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UNIDAD 1

FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL DISCURSO CIENTÍFICO

Introducción
Durante el desarrollo de sus actividades, todo profesional afronta el momento
de realizar una propuesta de investigación científica fundamentándose en
algún método que dé cuenta de un alto grado de sistematización y defina las
bases teóricas y metodológicas que orientan la consecución de su
conocimiento. Precisamente, el propósito esencial de nuestra Asignatura es
llevarnos a reflexionar acerca de ¿cómo conocemos?, ¿de qué factores
depende la mayor o menor validez del conocimiento generado?, ¿cuáles son
las características del conocimiento científico?, ¿qué diferencias sustantivas se
dan en las formas de generar el conocimiento?, ¿qué características
particulares presentan las distintas propuestas epistemológicas?

En esta primera Unidad, realizaremos un breve recorrido para identificar las


principales propuestas de la filosofía de la ciencia, las exigencias de la
conceptualización del objeto de estudio y su utilidad, además de establecer la
necesaria distinción entre ciencia y arte.

Abordaremos también la función del desarrollo del conocimiento dentro de la


vida humana, así como las dos tradiciones en las que --desde hace más de dos
mil años-- podemos sintetizar la búsqueda del conocimiento: la tradición
aristotélica y la galileana. Una vez que analizamos estas dos tradiciones
iniciadoras de la filosofía de la ciencia, abordaremos su evolución en la
generación de dos métodos que, por distintas vías, pretenden llegar al
conocimiento científico:

Positivismo.

Con raíces fuertemente galileanas (Galileo Galilei), esta propuesta filosófica


considera la existencia de un solo método para conocer, basándose en las
ciencias duras, la física y las matematicas; establece que el conocimiento debe
ser objetivo, claro, preciso, neutral y comprobable, como condiciones para
valorarlo como científico.

Hermenéutica.

Tiene como origen la tradición aristotélica (Aristóteles), en general, busca


conocer a través de un método comprensivo, que permita al observador o
investigador “interpretar” la realidad externa.

Posteriormente, analizaremos los problemas de la observación como técnica de


investigación y la objetividad. Por último, distinguiremos las críticas hechas al
positivismo y la discusión en torno a la existencia de un solo método científico
(monismo metodológico) o varios métodos apropiados para cada ciencia.
1. Filosofía de la Ciencia como Metaciencia
El ser humano ha buscado desde siempre explicaciones a los fenómenos que
suceden a su alrededor con el fin de profundizar en su conocimiento, tratar de
construir una relación entre causas y efectos, condiciones en que se presenta
el hecho, temporalidad y posibilidades de aprovechar en beneficio del ser
humano el nuevo saber adquirido.

Así, en su búsqueda constante por comprender su entorno, ha desarrollado


diversos procedimientos para lograr un conocimiento, algunos aplicados de
forma natural y sin la exigencia de un rigor metodológico y otros exigiéndose
mayor certidumbre y confiabilidad, donde la ciencia o el conocimiento científico
es el más valorado y con un alto grado de legitimidad.

Dilucidar en qué consiste el acto de conocer, cuál es la esencia del


conocimiento, cuáles son las relaciones cognoscitivas entre el hombre y su
entorno, constituye el propósito fundamental de la filosofía. El término filosofía
proviene del latín philosophia y éste del griego , entendiéndose como el
conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios
más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así
como el sentido del obrar humano, por ello, muchas veces se le define como
"amor a la sabiduría", "deseo de conocer". De aquí, que la filosofía de la ciencia
se ocupe de los problemas relacionados con el análisis y evaluación de la
estructura de las ciencias: métodos, valores, fines, prácticas y teorías, así como
su capacidad para revelar entidades ocultas y procesos de la naturaleza; donde
un factor esencial es la relación entre el hecho o fenómeno que se conoce
(objeto de conocimiento) y el hombre que adquiere el conocimiento (sujeto
cognoscente).

La filosofía de la ciencia puede considerarse un metaconocimiento, es decir, un


saber acerca del saber, un conocimiento que puede aplicarse a todas las
ciencias y no sólo a disciplinas enfocadas a campos específicos, con métodos
de investigación particulares.

En otras palabras, estudia la investigación científica y su producto: el


conocimiento científico, ocupándose de los problemas filosóficos de la
investigación, entre los que destaca la esencia de la ciencia misma, buscando
aproximar una respuesta a la pregunta vital: ¿qué es eso llamado ciencia? Sólo
si somos capaces de responder a tal interrogante, podremos abordar con
garantías el criterio de demarcación, esto es, la frontera que hace posible
distinguir a las ciencias empíricas y formales, de la metafísica y el arte o la
religión. Junto a ello, debemos establecer los límites entre el territorio científico
y el pseudocientífico (Guzmán y Pérez).

El objeto de estudio de la filosofía de la ciencia es tan antiguo y extendido


como la ciencia misma. Algunos científicos han mostrado un vivo interés por
abordarla, como Galileo, Isaac Newton y Albert Einstein, al tiempo de realizar
importantes contribuciones; mientras que un gran número de científicos, sin
embargo, la consideran ajena y como campo propio de los filósofos, por tanto,
prefieren seguir haciendo ciencia, en vez de dedicar más tiempo a reflexionar
acerca de cómo se hace la ciencia.

La filosofía de la ciencia es siempre un tema central, considerada a menudo


como sinónimo de epistemología, gnoseología o teoría del conocimiento.
Debemos hacer varias aclaraciones terminológicas. Ante todo, es importante
no confundir la epistemología, con otras dos disciplinas importantes que
también se interesan por el conocer:

• La lógica (considerada normativa) estudia específicamente el razonamiento


y se interesa por establecer las condiciones formales del conocimiento.

