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DISTRIBUCION REGIONAL DE LA
GANADERIAVACUNA
(1) Jefe de Trabajos Prácticos, Area Producción Bovinos de Carne, Dpto. Producción Animal, F.
Ccias. Veterinarias, UBA.
(2) Ayudante de Primera, Area Producción Bovinos de Carne, Dpto. Producción Animal, F. Ccias.
Veterinarias, UBA.
-2008-
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ZONAS GANADERAS
Caracteristicas Agro-ecólogicas
El clima es “el promedio de las condiciones meteorológicas (temperatura, humedad, vientos,
precipitaciones) en un área determinada, en un periodo de tiempo que la OMM(organización
meteorológica mundial) estima en tres décadas” (Borgognoni, Cacace, 1995).
En particular, y debido a la gran extensión de nuestro país, éste presenta una variedad de
características climáticas y edáficas muy importante. Se puede generalizar diciendo que: el 19% tiene
clima húmedo y 81% esta sometido a distintas intensidades de aridez.
Ampliando lo antedicho: un 53% ( ubicado entre las isohietas de 550- 1000 mm.) tiene clima
semiárido a subhúmedo; un 3% tiene zonas de regadío y microclimas especiales, y el 44% restante
tiene características de aridez ( < de 500 mm.).
Si a la vez hacemos coincidir con la anterior línea otra que pase por el meridiano de 64º
Longitud Oeste, (aproximadamente coincidente con la isohieta de 500 mm.), podemos dividir al país
en dos partes, de alta (Hº) y baja humedad (hº) respectivamente, según la distribución de las
precipitaciones. Superponiendo ambas, nos quedan –por combinación- cuatro regiones, tal y como es
posible observar en la siguiente figura
64º Longitud Oeste (LW)
Tº y hº Tº y Hº
tº y hº
tº y Hº
Balance Hídrico
• En una determinada región, es el resultado de la diferencia entre la cantidad de agua que recibe
como precipitación y la que es evapotranspirada hacia la atmósfera por los integrantes de la
comunidad vegetal, sumada a la que percola –escurre o no es absorbida por el suelo- en una
determinada zona, dejando como resultado una cifra que representa aproximadamente el agua
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Vientos.
Resumidamente, el viento es una corriente de aire que se forma en la atmósfera por las
diferencias de temperaturas y presión entre diversos puntos. En general, los vientos circulan desde las
regiones de alta presión –anticiclones- hacia las de baja presión –ciclones- ( Ley de Buys Ballot). Por
efecto de la rotación de la tierra se desvían a la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en
el hemisferio sur ( Ley de Ferrel ), y la velocidad del viento está en razón directa con la diferencia de
presión entre los cuales sopla ( Ley de Stephenson ).
El viento es parte importante del ciclo hidrológico debido a que transporta humedad originada
en los mares hacia el macizo continental. El movimiento de rotación es el que ocasiona la fuerza
deflexiva que es la causante que todos los cuerpos fluídos se desplacen horizontalmente sobre la
corteza terrestre y sufran desviaciones a la derecha en el hemisferio norte y a la izquierda en el
hemisferio sur. Tal desviación es inexistente en el ecuador y aumenta en los polos, lo cual puede
apreciarse por la presencia de los vientos constantes.
Nuestro país se encuentra sometido a la acción del Anticiclón del Pacífico Sur y al del
Atlántico Sur. Estos últimos llegan al país por el Noreste, generando vientos generalmente húmedos y
cálidos. A su vez, se registran desprendimientos de los mencionados vientos, originando otros locales,
como el Viento Norte y el Viento Zonda (en los valles andinos N-S), de características cálidas.
Por su parte, los vientos provenientes del anticiclón del Pacífico Sur, que llegan por debajo del
paralelo de 40º de Latitud Sur, originan vientos locales, que al atravesar la Cordillera de los Andes
desaguan su humedad, y en el lado argentino, al entrar por la Patagonia, presentan características de
viento seco y fresco. Este es el llamado “viento del sudoeste”.
