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Resumen: Trabajar con personas que sufren un desorden mental serio nos debería llenar de
modestia. El trastorno limítrofe de la personalidad no es la excepción. Los resultados de los
estudios no confirman la aseveración de que la terapia centrada-en-la-persona es universalmente
efectiva. Se requiere un enfoque equilibrado para el paciente limítrofe. En este escrito el autor
busca un campo en común entre el enfoque centrado-en-la-persona y la psiquiatría general con
respecto al trastorno limítrofe de personalidad. Reconocer los aspectos patológicos de la persona
no necesariamente está en conflicto con los principios básicos del enfoque centrado-en-la-
persona. Nuevos desarrollos en la terapia centrada-en-la-persona abren nuevas perspectivas para
trabajar con personas que sufren un desorden limítrofe de la personalidad. Este es el segundo de
una serie de tres escritos acerca de un enfoque centrado-en-la-persona para enfermedades
mentales severas.
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Ella sólo tenía dieciséis cuando fue derivada a la sala de limítrofes del hospital psiquiátrico. Mishna
se había vuelto una pesadilla para las enfermeras de la joven clínica. Ella se cortaba profundas
heridas en sus brazos, vientre y piernas. Después, ella amarró pequeñas ropas alrededor de su
cuello, subsecuentemente perdió la conciencia y tuvo que ser resucitada muchas veces. El equipo
de trabajo estaba dividido en dos campos. Algunos de ellos apuntando a la aparente resistencia de
los padres de involucrarse en la educación de su hija. Ellos la habían dejado en la clínica
psiquiátrica cuando ella tenía doce años y desde entonces ellos apenas habían hecho algún
contacto. Los otros acentuaban los rasgos manipuladores de la muchacha que parecía seleccionar
ciertos miembros del equipo especialmente para realizar sus actos suicidas enfrente de ellos. Las
enfermeras estaban traumatizadas por las profundas heridas auto-infringidas, la sofocación y el
impacto personal de sus actos suicidas.
Este es el segundo de una serie de tres escritos acerca del enfoque centrado-en-la-persona para la
enfermedad mental severa. El paciente limítrofe es percibido como difícil de manejar,
especialmente en el contexto de un hospital psiquiátrico. Cerca del 15% de los pacientes internos
reciben el diagnóstico de trastorno limítrofe de la personalidad (Widiger & Weissman, 1991). El
cuidado psiquiátrico intensivo a menudo hace que la sintomatología limítrofe empeore. El equipo
y el paciente están atrapados en una relación destructiva. ͞No dañar͟ sería el principio básico en el
͞manejo͟ de él paciente limítrofe (Dawson, 1988). El paciente debe ser tratado como un ser
humano autónomo y responsable incluso cuando ellos no estén comportándose como tal.
En la preparación de este artículo un editor comentó que hay un ͞imperativo moral͟ que implica
que la terapia centrada-en-el-cliente tradicional debería modificarse para el tratamiento de un
desorden específico. Yo no estoy seguro acerca de esta modificación; yo le dejaría esto a los
terapeutas centrados-en-el-cliente tradicionales. Pero el imperativo moral está oculto en estas
series: Yo encuentro que la terapia centrada-en-la-persona debería preocuparse de las personas
con serios desordenes mentales. La terapia centrada-en-el-cliente se originó en una era donde el
foco estaba en el individuo emancipándose de los valores tradicionales. Ahora, cincuenta años
después, no sólo vemos los frutos sino los complicados aspectos de la individualización. El énfasis
sobre el individuo tuvo un costo sobre los individuos vulnerables.
