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Rigo B Castro
Como pájaro sin nido, con frio y abandonado, inició aquel día con una
mañana brusca regalando tormentas por palabras y cambiando vacíos
por recuerdos. Era difícil sostener un pensamiento ya que los tímidos
pasos se colaban por las rendijas y generaban incertidumbre con un poco
de pánico. Fue en uno de esos descuidos por parte de los guardias, en los
que trate de seguir con mi plan de fuga, no era sencillo pero algunos días
de diferencia no eran importancia.
El ambiente cedió y la paz se presentó como regalo divino, pero era esa
fría ventana la que me generaba angustia y desasosiego. Trate de esquivar
las ruinas de la inquietud y continúe con mi labor de huida; estaba solo
y sentía que los guardias habían desaparecido por completo, ya no oía
ruidos y ni siquiera existía la molestia de su mirada a través de las frías
rejas.
Con mis manos empujaba las barras, era esperanza o locura lo que
me llevaba a pensar en que esa era la solución, y fue en uno de esos
intentos en los que una voz encogida y risueña me saludó con astucia
proponiendo de su parte mi libertad por un pequeño precio. Abundado
por la curiosidad, me acerqué a la puerta con recelo buscando el poseedor
de aquella voz, pero más fue la sorpresa cuando devolví mi mirada hacia la
ventana y observé que era una serpiente y no el humano que esperaba. No
corrí porque mis escasos dos metros cuadrados no permitían aquel acto,
pero un rincón sirvió de resguardo para aquel temor que ya me rebosaba.
Cerré mis ojos tratando de evitar esa necesidad, pero era más su
insistencia humillando las migajas de valor que me quedaban. Mientras
su desagradable piel recorría mi cuerpo, tome como sentimientos los
recuerdos para arrepentirme de la maldad que alguna vez use como fe.
Pensé que si mi castigo era terminar como aquel animal, tenía que ceder
para curar mis penas, y con llanto entre su mirada y la mía, acepté aquella
propuesta para sucumbir en su presencia.
Todo estaba perdido ante mis ojos, imaginando un futuro con libertad
pero encerrado en el cuerpo de un desdichado animal, pero fue su
carcajada acompañada de una infernal voz la que ahogo mi conocimiento
para culminar de rodillas rogando por piedad y misericordia. Ya no era
la serpiente que desfiguraba mis sentidos, era una bestia de tamaño
colosal la que transmitía aquel mensaje. Al parecer acepte la perdición
y el infierno en vida y a pesar de que el ambiente generaba muerte y
perdición, la bestia hizo un gesto de descontento y curiosidad cuando vio
de mis ojos caer lágrimas de arrepentimiento, lágrimas de padecimiento
ajeno y todo porque era más grande el dolor que había causado que el
vivido en aquel momento.
Cerré mis ojos para terminar con este rito y regale una sonrisa de
satisfacción hacia el todopoderoso que intervino en mi salvación. Logré
tomar un pétalo de las rosas que cubrían el entorno y escribí mi historia
en una simple frase “El perdón cura el alma, pero el arrepentimiento cura
la libertad…”
El diseño de la portada es de mi propia autoría (rigobcastro - leozero). Para más información visite http://leozerosty.deviantart.com/