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Y MISIÓN DE LA IGLESIA
Hasta el fin del tiempo y los fines de la tierra
JUAN STAM
1
ÍNDICE
V. La nueva creación………………………………………………74
Conclusión………………………………………………………100
2
“Hasta el fin del tiempo” y “hasta los fines de la tierra”: estas dos frases resumen la
comisión que Cristo dejó a su iglesia. La orden de predicar el evangelio del reino a todas
las naciones es la clave del plan de Dios hasta el final de los siglos (Mt 24:14; 28:19s).
Estas referencias al tiempo (escatología) y al espacio (misión) son una clave indispensable
para entender bien la teología bíblica de la misión de la iglesia. Pero también, a la inversa,
esa visión misionológica es una clave indispensable a la fiel comprensión de la escatología
bíblica.1 Bíblicamente, escatología y misión son inseparables.
Existen muchos libros de escatología que estudian los diversos temas del futuro, pero no
los incorporan en el conjunto del sentido de la fe y casi nunca los relacionan con la misión
de la iglesia. Recíprocamente, los libros de misionología hacen poca referencia a la
escatología.2 En este libro intentaremos exponer los puntos esenciales de la visión bíblica
del futuro no sólo en su significado para la coherencia integral de la fe cristiana sino
también específicamente con referencia al llamado misionero para el pueblo de Dios hoy y
aquí.
1
) “Escatología”: doctrina de las últimas cosas, popularmente (pero inexactamente) conocida como
“profecía” (Stam 1998b:27-30, 39). Se trata de la visión bíblica de la historia a la luz de su meta y fin. Por
otra parte, “profecía” significa una palabra viva de Dios a su pueblo, sea o no predictiva.
2
) Véase Stam 1998a, 351-380.
3
Dando razón de nuestra esperanza
Es notoria y muy preocupante la gran disparidad de opiniones que caracteriza la
interpretación escatológica, especialmente entre evangélicos conservadores. Tenemos que
reconocer que hay muy graves problemas de interpretación en esta temática. Puesto que la
misión, como acabamos de ver, es inseparable de la dimensión escatológica de la fe, toda
desviación en cuanto al "fin del tiempo" distorsionará también, casi inevitablemente,
nuestro enfoque misionológico. Por eso, antes de considerar los diversos aspectos de
nuestro tema, conviene proponer algunas directrices para la mejor comprensión de las
enseñanzas escatológicas de la Biblia.
Según 1 Pedro 3:15, una forma de dar testimonio a los incrédulos es la de saber exponer
coherentemente "la razón de nuestra esperanza". Esta epístola, igual que el Apocalipsis,
fue dirigida a comunidades en Asia Menor (junto con otras areas vecinas), y bajo
circunstancias hostiles (3:14; 4:14,16), aunque menos peligrosas que las que confrontarían
las congregaciones de Juan unas décadas después. “No teman sus amenazas”, les exhorta
Pedro a los fieles, sino “santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, dispuestos
siempre a dar respuesta (Gr. apologia) a todo el que les pida una razón (logos) de la
esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con sencillez y respeto, teniendo la conciencia
limpia" (3:15s, traducción personal).
El imperativo “estén siempre preparados para responder” (1P 3:15 NVI) implica un deber
de estudio constante de las escrituras y de la fe para estar bien informados ante cualquier
pregunta. En contra de este llamado, algunos esgriman textos como Mateo 10:19s (“no se
preocupen por lo que van a decir”), olvidándose de que esos textos se refieren a
persecución y arresto repentino, sin oportunidad de preparar la defensa. Pero el deber
constante de los cristianos es “escudriñar cada día las escrituras” (Hch 17.11 deV) para ser
“poderosos en las escrituras” (Hch 18.24 deV) para la defensa eficaz de la fe.
4
Por eso, para 1 Pedro "dar razón de nuestra esperanza en Cristo" es equivalente de dar
testimonio de nuestra fe en Cristo. La misión se realiza a la luz de esa esperanza. A partir
de esta exhortación a los creyentes (3.15s), podemos derivar tres directrices fundamentales
para nuestra tarea escatológico-misionera.
El libro del Apocalipsis comienza con la promesa más hermosa al lector, pero termina con
la admonición más solemne de cualquier libro de la Biblia. La promesa, según Apocalipsis
1:3, reza:
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas en ella escritas” (1:3).
Dichoso el “lector”, que tiene el rollo en sus manos y lo lee en voz alta (pues los demás no
tenían copias), y bendecidos por Dios los que oyen, en la comunidad de fe, y guardan esta
palabra. ¡Qué bendición, oir y guardar el Apocalipsis!, pues es un libro muy práctico y en
cada página nos exige obediencia. No basta sólo estudiar el Apocalipsis y tratar de explicar
todos sus detalles. Este libro tiene que ser vivido. Es muy posible ser premilenialista o
amilenialista o cualquier otra cosa, pero no vivir el libro del Apocalipsis. Entonces, por
mucho que cree entender este libro, no le tocará esta gran promesa porque no supo
“guardar” (cumplir) este mensaje profético.
A todo aquel que escuche el mensaje profético de este libro le advierto esto:
Si alguno le añade algo, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro.
Y si alguno quita de las palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su
parte del árbol de la vida y de la ciudad santa (22:18s)
Ningún otro libro de la Biblia termina con una amonestación tan seria y solemne. Es como
si Dios dijera, “yo también tengo mis matemáticas de sumar y restar. Si tu añades a mi
Palabra, yo te añado plagas. Si tu quitas de mi Palabra, cuidado que yo quite tu nombre del
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libro de la vida”. Aunque el lenguaje no es necesariamente literal, la exhortación es muy
clara: no añadir nada a lo que dice el texto, ni tampoco quitarle nada.
La verdad es que la tentación de añadir al texto bíblico es muy sutil y peligrosa. Ocurre
con casi todos los textos y todos los temas escatológicos. Para dar sólo tres ejemplos:
(1) la enseñanza de que las bodas del Cordero se efectuarán en el cielo durante la
gran tribulación en la tierra es muy difundida. Para tal especulación no se
encuentra ninguna base bíblica. Más bien las bodas se anuncian en 19:9,
cuando se envían las invitaciones, y no se realiza sino hasta 21:2,9. Parece
que alguien tenía ganas de “ubicar” las bodas en su diagrama profético y
arbitariamente optó por ponerlas en el cielo durante la tribulación, pero sin
base textual y en contra de la evidencia que existe. Añadió al texto con su
especulación.
(2) Tampoco hay base en el Nuevo Testamento para la teoría de una gran
tribulación de siete años de duración. El Apocalipsis siempre habla de tres
años y medio, y nada en el libro nos autoriza a juntar dos de los tantos tres y
medios para sumar siete. Si se apela a la semana setenta de Daniel 9:24ss,
nada en ese texto tampoco (ni otros textos bíblicos) indica un lapso de siglos
entre la semana 69 y la semana 70, ni nos autoriza a importar la semana 70
en el libro del Apocalipsis. El Nuevo Testamento nunca menciona las 70
semanas, mucho menos identifica la semana 70 con la gran tribulación final.
Toda esa especulación se ha añadido al texto,.
(3) Un tercer ejemplo, que tocaremos con más detalle en el capítulo 2 con la
interpretación de 1 Tesalonicenses 4:17: Se suele interpretar que desde
nuestra reunion con Cristo en las nubes seguiremos al cielo durante siete
años. Pero si miramos el texto con cuidado, veremos que no dice nada de eso.
El texto afirma que seremos llevados con nubes al encuentro con el Señor en
el aire, pero no dice que de la nube iremos al cielo. Ningún otro texto
tampoco dice clara y explícitamente que iremos al cielo para estar ahí siete
años durante la gran tribulación en la tierra. Aquí también parece que se ha
añadido bastante a las escrituras.
Se dice de los bereanos que recibieron la Palabra con toda solicitud (Hch 17:11). Los
bereanos buscaban el sentido fiel de la Palabra, bajo la lupa de la interpretación cuidadosa,
sólictos por respetar el texto. Pablo exhorta a los tesalonicenses a examinar todo, someter
todo a prueba cuidadosa, y retener lo que realmente dice el texto (1 Ts 5:21). No debemos
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aceptar nada sólo porque nos lo han dicho, o porque viene con la tradición heredada, sino
sólo y exclusivamente porque el texto bíblico lo dice sin nada de especualación más allá de
lo escrito. Tenemos que aprender a escucharle al texto, sin añadirle ni quitarle nada.
Cuando uno va a dar testimonio ante un tribunal, se le suele obligar a hacer un juramento
de “decir la verdad, toda la verdad y sólo la verdad”. En el estudio bíblico nuestra consigna
tiene que ser “el texto, todo el texto y nada más que el texto”. En la interpretación del
Apocalipsis abundan las ocurrencias y los “me parece”. ¡No! El texto, sólo el texto (no
añadirle) y todo el texto (no quitarle). Nada de especulaciones más allá del texto. Sólo así
podremos dar una firme razón bíblica de nuestra esperanza.
Hay otro principio importante para la fiel interpretación de pasajes de profecía predictiva.
Cuando hay textos y temas bastante claros (como veremos más adelante), debemos
concentrarnos en ellos y no en otros pasajes o temas muy difíciles y oscuros, para
especular desde ellos. Pretender saber más de lo que la Biblia dice, y dice claramente, es
saber mucho menos. En la escatología, los pasajes claros (sobre todo el discurso de Olivos
y el Apocalipsis) deben tener prioridad sobre pasajes más oscuros (el rapto, el milenio), y
en general el Nuevo Testamento debe priorizarse sobre pasajes más difíciles del Antiguo
Testamento (como Dn 7 y 9).3
2) Estamos llamados a dar una razón lógica de nuestra esperanza. Como respuesta al
antagonismo de los incrédulos, Pedro exhorta a los fieles a estar siempre preparados para
hacer una apología ante quienquiera que les pida el lógos de su esperanza. Esa es la
estrategia misionera que el autor recomienda. La palabra apología se usaba para una
"defensa", a veces pública, ante un juez o un tribunal (Hch 22:1; 25:16; 2 Tm 4:16). Hoy
podríamos compararlo con la defensa de una tesis doctoral, aunque en este caso es privada
y personal. Ante la pregunta de cualquier persona, los fieles han de estar intelectualmente
preparados para defender su esperanza con argumentos coherentes y convincentes. Eso
significa alguna especie de vida teológica, actividad pensante entre el grueso de los fieles
para estar todos en condiciones de explicar el sentido y la lógica de lo que esperan en
Cristo.
Los cristianos deberían estar siempre listos para ofrecer esta apología a cualquier persona
que les pidiera la razón o la lógica (lógos) de su esperanza4. Este lenguaje presupone un
diálogo abierto e inteligente, de acuerdo con el ideal helenístico de la persona culta. Según
3
) Véase Stam 1998b 30-41, 46s.
4
) Las frases para “pedir razón”(aiteo logon) y “dar razón de” (didonai logon peri) son del mejor griego
clásico, con pocos paralelos en todo el NT. Aquí también el autor usa la forma verbal optatativa, que ya
no se empleaba en el koine.
7
ese ideal, "toda persona debía estar preparada para discutir opiniones inteligentemente,
dando y recibiendo razones" (Bigg 1901:158). Con esto Pedro sitúa la fe cristiana dentro
del mundo de discurso de la cultura que le rodea, y llama a los fieles a entrar activa y
creativamente en los debates intelectuales de su época, defendiendo la racionalidad de su
fe y su esperanza.
Por eso, los cristianos debemos comprender a fondo la lógica de las expectativas
escatológicas que son nuestra esperanza. Esto presupone que los grandes acontecimientos
futuros que la Biblia anuncia no son meros fenómenos espectaculares ni ocurrencias
exóticas y extráneas a la lógica del proceso histórico. Al contrario, son la más profunda
revelación del sentido de la historia y la lógica de la salvación. La profecía bíblica es el
evangelio llevado a sus últimas conclusiones. La exhortación de Pedro presupone que los
acontecimientos esperados tienen sentido, y que debemos estar bien preparados para
explicarlo a quién sea.
Las escrituras afirman repetidas veces que Cristo volverá a esta tierra, pero no basta
simplemente anunciarlo "porque la Biblia lo dice". ¿Cuál es el sentido de esa esperanza?
¿Por qué volverá Cristo a la tierra? ¿Qué significado y valor tiene para nosotros la
resurrección del cuerpo? ¿Por qué juzgará Dios a los vivos y los muertos? ¿Cuál es el
significado lógico de ese juicio final? ¿Tiene sentido creer que este mundo ha de terminar,
y que Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva? Confesar nuestra esperanza en Cristo
significa entender la racionalidad de los acontecimientos en que decimos creer y poder
explicar su sentido a nuestros contemporáneos.
(3) Estamos llamados a dar una respuesta ética a nuestra esperanza. Llama la atención
el lenguaje marcadamente ético que caracteriza todo este pasaje (3:8-17). Los cristianos
han de "santificar a Cristo como Señor" (3:15) y demostrar lo razonable de su esperanza
con “buenos modos y respeto" (3.15 NBE), teniendo una buena conciencia (3:16,21). De
esa manera su vida consecuente refutará a los enemigos del evangelio que "calumnian
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vuestra buena conducta" (3:16). Como señala Juan Luis Ruiz de la Peña (1986:26), “el
único modo como el creyente puede ‘dar razón de su esperanza` (1 P 3:15) es
verificándola en la historia, esto es, haciéndola veraz”.
