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Sobre el libro y la lectura

José Javier León

Charla dictada el 04 de mayo de 2011 a un grupo de estudiantes de la Universidad


Bolivariana de Venezuela. Actividad organizada por las profesoras Erika Casanova y
María Verónica Meléndez, del PFG. de Comunicación Social. En la misma se repartió
una edición del librillo Libro, socialismo y vida, que puede ser descargada del blog de la
Editorial U/rgente http://editorialurgenteubvzulia.blogspot.com/2011/04/libro-socialismo-
y-vida.html

E
l planteamiento es el siguiente, ustedes saben que existe un mercado del
libro, que se ha vuelto restrictivo; eso tiene sus razones históricas. De
alguna manera todo lo que se mercantiliza termina siendo sometido a las
leyes de la oferta y la demanda, entonces con el libro pasó una cosa terrible, un
bien que debía ser público terminó siendo un bien privado.
En un país como el nuestro, no así de pronto en Chile, no así de pronto en
Argentina, en nuestro país, digo, las bibliotecas son pésimas, nosotros estudiamos
en escuelas y liceos con bibliotecas que contenían títulos en muy mal estado,
textos fundamentalmente escolares que distan mucho de ser verdaderos libros.
Tienen estos textos regularmente muchas deficiencias, pero eran lo único que
había en nuestras bibliotecas. Además, pocas veces íbamos a una biblioteca
pública, no nos fue cultivado el hábito de visitarlas y cuando íbamos a una, por
ejemplo cuando estaba muchacho iba a la Biblioteca Pública del Estado era un
verdadero drama, libros en mal estado, además el edificio se inundaba, ahí se
perdieron colecciones enteras por la humedad y por el abandono. En fin había una
relación con el libro verdaderamente deprimente. Ahora bien, parece que eso era
a nivel nacional, parece que los venezolanos tuvimos en general un acceso muy
precario a los libros públicos.
Luego, ir a las librerías era también una cosa problemática porque los libros
resultaban ser muy caros y, en definitiva, la gente se desatendió, se apartó de los
libros. Primero no los había públicos, no los había en bibliotecas, y luego en la

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librería había que disponer de mucho dinero para hacerse de libros. Total que
nosotros crecimos, estudiamos, con los llamados libros de texto escolares. Y todos
sabemos cómo se estudiaba con esos libros, como hacíamos los trabajos,
regularmente era al caletre, las investigaciones iban de una equis a otra, todo
subrayado, íbamos con los libros así subrayados hasta que la señora o muchacha
que los transcribía y le pagábamos por pasar parte del libro, lo que hacíamos era
sencillamente una copia del libro al papel.
Esas prácticas no han desaparecido, pero ahora es mucho más fácil porque el
libro de texto es ahora Internet, ahora copiamos y pegamos pero de Internet, una
cosa terrible pero es lo que está sucediendo y está sucediendo además no sólo en
primaria o bachillerato sino en niveles universitarios.
Esto me ha llevado a pensar y a preguntarme por este alejamiento, por qué esta
situación de desapego a los libros. Además, se suma el hecho de que, como
decíamos en primaria pero más en secundaria leer era «pajúo», y decíamos «a mi
lo que me gusta son los números», había gente que decía «lo mío son los
números», porque se suponía que los números eran una manera de no leer, y eso
se cultivó, eso se practicó, se asumió como que lo normal era no leer. Entonces
nos fuimos separando de la lectura.
Por otro lado, los maestros no propiciaban el encuentro con la lectura, había
también un desapego de maestros y profesores con respecto al libro. Si el
profesor no cultiva la lectura mal puede trasmitirla y proponerla a los estudiantes.
Todo esto se comenzó a sumar y terminamos los venezolanos separados,
alejados del libro y del hecho cultural que significa la lectura. Una cosa que es muy
grave, por varias razones.
Una de las razones fundamentales, para mí la fundamental, es que nosotros, los
seres humanos somos lenguaje. Imaginemos sólo por un momento que los seres
humanos no tuviéramos lenguaje, no pudiéramos expresarnos, no pudiéramos
hablar. Que no pudiéramos decir lo que decimos, pensar lo que pensamos,
desarrollar palabras, ideas, acciones, siendo que nosotros los seres humanos
somos lenguaje. Imaginémonos que no pudiéramos hablar. Pero no me refiero al
hecho de ser o no mudos, no es el punto, a lo que me refiero es al hecho de no
poder expresarnos. Es probable que la humanidad no hubiera llegado a ser lo que
es. Como seres humanos, como especie animal que somos no hubiéramos podido
desarrollarnos, porque el lenguaje es básicamente lo que nos lo ha permitido.
Y nosotros somos lenguaje, por lo menos, de dos maneras: una es oralmente,
nosotros los seres humanos nacimos con la capacidad de podernos expresar
oralmente, o sea, nosotros hablamos. Muchos animales hacen ruidos, hasta los
delfines dicen que se comunican con sonidos, los pájaros, muchos animales pues,
se comunican a través de sonidos. Y en general todos los animales de alguna
manera emiten señales para unirse, para aparearse, para hacer grupos, para
defenderse, en definitiva el lenguaje es fundamental. Si no nos expresamos no
nos podemos desarrollar, no podríamos vivir, no podríamos sobrevivir.
Pero el lenguaje ocurre al menos de dos maneras, nosotros hablamos, utilizamos
las palabras, y todo el aparato que llamamos fonador, los pulmones, la tráquea, la
nariz, la boca, los dientes, la lengua, todo está acondicionado para que podamos
hablar. Dicen los que saben de eso que el ser humano desarrolló el lenguaje
cuando logró erguirse, cuando hubo una organización corporal de todo lo que

