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LAS MUJERES EN EL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO:

VIOLENCIAS, RESISTENCIA Y REPARACIÓN


Diana María Salcedo López
(Colombia)

“No queremos más hijos e hijas para la guerra;


queremos hijos e hijas para la Paz”.
Mujeres por la vida.

Introducción

El conflicto armado colombiano ha estado marcado por diferentes factores, uno de ellos
ha sido la necesidad de apropiación de las tierras y de las comunidades por parte de los
actores armados. En medio de esta lucha se han cometido un sin número de hechos
atroces contra la población civil; Más de cuarenta años con una larga lista de víctimas, y
otra más nutrida de sobrevivientes, principalmente mujeres, niños y niñas sin techo y
con múltiples secuelas en sus vidas ha sido el saldo que ha dejado la guerra en
Colombia.

Masacres, homicidios selectivos, atentados terroristas, emboscadas, explotación y


esclavitud de la población, reclutamiento de menores, daños a los bienes de las
comunidades, confinamiento, violencia contra las mujeres, son los hechos que han
vivido los habitantes de la mayoría de los Departamentos del territorio colombiano.

Esta ponencia examina algunos elementos de la violencia que se ejerce en el marco del
conflicto armado colombiano en los cuerpos, las vidas, las familias y las comunidades
de las mujeres. Su objetivo principal es el de promover la reflexión acerca de los
elementos imprescindibles de una política de reparación integral para ellas,
visibilizando algunos relatos de violencias ejecutadas por los actores armados, las
experiencias de resistencia, así como algunas propuestas provenientes de distintos
sectores sociales para la pensar la reparación en clave femenina.

La ponencia está dividida en tres partes: la primera está encaminada a visibilizar las
diferentes tendencias de las violencias y discriminaciones a las que son sometidas las
1
mujeres en Colombia a causa del conflicto, desde la mirada de los testimonios de
mujeres victimizadas. La segunda, da cuenta de dos de los movimientos de resistencia
conformados por mujeres que luchan el cese de la violencia y de la agresión contra sus
vidas y sus familias, en dos departamentos del país (Sucre y Antioquia). Finalmente se
presentan algunas recomendaciones para la formulación de una política pública estatal
de reparación de las mujeres víctimas del conflicto.

Las mujeres colombianas: Cuerpos y vidas quebrantadas por la guerra

El conflicto armado colombiano como la mayoría de los conflictos es una guerra


masculina que afecta mayormente a las mujeres ocasionando un sin número de
agresiones a niñas, adolescentes, mujeres mayores, ancianas; unas madres, otras hijas,
otras muchas esposas. En Colombia, durante el 2002, 866 mujeres perdieron la vida
víctimas de masacres, homicidios selectivos, desaparición forzada y muertes en la
confrontación armada1.

El silencio es la gran constante en la guerra y principalmente cuando son víctimas de


violencia sexual las mujeres sienten gran vergüenza al contar los hechos por lo cual
callan, sienten temor al rechazo colectivo, a las implicaciones que en su vida pueda traer
el comportamiento y el señalamiento que pueden hacer sobre ellas la comunidad, su
familia, sus parejas y en ocasiones hasta sus hijos; no obstante, y conociendo las
limitaciones de las denuncias, en cualquier proceso de reparación se debe tener en
cuenta que con un solo caso que se presente, se puede tener indicios de que los hechos
sucedieron otras veces en más mujeres.

Muchos de los casos recopilados por los trabajos de las ONG´s nacionales e
internacionales muestran las huellas que deja la guerra en los cuerpos y vidas de las
mujeres, y que evidencian los ataques y violencias de las que son víctimas, expresando
entre otras cosas las limitaciones para vestir, actuar y amar; la coacción a sus
organizaciones, la manifestación constante de la violencia familiar como un asunto de
justicia privada, el ataque contra sus derechos sexuales y reproductivos, entre otros.

1
Allende La Paz/ANNCOL/Colombia] 24 de Julio de 2005.
2
No obstante, es necesario recordar que hablar de los Derechos Humanos de las mujeres
es un asunto que trasciende las cifras de muertes y que el vacío de la información
también constituye un dato, lo cual está muy lejos de indicar que si las personas de las
comunidades, las organizaciones o las mismas mujeres de las regiones, no hablan del
tema, entonces este no exista; por el contrario, lo que puede significar es que existe un
temor a contar los hechos, un miedo a la repetición de los mismos, y el rechazo de que
pueden ser objeto por parte de la comunidad.