En todo el pasaje (3:8-17) el juego de las palabras "bien" (agathós) y "mal" (kakós) es muy
impresionante. No hemos de devolver mal por mal (3:8) ni maldición por maldición, sino
bendición (3:8), vida (3:10), paz (3:11) y justicia (3:12,14). Debemos apartarnos del mal y
hacer el bien (3:11), porque el Señor se opone a los que hacen el mal (3:12). Si nosotros
somos "celotes" del bien (3:13), ¿quién nos podrá hacer mal? (3:13). Nuestra buena
conciencia (3:16) avalará el testimonio de nuestra esperanza, y nuestra buena conducta en
Cristo (3:16) hará callar a los que nos calumnian. Es mejor padecer haciendo el bien
(3:17), como Cristo (3:18), y no haciendo el mal (3:17).
Además, como señala 1 Pedro 3 y muchos otros pasajes, nuestra esperanza debe
convertirnos en "hacedores del bien" y activistas de la justicia. Nuestra respuesta
existencial y ética a la buena nueva del "reino de Dios y su justicia" (Mt 6:33) es
comprometernos con la mayor justicia posible aquí y ahora:
9
aparecer también en las estructuras sociales. En efecto, por la esperanza
escatológica...el cristiano es liberado de las potestades y dominaciones del
presente eón (Rom 8:35-39), no sólo en el sentido de que en último término
éstas no tienen poder sobre él cuando tolera pacientemente su acción, sino
también en el de que posee frente a ellas un punto firme -- hasta la entrega de
su vida -- para la crítica creadora y para la transformación. (K. Rahner
1984:IV:920).
El discurso apocalíptico de Jesús, según Marcos 13 y Mateo 24, también vincula los
horizontes geográficos y escatológicos en una sola visión misionera: Según Mateo, "será
predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones;
y entonces vendrá el fin" (Mt 24:14). En ese momento convergirán "los confines del
mundo" con "el fin del tiempo" de la misión del pueblo de Dios, y vendrá el cumplimento
final y perfecto de todo el proyecto de Dios.
De acuerdo con este enfoque, analizaremos cada punto principal de la escatología para
buscar su sentido misionológico, como también su lógica teológica en el conjunto integral
de la fe.
Un análisis más detallado de las enseñazas escatológicas del Nuevo Testamento viene a
revelar una abrumadora concentración en cuatro temas centrales, que deben recibir el
énfasis predominante en nuestro enfoque profético: (1) la venida de Cristo, (2) la
resurrección del cuerpo, (3) el juicio final y (4) el fin del mundo y la nueva creación. Toda
escatología que descuidara estos cuatro temas y diera mayor énfasis a otros aspectos
bíblicamente muy secundarios (y a veces oscuros), no sólo sería infiel al testimonio bíblico
pero a la postre terminará desenfocando la vida y esperanza cristianas y la misión de la
iglesia.
Según 1 Juan 2.18, muchos "anticristos" habían surgido ya cuando se escribió esa epístola;
para este autor "el espíritu de anticristo" es la herejía cristológica que negaba la humanidad
de Jesús (2:22; 4:3; 2 Jn 7). El Apocalipsis nunca menciona el "Anticristo", pero la Bestia
que presenta es claramente, en primer término, el imperio romano (17:9-11). Los dos
pasajes que se refieren a la "gran tribulación" (2:22 sin artículo; 7:14 con artículo) parecen
incluir la persecución romana sin excluir la posibilidad de otras "grandes tribulaciones" y
una última en los tiempos finales de la historia. De todo esto podemos entender que las
enseñazas sobre el Anticristo y la gran tribulación, más que vaticinio exclusivo de una
breve época futura, son una interpretación teológica de las tribulaciones que ha habido y
habrá, hasta la última y definitiva.
Finalmente, el milenio tampoco debe verse como un tema central de la escatología bíblica.
El único pasaje explícito es Apocalipsis 20, con algo de trasfondo en Ezequiel 38-39 y
cierta literatura apocalíptica. Aunque tiene su valor teológico, el pasaje es muy
controversial y el tema no debe dominar nuestro enfoque escatológico. Es otro de los
subtemas de cierto interés pero de una importancia muy secundaria.
Por eso, dedicaremos nuestra exposición a los cuatro pilares decisivos de la esperanza
cristiana: la venida de Cristo, la resurrección del cuerpo, el juicio final y la nueva creación.
Una escatología firmemente fundamentada en esas cuatro columnas será una escatología
7
) Parte de la confusión nace de la traducción. El mismo sustantivo griego, thlípsis, que se traduce
“tribulación”, significa también “sufrimiento” (Col 1:24) o “gran sufrimiento”(Hch 7:11), sin que tenga
que ver con la tribulación final. La traducción “tribulación” a veces puede inducirnos a malentender el
texto con un sentido escatológico que no tiene.
8
) Que este pasaje se refiere a la caída de Jerusalén y no al rapto es evidente por muchos aspectos muy
naturales para ese contexto e imposibles para el rapto: huir a los montes de Judea, bajar de la azotea, no
volver del campo, ay de las encintas y las que dan de mamar (no pueden correr bien para escapar del
invasor), orad que no sea en invierno, y el acortar de los días (del sitio de la ciudad). Exegéticamente,
Mateo 24:15-22 tampoco puede dividirse entre el año 70 y la gran tribulación final o el rapto.
13
sana y equilibrada. De cada uno de esos cuatro temas, intentaremos descubrir su “lógica”,
su sentido específico para el conjunto de la fe y para la misión de la iglesia.
14
`
Galeano: Utopía:
Nunca la alcanzaré.
Para caminar
ENSEÑANZA BÍBLICA:
1) De los muchos pasajes que aluden al regreso de Cristo, veamos primeramente Hechos
1:1-11, cuyo contexto es precisamente la misión de la iglesia. El Cristo resucitado ha
venido apareciendo a sus discípulos, según San Lucas, dándoles un “curso posgraduado”
en tres temas: teología del Reino (Hch 1:3; cf Lc 24:25-28,32; Mt 28:16-20), teología del
Espíritu Santo (Hch 1.4s, 8; cf Lc 24.48s), y misionología (Hch 1:8). Los discípulos,
mirando atrás al reino de David, quieren que Cristo restaure el pasado nacional de Israel
(1:6); pero Cristo les promete que recibirán el poder de lo alto para testificar a todas las
naciones “hasta los fines de la tierra” (1:8). Lucas agrega que en el momento en que el
Señor ascendió, dos “varones vestidos de blanco” terminaron el curso con “escatología”,
dándoles aclaraciones sobre el retorno de quien en esos momentos volvía a la diestra de su
Padre (Hch 1:11). Los discípulos también habían de ser testigos fieles “haste el fin del
tiempo”.
Después de renovar la comisión misionera, el Señor fue alzado hasta una nube, la cual “lo
ocultó de su vista”(1:9 NIV). El papel de la nube es importante. Cristo no ascendió hasta
los mismos cielos, sino hasta una nube en la que volvió a incorporarse (pero ya humano,
con cuerpo resucitado) en la vida eterna de la trinidad. Parece que esa nube, más que una
nube cualquiera metereológica, era la “nube de gloria”, la Shekiná de la majestad divina. Y
el mismo Lucas dice que Cristo volverá “en una nube” (Lc 21:27; singular). 11 Para Lucas,
la nube que fue el punto de salida en la ascensión será el punto de retorno para su venida.
El pasaje deja fuera de toda duda que el regreso de Cristo será real, personal y visible:
“este mismo Jesús así vendrá como lo habeís visto ir al cielo” (1:11). Igual que su
resurrección fue real, corporal, tangible y visible, lo fue también su ascensión y lo será su
regreso. El pasaje enseña también una perspectiva misionera (1:8) y escatológica (1:11).
Entre la ascensión y la parusía, los discípulos del Señor han de ocuparse en la tarea
misionera global. Por eso la venida de Cristo figura también prominentemente en los
sermones evangelísticos de los Hechos (3:19-21; 10:42).
Al problema de ellos Pablo responde que “nosotros que vivimos...no precederemos a los
que durmieron. Porque...los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los
que vivimos... seremos arrebatados juntamente con ellos...” (4:15ss). La clave a la
respuesta está en la secuencia de los sucesos: ellos primero, no nosotros; luego nosotros
que vivimos; después arrebatados juntos, y juntos para siempre con el Señor.
Una primera enseñanza de este pasaje es la simultaneidad de las tres fases de la parusía. La
venida gloriosa de Cristo, la resurrección de los fieles muertos, y nuestro encuentro con él
en las nubes, constituyen un solo evento en tres pasos. Eso es muy importante, porque todo
el argumento de Pablo dependía de la secuencia inmediata de los tres aspectos. A la luz de
18
esa simultaneidad, es decisivo el hecho de que ni el discurso apocalíptico de Jesús (Mt 24)
ni el Apocalipsis señalan ninguna venida de Cristo ni ninguna resurrección de creyentes
sino hasta después de la última tribulación, y la “primera resurrección” de Apocalipsis
20:4-6 incluye las víctimas de la bestia, por lo que tampoco podría ser antes de la
tribulación. Ningún pasaje bíblico ubica ninguno de los tres aspectos de 1 Tesalonicenses
4:17 antes de la tribulación.
Debe notarse que este pasaje nada tiene que ver con la gran tribulación, ni con el “rapto”
como escape de ella.12 El problema era más bien la muerte de creyentes. La respuesta de
Pablo es la prioridad preferencial de los creyentes ya muertos, y en esa respuesta, como un
momento secundario, Pablo agrega que juntos, los muertos y los vivos, seremos
ascendidos a la nube para “nuestra reunión con él” (cf. 2 Ts 2:1). La referencia pasajera al
“rapto” es un aspecto secundario de esta respuesta. 13 Pero el pasaje no hace la más mínima
referencia a la gran tribulación, ni tampoco dice nada de ir de la nube (“el aire”) 14 al cielo,
ni de estar siete años en el cielo.
Pero además del silencio del pasaje sobre una ida de la nube al cielo, el texto da otra clave
muy importante que se pierde en la traducción. 15 La palabra “encuentro” aquí es clave:
“estaremos arrebatados al encuentro (apantesis) con el Señor” (4:17). Esa expresión se
usaba como término técnico para un aspecto importante de cualquier parousia (4:15;
venida gloriosa, entrada triunfal).16 Cuando un emperador o un general victorioso llegaba,
por ejemplo a Éfeso, sus partidarios le salían al encuentro para unirse, como escolta o
12
) 2 Tesalonicenses introduce el tema de la tribulación (el “hombre de pecado”) pero como tema nuevo,
ante el prolongado malentendido de los tesalonicenses. Además, 2 Tesalonicenses 2:1-12 afirma
categóricamente que “la venida de nuestro Señor Jesucristo” (2:1) no puede ocurrir sino hasta después del
Anticristo y la gran tribulación (2:3),
13
) El sustantivo "rapto" no es bíblico; viene más bien de la vulgata latina. Pablo afirma que seremos
llevados por la fuerza del Espíritu al encuentro con Cristo, pero ni este pasaje ni ningún otro trata el
"rapto" como un tema independiente. “Seremos arrebatados” no es más que un pasajero verbo de
transporte, hacia “nuestro encuentro con él”. Aunque muchos han visto en Mateo 24:38-41 y Juan 14:3
otras referencias al tema, de hecho no hablan de ser "alzados" y pueden interpretarse mejor sin referencia
al arrebatamiento.
14
Para los antiguos, “el aire” se extendía desde la tierra hasta la luna. Era el espacio donde estaban las
nubes.
15
) NIV y RVR traducen mal la frase eis apantesin con un infinitivo verbal “para recibir al Señor” (4:17).
El griego es un sustantivo, “al encuentro con el Señor” (cf 2 Tes 2:1). Curiosamente, la escatología
tradicional cambia el verbo “ser arrebatado” en sustantivo (“el rapto”) y cambia el sustantivo “el
encuentro” en verbo (“para recibir”). Ambos errores afectan el sentido del pasaje.
16
) En griego esta palabra se escribe parousía; es reconocido también como término castizo en
español,.escrito “parusía”.
19
cortejo, a la procesion y entrar con él a la ciudad (Bruce 1977:859). Eso se llamaba “salir
al encuentro” (Mt 25:6; Hch 28:15). Es tan inconcebible que la parousia se interrumpiera
después del encuentro (apantesis) como que el Emperador llegara al puerto de Efeso pero
después del “encuentro” con los que habían salido a unirse con él, abandonara su parousia
y llevara a sus adeptos de regreso a Roma en vez de entrar a la ciudad por la avenida de
mármol que tenían para su recepción majestuosa.
En su parousia Cristo vendrá a la tierra, no sólo hasta las nubes, en el aire. Su “viaje” es
“de una vía”, por decirlo así, pero el nuestro, para nuestra apantesis con él, será “un viaje
de idea y vuelta” para venir con él desde la nube a la tierra. La idea de que nosotros irímos
con él desde la nube al cielo, como si Cristo hiciera un “viaje de ida y vuelta”(cielo-nube-
cielo), no sólo está totalmente ausente del pasaje sino queda excluida por el sentido natural
de su “venida” y nuestro “encuentro con él” para acompañarle a la tierra.