• La psicología (eminentemente experimental), examina al ser cognoscente


en su condición psicofísica y estudia los mecanismos que hacen posible el
funcionamiento intelectual de las distintas especies animales, muy en especial
el Homo sapiens.

En cambio, la epistemología, término introducido por filósofos alemanes, se


preocupa por la clarificación del conocimiento como relación bipolar entre un
sujeto y un objeto, y, en particular, por la dilucidación de la correspondencia
entre el pensamiento y la realidad a la que éste se refiere. Proviene de las
raíces griegas episteme, que significa conocimiento, y logos, estudio o teoría.
De hecho, en el desarrollo del pensamiento filosófico podemos encontrar dos
preocupaciones esenciales: la concepción del yo y la concepción de universo,
siendo la filosofía ambas cosas, mientras que en el conocimiento podemos
distinguir cuatro elementos esenciales:

• El sujeto que conoce.


• El objeto conocido.
• La operación o proceso mínimo de conocer.
• El resultado obtenido, que es la información recabada acerca del
objeto

En esencia el conocimiento constituye una relación entre un sujeto que conoce


y un objeto que se deja conocer; la función del sujeto es aprehender al objeto;
la del objeto es ser aprehensible y aprehendido por el sujeto; pero además
dicha relación involucra y es dependiente de procesos sociales, de factores y
circunstancias que influyen en el menor o mayor grado de profundidad de
aquella realidad que pretendemos conocer.

• Relaciones sujeto-objeto de conocimiento

Históricamente la diferentes perspectivas asumidas para definir las relaciones


sujeto-objeto de conocimiento van a dar lugar a una serie de posiciones
epistemológicas divergentes que abordaremos más adelante, por ahora,
diremos que el sujeto se pone en contacto con el objeto y obtiene una
información acerca del mismo y, cuando existe congruencia o adecuación entre
el objeto y la representación interna correspondiente, puede decirse que se
está en posesión de una verdad; por tanto, el concepto de verdad es el
concepto de una relación: la relación del contenido del pensamiento, de la
"imagen", con el objeto. Este objeto, en cambio, no puede ser ni verdadero ni
falso; se encuentra, en cierto modo, más allá de la verdad y la falsedad.

De manera general, suele indicarse que el sujeto puede captar un objeto en


tres niveles:

Sensible: Permite almacenar en la mente “imágenes” de las cosas, con color,


figura y dimensiones. Tiene un carácter singular. Es decir, capta al objeto por
medio de los sentidos. (Ejemplo: padre, es igual a imagen física del ser que me
dio la vida).

Conceptual:

Son representaciones “invisibles”, “inmateriales”, pero universales y


esenciales. (Ejemplo: padre, es igual a ser que da vida a otro ser, no importa su
procedencia ni imagen, es algo abstracto, universal).

Holístico:

No presenta colores ni dimensiones ni estructuras universales. Suele llamarse


también intuitivo, porque permite captar un objeto dentro de un amplio
contexto, como elemento de una totalidad sin estructuras ni límites definidos
con claridad. La palabra holístico se refiere a la totalidad percibida en el
momento de la intuición. (Ejemplo: la hipótesis de un científico que debe ser
traducida a términos estructurados (conceptos), ya que ve al objeto en un
contexto amplio y debe ahora explicarlo. También la experiencia estética es un
ejemplo, al percibir la armonía, la belleza de una obra sin estructuras ni
conceptos , sólo por afinidad al sujeto).

No obstante estas formas de captar al objeto, es imposible considerarlas como


fuente principal y prueba última de conocimiento, ya que recordemos
constituyen sólo la percepción del objeto a la que va a contraponerse la
capacidad de razonamiento del ser humano para relacionar ideas y las
estructuras propias del pensamiento; asimismo, encontramos una realidad
sobre la que actúa el sujeto, quien en su calidad de ser pensante no es sólo y
esencialmente especulativo, sino también práctico, es decir un ser volitivo.
Estas perspectivas son las que desde hace siglos mantienen el interés de los
filósofos, siendo la cuestión del origen del conocimiento humano el aspecto
sustantivo.

De acuerdo con la clasificación de diversos autores, suelen encontrarse cuatro


concepciones básicas en la identificación de las formas de generar el
conocimiento, de las que retomaremos las propuestas por Clara Chamorro y
Jairo Marulanda (1), donde se destaca:

Racionalismo:

Valora en el pensamiento, en la razón, la fuente principal del conocimiento


humano. Un conocimiento sólo merece este nombre cuando es lógicamente
necesario y universalmente válido. Por ejemplo, el juicio: “el todo es mayor que
la parte”, o bien, “todos los cuerpos son extensos”. Algo distinto sucede con
juicios como: “todos los cuerpos son pesados”, o “el agua hierve a 100
grados”; mismos que no tienen necesidad lógica y carecen de la rigurosa
validez universal, de hecho, sólo son válidos en la medida que podemos
comprobarlos y, por tanto, dependemos de la experiencia.