Otros vientos originados en el Anticiclón citado son los del Sudeste. Son vientos húmedos,
que atravesando el Océano Atlántico, arremeten contra la costa litoral de nuestro país, ocasionando
inestabilidad atmosférica, frecuentes precipitaciones, además del retraso en el desagüe natural de los
ríos (por ej. Río de la Plata), que trae aparejado inundaciones en las costas litoraleñas.
De la interacción de los factores expuestos en este breve resumen, se puede decir que no
existen en nuestro país climas típicamente Tropicales Áridos, pues en todo el país ocurren heladas en
todos o casi todos los años, no existiendo alguna región con P.L.H. (periodo libre de heladas) igual a
365 días. Aunque en los últimos años, y probablemente a consecuencia del cambio climático a nivel
global, se observa que los períodos de heladas son más cortos y con menos heladas, y éstas a su vez
son de menor intensidad.
Tampoco existen desiertos absolutos, porque alguna precipitación se registra. Entre las
principales causas originarias de la aridez, se han mencionado a la Cordillera de los Andes, que actúa a
modo de barrera para los vientos del Pacífico y también la existencia de pocas masas de aire
provenientes del Atlántico.
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Por todo lo anterior, destacamos que la actividad ganadera en nuestro país se ubica en el
subsector de altas y bajas temperaturas (Tº y tº), y alta humedad (Hº).
En el sector típicamente de altas temperaturas y humedad (Tº y Hº), el crecimiento del forraje
–y su curva de producción de materia seca- es principalmente primavero-estival con un gran volumen
de producción y desarrollo favorecido por las altas temperaturas estivales, configurando un período de
aprovechamiento relativamente limitado por la rápida disminución de la calidad y de la digestibilidad,
por la rápida acumulación de celulosa y fibra en sus tejidos.
La zona de especialización en la producción ganadera, si bien está radicada en la zona más
húmeda (Hº), por no tener limitación de disponibilidad de agua, principalmente dentro de ésta se
localiza en la zona de temperaturas medias (tº) del gráfico presentado al comienzo del presente texto.
Dentro del 80% sujeto a diversas forma e intensidades de aridez presente en nuestro país y
comentadas al inicio del presente texto, por ejemplo en los climas subhúmedos secos, la periodicidad
de la sequía obliga a efectuar una serie de prácticas agropecuarias para poder trabajarlos de manera
correcta. Entre ellas figuran: barbechos, reservas de forraje (henos, ensilados, etc), rotación de
cultivos, sistemas de pastoreo distintos a los de clima más húmedos, etc.
Suelos
Se deja para el final de estas breves nociones sobre algunas de los principales condiciones
agroecológicas que caracterizan la delimitación de las regiones ganaderas, el tema referido al agua de
bebida. En general, y basándose en la información disponible o en la opinión de expertos, se tienen en
su mayoría datos aproximados y a veces limitados en relación con la provisión, calidad y profundidad
de las napas de agua. Además, se suma en nuestro país el inconveniente de que existen grandes áreas
muy poco explotadas, pues para ser trabajadas se requiere la provisión de agua que se consigue con
tecnologías muy costosas.
1. Insuficiente cantidad
2. Alto contenido de sales, lo cual implica que sea poco apta para el consumo bovino.
Se entiende por Contenido de sales totales (ST) o salinidad total o RS, a la suma de las
concentraciones de todos los sólidos disueltos en el agua. Se puede expresar en “gramos de sales por
litro de agua (g ST/L). En general, la salinidad es el principal factor que determina si una fuente de
agua es apropiada para el ganado. La mayoría de las sales disueltas en el agua son compuestos
inorgánicos, como sulfatos (SO4=), cloruros (Cl-), carbonatos (CO3=), bicarbonatos (HCO3 -) de Ca, Mg
y Na. Ocasionalmente, pueden estar presentes en exceso pudiendo causar efectos osmóticos dañinos,
resultando en pobre performance, enfermedad o aún la muerte de los animales expuestos a ellos.
