Вы находитесь на странице: 1из 13

Proyecto 16579, Reforma artículos Ley de

Tránsito

ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA
REPÚBLICA DE COSTA RICA

PROYECTO DE LEY

REFORMA DE LOS ARTÍCULOS 44, 111, 123, 124 Y 125 DEL CÓDIGO PENAL;
SE ADICIONA UN INCISO F) AL ARTÍCULO 67, SE REFORMA EL INCISO E)
DEL ARTÍCULO 129 Y SE DEROGAN LOS INCISOS A) Y B) DEL
ARTÍCULO 106, TODOS DE LA LEY DE TRÁNSITO
POR VÍAS TERRESTRES

ÓSCAR LÓPEZ ARIAS


DIPUTADO

EXPEDIENTE N.º 16.579


DEPARTAMENTO DE SERVICIOS
PARLAMENTARIOS

PROYECTO DE LEY

REFORMA DE LOS ARTÍCULOS 44, 111, 123, 124 Y 125 DEL CÓDIGO PENAL;

SE ADICIONA UN INCISO F) AL ARTÍCULO 67, SE REFORMA EL INCISO E)

DEL ARTÍCULO 129 Y SE DEROGAN LOS INCISOS A) Y B) DEL

ARTÍCULO 106, TODOS DE LA LEY DE TRÁNSITO

POR VÍAS TERRESTRES

Expediente N.º 16.579

ASAMBLEA LEGISLATIVA:

Quienes ingieran alcohol, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o


drogas de uso no autorizado, no deben manejar.

En nuestro país, los accidentes automovilísticos han aumentado de manera


proporcional al número de vehículos que transitan por nuestras calles pero,
especialmente, a causa de la conducción de los automotores por personas en
estado de ebriedad o bajo los efectos de alguna droga, estupefaciente o
psicotrópico y, consecuentemente, el número de personas que mueren en las
carreteras bajo esas circunstancias aumenta desproporcionadamente.

Las estadísticas demuestran que los accidentes automovilísticos relacionados con el alcohol, drogas,
estupefacientes y psicotrópicos, son responsables cada año de un increíble número de muertes en accidentes
de tránsito; en la mayoría de los casos, es obvio que cuando un conductor bajo los efectos de cualesquiera de
esas sustancias ocasiona un accidente, antes de sufrir los efectos de cuanto ingirió, se encontraba en pleno
dominio de sus facultades para asumir su responsabilidad, por tanto, en capacidad de decidir en ese momento
que posteriormente no conduciría su vehículo o, lo que sería más correcto, negarse a consumir esas
sustancias; motivo por el que, al omitir una conducta de este tipo, debe asumir la responsabilidad de los daños
ocasionados a las víctimas del accidente a título de DOLO EVENTUAL, según el cual, de previo a la ingestión
de alcohol, drogas, psicotrópicos o estupefacientes, estaba facultado para prever como posible el accidente.

Dentro de este marco, también puede tenerse como responsables a las personas que le proporcionan esas
sustancias a una persona que de antemano se sabe que va a conducir y a quienes lo instigan para que lo
haga; situaciones por las que en otras legislaciones también responsabilizan a restaurantes, bares, clubes y
hoteles que suministran licor de manera inadecuada.

Una de las consecuencias del consumo de esas sustancias es el deterioro


del juicio del consumidor; cuando un conductor se ubica detrás de un volante bajo
los efectos del alcohol o cualquier otra sustancia prohibida, su sano juicio se
presenta severamente deteriorado y frecuentemente, a causa de ello, conduce a
velocidades excesivas, realiza virajes prohibidos, no se detiene ante la luz roja de
los semáforos o ante los letreros de alto y en ocasiones, incluso, maneja en
sentido contrario.