Empirismo:

Opone a la tesis del racionalismo la antitesis de que la única fuente del


conocimiento humano es la experiencia. No hay ningún patrimonio a priori de
la razón. Todos nuestros conceptos, incluso los más generales y abstractos,
proceden de la experiencia. Mientras el racionalismo se deja llevar por una idea
determinada a partir de una idea de conocimiento, el empirismo parte de los
hechos concretos y para justificar su posición acude a la evolución del
pensamiento y del conocimiento humano. Mientras los racionalistas proceden
de las matemáticas, las más de las veces; los defensores del empirismo
proceden casi siempre de las ciencias naturales, donde la experiencia
representa el papel decisivo para comprobar exactamente los hechos mediante
una cuidadosa observación.
Intelectualismo:

Esta posición epistemológica media entre el racionalismo y el empirismo y


reconoce que ambos factores tienen parte en la producción del conocimiento.
El intelectualismo coincide con el racionalismo en que hay juicios lógicamente
necesarios y universalmente válidos, y no sólo sobre los objetos ideales, sino
también sobre los objetos reales. Pero mientras que el racionalismo considera
los elementos de estos juicios, los conceptos, como un patrimonio a priori
de nuestra razón, el intelectualismo los deriva de la experiencia, y su axioma
fundamental es: “nada hay en el intelecto que no haya pasado primero por los
sentidos”. Aunque el empirismo invoca repetidamente este axioma, el
intelectualismo afirma que, además de las representaciones intuitivas
sensibles, están los conceptos. Y en cuanto contenidos de conciencia no
intuitivos, los conceptos son esencialmente distintos de las representaciones,
pero están en una relación genética con éstas, supuesto que se obtienen de los
contenidos de la experiencia.

Apriorismo:

Define la relación entre la experiencia y el pensamiento en forma opuesta al


intelectualismo: nuestro conocimiento presenta elementos a priori,
independientes de la experiencia, lo cual era también opinión del racionalismo;
pero, mientras éste consideraba los factores a priori como contenidos, como
conceptos perfectos, para el apriorismo estos factores son naturaleza formal.
No son contenidos, sino formas del conocimiento. Los factores a priori
semejan recipientes vacíos, que la experiencia llena con contenidos concretos.
El factor a priori no procede de la experiencia, sino del pensamiento, de la
razón; el pensamiento no se conduce receptiva y pasivamente frente a la
experiencia, sino espontánea y activamente. Esta propuesta constituye otra
forma de mediación entre el racionalismo y el empirismo.

• Dilemas en la antigüedad

A fin de comprender mejor esta división sobre las relaciones sujeto-objeto de


conocimiento, es indispensable remontarnos a algunos de los principios
filosóficos griegos y medievales. A fin de profundizar en los aspectos de mayor
interés personal, o bien, aclarar posible dudas acerca de la relevancia de algún
concepto, puede acudir a las direcciones electrónicas siguientes, donde se
exponen los aspectos básicos y elementales del desarrollo de la filosofía:

http://www.webdianoia.com/pages/filosofos.htm
http://www.antroposmoderno.com/biografias/index.php

En nuestro caso, resumiremos en lo posible para señalar que los orígenes de


las divisiones señaladas pueden hallarse en el siglo V a.C., cuando los sofistas
griegos cuestionaron la posibilidad de que hubiera un conocimiento fiable y
objetivo. Gorgias afirmó que nada puede existir en realidad, que si algo existe
no se puede conocer, y si su conocimiento fuera posible, no podría
comunicarse. Otro sofista importante, Protágoras, mantuvo que ninguna
opinión de una persona es más correcta que la de otra, porque cada individuo
es el único juez de su propia experiencia.

PlatónPlatón, siguiendo a Sócrates, intentó contestar a los sofistas dando por


sentado la existencia de un mundo de formas o ideas, invariables e invisibles,
sobre las que es posible adquirir un conocimiento exacto y certero. Mantenía
que las cosas que uno ve y palpa son copias imperfectas de las formas puras
estudiadas en matemáticas y filosofía. Por consiguiente, sólo el razonamiento
abstracto de esas disciplinas proporciona un conocimiento verdadero, mientras
que la percepción facilita opiniones vagas e inconsistentes. Concluyó que la
contemplación filosófica del mundo oculto de las ideas es el fin más elevado de
la existencia humana.

Aristóteles (384-322 a.C.)Compartió con Platón y Sócrates la distinción de ser


los filósofos más destacados de la antigüedad. Utilizó a menudo la forma
dialogada de razonamiento y, quizá debido a la influencia de su padre que
era médico, su filosofía hacía hincapié sobre todo en la biología, frente a la
importancia que Platón concedía a las matemáticas. Para Aristóteles el mundo
estaba compuesto por individuos (sustancias) que se presentaban en tipos
naturales fijos (especies). Cada individuo cuenta con un patrón innato
específico de desarrollo y tiende en su crecimiento hacia la debida
autorrealización como ejemplo de su clase. El crecimiento, la finalidad y la
dirección son, pues, aspectos innatos a la naturaleza, y aunque la ciencia
estudia los tipos generales, éstos encuentran su existencia en individuos
específicos. En astronomía, Aristóteles propone un Universo esférico y finito
que tiene a la Tierra como centro. La parte central está compuesta por cuatro
elementos: tierra, aire, fuego y agua.

Asimismo, Aristóteles siguió a Platón al considerar el conocimiento abstracto


superior a cualquier otro, pero discrepó de su juicio en cuanto al método
apropiado para alcanzarlo. Aristóteles mantenía que casi todo el conocimiento
se deriva de la experiencia. El conocimiento se adquiere ya sea por vía directa,
con la abstracción de los rasgos que definen a una especie, o de forma
indirecta, deduciendo nuevos datos de aquellos ya sabidos, de acuerdo con las
reglas de la lógica (Ciencia que estudia los principios formales del conocimiento, es decir,
aquellas condiciones que deben cumplirse para que un conocimiento, cualquiera que sea su contenido,
pueda considerarse como verdadero y bien fundado, y no como una mera ocurrencia o como una
hipótesis sin base ninguna.).
La observación cuidadosa y la adhesión estricta a las
reglas de la lógica, que por primera vez fueron expuestas de forma sistemática
por Aristóteles, ayudarían a superar las trampas teóricas que los sofistas
habían expuesto. Las escuelas estoica y epicúrea coincidieron con Aristóteles
en que el conocimiento nace de la percepción pero, al contrario que Aristóteles
y Platón, mantenían que la filosofía había de ser considerada como una guía
práctica para la vida y no como un fin en sí misma.

