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El miedo. El “Gran Hermano” de la Globalización
Introducción.
El presente trabajo pretende ser una reflexión sobre lo que parece ser el mayor malestar
cultural de la globalización, esto es el miedo. El miedo, al igual que el “Gran Hermano”
(George Orwell, 1994) es omnipresente, vigila todos nuestros pasos, se inmiscuye en
nuestras relaciones sociales, de familia, de trabajo, en fin, en nuestro diario quehacer,
condicionando nuestros comportamientos y adecuándolos a este nuevo vivir, guiando
nuestros pasos plenos de desesperanza e incertidumbre por la senda de la globalización.
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El miedo. El “Gran Hermano” de la Globalización
previo aviso, se nos hubieran hecho realidad: Un mundo feliz, de Aldous Huxley; 1994, de
Orwell (ob.cit.); o aquella espeluznante película de los 70’s: Cuando el destino nos
alcance, por mencionar las más antiguas. Pues sí, pareciera que el destino nos ha
alcanzado, y no estábamos preparados.
Pero la realidad se convirtió en otra cosa, todos estos valores que nos habían inculcado
durante la Modernidad han sido sustituidos por otros que les son antagónicos. En primer
lugar, los Estados nacionales se fueron debilitando bajo el gran poder de los capitales
transnacionales quienes ahora son los que dictan las pautas, un cambio que se fue dando
de manera silenciosa, sin levantar revuelos, al respecto nos dice Ulrich Beck: …“se ha
producido una especie de toma de los centros materiales vitales de las sociedades
modernas que tienen Estados nacionales, y ello sin cambio de leyes ni de Constitución; es
decir, mediante el desenvolvimiento simple y normal de la vida cotidiana o, como suele
decirse, con el business as usual” (Ulrich Beck, ¿Qué es la globalización? Falacias del
globalismo, respuestas a la globalización. p. 18). Ahora la economía prevalece sobre el
Estado social, y no tiene quien la supervise, de manera que la economía globalizada ha
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traspasado las fronteras, y decide por tanto, dónde le resulta más económico producir
(esto es, menos impuestos, mano de obra barata), estableciendo alianzas perversas con
aquellos Estados que les son complacientes y castigando a los que les son adversos.
Beck lo explica muy claramente cuando expresa: “el equilibrio y el pacto de poder de la
primera modernidad de la sociedad industrial quedan así revocados y –obviando al
gobierno y al parlamento, a la opinión pública y a los jueces – se traspasan a la
autogestión de la actividad económica” (Beck, ob.cit. p.19). Estas actividades económicas
no hacen más que reducir las oportunidades de trabajo, lo que se traduce en desempleo,
marginación, exclusión y pobreza, incrementando la nueva esclavitud de las maquilas.
Por otra parte este sistema busca el enriquecimiento rápido por la vía de los altos
beneficios y menos puestos de trabajo, nos dice Beck: “Los empresarios han descubierto
la nueva fórmula mágica de la riqueza, que no es otra que ‘capitalismo sin trabajo más
capitalismo sin impuestos ‘” (Beck, ibídem, p.20). Ya no se habla de pacto social, al
parecer las grandes transnacionales henchidas de gozo por sus éxitos, delegan esa
tarea a otros actores.
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El miedo. El “Gran Hermano” de la Globalización
matriarcado, la figura del padre ausente; o ambos padres del mismo sexo; o un padre a
cargo, figura de la madre ausente, en fin, se ha roto con la estructura tradicional familiar,
estamos enfrentando cambios profundos.
Si es el papel de la mujer, nos topamos que la mujer ingresa al mercado laboral, a la par
de los hombres, y en todos los niveles, desde el nivel obrero hasta el nivel ejecutivo. La
mujer ha sufrido una evolución importante, al haber sido liberada de los fogones y el
cuidado de los hijos. Lo cual sin duda ha influido en la distribución de roles dentro del
grupo familiar.
Una vez analizados estos aspectos que nos ayudan a identificar dónde estamos
pasaremos a reseñar los diversos malestares culturales que tienen en común ser
producidos por el miedo.