Los accidentes que están relacionados con el alcohol y otras sustancias


prohibidas, podrían resultar en la imposición de cargos criminales en contra del
conductor, tales como homicidio o lesiones que actualmente se consideran
culposos, de los que derivan muerte, fracturas de huesos, lesiones cerebrales,
parálisis, amputaciones, lesiones de la columna que son parte de la gama de
resultados que puede ocasionar un conductor en estado de ebriedad u otras
sustancias prohibidas.

Generalmente se habla de accidentes a causa de los efectos del alcohol pero, consideramos que,
con mayor razón, deben incluirse en este proyecto, los conductores que manejen sus vehículos bajo los
efectos de sustancias psicotrópicas, estupefacientes y drogas de uso no autorizado.

Por la influencia que tuvo en la promulgación de nuestro Código Penal a tal


grado que se le denominó por muchos Código Soler; cito de Sebastián Soler, de
su obra “CÓDIGO PENAL ARGENTINO”, el criterio que ofreció hace más de
cuatro décadas sobre la EBRIEDAD, dice así:

“Entre las situaciones de inconciencia, la que plantea la más compleja


cuestión es la que se relaciona con la ebriedad y el alcoholismo.

A este respecto se hace necesario distinguir, en primer lugar, el estado


agudo de la ebriedad, de las formas duraderas del alcoholismo, que hacen
al sujeto un verdadero enfermo. Por otra parte, la embriaguez alcohólica
debe distinguirse, según la causa y la forma de producción, en voluntaria e
involuntaria. Ebriedad involuntaria es la que se produce por la ingestión
de una sustancia cuyo efecto era ignorado, o por una situación patológica
desconocida por el sujeto o por la maliciosa acción de un tercero. La
ebriedad voluntaria es, en cambio, aquella en la cual el sujeto llega a este
estado a causa de la deliberada ingestión de una sustancia cuyo efecto
era ignorado, o por una situación patológica desconocida por el sujeto o
por la maliciosa acción de un tercero. La ebriedad voluntaria es en
cambio, aquella en la cual el sujeto llega a este estado a causa de la
deliberada ingestión de bebidas cuyo efecto se conoce, siendo indiferente
que la voluntad se dirija a la realización del propósito de embriagarse o a
la mera ingestión reiterada de bebidas, de las cuales la ebriedad, aunque
no directamente querida, resulta de un modo necesario.

Dentro de las formas de la ebriedad voluntaria es aún preciso distinguir


una forma simple de la que se llama ebriedad preordenada, que consiste
en el hecho de embriagarse con el propósito de “darse ánimos” para la
comisión de un delito que se tiene la intención, más o menos concreta, de
ejecutar, propósito que se cumple luego en el estado de inconciencia o
perturbación propio de la ebriedad.

Como se comprenderá, cada una de las situaciones plantea problemas


técnicos diversos.

Es evidente que el hecho cometido en estado de ebriedad involuntaria, es


decir, en situación no culposa de inconciencia, no da lugar a sanción.
Cuando el estado de ebriedad sea provocado por la acción maliciosa de
un tercero, deberá entrarse a considerar la responsabilidad de esté, ya
sea a título de dolo o de culpa, según sea el caso, de acuerdo con los
principios de la actio libera in causa.

Tampoco presenta dificultades, no obstante ciertas discrepancias, la


hipótesis de la ebriedad preordenada, en la cual el dolo inicial subsiste y
hace imputable el hecho a este título, aun cuando haya sido ejecutado en
un momento de inconsciencia ulterior, pues en tal caso el hecho de
ponerse ebrio constituye propiamente el comienzo de la acción del que el
sujeto se sirve para llegar al resultado querido. Dentro del plan de acción
que el sujeto arma está comprendida, como una pieza más, el colocarse
en estado de ebriedad.
La grave cuestión se plantea para el derecho penal en los delitos
cometidos en estado de ebriedad voluntaria simple, porque ellos son los
casos ordinarios y de una frecuencia considerable en nuestro medio.

Al considerarse esta cuestión no debe cometerse el error de querer


resolverla en su aspecto social mediante las medidas aplicadas en
concreto al ebrio que ha delinquido. El problema de política represiva es
problema de prevención.