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tiene que ver con el sistema articulatorio, para poder producir los sonidos que
luego se iban a convertir en palabras con sentidos, porque pudiéramos estar
haciendo ruidos y no estar diciendo nada, no produciendo lenguaje, no
produciendo sentidos. El hecho es, que los seres humanos desarrollamos el
cuerpo en función del lenguaje, el oído está adaptado para escuchar entre otras
cosas la palabra humana, nuestra lengua, nuestros pulmones están adaptados al
desarrollo del lenguaje, y además, algo muy importante, para poder tener una idea
del espacio, una comprensión del espacio, de lo que nos rodea, para poder
caminar, necesitamos el lenguaje, para poder tener equilibrio, para poder
adaptarnos a nuestro propio cuerpo, para poder adaptar el cuerpo al territorio, a
los espacios donde se desenvuelve… Para todo ello necesitamos del lenguaje.

Muchos problemas referidos a las diferentes afasias inciden fundamentalmente en


el lenguaje, marcan el lenguaje. Cuando la persona tiene problemas para ubicarse
en el espacio y en el tiempo tiene problemas de lenguaje. Todas estas cosas
están relacionadas. Ésa niña (la hija de una de las estudiantes que estaba
presente) que tiene año y medio está ahorita conociendo el espacio, está
empezando hablar, está empezando a producir sonidos que tienen que ver con las
relaciones que ella está estableciendo con el espacio, con las personas que la
rodean, con las personas que ocupan el espacio que ella habita. Ella está
empezando a conocer su casa, hace rato que la conoce, pero lo que quiero decir
es que comienza a emitir sonidos que se adaptan al espacio en que se encuentra,
ella empieza a notar la relación que existe entre su voz y los espacios de su casa
y las personas que allí habitan. Está estableciendo relaciones entre su voz y las
personas que habitan en su casa, ella, en fin, está comenzando a hacer relaciones
y relaciones que está empezando a hacer con su voz, con su cuerpo, con el
entorno, en definitiva, sus conceptos sobre el espacio están entrelazados.
Ahora bien, eso es lo que tiene que ver con el lenguaje oral, pero nosotros
además, hemos desarrollado otros lenguajes, entre ellos la escritura.
Y la escritura nos ha permitido a los seres humanos, fundamentalmente, expandir
la memoria. ¿Qué significa eso?
Cuando los seres humanos solamente hablábamos, cuando solamente podíamos
usar la palabra para comunicarnos, la memoria era oral, no había manera de
almacenar de manera física, solamente se guardaban las palabras en la memoria.
Cuando aparece la palabra escrita se amplía la memoria, porque ahora hay una
manera de guardar por escrito lo que antes sólo estaba confiado a la memoria de