Con todo, lo énfatico y claro es que Cristo volverá a esta tierra. “El Señor mismo
descenderá del cielo con voz de mando, con voz dc arcángel y con trompeta de Dios, y los
muertos en Cristo resucitarán....” En términos muy parecidos describe 1 Corintios 15 la
resurrección de los creyentes en la venida de Cristo (15:23): “en un instante, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”. Cristo volverá
personalmente en poder y gloria, y los muertos resucitarán, igual que en 1 Tesalonicenses
4.
3) En Mateo 24 (Mr 13; Lc 21) el contexto es muy distinto a los dos pasajes anteriores.
Aquí se trata de la crisis de la ciudad de Jerusalén. Según los tres evangelios sinópticos, los
discípulos, viendo el templo y preocupados por las señales de que Jerusalén va a rechazar a
su Mesías, preguntan qué va a pasar con aquel grandioso edificio. Parece que ellos, como
también Jesús, percibían el kairós escatológico que venía sobre el pueblo y la ciudad (cf.
Lc 13:34; 19:44; Mt 23:37). Según Marcos y Lucas los discípulos le preguntan a Jesús
cuándo sería la destrucción del templo y cuál señal avisaría que la ciudad estaba por ser
destruída. Pero en Mateo 24:3 los discípulos preguntan más bien en cuanto a “la señal de
tu venida y del fin del siglo”. Las tres versiones del discurso, sin embargo, culminan con la
venida del Hijo del hombre “con poder y gran gloria” (Mt 24:29s; Mr 13:24s; Lc 21:25ss).
Es importante observar que en todos los evangelios sinópticos la venida de Cristo ocurre
después de la gran tribulación, cuando todas las tribulaciones habidas y por haber ya se
habrán realizado (Mt 24:29). Sólo entonces vendrá el Hijo del hombre. Aquí no hay
ninguna venida de Cristo ni “rapto” de la iglesia antes del final de la tribulación (ni en
otros pasajes del NT tampoco). No está de más señalar también que en este discurso de
Jesús no aparece la resurrección por ningún lado, porque no tenía nada que ver con el
20
futuro de la ciudad de Jerusalén. Ningún autor biblico trata de hacer un sistema completo
de las profecías predictivas ni darnos una cronología, un dibujito esquemático para ubicar
todo en su lugar. Simplemente no se les ocurrió tal manera de pensar.
Mateo y Marcos (Mt 24:15; Mr 13:14) anuncian “la abominación de la desolación” de que
habló Daniel (Dn 9:27; 11:31; 12:11). En su contexto original, la frase de Daniel alude al
abominable sacrilegio cometido por Antíoco Epífanes cuando sacrificó un cerdo sobre el
altar del templo judío (Josefo Ant 12.5.4). Ahora Jesús anuncia otra abominación
blasfema, que cometerá el general romano Tito en 70 d.C. al introducir efigies idólatras en
el lugar santísmo.17 Por una coincidencia histórica, ambos ataques a Jerusalén (de Antíoco
y de Tito) duraron aproximadamente tres años y medio, lo cual aclara el uso de esta
periodización en el Apocalipsis. Juan de Patmos, sin emplear los mismos términos, vió el
mismo sacriligio blasfemo en el culto al emperador romano (Ap 13:3-6). También de 2
Tesalonicenses 2:4 entendemos que la misma “abominación” caracterizará la actuación del
último anticristo al final de los tiempos.18
En este pasaje también Cristo viene con gloria y poder, aunque su venida se describe en
términos algo distintos a los textos anteriormente analizados. Estos versículos, que no
parecen contemplar ningún intervalo entre la caída de Jerusalén y la parusía, comienzan
con la descripción de convulsiones cósmicas (Mt 24:28; Mr 13:24 cf. Lc 21:25). Eso
responde a la pregunta de los discípulos, como la formula Mateo, por “la señal de tu
venida y del fin del siglo” (Mt 24:3). Pero Cristo no les ofrece ninguna “señal” antes de su
misma venida, excepto las señales falsas de los seudomesías (24:24). Los terremotos,
guerras y hambrunas que menciona Jesús no anuncian su venida, pues con ellos “aún no es
el fin” (24:6, 8, 14); esos fenómenos no son la “señal” que ofrecía mucha literatura
apocalíptica y que pedían los discípulos.19 Aquí, igual que en Mateo 16:1-4, Cristo se niega
a darles ninguna señal que no sea su propia persona y su misma venida.
Por la la misma razón la venida de Cristo se describe aquí como “la señal del Hijo del
hombre”(Mt 24:30; la frase no aparece en los paralelos de Marcos y Lucas). Aquí también
17
) La versión de Lucas, escrita posiblemente después de 70 d.C., es mucho más explícita sobre el sitio y
la destrucción de Jerusalén (21:20-24). Anuncia un período de control extranjero hasta “la plenitud del
tiempo de los gentiles” (21:24), a lo que sigue la venida de Cristo (21:25ss). Escritores judíos describían
la blasfemia de Antóco Epífanes como “la abominación de la desolación” (1Mac 1:54). Es obvio también
que todas las exhortaciones de Mateo 24:16-20 se refieren a la destrucción de Jerusalén en 70 dC y no
pueden de ninguna manera aplicarse al “rapto” ni la venida de Cristo.
18
) Es importante tomar siempre en cuenta la perspective de 1 Juan 2:18, de que ya para fines del primer
siglo habían surgido muchos anticristos. Seguirán surgiendo agentes precursores del Anticristo hasta el
final, cuando el último anticristo será destruido en la venida del Señor (2 Ts 2:7-9).
19
) En Mateo y Marcos los fenómenos celestiales (Mt 24:29; Mr 13:24s) tampoco se llaman señales,
aunque Lucas (en un enfoque distinto) habla de “señales´ en el cielo (Lc 21.25).
21
la “señal’ es Cristo mismo en su parusía, no algún fenómeno aparte de su persona y el
hecho de su venida. Por eso Mateo, junto con Marcos y Lucas, afirma que “verán al Hijo
del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria”. Igual que en los
pasajes anteriores, la venida de Cristo es personal, visible, gloriosa y victoriosa. Y esa
misma venida es la única “señal” que hemos de estar esperando.
Este discurso, que comenzó con el problema del futuro de Jerusalén, termina con la
promesa divina de reunir a todo el pueblo de Dios cuando vuelva el Señor (Mt 24:31; Mr
13:27). Se basa en el lenguaje clásicos de los antiguos profetas hebreos que prometían el
regreso del cautivero a Palestina. No debe confundirse ni con el rapto (no tiene nada de
“vertical”, hacia arriba) ni con la formación del moderno estado israelí (es realizado por
ángeles, cuando Cristo vuelva después de la gran tribulación). Significa la unidad total del
pueblo de Dios, probablemente en la Nueva Jerusalén (Ap 21s).
4) El libro del Apocalipsis, desde el primer capítulo, anuncia la pronta venida de Cristo
(1:1,3,7). Sin embargo, las referencias explícitas a la venida de Cristo (empleando el verbo
erjomai) aparecen exclusivamente en los capítulos 1-3 (que son, en efecto, un prólogo) y
en el capítulo 22 (el epílogo).20 Analizándolos con cuidado, encontramos que estos pasajes
usan el verbo “venir” en dos sentidos distintos. Textos como 1:7 y 22:7, 12, 17, 20 se
refieren a la venida de Cristo al final de la historia. Pero dentro de los siete mensajes (Ap
2-3) la mayoría de las veces el verbo “vengo” no parece referirse a la venida final, pues se
presenta como condicional, dependiente de lo que hagan los cristianos de cada
congregación. La “segunda venida” del Señor no depende del arrepentimiento de los
cristianos de Efeso (2:5), de Pérgamo (2:16), o de Sardis (3:3). En esos textos, el “vengo
pronto” se refiere claramente a “visitaciones”del Señor a una congregación específica, en
juicio o en bendición, y no a la “segunda venida”.
20
) La única excepción en el resto del libro (cap.4-21) es Ap 16:15, “vengo como ladrón”.
22
(thlipsis en griego). Es evidente que este “vengo pronto” no se refiere a la segunda venida
de Cristo sino a una visitación, igual que en los pasajes paralelos de Apocalipsis 2-3.21
Este texto (3:8-10) se construye a base de un juego de palabras. “Aunque tienes poca
fuerza”, dice Jesús a esta congregación, “has guardado mi palabra” (3:8, etêrêsas). Por eso,
“ya que has guardado (etêrêsas) mi palabra de fidelidad tenaz, yo también te guardaré
(têrêsô) de la hora de prueba que vendrá sobre el mundo entero para probar a los habitantes
de la tierra” (3:10). Como ellos habían guardado la palabra, Cristo, en un sentido paralelo,
les guardará a ellos de la hora de la prueba. El texto no habla de quitar, ni mucho menos
raptar. sino de guardarles de la prueba.22
En el Apocalipsis la venida definitiva de Cristo se realiza por primera y única vez cuando
desciende con los ejércitos celestiales para la gran batalla escatológica que conocemos
como Armagedón (19:11-21; cf. 14:20; 16:16-21). 23 Este contexto es distinto a los pasajes
anteriores (Hch 1; 1Ts 4; Mt 24), pues tiene que ver ahora con la victoria final del Cordero
sobre la bestia. La historia del dragón, que comenzó en Apocalipsis 12-13 y siguió en
capítulo 17, ahora terminará con la derrota total de todos los enemigos del Cordero y su
pueblo (17:16; 19:20s; 20:10,14). Aquí, como también en Mateo 24:29s y 2
Tesalonicenses 2:1-12, la venida de Cristo ocurre después de la tribulación,
inmediatamente antes de Armagedón, el reino milenial y la condena final del dragón con
todo su nefasto equipo.24
21
) El texto griego coordina la “venida” de esa hora de prueba (3:10) con la pronta visitación de Jesús a
los filadelfianos (3:11) por medio de la yuxtaposición del mismo verbo (erjomai) en las dos frases. El
pasaje logra otro paralelismo parecido con la repetición del verbo “guardar” (têreo, 3:8,10).
22
) El mismo verbo, têreô, ocurre en Juan 17 con un juego de palabras similar a Apocalipsis 3:8-10. Los
fieles han guardado la palabra (Jn 17:6) y Cristo pide al Padre guardarlos por el poder de su nombre
(17:11) como él mismo, estando con ellos, los había guardado por su nombre (17:12). Ahora Cristo no
pide que el Padre los saque del mundo (aires ek tou kosmou) sino que los guarde del mal (17:15, têreô ek,
igual que en Ap 3:10). En Juan 17:15 la misma frase verbal significa lo contrario de ser raptado.
23
En realidad, Apocalipsis 19 no describe una “venida” de Cristo del cielo; Juan simplemente dice que de
repente vio un caballo blanco. Pero toda la escena presupone que Jesucristo ha vuelto a la tierra para la
batalla final.
24
) Este pasaje fue uno de los que persuadieron a F.F. Bruce, el más destaco biblista evangélico de nuestro
tiempo, a abandonar la doctrina del rapto pretribulacionista (19 : p.xxxviii).
23
capitaneado por el Señor resucitado. El otro bando, mortales todos, está comandado por un
dragón y una bestia a los que nada les sale bien nunca.
Juan deja la mención específica de la resurrección hasta 20:4-6, sin duda porque quiso
describir primero el Armagedón (asociado con el regreso del Señor del cielo) y después el
reino milenial, inaugurado por la resurrección de los mártires. De lo que no queda duda es
que aquí la venida de Cristo y la primera resurrección (que según 1 Tesalonicenses 4:16s
están sincronizadas con el arrebato) se presentan después de la tribulación. Es más, de la
primera resurrección los que se mencionan específicamente son las víctimas decapitadas
por la bestia (20:4). Juan destaca la victoria de ellos, porque quiere animar a todos los
creyentes a ser fieles hasta la muerte. Sin embargo, de 20:6 es evidente que esta
resurrección incluye a todos los creyentes, puesto que de otro modo los creyentes no-
mártires estarían sujetos a la segunda muerte. Puesto que ésta es “la primera resurrección”
(20:5s), y de hecho no aparece otra antes en el libro, sería muy ilusorio pretender decir que
esta resurrección y, por eso, el “rapto”, ocurrirían antes de la gran tribulación.
En resumen: de los pasajes que hemos analizado, Hechos 1 plantea la venida de Cristo en
el paralelo con su ascensión y en el contexto de la misión (Hch 1:8-11). El mensaje de
esperanza enviado a los tesalonicenses ofrece la parusía, la resurrección de los fieles y
nuestro encuentro con Cristo en el aire como respuesta esperanzadora a sus angustias por
los creyentes que habían muerto (1Ts 4:13-18). En su sermón apocalíptico, Jesús introduce
el tema de su venida en el contexto del futuro de la ciudad de Jerusalén (Mt 24). Y Juan de
Patmos describe la venida victoriosa del Verbo de Dios como desenlace final del conflicto
entre el Cordero y el dragón. En cada caso, el contexto es definitivo para la interpretación
del pasaje correspondiente. Ninguno de los pasajes lo relaciona de ninguna manera con
algún “escape” al inicio de la gran tribulación.
