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Exposición del 7 de Enero al 27 de Febrero de 2009

BENJAMIN COTTAM
MICHAEL LANDY
CLAUDIA & JULIA MULLER
De modo que no es extraño que para conseguirlo –es decir, que para lograrlo, alcanzarlo, vés de la mirada, las manos de cuatro artistas,
entenderlo, entendernos o intentar comprender quiénes somos y cómo– se recurra al di- lo que se podía deducir de la expresión de un
bujo para abrazar lo que se tiene más cerca: nosotros mismos –o cada uno de nosotros–, rostro –el siempre manido espejo del alma– y
cerca de nosotros, alrededor nuestro. A través, primero, de un garabato descontrolado, de aquello que lo rodea –un cuerpo, una pos-
inconsciente, automático pero, sobre todo, placentero; luego a través de un trazo diestro, tura, un espacio, un tiempo–, la muestra que
voluntario y, a medida que se va madurando, impulsado por el criterio subjetivo que nos ahora le sigue y que podría ser una mirada
identifica cuando, por ejemplo, se empieza a usar el color para reforzar el significado de microscópica a lo que fue aquella primera
las formas que somos capaces de realizar; luego a través de garabatos y colores asociados aproximación, se centra –sólo– en torno al
a un nombre, es decir, con un título y, en consecuencia, con un auto autorreconocimiento rostro, su expresión y la posibilidad de leer
de la autoría del mismo; y así sucesiva y progresivamente hasta ser capaces de compren- en sus huellas lo que se nos dice, por ejemplo,
der que cuanto se selecciona, se interpreta y recrea tiene que ver con lo que se piensa, se a través de tres modos de referirse a él. Es
siente y se ve. Hasta el punto de ser absolutamente indisociable. Es por ello que un dibujo decir, al rostro. O sea a nosotros. A saber: di-
se puede interpretar como un medio de comunicación interpersonal –involuntario pero simulando –tapando, cubriendo, ocultando…
también voluntario– y, por lo tanto, como un lenguaje quizás oculto, quizás silencioso. En – su verdad tras la fuerza de una máscara, tras
otro lenguaje, en cualquier caso, no verbal. Un lenguaje –una forma de comunicación– al la evanescencia y fragilidad de una sombra;
que la humanidad acude desde la prehistoria –es decir, cuando funcionaba como escritura– la vinculación del artista con el modelo a tra-
hasta el fin de nuestros días y en tanto que representación gráfica de un objeto real o, hasta vés del sentimiento, a través de la emoción que los une; refiriéndose a la esencia de quien
incluso, una idea abstracta. Y todo con el fin de llegar a entendernos. Ya lo dijo Albert se retrata en su camino hacia la desaparición o como parte de esa memoria donde todo se
Einstein en la frase que dio pie a este proyecto1 . De modo que es así –o sea, intentando almacena. Hasta que no hay lugar. Hasta que deja de ser así. Es decir, otra vuelta de tuerca
entender– como transcurren nuestros días desde el momento en que nacemos. más –al fin y al cabo, todo es una vuelta de tuerca…– en torno a la cuestión de ese vacío
Se hablaba en aquella ocasión de que la frase que originó esta propuesta expandida que, a lo largo de nuestra existencia, se va colmando a través de la experiencia.
tenía que ver con nuestra tendencia a intentar comprender quiénes somos a través del Cuando tras la finalización de sus respectivos estudios, las hermanas Claudia y Julia
estudio de nuestra esencia mediante algo tan simple como un dibujo. No debemos olvidar Müller (Basilea, 1964/1965), se reencuentran donde nacieron para emprender lo que, desde
que si hay algo de primigenio en un dibujo es su capacidad para condensar en un trazo principios de la década de los 90, se considera como uno de los proyectos de colaboración
la verdadera esencia de quien lo ejecuta. Es así como lo intentamos hacer saber al afir- más singulares de la escena artística internacional3, uno de los aspectos que determina su
mar que “si algo puede definir lo que se considera como una de las formas plásticas más progresiva tendencia a reunir en un solo proyecto –y a la manera de un enorme y complejo
sencillas, es la capacidad que tiene el dibujo de subrayar lo esencial, expresar una idea y collage– imágenes procedentes de todo tipo de fuentes con el fin de buscar un compromiso
sobre todo, comunicar un pensamiento de acuerdo a una gramática y unas leyes propias. colectivo sobre la base de las relaciones sociales y el análisis pormenorizado y variado del
Es decir, asumiendo el pensamiento para hacerse presente entre nosotros y nuestras vidas comportamiento humano, fue la consecuencia lógica de una de las aficiones que más de-
gracias a su facultad de darle forma a la subjetividad”2 . Aun sabiendo que, pese a nuestro sarrollaron durante su infancia: coleccionar imágenes4 y objetos pertenecientes a distintos
esfuerzo, nos podíamos equivocar. contextos culturales con el fin de elaborar propuestas relacionadas a ese trasfondo cultural
Por bien que la disertación de nuestro argumento se forjaba sobre la selección de unas sobre el cual se construyendo nuestra identidad. De modo que si es la visión global de su
obras escogidas en función de su capacidad para referirse a la naturaleza del hombre a tra- obra lo que, en la producción de estas dos artistas, realmente ejemplifica su capacidad para