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los ancianos, por ejemplo. Por eso es que son muy importantes en los barrios y en
las comunidades los ancianos, porque regularmente allí no suele haber un cultivo
de la palabra escrita y entonces se confía la historia del barrio a la memoria, por
eso los viejos, los ancianos, las señoras mayores son muy importantes, porque
conservan datos que los jóvenes no conocen.
Y así fue durante miles de años hasta que apareció la escritura. La escritura
permitió ampliar la memoria. El libro tiene aproximadamente unos 5000 años1 de
antigüedad, pero los seres humanos tenemos por lo menos 20,000, es decir
duramos alrededor de 15,000 años sin necesitar libros, sólo de 5000 años para
acá es que tenemos libros. Para que tengan una idea, cuando nace Jesús
estamos hablando de 2000 años atrás, pero ya había por lo menos 3000 años de
escritura y libros2.
Los primeros libros se escribieron en tablillas de barro, no existía el papel, el papel
lo inventaron los chinos hace miles de años también, pero no lo sé con exactitud.
Los libros que se consiguieron en la antigua Mesopotamia, en Babilonia, que se
consiguieron en lo que hoy es Irak, fueron libros escritos sobre tablillas, hay un
poema muy antiguo y muy hermoso que es el poema de Gilgamesh. Ese poema
ya narra el diluvio, en ese poema ya estaba un viaje a los infiernos y un héroe que
baja los infiernos a rescatar a un amigo. Es decir, el libro es un recurso que
nosotros los seres humanos inventamos para ampliar la memoria.
Un dato muy importante. Existen naturalistas, personas que han estudiado la
evolución humana, que dicen lo siguiente, algo que a mí me parece muy hermoso.
Todos los animales, cuando termina el ciclo reproductivo, tienden a envejecer
rápidamente y morir. Uno dice que los perros duran 12, 13, 14 años, pero es que
es hasta ahí que dura su ciclo reproductivo. Hay algunos que logran pasar los 15 y
llegan hasta los 18, incluso los 20 años, pero la familia que los cuida les da
alimentos especiales, pastillas, vitaminas, para mantenerlos vivos a pesar de que
ya no puedan reproducirse. Pero en condiciones normales, digamos que en
estado de naturaleza, los animales al culminar su ciclo reproductivo mueren. Hay
algunos animales que incluso justo después de reproducirse mueren.
Los seres humanos éramos así, durábamos hasta cerca de los 40 años. El
desarrollo del ser humano se extendía hasta la edad reproductiva. Cuando los
primeros seres humanos teníamos un lapso de vida biológico unido a la
reproducción, la posibilidad de seguir viviendo más allá de lo reproductivo estuvo
asociada a la capacidad de memoria, o sea los seres humanos empezamos en un
momento de nuestra evolución a no morir con el fin del ciclo reproductivo, esa
prolongación fue lo que permitió la maduración de los procesos que tienen que ver
con la memoria, no podíamos tener más hijos, no podíamos reproducirnos más,
pero empezamos a cultivar la memoria de la comunidad, lo que le permitió a las
nuevas generaciones actividades de sobrevivencia más complejas, porque no
eran solamente las de sobrevivencia y ya, las de la caza y la pesca, por ejemplo,
sino la agricultura, y otras actividades complejas que empezaron a estar
relacionadas con los saberes. Y los saberes son básicamente, acumulación de
tiempo, responden a una acumulación que trasciende la vida reproductiva de los
seres humanos.
Voy a tratar de explicarlo mejor. Para vivir de la casa y la pesca, considerando sin
embargo que eso es bastante complejo, pues hay toda una memoria de la caza y

