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Como en el célebre juego de mesa, muchos países se han lanzado a grandes compras en el

exterior, movidos por el deseo de asegurarse la provisión de alimentos en el futuro. Los


mapas que reflejan este fenómeno.

Esta carrera por la tierra fértil se inició a partir de 2007. La fuerte alza de las materias
primas agrícolas despertó la codicia de los inversores extranjeros, privados o de fondos
soberanos de Estados que no disponen de suficiente cantidad de superficie cultivable.

Desde entonces, el concepto de soberanía alimentaria es un tema recurrente en la política


internacional. Cabe recordar que el boom de las commodities vino acompañado por un
dramático incremento del precio de los alimentos, que llegó a causar amotinamientos por
hambre en varios países africanos y asiáticos.

Algunos Estados, incapaces de alimentar a su inmensa población únicamente con la


producción local, optan por la compra o el alquiler de tierras fuera de sus fronteras. A la
cabeza de este fenómeno se encuentra China, que vio en esta alternativa parte de la solución
a su dilema: sólo 10% de su territorio nacional es cultivable y tiene 1.340 millones de
habitantes, o sea, 20% de la población mundial.

Alrededor de 40 empresas agrícolas chinas ya están instaladas en unos 30 países en todos


los continentes para producir, fronteras afuera, el arroz, la soja y el maíz que necesitan.

Pero la potencia asiática no está sola en esta carrera (ver mapa).. Corea del Sur utiliza la
misma modalidad para abastecerse en carne vacuna, ya que no posee espacio para pastura.
Japón, India y Rusia son otros de los jugadores de este Monopoly, y lo mismo sucede con
algunas naciones petroleras del Golfo -con grandes superficies desérticas- como Arabia
Saudita, Qatar y Kuwait.
Del otro lado, países muy pobres de África y Asia ceden miles de hectáreas que no están en
condiciones de explotar. Un "negocio" que no necesariamente beneficia al receptor de la
"inversión" ya que, además de que la producción es exportada en su totalidad,
frecuentemente el país comprador o "inquilino" de la tierra lleva su propia mano de obra.
Es el caso de China en particular. Sin mencionar el aliento al monocultivo.

De todas formas, las modalidades varían de país a país. Algunos Estados no ceden la tierra
sin condiciones, como por ejemplo el consentimiento de las poblaciones locales. Pero, en
general, éstas se sienten objeto de una confiscación y no faltan las protestas de particulares
y ONG por lo que constituye un acaparamiento de superficies cultivables por unos pocos. En
todo caso, no es fácil para ciertos gobiernos encontrar el equilibrio entre la conducta frecuentemente
predatoria de los inversores extranjeros y la necesidad de recibir los fondos que éstos pueden aportar.

Google ha creado un mapa de las compras de tierras y de sus actores que permite distinguir entre lo
que son adquisiciones por parte de multinacionales y de inversores privados (marcadores en color
celeste), compras por países a través de sus fondos soberanos (marcadores rojos) e incluso las de
particulares que se dicen motivados por una supuesta "filantropía ecológica" (en amarillo).

No se trata de un recuento exhaustivo, sino de ejemplos de jugadas recientes de los participantes de


este Monopoly, que señalan que no sería del todo descabellado hablar de una batalla por la posesión
de la tierra.

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