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El miedo. El “Gran Hermano” de la Globalización
Como se señalara en la parte introductoria, sólo basta revisar la prensa diaria o ver los
noticieros televisivos para percatarnos de que vivimos en una sociedad abatida por el
miedo. El miedo, tal como nos explica Bauman (Z. Bauman, La sociedad contemporánea
y sus temores. Introducción: Sobre la dinámica y los usos del miedo, 2007) es un
sentimiento que compartimos todas las criaturas terrestres, animales y humanas, pero los
humanos, adicionalmente, tenemos un miedo extra, Bauman lo llama “temor de segundo
grado”, y Hugues Lagrange, a quien Bauman cita en el trabajo arriba mencionado, lo
denomina “miedo derivativo”: …“que orienta su conducta (tras haber reformado su
percepción del mundo y las expectativas que guían su elección de comportamientos)
tanto si hay una amenaza inmediatamente presente como si no) (…) como el sentimiento
de ser susceptible al peligro: una sensación de inseguridad (…) y de vulnerabilidad…”
(Bauman, ob.cit. p.11).
El miedo a la exclusión. Este malestar cultural es uno de los más frecuentes en estos
tiempos, la exclusión es terrible pues implica la muerte social. Ahora nos ha tocado vivir
en un mundo donde lo que importa es la velocidad, la velocidad de vivir y disfrutar el
presente. Ya no se piensa en el futuro, lo que importa es el aquí y el ahora, lo demás no
tiene importancia. Si no alcanzas la velocidad deseada, quedas excluido. Si no te pones al
día con los cambios vertiginosos de la tecnología, quedas excluido. Si no alcanzas el éxito
rápido, quedas excluido. La velocidad implica renovación constante, lo obsoleto, es un
desecho que va al pipote de la basura, así mismo sucede con los individuos, si no
alcanzas la velocidad debida, te vas quedando atrás hasta que te apartan con fuerza,
como si fueras un lastre que impide su desempeño, e irremediablemente terminas en el
pipote de la basura. Bauman cataloga este modo de vivir de hoy como vida líquida, nos
dice al respecto: “La vida líquida es una vida devoradora. Asigna al mundo y a todos sus
fragmentos animados e inanimados el papel de objetos de consumo; es decir, de objetos
que pierden su utilidad (…) en el transcurso mismo de ser usados. (…) Los desechos son
el producto básico y, posiblemente, más profuso de la sociedad moderna líquida de
consumidores; entre las industrias de la sociedad de consumo la de producción de
residuos es la más grande y, también, la más inmune a la crisis. (…) Puede que vivir
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encamine siempre a los vivos hacia la muerte pero, en una sociedad moderna líquida, a
esos mismos vivos puede resultarles una posibilidad y una preocupación más inmediata y
más agotadora (en energía y esfuerzo) que se les encamine al vertedero.” (Z. Bauman,
Vida líquida. Introducción: De la vida en un mundo líquido, pp. 18-19).
La incertidumbre que nos depara esta vida líquida, nos sumerge en un estado de
ansiedad permanente, de desasosiego. El futuro dejó de ser una promesa de esperanza.
Uno de los mayores temores a los que está expuesto el individuo en estos tiempos es la
pérdida del trabajo, que significa ser excluido del mercado laboral. La globalización ha
propiciado la proliferación de contratos de trabajo muy particulares, que el principal
objetivo es establecer relaciones laborales de poca duración, de manera de no originar
vínculos que se traducen en gastos por beneficios sociales, antigüedad, entre otros. Así
tenemos los llamados contratos basura, o tercerización, con los cuales no se persigue
otra cosa que la más brutal desregulación laboral, mediante la cual el patrón principal
desconoce sus obligaciones sociales con los trabajadores a través de subcontrataciones
mediante terceras empresas para ejecutar actividades inherentes y/o conexas a la
actividad del patrón principal. De esta manera los jóvenes que ingresan al mercado
laboral lo hacen bajo estas terribles circunstancias, creándoles un estado de inseguridad
permanente: al final de la semana, junto al sobre de pago te informan si te quedas o no.
Algo similar a lo que sucede en los Reality Shows, quiénes son los afortunados que
permanecen y quiénes serán los excluidos. En el caso concreto de Venezuela, este tipo
de contrato es frecuente en las grandes empresas transnacionales de venta de comida
rápida, o venta de ropa, ferreterías, así como en las grandes franquicias nacionales.