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la pesca, de la selección de los vegetales, de la selección de las frutas, hay una
sistematización madurada en el tiempo, en definitiva hay conocimientos que hay
que cultivar, pero los cazadores comenzaba muy jóvenes, de pronto a los 12, 13,
14 años ya podíamos hablar de un joven cazador, capaz de enfrentarse a los
problemas. Pero la agricultura y la sistematización que requieren las actividades
que tienen que ver con la administración del Estado son actividades más
complejas, de ahí que la memoria o la capacidad de memorizar, la capacidad de
almacenar conocimientos esté vinculada a esa actividad, sin demeritar repito otras
actividades.
Pero esa capacidad aparece cuando los seres humanos trascendemos la etapa
reproductiva, el tiempo de reproducción, nosotros de alguna manera duplicamos el
tiempo de vida. Los seres humanos terminamos el ciclo reproductivo, que es más
o menos a los 40 años, y podemos seguir vivos aproximadamente el doble, o sea
40 años más, no vamos a tener hijos pero vamos a poder cultivar conocimientos,
sistematizar saberes que van a permitir la reproductividad de la especie. Vamos a
poder almacenar en principio, conocimientos más complejos que permitirán el
desarrollo de formas de vida más complejas. La escritura está asociada al proceso
de reproducción de la vida más allá del tiempo que tenemos biológicamente para
reproducir, la escritura tiene que ver con la ampliación de la complejidad.

Cuando en una sociedad como la nuestra, ahora, hoy, hablar por un lado, y
escribir por el otro, empiezan a sufrir una, digamos, depreciación, porque hoy
ciertamente tenemos problemas con respecto al hablar, y tenemos problemas con
respecto a la escritura; lo que estamos poniendo en peligro es la reproducción de
la especie. Porque la reproducción de la especie depende del lenguaje, depende
del lenguaje oral, y depende claro está del lenguaje escrito. Depende del lenguaje
oral evidentemente, por qué siempre hemos necesitado el lenguaje, la palabra, si
tenemos 5000 años de historia del libro, tenemos por lo menos 20,000 hablando,
construyendo el mundo por medio de la palabra.
Si empezamos a considerar las dificultades que tenemos no sólo para el desarrollo
de lo oral, que ya está siendo severamente golpeado, sino además el problema
con lo que respecta a la escritura, porque ya tenemos limitaciones serias para la
escritura, lo que estamos poniendo en peligro de reproducción es a la especie.
Aquella expresión de que la lectura es «paja» por ejemplo y de que lo que me

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gustan son los números (un poco pasada de moda pero vale que hoy se traduce
en un saber más «tecnológico», más «práctico», más «dinámico»), a lo que está
apuntando de alguna manera es a la incapacidad de la especie humana a seguir
reproduciéndose, porque lo que estamos atacando es el corazón de la especie
humana, que tiene que ver precisamente con el lenguaje.
Yo creo que ese escenario está planteado. No se trata sólo de la decadencia del
capitalismo, es la decadencia de lo humano. Cuando tú puedes decir
públicamente, por todos los medios, que necesitamos matar a alguien, o sea ni
siquiera aprehenderlo y juzgarlo, sino matarlo, como hoy dicen los voceros del
imperio, por ejemplo cuando McCain dice "a Gadafi hay que matarlo", cuando los
seres humanos llegamos a expresiones ese tipo, cuando atentamos contra la vida
de quien sea de manera impune, ya es un problema de la especie humana, es la
propia especie la que se está auto-eliminando.
Ahora bien, eso está relacionado con las dificultades que tenemos no solamente
con la palabra oral que ya es bastante, sino con la palabra escrita. Nosotros
tenemos desapego a la palabra tanto oral como escrita, pero terriblemente con
respecto a la escrita. Es como si estuviéramos deshaciéndonos de nuestra
memoria, es como si estuviéramos renunciando a la humanidad como tal, estamos
renunciando a ser humanos, porque lo que nos hace ser seres humanos es el
lenguaje, y lo que somos como especie es porque hemos desarrollado el lenguaje
y hemos desarrollado la memoria.
Cuando la memoria biológica no nos fue suficiente desarrollamos entonces la
escritura, la memoria escrita, pero hoy contra las dos, estamos atentando, a las
dos las estamos destruyendo. La memoria oral porque despreciamos a los viejos,
por ejemplo, porque ya no conversamos, nos fastidia eso de estar conversando, y
cuando hablamos, hablamos frivolidades, ya no construimos mundos con el
lenguaje (estoy hablando en general y no de ustedes en particular). El mundo en
general está desatendiendo la construcción de mundos a través de la palabra,
cada vez aprendemos menos canciones infantiles, cada vez aprendemos menos
trabalenguas, cada vez nos desentendemos más de las palabras, cada vez
conversamos menos con los vecinos, con nuestros hijos, con nuestros hermanos,
con nuestros parientes. El año pasado que hubo apagones la gente comentaba
que era bueno porque ahora salimos al frente y conversamos, lo que quiere decir
que si se soluciona definitivamente el problema de la luz no volveremos a hablar
en el frente con los vecinos, los padres comentaban que durante los apagones
compartían más con los hijos, pero ahora no es necesario hacerlo porque hay luz.
Cuando apareció el problema de la luz emergió una cosa que es [verdaderamente]
nuestra, la capacidad que tenemos de conversar, pero si hay luz no conversamos,
y lo normal, pareciera que lo normal es que haya luz y por lo tanto que no
conversemos.
Cada vez son menos los momentos para el cuento, ¿quién ha escuchado
recientemente y de manera gustosa «cuentos de aparecidos», cuentos de
fantasmas, cuento de apariciones, que nos gustaban tanto cuando éramos niños?
¿Cuántos de nosotros nos hemos sentado con una abuela para que nos eche el
cuento de Maracaibo?, de sus venidas a la ciudad, etc.; tantos cuentos que son
irrecuperables por otras vías que no sean las orales.

