpoladas y ser consideradas indudablemente originales (p.ej., Mc 3,13-
14; 3,16; 3,32; 6,23; 16,18; Lc 10,21; etc.).
Es un hecho que el texto bizantino o eclesiástico no ha sido suficientemente estudiado. Ha
de tenerse en cuenta, además, que en distintos lugares del mundo se han hecho estudios
aislados acerca del texto del NT en los Padres de la Iglesia.
El esfuerzo más significativo en relación con el texto bizantino, especialmente el recogido
en los leccionarios, fue llevado a cabo durante la tercera década de nuestro siglo por un
equipo de investigadores del NT de la estadounidense Universidad de Chicago, dirigido
por los profesores E.C. Colwell y D.W Riddle. Los frutos iniciales de su investigación fueron
dados a conocer en 1933 como primer volumen de la serie «Studies in the Lectionarv Text
of the Greek New Testameni», que lleva el título de “Prolegomena to the Study of the
Lectionary Text of the Gospels”. Antes de la publicación de este volumen anunció Colwell
el proyecto científico completo en su artículo preliminar titulado «Is there a Lectionary
Text of the Gospeiis?»: Harvard Theological Review 25 (1932) 73-84. En este artículo
argumenta el investigador norteamericano a favor de la existencia de un tipo definido de
texto predominante en los leccionarios al que llama « texto leccionarial».
A continuación de este artículo preliminar apareció el volumen de los Pmlegoniena, junto
con un buen número de Otros estudios que fueron publicados en la serie «Studies in the
Lectionaiy Text of the Greek New Testament».
Entre las conclusiones básicas de los investigadores de la Universidad de Chicago nos
interesan sobre todo las siguientes:
1. Está suficientemente confirmada la influencia del texto de los leccionarios sobre
los manuscritos de texto continuo del NT. Por ejemplo, ciertas expresiones
introductorias frecuentes de las perícopas que recogen los leccionarios
etc.) Prevalecen también en los
manuscritos del texto continuo. En otros lugares, la inserción de la perícopas de la
mujer sorprendida en adulterio (Jn 7,53-58.11) en Lucas y la de Lc 22,43 en Mateo
se explicaría por el lugar que ocupan estas perícopas en los leccionarios.
2. El texto de los leccionarios es esencialmente el de tipo bizantino, pero, en general,
es más antiguo que el del Textus Receptus.
3. Durante el proceso de la copia de un texto litúrgico de un leccionario en otro se
tuvo un cuidado especial. A este factor ha de atribuirse el hecho de que muchas
lecturas ambiguas de los leccionarios escaparan al proceso de la asimilación en el
texto bizantino.
4. Finalmente, los leccionarios revisten gran importancia para la restauración de la
historia del texto del NT, puesto que han de ser considerados testigos
excepcionales que confirman las lecturas va existentes de los manuscritos
antiguos.