En el marco de la guerra se exacerba la discriminación y la violencia que


estructuralmente afecta a las mujeres: son vistas como trofeos, botines de guerra, como
objetos de control y de castigo colectivo, la desnudez pública es una muestra de ello, "A
una chica de 18 años con embarazo le metieron un palo por las partes y se asomó por
arriba. La descuartizaron. [...] A las mujeres las desnudaron y las pusieron a bailar
delante de sus maridos. Varias fueron violadas". "Desde un rancho próximo se
escuchaban los gritos"2 La humillación de la que son víctimas las mujeres con estos
actos, se exacerba cuando son sometidas a la estigmatización lo cual genera una nueva
vulneración a sus derechos.

La mutilación sexual, los daños físicos a las mujeres, las torturas, los abusos sexuales,
son actos frecuentemente cometidos por los actores armados en Colombia contra las
mujeres de todas las edades; en medio de los ataques, las masacres y los homicidios, son
perpetrados todo tipo de abusos contra las mujeres, muchas veces presentados como
simples actos de complacencia de la masculinidad de los guerreros, otras como causa de
falsas acusaciones de pertenencia o simpatía con el bando contrario y muchas tantas por
su activismo social o político. La hija de una dirigente a ANMUCIC, fue violada,
torturada y muerta; la niña gritaba que no la mataran, que ella no les había hecho nada,
y llamaba a su mamá. Los paramilitares le gritaron: Qué mami ni qué carajo, si es por su
mamá que viene todo esto. Le cortaron los pechos3.

En algunas regiones de Colombia, como el departamento del Putumayo, se ha venido


presentando durante décadas el fenómeno de la trata de mujeres y niñas y de la

2
Informe Amnistía Internacional “Colombia, cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual en el marco
del conflicto armado” 2004. En: Violencia sexual conflicto armado y justicia en Colombia, SISMA mujer, 2007.
3
Informe de la relatora CIDH sobre derechos de las mujeres. Colombia, 2006.
3
prostitución forzada, "Cuando llegamos nos trataron como reinas. Con el pasar de los
días simplemente éramos las putas del pueblo. Y hoy no solo somos sus rehenes sino
sus víctimas: los muchachos ('paras' no desmovilizados y los de las nuevas bandas) ya
mataron a unas cinco compañeras… El cuento de María (quien dio su testimonio a un
diario nacional) es el mismo que están viviendo unas 100 mujeres que trabajan como
prostitutas en La Hormiga, Orito y otras poblaciones del Putumayo en los que la coca y
la violencia todavía campean… Este año, según evidencias recolectadas por los
investigadores, seis de ellas han sido asesinadas. Las mataron con arma blanca y sus
cuerpos fueron abandonados en las carreteras de la zona. La Fiscalía y la Policía en
Puerto Asís llevan la investigación. Los crímenes, que en un primer momento fueron
tomados como hechos aislados, han dejado al descubierto una modalidad de esclavitud
sexual que afecta a decenas de mujeres en las zonas más alejadas del país… "Nos dicen
que es una gran oportunidad porque allá está la coca y hay mucha 'rama' (plata) y los
manes la dejan en los prostíbulos. Que ensayemos una o dos semanas y si nos aburrimos
nos devolvemos. Pero mentira, hay amigas que llevan más de 6 meses y no las dejan
salir, nos tienen secuestradas y amenazadas"4 "

Estas son algunas de las violaciones de las que son víctimas directas las mujeres en
Colombia, hay muchos otros hechos de cuales ellas también son víctimas y que aun
cuando no les causa la muerte inmediata, en muchas ocasiones las lleva a padecer
durante toda la vida tortura psicológica, desplazamientos, daños en su salud mental y
física, entre otros efectos que nunca se imaginaron.

Las mujeres en su consagrado rol de dadoras de vida, sufren con la muerte y violaciones
de derechos contra sus hijos, “cuando al hijo se le mueren los padres o uno de ellos es
huérfano, para cuando a una esposa se le muere su esposo es viuda, pero para cuando a
una madre se le muere un hijo no hay palabra que lo explique”.5

Así mismo, los cambios de roles a los que se ven expuestas las mujeres que deben
enfrentarse a la pérdida de su compañero y con él al sustento propio de sus hijos, es de
mencionar que Colombia como muchos otros países, sigue siendo un país patriarcal, en
el que las mujeres, sobre todo las que viven en las áreas rurales, se dedican a la crianza
4
El harén que los 'paras' tienen secuestrado en el Putumayo. Periódico el Tiempo. Agosto 4 de 2007.
5
Expresión de una mujer, en el encuentro de madres por la vida. Bogotá, Colombia, Septiembre 12 de 2007.
4
de sus hijos y a las labores del hogar, mientras los hombres, salen a los espacios
públicos a buscar el sustento de sus familias; este hecho que generalmente viene
acompañado de un concurso de violaciones que las hacen junto con sus hijos e hijas,
más vulnerables.