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Ahora bien, si tenemos problemas para eso, si estamos alejados de los mundos
de la palabra oral, cuanto más de los mundos de la palabra escrita. Estamos lejos
de la poesía, lejos de las novelas, lejos del cuento, ya no tenemos la abuela pero
tampoco leemos, no tenemos [el mundo] por vía oral ni lo tenemos por vía escrita.
Y si leemos, leemos en la Universidad lo que «nos mandan» a leer, leemos
obligados, leemos cosas que tienen que ver exclusivamente con las unidades
curriculares, volvemos pues, a los textos escolares, no le dedicamos un tiempo a
la palabra creadora de mundos, eso no está en nuestros planes.
Pero resulta que la humanidad se construyó no a partir de textos escolares, la
humanidad se construyó a partir de los cuentos, a partir de las canciones, a partir
de la poesía, la memoria del mundo no existe a partir de los libros de textos
escolares, ese tipo de libros tiene si acaso 300 años, no existía nada parecido
antes, esos libros responden a una idea de conocimiento que sólo tiene 300 años
y que hoy ya está en crisis y ya no aguanta más porque la realidad la desborda.
Antes de que apareciera esa forma de conocimiento que está digamos en el
origen de lo que hoy llamamos textos escolares lo que existía era la palabra en su
trato con la realidad [y lo imaginario], pero eso lo hemos perdido, hemos perdido la
relación de las palabras con el mundo, hemos perdido la relación de las palabras
con el otro, con los otros y, por supuesto, la decadencia de lo humano tiene que
ver en buena medida con nuestro desapego al lenguaje, necesariamente tiene que
ver, porque igual que los niños necesitan para crecer el lenguaje, los seres
humanos necesitamos el lenguaje para poder crecer, para poder vivir.
Nosotros necesitamos la poesía, los seres humanos necesitamos la poesía, como
necesitamos la voz de nuestros abuelos. La necesitamos para poder seguir vivos,
para poder soñar, para poder sentir, porque no hay manera de sentir con el
cuerpo, lo que se llama sentir, leyendo libros de textos escolares. Tú puedes
volver a sentir si vuelves a las palabras, ¿qué significa para nosotros la palabra
amor? ¿Qué significa para nosotros la palabra sensación, la palabra ternura, la
palabra calor? ¿Qué, un concepto físico?, no hay manera de definir las grandes
palabras, los grandes sentimientos, con conceptos tomados de libros de texto.
¿Cómo se define la palabra ética, la palabra «humano»? ¿Cómo nos vamos a
redefinir nosotros, los humanos? ¿Apelando a los libros de textos escolares? No,
no hay manera, la única manera es volver a las palabras, y las palabras ¿dónde
están? las palabras están en el tiempo. ¿Quiénes son el tiempo?: los viejos, los
ancianos, nosotros [cuando vivimos] en sociedad, reconociéndonos como seres
humanos; esas son las palabras en el tiempo.
El asunto actual, ya para cerrar, es que la sociedad tiene un cortocircuito con
respecto a estas palabras en el tiempo, no le interesan los viejos, no le interesa
hablar simplemente, [no le interesa] hablar por hablar. Éste tipo de conversaciones
son cada vez más raras porque lo usual, a lo que vinimos fue a escuchar clases,
pero escuchando clases no se siente, no se aprende a vivir, sólo aprendemos a
vivir y sólo sentimos si volvemos a recuperar la palabra, pero cada vez hay menos
tiempo para eso, cada vez son más las presiones que se atraviesan para que la
vida se convierta en pedazos de actividades sin palabras y sin sentido. Criamos
hijos pero no les hablamos, tenemos abuelos pero no hablamos con ellos,
trabajamos pero no conversamos sino de cosas de trabajo, cosas estériles y
vacías y frías, y tonterías por supuesto. Pero no nos damos tiempo para construir

