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Goebbels en Berlín
El camino hacia el cine Estatal y el sistema cinematográfico del nacionalsocialismo.
De Wolf Donner*
Entre los años 1914 y 1918 y por primera vez en la historia del cine hubo una importante
producción de películas de propaganda política. Francia, Gran Bretaña, los Estados Unidos,
la Unión Soviética, y también países más pequeños como Holanda, pusieron este nuevo y
atractivo medio, el cine, al servicio de su ideología. Todas las naciones participantes de la
guerra prohibieron la importación de películas extranjeras y transformaron a las propias en
portavoces de su política. Los métodos y las técnicas de propaganda empleadas durante la
primera guerra mundial por los aliados ejercerán más tarde una fuerte influencia sobre
Goebbels y Hitler.
En estos años el Dr. Alfred Hugenberg ya poseía una gran influencia en Alemania. Él y su
emporio periodístico apoyan desde el principio a la “derecha nacional”. En 1916
Hugenberg funda junto con Ludwig Klitzsch, el futuro director de la UFA, la DLG
(Deutsche LichtbildGesellschaft Sociedad alemana del fotograma). Hugenberg – quién
inspiró en gran medida a Goebbels y será en 1933 el primer ministro nazi de economía y
alimentación, percibe inmediatamente la posibilidad de crear a partir de la DLG un único
grupo económico en alianza con la industria cinematográfica, el Estado y los militares. En
1917 la DLG se convierte en BUFA (Königliches Bild und Filmamt – Oficinal Real de la
Imagen y el Cine) y queda subordinado a la jefatura del Estado Mayor del Ejercito, al
Ministerio de Exterior y al Deutsche Bank. Es aquí donde comienza la militarización del
cine. La BUFA es concebida como un “instrumento del poder para la propaganda visual”
en manos estatales y pensado sobre todo para después de la guerra. El nuevo grupo
económico es financiado con los fondos de propaganda de la jefatura militar. En el mismo
año, 1917, el Ministerio de Guerra berlinés emitió un decreto dirigido a todos los demás
entes públicos del Reich que decía: “Además de entretener, el cine sirve para fomentar el
espíritu patriótico y visualizar el manejo de la guerra en tierra, en el agua y en el aire”.
Ya en 1912 Ludwig Klitsch había elaborado propuestas para una “propaganda integral de
cultura y economía” en el cine como también el estatuto para la DLG de Hugenberg y en
una carta del 17 de octubre de 1916 a unos industriales alemanes, reflexiona sobre como
hacer públicas las ideas alemanas en el exterior: “…hay que ocultar el núcleo real de los
films alemanes de propaganda con exuberantes dramas, comedias etc..., de tal manera que
inicialmente el público extranjero acepte el fondo, que aún le resulta ajeno, por su
agradable envoltorio, hasta que se acostumbre a él y se amolde al mensaje, tal como la gota
horada la piedra”.
También el “dictador secreto”, el general Erich Ludendorff, estaba preparando en aquel
entonces el camino de los nazis. Su famosa carta del 4 de julio de 1917 al Ministerio Real
de Guerra es considerada el “certificado de nacimiento de la UFA”.Ludendorff califica a la
industria cinematográfica como un “arma de guerra eficaz” y le concede al cine un
“inmenso significado como medio de influencia política y militar”. Según él es necesaria
una “influencia sistemática en las masas del país”. Propone que el Estado compre con este
objetivo a toda la industria cinematográfica mediante una empresa encubierta – esto es
exactamente lo que Goebbels hará quince años más tarde.
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Ya la BUFA había definido a la propaganda fílmica como una respuesta necesaria a las
actividades antialemanas de los aliados. Para esto se necesitan estrellas famosas y la
permanente aplicación de “una justa dosis de doctrina”. Los pensamientos y las acciones de
la industria cinematográfica de aquél tiempo estaban caracterizados en gran medida por su
dependencia del gobierno y de la armada y se elegían preferentemente temas nacionalistas.
La SPIO, organización central de la industria cinematográfica, afirmaba que “la propaganda
más poderosa es aquella que se mete en el subconsciente de la masa sin que nadie se dé
cuenta”. Goebbels podría haber dicho esto. En 1918 el gobierno prusiano expresa que la
fundación de la UFA apuntaba a “garantizar el pleno aprovechamiento de los medios de
propaganda de acuerdo a los intereses militares”. El 18 de diciembre de 1917 había nacido
el nuevo grupo económico UFA (Universum Film AG) en cuyo primer directorio se
encontraban representados el gobierno, los bancos y las grandes industrias. Su objetivo era
desde el comienzo la unificación de la producción y la distribución cinematográfica, de
cines y sucursales en el exterior; es decir recrear en gran medida el sistema de las Major
Companies de los EEUU.
