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Durante el siglo III d. de c. el imperio romano llegó a ser demasiado vasto, burocrático y
complejo para ser gobernado centralmente en forma eficiente.
Las razones de la caída del imperio han sido explicadas por los historiadores con diversos
argumentos:
- Las invasiones de los bárbaros venidos desde el oriente y el norte, determinadas
por la imposibilidad de estos pueblos de sustentar una población creciente en sus
lugares de origen.
- La desorganización política y administrativa creciente del imperio, producto de
la descomposición moral y social.
- El deterioro de la situación económica general del imperio, determinado por el
aumento de los impuestos necesarios para compensar el déficit de la balanza de
pagos con el oriente.
- La perdida dinámica del proceso conquistador y romanizador.
La iglesia cristiana fue uno de los pocos, sino el único nexo que mantuvo la unidad de los
antiguos territorios romanos ante el vacío dejado por la desaparición del antiguo poder.
EL FEUDALISMO
EL PAPEL DE LA IGLESIA
La temprana edad media se extendió entre los siglos VI y IX, siendo un periodo de
grandes ajustes políticos, sociales y económicos. Calificado como románico cuando se habla de
arquitectura, es un periodo en que la influencia romanizadora es aun perceptible. Sin embargo,
entre fines de los siglos VIII y X Europa sufrió dos impactos que tuvieron grandes consecuencias:
por el norte las invasiones vikingas y por el sur la acometida de los Arabes. Que empeoraron la
situación económica de extensas zonas y determinaron grandes cambios en la estructura del
poder, pero tuvieron una gran influencia en el desarrollo de las ciudades: estas se convirtieron en
el refugio y baluarte de las poblaciones rurales y debieron modificar sus estructuras sociales,
productivas y políticas. El aislamiento que había garantizado seguridad al desmembrarse el
imperio, ya no constituyó una garantía y las poblaciones se agruparon para conseguir esa
seguridad.
Las ciudades fortalecidas por la acumulación de población, encabezaron el contraataque contra
los vikingos en el norte y centro de Europa y contra los moros en España, de manera que la
lucha contra el enemigo significó establecer, consolidar y fortificar ciudades. Este fenómeno es
particularmente sensible en la península ibérica, donde la acción de reconquista contra los Arabes
estuvo jalonada de fundaciones, remodelaciones y ampliaciones de ciudades, circunstancia que
explica el método de conquista fundamentalmente urbano aplicado por España en América.
Las necesidades de la defensa contra las amenazas de mundo exterior llevaron al mundo
medieval europeo a desarrollar economías de mayor dinámica, mejores líneas de comunicación,
rutas comerciales más seguras, centros de abastecimiento alternativos, actividades de producción
de elementos militares y civiles, nuevas formas de artesanía, nuevos métodos más eficientes de
trabajo, etc. Situaciones que redundaron en una mayor dinámica y complejidad urbanas, en un
aumento de la población de las ciudades y de su centralizada respecto del territorio. Coopero a
esta “vivificación” de lo urbano, la evolución de la situación política general, en la que las
estructuras de poder de los reinos comenzaban a constituir territorios unitarios claramente
definidos por fronteras, encontraron en las ciudades mejores puntos de apoyo que en las
poblaciones dispersas.
La cuidad de la alta edad media, sin embargo, no apareció sino hasta el siglo XI y no se
desarrollo propiamente sino hasta los siglos XII y XIII.SE genero como contra parte de la
sociedad feudal agraria por el desarrollo de grupos específicos de comerciantes y artesanos.
El desenvolvimiento del comercio y la industria tuvo como consecuencia el cambio de la
composición de la sociedad medieval, apareció una nueva categoría de persona entre el siervo
sometido y el señor feudal: fue el ciudadano o burgués que no solo se dedicaba al comercio o la
producción, sino que prestaba organizaba y desarrollaba la serie de servicios que estas
actividades demandaban para mejor funcionar, armadores de bancos, alarifes, cuidadores de
caballos, albañiles, etc. fueron apareciendo hasta constituir una abigarrada serie de oficios y
profesiones estrictamente urbanos que hacen a una ciudad.
Las ciudades comenzaron a atraer cada vez a un numero mayor de personas del medio rural, en
la medida en que no solo ofrecieron seguridad y trabajo, sino una liberación de la servidumbre
del campo.
El desarrollo de la burguesía urbana significó un conflicto con el orden feudal, que, sin
embargo, no tuvo una connotación política, consistió simplemente en una búsqueda de un nuevo
estado de equilibrio que permitiese las franquicias necesarias, estado se alcanzo rápidamente
cuando la aristocracia percibió que los beneficios del nuevo sistema podían ser superiores a los
del antiguo.