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Ella fue involuntariamente internada después que estacionara su auto con las puertas cerradas en
un cruce de ferrocarril. Transeúntes tuvieron que empujar el auto desde el cruce. Un embarazo
interrumpido había llevado a Anna a la crisis. En sus primeros treinta ella ya tenía una larga
historia en psiquiatría. Creció en un ambiente estrictamente religioso. Ella nunca estuvo junto a
sus padres. Ella había sido abusada sexualmente por una profesora bajo cuyo cuidado ella había
sido dejada por sus padres. Cuando ella contó esto nadie le creyó. Ella estuvo involucrada en una
relación sadomasoquista con alguien. Ya que ella se sentía usada en esta relación, ella pedía
dinero para continuar. Subsecuentemente ella se sentía como una prostituta, una predicción
acerca de su futuro que sus padres habían hecho años antes. Cuando ella quedó embarazada,
terminó la relación. Dos meses después ella sufrió un aborto y sus conocidos religiosos la
aconsejaron fuertemente para mantener silencio acerca de lo que le había pasado. Un poco
después ella entró en esta crisis.
Hay muchos ͞patrones para el desarrollo del trastorno limítrofe de la personalidad, argumentan
Zanarini y Frankenburg (1997) en un artículo del mismo nombre. La investigación reciente sugiere
un fuerte componente genético involucrado en el desarrollo del trastorno limítrofe de la
personalidad (Skodol et al., 2002; Torgersen et al., 2000). Ya es conocido que el apego inseguro,
las separaciones y pérdidas tempranas, las relaciones perturbadas con uno o ambos padres, y una
historia de abuso sexual contribuyen con el desarrollo del trastorno limítrofe de la personalidad
(Zanarini & Frankenburg, 1997). Deprivasiones tempranas o el abuso físico y sexual por parte de
los cuidadores primarios (Links, Steiner, Offord, & Eppel, 1988) y la severidad del abuso sexual
infantil (Zanarini et al., 2002) pueden también estar ligados a la severidad del trastorno y al
funcionamiento psicosocial deteriorado.
Los modelos que mejor encajan para la génesis del trastorno limítrofe de la personalidad (así como
para otros trastornos mentales) parece ser el modelo de diátesis estrés (Stone, 1980) o el modelo
multifactorial (Zanarini oí Frankenburg, 1997). Tres factores contribuyen al desarrollo del trastorno
limítrofe de la personalidad; en cada paciente de una manera única. Hay una vulnerabilidad
constitucional en una interacción negativa con circunstancias tempranas de vida tales como
deprivación, abuso, y relaciones perturbadas con los padres. La manifestación clínica definitiva del
trastorno limítrofe de la personalidad puede ser causada por eventos gatillantes (Zanarini &
Frankenburg, 1997) en la adultez temprana, tales como violación o una serie de eventos sexuales
adversos, un repentino final de una relación, la muerte de un enamorado la pérdida de un trabajo.
El desarrollo del concepto de trastorno limítrofe de la personalidad siempre ha sido ligado con
dificultades en el diagnóstico y el tratamiento del paciente. La primera fase del concepto fue la
mención de los estados limítrofes (Knight, 1953). El paciente limítrofe fue situado entre el paciente
neurótico y el psicótico. Knight (1954) destacó que los pacientes limítrofes pueden causar muchos
problemas entre los miembros del equipo en un contexto clínico. Él mencionó el ͞manejo del
paciente limítrofe͟ que significaba evitar que el paciente empezara a actuar dependientemente y
que desarrollara conductas destructivas. Kernberg (1967) acuñó el término organización limítrofe
de la personalidad, un término todavía en uso en la terapia psicoanalíticamente orientada. Se
refiere a una estricta separación de los objetos buenos y malos en la experiencia del cliente
limítrofe. Grinker, Werble, y Drye (1968) fueron los primeros en tratar de dar una descripción del
síndrome limítrofe usando criterio basado en la investigación.