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la sensibilidad que nos hace ser seres humanos, porque sólo somos seres
humanos si sentimos como tales, si sentimos como seres humanos. Y Todo
sentimiento es una construcción temporal. El amor… ¿quién ama de un instante
para el otro? Nadie. El amor es una construcción histórica, se desarrolla en el
tiempo, lo mismo la amistad. ¿Cómo se construye un amigo?: en el tiempo. Lo
más importante que tenemos los seres humanos se construye en el tiempo, no
hay manera de hacerlo de un día para el otro, todo lo importante necesita tiempo,
maduración, y en ese proceso de maduración es donde están las palabras.
Imagínense construir el amor sin palabras, imagínense construir la amistad, la
ternura, la sabiduría, sin palabras, sin el contacto con el otro, sin la frecuencia, sin
el roce, sin tocarnos, sin sentidos, pero para eso necesitamos palabras, no libros
de textos, para construir la humanidad no sirven, sirven para cosas muy puntuales
pero regularmente frías y estériles que luego no sirven para nada.
Lo que sirve para la vida son las palabras.
Valga todo eso para que nos invitemos todos a leer, porque los seres humanos
tanto como necesitamos hablar, necesitamos leer, y leer no solamente textos
escolares por supuesto. Necesitamos leer la vida, y ¿la vida donde está? La vida
está en la poesía, en la literatura, en las historias, la vida siempre ha estado
vinculada a la palabra inventora de mundos, la vida ha estado conectada siempre
a la poesía, a la palabra liberada, a la palabra que habla del cuerpo, de los seres
humanos, de la muerte, de la vida, del cielo, de lo conocido y lo desconocido.
Los textos escolares tienen, primero, muy pocos años; segundo, nos están
secando el alma, están acabando con nuestros sentimientos, no nos permiten
sentir. Nosotros sentimos si nos vinculamos a las palabras, si nos hacemos
relaciones entre palabras, con las palabras, y empezamos a construir el mundo
desde ellas. Necesitamos leer, sólo que los libros de texto son secundarios. Lo
primero que tenemos que leer, lo primero que tenemos que hacer es acercarnos a
las palabras de los seres humanos que han construido la realidad desde sus
cuerpos, desde sus sentimientos, desde su ser