Y hacemos esta salvedad, porque el descuido de parte del Estado de las


cuestiones de prevención del alcoholismo lleva a los técnicos del derecho
penal a deformar la doctrina, para resolver en la cabeza de un ebrio el
problema social de la ebriedad.

La contradicción entre el aspecto preventivo y el represivo no puede


ocultarse, según lo observa Mayer, para resolver castigando al actor de un
delito en estado de ebriedad voluntaria como actor de un delito doloso,
sobre la base “peligro” que representa otra solución, dada la frecuencia de
hechos de esta naturaleza. La ley positiva no suministra base expresa
para resolver la cuestión. Hace una referencia genérica a los estados de
inconciencia y la ebriedad es, sin duda, uno de ellos.

Pero siendo evidente que la acción voluntaria que coloca al individuo en


este estado es imputable al sujeto, resulta que para nuestro derecho, es
aplicable la doctrina de Carrara sobre la ebriedad voluntaria, que hace
punible el hecho cometido, a título de culpa, cuando esté previsto bajo esa
forma. Las consecuencias jurídicas de la aplicación de este criterio son:
si el hecho está previsto solamente en su forma dolosa y la culposa, el
hecho se imputa a título de culpa; si se prevé solamente la forma culposa,
el hecho se imputa este título.

Todos estos principios son validos de lege lata, tratándose de la ebriedad


voluntaria y plena o completa, forma no muy frecuente, pues es bien
sabido que la ingestión de bebidas alcohólicas no produce
necesariamente un estado de inconciencia y supresión de todos los frenos
inhibitorios. Los efectos de la ingestión alcohólica no pueden ser
determinados en general, pues dependen de la constitución, el hábito y el
estado del sujeto, y deberá resolverse con el auxilio pericial, en cada
oportunidad, cual era el grado de ebriedad.

Ya hemos dicho que debe separarse el caso de los alcóholistas o sujetos


crónicamente intoxicados, en los cuales se encontrarán las características
de verdaderos enfermos, sujetos, como tales, a las medidas de seguridad
que el art. 34, inc. 1º estatuye.

Esta solución no es, sin embargo, uniforme en la doctrina, ya que, sobre


todo por necesario de carácter práctico, se sostiene la plena imputabilidad
del delito cometido en estado de ebriedad voluntaria simple, sobre la base
de una doctrina psiquiátrico-psicológico según la cual el hecho del ebrio es
en la mayoría de los casos, expresión auténtica de la personalidad. Ante la
ley positiva no puede sostenerse que esa opinión sea aceptable, porque
su admisión solo puede resultar de una expresa disposición, como la
contenida, por ejemplo, en el C. Italiano; se trata de una teoría psicológica
dudosa, cuya aplicación puede conducir a injustas soluciones, pues en tal
caso también el hecho cometido en estado de ebriedad involuntaria
tendría que llevar la misma solución.”

Es lógico que el autor supra citado no incluya en sus comentarios escritos


en el año 1940 los estupefacientes, sustancias psicotrópicas y drogas de uso no
autorizado y por nuestra parte no negamos con este proyecto el carácter de
enfermedad de las adicciones, por el contrario, nos interesa defender que los
conductores de automotores deban obtener sus licencias en pleno goce de sus
facultades mentales y que se encuentran en el deber de conducir en ese estado.