Dentro de las sales contenidas en el agua, los SO4= son más perjudiciales que los Cl- y las sales
inorgánicas más perjudiciales que las orgánicas. En general, se toma como valor límite superior 7 g
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ST/L de agua. Por encima de estos valores, la restricción de agua es seria y se hace desaconsejable su
uso. El agua que contiene menos de 1 g ST/L, no debería presentar problemas para el ganado, pero
puede requerir suplementación con mezclas minerales. Aquellas que poseen entre 2 y 4 g ST/L se las
suele considerar aguas de buena calidad. Los animales en confinamiento, resultan más sensibles a
concentraciones elevadas de sales totales. Concentraciones superiores a 4 g ST/L pueden presentar
algunos problemas de restricción voluntaria en el consumo, pero los animales se acostumbran, aún
cuando la producción pueda verse disminuida de alguna manera. Entre 5-7 g ST/L pueden ser usadas
en bovinos para carne y ovinos, pero son desaconsejables para hembras preñadas, o lactando, terneros
e invernada. Valores de 7-10 g ST/L son nocivos para los rumiantes. En general, los animales adultos
son más resistentes al exceso de sal que los jóvenes, las razas de carne más que las de leche, el ganado
ovino más tolerante que el bovino, y dentro de éstos las razas índicas son las de mayor resistencia.
(Cseh, 2003).
Deficiente: por su bajo contenido salino estas aguas no contribuyen con minerales a la dieta animal,
presentando éstos síntomas de pica y/o hambre de sal. El problema se soluciona administrando
permanentemente una provisión dietética mineral completa, ad libitum
Muy buena: este agua contiene sales en cantidad adecuada para cubrir las necesidades minerales que
las pasturas no brindan. La producción se favorece con este tipo de agua.
Buena: Su contenido salino supera las necesidades del animal, pero sin acarrearle problemas, pues
elimina eficientemente el sobrante.
Aceptable: Puede causar diarreas a animales no acostumbrados a la misma y disminución en la
producción.
Mala: podrá emplearse en animales acostumbrados, con suma precaución y en ciertas épocas y
pasturas. Disminuye marcadamente la producción y puede producir mortandades.
Condicionada: Deberá emplearse por poco tiempo, cuando no se encuentra otra fuente de agua y con
grandes precauciones. Produce diarreas intensas y mortandades. No hay producción.
Otros iones ( Nitratos y nitritos = 200 mg/L, F = 1,5 mg/L ppm , As =.0,05 mg/L para consumo
humano y 0,2 ppm para consumo animal., entre otros iones), tienen límites máximos por su toxicidad
o por problemas que pueden ocasionar, por lo que cualquiera sea la cantidad de sales totales que tenga
un agua, si estos iones superan esos límites, por sí solos descalifican un agua.
Ottros metales::
La presencia de hierro (Fe), Manganeso (Mn), plomo (Pb) y otros es muy poco frecuente, a no ser que
los pozos se encuentren en proximidad de yacimientos minerales de donde pueden recibir
contaminación. (Bavera y Bocco, 1987; Bavera, 2000; Sager. 2000).
Se observa que coincide la mayor densidad ganadera con la zona de mayor humedad atmosférica y
teniendo en cuenta el mapa de agua de bebida, la mayor presencia bovina se combina con las zonas
donde hay agua en cantidad y calidad suficiente
En los últimos años, en la Argentina hubo un gran cambio en la distribución de las actividades
agrícolo-ganaderas, con un gran aumento del sector agrícola en detrimento del sector ganadero.
Es importante considerar los principales factores que han actuado sobre este fenómeno.
1) Desplazamiento hacia el oeste, por el aumento de las precipitaciones, de la isohieta de 600 mm,
siendo remplazada por la de 800 mm. Los incrementos se dan en los meses más cálidos O –N- D y E
– F y M, con un 50% más de humedad.