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«Los primeros libros de la humanidad –dice Fernando Báez en Historia universal de la destrucción de los
libros (Editorial Debate, 2004)- aparecieron en la ignota y semiárida región de Sumer. En el mítico Cercano
Oriente, en Mesopotamia (hoy el sur de Irak), entre los causes de los ríos Éufrates y Tigris, hace
aproximadamente 5.300 años, tras un sinuoso y arriesgado proceso de perfeccionamiento y abstracción; de un
modo extraño, sin embargo, esos mismos libros comenzaron a desaparecer de inmediato, en parte por su
material, la arcilla, en parte por desastres naturales, como las inundaciones, o por la mano violenta del
hombre…» (p. 29)
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Estos datos y cifras sobre los seres humanos los recordé de la lectura de Jared Diamond, libros los suyos
emocionantísimos, y esclarecedores. Les recomiendo sobre todo, Armas, gérmenes y acero, pero las cifras que
les comentaba se encuentran ampliamente desarrolladas en El Tercer Chimpancé (Debate, 2007) y sólo como
una muestra les dejo aquí un fragmento:
«Entre los últimos 100,000 y 50,000 años, aproximadamente, el panorama del mundo humano era el
siguiente: el norte de Europa, Siberia, Australia, las islas de Oceanía y todo el Nuevo Mundo estaban
deshabitados. En Europa y Asia occidental habitaban los neanderthales; y en el este de Asia vivía un
pueblo diferente de los neanderthales y los africanos, cuyas características desconocemos con exactitud
dada la escasez de restos fosilizados. El primitivismo de los utensilios y las conductas, así como una
capacidad de innovación limitada, caracterizaron, al menos en un principio, a estas tres poblaciones. El
escenario estaba preparado para el gran salto adelante. ¿Cuál de las tres poblaciones humanas
existentes lo llevaría a cabo cierres? Hace unos 40,000 años, en la última glaciación, se produjo un