• Edad Media

Después de varios siglos de declive del interés por el conocimiento racional y


científico, el filósofo escolástico Santo Tomás de Aquino y otros filósofos de la
Edad Media ayudaron a devolver la confianza en la razón y la experiencia,
combinando los métodos racionales y la fe en un sistema unificado de
creencias. Tomás de Aquino coincidió con Aristóteles en considerar la
percepción como el punto de partida y la lógica como el procedimiento
intelectual para llegar a un conocimiento fiable de la naturaleza, pero estimó
que la fe en la autoridad bíblica era la principal fuente de la creencia religiosa.
Su obra es el resultado de la síntesis de la filosofía aristotélica con la tradición
filosófica y teológica del cristianismo y, en cuanto tal, representa el momento
cumbre de la escolástica cristiana. La inicial sumisión de la razón exigida por la
fe, dejará paso a una mayor autonomía con lo que se iniciará la filosofía
moderna.

Reconciliando el énfasis de San Agustín sobre el principio espiritual humano


con la afirmación averroísta (Filosofía o pensamiento basado en el intento de consiliar la
teología musulmana y el pensamiento aristotélico. Proviene del filósofo hispanoárabe Averroes (1126-
1198).)
de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Santo Tomás
de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia
sensible, así como las presentaba Aristóteles, son compatibles y
complementarias.

Por otra parte, la propuesta de interpretar a la naturaleza como una realidad


dinámica compuesta por cuerpos en movimiento y sometida a una estructura
matemática, quizá comience con Copérnico, quien en el prólogo de De
Revolutionibus (1543) presentaba su hipótesis heliocéntrica como una
hipótesis matemática. Posteriormente, los copernicanos acentuaron la
importancia de las mediciones astronómicas para defender sus hipótesis, de
modo que, en relación con el cambio de paradigma del universo, el carácter
estructuralmente matemático de la realidad se iba poniendo de manifiesto.

La necesidad de contar con un nuevo método para estudiar la naturaleza


aparece ya de una manera clara y decidida en Bacon. En el Novum Organum
presenta un método de carácter inductivo que tiene por objeto la investigación
de la realidad natural. Lo mismo ocurre en el caso de Galileo. Su búsqueda de
la objetividad en el conocimiento de la naturaleza lo llevará a rechazar los
procedimientos escolásticos inspirados fundamentalmente en Aristóteles.

Galileo está convencido de que el conocimiento de la naturaleza es posible


pero, que al estar escrito en un lenguaje matemático, requiere del
conocimiento de dicha ciencia para ser interpretado así como de su aplicación
correcta al ámbito del conocimiento. Sin embargo, es necesario recurrir a la
experiencia para contrastar las hipótesis matemáticas que se formulan sobre la
realidad, por lo que el carácter de su método es hipotético-deductivo. Además,
la interpretación matemática de Galileo se orienta hacia la cuantificación,
dirección que seguirá la física moderna con Newton y que continuará hasta
nuestros días.

Por su parte, Descartes optará por una interpretación distinta del método.
Comparte la idea de que la naturaleza es una realidad dinámica con estructura
matemática, pero tiene una interpretación distinta del significado de las
matemáticas. Para Descartes el éxito de las matemáticas radica no en su
estructura que hoy denominaríamos axiomática, sino en el método que utiliza.
Asimismo, trató de aplicar a la filosofía el razonamiento inductivo (que parte de
lo particular a lo general).

Si el conocimiento de la naturaleza es posible gracias a las matemáticas,


entonces, es pensable que utilizando su método deductivo alcancemos la
verdad y la certeza en el conocimiento de los otros aspectos de la realidad.
Considera que un conocimiento, para ser tomado como verdadero, ha de
poseer la característica de la certeza, que viene a significar una especie de
seguridad en la verdad del conocimiento. Generó las bases del racionalismo
filosófico y científico. Indicó que la crítica de los sentidos como forma de
conocimiento ha de fundamentarse en la intuición de principios
incuestionables; desde ese momento, la razón elabora construcciones cada vez
más abstractas, siguiendo un método deductivo. Estableció que la intuición nos
lleva de una manera inevitable a la deducción, que consistirá en una serie
sucesiva de intuiciones, apoyadas en la memoria.

De acuerdo con Descartes, la deducción consiste en una operación por la cual


comprendemos todas las cosas que son consecuencia necesaria de otras
conocidas por nosotros con toda certeza. Distinguimos la intuición de la
deducción en que en ésta se concibe un movimiento o cierta sucesión y en
aquélla no, ya que la deducción no necesita como la intuición una evidencia
presente, sino que, en cierto modo, la pide prestada a la memoria. En
definitiva, la intuición ofrece el conocimiento de los principios y la deducción el
de las consecuencias lejanas, a las que no se puede llegar de otro modo.

Descartes, por lo tanto, comparte con Bacon y con Galileo la necesidad del
método para conocer la realidad. El fracaso de los métodos silogísticos y de la
física aristotélica, hacen necesario un nuevo método para interpretar la
realidad. Ello supone la confianza en la razón, que fue ganando su autonomía
en el paso del siglo XVI al XVII. El nuevo método, además, ha de tener
capacidad para descubrir, no basta un método que tenga carácter meramente
explicativo, que sirva para exponer o para comunicar un conocimiento. No se
trata de transmitir un saber acumulado a través de la historia, sino de
descubrir, de inventar.
De esta forma, puede indicarse que los tres autores inician la nueva era de la
ciencia moderna al criticar la confianza medieval en la tradición y la autoridad
y al aportar novedosas normas para articular el método científico, entre las que
se incluyen el primer grupo de reglas de lógica inductiva formuladas.