En 1980 se volvió un diagnóstico del DSM-III. Los rasgos discriminativos de los pacientes limítrofes
(Gunderson & Kolb, 1978) fueron fusionados con los criterios de la organización de personalidad
limítrofe de Kernberg. Casi todos los criterios han sido reinsertados en el diagnóstico actual del
DSM-IV (American Psychiatric Association, 1994). El sistema de diagnóstico del DSM recibió un
considerable monto de crítica desde el comienzo. Aún, en su forma ideal, no es más que el
͞sentido descriptivo objetivo͟ de la fenomenología (Davison & Strauss, 1995, p.53). Puede ser
verdad que no hay tal cosa como una manera objetiva de describir la psicopatología, pero aún es
importante tratar de distinguir entre lo que pensamos y lo que vemos. Si consultamos un médico
por un dolor de cabeza, no deseamos ser diagnosticados de inmediato con un conflicto de
congruencia. En el diagnóstico limítrofe en el DSM aún hay un montón de teoría oculta, pero esta
descripción diagnóstica es un principio, y ya una ͞entidad válida y ampliamente reconocida͟
(Gunderson, 2001, p. 25). Desde principios de los noventa la unidad en el diagnóstico ha llevado al
desarrollo de programas de tratamiento específico que hacen posible tratar el trastorno limítrofe
de la personalidad más efectivamente.
Bohart (1990, p. 611) declara que, ͞la sintomatología limítrofe no refleja un desorden subyacente
en la persona͟. Esto es reconocido en la psiquiatría general también. ͞Los trastornos de
personalidad no son enfermedades͟, argumenta Millon (2004, p.10). ͞La personalidad es un medio
de manejo análogo al sistema inmune͟ (Ibid.) Un trastorno de personalidad puede ser descrito
como una falta de resiliencia y como una manera rígida de funcionamiento bajo condiciones de
estrés. La creencia de Bohart es que ͞maneras de percibir y de hacer que son consideradas
͚patológicas͛ son realmente intentos de manejo͟ (1990, p.610). Esta idea resuena en el concepto
de Linehan de mente sabia que ͞asume que cada individuo es capaz de sabiduría respecto de su
propia vida͟ (1993, p.33). No obstante estos intentos de manejo subyacente y la mente sabia, los
clientes con un trastorno limítrofe de la personalidad pueden dañarse seriamente a sí mismos y a
otros. Estar involucradas en conductas sexuales riesgosas puede ser visto como un intento de
manejo para encontrar la intimidad que uno nunca tuvo, pero aún es una forma patológica e
inepta de encontrar el amor que uno necesita. Dentro del enfoque centrado-en-la-persona
estamos en necesidad de conceptos que simultáneamente reconozcan los aspectos vulnerables y
patológicos de la persona mientras se pone atención a los intentos saludables de manejo de la
mente sabia.
Hay muchos menos consenso en la tradición centrada-en-el-cliente acerca del tratamiento de los
pacientes limítrofes. Swildens (1990, p.633), concluye que ͞el tratamiento de los clientes limítrofes
no está restringido a una intervención psicoterapéutica específica͟. Otros terapeutas (Eckert &
Wuchner, 1996) trabajan con terapia de grupo centrada-en-el-cliente. Y hay también otros
terapeutas que se mantienen apegados a la clásica ͞terapia centrada-en-el-cliente no directiva͟
(Sommerbeck, 2003, p.119). Sin embargo, en los últimos quince años han sido desarrollados
nuevos tratamientos efectivos para los clientes limítrofes que hasta ahora han recibido poca
atención en la literatura centrada-en-el-cliente.
¿QUÉ FUNCIONA?
Los clientes con un trastorno limítrofe de la personalidad tienen una mala reputación cuando
vienen a tratamiento, y por una razón. Personas con una constitución vulnerable son
confrontadas, desde el principio, con relaciones perturbadas o abuso desviado. Esta historia
parece ser repetitiva. La otra es una amenaza. Las intenciones del terapeuta son malentendidas y
trasladadas a experiencias negativas del pasado (Fonagy, Target & Gergely, 2000).