referirse a las colisiones culturales que determinan la identidad del hombre, lo cierto es que de los cuales se puede saber quienes somos y como. O aquellos entre los se hallan quienes,
es a partir de las partes que la componen como consiguen llegar al espectador y cuestionar además de estar en la exposición, son amigos de Landy, la esencia de la experiencia que
su integridad. Porque siempre es a partir de un detalle como se llega a alcanzar cualquier vivió con ellos… la imagen de tres recuerdos tras la expresión de rostros sin cuello. De
cosa. Como quien tira de un hilo... Sea o no cierta esta sentencia, las tres obras de Julia y rostros como máscaras. Tres imágenes. Un recuerdo. Una parte de la memoria. A saber,
Claudia Müller que forman parte de esta exposición son detalles de los que tirar: tres mo- aquello a lo que Benjamin Cottam (Nueva York, 1975) no deja de referirse en su inquietante
dos distintos de hablar de nosotros a través de la máscara que nos cubre el rostro. Cuando y turbulenta obra. Retratos en miniatura, la exactitud detallista de un trazo, una impecable
no queremos ser identificados. El mismo rostro al que las hermanas Müller se refieren realización, en suma, la fuerza de una visión captada sobre la base de un rostro amenazado
tomando como modelos a familiares y amigos… por la extensión de un espacio. Apareciendo/desapareciendo. Precipitándose hacia el abis-
mo de una hoja blanca, vacía, inmensa.
…o aquel rostro al que Michael Landy (Londres, 1963) le dedica los días de los últi-
mos ocho meses de su vida tras haber exprimido hasta la saciedad la verdadera razón de Cuando Benjamin Cottam se da a conocer lo hace a través de una obra cuya técnica
su actividad creativa. Es decir, tras haber llevado hasta las últimas consecuencias su crítica remite al pasado, cuyo resultado se refiere al recuerdo y cuyos retratos, más que artistas
despiadada a nuestra sociedad de consumo. fallecidos, forman parte de la memoria por el tratamiento que les da. Por ser o haber sido,
ante todo, personas. De modo que uno de los aspectos que resalta en su obra es su interés en
Todo empieza en 2001 cuando, tras la destrucción sistemática de todas sus pertenencias
tratar, a través del rostro, la esencia de un ser al margen de lo que fue: una interpretación,
–desde el certificado de nacimiento hasta el coche, pasando por los calcetines, los zapatos,
siempre externa, siempre objetiva. Es decir, del hombre y sus inquietudes al margen del
la mesa de trabajo, etc.…– Landy hace pública su renuncia a cualquier tipo de bien material
nombre que se le conoce. Sea Andy Warhol, Marc Chagall, Diane Arbus, Fred Sandback,
con el fin de empezar de nuevo, desde cero y, sobre todo, desde lo más esencial. Es decir,
Giorgio Morandi o bien Amy Winehouse, Pete Doherty, Lindsay Lohan o… Benjamin Co-
desde lo básico… sin objetos a su alrededor y recreando y reconociendo como propio el
ttam. Y es que, además de referirse a quienes hasta la fecha han dirigido su actividad como
universo que surge tras apelar a lo que, años más tarde, no dudará en calificar como la
artista, una buena parte de su producción gira en torno al autorretrato y la representación de
forma más simple de reconstruir la realidad: es decir, el dibujo. Liberado de cualquier bien
su persona a través de una expresión tan esencial como liberada. Del resto de su cuerpo. Del
y perdido en el mundo como lo esta-
resto del espacio. La expresión de su rostro. El recuerdo vivo de un ser que sintió y que, en-
ría cualquiera de nosotros, Landy se
tre lo fantasmagórico, la nostalgia y la desaparición, mantiene viva la llama de quien ocupó
encuentra en su estudio con una si-
el lugar de quien hoy está a punto de quedarse sin nada. Vacío, alejado… desapareciendo
lla, un papel y un lápiz. Solo. Y tras
para volver a aparecer…
descartar la posibilidad de represen-
tar el espacio, se consagra a dibujar …quién sabe… desde dónde.
las hierbas que van creciendo entre Frederic Montornés, diciembre 2008
sus grietas5… …para pasar, poste-
riormente, a dibujar lo que tiene más
cerca: él, sus familiares y sus amigos
más próximos. Hasta crear la gale-
ría de los 70 retratos –su obra más 1 “Si no puedo dibujarlo… es que no lo entiendo”.
reciente– de quienes representan los 2 Segundo párrafo del texto que aparece en el catálogo de la exposición Si no puedo dibujarlo…”.
puntales sobre los que se sostiene MasArt Galeria, abril-junio 2008.

su verdadero mundo. El mundo, el 3 Como también lo son Muntean/Rosenblum, Elmgreen & Dragset, Aziz y Cucher… Ilya & Emilia Kabakov,
Bernd y Hilla Becher, etc.
nuestro. Es decir, aquellos a través 4 Según Walter Benjamín, durante la infancia, el acto de coleccionar forma parte de un proceso de renovación
como también el de pintar, recortar figuras o tocar las cosas para poder identificarlas.
5 El mismo símbolo de la resistencia en el que Tony Matelli se centra en la serie de sus Weeds o en instalaciones
como Abandon.
Benjamin Cottam

Self-Portrait #9, 2007. Punta de oro sobre papel con preparación especial, 11.4 x 10.2 cm Self-Portrait #11, 2008. Punta de oro sobre papel con preparación especial, 11.4 x 10.2 cm

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