El tema de la ebriedad, tal como deriva de la posición del autor antes citado,
de acuerdo con la doctrina ubica a los autores de un delito automovilístico tanto en
las conductas dolosas como en las culposas, sin embargo, consideramos que, la
exposición de motivos de nuestro Código Penal y la parte general de esa
normativa impone que los delitos cometidos por personas que conducen sus
vehículos en estado de ebriedad son dolosos.
La exposición de motivos citadas sobre estas líneas explica el alcance y
contenido del dolo en los siguientes términos:

“Significado del Dolo


ARTÍCULO 31.-

La significación del dolo se determina en el artículo que comentamos; se


compone de dos partes; una, en que se refiere el dolo directo que la ejecuta “quien
quiere la realización del hecho tipificado” y otra más bien al dolo eventual en
donde el sujeto activo acepta la posibilidad del hecho punible “previéndolo a lo
menos como posible”. El dolo directo es querer; el eventual es aceptar. Un
conductor que lanza su vehículo contra el enemigo con el fin de matarlo y lo logra,
actúa con dolo directo; otro ve a un extraño que camina en la ruta, prevé que lo
pueda matar en razón de la tremenda velocidad con que conduce, no se detiene
ante esa posibilidad y lo mata; actúa con dolo eventual.”

¿Qué diferencia existe entre el último ejemplo con el conductor que, a


sabiendas de su deber de conducir su vehículo en pleno dominio de sus
facultades físicas y mentales, a causa de la posibilidad de incurrir en un accidente
de tránsito, no se detienen ante su deseo de ingerir alcohol y opta por embriagarse
sin importarle esa posibilidad?.

Rescato en estos momentos el criterio del autor antes mencionado, cuando


nos dice:

“Tampoco presenta dificultades, no obstante ciertas discrepancias, la hipótesis de la ebriedad preordenada,


en la cual el dolo inicial subsiste y hace imputable el hecho a este título, aun cuando haya sido ejecutado en
un momento de inconsciencia ulterior, pues en tal caso el hecho de ponerse ebrio constituye propiamente el
comienzo de la acción del que el sujeto se sirve para llegar al resultado querido.”

Es obvio que el resultado lesión leve, grave, gravísima o muerte, no es


querido por la persona que voluntariamente ingiere licor a sabiendas de que
posteriormente va a conducir un vehículo pero, si asume como posibles esos
resultados, de allí el carácter doloso de su actuación a título de dolo eventual.

Los artículos 31 y 44 del Código Penal también imponen esta solución en el


tema que nos ocupa, su alcance y contenido es el siguiente:
“SIGNIFICADO DEL DOLO

ARTÍCULO 31.- Obra con dolo quien quiere la realización del hecho tipificado, así como quien la acepta,
previéndola a lo menos como posible.”

“PERTURBACIÓN PROVOCADA

ARTÍCULO 44.- Cuando el agente haya provocado la perturbación de la conciencia a que se refieren los
artículos anteriores, responderá del hecho cometido por el dolo o culpa en que se hallare en el momento de
colocarse en tal estado y aún podrá agravarse la respectiva pena si el propósito del agente hubiere sido
facilitar su realización o procurarse una excusa.”

Todos coincidimos en que la seguridad del tráfico depende de que cada uno
cumpla en todo momento las normas establecidas y sea por tanto dueño de los
movimientos de los vehículos y en que, una persona que esté incapacitada para
conducir con seguridad, sea por drogas o por bebida, debe abstenerse de ello; no
obstante, la incapacidad del conductor ebrio o bajo efectos de drogas u otras
sustancias es la que se utiliza para calificar los accidentes como culposos porque,
lógicamente no es conciente de sus actos; aquí es precisamente donde se origina
el error en la calificación de sus acciones porque, lo que interesa no es su
incapacidad como conductor sino, su capacidad anterior a colocarse en ese
estado, como se desprende del alcance y contenido del artículo 44 del Código
Penal que sanciona al autor de un delito por dolo de acuerdo con el estado en que
se encontraba antes de provocar la perturbación de su conciencia.

La jurisprudencia citada por el autor HERNÁN DARAY en su obra


“ACCIDENTES DE TRÁNSITO”, nos facilita arribar a la conclusión que nos
interesa; dice así:

“El conductor de un vehículo automotor está obligado a guiarlo en forma


de conservar el pleno dominio sobre él.”