La resistencia del terapeuta es testeada al extremo. El cliente deja la sala de buen humor, y
subsecuentemente llama al terapeuta a su casa en medio de la noche para decirle que ahora ella
está completamente desesperada. Una cliente, quien había informado a su terapeuta que él era el
primero en el cual ella realmente confiaba, ha cortado sus brazos tan severamente al día siguiente
que el terapeuta se sintió obligado a internarla en el hospital y al hacer eso hizo que la cliente
perdiera su confianza ͞en la única persona en este mundo en la que ella pensaba que podía
confiar͟.
Los clientes con un trastorno limítrofe de la personalidad están luchando con una falta de
confianza fundamental. Warner (2005, p.94) destaca que ͞es probable que ͞los clientes con un
proceso frágil sean proclives a sentirse violados y no comprendidos la mayor parte del tiempo͟, y
ella agrega ͞trabajar con procesos difíciles hace demandas especiales sobre la empatía del
terapeuta y sobre su habilidad de comunicar esa empatía a los clientes͟ (p.96). ͞Aférrate a tu
consideración positiva incondicional para todas sus valoraciones͟ es el consejo de Eckert y
Biermann-Ratjen (1998, p.357) para trabajar con clientes limítrofes. Pero el problema con los
clientes limítrofes es que ellos siempre lo llevan a uno al límite donde la consideración positiva ya
no es posible.
Ella se balancea en su silla. Su gorra de beisbol tapa sus ojos. Cuando le pregunto ͚¿Cómo ha
estado tu día?͛, contesta, ͞No lo sé͟. Ella me da una mirada sin tener nada realmente en ella. No
tengo la más mínima idea de cómo seguir esta conversación. Ella lleva una camiseta con el texto
͞No tengo energía para esto͟. ͞Más bien tengo la impresión que encuentras difícil hablar͟, lo
intento de nuevo, contra mi propio mejor juicio. ͞No lo sé͟, ella repite. Una cosa que se por seguro
es que yo realmente quería botar esa gorra de beisbol de su cabeza.
Turner (2000) comparó una adaptación de la terapia dialéctica conductual con la terapia centrada-
en-la-persona, en una prueba aleatoria controlada. En esta adaptación, el grupo conductual
dialéctico de entrenamiento de habilidades fue incorporado en las sesiones individuales de
psicoterapia. Pacientes en ambos grupos mostraron mejora significativa. Sin embargo, la terapia
dialéctica conductual fue más efectiva sobre casi todas las mediciones. Esta versión adaptada de la
terapia dialéctica conductual, notablemente, llevó a mejoras significativas en las conductas
suicidas y auto-dañinas.
En otro estudio controlado aleatorio dirigido a mujeres con trastorno limítrofe de la personalidad
y dependencia a la heroína, la terapia dialéctica conductual fue comparada con la llamada terapia
de validación comprensiva (Linehan et al., 2002). La terapia de validación comprensiva ͞incluyó
todas las estrategias conductuales dialécticas basadas en la aceptación, pero en contraste con la
terapia dialéctica conductual, los terapeutas individuales era no directivos͟ (Linehan et al., 2002,
p.16). Ambos tratamientos fueron efectivos pero en la condición de validación comprensiva más
pacientes (de hecho, todos) permanecieron en terapia. Linehan et al. (2002) concluyeron que un
tratamiento puro de refuerzo y aceptación que evita el uso de estrategias de cambio conductual
sostiene promesas para el futuro y debería desarrollarse extensamente en el tratamiento de
mujeres dependientes a la heroína que cumplen los criterios para el trastorno limítrofe de la
personalidad.
