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Introducción.
Antecedentes históricos.
Ya en la parte procesal de Constitutio Criminalis Carolina (comúnmente denominado
como CCC ó “La Carolina”) el Código de aplicación más longeva (vigente de 1532 a
1870), sobre las pruebas e indicios se establecía que los jueces, ante dudas, tenían
obligación de pedir opinión a “sabios”o a la Facultad más próxima. Se erigía así como
relevante en los fallos judiciales a las peritaciones médico-forenses, bien que acotadas
inicialmente en su aplicación a los casos dudosos.
Posteriormente y en la evolución histórica “la necesidad de regular racionalmente los
procedimientos jurídicos, promovieron la aparición de las primeras codificaciones de
procedimientos, y desde entonces el peritaje médico quedó estipulado como exigencia
legal”. (1)
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a la progresiva judicialización del ejercicio médico, que multiplica la demanda de este
recurso. Al mismo tiempo, el Médico Legista en su función pericial puede no abarcar
con solvencia las diversas ramas del saber médico. En efecto, por una parte resulta
difícil mantener que es siempre posible actuar con un nivel de profesionalismo
suficiente para dotar al dictamen respectivo de una solidez incontrovertible. Esta solidez
debe ser tal que sustente el carácter prácticamente vinculante que tradicionalmente ha
tenido aquel dictamen para el juez de la causa. El desafío entonces consiste, en cada
instancia, el lograr compatibilizar la solidez de la pericia, con la plena incorporación del
avasallador desarrollo del conocimiento médico. Pero aceptar este último en todas sus
consecuencias significaría cuestionar las propias bases sobre las cuales tradicionalmente
se ha asentado la pericia y, por ende, debilitar ó desechar el valor cuasi vinculante ya
aludido. Asimismo y de entrada debe desterrarse la posibilidad de dotar al Médico
Legista de un aumento de su capacitación en las más diversas disciplinas: tal pretensión
debe descartarse por su notoria futilidad ó imposibilidad de realización. Por otro lado
hemos verificado que, en la práctica real, la pericia realizada por las máximas autoridad
académicas de la especialidad en cuestión en sustitución absoluta de la del médico
legista, nos pone frecuentemente ante el riesgo de los extremos. Es decir, para
fundamentar el dictamen se utiliza ó bien, una vara de medida y exigencia extrema
respecto del como debió actuar el colega en cuestión o, por el contrario, el de una
complicidad apenas disimulada, que se expresa frecuentemente en ambiguas
conclusiones. Esta ocasional pérdida de equilibrio posiblemente sea consecuencia de la
ausencia del aporte de la visión holística del médico legista, que incorpora plenamente
la vertiente jurídica del problema. Por último, la multiplicación del recurso de las Juntas
Médicas de integración multidisciplinaria, coordinadas por el Médico Legista, si bien
legítimas en sí mismas, si se convirtieran en preceptivas, enlentecerían sensiblemente la
producción de las pericias en relación a la intensa dinámica judicial hoy imperante.
Todo lo precedente ha desembocado en diversos cuestionamientos al mencionado
dictamen pericial, con la consiguiente potencial afectación del prestigio profesional de
los peritos, aunado a la sensación de perplejidad del público ante la frecuente
imprecisión y hasta impredecibilidad de los resultados.
Al mismo tiempo y desde los comienzos de la década de los 80, se ha ido afirmando la
Medicina Basada en la Evidencia (MBE), entendiendo ya tradicionalmente por tal a una
disciplina intelectual de ejercicio de la Medicina que aspira a la utilización explícita,
racional y juiciosa de la mejor evidencia disponible aplicada al proceso de toma de
decisiones. Concebida inicialmente como metodología de valoración crítica de las
publicaciones científicas, se proyecta posteriormente en el área docente y de
investigación médica (3) (4). Actualmente, el cuerpo doctrinario resultante se halla
consolidado en extensos registros, ampliamente conocidos, tales como la Colaboración
Cochrane, de muy accesible consulta.
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punto lo que se debe trasmitir es una destreza ó entrenamiento en la búsqueda relevante
de la mejor evidencia disponible. El hecho de que esta búsqueda se realice con
instrumentos informáticos, la vuelve sumamente manejable por las generaciones
jóvenes al mismo tiempo que potencia al máximo su accesibilidad. El mencionado
entrenamiento de búsqueda comienza en el pregrado, a nivel de la preparación del
Internado Obligatorio pero incluye también, como lo revela otra comunicación de
nuestro grupo de trabajo a este Congreso (6) a la propia formación del estudiante y el
médico en la disciplina de Medicina Legal. Al jerarquizar el desempeño del recurso
humano en el ámbito de alto riesgo de la Emergencia, buscando incrementar la práctica
de una conducta segura es que se produce naturalmente en nuestra Facultad el encuentro
de intención formativa, entre los dos Departamentos de la misma vinculados a esta
situación: el de Medicina Legal y el de Emergencia.
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Estudio medicolegal o Hallazgos médicolegales (también conocido como protocolo):
examen pericial, croquis, fotos, hallazgos, descripciones, paraclínica, pruebas
experimentales, etc.