EL SIGNIFICADO TEOLÓGICO:
CRISTO TIENE COSAS QUE HACER EN LA TIERRA
Recordemos aquí que el Nuevo Testamento nos exhorta a estar preparados para dar el
logos de nuestra esperanza (1 P 3:15). Ese imperativo presupone que las profecías bíblicas,
como en este caso la venida de Cristo, tienen un sentido lógico y teológico, un porqué y un
para qué. Cristo vendrá de nuevo, no simplemente porque “la Biblia lo dice” (aunque eso
sea cierto), sino porque le quedan importantes tareas en esta misma tierra donde una vez
vivió, murió y resucitó. Si no fuera así, no tendría por qué volver, pues Dios nunca actúa
sin sentido.
24
La tierra siempre ha sido central en el actuar de Dios. Apenas crea a Adán le prepara una
finca, para que no sea “Adán sin tierra”. La base del pacto que Dios hizo con Abraham fue
la promesa de una tierra propia para su descendencia. El castigo para el pecado de Israel
fue la pérdida de su tierra, y la promesa de los profetas destacaba su recuperación. Para
salvarnos, Jesucristo vino a esta tierra, y para culminar su obra, volverá otra vez. Y al
final, habrá nuevos cielos y nueva tierra. El regreso de Cristo a nuestro planeta es una
prueba clara de la importancia de la tierra en los planes de Dios.
Una manera muy sencilla de enfocar el propósito y la lógica de la venida de Cristo será
enumerar las razones de su regreso que da el mismo Nuevo Testamento. 25 Encontramos
seis objetivos de la venida de Cristo, que son el sentido teológico de su parusía. Su regreso
no es un espectáculo sin sentido, sino una acción con claros propósitos y una racionalidad
totalmente coherente con toda la enseñanza bíblica y toda la historia de la salvación.
1) Cristo viene a reinar; su venida es la venida de su reino (Lc 23:42, “cuando vengas en
tu reino”; cf. 1:33; 19:14,27). Su venida gloriosa será su manifestación (epifania) como
“único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores” (1 Tm 6:14-16). El Cordero
ha vencido y es el Señor de la historia, digno de abrir los sellos del libro (Ap 5:5-7). Cristo
ha resucitado y “es necesario que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies...cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”(1 Co
15:24s).
En su venida, Cristo nos hará también a nosotros reinar con él (2 Tm 2:12; Ap 2:26s;
3:21). Los redimidos “reinarán sobre la tierra” (Ap 5:10). Lo mismo confirma Ap 20:6
cuando asevera que los fieles resucitados “serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán
con él mil años”. Segón 22:5 los fieles “reinarán por los siglos de los siglos”.
25
Para un análisis similar, cf. Paul Erb 1968:73-186. Erb señala ocho propósitos bíblicos del retorno de
Cristo. Debemos notar aquí otra vez que ningún pasaje bíblico (incluido 1 Ts 4) propone como propósito
del retorno de Cristo el sacar a los creyentes antes de la gran tribulación.
25
El vino la primera vez a traer el reino. Cuando volvió al Padre, el reino ya había venido
entre nosotros por medio de su vida, muerte y resurrección. Vino humilde, doliente y
aparentemente débil, como Siervo Sufriente. Su segunda venida llevará a la culminación
final lo que inauguró con su primera venida. Vino a reinar la primera vez, pero desde una
cruz. Ahora vendrá como Rey de Reyes y Señor de señores (Ap 19:11-16) para reinar en
majestad y gloria. Entonces se cantará que “el reino del mundo ha pasado a ser de nuestro
Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos” (Ap 11:15).
Ahora, la pregunta importante es ¿cómo anda nuestra teología del reino? El reino es el
mensaje central de la primera venida de Cristo y el secreto del sentido de su misión, según
los evangelios sinópticos. Él nos exhorta a “buscar primeramente el reino de Dios y su
justicia” (Mt 6:33) y a orar para que el reino venga en que se haga la voluntad de Dios en
nuestros paises (Mt 6:10).
Pero muchas veces lo que fue el mensaje central de Jesús es el mensaje olvidado de su
iglesia. Por eso no sabemos qué hacer con su venida, porque no tenemos una teología del
reino. Entonces, para llenar ese vacío, echamos mano del rapto como propósito de la
venida (“él viene a levantar a su iglesia”, dice un corito). Con eso le damos a la parusía un
sentido que nunca tiene en las escrituras. Así cambiamos la enseñanza bíblica de que él
viene para estar aquí y reinar en la tierra por una especulación de que viene para sacarnos a
nosotros de la tierra. Pero su venida no será “Operación Rescate” sino “Operación
Reinado”, el toma de poder por el Rey de reyes.
3) Tercero: Cristo viene a juzgar, viene como Juez (Mt 25:31, la parábola de las ovejas y
cabritos). Al volver, Cristo juzgará a las naciones. El viene a iniciar un proceso de juicio
ético definitivo. Tesalonicenses es especialmente claro en relacionar el juicio de los
26
impíos con su venida. (2 Ts 1:7ss; cf. 2 Tm 4:1). Según Hechos 17:31 Dios ha establecido
“un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe
a todos con haberle levantado de los muertos”.
Y aquí también Cristo nos permite a nosotros juzgar con él. 1 Corintios 6:2-3 afirma que
“los santos han de juzgar al mundo”.y a los ángeles. También según Apocalipsis 20:4 los
fieles juzgarán juntamente con él. Cristo comparte su poder y nos deja participar con él
también en el juicio.
4) En cuarto lugar, Cristo viene a resucitar a los creyentes muertos y transformar a los
que viven en la hora de su venida. Su venida traerá plenitud de vida (1 Ts 4:16s; 1 Co
15:52). “Al son de la trompeta” los muertos vivirán y todos seremos hechos “semejantes al
cuerpo de la gloria suya” (Fil 3:21). Le veremos y seremos como él (1 Jn 3:3) y Cristo será
glorificado y admirado en sus santos (2 Ts 1:10). Su venida será el triunfo final sobre la
muerte y el pecado.
5) Quinto, Cristo viene a reunirse con nosotros y a reunirnos a nosotros con él para
siempre. Esta es la gran reunión de toda la familia del Señor. Seremos arrebatos al
encuentro con él (apantesis) y “así estaremos siempre con el Señor (1 Ts 4:17). En 2
Tesalonicenses 2:1 Pablo habla de “la venida (parousia) de nuestro Señor Jesucristo y
nuestra reunión (episunagôgê, cf. sinagoga) con él”. En Juan 13-14 Jesús anuncia su
muerte pero, en ese contexto de separación, promete regresar para estar con los suyos,
“para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn 14:3). Cristo vuelve porque quiere
estar con nosotros; nosotros esperamos su venida, porque queremos estar con él, “que sin
haberlo visto, amamos” (1 P 1:8). Lamentablemente, en mucha escatología raptocéntrica,
el encuentro amoroso con Cristo pasa a un segundo plano o desaparece.
Los cristianos no esperamos a “algo” sino a “Alguien”. Para nosotros el futuro tiene
nombre, y se llama Jesús.
6) Finalmente (¡que agenda más impresionante que trae nuestro Señor!) Cristo viene a
culminar la historia humana y cósmica. El es el punto omega de toda la historia, como
decía Teilhard de Chardin. Según Efesios 1:10 “el propósito de Dios es de reunir todas las
cosas en Cristo”. La frase “todas las cosas” (ta panta, neutro plural) era una de las formas
de decir el universo en griego. No tenían la palabra “universo” (que con sólo oirla se nota
que es latín). En griego el neutro plural de “todo” (que no tiene equivalente en castellano)
solía significar el universo, junto con el otro término, kosmos.
27
El verbo “reunir” aquí significa “recapitular”, encabezar todo, juntar todo en su pleno
sentido, resumir todo en una síntesis final. La venida de Cristo va a culminar en su
significado definitivo todo lo que ha sido el mundo y la historia. En la venida de Cristo,
Dios va a recapitular todo en la persona de él. Él será Omega como ha sido Alfa. Otro
pasaje con un sentido parecido es Hechos 3:19-20, después de la curación del cojo:
Éstas son frases de plenitud. La historia que Dios ha iniciado con la creación, en cuyo
centro Dios puso a su propio Hijo, no va a terminar en un colosal fracaso. El pecado es un
fracaso, pero no la creación ni la historia. Bajo Cristo la historia va a realizarse en
plenitud, con ese refrigerio y esa restauración de todas las cosas que nos promete la
palabra de Dios.
De este análisis queda evidente que la venida de nuestro Señor está cargada del más
profundo y hermoso significado. ¡Que diferente de los conceptos raptistas qie circulan en
muchas iglesias!
SIGNIFICADO DE LA VENIDA DE CRISTO PARA LA MISION DE LA IGLESIA
Hay una relación inseparable entre nuestra escatología y nuestra manera de entender la
misión de la iglesia. A como anda la escatología, así va a andar la misionología. Una
escatología exclusivamente individualista, concentrada únicamente en salvar almas del
infierno, producirá las formas de misión que corresponden a esa visión del futuro. Una
escatología raptocéntrica, amenazando a los inconversos con los terrores de la gran
tribulación y ofreciéndoles una oferta de escape, evangelizará en maneras que
corresponden a esa visión y a ese objetivo en la misión. Sólo una escatología sólidamente
bíblica podrá inspirar una misión fiel y sana conforme a la voluntad de Dios.
1) En primer lugar, la venida de Cristo significa que nuestra misión tiene que ser
decididamente cristocéntrica.. La iglesia va hacia el encuentro con su Señor. Es a él a
quien esperamos, es a él a quien amamos. Todo nuestro futuro y nuestra esperanza llevan
su nombre. Aunque parezca obvio, muchas veces y en muchas maneras centramos nuestra
misión en cualquier otra cosa menos la persona de nuestro Señor. Los cristianos esperamos
28
a Alguien, no a algo, y ese Alguien es aquel a quien sin haberlo visto, amamos. Y porque
esperamos verlo también, amamos su venida (2 Tm 4.8).
La tentación más común parece ser la de una evangelización eclesiocéntrica, que trabaja
arduamente por el éxito y el crecimiento de su propia denominación o movimiento pero en
ese saludable afán pone a la institución encima de la misma persona de Jesús y del amor al
prójimo. La iglesia y la institución no son más que instrumentos para la misión; no son el
centrio ni la meta de la misión. Mucho “denominacionalismo” cae en el error de priorizar a
su propia agrupación en competencia no sólo con otras denominaciones sino, mucho peor,
con la prioridad y centralidad de la persona de Cristo. El objetivo primordial de la misión
no es el crecimiento y el éxito de nuestra propia denominación, sino que cuántas personas
que sea posible conozcan personalmente al Señor y esperan su venida junto con nosotros.
La enseñana bíblica de la venida personal de nuestro Señor debe inscribir como rúbrica
sobre nuestra evangelización el conocido poema atribuído a Santa Teresa de Avila:
Es impresionante como el Apocalipsis, sin haberlo propuesto Juan, amarra todos los hilos
temáticos de la Biblia entera. Si la primera página de Génesis comienza con la creación de
cielo y tierra, la última página del Apocalipsis termina con nuevos cielos y nueva tierra. Si
Adán y Eva por su desobediencia perdieron el acceso al árbol de la vida, en la nueva
Jerusalén comeremos con abundancia y rica variedad los frutos del mismo árbol (Ap 22:2).
Si Dios promete a Abraham la bendición de su pacto frente a la historia de maldición
desde Caín hasta Babel, el último libro promete que no habrá más maldición (22:3) sino
plena bendición para todas las naciones y pueblos. Las plagas de Egipto reaparecen en las
trompetas y las copas de Ap.8s y 16, pero los redimidos entonan el cántico de Moisés y el
Cordero (15:3). La escatología, y especialmente la venida de Cristo, no pueden entenderse
fuera del contexto global de la historia de la salvación.
30
sus esfuerzos a esas labores. Un antiguo papiro dice: “Trabajemos noche y día porque la
parousia del emperador está cerca” (Ewert 1987:88). ¡Cuánto más hemos de trabajar por
Cristo antes de su venida!
Dios tiene su agenda para la humanidad, su agenda para la tierra, su agenda para la
sociedad, su agenda para la historia. Y Cristo viene a cumplir esa agenda. Por eso su
venida tiene sentido. Y por eso nuestra misión debe ser integral en su amplitud e integral
en su autenticidad. Eso también es integridad. Un evangelio egocéntrico (hasta dos veces
egocéntrico, con la oferta barata de escapar tanto de la gran tribulación como del infierno),
sin las exigencias del discipulado radical y costoso que predicaba Cristo y sin el mensaje
del reino de Dios, es una traición de la gran comisión (“haced discípulos...enseñandoles
que guarden todas las cosas que os he mandado”, Mt 28.20).
5). Significa también que nuestra misión tiene que ser misión en servicio del reino. El
sentido de la venida de Cristo es su reino. A reinar viene, y reinaremos con él. Por eso la
misión tiene que ser misión del reino. Él vino anunciando el reino; Hechos termina con el
texto: “Pablo proclamaba el evangelio del reino”. El teólogo holandés Abraham Kuyper,
en su escrito Pro Rege, decía del reino de Cristo que “No hay ni una pulgada de esta tierra
de la que Jesucristo no pueda decir, eso es mío”. ¡Ni una pulgada! El es el Señor, es el
Señor del mercado y de los campos, él es el Señor de la Universidad y es el Señor de las
oficinas, del negocio, de la tecnología, Señor de todas las cosas.