La misma Linehan ha aprendido un montón desde Rogers, pero en su libro de 1993 ella se refiere a
él sólo una vez en relación a la genuinidad. Más a menudo ella habla de una integración de la
terapia conductual y lo que un ͞maestro Zen, que también es un monje Benedictino, me enseñó, y
aún me enseña, acerca de la mayoría de las cosas que sé acerca de la aceptación͟ (p.viii). La
aproximación dialéctica de Linehan navega entre el cambio y la aceptación, ͞el cambio terapéutico
sólo puede ocurrir en el contexto de la aceptación de lo que es, sin embargo, ͚aceptación de lo que
es͛, es en sí mismo cambio͟ (1993, p.99). La aceptación es traída a la práctica a través de la
validación. El más alto nivel de validación es la verdadera genuinidad. Linehan declara en una
entrevista. ͞He descubierto recientemente que debo haber robado esto, inconscientemente por
así decirlo, de Rogers, a quien había leído en el original muchos años atrás. Al releerlo
recientemente, yo estaba aturdida con cuán radical es Rogers͙La idea es actuar en terapia más
como tu actúas con una persona que tu amas. Rogers es la única persona que yo conozco que es
de esa forma, incluso yo no estoy segura de eso en los terapeutas centrados-en-el-cliente del
presente͟ (Hellinga, van Luyn, Dalewijk, 2000, p. 183).
El trastorno limítrofe de la personalidad no es sólo una psicopatología individual, sino que también
un síntoma de la cultura moderna en la cual la persona tiene que lidiar con dificultades para
procesar su experiencia vivida. Es un desafío para el enfoque centrado-en-la-persona hacer claro
que la psicopatología y los problemas personales nunca son meramente personales (vea también,
Sanders, 2007). El enfoque centrado-en-la-persona puede jugar una parte importante, integrando
contribuciones sobre psicopatología, funcionamiento personal y cultura, pero sólo si hay una
disposición de nombrar la enfermedad o los procesos difíciles que las personas están sufriendo
(van Blarikom, 2007).
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Yo pienso que la terapia centrada-en-la-persona se desarrollará por una confrontación abierta con
ciertas formas de psicopatología. Esto parece estar pasando ahora entre otras cosas en la forma
de trabajo en profundidad relacional (Mearns & Cooper, 2005) en el cual se hace intentos para
desarrollar una relación de tratamiento con clientes difíciles-de-alcanzar. Más importante que la
consideración positiva incondicional, lo ͞crucial del proceso de sanación͟ parece ser ͞el cliente
siendo real en relación al terapeuta siendo real͟ (Ibid., p.9). En realidad no importa si la
terminología (2006, p.179) es clientes ͞difíciles-de-alcanzar͟, ͞un profundo grado de proceso ego-
sintónico͟ o un ͞trastorno de personalidad profundo͟, porque, al final, se trata de los mismos
clientes. El hecho importante es que es acerca de cierto grupo de clientes, con características
reconocibles para la psiquiatría general, y hacia quienes el enfoque centrado-en-la-persona
necesita comprometerse explícitamente.
Bateman y Fonagy (1999) sugieren que un ͞programa bien estructurado͟ (p.1564) para ser
recomendado en el tratamiento del trastorno limítrofe de la personalidad tendría que tener los
siguientes ingredientes ͞(1) una aproximación de tratamiento teóricamente coherente; (2) un foco
en la relación; (3) una aplicación consistente sobre un período de tiempo͟ (p.158). Tal programa
bien estructurado podría incluir, entre otras cosas, un entrenamiento de habilidades que iría bien
en conjunto con los puntos centrales de la terapia centrada-en-la-persona. Tal programa podría
ser un anclaje para los clientes, pero también ofrece un contexto de tratamiento práctico para los
terapeutas y las enfermeras quienes en un contexto general serían parte del caos que los clientes
limítrofes crean.