Nicolás Copérnico (1473-1543) Es uno de los astrónomos más importantes de


la Historia. Comienza una revolución científica al desbancar a la Tierra como
centro del Universo (teoría geocéntrica de Claudio Ptolomeo) e inaugurar el
reinado del Sol (teoría heliocéntrica). Postuló que la Tierra y los demás
planetas giran en torno a un Sol estacionario. Creyó que la forma esférica,
geométricamente la más perfecta, no era sólo la más apta para el movimiento
sino también causa suficiente de él y que engendraba el movimiento más
perfecto y natural, esto es, el movimiento circular. Esa es la razón y no otra de
que Copérnico estime el principio del movimiento circular uniforme como base
de toda su mecánica celeste, el único medio para mover la máquina del
mundo. Sin embargo, su Universo no es un espacio infinito, sino que tiene
límites.

La difusión del pensamiento copernicano y la adopción de su sistema se


produjo con mucha lentitud.

Francis Bacon (1561-1626)Indica que, para gobernar la naturaleza es preciso


obedecerla. Hay que dirigirse a la naturaleza para interrogarla. De la
experiencia debe remontarse la razón al establecimiento de una axiomática
que interprete las observaciones. Lo que no puede hacer es anticiparse en una
explicación de la naturaleza. Interpretación y anticipación son dos modos de
enfrentarse con la realidad natural. La anticipación de la naturaleza pasa de los
hechos singulares a los axiomas más generales; la interpretación de la
naturaleza, verdadero método de acercamiento, pasa de los hechos singulares
a los axiomas medios y de éstos a los más generales. La silogística aristotélica
procede, en la opinión de Bacon, a deducir de los axiomas más generales los
axiomas medios. Este modo de comportarse es deductivo y sin duda
apodíctico, pero nada dice de la realidad, se anticipa a ella.

Galileo Galilei (1564-1642)Fué uno de los fundadores del método experimental.


A partir de sus observaciones, enunció las leyes de caída de los cuerpos y
refrendó la teoría heliocéntrica de Copérnico. Debido a sus conclusiones,
Galileo fue sometido a un humillante proceso inquisitorial, en el que se le
obligó a abjurar de sus argumentos sobre el desplazamiento de la Tierra
alrededor del Sol. Algunos autores indican que, luego de abjurar, cuando el
anciano se puso de pie murmuró: "E pur si muove": Y sin embargo (la Tierra) se
mueve (alrededor del Sol). Descubrió que la Vía Láctea consistía en una
miríada de estrellas; que el Universo no era fijo ni inmutable, como creían sus
contemporáneos, pues aparecían ante su vista nuevas estrellas que luego
desaparecían; que los planetas Venus y Mercurio se movían también alrededor
del Sol y que el Sol mismo giraba sobre su eje.

René Descartes (1596-1650)Trató de superar las dificultades por las que


atravesaba la filosofía con la caída en el descrédito del método escolástico y el
predominio de la visión escéptica de los empiristas. Se preguntó qué es aquello
que podemos conocer con certeza, aquello de lo que no podemos dudar.
Entendiendo que el único modo de salir de la duda es llevándola al extremo, la
utilizó como método para alcanzar una certeza a partir de la cual se pudiese
reconstruir el edificio de la verdad (duda metódica). Su estrategia no fue el
rechazo o la negación de la duda, sino su aceptación hasta las últimas
consecuencias. Sometió todo conocimiento a duda con el fin de encontrar una
verdad de la que ya no pudiese dudar ni el más escéptico. Así llegó a alcanzar
una certeza primera: Pienso, existo ("cogito, sum").

Por otra parte, John Locke criticó la creencia racionalista de que los principios
del conocimiento son evidentes por una vía intuitiva, y argumentó que todo
conocimiento deriva de la experiencia, ya sea de la procedente del mundo
externo, que imprime sensaciones en la mente, ya sea de la experiencia
interna, cuando la mente refleja sus propias actividades. Afirmó que el
conocimiento humano de los objetos físicos externos está siempre sujeto a los
errores de los sentidos y concluyó que no se puede tener un conocimiento
certero del mundo físico que resulte absoluto.

El filósofo escocés David Hume siguió con la tradición empirista, pero no


aceptó la conclusión de Berkeley (quien criticaba a Locke en su distinción entre
ideas y objetos), en el sentido de que el conocimiento consistía tan sólo en
ideas. Dividió todo el conocimiento en dos clases: el conocimiento de la
relación de las ideas --es decir, el conocimiento hallado en las.matemáticas y
la lógica, que es exacto y certero pero no aporta información sobre el mundo--
y el conocimiento de la realidad --es decir, el que se deriva de la percepción--.
Hume afirmó que la mayor parte del conocimiento de la realidad descansa en
la relación causa-efecto, y al no existir ninguna conexión lógica entre una
causa dada y su efecto, no se puede esperar conocer ninguna realidad futura
con certeza. Así, las leyes de la ciencia más certeras podrían no seguir siendo
verdad: una conclusión que tuvo un impacto revolucionario en la filosofía.