La misión en servicio del reino es misión de justicia. “Buscad primero el reino de Dios y
su justicia” (Mt 6:33); “Venga tu reino y hágase tu voluntad” en Honduras, en Nicaragua,
en Guatemala. En su venida, Cristo juzgará con justicia (Ap 19:11), fiel a la antigua
promesa de que el Mesías traería justicia y Shalom a las naciones (Is 11:3-9). Nuestra
misión tiene que ser ministerio integral, con conciencia de justicia, con conciencia de los
pobres, con conciencia del sufrimiento y con conciencia y sueños de Shalom. Eso es
misión en servicio del reino.
31
Pero, por otro lado, el reino venidero significa también que ninguno de nuestros esfuerzos
es el acabose, ni va a ser el reino de Dios sino un pálido reflejo de ese reino que Cristo
trajo y traerá. No podemos absolutizar nuestros proyectos humanos históricos, porque el
gran proyecto de Dios está por venir. Nuestra participación histórica tiene que estar en
servicio de aquel reino que va a venir. La misión en servicio del reino nos require
compromiso social sin caer en la idolatría de nuestros programas y proyectos, por muy
buenos que sean. Nuestros logros de justicia siempre serán parciales y penúltimos. La
esperanza del reino nos inspira a luchar pero a la vez nos enseña a guardar la debida
“reserva escatológica” ante esa misma lucha.
Hay una frase de Karl Barth que debe ser una consigna de nuestra misión. “La esperanza”,
decía Barth, “vive en la realización el próximo paso”. La esperanza tiene patas y camina,
pero un paso a la vez. La esperanza vive al dar el proximo paso dentro del contexto
histórico. Hacemos ahora lo que podemos en aras del reino que ha de venir. Una misión
ciega al reino, es una misión renca y torcida y, además, anti-bíblica.
6).Finalmente, debe ser una misión contagiosa de esperanza. Es una esperanza que nos
inspira, no es un temor, y la misión no es terrorista sino esperanzadora. Somos el pueblo
de la mayor esperanza que existe, una esperanza que supera todas las antítesis de la
historia en la gran síntesis final de la venida de Cristo y su reino. Hoy día esto puede ser
una parte primordial de nuestra tarea. Hoy día cuesta esperar; es fácil tirar la toalla y decir
que ya no vale la pena luchar. Muchos dicen: “Luché mucho, me sacrifiqué mucho, y mira,
no queda nada”. La década perdida de los ochenta, que se ha llamado el cementerio de las
utopías y de los sueños, viene seguida por “la década peor”de los noventa. Los que no
conocen a Cristo, que no conocen la resurrección, que no conocen el reino de Dios y la
nueva creación, ¿cómo van a esperar hoy?. Parecerían locos. Pero nosotros queremos ser
locos, locos de esperanza. Queremos esperar contra la esperanza, porque tenemos los ojos
puestos en Alguien que venció a la muerte. Podemos llevar esa esperanza a gente que no
tiene cómo esperar porque no tienen a Cristo.
Había una iglesia en Alemania durante la guerra nazi, que tenía en su bóveda un famoso
mosaico de Cristo Rey. Desde hacía siglos la gente admiraba ese cuadro; les animaba, les
inspiraba. Pero con los bombardeos de la guerra, para defender ese tesoro del arte tuvieron
que cubrirlo con armazones y tablas, y no se veía nada. ¡Qué triste! Cristo era el Rey, pero
la gente no lo veía. Más bien parecía todo lo contrario. Pero confiaban en el Cristo que
estaba detrás de las barreras y las tablas. Y decían: “un día se volverá a ver que Cristo es el
32
rey”. Cuando terminó la guerra esas tablas fueron removidas, y de nuevo se pudo ver al
Cristo Rey. Nosotros también sabemos que Cristo es el Rey, es el Señor, y aunque a veces
no se ve, no es menos cierto ni menos real. Y la venida de Cristo nos asegura que nuestros
ojos van a ver la plenitud de su reino y vamos a participar con él en esa nueva realidad. ¡A
su nombre gloria!
33
III. LA RESURRECCIÓN DEL CUERPO
27
) Lutero aplicó esta fórmula a la justificación por la fe pero se aplica aun más a la
resurrección de Cristo.
28
) Cf . las palabras de Karl Barth: “Si Cristo no resucitó – corporalmente, visiblemente,
audiblemente, perceptiblemete, en el mismo sentido concreto en que murió, como dicen
los textos – si no ha resucitado, entonces nuestra predicación y nuestra fe son vanas e
inútiles; estamos todavía en nuestros pecados” (Church Dogmatics IV/1 pp. 351s).
34
Pero ¡Cristo ha resucitado, ha vencido para siempre a la muerte!
(15:20,58).
ENSEÑANZA BIBLICA
En Jesús de Nazareth Dios mismo entró en la historia humana y dio al
proceso histórico su centro cristológico. Y en Jesús, Dios el Hijo murió y
resucitó. Así, como ya hemos señalado, Dios adelantó el futuro y lo trajo al
presente. Por eso, la resurrección de Jesús tiene una doble función para
nuestra fe en nuestra resurrección al final de la historia: como una
esperanza que ya se ha realizado una vez, la resurrección de Cristo es la
“garantía adelantada” (por decirlo así) de la nuestra, y también es el
prototipo definitivo que anticipa lo que habrá de ser la resurrección nuestra.
35
Eso es el significado de la frase “primogénito de entre los muertos” (Col
1:18; Ap 1:5). Ese título cristológico lleva una sorprendente
contradicción implícita. “Primogénito” dice nacimiento; nos lleva
mentalmente a la sala de partos. Pero “muertos” dice lo contrario; nos
lleva a la morgue, al necrocomio. ¿Desde cuándo la vida puede nacer
de la muerte? Claro, ¡desde que Cristo resucitó! Cristo cambió la
morgue en sala de parto. “Oh Cristo”, exclamó Miguel de Unamuno,
“hiciste de la muerte nuestra madre”. Nuestra vida y nuestra
resurrección nacen de la muerte y resurrección suyas.
“Porque él vive”, dice el himno, “viviré mañana”. “Primogénito” nos
avisa que como resucitó él, seremos también resucitados nosotros sus
hermanos. ““Primicias de la resurrección” nos asegura que habrá
después una cosecha final, demostrada ya en las primicias, y que los
frutos finales serán como fueron las primicias. La resurrección de Jesús
garantiza la nuestra y también la prefigura.
30
) Es significativo que los dos discípulos reconocieron a Jesús “estando ellos en la
mesa, cuando partió el pan” (24:30). En parte, parece sugerir que ellos ya conocían la
manera típica de Jesús de compartir la comunión de mesa con los suyos. Jesús sabía
“comer o beber, o hacer cualquier otra cosa, para la gloria de Dios” (1Co 10:31).
37
instantáneamente, en la libertad del cuerpo resucitado, y “se puso” en
medio de los discípulos.31
40
propia muerte, de la pasión que él mismo había sufrido en carne
propia. ¡Qué sentido de humor más profundamente humano!
Lo que nos interesa especialmente es que ellos, al ver a Jesús, creían que
era algún extranjero que ni aun estaba al día con las noticias. Los que
vieron a Jesús nunca lo confundieron con un dramático ángel, echando
rayos de gloria, cuya cara brillara como el sol al mediodía. No. La primera
en verlo, María Magdalena, lo tomó por el jardinero que cuidaba el huerto.
Los dos caminantes lo ven como un forastero, sin absolutamente nada de
excepcional ni impresionante. Y los discípulos, desde la barca donde
pescaban, primero creían que era otro pescador más. Tan humano era el
Jesús resucitado.
2) Todos los relatos indican, cada uno a su manera, que el cuerpo del
Resucitado fue visible, audible, y en algún sentido físico. Lucas y Juan son
los más enfáticos en este aspecto. Aunque Pablo no entra en descripciones
del Resucitado, destaca que éste aparecía (1Co 15:5-8). Cuando habla del
“cuerpo espiritual” (15:44, en contraste con “cuerpo síquico”, no con
cuerpo físico), o la “tienda celestial” con que seremos revestidos (2 Co 5:1-
5), Pablo destaca la novedad del cuerpo resucitado por el poder del Espíritu
pero de ninguna manera lo reduce a una mera inmortalidad del alma. 32
32
) El adjetivo “celestial” en 1 Co 15:46-49 no describe directamente al cuerpo
resucitado sino a Cristo como segundo Adán, por quien y en quien resucitarán también
nuestros cuerpos. La resurrección no tiene orígen terrenal sino celetial.
41
Pablo insiste especiíficamente en que el “alma” del creyente no quedará
“desnuda” (2 Co 5:3s).
“¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de
Dios!...Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se
ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando
Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es” (1 Jn
3:1-3).
SIGNIFICADO TEOLOGICO:
La Palabra de Dios nos manda estar preparados en todo momento para
ofrecer una apología de nuestra esperanza y explicar su lógos a quienquiera
nos lo pida (1 P. 3:15). ¿Cuál, pues, es el sentido y la lógica de la
resurrección de Cristo y la nuestra? ¿Es sólo una exótica curiosidad al final
de la historia o pertenece integralmente al sentido coherente de toda nuestra
fe?
Por eso, aun cuando no haya base visible ni calculable para seguir
esperando, el cristiano (como Abraham; Rm 4:18) sigue esperando. No por
las circunstancias, que comúnmente no alimentan ni fundamentan la más
mínima esperanza. Pero Cristo ha resucitado, y nosotros resucitaremos.
Después de la resurrección de Cristo, para el cristiano no debe de haber
cómo desesperarse. A la luz de la resurrección, todo es posible.
43
Y que vale la pena vivir,
¡Los cristianos sabemos de una muerte que cambió para siempre el sentido
de la muerte! Veamos ahora cómo Cristo con su resurrección transformó la
muerte. Hay cinco puntos importantes con respecto a esto:
45
latín: “no fui, fui, no soy, qué me importa” (non fui, fui, non sum, non
curo). La vida era un sinsentido, y la muerte el sinsentido final. Para
nosotros, en Cristo, la muerte ya no es “vanidad de vanidades”, un “hoyo
negro” en que caemos y desaparecemos. La muerte ahora es la coronación
de la vida. Significa entrar en la plenitud de la vida eterna: “en tu presencia
hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre”.(Sal 16:11). En
Cristo la futilidad se tornó plenitud. Ese sentido de la muerte como plena
realización de la vida se expresa hermosamente en un poema del patriarca
evangélico mexicano Gonzalo Baez Camargo:
Cuando me llames
46
Te alzaste pujante, Lleno de poder,
Martín Lutero, en uno de sus últimos sermones, dijo: “El mundo me dice
quue en medio de la vida, estoy muriendo; Dios me contesta, No, en medio
de la muerte, vives”. Cuando el gran teólogo puritano John Owen se
moría, dictaba una carta a su secretario: “Estoy en la tierra de los vivientes
saliendo para la tierra de los muertos. No, más bien, de la tierra de los
moribundos voy saliendo para la tierra de los vivientes".
48
sus últimas palabras, “para mí el principio”. En Cristo, la muerte no es un
fin sino un nuevo principio.
RESURRECCIÓN Y MISIÓN
Se ha dicho, con mucha razón, que acostumbramos predicar el evangelio a
las personas como si fueran sólo “almas” y no tuiveran cuerpo. ¿Qué
significa la resurrección de la carne para la misión y la proclamación de la
iglesia hoy?
René Padilla tiene una frase muy impactante en su libro Misión Integral:
53
Hay un himno del himnólogo argentino Federico Pagura, que remacha
todos los temas que hemos visto en este capítulo:
Con todo, este tema es una clara enseñanza bíblica, enfática y repetida en
muchos pasajes. Aunque nos sentimos tentados a obviarlo, es una realidad
que está en la Palabra de Dios y debemos tomarla con mucha seriedad.
Obedientes a 1 Pedro 3:15, también tenemos que buscar la razón bíblica, la
razón lógica y la razón ética de esta esperanza.
ENSEÑANZA BIBLICA
Aunque las referencias al juicio final en el Nuevo Testamento son
numerosas, hay sólo dos descripciones extensas y detalladas: Apocalipsis
20 y Mateo 25. En el primer pasaje, después de la derrota final del dragón
(20:10) y la eliminación final de todo mal en el universo, aparece un gran
trono blanco, ante el cual huyen la tierra y el cielo (20:11). Los muertos
resucitan para ser juzgados según sus obras (20:6,12s). Para el juicio “se
abrieron unos libros” (20:12), que eran como “acta notarial” de la conducta
de cada persona. Esos libros, a base de las obras, aparecen frecuentemente
en el AT (Dn 7:9s) y en la literatura apocalíptica. Pero aquí aparece
55
también otro libro, “el libro de la vida” (20:12,15), que no figura en otros
relatos de juicio (ni aun en el Nuevo Testamento). Este último libro nos
indica que la salvación es por la fe, pero no deja de ser juicio “por la fe que
obra por el amor”, representado por “los libros” de la verdadera práctica y
la vida de cada cual.
56
se describen como los que habían puesto su fe en Cristo (el mismo Hijo del
Hombre que es el Juez) sino los que habían ayudado a los necesitados. De
hecho, excepto por la mención del libro de la vida en Apocalipsis 20, las
referencias al juicio final no mencionan la fe sino afirman que todos serán
juzgados “según sus obras”. En ningún relato del juicio se pregunta.