La ciudad medieval constituyó un área de libertades en medio del mundo rural, siendo percibida
como un lugar más democrático y liberal que este. Al mismo tiempo fueron cayendo poco apoco
en desuso los derechos señoriales siendo sustituido por tributos pagados por los ciudadanos por el
goce de servicios comunitarios, servicios de gobierno y servicios de defensa.
Paralelamente a este fenómeno de desarrollo de libertades urbanas y de constitución de
derechos y obligaciones ciudadanas, se fue dando su sanción jurídica por medio del
establecimiento de franquicias, fueros, cartas pueblas, etc. Y por la constitución de instituciones
de bien público, capaces de administrar los bienes entendidos como de comunidad, estos
constituidos por calles, plazas, murallas, edificios públicos, etc. se había constituido por la suma
de cesiones de partes de la propiedad personal que los privados habían venido haciendo,
justamente para permitirse el goce de esta propiedad. Este es el origen de los vienes comunes de
uso publico y los sistemas de contribuciones voluntarias para atender a su mejoramiento y
manutención y a las obras comunitarias excepcionales. En la medida que estas contribuciones se
sistematizaron, se hicieron regulares y orientaron al bien común futuro la ciudad llego a alcanzar
una personería que le fue propia y permanente, que comenzó a ser percibida como independiente
de los ciudadanos de un determinado tiempo y se constituye en un carácter nuevo de lo urbano.
Apareció así el concepto de comuna.
El desarrollo de las ciudades y de los derechos de los ciudadanos trajo consigo, además. De una
serie de cambios en el concepto de ley que se había tenido durante el régimen feudal. No se
trataba ya de un conjunto de obligaciones personales con el señor feudal, sino de una serie de
normas generales de común aplicación, más severas y especificas por la necesidad de mantener
una disciplina más estricta tanto dentro de la ciudad y un orden dentro de la vida diaria más
regular.
Como se ve, se volvía al concepto de ley que había existido durante el imperio romano, pero
esta ley lejos de emanar de un poder central o ser impuesta por él a las ciudades, se originaba en
el ejercicio de libertades, emanaba de la praxis y tenía por objeto la independencia de acción.
En algunos lugares la urbanización fue fomentada por las aristocracias locales que cobraron por
el uso de la tierra bien localizada a los comerciantes, por el uso de caminos bien tenidos a los
viajeros y por la seguridad y colocación de su producción a los industriales y artesanos, dando
lugar a la constitución de alianzas donde la nobleza llego a ocupar el lugar de una corporación
mas en el conjunto social. En otros lugares en cambio, la urbanización fue resistida por los
caballeros, dando lugar a las alianzas entre el pueblo y el poder del rey, siempre interesado en
evitar un crecimiento peligroso del poder de l nobleza. Estas diferencias dieron lugar a los
distintos matices de municipio o concepto de la administración del bien común que se encuentran
en Europa.
Las nuevas circunstancias generadas determinaron un resurgimiento activo del comercio, que
fue posible por la generación de excedentes agrícolas producto de mejoras introducidas en los
cultivos, del crecimiento poblacional determinado por una relativa mayor abundancia y de la
introducción de una serie de técnicas y descubrimientos traídos desde oriente, aportados por las
cruzadas.
En este cambio cualitativo fueron determinantes los nuevos métodos de labranza, el abono de
los campos y el riego agrícola, que permitieron ampliar la superficie arable en todo Europa.
Como consecuencia, la población agraria paso rápidamente d un nivel de subsistencia a uno de
producción expedientaría por el solo hecho desistir un incentivo comercial, produciéndose un
cambio en su base económica, los campesinos dejaron de producir todo lo que necesitaban para
producir solo aquello en lo que eran mas eficientes, pasando a comprar en la ciudad con el dinero
producto de la venta de sus excedentes, los productos artesanales e industriales que ya no
confeccionaban. Esto echo a andar la maquina del progreso y produjo, en un fenómeno muy
interactivo, el desarrollo de las ciudades y del campo. En un par de siglos la población europea
creció hasta niveles que fueron comparables con los del siglo XIX y a pesar del terrible embate
de la peste negra sobre la población de las ciudades no perdió su dinámica
La realidad urbana medieval se visualiza mejor en un esquema que muestra en un eje temporal,
los momentos que se pueden distinguir en la evolución de la ciudad medieval, en relación con
los hechos históricos más importantes.
LAS CIUDADES MEDIEVALES
Clasificadas en base a sus orígenes podemos decir que existen cinco grandes categorías
de ciudades en la Europa medieval, tres de ellas corresponden ciudades de crecimiento orgánico:
- Ciudades de origen romano; comprende a la vez a aquellas que pudieron conservar su
estatus a lo largo de la alta edad media, aun cuando se redujeron considerablemente en
tamaño, y a las que fueron abandonadas, después de la caída del imperio, pero que se
establecieron de nuevo en sus emplazamientos originales.