Algunas de estas situaciones están relacionadas con los desplazamientos forzados6, con
las discriminaciones de que son víctimas cuando llegan a alguna ciudad o pueblo, las
múltiples violaciones a las que son sometidas cuando deciden denunciar los hechos, las
amenazas, los abusos de tipo sexual que en ocasiones se ven obligadas a soportar por un
plato de comida para sus hijos e hijas o por un espacio donde pasar la noche, incluso
hasta por conservar un trabajo.

Todos estos crímenes cometidos contra las mujeres, no son reconocidos como crímenes
ejercidos como parte del accionar del conflicto armado, y como expresiones de
masculinidad y de dominación sobre las mujeres: en Colombia esta dominación se ha
ejercido para demostrarle a su enemigo cuán fuerte se es y para obligar a las mujeres a
que cuenten secretos del accionar de sus compañeros que pueden fortalecer a los
victimarios. La violencia ejercida en los cuerpos de las mujeres tiene una doble víctima,
logra humillar a los hombres y como referente tanto de humillación como de
escarmiento a la sociedad en general, ya que tienen como efecto hacer sentir a sus
compañeros, esposos, padres y hermanos que fallaron en haber debido brindarles la
suficiente protección a las mujeres, como deberían hacerlo según la cultura. Hombres
víctimas de la masacre del Salado, en donde paramilitares mediante actos de terror
asesinaron a mas de 58 campesinos recorriendo 7 veredas y dos Municipios de los
Departamentos de Sucre y Bolívar, confirman este hecho.

Muchas de las mujeres que son víctimas directas de la violencia en Colombia,


pertenecen a procesos comunitarios y de mecanismos alternativos de procesos de paz,
su potencial político y de trabajo por los demás es innegable; no obstante, las
experiencias vividas por otros países, demuestran que tras sufrir los estragos de la
guerra, las mujeres abandonan sus procesos y sus actividades políticas, para volver

6
Hablamos de desplazamientos dado que la mayoría de las familias que se desplazan una vez, son víctimas de un o
dos desplazamientos más antes de encontrar un lugar donde asentarse definitivamente
5
nuevamente al rol asignado históricamente7, situación está relacionada probablemente
con la subestimación de la capacidad de las mujeres para la reconstrucción de los tejidos
sociales8 y por el temor que tienen estas de volver a la vida pública después de los
hechos violentos que causaron dolor y pérdidas en sus vidas.

Las mujeres también luchan en la guerra al lado de los hombres: En los grupos
armados colombianos, como en muchos países, las mujeres han sido parte de sus filas,
algunas como cocineras, cuidadoras e incluso como guerreras. Según el Sistema de
acompañamiento, monitoreo y evaluación para el proceso de Desarme, Desmovilización
y Reinserción de los grupos armados de Colombia, de las desmovilizaciones colectivas
de las Autodefensas que se han realizado, cerca de un 15% son mujeres. Lo importante
de este dato y del reconocimiento de la pertenencia de mujeres en los grupos armados,
son las diferentes modalidades en las que han llegado a pertenecer a estos grupos;
muchas de ellas fueron reclutadas forzosamente con engaños o con amenazas; otras
llegaron a los grupos porque creían en la lucha que daban; muchas tantas por
inestabilidad económica, lo que devela el enorme problema de pobreza estructural del
Estado colombiano; y otras mujeres llegaron a los grupos armados buscando un
reconocimiento masculino.

Las mujeres se resisten a la guerra: Las Madres de la Candelaria y las mujeres de los
Montes de María.

Las mujeres son víctimas, pero también son forjadoras de resistencia, de procesos de
paz y de la reconstrucción de las sociedades en post conflicto. En Colombia, cientos de
organizaciones de mujeres luchan en medio del conflicto por el cese de las hostilidades,
por el acuerdo humanitario, por la posibilidad de emprender una vida nueva sin sentir
que pueden ser señaladas por su pertenencia política o por su activismo social, por un
país en paz.

No obstante en muchas regiones de Colombia, las mujeres víctimas no han podido


organizarse para movilizarse y hacer respetar sus derechos como mujeres y como
7
Montaner, Martiliana (Ed.) (2005). Guerra NO. Las Mujeres en la Conquista de la Paz: Guatemala, El Salvador,
Nicaragua. Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, New York.
8
En este sentido es importante recodar lo señalado por la resolución 1325 sobre mujer, paz y seguridad de las
Naciones Unidas.
6
víctimas, en este sentido es válido e importante para el país, resaltar la labor de dos
grupos de forjadoras de paz en dos diferentes Departamentos colombianos.