La industria cinematográfica se transformó en estos años a un ritmo vertiginoso en uno de
los más importantes factores económicos, políticos y artísticos. En todas partes se registró
la tendencia a la concentración de poder, al desarrollo de grandes grupos económicos y
monopolios, a la inclusión de capitales extranjeros y subvenciones estatales. En la primera
mitad de los años veinte Alemania fue la segunda nación cinematográfica después de los
EEUU con una producción de aproximadamente 500 películas por año. Pero a pesar de las
permanentes proclamaciones de la necesidad de una “producción cinematográfica nacional”
el cine alemán permaneció al principio bastante independiente, no existía ningún grupo
dominante. El afán de expansión, la obsesión por crecer, las medidas de defensa contra la
todopoderosa Hollywood dominaban la escena. Los acentos artísticos decisivos habían sido
puestos por Murnau, Lang, Paul Wegener, E.A. Dupont con anterioridad e impedían la
entrega total de la UFA a la ideología conservadora y nacionalista. Al mismo tiempo
Hollywood comenzó a seducir y contratar a importantes artistas del cine, por ejemplo a
Dupont, Murnau, Jannings, Lubitsch, Ludwig Berger, Paul Leni, Erich Pommer, Pola
Negri, Conrad Veidt. Los años de 1919 a 1924, marcados por la crisis económica y la
inflación, son al mismo tiempo los del auge del film expresionista en Alemania.
Lentamente se acumulan quiebras. El grupo económico está en problemas y se considera su
venta a los EEUU.
En 1927 Hugenberg se hace cargo de la UFA “por motivos nacionales”. En este momento
la UFA cuenta con 140 filiales, sucursales en Amsterdam, Budapest, Londres, Praga,
Roma, Estocolmo, Viena, Zürich, Nueva York y en otras 28 ciudades, cuenta con 134 salas
de cine en Alemania y el exterior y con los inmensos estudios berlineses de Babelsberg y
Tempelhof. Hugenberg y Klitzsch emprenden un saneamiento radical de la UFA aplicando
criterios ideológicos y económicos. Fuerzan la producción de documentales nacionalistas y
polemizan contra los films “hostiles a los alemanes”, es decir los films norteamericanos
antimilitaristas. Comienzan las prohibiciones y los cortes en las películas extranjeras no
deseadas.
Tendencias tempranas en la cinematografía alemana
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1. La discusión cinematográfica fue determinada desde siempre por las antinomias
entre entretenimiento para las masas por un lado y programa político por el otro y
entre el beneficio económico por un lado y la función ideológica por el otro.
2. Desde el comienzo de la República de Weimar, durante la época del
nacionalsocialismo y hasta después de 1945 se sostuvo el modelo de ejercer
influencia política sobre la producción cinematográfica mediante subvenciones
estatales.
3. Ya antes de la fundación de la UFA existía el afán de censurar, había prohibiciones
de producciones extranjeras y propias como también cortes en películas extranjeras.
4. Las estandarizaciones, el monopolio, el reparto del riesgo entre grupos financieros
importantes y la atracción de capitales extranjeros se aplican como soluciones para
una industria cinematográfica propensa a la crisis tanto en Alemania como también
a nivel internacional.
5. La pelea con Hollywood determina la evolución del cine alemán más allá de la toma
del poder por parte de los nazis. En 1924 comienza el primer éxodo de actores,
directores y técnicos a Hollywood; a fines de los años veinte Hollywood controla el
97 por ciento del mercado mundial.
6. La industria cinematográfica es en su mayoría monopolista y nacionalista, y el
breve auge del expresionismo fue más bien una hazaña contra la voluntad de los
poderosos de la política y la economía.
Desde temprano se pudo observar en el cine alemán la afinidad con la ideología nazi
incipiente. En 192122 comienza la serie “FridericusRex” con Otto Gebühr. Un film
cultural de la UFA de 1925 eligió como tema nada menos que la “renovación de la raza
humana”. Financiado por el gobierno, el ampuloso y racista film fue mostrado
frecuentemente en escuelas. La misma tendencia se puede observar en las películas de
montaña de Arnold Fanck, Leni Riefenstahl, Luis Trenker, Sepp Allgeier y otros que
fomentan el culto al héroe y glorifican la naturaleza como ideal. A partir de 1920 parte
de la crítica cinematográfica alemana, por ejemplo la del “Völkischer Beobachter”,
escribe “al servicio del Volkstum (lo nacional y popular)” y de la “renovación de la
raza” y apoya la prohibición de “películas pacifistas” (la palabra ‘pacifista’ se usaba ya
en aquel entonces en sentido despectivo).