4) La búsqueda de combustibles alternativos, impulsada por el aumento desmesurado del precio del
petróleo, ha promovido el desarrollo de la tecnología del aprovechamiento de los biocombustibles
como el etanol y el biodiesel, entre otros. Tal es así, que en la Argentina, la Cámara de Diputados de la
Nación aprobó en el año 2006 la ley de producción de bioetanol que, en nuestro país, tiene como
principal sustrato a la Caña de Azucar y el Maíz.
Todas las razones enumeradas precedentemente han hecho que la ganadería, específicamente
la de zonas de cría (primer eslabón en la cadena de producción de carne), haya sido desplazada hacia
zonas más marginales, hacia el oeste y el norte de la llanura pampeana.
Con respecto a la Invernada, lo ocurrido básicamente fue una intensificación de la misma con
aumentos en la ganancia diaria de peso de los animales sometidos a este proceso, y disminución de la
superficie afectada a esta actividad. Esto se basó en la utilización, en mayor o menor grado, de la
suplementación con granos, principalmente, grano de maíz. Otro hecho que ocurrio, fue el aumento de
la productividad de las pasturas, lo que permitió un incremento sustancial en la carga animal. Esta
mayor intensificación del proceso de invernada permitió a los establecimientos dedicados a esta
actividad (exclusiva o mixtos), “liberar” potreros utilizados tradicionalmente para la siembra de
pasturas, hacia la agricultura. Las siembras de soja de primera, o maíz, e inclusive la siembra de trigo
más soja de segunda, se tornaron más frecuentes en estas zonas. También se debe considerar el
aumento paulatino, pero estable, de los llamados “Engordes a Corral o Feedlots”.
ACTIVIDADES GANADERAS
Aunque el ganado vacuno se encuentra distribuído en todo el país, existen zonas claramente
diferenciadas en lo referido a densidad ganadera y a características agroecológicas para la producción
de carne. Esto permite considerar en el país cinco grandes regiones ganaderas: Región Pampeana,
Región Noreste Argentino (NEA), Región Noroeste Argentino (NOA), Región Semiárida y
Patagonia. (Rearte, 2003).
Si bien no ha existido una disminución del stock nacional a causa del crecimiento de la
agricultura, sí han ocurrido cambios en la distribución zonal de la ganadería.
La Región pampeana sigue albergando al 60% de los vacunos del país, contra un 62% que
contenía en el registro anterior (1994). El NEA contiene al 22% del stock nacional, prácticamente
similar al reportado en 1994. Lo mismo ocurre en el NOA, donde se mantiene la proporción del 7,2%
y en la Patagonia con un porcentaje inferior al 2%. La Región Semiárida muestra cierto crecimiento en
la participación, ya que en la actualidad contiene el 8,2% del stock nacional comparado con el 6,5%
que tuvo en 1994. Como vemos, el único cambio que se puede mencionar es una mínima reducción de
la participación de la Región Pampeana a favor de una mayor participación de la Región Semiárida.
(Rearte, 2003), en la cual se da porcentualmente el mayor crecimiento, seguida por los cambios
operados en el NEA, segunda zona ganadera del país.
Estos cambios se relacionan con el avance diferencial que ha tenido la agricultura en las
principales provincias agrícolas del país, siendo menos masivo en Buenos Aires, la principal provincia
ganadera. Distinta resulta la situación en las Regiones Extrapampeanas. Tomando las provincias del
Chaco y de Santiago del Estero por ejemplo, vemos que el aumento de la superficie sembrada con
cultivos de verano supera el millón de hectáreas, equivalente al incremento de la superficie para soja.
En ambas provincias, el desplazamiento se dio principalmente sobre el cultivo de algodón y parte
sobre la superficie ganadera.
Más allá de que no haya grandes cambios en la distribución de hacienda total, conviene
analizar ciertos índices que indican del tipo de actividad ganadera que se realiza y su productividad.