EL PROCESO DE LAS MUJERES DE SAN ONOFRE, MONTES DE MARÍA Y OTRAS


MUESTRAS DE RESISTENCIA.

Estas mujeres están relacionadas con los hechos que ocurrieron en el Municipio de San
Onofre en el Departamento de Sucre y en general en todos los Montes de María (esta
región está conformada por Municipios del Departamento de Sucre y Bolívar) que
desde mediados de 1996, ha visto acrecentados los asesinatos selectivos, los homicidios
indiscriminados y los secuestros, de los cuales como en casi todas las ocasiones el
mayor número de sobrevivientes han sido las mujeres y sus hijas e hijos.

En razón a ello, las mujeres en esta región del país han dado muestra de la incansable
resistencia y participación de las mujeres en todo el camino que conduce a conocer la
verdad y hacer justicia; las mujeres han liderado un proceso de resistencia bastante
fuerte, en el que han denunciado públicamente los atropellos de los que han sido
víctimas, los lugares donde están enterrados los cuerpos de sus familiares asesinados, y
los nombres de quien actuaban en esa zona, lo cual las ha puesto en un alto grado de
vulnerabilidad y en foco de amenazas y atropellos.

En San Onofre ocurrieron hechos atroces. Este Municipio cercado por las guerrillas, con
el actuar en la zona de las Autodefensas Unidas de Colombia, fue testigo de múltiples
asesinatos, la ciénaga fue el lugar donde muchos cuerpos o parte de ellos fueron a parar,
allí se tejía la leyenda de un caimán que se alimentaba de los cuerpos que arrojaban allí.
“Carmen se montó desde Zambrano en una chalupa río Magdalena arriba,
buscando a su hermano desaparecido por los “paras”. Los gallinazos le
indicaban dónde había cadáveres. Ayer lo contó ante representantes de las
Naciones Unidas. Denunciarlo públicamente le provoca terror.

Los Montes de María siguen silenciados por el miedo. “Aprendimos a vivir en


medio del silencio. Resistimos callando y mostrando indiferencia. Como el

7
payaso, tragamos dolor para sonreír”, dice Carmen, hermana de un
desaparecido”9

No obstante, hay otros corregimientos de los Montes de María como Libertad, donde
pese a que han propiciados actos de resistencia como los acontecidos en el 2003
cuando se atrevieron a empuñar machetes y piedras contra los “paras”, y dieron muerte
al hermano del comandante paramilitar presente en la zona (alías “el Profe” a quien el
“oso” le había delegado el poder) y que ese día iba a buscar a un hombre del
corregimiento para cobrarle con la vida por haberlo mirarlo feo, aún no se atreven a
denunciar públicamente. Los paramilitares se tomaron Libertad desde 1997, cobraban
impuestos, mataban a quienes les parecía en la plaza del pueblo a la vista de todas y
todos y cometían una gran cantidad de atropellos entre los que se incluye la esclavitud
doméstica.

El problema de las víctimas en esta región, ha sido un problema que han asumido
principalmente las mujeres, quienes desde su rol de abuelas y madres han participado en
actos de resistencia, como el que tuvo lugar en la Finca El Palmar a donde llegaron para
hacer una manifestación por la gran cantidad de fosas comunes que se hallaron allí, a
consecuencia de ello una de las mujeres de avanzada edad fue víctima de la quema de su
casa, y otra de las mujeres (una más joven quien buscaba el cuerpo de su hijo) tuvo que
desplazarse a otro lugar en razón a las múltiples amenazas contra su vida.

En el Valle Encantado en Montería se lleva a cabo otro proceso de resistencia civil de


las mujeres, allí un grupo de mujeres cabeza de familia que se reunieron en una finca
que lleva por nombre Valle Encantado, el antiguo INCORA les financió el 70% y el
otro 30% se lo financió la Caja Agraria y ahora tienen una deuda de $120.000 millones
de pesos, y no tienen con que pagarlos por que pese a que tienen el acompañamiento de
algunas organizaciones no gubernamentales no cuentan con una fuente sostenible de
recursos.

Entre estas mujeres hay una lideresa que se ha destacado por su fuerza y su compromiso
con las 15 mujeres y las familias que viven allí; esta mujer se llama María Zabala, a esta
9
Miércoles 7 de febrero de 2007. SANTIAGO URGOS BOLAÑO. EL UNIVERSAL Cartagena Montes de María,
entre la denuncia y el temor.
8
valiente mujer un mañana le arrebataron la felicidad, le mataron a sus dos hijos y a su
esposo en la puerta de la casa que luego de la masacre fue quemada por los mismos
hombres, con los cuerpos de sus seres queridos adentro.