Al respecto, el alemán Immanuel Kant intentó resolver la crisis provocada por


Locke y llevada a su punto más alto por las teorías de Hume. Propuso una
solución en la que combinaba elementos del racionalismo con algunas tesis
procedentes del empirismo. Coincidió con los racionalistas en que se puede
tener conocimiento exacto y certero, pero siguió a los empiristas en mantener
que dicho conocimiento es más informativo sobre la estructura del
pensamiento que sobre el mundo que se halla al margen del mismo. Distinguió
tres tipos de conocimiento: analítico a priori, que es exacto y certero pero no
informativo, porque sólo aclara lo que está contenido en las definiciones;
sintético a posteriori, que transmite información sobre el mundo aprendido a
partir de la experiencia, pero está sujeto a los errores de los sentidos; y
sintético a priori, que se descubre por la intuición y es a la vez exacto y
certero, ya que expresa las condiciones necesarias que la mente impone a
todos los objetos de la experiencia.

Las matemáticas y la filosofía, de acuerdo con Kant, aportan este último tipo
de conocimiento. Desde los tiempos de Kant, una de las cuestiones sobre las
que más se ha debatido en filosofía ha sido si existe o no el conocimiento
sintético a priori.

1.1. ¿Qué es la ciencia?


--- Teetetes. […] Me parece que el que sabe una cosa, siente, aquello que
él sabe, y en cuanto puedo juzgar en este momento, la ciencia no se
diferencia en nada de la sensación […].--- Sócrates. Esta definición que das
de la ciencia, no es de despreciar; es la misma que ha dado Protágoras,
aunque se haya expresado de otra manera. El hombre, dice, es la medida
de todas las cosas, de la existencia de las que existen, y de la no existencia
de las que no existen. Tú has leído, sin duda, su obra.--- Teetetes. Sí, y más
de una vez.--- Sócrates. ¿No es su opinión que las cosas son, con relación a mí,
tales como a mí me parecen, y con relación a ti, tales como a ti te parecen?
Porque somos hombres tú y yo.--- Teetetes. Eso es lo que dice,
efectivamente.--- Sócrates. […] ¿No es cierto que algunas veces, cuando corre
un mismo viento, uno de nosotros siente frío, y otro no lo siente, éste poco,
y aquél mucho?--- Teetetes. Seguramente.--- Sócrates. ¿Diremos, entonces,
que el viento, tornado en sí mismo, es frío o no es frío?, o bien ¿tendremos
fe en Protágoras, que quiere que sea frío para aquel que lo siente, y que no
lo sea para el otro?Platón. Diálogos “Teetetes o de la Ciencia”.

El vocablo “ciencia” deriva del latín scientia, etimológicamente equivalente a


“saber”, “conocimiento” y el debate sobre sus orígenes y la forma de conocer
ha enfrentado posturas, en la mayoría de los casos entre historiadores y
científicos.

En particular, las matemáticas nos pueden dar una idea importante sobre el
carácter social y múltiple del origen del conocimiento científico. De acuerdo
con Ritter (1989), no hay ninguna "necesidad interna" en la manera en que
resolvemos un problema matemático. Las técnicas de resolución están ligadas
a la cultura en la que nacen y culturas diferentes resolverán el "mismo"
problema por caminos diferentes, aunque los resultados finales puedan ser,
por supuesto, similares. Ésta diversidad de orígenes coincide con el análisis
histórico de la construcción de tablas de cálculo matemático en Egipto y
Mesopotamia (García). (1)
En la introducción a su libro La ciencia, su método y su filosofía, Bunge (2001)
comenta que mientras que los animales inferiores sólo habitan en el mundo,
nacen, viven y mueren, el hombre en cambio, trata de entender el mundo en el
que vive, modificarlo y transformarlo para su beneficio. Este “mundo artificial”
que el hombre construye en el proceso de comprensión y apropiación del
mundo, es el cuerpo de ideas llamado “ciencia”, caracterizado como
conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente,
falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una
reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y
exacta.

Bunge, M. (2001). La ciencia, su método y su filosofía. Buenos Aires: Nueva


Imagen.

La ciencia, como actividad, como investigación, pertenece a la vida social y en


la medida en que tiene aplicación en el mejoramiento de nuestro medio natural
y artificial, la invención y manufactura de bienes materiales y culturales,
adopta la forma de tecnología. Bunge establece una división de la ciencia en:

Ciencias formales:

Son aquellas que utilizan la lógica para demostrar rigurosamente sus teoremas
(lógica, matemáticas), los cuales pueden haber sido adivinados por inducción
común o de otras maneras.

Ciencias fácticas:

Son aquellas que necesitan más que la lógica formal para confirmar sus
conjeturas, ya que requieren de la observación y la experimentación (biología,
sociología), mediante la observación de la realidad, la elaboración de hipótesis
(Supuesto que busca comprobarse o refutarse mediante la investigación y que requiere de una
metodología para ser científico.)acerca de la misma y la comprobación de en qué
medida esas hipótesis responden a los hechos.

a) Características de la ciencia

De acuerdo con Bunge (3), las características definitorias de la ciencia son las
siguientes:

Fáctica:

El conocimiento científico es fáctico. Encuentra fundamento en los hechos,


considerados “datos empíricos” al retomarse de la realidad externa como parte
de una investigación. Las observaciones las denominamos “enunciados
fácticos”, sustentados en alguna teoría específica en la cual se inscriban y con
la que contribuyan a su desarrollo.
Trascendente:

El conocimiento científico trasciende los hechos. La ciencia no está limitada a


la simple descripción de los hechos observados, por el contrario, en primera
instancia, los científicos seleccionan de todo el universo de hechos
observables, aquellos que les serán útiles para lograr los objetivos de su
investigación. Manipulan los hechos, dudan de su veracidad, indagan acerca de
su origen, intentan encontrar las variables que los afectan, los relacionan con
otros hechos y procuran descubrir qué tipo de correlación existe entre éstos.
Los científicos sistematizan los hechos observados a través de la elaboración
de premisas, categorías, axiomas, postulados e hipótesis que constituyen las
herramientas para la elaboración de teoría.

