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CARRERA
: PSICOLOGÍA HUMANA
CATEDRATICO
: LIC. HENNY
CURSO
: PSICOLOGIA DE PAREJA Y FAMILIA
ALUMNOS
:
CYNTHIA KARIN PALOMINO BULEJE
KARINA TOVAR
CICLO
: VIII
AÑO
: 2010
INTRODUCCIÓN
I. CONCEPTO DE LA INFIDELIDAD:
Por infidelidad, relaciones extraconyugales, amantes, etc, entendemos la
relación fuera del lazo conyugal que uno de los miembros establece con otra
persona sea esta del mismo sexo o del sexo opuesto, y con quien obtiene
algún tipo de relación amorosa -no solamente genital-, ésta puede ser a corto
o a largo plazo.
Las relaciones de pareja, igual que todo tipo de relación contiene cargas
ambivalentes de amor y odio, en donde, de acuerdo con la teoría kleiniana, se
van proyectando e introyectando partes del objeto bueno/malo, de manera
dialéctica, es decir continua e ininterrumpidamente.
De acuerdo con Freud, la elección del compañero puede hacerse por varios
caminos:
El esquema anterior explica por qué existen elementos de amor y odio en las
relaciones amorosas. Al proyectar parte del yo en el otro y llegar a la
frustración se desencadena el odio. Ya que mediante el mecanismo de la
proyección se supone que el otro "debe" satisfacer mis necesidades; esto
ocurre tanto a nivel consciente como inconsciente.
Hay que destacar que también puede elegirse pareja para no relacionarse y
evitar la fusión y proximidad del otro.
Sea cual sea el tipo de elección que se haya realizado, los miembros de la
pareja pueden sentirse defraudados una vez terminado el período de luna de
miel y entonces, las expectativas sufrirán un golpe cuando se enfrenten a la
pareja "real" y no a la idealizada.
Igual que el dinero, los hijos, las propiedades, etc., manifestaciones del poder
en la pareja, la posibilidad de ser más atractivo y de tener mayores
potencialidades sexuales y atracción hacia el sexo opuesto, es otra
ostentación de poder en la pareja.
Para Caruso, el amor de los amantes está cargado, desde un inico, del
impulso de muerte, pues los amantes aceptan que su relación es sacrificable,
que tiene que ser dolorosa y tormentosa, resignándose a gran dosis de dolor y
muerte. Lo anterior explica conductas suicidas de los amantes después del
rompimiento.
De lo visto hasta ahora, resultaría ingenuo pensar que el hombre tiende más
hacia la infidelidad que la mujer o bien que las mujeres que trabajan tienen
mayor posibilidad de relacionarse extraconyugalmente que aquellas que no
trabajan pues pensando así, perdemos de vista a la pareja; pues recordemos
que también el otro toma parte activa aún en la "pasividad" más exigua.
Así, más que buscar patologías, habrá que pensar que la infidelidad puede ser
un síntoma de la larga serie de crisis por las que atraviesa la pareja y la
funcionalidad, en vez de morbosidad, estará dada por la manera en que la
pareja pueda comunicarse y superar la crisis.
Por otra parte, ¿qué hay de los engañados que niegan o no ven lo que su
mundo les presenta?, ¿cuántos matrimonios existen en donde la infidelidad es
lo acostumbrado?
También creo que la distinción hecha por Rougemont se basa más en una
amor romántico que en el "amor real". El amor real no es ni la felicidad, ni la
pasión sino la compañía y la colaboración entre dos géneros a fin de crecer (lo
cual duele) y de solucionar conflictos, incluída la infidelidad, lo anterior no
siempre se logra, pues existe el prejuicio que discutir es pelear, que la
diferencia es fricción y dificultad o bien enemistad y de que todos, hombres y
mujeres lo sabemos todo. (Aunque ellos un poco más).
IV. ESTADÍSTICAS
En promedio, las estadísticas de infidelidad aseguran que el 60% de los
hombres son infieles, y que el 40% de mujeres les sigue los pasos. Para
Sexole, el primer estudio sobre conductas y preferencias sexuales de usuarios
de internet en España, las mujeres son más infieles que los hombres (50%
frente al 44%) y también más apasionadas: un 65% exterioriza más las
emociones en el momento del clímax, frente a un 27%. El estudio de Journal
of Couple and Relationship Therapy asegura que entre un 45 y un 55% de las
mujeres casadas son infieles.