Región Semiárida. Sin embargo, ésta es cuantitativamente inferior a la mejoría de este índice en las
Regiones antes mencionadas.
Región Pampeana
La Región pampeana incluye las provincias de Buenos Aires, sur de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos y
noreste de La Pampa.
La pampa argentina es una de las áreas agropecuarias más ricas del planeta. Es un área principalmente
plana de un suelo profundo con alto contenido de materia orgánica y naturalmente cubierto de
pastizales.
El clima es templado húmedo con temperaturas que promedian los 15ºC en el sur y 18ºC en el norte.
Las temperaturas máximas absolutas rara vez llegan a los 38º, mientras que las mínimas absolutas
están cerca de los –10ºC. Las precipitaciones decrecen de 1.100 mm en el noreste a 600 mm en el
suroeste, con promedios mensuales de 50-90 mm en primavera y verano y 20-30 mm en invierno.
La producción de forraje es variable, en un rango de 8 a 12 toneladas de MS/ha/año en los mejores
sueldos y de 2 a 7 toneladas en los suelos más pobres dependiendo de las lluvias y la fertilidad del
suelo.
La producción de carne en esta Región incluye dos actividades que se localizan en distintas zonas
según la fertilidad de los suelos y la calidad de los pastos producidos. En suelos más pobres no
cultivables, con limitaciones de drenaje (Cuenca del Salado), el sistema de cría para la producción de
terneros es la actividad predominantes, mientras que en las zonas de mejores suelos con mayor
potencial de producción de forraje de calidad, la recría y engorde de los animales constituye la
principal actividad ganadera. La aptitud agrícola de estas zonas ha hecho que la ganadería comparta
suelo con la agricultura, en rotaciones que le aseguran sustentabilidad a los sistemas productivos.
La Cuenca del Salado, principal zona ganadera de la Región, cuenta con una extensión de 95.000 km2
de excelentes pastizales naturales. Esta zona incluye pequeñas proporciones de tierra cultivable, de
hasta 10-15% del área total la cual puede ser sembrada con pasturas cultivadas o cultivos de cereales.
En la región pampeana las principales razas son las británicas y sus cruzas, con una predominancia de
Aberdeen Angus, seguida por Hereford y en menor escala Shorton. Existe una menor proporción de
razas continentales como Limusin, Fleckvieh y Charolais pero que no superan el 5% del stock
nacional.
El Nordeste Argentino (NEA), segunda región ganadera del país, abarca las provincias de Corrientes y
Misiones, este de Formosa y Chaco, y norte de Entre Ríos y Santa Fe. El NEA se divide en dos sub-
regiones separadas por el Río Paraná, siendo la región Este carente de fósforo y sodio. Al Oeste del
Río Paraná, las lluvias decrecen hacia el Oeste convirtiéndose la falta de agua en una severa limitante a
la producción.
El clima es sub-tropical húmedo y las lluvias varían entre 500 mm al oeste de Chaco y Formosa, hasta
2.000 mm en Misiones. La producción de MS de los pastizales van desde 1.000 kg MS/ha o menos en
el oeste de Chaco-Formosa, hasta 10.000 kg MS/ha en algunas regiones de Corrientes o Misiones. La
producción forrajera se concentra en primavera-verano, disminuye en otoño y el invierno es de casi
nula producción.
La actividad ganadera predominante es la cría ó cría-recría, no obstante en los últimos años aumentó el
número de productores que engordan novillos, diminuyendo la cantidad de terneros que son llevados a
la región pampeana para su terminación. En las provincias de Corrientes y Entre Ríos es común la cría
mixta de vacunos-ovinos.
En la región subtropical predominan las razas compuestas con razas índicas como el Bradford,
Brangus y en menor escala Santa Gertrudis. En el sur de Corrientes predomina el Hereford adaptado al
subtrópico y en el norte del país ha comenzado a difundirse en los últimos años el búfalo de agua.