“¿Aceptaste a Cristo? ¡Adelante!. ¿No aceptaste a Cristo? ¡Afuera!”
2) Nos sorprende también que el único relato extenso y detallado del juicio
final menciona exclusivamente obras sociales. Eso nos dice algo. Por
supuesto no excluye otros aspectos (ética individual, vida eclesial), ni
tampoco desconoce la importancia de la relación personal con el Señor.
Pero aquí, en este relato tan singularmente importante para nuestro tema,
todos son juzgados por su atención al necesitado. Las dos mitades del
pasaje (ovejas, cabritos) son estrictamente paralelas, con la única diferencia
del adverbio “no” en la segunda descripción. Las ovejas practicaban la
diaconía con los pobres, los cabritos no la practicaban. Y de eso dependía
la diferencia entre vida eterna y muerte eterna en el juicio final.
¿De dónde vino la idea entre evangélicos que la obra social es secundaria o
aún contradictoria al evangelio? ¿Será que la iglesia está llamada a ganar
almas pero no preocuparse por el cuerpo? Aquí el juicio es por nuestra
fidelidad en servir al necesitado. Esa es la segunda sorpresa de este pasaje.
57
3) Una tercera sorpresa en el pasaje es la de los mismos que son juzgados
por Cristo. Parece que todos se sorprendieron por los veredictos; ninguno
parece haber anticipado la decisión que le tocó. Los que salen de ovejas, de
buenos, dicen “pero Señor, cuándo te vimos hambriento y desnudo? Ni nos
recordamos de eso”. Ninguno dice “por supuesto, es cierto, toda la vida yo
servía a los demás, eso lo comprendo bien” sino dice, “Señor, no entiendo,
¿cuándo te vi hambriento y te di arroz y frijoles?” Lo que hicieron, lo
hicieron tan espontáneamente que no llevaban cuentas de sus virtudes.
Estaban tan ocupados sirviendo a los más pequeños que no habían sentido
ninguna virtud especial en su conducta. Y los que salieron mal preguntan lo
mismo:: “Pero Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y no te dimos de
comer? No recordamos ni una sola vez”. Y creo que lo dicen sinceramente.
Eran insensibles. Pero el Señor sí recordaba.
4) Encuentro otra sorpresa del juicio final, aunque no en este pasaje sino en
Apocalipsis.21:8. Después de haber hablado de la nueva creación, Juan
pone un “pero”, una condición excluyente: los cobardes, incrédulos,
abominables, asesinos, fornicarios, hechiceros, idólatras y mentirosos no
entrarán sino irán al lago de azufre y fuego. 41 Incluye los conocidos
pecados escandalosos (asesinato, fornicación, hechicería etc) pero
comienza y termina con dos que sorprenden: cobardes y mentirosos (¿quién
es inocente de éstos?). ¿Por qué comienza Juan esta lista con “cobardes”?
Obviamente es porque en todo su libro él está llamando a los creyentes a
ser fieles hasta la muerte (2:10), resistiendo a la idolatría del imperio
romano. Es probable que el término aquí se refiere a los mismos nicolaítas
(2:6,14s,20). Parece que ellos eran creyentes, correctos y ortodoxos, pero
cobardemente conformados al mundo. Buscban lo seguro y lo fácil pero
nunca entrarán en la vida eterna.
41
) Es posible que “incrédulos” no se refiere a la falta de fe en Cristo sino a la falta de
fidelidad en todo. y específicamente a Cristo. El sentido de “abominables” es muy
discutido. Los “mentirosos” son los inauténticos, que no tienen integridad; cuya misma
existencia es una falsedad. Juan denuncia a los que se dicen ser apóstoles pero no lo son,
o judíos pero no lo son (2:2,9; 3:9).
58
Dietrich Bonhoeffer, bajo Adolfo Hitler, llegó a entender que en el juicio
final Dios no iba a preguntarle sólo por su ortodoxia, su piedad, o su labor
pastoral, sino por su fidelidad ante el desafío histórico del nazismo.
Estas sorpresas nos acuerdan de nuevo que nadie debe tener el tema del
juicio final como causa de confianza presuntuosa y tranquila. La realidad
del juicio final nos pone a todos delante del Señor. Nos obliga a
examinarnos y vivir cada momento ante el ojo escrutinador del Juez
amoroso pero rigurosamente justo (Heb 4:13).
Mucho del lenguaje descriptivo del infierno tiene que ser figurado. Lo del
gusano que no muere, no es para sacar una doctrina de la inmortalidad de
59
los gusanos. Fuego y tinieblas son símbolos contradictorios, si se toman al
pie de la letra, pero el ardor del fuego y el temor de la oscuridad son
simbolismos. Un abismo sin fondo, como nos pasa a veces en las
pesadillas, o el encontrarse fuera de un banquete, son otros de los muchas
figuras que describen un juicio final y un veredicto de muerte.
En las palabras de C. S. Lewis: “Hay al fin sólo dos tipos de personas. Los
que le dicen a Dios, `hágase su voluntad’, y aquellos otros a los que Dios
dice, al fin, `pues bien, hágase la voluntad de ustedes`. Todos los que están
en el infierno”, dice Lewis, “lo han escogido”.
La vida eterna
La vida eterna también se describe bíblicamente por diferentes términos y
metáforas: entrar en el Reino (Jn 3:5; 2 Ts 1:5), vivir en la nueva creación
(Ap 21-22), reinar con Cristo (Ap 20:4; 22:5), estar con Cristo (Fil 1:23) en
el Paraíso (Lc 23:43; Ap 2:7), comer del árbol de la vida (Ap:2:7; 22:2),
tener vida eterna (Jn 3:16), y tener reposo (2 Ts 1:7). Curiosamente, la
expresión “ir al cielo” nunca aparece en el Nuevo Testamento. 42 Es
importante también recordar que la vida eterna no es únicamente futura.
Podemos señalar cinco aspectos o dimensiones de la vida eterna:
) Expresiones como Mateo 5.12 (recompensa en el cielo), Mateo 6:20 (tesoro), Lucas
42
10:20 (nombres escritos), 1 Pedro 1:4 (herencia), 2 Corintios 5.1s (edificio) y Filipensis
3:20 (ciudadanía) no implican necesariamente que nosotros “iremos al cielo” sino sólo
que estas bendiciones están reservadas en Dios hasta la venida de Cristo (1P 1:4).
“Reino del cielo” es simplemente un sinónimo de “Reino de Dios” para evitar el uso del
Nombre divino. La “Jerusalén celestial” (Gál 4:26; Hb 12:22) después descenderá a la
nueva tierra (Ap 3:12; 21:2,10). Juan 14:1-3 tampoco implica nuestro traslado al cielo,
sino el retorno de Cristo y la Nueva Jerusalén a la tierra. Parece que la preferencia casi
obsesiva por el lenguaje de “ir al cielo” tiene raices más platónicas que bíblicas.
61
comenzó antes de morir. Esa vida sigue ininterrumpida entre la muerte y la
resurrección final. En lo pastoral, este aspecto es un elemento muy
importante de nuestra esperanza, sobre todo en cuanto a los seres queridos
ya fallecidos.
43
) En Apocalipsis 22:3, esta visio dei también parece “aterrizarse”. Si el “trono de
Dios” baja a la nueva tierra, también podremos ver a Dios como él es, cara a cara, en la
nueva Jerusalén, dentro de la comuniónón de los fieles, como antes lo había visto Juan
en el cielo (Ap 4-5).
62
Yo creo que eso no debe excluirse. A veces por tanta celestialidad algunos
dicen que ya no necesitamos el cielo. Al contrario, Juan mismo necesitaba
la visión del cielo antes de contemplar las realidades terrenales (Ap 4-5).
Nosotros hoy también necesitamos el cielo, necesitamos esa trascendencia
divina que se plasma en la esperanza de ver a Dios cara a cara. Por eso lo
ponemos como quinta dimensión de la vida eterna.
El significado teologico
1) La enseñanza del juicio final muestra la justicia perfecta de Dios. Esta
realidad es indispensable para dos cosas: primero para que creamos en un
Dios justo, y segundo para que el universo tenga fundamento ético.
Cualquier juez que hace la vista gorda a la injusticia es un juez corrupto
que alcahuetea la maldad. Dios es amor y su esencia es amor, pero su amor
es justo. Dios es justo; su justicia es amorosa pero nunca floja.
Emanuel Kant decía esencialmente lo mismo, por casi las mismas razones.
Aunque no se puede comprobar por “la razón pura” ninguna de las
afirmaciones de la fe religiosa, sin embargo, según Kant, si vamos a creer
en la moralidad tenemos que postular la inmortalidad del alma y un juicio
final de la conducta humana. Son postulaciones necesarias para que la
moral tenga base. De otra manera, la exigencia ética perdería toda su
fuerza.
45
) En la primera de sus 95 tesis, Lutero dijo que toda la vida del cristiano ha de ser un
continuo arrepentimiento y una constante conversión.
65
porque no parece así, esto es lo que nos da esperanza y nos sostiene en la
lucha. Eso es lo que animaba a los primeros israelitas a visualizar bajo la
dirección de Dios un juicio final, una hora definitiva de la justicia.
Segundo, será la victoria de la verdad: “no hay cosa oculta, que no haya de
ser manifestada” (Lc 8:17). Todo engaño, todas las máscaras, que hasta la
muerte de uno o hasta el fin de una época histórica pueden ser eficaces y
todo el mundo las cree, no tienen futuro. El juicio final va a ser la hora de
la verdad y el triunfo de la verdad. Si andamos con engaños seguimos una
causa perdida, incluso engañándonos a nosotros mismos. Si creemos “las
mentiras nuestras de cada día”, vamos hacia una derrota definitiva tarde o
temprano. Dice una frase de una canción de Silvio Rodríguez, “lo
implacable que ha de ser la verdad”. Todo cristiano tiene que ser de la
verdad, en nuestras opiniones, en nuestras relaciones, en nuestra
interpretación de la Biblia y del periódico. No se juega con la verdad de
Dios, ni de su Palabra. Tenemos que tomarla con absoluta seriedad, y el
juicio va a ser el triunfo de la verdad, la hora de la verdad.
Tercero, será el triunfo del amor eficaz (Mt 25:31-46), amor en acción, no
el amor sentimental ni deshonesto sino de pan y vino y de arroz y frijoles.
“Amor eficaz”era una consigna de Camilo Torres, y sigue siendo muy
válida. Amor con patas, amor de mano extendida, el amor de que habla
Jesús en sus relatos del juicio de las ovejas y los cabritos.
4) Además, y aunque sorprenda, el juicio final debe ser motivo de una sana
tolerancia en nosotros. “No juzguéis para que no seaís juzgados”, dice
Jesús (Mt 7:1). “¿Quién eres tú para juzgar a quien no es siervo tuyo”, dice
Pablo (Ro 14:4). Estas cosas sombrías de la Biblia tienen su lado de luz. El
pecado original parece una enseñanza muy pesimista pero nos da
compasión también. Yo comparto el pecado del hermano y de la hermana,
yo comparto la culpa de ese pecado también, estamos todos juntos en el
mismo lío colectivo. Y la enseñanza del juicio final nos acuerda que
nosotros no somos los jueces de la conducta ajena. Dios mismo deja crecer
la cizaña junto con el trigo (Mt 13:28ss). Eso no justifica el pecar pero nos
da más comprensión y paciencia con los demás.
En segundo lugar, recordando que el relato más extenso del juicio final
tiene que ver con la vida nuestra y las obras de la fe, de esa fe que obra con
amor eficaz (Gal 5:6), entonces evangelicemos con un evangelio ético, no
meramente sentimental, no meramente teórico, no meramente religioso o
espiritual. Nuestro evangelio debe exigir discipulado costoso, no sólo
aplausos y brincos y coritos. En la gran comisión del Señor, aquel a quien
corresponde toda autoridad en cielo y tierra nos envía a formar discipulos
que sabrán “guardar todas las cosas” que él nos ha ordenado (Mt 28:20).
1) Todos los que hacen justicia han nacido de Dios (por poco
religiosos que sean);
2) Todos los que no hacen justicia no han nacido de Dios (por muy
religiosos que sean);
3) Los que han nacido de Dios ponen su vida por los demás;
4) Los que han nacido de Dios comparten sus bienes; si no, no son
hijos ni hijas de Dios.
Cuarto y último, la visión bíblica del juicio final nos advierte contra una
evangelización falsa, fácil, de una confianza presuntuosa (“ya acepté, a mi
el juicio no me preocupa”). Pasajes como Mateo 25:31-46 y 7:21-23 o 1
Juan 2-3 nos advierten contra falsos métodos de evangelización. Puede
haber tácticas evangelizadoras que producen muchos “acreyentados”
repetidores de “Señor, Señor”, muy fieles a los cultos y quizá generosos
con sus ofrendas, pero que nunca se han comprometido con la voluntad de
68
Dios en el mundo, en la historia y en su patria. Nunca han asumido las
exigencias del verdadero discipulado, de tomar la cruz y seguir al Cordero
dondequiera que va por sus caminos en este mundo.