Pero a pesar del vehemente predicamento de militarismo, nacionalismo, imperialismo y
antisemitismo por parte de la industria cinematográfica alemana se siguen produciendo
en igual medida películas de izquierda y de derecha, películas con rigor prusiano y
opositoras. La prensa publica enfurecidas disputas y muy a menudo descripciones
empalagosas de peleas en los cines sobre películas como “El ángel azul” (Der Blaue
Engel), “Sin novedad en el frente” (Im Westen nichts Neues), “Vientre helado” (Kuhle
Wampe ) de Dudow, sobre “Westfront 1918”, “La ópera de tres centavos” (Die
Dreigroschenoper ) o “La tragedia en la mina” (Kameradschaft) de Pabst, sobre “M”,
“Dr. Mabuse” o “Metropolis” de Fritz Lang, de la misma manera que sobre la película
sobre el rey prusiano Federico II “Concierto histórico” (Das Flötenkonzert von
Sanssouci). A partir de 1925 los que trabajan en cine parecen interesarse más en la
nueva tecnología del cine sonoro. La prensa, tanto de izquierda como la liberal, ataca a
Hugenberg y a su UFA, a su Noticiero Semanal (Wochenschau ) con orientación
nacionalsocialista; la SPIO predica centralismo, dirigismo y nacionalismo. En 1928 se
producen todavía 224 películas mudas en Alemania; el año siguiente los estudios de
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Babelsberg incorporan la tecnología sonora, pero es recién en 1935 que todas las salas
pueden reproducir películas sonoras.
No quedan dudas sobre la adopción de la posición nazi por parte de amplios sectores
del cine alemán si recordamos la permanente polémica contra el “sector financiero
judío” y contra la “industria cinematográfica penetrada por los judíos” por un lado y
por otro lado dos estrenos a principios de 1933 En enero se estrena “Der Choral von
Leuthen”, una película de la serie sobre Federico el Grande que glorifica la guerra y lo
festeja una vez más como caudillo carismático. Un mes más tarde sigue “Crepúsculo
rojo” (Morgenrot), Hitler presencia el estreno con parte de su gabinete. El episodio de
la guerra de submarinos de 191418 festeja la muerte heroica como un mito
propiamente alemán. El comandante del submarino pronuncia la famosa frase: “Quizás
los alemanes no sabemos vivir bien, pero sabemos morir fabulosamente bien.” Esto era
lo que Hitler y Goebbels, presentes en la sala, querían escuchar.
Enseguida, en 1933, comenzó la centralización de la industria cinematográfica. El
Ministro de Propaganda era al mismo tiempo presidente de la Cámara Nacional de
Cultura y de la Cámara Nacional de Cine, como también director de la Oficina Central
del NSDAP, el partido nacionalsocialista. Nombró al famoso malabarista de las
finanzas y las empresas, Max Winkler, como Director Nacional de la industria
cinematográfica alemana. Por medio de una empresa encubierta, la Kautio Treuhand
GMBH, Winkler compró de a poco todas las empresas cinematográficas alemanas
debilitadas por la crisis. En total fueron 138 empresas, muchas de las cuales
continuaron existiendo nominalmente. Hacia 1941 quedaban solamente cuatro grandes
grupos cinematográficos: la UFA, Terra, Tobis y Bavaria; en 1942 se agregaban la
WienFilm y la PragFilm y se volvió a la denominación tradicional UFA para todo el
conglomerado. Formaba parte de este conglomerado todo el sector de distribución, la
técnica, los cines y los noticieros semanales.
La producción cinematográfica bajó drásticamente y aumentó el control. Winkler fundó
el Filmkreditbank (Banco de crédito para la producción cinematográfica), en el cual
estaban representados los tres principales bancos alemanes, las federaciones de los
sectores de la industria cinematográfica, la Reichskreditgesellschaft (Sociedad Nacional
de Crédito) y el gobierno. Los altos costos de producción para las películas sonoras y
las exportaciones decrecientes de producciones alemanas (durante la República de
Weimar se cubría el 40% del costo de una película con las ventas al exterior, a partir de
1933 este porcentaje se redujo al dos a tres por ciento) fueron los factores que hacían
imprescindible al Filmkreditbank para la producción cinematográfica. La única
condición para la prefinanciación de una película era el voto positivo del ministerio de
Goebbels. Ya en 1934 dicho banco financió el 40 por ciento y en 1935 el 70 por ciento
de todos los largometrajes, es decir 65 películas de un total de 94.