No existe nada en nuestra propuesta que ignore ó pretenda sustituir el sano juicio del
perito, ni su formación y criterio medicolegal que le permite comprender la
circunstancia legal en juego, conocer la normativa que hipotéticamente se aplique y
elaborar un dictamen útil al juez. Y todo ello sin ignorar tampoco lo relativo a la
caracterización de la conducta médica involucrada. En efecto, el examen deontológico y
ético del caso no es intrínsecamente reductible al análisis por evidencias. Después de
todo, muy mal estarían las cosas si, frente a una negligencia u omisión notorias, debiera
recurrirse a la metodología de evidencia para caracterizarla. Queremos jerarquizar este
punto, aún cuando pueda parecer innecesario su destaque, para subrayar el aspecto
estrictamente acotado a lo científico y técnico que la propuesta supone, sin pretender, en
modo alguno, incursionar en áreas donde resultan plenamente válidos otros
instrumentos. Ni tampoco pretende reducir la ciencia pericial a una técnica de análisis y
búsqueda bibliográfica especializada, que haga que cualquier profesional entrenado en
dicha búsqueda, aunque carente de formación pericial, sustituya el juicio maduro y
ponderado de un perito de experiencia. En realidad, se aspira a dotar a la actividad de
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este último de una herramienta científica que hoy puede aparecer simplemente como
novedosa pero que, en breve tiempo, apunta a su transformación en ortodoxia.
Estas diferentes y sucesivas instancias se proponen a los efectos de que la pericia tenga
una fundamentación científica sólida que se proyecte más allá de la opinión fundada en
la sana critica y experiencia del perito eventualmente convocado, en definitiva ella
misma ubicada en un nivel bajo de evidencia. En el cuadro 1, se expone una
clasificación ya clásica de nivel de evidencias y recomendaciones derivadas (9).
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A lo precedente resulta imprescindible agregar una cuarta condición: que las respuestas
obtenidas en este proceso de búsqueda le sean en verdad aplicables al caso. Para ello y
en primer término, deberá efectuarse un análisis de los trabajos elegidos en función de
los criterios de validación, reproducibilidad y relevancia.
Validación: grado en que el estudio refleja la “verdad” del problema planteado. El
patrón oro es el estudio randomizado doble ciego. La validación externa se reduce si la
población de estudio difiere de la real. La validación interna desciende si no hay
asignación randómica, existen problemas de estudio ciego y se usan controles
históricos.
Reproducibilidad: posibilidad de alcanzar iguales resultados en iguales condiciones por
un grupo diferente de investigadores. La reproducibilidad desciende si el tamaño
muestral es pequeño, sus objetivos se hallan mal definidos y los criterios no se
encuentran sólidamente establecidos.
Relevancia: grado en el cual el problema clínico analizado es solucionado por el trabajo
considerado. Un trabajo pierde relevancia si el punto de referencia se aparta de aquel
clínicamente definido como importante.
Por lo tanto, para aplicar la información al caso específico, las conclusiones deben
valorarse atendiendo al problema planteado, el proceso de búsqueda de evidencia y el
análisis crítico de la evidencia utilizada.
¿Cuál sería la conducta a aconsejar en el caso relativamente frecuente hoy día, de que la
mejor evidencia disponible no sea suficiente para resolver los dilemas planteados? En
tal instancia se aconseja recurrir a la bibliografía de consenso de referencia,
preferentemente surgida de una instancia de convocatoria internacional. Sólo en caso de
inexistencia de este último recurso, se debería continuar utilizando los lineamientos de
la práctica actual, sustentada en reglas de experiencia y similitud casuística.
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En síntesis, proponemos un protocolo de peritación que haga constar los problemas,
preguntas relevantes y respuestas surgidas de la mejor evidencia disponible en la
búsqueda realizada, cuya ruta sería conveniente que se explicitara en el documento
pericial.
Sistematizada así la producción de esta prueba, creemos que, a través y como
consecuencia de la actividad pericial diaria que siguiera estos lineamientos
metodológicos, se gestaría una producción de conocimiento estructurado
científicamente y de alta calidad. Por lo tanto, el material así elaborado se convertiría en
susceptible de ser utilizado en la actividad docente en tanto substrato de los grupos de
trabajo centrados en la actividad de ABP. Vale la pena enfatizar aquí que el aporte más
sustancial proporcionado por ABP en el desarrollo de habilidades para utilizar las
mejores evidencias comienza con la formulación de la pregunta correcta, quizás la
habilidad fundamental más difícil de aprender (10).
Bibliografía de consulta.
1. Soiza Larrosa A: "Historia de la Medicina Legal y los peritajes Médico Forenses en el Uruguay
(1721-1883)". En: sección de Historia de la página Web del Departamento de Medicina Legal
de la Facultad de Medicina. Montevideo. Uruguay. http://www.mednet.org.uy/dml/
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2. Berro Guido: El médico perito. Editorial. Montevideo, 27 de septiembre de 2002. En:
Editoriales. página Web del Departamento de Medicina Legal de la Facultad de Medicina.
Montevideo. Uruguay. http://www.mednet.org.uy/dml/depto/editorial/setiembre2002.htm
3. Straus SE, Scott Richardson W, Glasziou P, Haynes RB: Medicina basada en la evidencia. Cómo
practicar y enseñar la MBE. Elsevier Imprint, Tercera edición, Madrid. Edición en español. 313
páginas. 2006.
8. Berro Guido: La Lex Artis y los Cuidados Paliativos. En: página Web del Departamento de
Medicina Legal de la Facultad de Medicina. Montevideo. Uruguay.
http://www.mednet.org.uy/dml/
9. McIntyre RC, Pulido EJ, Bensard DD et al: Thirty years of clinical trials in Acute Respiratory
Distress Syndrome. Crit Care Med 2000; 28: 3314-3331.
10. Rodríguez Suárez J, Higuera Ramírez FJ y De Anda Becerril E: “Capítulo 9: Medicina basada en
evidencias y ABP.” En: Educación Médica. Aprendizaje basado en problemas. 174 páginas.
Editorial Médica Panamericana. México. 2002.