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súbito progreso, del que se han conservado vestigios especialmente reveladores en Francia y España.
Donde antes habitara el hombre de Neanderthal, aparece ahora un tipo humano de anatomía
plenamente desarrollada, en general conocido como el hombre de promedio, por el yacimiento francés
donde sus huesos fueron identificados por primera vez. Si un caballero o una dama de esa especie se
hubiera paseado por los campos Elíseos vestido a la última moda, no habría destacado en modo alguno
entre la multitud parisina. La importancia arqueológica de los utensilios del hombre de cromagnon,
mucho más variados en sus formas y precisos en sus funciones que cualquiera de los encontrados
anteriormente, es equiparable a la de su esqueleto. Las herramientas indican que la conducta
innovadora y desarrollada por fin había venido a complementar a la anatomía evolucionada.
Muchas de las herramientas continuaron siendo de piedra, con la particularidad de que ahora se
fabricaban con lascas cortadas de otras piedras mayores, y gracias a ello, a igual tamaño de la piedra, la
superficie de corte aumentó en un 10%. En este tiempo aparece por primera vez los utensilios de hueso
y de hasta de venado, y también los inequívocamente compuestos por diversas partes atadas o pegadas,
tales como las puntas de lanza unidas a una vara o las hojas de hacha con mango de madera. Lo
utensilios se inscriben en numerosas categorías definidas, cuyas funciones son en muchos casos
evidentes; así, por ejemplo, aparecen las agujas, las leznas, los almireces con sus manos, los anzuelos,
las plomadas para las redes y las cuerdas. Con las cuerdas se hacían redes o lazos, lo que explica la
abundancia de huesos de socorro, comadreja y conejos hallados en los asentamientos de los
cromagnones, del mismo modo que la existencia de cuerdas, anzuelos y plomadas explica la presencia
de raspas de pescado y huesos de aves en los asentamientos sudafricanos contemporáneos.
Es en esta época cuando se inventan armas sofisticadas que permiten cobrar grandes presas a
distancia y con seguridad; entre ellas, arpones con lengüeta, dardos, arcos y flechas y lanzavenablos.
En las cuevas de Sudáfrica ocupada por los cromagnones se han conservado huesos de animales tan
peligrosos como el búfalo de El Cabo y el jabalí, en tanto que las cuevas europeas están repletas de
huesos de bisontes, alces, menos, cabras montés es y caballos. Incluso hoy día los cazadores
equipados con los más potentes rifles telescópicos encuentran difícil cobrar presas de algunas de estas
especies, cuya captura debió requerir métodos de caza comunitarios muy sofisticados y basados en un
conocimiento pormenorizado del comportamiento de las presas.
Diversos tipos de evidencia dan testimonio de que los pueblos de la última glaciación eran expertos
en la caza mayor. Sus asentamientos son mucho más numerosos que los de los Neanderthal es
primitivos y los africanos de la edad de piedra media, lo que implica un éxito mayor a la hora de
obtener alimentos. Muchas especies de animales de gran tamaño que habían sobrevivido a las Heras
glaciales previas se extinguieron hacia el final de la última glaciación, de lo que puede deducirse que
las nuevas habilidades cinegéticas de los humanos fueron la causa de su exterminio. Entre esas
probables víctimas, en las que nos detendremos en capítulos posteriores, se cuentan los mamuts de
América del Norte, el rinoceronte lanudo y él ballo gigante de El Cabo y los canguros gigantes de
Australia. Evidentemente, el momento culminante del ascenso de la humanidad ya encerraba en sí la
semilla de lo que algún día puede llegar a ser la causa de nuestra caída.
Las mejoras tecnológicas permitieron a los humanos ocuparnos hábitat, así como multiplicarse en las
zonas ya habitadas de Eurasia y África. Los humanos llegaron Australia hace unos 50,000 años, lo que
supone que disponían de medios de transporte marítimo lo suficientemente avanzado como para
atravesar los casi 100 km que separan el este de Indonesia de Australia. La ocupación del norte de
Rusia y Siberia, hace cuando menos 20,000 años, se hizo posible gracias a numerosos avances: la
confección de ropas, cuya existencia queda demostrada por las agujas, las pinturas rupestres de
chaquetones de piel y los ornamentos funerarios que esbozan formas de camisas y pantalones; la
utilización de pieles para abrigarse, deducible de los esqueletos de zorro y lobo desprovistos de zarpas
(que se cortaban al quitarle la piel al animal y se han encontrado en montones separados); la
construcción de viviendas elaboradas (indicada por los cimientos, pavimentos y paredes de huesos de
mamut) con complejas chimeneas, y las lamparilla de piedra en la que se quemaba grasa animal para
alumbrar las largas noches árticas. La ocupación de Siberia y Alaska llevó, a su vez, a la expansión por
América del Norte y del Sur hace unos 11,000 años. (…)
A diferencia de los Neanderthales, pocos de los cuales sobrepasaban los 40, los cromagnones
llegaban a alcanzar los 60 años, como lo demuestran sus esqueletos; así pues, eran muchos los que
podían disfrutar de la compañía de sus nietos, hecho muy infrecuente entre los hombres de
Neanderthal. En nuestro tiempo, acostumbrados como estamos a informarnos a través de la prensa y

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la televisión, resulta difícil imaginar la enorme importancia que tenían los ancianos, aún cuando no
fueran más que uno o dos, en las sociedades sin escritura. En las aldeas de nueva Guinea, los jóvenes
me llevan una y otra vez ante el anciano del lugar cuando les hago preguntas sobre algún pájaro o
fruto poco común. Así, por ejemplo, cuando visite la isla de Rennell, del archipiélago de las Salomón,
muchos isleños supieron indicarme que frutos silvestres eran comestibles, pero sólo un anciano pudo
decirme a que frutos podía acudirse en caso de emergencia para evitar la muerte por inanición; había
adquirido esos conocimientos en su niñez, cuando un ciclón arrasó Rennell, hacia 1905, destruyendo
los huertos y sumiendo al pueblo en la desesperación. En una sociedad sin escritura, una persona de
esas características puede convertirse en la salvación de todo un pueblo. Así pues el hecho de que la
esperanza de vida del hombre decoró Mañón superara en 20 años a la del hombre de Neanderthal fue
seguramente uno de los factores clave del éxito del primero. La prolongación de la vida hasta edades
avanzadas se basó en la mejora de las técnicas de supervivencia, pero también en algunos cambios
biológicos, uno de los cuales probablemente fue el desarrollo de la menopausia femenina…» (pp. 73-
77)

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