Una tercera cuestión puede ser hasta qué punto la terapia centrada-en-la-persona debe
focalizarse siempre en la cura del paciente. La terapia centrada-en-la-persona parece ser muy
conveniente para ayudar a que el sufrimiento de personas con un trastorno psiquiátrico severo se
vuelva más tolerable. Van Kalmthout (2007) declara que apoyar a las persona en su sufrimiento de
una enfermedad psiquiátrica es una tarea de la terapia centrada-en-la-persona como una
"discipline spirituelle" (p.31). No significa tratar la enfermedad en sí, sino que un compromiso con
la persona que sufre. A fin de ayudar a las personas de esta manera, es importante reconocer la
enfermedad como un hecho, y aprender a ver las consecuencias del trastorno en la vida de las
personas.
Cuando les pagué una visita, los padres de Mishna (que eran muy resistentes a la psiquiatría
general con sus ͞estándares científicos fríos y objetivos͟) me dijeron que su hija había nacido dos
meses antes y que casi había muerto inmediatamente después de la entrega. De hecho, la madre
se había despedido de la niña), pero ésta había sobrevivido y ese fue el comienzo de una relación
muy dificultosa.
En el curso de la terapia, traté de discutir con Mishna este peculiar comienzo de su vida. No estoy
seguro de haber llegado a ella. A veces ella empezaba a bostezar y a dar vuelta sus ojos. Mientras
tanto, ella estaba involucrada en un entrenamiento de habilidades para aprender alternativas para
sus alarmantes actos de auto-destrucción. Todo parecía haber sido un asunto de vida o muerte
desde el día en que ella nació; una repetición sin fin del casi morir y ser llamada de vuelta a la vida
de nuevo.
Yo no sabía si ella sobreviviría. ¿Sería ella capaz de relacionarse con sus padres de otra manera
que no fuera actos de vida o muerte? ¿Podríamos llegar a ella como persona bienvenida en este
mundo o la puerta ya había sido cerrada desde el principio? El tiempo lo dirá, si el tiempo nos
permite hacer eso; esto es, si ella no muere por accidente en uno de sus riesgos actos de auto-
dañarse.
La psicoterapia con personas que sufren un trastorno mental serio nos debería llenar de modestia.
El trabajo con el trastorno limítrofe de la personalidad no es la excepción a esto. ͞No dañar͟
(Dawson, 1988, p.370) debería ser el punto de partida. He tratado de demostrar que hay suficiente
correspondencia entre las aproximaciones en la psiquiatría general para el trastorno limítrofe de la
personalidad y las visiones recientemente desarrolladas en la terapia centrada-en-la-persona para
hacer que sea posible un diálogo. El enfoque centrado-en-la-persona está apenas representado en
la psiquiatría el día hoy. Desde el campo centrado-en-la-persona se apunta el dedo a las políticas
de la psiquiatría general con su énfasis en el manejo efectivo de los síntomas, donde no hay lugar
para una aproximación humana para los trastornos de personalidad. El enfoque centrado-en-la-
persona, sin embargo, debería también mirar su propia visión innecesariamente estrecha sobre la
psicopatología. Si sólo es reconocido el ser humano y no el trastorno, no hay entrada a la
psiquiatría general.
En mi opinión, reconocer los trastornos mentales no está en conflicto con los principios básicos del
enfoque centrado-en-la-persona. Al final, buscamos los mismos procesos descritos en el enfoque
centrado-en-la-persona (proceso frágil, clientes difíciles-de-alcanzar) como en la psiquiatría
principal (limítrofe). Hay diferentes significados detrás de esas palabras, pero la base común es
que hay palabras necesarias para describir los procesos patológicos que se distinguen de un
funcionamiento humano normal.
Yo preferiría no dejar los principios básicos del enfoque centrado-en-la-persona a fin de ganar un
equilibrio en la psiquiatría. Por el contrario, sería una seria sub-estimación del potencial
fundamental del enfoque centrado-en-la-persona asumir que se perderán sus principios cuando
encare los desafíos de los trastornos de personalidad severos. Sin embargo, los principios del
enfoque centrado-en-la-persona no son un fin en sí mismos. Ellos probarán su eficacia en
diferentes contextos. Lo que es confiable permanecerá, especialmente en la psiquiatría.
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