“Los conductores de automotores están obligados a conducir con


atención, puesto que quien guía un vehículo debe, como guardián de una
cosa peligrosa, observar en todo momento su más absoluto dominio, para
no ocasionar daños a terceros…”
“El conductor debe estar presto respecto de las contingencias que, en
forma compleja presenta el tránsito, debiendo guiar el vehículo en forma
de conservar el pleno dominio sobre él.”

“El conductor de un vehículo debe guardar el dominio sobre él, y prever


las contingencias del tránsito que se le pueden plantear, para poder
sortearlas; pero esa previsión debe ser normal, común y corriente a
cualquier persona y no aquella que es dable esperar de una persona
sumamente cuidadosa o la reacción de una persona de reflejos
extraordinarios, o la experiencia de un avezado conductor.”

“Conducir significa, en el difícil entramado del tránsito, guiar el automotor


con la plena conciencia de que no existen sendas absolutamente libres,
sino, por el contrario, dominadas por una intensa complejidad.”

En síntesis, para conducir un vehículo se requiere estar en pleno dominio de las facultades físicas y mentales,
motivo por el que, quien se coloca en estado de incapacidad voluntariamente a causa del consumo de alcohol,
sustancias psicotrópicas, estupefacientes y drogas de uso no autorizado, responde por dolo eventual,
conforme al estado en que se encontraba antes de su perturbación mental.

Cuando el conductor de un vehículo automotor asume la conducción de su


vehículo bajo lo efectos del alcohol o sustancias psicotrópicas, estupefacientes o
drogas de uso no autorizado, después de que voluntaria y concientemente optó
por su consumo, conducta que configura su actuación como dolosa, nos obliga a
eliminar de la Ley de Tránsito el concepto de “CONDUCTOR TEMERARIO” que
permite que los accidentes de tránsito se califiquen como CULPOSOS.

Por esa razón presento al conocimiento de las señoras y los señores


diputados la siguiente propuesta de ley.

LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA REPÚBLICA DE COSTA RICA


DECRETA:

REFORMA DE LOS ARTÍCULOS 44, 111, 123, 124 Y 125 DEL CÓDIGO PENAL;
SE ADICIONA UN INCISO F) AL ARTÍCULO 67, SE REFORMA EL INCISO E)
DEL ARTÍCULO 129 Y SE DEROGAN LOS INCISOS A) Y B) DEL
ARTÍCULO 106, TODOS DE LA LEY DE TRÁNSITO
POR VÍAS TERRESTRES

ARTÍCULO 1.- Refórmanse los artículos 44, 111, 123, 124 y 125 del Código
Penal; que dirán:

“PERTURBACIÓN PROVOCADA

Artículo 44.- Cuando el agente haya provocado la perturbación de la


conciencia a que se refieren los artículos anteriores, responderá del hecho
cometido por el dolo o culpa en que se hallare en el momento de
colocarse en tal estado y aun podrá agravarse la respectiva pena si el
propósito del agente hubiera sido facilitar su realización o procurarse una
excusa.

El conductor de un vehículo que desee consumir bebidas alcohólicas,


sustancias psicotrópicas, estupefacientes o drogas de uso no autorizado,
está en la obligación de hacerse acompañar por un chofer designado de
su confianza.”

“HOMICIDIO SIMPLE

Artículo 111.- Quien haya dado muerte a una persona, será penado con prisión de doce a dieciocho años.

Si el hecho fuere cometido por el conductor de un vehículo bajo los


efectos de bebidas alcohólicas, sustancias psicotrópicas, estupefacientes
o drogas de uso no autorizado se le impondrá la cancelación de la licencia
por un plazo de diez a veinte años.

Al conductor reincidente se le impondrá la cancelación definitiva de la


licencia, sin perjuicio de ser rehabilitado.”