Analítica:

La ciencia es analítica. Uno de los métodos que utiliza la ciencia es el método


analítico, mediante el cual, un problema u objeto de investigación es estudiado
profundamente, a través de la descomposición, parte por parte, de un todo
(Guzmán, M. & Pérez, A.R. 2003). En principio, la ciencia procura delimitar los
problemas y objetos de estudio, para poder practicar un análisis minucioso de
los hechos observados y de las relaciones de esos hechos con otros. Los
resultados de este análisis serán los que permitan llegar a la construcción
teórica.

Especializada:

La investigación científica es especializada. En sus orígenes, la ciencia no


constituía un saber especializado, es a partir de la creación de las primeras
universidades en la Europa medieval, que el conocimiento comienza a
fragmentarse y adopta ramificaciones de las disciplinas científicas hasta lograr
una elevada especialización y notables avances en cada ciencia. Sin embargo,
una tendencia actual es trascender la especialización mediante los estudios
interdisciplinarios (abordar un mismo objeto de estudio desde diferentes
disciplinas) y transdisciplinarios (utilizar categorías científicas y métodos de
una ciencia para aplicarlas en otra). Así, pueden surgir nuevas disciplinas,
conocimientos alternativos y formas innovadoras de explicar realidades
emergentes y complejas.

Clara y precisa:

El conocimiento científico es claro y preciso. Esto no implica necesariamente


que sea comprensible para todo el mundo. Cada ciencia tiene un lenguaje
propio que la caracteriza y es indispensable conocer dicho lenguaje para
comprenderlo. En ocasiones, los lenguajes que la ciencia utiliza están basados
en símbolos (como en la química o en las matemáticas), los cuales deben
especificarse oportunamente para facilitar la comprensión de las teorías
científicas en cualquier contexto. Además, puede suceder que dentro de una
misma ciencia, una palabra posea un significado distinto como categoría propia
de una teoría específica.

Comunicable:

El conocimiento científico es comunicable. La ciencia es una institución social y


como tal, corresponde al ámbito público, nace de la sociedad y debe volver a
ésta. Bajo circunstancias especiales, determinados conocimientos,
experimentos, avances, descubrimientos científicos, no pueden ser dados a
conocer a la comunidad por un tiempo, esto para beneficio de la misma
ciencia, porque podría entorpecer su desarrollo, incluso crear pánico y
confusión; sin embargo, más tarde todo debe ser comunicado a la sociedad por
los medios más adecuados conforme al nivel de especialización y divulgación.

Verificable:

El conocimiento científico es verificable. Las suposiciones, conjeturas e


hipótesis científicas deben ser probadas por el examen de la experiencia, es
decir, todo aquello que se dice debe probarse mediante la observación o la
experimentación. Las teorías científicas son aproximaciones respecto a una
realidad, natural o social, que están basadas en la experiencia, por tanto, no
son las únicas y últimas. Su difusión tiene el objeto de llegar a otros científicos
que puedan trabajarlas y probarlas a través de la verificabilidad.

Metódica:

La investigación científica es metódica. Toda investigación sigue un método,


una lógica, que conduce al conocimiento, de una manera ordenada. A la
filosofía de la ciencia toca discutir cuál es el método apropiado para llegar a tal
conocimiento y esto, como vimos en apartados anteriores, genera una serie de
contradicciones y discursos encontrados entre los filósofos. En ocasiones se ha
llegado a plantear que no existe un método único para el conocimiento
científico, sino que existen diversos métodos, adecuados a las diferentes
disciplinas y objetos de estudio (Guzmán & Pérez, 2003).

Sistemática:

El conocimiento científico es sistemático. El lenguaje de la ciencia, mediante el


cual manifiesta sus resultados y observaciones de la realidad, se caracteriza
por ser sistemático, es decir, por un conjunto de ideas que siguen una lógica
particular, buscan al final formular teorías que expliquen una parcela de la
realidad. Las teorías científicas son, por tanto, sistemas de ideas caracterizadas
por formular una serie de hipótesis, al tiempo que procuran dar cuenta de una
clase de hechos en particular.

General:
El conocimiento científico es general. Aunque basada en hechos particulares, la
ciencia busca siempre la generalización de los resultados en espectros más
amplios. Los hechos particulares sirven para apoyar las teorías que son
explicaciones de un conjunto de hechos particulares. Los hechos empíricos son
la base con que se estructura la pirámide de la ciencia pero, por sí solos, no
dicen nada, en tanto no formen parte de un todo que los explique,
relacionándolos entre sí a través de una teoría.

Legal:

El conocimiento científico es legal. La ciencia busca encontrar regularidades


entre los fenómenos naturales y sociales. Estas regularidades expresadas a
través de leyes pueden corresponder a los hechos a que aludan, “leyes
naturales” o “leyes sociales”. En la ciencia, las leyes permiten organizar la
información fáctica obtenida y encontrar un orden en el aparente desorden que
constituye el mundo físico y social, buscando encontrar pautas, constantes,
regularidades en los hechos observados en diversos contextos, situaciones y
latitudes.

Explicativa:

La ciencia es explicativa. Los científicos buscan explicar los fenómenos o


hechos observados mediante leyes, construyendo explicaciones a los mismos,
ya que la simple descripción de lo observado constituye sólo un paso en el
camino o el método científico, el cual pretende explicar tales hechos. La ciencia
no está limitada a decir por qué ocurre un fenómeno, sino bajo qué
circunstancias específicas, en qué condiciones puede alterarse en combinación
con otras variables y hechos. Las explicaciones de la ciencia hacia un conjunto
de hechos no es finalista, antes se somete a la prueba de la verificación y la
refutación constante para lograr el perfeccionamiento de las teorías, por tanto,
las explicaciones científicas son “perfectibles”.