- Burgos construidos como bases militares fortificadas y que más tarde fueron
adquiriendo funciones comerciales.
Las restantes categorías corresponden a ciudades nuevas que fueron establecidas oficialmente en
un momento dado, con completo estatus urbano, basadas o no en un plan predeterminado:
- Ciudades bastide, fundadas en Francia, Inglaterra y Gales.
- Ciudades de nueva planta fundadas en toda Europa en general
Cualesquiera que fueran sus orígenes, las ciudades medievales de los cinco grupos
enumerados al principio tienen contextos sociales, económicos y políticos similares en la mayor
parte de los países europeos. Son también parecidas en lo que respecta a la mayoría de los
detalles visuales: la misma clase de edificios vernáculos locales cubre tanto la retícula formal de
las nuevas ciudades planeadas, como los trazados informales e incontrolados de las no planteadas
de la misma época. Las partes que componen la ciudad medieval normalmente son la muralla,
con sus torres y puertas, las calles y espacios afines destinados ala circulación, el mercado,
alojado a veces en el interior de un edificio y dotado de otros establecimientos comerciales, la
iglesia, que, en general se alza en su propio espacio urbano, y la gran masa de edificios de la
ciudad y los espacios destinados a jardines privados conexos a aquellos.
LA MURRALLA
Se puede establecer un mínimo de distinción categórica entre las defensas de las ciudades
inglesas y las de Europa continental. En Inglaterra desde el punto de vista militar, la importancia
de las murallas se redujo enormemente a causa del estado de paz que reinaba en la isla, en
consecuencia estas sirvieron principalmente de barreras aduaneras, protegiendo los intereses
comerciales de los ciudadanos. Sin embargo, en el resto de Europa, la muralla retuvo su función
militar primaria, además de su uso como barrera de portazgo.
LAS CALLES
Todas las ciudades medievales disponían de un espacio, si no de varios, donde se tenía lugar el
mercado, en consecuencia, las principales vías publicas que unían el centro con las puertas de la
ciudad, aunque con frecuencia eran poco mas que estrechos e irregulares callejones en las
ciudades de crecimiento orgánico, constituían extensiones lineales del mercado como rutas de
comunicación, y la noción de una red de trafico se hallaba tan ausente como la noción de trafico
rodado permanente. La fachada que se abría a la calle tenia, por lo tanto, un notable valor
comercial, especialmente en las inmediaciones de las puertas y del mercado, y su desarrollo en
forma continua fue lo normal. Mas adelante también se convirtió en un echo usual el que se
formaran estrechos pasajes que, partiendo de las calles, daban acceso a calles menores y
permitían el desarrollo de jardines traseros como patios.
Los desplazamientos en las ciudades medievales se efectuaban generalmente a pie y el
transporte de mercadería se realizaba mediante animales de carga.
A lo largo de oda la edad media se manifiesta la tendencia de los edificios a invadir cada vez
mas las calles (e incluso los puentes) y los espacios públicos abiertos. Los intentos de
regularización gradual fueron poco afortunados. Los pisos superiores fueron aumentando sus
vuelos sobre las calles hasta el extremo de poder estrechar la mano al vecino de enfrente.
Existe un estero tipo de ciudad medieval con calles estrechas entre edificaciones regulares,
donde la situación usual era de superpoblación y desorden, situación pintoresca, pero insalubre,
donde el espacio privado al aire libre es limitado, con excepción de los espacios de la iglesia y el
mercado, y que la urbanización tenia densidad uniforme en todas partes de la ciudad. La verdad
es que la ciudad medieval se hallaba más próxima a una actual aldea o población rural que a una
abarrotada aglomeración urbana comercial.
EL MERCADO
La comercialización de productos, la razón de ser de la ciudad medieval, tenia lugar de varios
modos fundamentales. Dos tipos son comunes tanto a las ciudades de crecimiento orgánico como
a las planeadas; el primero, aquel en que el mercado ocupa una plaza destinada a este único fin,
situada normalmente en el centro urbano o en sus inmediaciones; el segundo, en que aquel se
sitúa en el ensanchamiento de la calle principal. Para las ciudades de crecimiento orgánico se
plantea otro tipo de mercado además de los anteriores: las plazas en la puerta de entrada a la
ciudad.
En las poblaciones planeadas cuyo trazado se basa en una estructura de retícula regular, la
plaza del mercado es el tipo mas frecuente. En este caso su forma regular es la de un hueco en la
retícula, rodeado por calles en sus cuatro lados. En la Europa continental era usual que los
edificios que rodeaban la plaza tuvieran la misma altura, y estuvieran unidos en planta baja
mediante soportales bajo los cuales las calles se prolongaban frecuentemente a lo largo de la
plaza. Es característico que la mayoría de las plazas tengan mercados cubiertos, a veces en dos
plantas, pero, en cambio, son raros los ejemplos en que la iglesia da frente a la plaza del mercado.