A partir de Mateo 7:13, todo el final del Sermón del Monte gira en torno a
la praxis de la fe, pues si la fe no se practica no es fe ni tampoco salva. En
7:13s Jesús nos dice que la puerta al Reino es estrecha y el camino es
angosto, nada fácil de entrar. Hoy día parece a veces que nuestro evangelio
tiene puertas tan anchas como nuestros países, tan anchas como las
entradas a nuestros grandes estadios donde uno sólo tiene que entrar con la
multitud y cumplir algún ritual de “conversión”. Pero si la puerta es tan
estrecha, como dice Jesús, siempre debe preocuparnos cuando es
demasiado fácil y hasta popular ser cristiano, porque corremos el peligro de
que no estamos siendo realmente cristianos.
Sigue Jesús en 7:15-20 a decirnos que “por sus frutos los conocereís”, y eso
es precisamente el problema fatal de los que, para su gran sorpresa, quedan
rechazados por el Señor (7:21-23). Tenían toda la forma externa de
piadosos cristianos, confesaban una cristología muy correcta, y hasta
ostentaban experiencias carismáticas (7:22), pero sus obras no eran los
frutos de justicia del Reino de Dios. Y para terminar de remachar el tema,
en la parábola de los dos cimientos Jesús vuelve a insistir en la práctica de
la fe (7:24-29). Contrario a la interpretación popular, en esta parábola la
roca firme no es Cristo (como en otros pasajes) sino la práctica de la fe. El
estricto paralelismo de las dos mitades de la palabra subrayan la
importancia indispensable de vivir la fe. Los que oyen la Palabra y la
guardan, no caen; los que oyen la Palabra y no la guardan, sí caen. La única
diferencia entre unos y otros era la práctica de la fe y la no-práctica de la
misma fe.
Es obvio que estas personas llegan muy confiados ante el juicio, muy
seguros de sus “credenciales evangélicas”, por decirlo así. Los visualizo
con la Biblia bajo el brazo, tranquilos, esperando su turno ante el Juez. Han
preparado un pequeño discursito para avisarle al Señor de sus méritos que
les acreditan ampliamente para entrar al reino. Le acuerdan al Señor de su
ortodoxia cristológica y, con triple repetición de “en tu nombre”, de sus
experiencias carismáticas y los poderes que han ejercido. Parece que todo
eso era cierto; el Señor no les niega ni contradice nada de lo que ellos dicen
ni les advierte que los mentirosos no entrarán al reino de Dios. Pero él
(igual que en los otros pasajes que hemos citado) está buscando otra cosa, y
los condena por ser “practicantes del mal”.
Pastores: “Sí, Señor, ¿por qué nos has llamado? ¿En qué te
pedimos servir?”
Una antigua iglesia en Alemania46 tenía un letrero que debemos tomar con
toda seriedad ante la realidad del juicio final. El letrero reza asi:
V. LA NUEVA CREACION
Nuestra primera reacción al oir esa frase puede ser de duda o extrañeza,
porque nos suena anticientífica. Algunos creyentes cristianos que aceptan
casi toda la enseñanza cristiana abrigan, sin embargo, serias dudas sobre
46
Según informes, esa iglesia está en Lubeck, Alemania. Circulan diversas versiones del
texto, pero el sentido está muy claro.
72
eso de “el fin del mundo” y muchos teólogos también prefieren evadir el
tema. La impresión general es que en nuestro mundo moderno, tales ideas
tienen más de mito que de ciencia. No obstante, aunque muchos no se dan
cuenta, las últimas conclusiones científicas están de acuerdo con la
enseñanza bíblica en este tema: nuestro mundo tuvo principio y
seguramente tendrá fin.
Para nuestra tierra, eso significa que en alguna lejana época futura nuestro
sol nos quemará con un calor insoportable, causado por su implosión, para
después dejar por completo de calentarnos. Nuestro futuro es el de
quedarnos primero “achicharrados”, por decirlo así, y después congelados.
Pero afortunadamente falta mucho tiempo. El científico Isaac Asimov
calcula que la implosión podría comenzar dentro de unos cinco mil
millones de años para iniciar el deceso de nuestro sol. Pero el hecho parece
indiscutible: nuestro sol es mortal.
Llama la atención que de los muchos pasajes del Nuevo Testamento que
describen el fin de este mundo, ningún otro lo describe como incendio.
Aunque el libro del Apocalipsis tiene varios “incendios forrestales” como
visiones del juicio divino, todos son parciales; ninguno destruye el mundo
entero. En este libro definitivo sobre el tema, el universo termina en una
manera totalmente distinta. Cuando aparece el gran trono blanco, después
de la derrota final del mal, “de su presencia [de Dios] huyeron la tierra y el
cielo, sin dejar rastro alguno” (Ap 20:11 NVI). Juan de Patmos entiende el
fin del mundo esencialmente como fuga y desaparición, muy diferente al
holocausto de 2 Pedro 3:7-12. A esa fuga sigue el juicio final (20:12-15) y
entonces, dice Juan, “vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer
cielo y la primera tierra habían dejado de existir” (21:1 NVI).
49
) Aunque todos estos pasajes describen juicios divinos, no todos necesariamente se
refieren al fin del mundo (cf. Arens 1998). También debe notarse que hay mucha
variación en la traducción de algunos de estos términos hebreos, y a veces una misma
palabra puede tener varios sentidos complementarios en su campo semántico. Desde el
punto de vista literario, la mayoría de estos pasajes son de género poético.
75
Cuando buscamos todas las descripciones bíblicas del fin del mundo,
encontramos una tremenda diversidad de términos e imágenes para esa
misma realidad. Podemos identificar unas veinte variantes distintas al
respecto. Las principales (con unos de los textos) son los siguientes:
--Una figura frecuente del juicio divino y del fin del mundo
era el terremoto (Heb 12:25-28; Hag 2:6s,21s; Is 2:19-21;
13:13; 24:18-23; Jer 4:24; Joel 2:10). A veces se describe un
“terremoto” de cielo y tierra (como en Heb 12:25-28);
76
--Romanos presenta otra figura muy dramática y sugerente, la
del parto (8:20s). Los gemidos de esta creación son los dolores
de parto de un nuevo mundo.50
50
Quien escribió sobre “la agonía del planeta tierra” confundió los dolores de parto con
dolores de muerte, ¡una confusión sumamente grave!
51
La fidelidad bíblica nos obliga a considerar toda la revelación inspirada (Hch
20:0,27), no sólo los pasajes que más nos parezcan. La advertencia de no quitar nada ni
añadir nada (Ap 22:8s) se extiende en principio a toda la Biblia. Los reformadores
insistían en tota scriptura junto con sola scriptura. Cualquier interpretación del fin del
mundo tiene que tomar con igual seriedad todas las veinte o más imágenes bíblicas que
describen ese hecho.
77
gente. Realmente el tema central no era el fin del mundo sino “cielos
nuevos y tierra nueva” que serán un espacio para la justicia (1 P. 3:13).
La nueva creación52
Bíblicamente, el “fin del mundo” resulta ser más bien el inicio de toda una
nueva creación; el acabose nos resulta un “comenzose”. De todas las
enseñanzas sorprendentes y osadas de las escrituras, esta promesa de todo
un nuevo mundo lleva su lugar entre las más destacadas. El tema se
introduce en los últimos capítulos del libro de Isaías, en tiempos nada
fáciles para Israel. Si el profeta hubiera dicho, “Tengan esperanza,
volveremos a las bendiciones del pasado”, hubiera sido mucho. Cuando era
casi imposible esperar, este profeta visionario espera la cosa más increíble:
¡una nueva creación, un nuevo orden mundial y cósmico! Podemos
imaginar la sorpresa que ese anuncio debe de haber provocado.
52
) Stam, Las buenas nuevas de la creación (Grand Rapids: Nueva Creación, 1995).
78
En vez de concentrarse en las características físicas de la nueva creación
(montañas, ríos etc), nuestro pasaje se concentra en lo humano. Comienza
por destacar la alegría de la nueva creación:
Las palabras “gozo” y “alegría” casi se oyen cantar en este pasaje. En lugar
de las angustias y dolores ya olvidados, la existencia transformada será
plenitud de gozo (Sal 16:11). En tiempos nada alegres para el pueblo (como
tampoco los son nuestros tiempos hoy), el profeta anuncia gozo
desbordante y eterno. Y según 65:18a, ese gozo va a ser “en las cosas que
voy a crear”. Por lo tanto, ahora debemos comenzar a prepararnos para esa
alegría, aprendiendo a gozarnos en las cosas que nuestro Dios ha creado en
este mundo presente.54
53
) Debemos notar aquí que el Ap 21, junto con este mismo tema de la nueva creación,
aparece también la nueva Jerusalén, esposa del Cordero, en toda la alegría de la boda.
54
) Algunos rabinos destacaban la importancia del gozo en la vida religiosa. “Dios se
revela al corazón alegre”, decía uno. En la muy alegre fiesta de cabañas, decían que no
alegrarse era un pecado.
79
Nunca más habrá en ella niños que vivan pocos días,
55
La traducción de la NVI en este texto capta mucho mejor el sentido y la ironía del
pasaje.
80
poder ver ni oir muy bien). No es para menos; ¡ha alcanzado un siglo de
vida!
Pero cuando vengan los nuevos cielos y la nueva tierra, según esta visión,
si alguien muere con cien años se lamentará, “¡Que mortalidad infantil!
Con sólo cien años y ya murió, apenas comenzando la vida. ¿Por qué murió
tan niñito?. Apenitas 100 años, ¿qué pasó?” Otros tendrán una explicación
diferente para esta muerte trágicamente prematura, con apenas cien años, y
preguntarán, “¿Qué pecado habrá cometido, para que Dios le castigara con
morir con apenas un siglo de vida?”
¡Qué interesante! Este profeta visionario, que vislumbra por primera vez la
nueva creación escatológica, concentra su mensaje en la mortalidad infantil
(65:20) y la alienación de la mano de obra humana. Construir una casa para
que otro la habite, sembrar una cosecha que otro vaya a comer: ¿Cómo
pasaban esas cosas en Israel? El primer caso sería que construyo mi casa
81
pero antes de estrenarla, me muero. Por eso dicen que serán como los
árboles, con una gran longevidad, lo contrario de la mortalidad infantil sino
largos días de vida en el Señor. Pero también ellos mismos habían estado
en el exilio, perdieron sus casas por una invasión enemiga y no pueden
ocupar sus casas ni beber el vino de sus viñedos. Los muchos miles de
exiliados latinoamericanos han conocido también la dolorosa nostalgia de
su casa y sus campos. Y un tercer caso, que antes del exilio denunciaron los
profetas y que fue una de las causas principales del exilio: un sistema
económico injusto donde quien hacía el trabajo no disfrutaba del producto.
El profeta anuncia que eso se acabará. Va a haber otro orden de relaciones
humanas y laborales porque Dios va a cambiar todas las cosas.
No debemos olvidar que los animales son parte del plan de Dios, hasta en
el ésjaton. Hay una dignidad también de la vida del animal, que es
importante. Unos rabinos decían de los que maltratan a los animales, que
en el día del juicio cuando llegan a defenderse ante Dios, van a estar
presentes todos los animales que habían maltratado aullando a todo
volumen y Dios no va a oir sus defensas. No nos olvidemos que en la
creación la vida animal comparte mucho con nosotros (Gn 1-2). Karl Barth
señala que Dios nos creó en el mismo día en que creó a los animales para
comer de la misma mesa con ellos. Nuestra fisiología es básicamente la
misma de la de ellos. A veces ellos se comportan mejor que nosotros (Is
1:3) . En el santo monte de Dios no habrá violencia y todo será justicia y
shalom en el reino animal como entre los humanos.
82
En el Nuevo Testamento Romanos 8 recoge la visión isaiana de la nueva
creación pero en una forma muy original: ¡como el parto de un nuevo
mundo! El bloque textual comienza realmente con 7:14-25, sin duda uno de
los pasajes más tristes de toda la Biblia, para terminar al fin con 8:28-39, la
carta magna por excelencia de la esperanza cristiana. Entre ese inicio tan
desesperado y esa conclusión tan gozosa y esperanzadora, el argumento
fluye como un río lleno de sorpresas.
Este extenso pasaje comienza con un grito de angustia por el fracaso moral
y espiritual “en la carne” (7:14-25), por lo que llega a exlamar, “¡Soy un
pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?” (7:24 NVI). En
seguida Pablo da gracias a Dios en Jesucristo (7:25), porque “por medio de
él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la
muerte”(8:2). Sigue una larga exposición del poder del Espíritu en la vida
del creyente (8:5-17, la llamada “vida victoriosa”). Después sigue la
sorpresa más grande del pasaje:
Partiendo del tema del sufrimento (8:17), Pablo vincula las aflicciones
nuestras (8:17s,23) con el dolor cósmico de la creación (8:20,22). A pesar
de la plenitud del Espíritu y la victoria en Cristo, los fieles seguimos
sufriendo. Pero nuestro sufrimiento no es sino el pasaje a la gloria segura
que nos espera. En seguida Pablo articula toda una lógica de la esperanza
integral: la nueva creación (8:19-22), la resurrección del cuerpo (8:23), y la
83
presencia actual del Espíritu como señal y anticipo de esa gloria venidera
(8:23,26).