La reparación no existe, dice María Zabala; las vidas humanas no tienen


reparación. Si bien todas las que vivimos en la finca teníamos nuestra tierra, la
perdimos y lo que tenemos hoy no es regalado, nos ha tocado trabajarla; yo por
lo menos no tengo paz porque hay que pagarla y los intereses van corriendo cada
mes, no es justo conmigo ni con las mujeres que vivimos en “Valle Encantado”.
Si bien la guerra me arrebató muchas cosas me dejó algo importante, la vida
para seguir luchando por el bienestar de mis hijos y por esa finca10”.

LAS MADRES DE LA CANDELARIA: “LOS QUEREMOS VIVOS, LIBRES Y EN PAZ”

Esta es una organización conformada por un número creciente de madres, padres, hijos
e hijas y demás familiares de los desaparecidos11 y asesinados de la Ciudad de Medellín,
Departamento de Antioquía y sus alrededores que suman aproximadamente unas 400
familias, y que vienen siendo acompañadas por ONG´s nacionales como Redepaz,
Asfamipaz y País Libre.

Las marchas, el Mandato por la Paz, la Vida y la Libertad, han hecho que desde hace
1997, todos los viernes a las dos de la tarde, las y los integrantes de esta Asociación,
realizan un plantón en el atrio de la Iglesia de la Candelaria de la Ciudad de Medellín y
cuyo accionar llevó a la organización a ser acreedora en el 2006 del Premio Nacional de
Paz.

La asociación Madres de la Candelaria, buscan principalmente sensibilizar a toda la


comunidad nacional e internacional sobre la desaparición forzada y reclamar
constantemente la verdad de lo que sucedió con sus hijos, hijas y familiares.

Para esta Asociación, la salida negociada al conflicto armado y el acuerdo humanitario,


son los objetivos únicos que debe tener los procesos de transición; la reconciliación
entendida como perdón es para estas personas, algo que se da una vez se conozcan los

10
Revista Esquina Regional, María Elsy Sandoval. Disponible en www.esquinaregional.com
11
El 60% de los delitos que denunciaron las personas que conforman la asociación contra sus familiares fue la
desaparición forzada, seguido por el 16% de asesinatos y un 14% víctima de desplazamiento forzado.
9
hechos, lo primero es conocer la verdad, luego se podrá pensar en reconciliación y
perdón.

Sin embargo y aun que en algún porcentaje buscan la verdad y la justicia, los miembros
de la Asociación son consientes que tal vez muchos de ellas/os estén muertos, pues han
pasado muchos años desde su desaparición; por ello la Asociación en un alto porcentaje
cree que la reparación debe ser entregada en forma de indemnización a las víctimas y
que se les devuelva lo que se les quito con los hechos violentos.

En Antioquia otro ejemplo más de resistencia abre sus puertas a la denuncia, Fabiola
Lalinde había sido víctima de la desaparición de hijo, después de hallar un cuerpo de
NN muerto en cercanías a la vereda Verdún en Jardín Antioquia, y de indagar con la
gente de la vereda, supo de otros estudiantes universitarios muertos y supo también que
su hijo había estado en manos del ejército, sin embargo el cuerpo nunca apareció y ella
como muchas otras colombianas y colombianos quedó sin poder enterrar el cuerpo de su
hijo y sin darle a su mente el descanso de ver como ella misma dice “los huesos de su
hijo”, en medio de su tormenta Fabiola acudió a muchas instituciones, al ejército mil
veces y convirtió toda esta travesía y su exigencia para que se hiciera la exhumación del
cuerpo del NN que ella sabía era su hijo, en lo que hoy en Colombia se conoce como la
Operación Siriri.

“Yo no estoy buscando solo un puñado de huesos, yo necesito que él tenga su


ceremonia y rescatarle su identidad y su dignidad de ser humano; el perdón no
es algo que se tira en avioneta. Para mí la verdad es fundamental esto fue lo
que me movió a buscar los restos de mi hijo. Este país no se ha derrumbado
porque lo sostiene la frágil humanidad de las mujeres.”12

La protección para estas mujeres que se resisten a la guerra:

Hubo un acontecimiento que aunque ocurrió en San Onofre, puso en el orden del día a
nivel nacional el tema de la protección a las víctimas; Yolanda Izquierdo, una líder del
proceso de reclamación que se representaba a ella y a mas de 700 campesinos -a quienes
les habían despojado de sus tierras- en las diligencias de versión libre del ex
12
Revista Esquina Regional, María Elsy Sandoval. Disponible en www.esquinaregional.com Ediciòn Nùmero 21.
10
comandante de las Autodefensas Salvatore Mancuso, fue asesinada el 31 de Enero tras
haber recibido amenazas para que dejara “las cosas así”, Yolanda tenía en su poder
documentos, mapas, promesas de compra vente, certificados y algunos otros
documentos que demostraban que los paramilitares habían sido quienes les habían
quitado sus tierras.