La calle del mercado se incorporaba con mucha menos frecuencia en las ciudades planeadas, y
nunca en las bastides.
En las poblaciones de crecimiento sin planeamiento, la plaza y la calle del mercado desafían
cualquier descripción precisa: no había dos trazados iguales, cada una poseía su propio carácter
espacial distinto. En las ciudades que han evolucionado en forma natural a partir de antiguas
aldeas, puestos de comercio, etc. La vía publica principal se convierte automáticamente en el
emplazamiento del mercado, ya que el trafico es el elemento vital en el crecimiento de la ciudad.
El área inmediata a la parte interna de la puerta de la ciudad, era otro lugar lógico para el
desarrollo de actividades comerciales. Este ultimo tipo de mercado, no obstante, raramente llego
a ser el más importante en la ciudad.
LA PLAZA DE LA IGLESIA
El espacio situado ante la iglesia, el pavis medieval, no debe confundirse con aquella parte del
cementerio contiguo a la iglesia. Era el pavis donde los fieles se reunían antes y después del
oficio divino, donde se escuchaban los ocasionales sermones al aire libre, donde venían a pasar
las procesiones. Era en ese lugar contiguo a la fachada occidental de la iglesia, donde la gente de
fuera d la ciudad dejaba sus caballos, por lo cual pronto se construyeron establos de vario tipos.
El pavis obligaba a que las iglesias estuvieran situadas dentro de su propio espacio. Como lindaba
frecuentemente con la plaza del mercado, la existencia de un núcleo bipartito es una
característica típica de las ciudades medievales, tanto de las planeadas como de las no planeadas.
CONCLUCION Y CRITICA
Al caer el imperio romano, que mantenía un cierto orden de vida donde cada individuo
tenia un rol definido dentro de la sociedad, el hombre se vio indefenso frente al medio, la
población ya disminuida de las ciudades del imperio se vio obligada a dispersarse en busca de
una nueva forma de vida que le devolviera la seguridad perdida.
La perdida de la fe de la población en las deidades y religiones paganas, hasta entonces
poderosas, envista de su fracaso en detener las calamidades e invasiones, da fuerza al
cristianismo, una religión al fin y al cabo una religión esperanzadora y de salvación, iglesia que
hábilmente mezcla paganismo y cristianismo, la evidencia de esto se advierte hasta hoy en la
costumbre cristiana de un culto a las imágenes con fuerte sentido local.
En términos ontológicos, la caída del imperio provoco, la perdida de la noción de integridad y
totalidad de la cultura romana, con la consiguiente reducción de la noción del mundo a poco mas
de lo que veían los ojos, se pierde el concepto de universo sistemático y ordenado.
De este modo la iglesia devuelve ese orden, en consecuencia las ciudades episcopales, los
monasterios y los conventos fueron elementos esenciales la vida urbana, formando la base del
sistema de relaciones comerciales dando poco a poco origen al resurgimiento del urbanismo
como forma de vida.
La sociedad se vuelve, en esta época, polarizada y extremista, en que la población civil
dispersa pasa a depender de quien pueda darle protección, quedando condenada ala servidumbre,
donde el poder lo tienen los que resultaran mejor parados luego de la caída del imperio y el clero
constituye el único ente estable.
Mas tarde, en la ciudad el hombre encontró en los asentamientos urbanos una respuesta a sus
necesidades: protección, abastecimiento y en especial libertad, vivir en la ciudad o comerciar en
ella significaba independencia y autonomía, arrancar de la servidumbre y del abuso del señor
feudal.
Con respecto a la forma urbana medieval es importante preguntarse como se veía el urbanismo,
hasta que punto era importante para el hombre conseguir el orden y la belleza. Según Zucker,
“exceptuando las relativamente escasas ciudades planificadas, la estructuración de la ciudad
como tal no era ni comprendida ni deseada por los constructores” lo que no significa que no
hubiera preocupación alguna por la organización espacial o la estética, pues los pueblos se unían
para tomar decisiones colectivas como ensanche de calles, mantenimiento o ampliación de
murallas, etc. sin embargo, la preocupación por la estética se presento mas en Italia que en el
resto del continente “en el siglo XIII, bolonia tenia contratados una serie de arquitectos cuya
misión consistía en supervisar todas las obras y edificios públicos” podría considerarse esto
como un presagio del renacimiento, donde se desarrollarían los siglos de urbanismo mas
ordenadamente desarrollado.
INTRODUCCION