Predictiva:

El conocimiento científico es predictivo. Además de que la ciencia busca


explicar lo que sucede en el momento presente, también procura adelantar
cómo será el futuro, basándose justamente en la realidad observada y
experimentada en el momento actual. La fuente de tales predicciones no es
otra que las leyes e informaciones probadas acerca de tales fenómenos, las
cuales permiten prever qué sucederá en el futuro, es decir, tienen una base
empírica. La predicción científica se caracteriza por su perfectibilidad, antes
que por su certeza.

Abierta:
La ciencia es abierta. Muestra apertura al cambio y a la crítica perpetua; parte
de la duda metódica, es decir, duda de los hechos, establece relaciones entre
ellos, los explica, elabora teorías, predice lo que pasará en el futuro bajo
determinadas condiciones, o se remonta a explicar lo que sucedió en el pasado
con esos mismos datos. Todo esto lo hace partiendo del principio de que la
ciencia es refutable, es decir, todo conocimiento científico, teoría, ley, es
susceptible de ser modificado o descartado por nueva evidencia empírica o una
teoría más próxima a la explicación de tales fenómenos. Reconoce que no
existen verdades absolutas y, mediante el seguimiento del método o los
métodos científicos, avanza en la búsqueda del perfeccionamiento de nuestra
comprensión del mundo.

Útil:

La ciencia es útil. La tecnología, que es la forma aplicada de la ciencia, ha


resuelto una serie de problemas prácticos para los seres humanos desde el
principio de la civilización. Independientemente de las críticas acerca de su
utilidad, la ciencia y cada una de sus áreas conforman un entramado que
busca la comprensión del mundo y, en última instancia, construir una mejor
sociedad.

1.2. Arte y conocimiento científico

Durante siglos, el arte ha sido el lenguaje de la humanidad, a través de éste,


los individuos y las sociedades expresan, sienten, transmiten la esencia
humana. Asimismo, permite manifestar la evolución del tiempo y el cambio
histórico. Como características del arte encontramos que es:

Representación: En cuanto constituye un lenguaje orientado a expresar la


realidad social.

Expresión imaginativa y creadora:

En tanto conjuga aspectos conscientes e inconscientes, ofreciendo una visión


del mundo que va más allá del propio condicionamiento histórico-social del
artista.

Acción transformadora:

En cuanto no está limitada a ser mera imitación o copia de la realidad. El


artista expresa en su obra un nuevo proyecto del mundo y mejora lo existente,
entonces, trasciende en tiempo y espacio transformando la realidad material y
humana.

Comunicación:
Como vehículo de participación que enriquece la experiencia emocional entre
el artista y el público.

Satisfacción:

Al cumplir una de las necesidades humanas fundamentales como las estéticas


y espirituales.

El arte ha existido desde el principio de los tiempos, posee relevancia como


expresión individual y social, contribuye a resolver situaciones básicas de
supervivencia de los seres humanos como es el caso de las pinturas rupestres.
Dichas manifestaciones artísticas, también constituyen escenas,
representaciones de actividades diarias de los grupos de cazadores
nómadas, que permitían al hombre organizarse mejor para realizar la
cacería de un bisonte, lo cual implicaba una dificultad mayúscula en esos
tiempos y requería de organización y planeación para lograr el éxito.

En la Edad Media, el arte estuvo al servicio de la religión y proporcionó los


ornamentos de las iglesias mediante la arquitectura, la escultura y la pintura,
en estos tiempos cumplía una función social debido a su acceso masivo.

En el Renacimiento, el arte pasó al servicio de la pequeña burguesía, la cual se


apropió de la actividad artística mediante el patrocinio a algunos artistas,
quienes incluso vivían en sus palacios, dedicándose a elaborar obras de arte
para uso particular, como en el embellecimiento de palacios y casas de
descanso, esto llegó a conferirle un carácter primordialmente individualista.

A partir del siglo XVII adquiriere nuevamente un sentido social y comienza a


estar al servicio del Estado. En la sociedad capitalista moderna, el arte tiene
dos vertientes, una que lo considera una forma de distracción, de recreación y
un lujo al que sólo pueden acceder quienes tengan el capital para comprarlo y,
por otro lado, una fuente e instrumento de liberación individual y social.

Ciencia y arte tienen en común que ambas son una expresión de la naturaleza
humana, necesitan de la creatividad para desarrollarse, cumplen una función
social y son útiles para la humanidad.

En cuanto a las diferencias, encontramos que la ciencia pretende reflejar al


mundo tal como es, encontrando regularidades y leyes en el mundo social y
natural, en tanto que el arte se inspira en el mundo natural y social para
desarrollar su poder creativo, pero está muy lejos de querer reflejar de forma
objetiva lo que el artista observa, por el contrario, las distintas expresiones
artísticas son sumamente subjetivas y representan el universo creativo del
artista, quien da a través de su obra, su propia interpretación del mundo.

Otra diferencia sustantiva entre arte y ciencia es el hecho de que, para la


ciencia, existe un método específico cuyo propósito esencial es lograr un
conocimiento que merezca llamarse científico, y en éste, la verificación a
través de la experiencia resulta indispensable; en tanto, el arte no sigue un
método único, posee diversos estilos y técnicas en cada rama artística. Los
resultados del quehacer artístico no se someten a verificación, en todo caso,
son los críticos especializados y el público en general, quienes deciden si una
obra es buena o no, pero al igual que el proceso creativo, la crítica artística es
subjetiva y lo que puede ser un arte genial para algunos, resulta detestable
para otros.

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