En la actualidad, pese al proceso de desmovilización que presenta el Gobierno de


Álvaro Uribe, siguen ocurriendo hechos en la zona que se atribuyen los actores grupos
armados que aparecieron posteriores a la primera desmovilización y que se hacen llamar
“Águilas Negras”, como listas negras con nombres de mujeres y hombres cuya vida está
en peligro, letreros en las calles, con frases intimidatorias “guarden a los niños temprano
o nosotros los organizamos”.

La protección para que las víctimas de todos estos hechos denuncien, es nula. No se
puede pedir que denuncien si no se les dan las garantías para la protección de su vida y
la de sus familias. El pasado 18 de Septiembre, fue promulgado el Decreto 3570 donde
se ordenaba la puesta en marcha de un Programa de Protección a Víctimas y Testigos en
el marco de la ley de justicia y paz, sin embargo este decreto se ha quedado corto,
puesto que deja muchos vacíos, principalmente en cuanto al objeto que señaló el fallo
de Tutela de la Corte Constitucional de “diseñen, implemente y ejecute un Programa de
Protección de Víctimas y testigos de la Ley de Justicia y paz”, tampoco “resuelve las
exigencias de seguridad y protección que estableció el fallo de tutela para el acceso de
las víctimas que están demandando sus derechos a la verdad, justicia y reparación en el
marco de la ley de Justicia y Paz”13, el Decreto que se expidió para este fin es una fiel
copia de uno que ya existe por el cual se creó el Comité de de reglamentación y
Evaluación de Riesgo del Ministerio del Interior CREER que protege a grupos
vulnerables como son los defensores de Derechos Humanos, sindicalistas, entre otros; y
por ende no ofrece un enfoque diferencial, ni contempla medidas especiales para las
víctimas que aún viven en medio del conflicto armado.

La jurisprudencia colombiana cuenta además con un auto específico de la Corte


Constitucional emitido el 13 de Agosto de 2007, en razón de la sentencia T 025 de
2005, para la Adopción de medidas de protección de los derechos a la vida y a la
13
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz IMP. Comunicación interna. Septiembre 21 de 2007.
11
seguridad personal de algunos líderes de la población desplazada y ciertas personas
desplazadas en situación de riesgo.

Verdad, justicia y reparación para las mujeres víctimas del conflicto

“Existe un derecho a un recurso


efectivo y una forma adecuada de reparación para cualquier
violación a los derechos fundamentales o al derecho
internacional humanitario”14.

Pese a las normas nacionales e internacionales, las medidas de reparación material


siguen siendo consideradas como la forma más eficaz de reparación a la que pueden
acceder las víctimas de la violencia; no obstante, algunas organizaciones de mujeres,
colectivos de víctimas, entre otros, han venido presentando recomendaciones a los
órganos creados por la ley 975 de 2005 – Ley de Justicia y Paz- en el tema de la
reparación a las mujeres víctimas del conflicto armado colombiano, para que esta sea
mirada desde un punto de vista integral, respondiendo con esta reparación integral a las
necesidades de la(s) víctima(s) de violaciones de derechos humanos en el marco del
conflicto armado. En este marco, se han identificado algunas propuestas para que se
mitigue el daño causado en el cuerpo y vida de las mujeres, en su familia y en su
comunidad15, las cuales se enfocan en tres ejes principalmente: 1). Formas y
procedimientos para acceder a la justicia 2). Restitución de bienes e indemnizaciones 3).
Reparación por delitos de violencia sexual y de género.

Frente a las formas y procedimientos para acceder a la justicia, uno de los puntos que se
enfrentan en este tema es el relacionado con la exigencia de pruebas para cumplir con
los requisitos de los tribunales, en este sentido se ejerce una doble victimización dado
que le corresponde a la persona demostrar que fue víctima de algún hecho violatorio de
sus derechos humanos y conocer por lo menos el nombre del grupo o frente que operaba
en la zona.