El NOA comprende las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero y norte
de Córdoba. Abarca una gran diversidad de ambientes, desde el cordillerano al oeste hasta la llanura
chaqueña en el centre y este.
El clima es subtropical seco y variable según región, desde árido con 200 mm de lluvias al año en el
sector sudoccidental hasta subhúmedo al este con precipitaciones que llegan a los 700 mm al año. Los
veranos son muy calurosos y los inviernos moderados. Las precipitaciones se concentran en verano-
otoño, generando una prolongada época seca en invierno y primavera. Los suelos son poco profundos,
deficientes en materia orgánica y nitrógeno, de reacción neutra a alcalina.
La vegetación dominante es el bosque chaqueño, alternando con pastizales abiertos y áreas arbustivas.
Estas características climáticas y forrajeras determinan que la actividad ganadera predominante sea la
cría. La actividad de invernada se limita a las zonas con mayores precipitaciones o con posibilidades
de riego.
La incorporación de especies cultivadas como el Buffel grass (Cenchrus ciliaris) en las zonas áridas y
Gatton panic (Panicum maximum cg Gatton) en la región subhúmeda permitió duplicar o triplicar la
carga y la productividad por ha. En la región predominan las razas compuestas Brangus, Bradford,
criollos y las cruzas de esta con razas británicas.
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Región Semiárida
Superficie: 519.000 km2
(14%)
Población: 3.067.000 hab.
(8%)
Stock vacuno: 4.434.000
cabezas (8%)
Productividad: desde 5-
15 kg/ha/año en el NO
árido a 30-40 kg/ha/año en
el este.
Tasa de destete: 58%
Región Patagónica
Superficie: 1.753.000 km2
(47%)
Población: 1.738.000 hab. (5%)
Stock vacuno: 1.486.000
cabezas (3%)
Productividad: 30-50
kg/ha/año en el Valle del Rio
Negro y 60-80 kg/ha/año en
precordillera.
Tasa de destete: 63%
NOA Cría
Patagónica Cría
CONSIDERACIONES FINALES
Si bien la actividad ganadera del país mantiene su potencial productivo, contando incluso con
un mayor número de vientres que en la década pasada, enfrenta un nuevo desafío que es el de
aumentar su producción en las regiones extrapampeanas sobre una superficie que se ve reducida.
El aumento de la productividad de las pasturas y pastizales naturales, la intensificación de los
sistemas de producción, tanto de cría como de invernada, y la expansión de la frontera ganadera con la
incorporación de sistemas silvopastoriles, son algunas de las alternativas que se presentan para lograr
el incremento de la receptividad ganadera que dichas regiones necesitan.
Finalmente, si bien aparenta existir una tendencia a un aumento de la Tasa de Extracción en la
ganadería argentina, ésta está lejos de ser la que el país necesita para lograr el aumento de producción
de carne que le permita recuperar el lugar que alguna vez ocupara en el mercado internacional.
La intensificación de los sistemas de recría y engorde pueden ser la alternativa para aumentar
la producción de carne por hectárea, pero el aumento de la producción nacional solo será factible si
con el mismo stock de vientres se logra una mayor cantidad de terneros. Esto hace que deban
mejorarse los parámetros reproductivos y productivos de la cría. Bajas tasas de preñez y de destete,
altos índices de mortalidad, etc. son los principales responsables de que la tasa de extracción no sea la
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deseada. Por lo tanto, sobre dichos parámetros habrá que trabajar para resolver el problema e iniciar el
despegue que el sector ganadero necesita.
Bibliografia
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Cseh, B. 2003. El agua y su importancia para los bóvidos. Lab. Bioquímica clínica y enfermedades
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Sager, R., 2000. Agua para bebida de bovinos. INTA E.E.A San Luis. Reedición de la Serie Técnica
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REGIONES GANADERAS
NOA
NEA
SEMIÁRIDA
PAMPEANA
PATAGONICA
Rearte, D. 2007.