Por lo que queda claro, que la formación de pareja es uno de los aspectos
más complejos y difíciles del ciclo vital familiar por la enorme responsabilidad y
trascendencia que tiene esta decisión, y las influencia tan fuerte que ejercen
los factores biopsicosocioculturales.
En la etapa II, que equivale al matrimonio y sus consecuencias, el peligro de
caer en relación extramarital se fundamenta a partir de que cada cónyuge trae
individualmente un conjunto de valores y expectativas, tanto implícitas como
explícitas, algunas de las cuales son imposibles de anticipar antes del
casamiento y que abarcan desde el valor que atribuyen a la independencia de
las decisiones, hasta la opinión de que grado de influencia ejercerá la esposa
sobre la carrera de su marido, o si cada uno a de dictaminar a cerca de los
amigos del otro, si la esposa a de trabajar o no y muchas más que deben de
negociarse, de tal manera que se va elaborando una nueva relación mutua.
Pero también existe la posibilidad de que muchas de las decisiones que toma
una pareja de recién casados esté influida por lo que aprendieron en sus
respectivas familias o por influencia directa de ellas. Y si a lo anterior se le
agrega que la pareja puede estar viviendo problemas en su ajuste sexual, la
crisis es inminente, sobre todo cuando la joven pareja no sabe manejarlo,
negociarlo o resolverlo dentro de la relación de dos, por lo que queda atrapada
en conflictos entre ambos y en relación con la parentela, desarrollando
síntomas o desacuerdos que pueden llevar a las crisis.
En la etapa III que equivale al nacimiento de los hijos y el trato con ellos es un
estadio en el que los autores revisados explican en conclusión que la dinámica
para caer en una relación extramarital, se puede iniciar a la llegada del primer
hijo, ya que hasta antes del nacimiento del primogénito se había elaborado un
juego íntimo de dos. Pero con la paternidad comienza una nueva etapa, ya
que desde el embarazo el cuerpo de la mujer sufre cambios drásticos, que en
muchas ocasiones provoca que la vida sexual de la pareja se modifique.
Inclusive después del parto las relaciones de pareja continúan viéndose
afectadas y si a este punto le agregamos el nuevo miembro que se incluye en
la familia y que provoca cambios permanentes, que se traducen en la poca
intimidad de los padres, y entonces puede surgir el sentimiento de celos y
abandono e insatisfacción por parte de alguno de los cónyuges, por sentir que
no esta siendo tomado en cuenta lo suficiente y se dispara en busca de una
tercer persona fuera de casa, la cual puede ser un amigo, pero también incurrir
en aventuras extramaritales o buscar amantes bien definidos.
Otra situación interesante que puede llevar a la infidelidad durante ésta época,
se presenta, cuando uno o ambos padres no han logrado una identidad propia,
con la consecuente inmadurez sexual y emocional, que lo lleva, por lo común
a unirse, al hijo o hija adolescentes y buscan comportarse como si fueran uno
de ellos, vistiéndose y actuando como ellos y hasta buscando relaciones
sexuales fuera del matrimonio o aventuras amorosas para rescatar lo que no
vivieron cuando eran jóvenes de esa edad.
Pero también se dice que para algunos hombres, la partida de los hijo podri
an vivirla como una pérdida personal y al mismo tiempo, este hecho les puede
recordar que están en la parte tardía de su vida. Sus reacciones ante las
pérdidas y los cambios pueden manifestarse en forma de relaciones
extramaritales, actuaciones fuera de lugar o en la compulsión por posesiones
materiales, como puede ser la compra de un auto deportivo, etc.
VI. CONCLUSIÓN
Sin embargo, hay que ver a la pareja como un sistema, en el cual de no cubrir
las necesidades de sus miembros en el plano sexual, económico, de roles, de
comunicación, etc., podrá darse algún tipo de relación extramarital que ponga
su vida en peligro; pero, si a la inversa, vemos a la infidelidad como causa de
una ruptura, perdemos de vista a la pareja como totalidad, porque la no
satisfacción de los miembros puede traer como consecuencia no sólo la
infidelidad, sino también la rigidez de los roles, la falta de comunicación, y lo
más dañino, la violencia famililar.
VII. BIBLIOGRAFIA