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El miedo. El “Gran Hermano” de la Globalización
El miedo a establecer relaciones duraderas. Este miedo también tiene que ver con la
exclusión, en la medida de que una relación duradera implica el fortalecimiento de los
nexos afectivos, y si se sucede una ruptura, ésta, al estar construida sobre la ilusión de
una relación duradera, será mucho más dolorosa. Inmersos como estamos en una gran
sociedad global de consumo, nosotros también nos hemos convertido en una mercancía,
nos dice Bauman: “Somos consumidores enana sociedad de consumo. La sociedad de
consumo es una sociedad de mercado; todos hacemos compras y estamos en venta;
todos somos, de manera alternativa o simultánea, clientes y mercancías.” (Z. Bauman,
Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. 2005, p. 158). Así las cosas, las
relaciones afectivas ahora se manejan como si fueran mercancías. El número de divorcios
se incrementa año tras año, nos dice Bauman: “El 40% de los matrimonios en Gran
Bretaña acaban en divorcio. En Estados Unido, la proporción es de uno de cado dos y
sigue creciendo”. (Z. Bauman, idem.). En Venezuela, no hemos podido conseguir
estadísticas específicas, pero por ejemplo, el Instituto nacional de Estadísticas, publica
unas cifras para Venezuela en el 2007, en el p, se produjeron en el país, 28.823
sentencias de divorcio, de esta cifra corresponden 3.782, al Distrito Federal, hay que
señalar que las cifras sólo contemplan sentencias no demandas. (Datos tomados de:
Divorcios por causa en que se fundamenta la sentencia según entidad federal, 2007, en
http/www.ine.gov.ve/).
Así las cosas, y ante el temor al rechazo, a la exclusión, han aparecido nuevas formas de
relacionarse, adecuadas a la vida líquida, que como sabemos está signada de velocidad,
Bauman nos relata una de ellas, como es la moda de las citas veloces, “Anushka Asthana
relata ‘la moda de las citas veloces’ (o de una suerte de ‘cinta transportadora de citas’)
que ha invadido recientemente Estado Unidos y, porco después Londres. ‘Se disponen
once mesas en fila, las chicas se sientan a la que se les asigna y los chicos se sitúan
frente a cada una de ellas por turnos. Transcurridos tres minutos, suena una gran
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El miedo. El “Gran Hermano” de la Globalización
campana y, aunque sea a mitad de frase, toca cambiar de sitio’. Si uno desea volver a
citarse, hace una marca en la casilla correspondiente. Si la persona del otro lado de la
mesa siente y hace lo mismo, el encuentro se repetirá” (Z. Bauman, Vidas
desperdiciadas. La modernidad y sus parias. 2005, p. 160). Este relato propio de la mejor
de las novelas futuristas, es una cruda realidad, no es tampoco un programa televisivo, es
la muestra más contundente de la pérdida de los valores tradicionales, y nos habla de la
gran incapacidad del individuo a relacionarse con el otro. El vacío y la soledad que
caracteriza a estos tiempos de globalización. O sea lo que se evidencia es el carácter
mercantilista que se le está imprimiendo a las relaciones afectivas, pues de antemano no
se plantean, por esta vía, que la relación sea permanente, al contrario, sin ningún
remordimiento, puedes tranquilamente tirar al pipote de la basura tu reciente adquirida
relación, no hay daños emocionales, todo es rápido, limpio, líquido. Nos dice Bauman al
respecto, “Un número cada vez mayor de observadores confía razonablemente en que las
amistades desempeñan un papel crucial en nuestra sociedad completamente
individualizada. Con el rápido desmoronamiento de las tradicionales estructuras
sustentadoras de la cohesión social, las relaciones tejidas en base de amistad podrían
convertirse en nuestros chalecos o botes salvavidas”… (Z. Bauman, ob.cit. p. 159). Visto
lo anterior, podemos inferir que los amigos han venido a sustituir a la familia tradicional,
en ellos nos refugiamos y en ellos depositamos nuestras penas e incertidumbres.