14
Manual sobre los Principios y Directrices Básicos Sobre el Derecho a un Recurso y una Reparación.
15
En este sentido cabe señalar que para las mujeres, es muy importante que las acciones dirigidas a obtener
reparación, tengan como base el conocimiento de que la pérdida, el daño y/o la violación a los Derechos sufrido no se
produjo como un hecho aislado y eventual si no que conlleva una violación a los derechos humanos sistemáticos de
las mujeres.
12
Los procesos de reparación requieren un enfoque diferencial para su implementación,
pero entre las mujeres que han sido víctimas del conflicto armado hay algunas de ellas
que son invisibles y otras que casi nunca son denunciadas y mucho menos sujetos de
reparación. Las mujeres víctimas de la violencia sexual y las víctimas de hechos como
la muerte de un familiar, la pérdida de los bienes, las amenazas, entre otras son
diferentes por varias razones: En primer lugar porque la denuncia de los crímenes
sexuales es menor dado que contar los hechos y aceptar que atacaron sus derechos
sexuales y reproductivos, es más difícil de expresar. Segundo, porque se teme a las
estigmatizaciones, lo que hace difícil afrontar la realidad. Tercero, en la mayoría de las
ocasiones las mujeres víctimas de violencia sexual no son capaces de de hablar de ello,
quienes denuncian estos hechos generalmente son otras mujeres a las que no les ha
pasado o las familias o comunidades que conocen de estos hechos. Y cuarto y muy
importante es que la sociedad entiende que los crímenes sexuales contra las mujeres no
son judicializados, ni se responsabiliza a nadie por estos hechos, ya que al ser el acto
sexual abusivo y el acceso carnal violento - formas más comunes de la violencia sexual
– delitos de propia mano, no se puede imputar responsabilidad a nadie que no sea su
ejecutor directo, tendría que explorarse la posibilidad de responsabilizar a los jefes de
los grupos armados por la comisión de estos delitos en los lugares claramente
demarcados por su accionar y poderío.

Por esta necesidad de reparar a las mujeres víctimas, de conocer la verdad de los hechos
que han marcado las vidas de las mujeres y en aras de hacer justicia y conocer los
responsables de los hechos, se han trabajado desde diferentes ámbitos en Colombia,
recomendaciones para que se le reconozcan estos derechos a las mujeres víctimas del
conflicto armado colombiano.

Derecho a la verdad:

1. Se debe partir del reconocimiento de las violaciones y en particular de la


violencia sexual como un delito silenciado, de difícil aceptación por parte de los
victimarios; en este sentido los funcionarios encargados de la recopilación de los
testimonios deberán indagar por la comisión de estos hechos a fin de visibilizarlos
en el listado de delitos aceptados por los victimarios.

13
2. El derecho a la verdad exige que reconozcan los móviles que llevaron a que los
grupos armados atacaran los cuerpos de las mujeres y las utilizaran como botín de
guerra.
3. Urge que los victimarios reconozcan todos los tipos de violencias cometidos
contra las mujeres como delitos de lesa humanidad –entendiendo en este sentido no
solo los hechos cometidos contra las mujeres “civiles” si no contra las mujeres que
hace parte de los grupos armados ilegales-, tales como la violación, la esclavitud
sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzado, la esterilización forzada, el
aborto forzado, la anticoncepción forzada, la proliferación de infecciones de
transmisión sexual intencionalmente, el tráfico de embriones, y los demás
consagrados de los diferentes marcos internacionales.
4. Es imperativo tener en cuenta la verdad de las mujeres víctimas, que se permitan
espacios para difundir los testimonios y la verdad contada desde la mirada de las
mujeres víctimas y forjadoras de paz
5. El derecho a la verdad, entendido también como el derecho colectivo a la
memoria histórica, requiere en Colombia de un centro de documentación para la
producción, publicación y acopio de libros y material de difusión en los que se
reconstruyan las historias de las mujeres víctimas y de los hechos de los que fueron
víctimas, en razón al derecho al patrimonio que tenemos todas y todos los
colombianos.

Derecho a la Justicia:
1. Poner en marcha estrategias de lucha contra la impunidad para los crímenes de
género cometidos con ocasión del conflicto armado, principalmente en los
tribunales encargados de la judicialización –para el caso de los hechos cometidos
por las Autodefensas Unidas de Colombia, los Tribunales de Justicia y Paz-
2. Necesitad de implementar un programa de sensibilización de los funcionarios
encargados de implantar justicia, principalmente en la identificación de crímenes
sexuales (contenidos en el Estatuto de Roma) tanto en las versiones libres como en
los dictámenes médico- forenses, lo que exige establecer protocolos que faciliten la
identificación de actos de violencia sexual.
3. Urgente necesidad de superar los enfoques discriminatorios y de aplicar el
enfoque diferencial en cada una de las etapas de los procesos.

14
4. Es imperativo, que en Colombia y demás países del mundo que han vivido los
estragos de la guerra, analice acerca de quién sería el responsable de los crímenes
de violencia sexual, en caso de que no se reconozca el autor directo, es decir quien
cometió el hecho de violación o de violencia sexual.
5. Encaminar estrategias de promoción y difusión para que las mujeres víctimas se
reconozcan como tal y reconozcan sus derechos a la verdad, justicia y reparación,
que desborda el autor que cometió los hechos –ya sean Autodefensas Unidas de
Colombia AUC o Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-16.