LA CONTRIBUCIÓN DE LOS INVESTIGADORES ORTODOXOS


Nos fijaremos ahora en la edición del NT griego que preparó a comienzos de este siglo la
Iglesia ortodoxa y que está basado enteramente en los leccionarios. Esta edición, conocida
también corno edición patriarcal “He Kaine Diatheke tes Magates tou Christou Ekklesias”
[Constantinopla 1 904]), fue preparada en 1904; la Iglesia de Grecia Apostolik Diakonía, así
con ciertas organizaciones religiosas y otras editoriales griegas siguen imprimiendo su
texto. En el Prólogo a la edición patriarca!, el comité editorial cita 116 manuscritos de
evangelios y epístolas que representan el texto para la lectura en las iglesias durante los
siglos IX al XVI. Estos manuscritos, por consiguiente, cubren un período de unos ocho
siglos, si bien el mayor número de los manuscritos más útiles se sitúa entre los siglos X y
XIV. La edición patriarcal de 1904 constituye el más serio esfuerzo por llevar a cabo una
elaboración crítica del texto del NT en la Iglesia ortodoxa. El crítico inglés K. Lake, en
particular; sugería que esta edición patriarcal deberá ser considerada un testimonio del
texto bizantino más fiel que el Textus Receptus. Pero sus colegas no aceptaron esta
propuesta, quizá por las razones siguientes:
a) La base manuscrita de la edición patriarcal no es muy amplia;
b) En ciertos pasajes, corno observa V. Antoniadis en el prólogo, se prefirieron lecturas
de un texto no Bizantino, y
c) La edición se basaba casi exclusivamente en leccionarios y no en manuscritos del
texto continuo del NT, que no concuerdan exactamente en muchos detalles con el
texto de los leccionarios; cf. K. Lake, The Text Of The New Testament (1928) 85.
En cualquier caso, la edición patriarca! de 1904 es la única edición del texto griego del NT
de todo el mundo ortodoxo. Dado que ya tiene casi un siglo, hay motivos sobrados Jara
pensar en una nueva edición crítica del texto eclesiástico del NT, una edición
a) Basada en un mayor número de manuscritos bizantinos,
b) Que utilice también las citas del NT contenidas en los Padres de la Iglesia, y
c) Realizada en colaboración con todos los especialistas en esta área.
Es responsabilidad de los investigadores ortodoxos someter el texto litúrgico de su Iglesia
a un análisis crítico contemporáneo que, naturalmente, se atenga a los principios hoy
vigentes en la crítica textual. En este marco se inscribe la colaboración del autor del
presente artículo con las Sociedades Bíblicas Unidas para la preparación de la cuarta
edición de The Greek New Testament (ed. de Barbara Aland, Kurt Aland, Johannes
Karavidopoulos, Carlo M. Martini y Bruce M. Metzgei; 1993). Esta edición de las
Sociedades Bíblicas Unidas coincide con el texto de la 27a. edición de Nestle-Aland,
aunque difiere de ella en cuanto al aparato crítico, que ahora contiene variantes textuales
para unos 1.438 pasajes.
En conexión con la recientemente publicada 4 a edición de The Greek New Testament, un
grupo de investigadores de la Universidad (de Tesalónica (Grecia) emprendió la
preparación de ciertas variantes de los leccionarios bizantinos. Obviamente fue imposible
tener en cuenta los 2.403 leccionarios bizantinos. En lugar de ello se hizo una selección
representativa en colaboración con el Instituto para la Investigación del Texto del NT de la
Universidad de Münster: La norma para la selección de los manuscritos fue el deseo de
utilizar los más representativos de distintos siglos (del VII al XVI), así corno diferentes tipos
textuales. De ahí que se eligieran manuscritos que Contienen el texto bizantino habitual,
otros que se desvían frecuentemente de él y algunos más que se mantienen próximos al
texto bizantino. Además, el comité editorial decidió que era necesario tener en cuenta el
texto actualmente utilizado en la Iglesia Griega (es decir; la edición patriarcal de 1904),
que, como ya hemos visto se basa en los leccionarios bizantinos. Siguiendo estos criterios,
el grupo de Tesalónica eligió treinta manuscritos de los «Evangelios» (es decir;
leccionarios de los evangelios) y cuarenta manuscritos de las «Epístolas» (es decir;
leccionarios apostólicos) que son citados regularmente en el aparato crítico. La tarea de
cotejar los manuscritos se llevó a cabo en Tesalónica a lo largo de cuatro años, mientras
que la compilación del aparato crítico se realizó en Münster en fecha posteriori: De ahí
que la cuarta edición de The Greek New Testament recoja un aparato crítico más
completo en el que está representado el texto litúrgico de la Iglesia ortodoxa en el original
griego.
[Traducido del inglés por Jesús Valiente Malla]
BIBLIOGRAFÍA
Aiand, K. y Aland, B. The Text of The Greek New Testament, trad. de E.G. Rhodes;
Grand Rapids2 1989.
Epp, EJ. y Fee, G.D., Studies in The Theory and Method of The New Testament
textual Criticism, Grand Rapids 1993.
Metzger, B.M., The New Text of The New Testament. It’s Transmission, corruption
and Restoration, Nueva York y Oxford3 1992.
O’Callaghan, J., Introducción a la crítica textual del Nuevo Testamento, Verbo
Divino, Estella 1 999.
Vaganay, L. y Arnphoux, C.B., An Introductión to New Testament textual Criticism,
Carnhridge 1991.

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