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En cuanto al gran negocio de las semillas transgénicas, podemos afirmar que no han
hecho otra cosa que empobrecer al campesinado. Las semillas, tradicionalmente, eran
libres. El afán mercantilista las transformó en propiedad privada. Las grandes
transnacionales de semillas, por medio de la manipulación genética, han logrado producir
semillas resistentes, a las más pertinaces plagas, esto en verdad es un logro, al aumentar
la producción, pero ha creado una nueva esclavitud del campesinado. Las semillas que
antaño eran gratis, ahora el campesino debe comprarlas a las grandes transnacionales,
ya que al ser manipuladas genéticamente, no sólo se han hecho resistentes a las plagas
sino que no se pueden reproducir, además de que incentivan el mono cultivo, el cual,
empobrece las tierras y baja la producción. Esto esclaviza y empobrece al pequeño
campesino, obligándolo a abandonar sus ancestrales maneras de vivir y pasando a
engrosar las enormes y crecientes masas de indigentes y desplazados. Las nuevas
tecnologías en lugar de beneficiar a los más desposeídos los ha empobrecido aún más.
Para nadie es un secreto que la globalización ha ensanchado enormemente la brecha
entre ricos y pobres. Las nuevas formas de producción agroalimentaria, se han constituido
en un peligro para la sustentabilidad alimentaria del planeta. Lamentablemente, dada la
naturaleza y la limitación del presente trabajo no se podrá ahondar mucho más, pero no
puedo finalizar sin antes mencionar de manera superficial, el fracaso de la Revolución
Verde, que fomentó el monocultivo, y para ello recurriré al texto de Vandana Shiva,
acerca de las semillas. Ella se opone a la monopolización del poder y el control que
genera lo que ella llama monoculturas de la mente, que producen en consecuencia tres
colonizaciones sincrónicas: “de la diversidad de especies naturales, de las mujeres y del
Tercer Mundo” (V. Shiva, Las nuevas guerras de la globalización. Semillas, agua y formas
de vida, 2008, p.53), ella afirma que las monoculturas lo que ocasionan es pobreza e
incapacidad. El fracaso de la Revolución Verde radica, precisamente, en la introducción
de monocultivos, pues estos como dice Shiva: “Desde el punto de vista ecológico, esta
uniformidad conduce al agotamiento de los recursos de la tierra y a la contaminación del
suelo, el agua y la atmósfera; desde el punto de vista político crea estructuras
autoritarias.” (V. Shiva, ob. cit. p.54.) ¡Aún así, se anuncia una segunda Revolución Verde!
El control sobre las tierras, el agua y la producción de alimentos por parte de las grandes
transnacionales sólo trae el beneficio de unos pocos, los que tengan mayor poder
económico y pauperizan aún más a los desfavorecidos. El caso es que tal como si se
tratara de una novela futurista o de ciencia ficción, estos Megaconsorcios se están
apoderando del agua, de las tierras fértiles, del control de las semillas, y este es un futuro
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más que incierto espeluznante para la humanidad. El miedo más terrible: miedo al
hambre, a la sed, a la pauperización. Para finalizar presentamos el siguiente titular:
“Temor en los países pobres por la compra de sus tierras por los países ricos para cultivar
alimentos. La ONU hace sonar la alarma después de que se hayan comprado 30
millones de hectáreas”. (Soberanía alimentaria. En: http:www.gloalízate.org/sobalim.htlm)
Conclusiones: Los miedos que se han reseñado a lo largo del presente trabajo expresan
la subjetividad de quienes lo suscriben. Estamos conscientes de que se han quedado
muchos otros de lado, pero dadas las exigencias académicas y de tiempo, hemos
procurado expresar los miedos más acuciantes que amenazan nuestra sociedad global y
glocal. Se hubiera querido tratar el problema del agua de manera más extensa, así como
otros malestares culturales que nos agobian. Estamos conscientes que el trabajo
expresa una incertidumbre hacia el futuro, pero, al mismo tiempo, estamos seguro de que
Otro mundo es posible, pues gracias a las redes sociales globales, a los movimientos
sociales globales, a las ONG’s, y en fin, a la sociedad civil organizada, lograremos
soluciones viables a corto plazo. En estos momentos se está celebrando la Cumbre de
Copenhagen, donde están cifradas las esperanzas del planeta con miras a la consecución
de respuestas concretas y viables para el calentamiento global, lo que constituye una
esperanza de que hay un futuro posible, si aunamos fuerzas, pensamos en el otro, y
reconsideramos la manera como se ha venido llevando la globalización.
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Bibliografía.
Fuentes en Internet.
Divorcios por causa en que se fundamenta la sentencia según entidad federal, 2007, en
http/www.ine.gov.ve/
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