Corre por las palabras del apóstol una simpatía intensa por
la naturaleza misma en sí y por sí. Pablo es uno de aquellos
(como San Francisco de Asís) dotados de una capacidad
especial, como si pudiera leer los pensamientos de plantas y
animales. Parece poner el oído en el suelo, y el murmullo
confuso que oye tiene sentido para él: es el gemido de la
creación ahelando ese estado más feliz que le corresponde,
del que ha sido defraudado. (1902:207, 212).
Un pesimismo histórico, de los que sólo pueden cantar “la vida sigue igual”
porque nada puede cambiar (2 P 3:4), es lo más lejos y opuesto a la
esperanza cristiana. También lo es un pesimismo apocalíptico, cuya única
esperanza es el cielo (“la isla de mis ensueños”) porque para esta tierra y
para la historia humana no se puede esperar absolutamente nada. El
mensaje de este pasaje es que más allá del juicio divino hay todo un nuevo
orden de cosas, permeado de justicia, y que mientras lo esperamos,
podemos y debemos hacer todo lo posible para que se manifieste el reino
de Dios aquí y ahora. La esperanza escatológica no cancela la esperanza
histórica sino que la fecundiza. La esperanza histórica inspira una vida de
santidad aquí y la práctica de justicia ahora, hasta que venga el Señor.
58
En una figura algo parecida, Apocalipsis 19:8 afirma que el Cordero está tejiendo el
vestido de boda de su novia con el “lino fino” de “las acciones justas de los santos” en
la tierra. Nuestra justicia le va surtiendo los hilos de lino fino hasta terminar el vestido.
87
Sin duda, Apocalipsis 21-22 es el pasaje definitivo sobre la nueva creación.
Cuando apareció el gran trono blanco de Dios, ante el rosto divino
“huyeron el cielo y la tierra, sin dejar rastro alguno” (20:11 NIV). En
seguida ocurre el juicio final (20:12-15), como si estuviera suspendido en
un misterioso “vacío” entre la vieja creación que ya pasó y la nueva que
está por venir.59 Una vez realizado el juicio, irrumpe la nueva creación:
59
) Hasta que no se haya hecho justicia, por medio del juicio, no puede establecerse el
reino de Dios y la nueva creación en su realidad definitiva.
60
) Los hebreos no dominaban las costas y no eran marineros; el único mar de ellos eran
dos lagos, el de Galilea y el mar muerto. El mar para ellos era símbolo de amenaza,
peligro, de caos y de muerte.
88
(1) Dios mismo proclama que su propia habitación estará en la nueva
creación en medio de los redimidos (21:3; cf 22:3); Yahvé tomará
residencia en la Nueva Jerusalén, cf 22:3); y
(2) Yahvé mismo renueva su pacto pero con un cambio radical: “ellos
serán sus pueblos (plural), Dios mismo estará con ellos y será su Dios”
(21:3). El cambio de la clásica fórmula del pacto del singular (“mi pueblo”,
Israel) al sorprendente plural (“mis pueblos”) implica una radical
internacionalización del pacto.61 A esto corresponde el cuadro de armonía
internacional que presenta 21:24-26.
La nueva creación será tanto comunitaria (21:2, Nueva Jerusalén; 21:3 mis
pueblos) como también personal en todas las dimensiones de la existencia
61
) Los textos críticos del griego, tanto Nestle como Sociedades Bíblicas Unidas, tienen
laoí en vez del usual laós. En este detalle, la mayoría de las traducciones están
equivocadas.
62
) Debe observarse que es Dios mismo quien habla aquí, por primera vez en el libro (o
segunda vez, si se incluye 1:8). La promesa lleva toda la garantía de una palabra
personal de Dios.
89
humana: lágrimas, dolor, muerte, sed. Este pasaje termina con palabras de
vibrante esperanza personal:
¡“Quien bebe de esta agua, jamás volverá a tener sed”! Como es personal
esa abundante satisfacción de todos los anhelos que constituyen la imagen
de Dios en nostros, profundamente personal también será nuestra relación
con Dios. Comunitariamente, los pueblos juntos serán su pueblo y él será
Dios de sus pueblos (21:3); al nivel individual, él será el Dios de cada uno
en el sentido más personal, y nosotros seremos sus hijos e hijas (21:7).63
EL SIGNIFICADO TEOLOGICO
Si el tema de la creación es tan importante que domina la primera página de
la Biblia (Gn 1) y también la última (Ap 21s) y una página central, literaria
y teológicamente (Is 65), es obvio que debe tener un lugar privilegiado en
el conjunto de nuestra fe y en la misión de la iglesia. Igual que con los
temas anteriores, con este tema también intentaremos penetrar la razón
lógica de esta enseñaza para buscar sui significado teológico y
misionológica.
El cuerpo que Dios creó y declaró “bueno en gran manera”, que Dios
mismo optó por asumir en la encarnación del Hijo, en el que nos redimió
por su muerte y en el que resucitó victorioso, ese cuerpo y su tierra
correspondiente no desaparecerán en el plan final de Dios. Tampoco deben
desaparecer de nuestra teología evangélica el cuerpo y los nuevos cielos y
nueva tierra.
64
) Cf G. E. Ladd, Jesus Christ and History (Downers Grove: IV Press, 1963, p.32): “No
hay ninguna salvación puramente ‘espiritual`”
65
) Véanse Ladd, Jesus Christ and History, 10, 31s, 35 y C.R.North, “History” en
Interpreter’s Bible Dictionary 2:610.
66
) Esto es aun más cierto en la interpetación premilenial, ya que el reino mesiánico
interno se realiza antes de que huya el viejo mundo.
91
Nosotros muchas veces lo trasladamos al cielo, pero el pensamiento judío
contempla las realizaciones finales mayormente en la tierra. Es una minoría
de pasajes la que las colocan en el cielo.
Nos puede sorprender que al final del libro del Apocalipsis, la salvación de
los fieles no termina con “ir al cielo” sino con vivir plenamente en la nueva
creación. De hecho, en Apocalipsis 21-22 nada “sube” (la direccionalidad
predilecta de la filosofía griega y de cristianos platonizados) sino las cosas
bajan: la Nueva Jerusalén desciende del cielo a la nueva tierra (21:2,9; cf
3:12), el tabernáculo de Dios está entre la humanidad (21:3), y el mismo
trono de Dios se traslada a esa ciudad santa (22:3). El mensaje del
Apocalipsis se cumple totalmente en la nueva creación, sin necesidad de
que subiéramos al cielo.
El mismo realismo concrecto está detrás del mensaje del prólogo del cuarto
evangelio (Stam 1995:40-44). Al idealismo antimaterialista de los
filósofos, el autor le opone el mismo lenguaje de ellos (“Logos”) para darle
dos puñaladas fatales a esa ideología: (1) toda la realidad material fue
creada por el mismo Logos (1:3) y (2) el Logos mismo se hizo carne
material (sárx, 1:14). De hecho, una perspectiva realista que podría
llamarse “materialismo histórico” (no “materialismo metafísico”) corre por
la Biblia desde Génesis hasta el Apocalipsis. Lo que sí es incompatible con
el mensaje bíblico es el idealismo metafísico.
92
4) Según el Nuevo Testamento, la nueva creación tiene su “ya”’(presente)
además de su “todavía no” (futuro). Cuando Dios constituyó a su Hijo
como Segundo Adán, inauguró no sólo una nueva humanidad sino también
la nueva creación. En el mismo sentido, Pablo declara que al nacer de
nuevo, somos recreados conforme a la imagen de Quien nos hizo al
principio (Ef 4:24; Col 3:10). Por eso Santiago 1:18 nos llama “primicias
de la creación” Ese término “primicias” tiene fuertes sobretonos
escatológicos, y generalmente se usa para Dios, Cristo o el Espíritu Santo,
pero nosotros también somos primicias, aquí y ahora, de una nueva
creación (cf Ro 8:22).
El texto más conocido sobre este tema es por supuesto 2 Corintios 5:17 (ver
Stam 1995:64-68). Este texto podria traducirse literalmente con: “Donde
hay alguien en Cristo, ahí esta la nueva creación (kainè ktísis; cf Gá 6:15)).
¡Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo!” (5:17, cf NVI). La traducción
“nueva creación” es más exacta que “nueva criatura”. La relación con toda
la enseñanza de la nueva creación se confirma por la presencia de la
claúsula típica de esos pasajes, “lo viejo pasó, lo nuevo llegó” (cf Ap
21:1,4; Is 65:16s). Cuando aceptamos a Cristo el reino de Dios vive ya en
nosotros, y comienza a vivir en nosotros también un nuevo orden de cosas
que se llama la nueva creación. Donde está alguien en Jesucristo está
presente anticipadamente la nueva creación.
Karl Rahner ha dicho que el culto cristiano es fiesta del porvenir del mundo
y anticipo de la venida del Salvador. ¡Celebremos esa fiesta en toda la
alegría de la creación de Dios!
SIGNIFICADO PARA LA MISION67
Los cristianos no somos de los que dicen que nada puede cambiar (2 P 3:4).
Si estamos realmente convencidos de la nueva creación, si hemos puesto
nuestra fe en el Dios que hace nuevas todas las cosas, difícilmente podemos
conformarnos con las cosas como están, ni bajo las mejoras circunstancias.
¿Y qué decir cuando nuestra realidad está tan contaminada por injusticia,
corrupción, engaño y pecado? La promesa de la nueva creación nos exige
una presencia profética en medio del presente orden. Eso es esencial a la
misión de la iglesia, aun desde el primer momento de la evangelización.
67
) Ver también Stam (1995:61-74), “Creación y misión integral”.
94
2) Nos llama también a una misión comunitaria simbolizada por la nueva
Jerusalén, ciudad de la fe. La Biblia comienza con una pareja en un jardín
pero termina con comunidades organizadas (Ap 21:24-26) que viven en
una ciudad con corazón de jardín (22:1-5).68 En Apocalipsis 21-22, aunque
la dimensión personal está presente (21:7; ver arriba p.13), esa dimensión
se ubica claramente dentro de relaciones comunitarias, que dominan la
perspectiva. Será una comunidad de diversas naciones en armonía (“los
reyes de las naciones” 21:24-26), diversas étnias y lenguas (Ap 5:9), pero
un solo Dios y una sola humanidad redimida y transformada. En la nueva
creación comunitaria de la Nueva Jerusalén, todos seremos reyes y
sacerdotes. Qué hermoso será ese reino, qué igualitario y participativo. Va
a ser una comunidad de Shalom y de justicia donde a nadie se le ocurre
hacer el mal.
Apocalipsis 22:1 describe un río de agua cristalino de vida que fluye desde
el trono de Dios, y ese trono está precisamente en el centro de la ciudad
creyente (22.3). O sea, obedienca total y espontánea a la voluntad de Dios
(el trono), en la solidaridad comunitaria, será el secreto refrescante de vida
abundante. Todos los deseos humanos serán satisfechos en plenitud, pero
en Cristo y en comunidad.
68
) La Biblia representa en ese sentido un largo proceso de urbanización. Un autor,
Gibson Winter, tiene un libro “la nueva creación como Metrópolis”.
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malo. Abundan coros con este enfoque: “subiendo, subiendo, y nunca
bajando”, “me voy con él”, “mi alma volará”, etc. En un taller de
Apocalipsis en Chinandega, Nicaragua, cuando vimos que la Nueva
Jerusalén desdendería desde el lado de Dios a la nueva tierra, un hermano
pastor, perplejo, medio en serio y medio en broma, exclamó, “Sí, sí, pero
va a descender p’arriba!” Después otros, ahora en broma, especularon que
la Nueva Jerusalén podría bajar más o menos como una plataforma
espacial, a la que nosotros entonces subiríamos. El mismo humor de los
pastores reveló lo profundo que está arraigado ese “verticalismo” en el
pensamiento evangélico.69
69
) Al final del mismo taller, un pastor dijo, “Todo eso es muy convincente, pero los
estatutos de mi iglesia no están de acuerdo”.
96
y hasta los animales viven en armonía, nos inspira ahora a comprometernos
con la paz (y no con el malévolo caballo rojo de Ap 6:3s). Finalmente, si
creemos en un reino en que todos seremos reyes y sacerdotes, debemos dar
nuestros mayores esfuerzos por la igualdad y por una sociedad participativa
(Stam 1998 B:81-87).
Eso sí, la misma esperanza nos llama a una vigilancia constante, a fidelidad
en la evangelización. “Como sabemos lo que es temer al Señor”, dice
Pablo,” tratamos de persuadir a todos” (2 Co 5:11 NVI) y a una vigilante
santidad y justicia de vida (1 Ts 5:3-8; 2P: 3:11,14).
Este pasaje en su conjunto nos plantea una tarea desafiante, de ofrecer para
nuestra escatología (a) una razón bíblica, exegética; (b) una razón lógica,
en la coherencia teológica de la fe; y (c) una razón ética, en el significado
de estas verdades para la vida y misión del pueblo de Dios. Estas son las
tareas que hemos querido asumir en este libro.
Con cada uno de esos cuatro temas hemos intentado dar la razón bíblica, en
un segundo incisio la razón teológica, y finalmente la razón ético-
misionológica. Dejamos al lector juzgar hasta qué punto lo habremos
logrado. Sobre la marcha de este pereginaje teológico, nos hemos
encontrado con muchas sorpresas y hemos sentido la presencia de Dios y el
poder de su Palabra. Confiamos en el Señor que nuestro proyecto resulte en
99
edificación para su pueblo y renovada fidelidad en la misión a que él nos ha
llamado.
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