Derecho a la reparación:
1. Pese a que para las mujeres víctimas de violencia sexual el objetivo de la reparación,
devolver a la víctima a la condición que tenía antes del hecho, es imposible. Se
requieren estrategias de para evitar la estigmatización y devolver el buen nombre de
las mujeres que han sido violentadas en su sexualidad: En Colombia, a pesar del
trabajo realizado por ONG´s todavía se tiene el concepto de que la violencia sexual
es culpa de la víctima, que tal vez se ofreció, o provocó a sus perpetradores, o por
algo se lo harían; la credibilidad, la honorabilidad o la disponibilidad sexual de la
víctima no pueden deducirse de la naturaleza sexual del comportamiento anterior o
posterior de la víctima (Reglas de procedimiento y prueba del Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional).
2. Las medidas de reparación deben contemplar en el caso de las mujeres, procesos de
empoderamiento y fortalecimiento de los tejidos sociales y de las organizaciones
comunitarias debilitadas y en ocasiones destruidas totalmente a causa del conflicto
armado, así como las garantías para la conformación de nuevas asociaciones y
organizaciones con participación en los diferentes escenarios del país.
3. Se requiere una política pública que corrija las discriminaciones históricas de las que
han sido víctimas las mujeres en Colombia, y que han sido facilitadoras de nuevas
victimizaciones.

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La legislación vigente en Colombia, ha llevado a reconocer como víctimas con derecho a la verdad, la justicia y la
reparación a quienes fueron víctimas de las AUC, dejando de lado que las demás víctimas del conflicto armado
también tiene estos derechos, aun cuando su exigibilidad se haga por diferentes medios. Para las víctimas de las AUC
el proceso se surte a través de la Ley 975 de 2005 y para las víctimas de los grupos guerrilleros a través de la ley 782
de 2002.
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4. Los programas nacionales que tiendan a la reparación de las mujeres víctimas del
conflicto armado, deben responder de manera efectiva y certera a las necesidades e
intereses de las mujeres, teniendo en cuenta un enfoque diferencial.
5. Construir y poner en marcha campañas que incentiven la denuncia de los hechos de
violencia sexual y demás violencias contra las mujeres, que incluyan programas de
difusión y divulgación sobre los tipos de violencias que se pueden ejercer sobre el
cuerpo y la vida de las mujeres; estas estrategias con el fin de menguar la tendencia a
que las mujeres se consideren victimas solamente por la pérdida de alguno de sus
familiares y se reconozcan a ellas mismas como víctimas ante la vulneración de
alguno de sus derechos.
6. Creación y puesta en marcha de programas especiales para las hijas e hijos fruto de
las violaciones en el marco del conflicto armado, para que no sufran la
estigmatización que ya vislumbra en algunos Departamentos del país.
7. Programas de atención psicosocial para las mujeres que con ocasión de las
violaciones sexuales quedaron embarazadas para que puedan superar los
sentimientos ambivalentes hacia sus hijos e hijas.
8. En el momento de medir para las indemnizaciones para las mujeres víctimas es
necesario tener en cuenta el daño al proyecto de vida causado por el hecho atroz, en
el caso de la violencia sexual es importante tener en cuenta que muchos de sus
efectos pueden no verse asociados a primera vista pero reacciones como la dificultad
para conseguir un trabajo, para entablar relaciones sentimentales y personales, la
pérdida de autoestima, entre otras, son secuelas del hecho violatorio de su
sexualidad, de su cuerpo y vida.

En las Ciudades aún las acusan “de llevarle información a uno o a otro bando, el actor
armado las convierte en amantes y después por tener mucha información o porque
renuncian a esa vida las van exterminando… "Este año (2007), una profesora fue
torturada y arrojada al río en el Magdalena Medio. Mientras que a una estudiante del
colegio Camilo Torres la sacaron de su casa, la metieron a un baúl de un carro, se la
llevaron a otro barrio El Cincuentenario, la hicieron poner de rodillas y la asesinaron
frente a todos. Era una niña de un barrio popular. Los culpables la acusaron de ser
cercana al otro bando"17, Denuncia una líder de la Organización Femenina Popular,
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Elizabeth Yarce. Mujeres, más golpeadas por el conflicto armado. Disponible en www.bibliotecapiloto.gov.co.

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OFP, que agrupa a 1.250 líderes del Magdalena Medio y que ha sido víctima de
múltiples ataques. Y mientras estas atrocidades siguen pasando, los y las colombianas
seguimos forjando espacios para la construcción de una paz sostenible que nos permita
poder dormir en la noche con la tranquilidad de que al siguiente día aun tendremos vida.

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