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Algunos indicios de muerte simbolizados en animales

tradicionalmente considerados de mal agüero

Ha sido característico del Romanticismo tratar temas como


el amor, la naturaleza, la muerte, por mencionar algunos.
En María vamos a encontrar estos elementos pero no
siendo una fiel copia de modelos europeos, sino más bien
constituyéndose en un intento por hacer uso de un género
como el Romántico adecuándolo al contexto
latinoamericano, al paisaje propio colombiano.

El amor está marcado por la imposibilidad de realizarse, es


la exaltación de un sentimiento diáfano, tierno y hasta con
visos de inocencia pero acompasados por un fondo trágico
que se insinúa constantemente. Existen ciertos indicios que
así lo permiten suponer como los repetidos anuncios de
muerte, simbolizados en los mismos cambios abruptos en la
atmósfera circundante, en la procedencia de María y el
antecedente del fallecimiento de su madre que crea todo
un ambiente enrarecido en gran medida por los anuncios,
presagios y supersticiones.

En este sentido, se pretende abordar la novela tratando de


rastrear algunos de estos indicios que nos sirven para
anticiparnos a un desenlace trágico y que se ven
simbolizados en la presencia de algunos animales
considerados de mal agüero constituyéndose en un
elemento relevante y constante que representa toda una
gama de sugerencias semánticas que giran en torno a
significaciones negativas relacionándolas con eventos
desastrosos y el augurio de tiempos difíciles y
perturbadores como los que trae consigo la muerte.

Si hablamos de animales que pueden ser anunciadores de


desastre es preciso aludir a la escena de la cacería del
tigre, este animal siempre está relacionado con la muerte al
ser uno de los mayores depredadores de la naturaleza,
además en este capítulo XXII, Efraín se va a ver envuelto en
una actividad como la cacería en la que la muerte se
convierte en ideal tanto del cazador pero también del
animal acosado que ve en sus perseguidores una amenaza
de la que deberá librarse o sucumbir bajo ella.

Más adelante va a hacer presencia un presagio de muerte


constante en la novela como lo constituye el “ave negra “a
la cual María relacionará con un trágico acontecer:

“Abrimos la puerta, y vimos posada sobre una de las hojas


de la ventana, que agitaba el viento, una ave negra y del
tamaño como el de una paloma muy grande: dio un chillido
que no había oído nunca; pareció escandalizarse un poco
con la luz que yo tenía en la mano, y la apagó pasando
sobre nuestras cabezas a tiempo que íbamos a huir
espantadas”. (Isaacs, 1967, p. 197).

Es palpable el malestar de María ante este suceso, lo que


provoca que ésta y la madre de Efraín, quien la
acompañaba en ese momento, salieran despavoridas de
aquel lugar.

De igual manera vuelve a hacer presencia esta misteriosa


ave en el capítulo XLVII, cuando Efraín y María están
dialogando en torno al inevitable viaje al que debe
someterse éste. Efraín le regala un anillo a María que
representa el compromiso de amor entre los dos jóvenes;
pero cuando ésta le dirige unas palabras a su querido, de
pronto reaparece la misteriosa ave:

“Algo oscuro como la cabellera de maría y veloz como el


pensamiento cruzó por delante de nuestros ojos. María dio
un grito ahogado, y cubriéndose el rostro con las manos
exclamó horrorizada:

_ ¡El ave negra!” (Isaacs, 1967, p.294).

En este punto es evidente el presagio de infortunio que se


cierne en este romance que parece destinado a la tragedia,
desde la misma enfermedad de María hasta el inevitable
viaje de Efraín y que adquiere un matiz oscuro con las
apariciones simbólicas de estos elementos.

Para terminar con estos indicios podemos aludir al suceso


en el que Efraín, después de recibir la noticia de la grave
situación de salud en que se encuentra María decide
retornar lo más pronto posible a la hacienda, pero antes
tiene que realizar un largo viaje que lo obliga a realizar
varias paradas. Es así como estando Efraín en el aposento
de esta humilde familia que lo hospeda, en el capítulo LVII,
se hace referencia a la “verrugosa”, un extraño animal.
Después es el mismo Efraín el que pregunta: ¿Qué es esto
grande que vuela aquí? Y luego Bibiano le responde: “El
murciélago, amito, contestó; pero no hay miedo que le
pique durmiendo en la hamaca.” (Isaacs, 1967, p. 380)

De esta manera, podemos decir que es posible interpretar


estos indicios como un anuncio trágico en la historia de
amor de estos jóvenes, lo que efectivamente se va a
materializar en desenlace fatídico de la novela, estos
elementos simbólicos cobran gran importancia en este tipo
de novelas románticas, donde el amor no puede llegar a
materializarse como tal, pues existen grandes barreras que
evitaran un final feliz.
Bibliografía

• Jorge Isaacs. María. Edición del centenario de la obra.


Biblioteca de la universidad del valle. 1967. Cali-
Colombia.

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