“LESIONES GRAVÍSIMAS

Artículo 123.- Se impondrá prisión de tres a diez años a quien


produzca una lesión que cause una disfunción intelectual, sensorial o
física o un trastorno emocional severo que produzca incapacidad
permanente para el trabajo, pérdida de sentido, de un órgano, de un
miembro, imposibilidad de usar un órgano o un miembro, pérdida de la
palabra o pérdida de la capacidad de engendrar o concebir.

Si el hecho fuere cometido por el conductor de un vehículo bajo los


efectos de bebidas alcohólicas, sustancias psicotrópicas, estupefacientes
y drogas de uso no autorizado se le impondrá la cancelación de la licencia
por un plazo de cinco a diez años.

Al conductor reincidente se le impondrá la cancelación definitiva de la


licencia, sin perjuicio de ser rehabilitado.”

“LESIONES GRAVES

Artículo 124.- Se impondrá prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una debilitación persistente de la

salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o de una función o si hubiere incapacitado al ofendido para

dedicarse a sus ocupaciones habituales por más de un mes o le hubiere dejado una marca indeleble en el rostro.

Si el hecho fuere cometido por el conductor de un vehículo bajo los


efectos de bebidas alcohólicas, sustancias psicotrópicas, estupefacientes
y drogas de uso no autorizado se le impondrá la cancelación de la licencia
por un plazo de dos a cinco años.

Al conductor reincidente se le impondrá la cancelación definitiva de la


licencia, sin perjuicio de ser rehabilitado.”
“LESIONES LEVES

Artículo 125.- Se impondrá prisión de tres meses a un año a quien


causare a otro un daño en el cuerpo o la salud, que determine incapacidad
para sus ocupaciones habituales por más de cinco días y hasta por un
mes.

Si el hecho fuere cometido por el conductor de un vehículo bajo los


efectos de bebidas alcohólicas, sustancias psicotrópicas, estupefacientes
y drogas de uso no autorizado se le impondrá la cancelación de la licencia
por un plazo de uno a dos años.

Al conductor reincidente se le impondrá la cancelación definitiva de la


licencia, sin perjuicio de ser rehabilitado.”

ARTÍCULO 2.- Adiciónase un inciso f) al artículo 67 y se reforma el inciso e)


del artículo 129 de la Ley de tránsito por vías públicas terrestres.

“Artículo 67.- Para obtener, por primera vez, la licencia de conducir,


el solicitante debe cumplir con los siguientes requisitos:

[...]

f) Presentar una declaración jurada en la que indique que no es


alcohólico ni adicto a sustancias psicotrópicas, estupefacientes ni
drogas de uso no autorizado en la que se comprometa a no conducir
bajo los efectos del alcohol y sustancias citadas sobre estas líneas y,
a nombrar un chofer designado en caso de optar por ingerir alcohol o
las sustancias antes mencionadas.”

“Artículo 129.- Se impondrá una multa de veinte mil colones, sin


perjuicio de las sanciones conexas, excepto lo dispuesto en el inciso g) del
presente artículo: (Así reformado su encabezado por el artículo 1º, inciso
a), de la Ley N.º 7883, de 9 de junio de 1999)
[...]

e) Al que conduzca bajo los efectos del alcohol, sustancias


psicotrópicas, estupefacientes o drogas de uso no autorizado, sin
incurrir en las conductas tipificadas en los artículos 111, 123, 124 y
125 del Código Penal, se le impondrá una multa de quinientos mil
colones. En el caso de reincidencia, cuyo registro estará a cargo del
Consejo de Seguridad Vial, la multa será de un millón de colones y
se le suspenderá la licencia hasta por un año.”

ARTÍCULO 3.- Deróganse los incisos a) y b) del artículo 106 de la Ley de


tránsito por vías públicas terrestres.

ARTÍCULO 4.- Esta Ley es de orden público y rige a partir de su publicación.

Óscar López Arias

DIPUTADO

15 de marzo de 2007.

NOTA: Este proyecto pasó a estudio e informe de la Comisión


Permanente de Asuntos Jurídicos.

Вам также может понравиться