Antes de 1933 o inmediatamente después de la toma de poder de los nazis abandonaron
Alemania tres importantes productores como Max Schach, Seymour Nebenzal y Erich
Pommer (Pommer había sido llamado en 1927 por Hugenberg, cuando este se hizo
cargo de la UFA, para sanear la empresa quebrada a pesar de ser judío), las
superestrellas Marlene Dietrich, Conrad Veidt, Elisabeth Bergner, Peter Lorre, Fritz
Kortner, Curt Bois, Lucie Mannheim, Albert Wassermann, Adolf Wohlbrück, Richard
Tauber, Oskar Honolka, Rudolf Forster, Lili Palmer, Ernst Deutsch, Otto Wohlbrück,
Marta Eggerth, Grete Moosheim, Felix Berggrat, Siegfried Arno, Hertha Thiele, Dolly
Haas, Blandine Ebinger y Franz Liderer. El éxodo de estos artistas causó un desastroso
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empobrecimiento artístico y la interrupción de una gran tradición cinematográfica.
Igualmente grave para el tiempo posterior fue la emigración de conocidos directores de
cine como Ludwig Berger, Kart Bernhardt, Eric Charell, Paul Czinner, William
Dieterle, Slatan Dudow, Hernry Koster, Fritz Lang, Marcel Ophüls, G.W. Pabst,
Leontine Sagan, Robert Siodmak, Billy Wilder, E.A. Dupont, Robert Worne, Richard
Oswald, Berthold Viertel, Frank Wisbar, Max Reinhardt, Edwin Piscator, E.G. Ulmer,
Fred Zinnemann, Hanns Schwarz, Wilhelm Thiele; el “semijudio” Reinhold Schünzel
se fue a Hollywood en 1937. En 1938, para evitar la separación de su mujer, se fue
Detlef Sierk, quien más adelante cambiaría su nombre por Douglas Sirk.
Aún en 1933 comenzó también el alineamiento ideológico generalizado en el cine con
la “limpieza de judíos” en empresas y federaciones y con miles de prohibiciones
profesionales. La Cámara Nacional de la Cultura, una asociación forzada de todos los
que trabajaban en el sector de la cultura, debía garantizar la línea única racista
ideológica de todo el sector. Y la Cámara Nacional de Cine, que surgió de la
“comisión SPIO” con las mismas intenciones ya antes de 1933, debía imponer
arisacion, control y censura en el cine. Era obligatorio afiliarse: ser excluido significaba
prohibición para trabajar, exilio, desocupación. En 1934 la Cámara Nacional de Cine
fue completada con la Ley de Cine, una versión agravada de una ley de 1920 que con
un agregado en 1935, impuso al Ministro de Propaganda como censor en jefe, con
poder absoluto. Goebbels tenía bajo su control absolutamente toda la estructura
cinematográfica del Reich: En el Ministerio de Propaganda tenía un departamento
propio de cine a través del cual controlaba las oficinas de propaganda regionales, la
censura y las autorizaciones en el cine, premios y distinciones, el noticiero semanal y la
exportación de películas; como Presidente de las Cámaras Nacionales de Cultura y de
Cinematografía y también como inmediato superior del Encargado del Reich para la
industria cinematográfica alemana, Max Winkler, y de su Filmkreditbank; como
director de la Oficina Central de Cinematografía del partido tuvo acceso directo a
escuelas, organizaciones juveniles, la juventud hitleriana, a la producción de películas
culturales, a las actividades de las oficinas regionales de cine. Toda la estructura
ideológica, económica y política del cine estaba diseñada a la perfección, organizada
jerárquicamente, confeccionada a la medida de un solo hombre en la cima. Y aún así se
le escapaban muchas cosas. Muchos excelentes actores o cineastas y también
funcionarios de alto rango como por ejemplo Ludwig Klitzsch o Max Winkler, jamás se
afiliaron al partido, trabajaban hasta avanzada la guerra con artistas liberales u
opositores encubiertos. De vez en cuando se toleró incluso una crítica osada expresada
abiertamente como por ejemplo en “Amphitryon” de Schünzel. A pesar de ello se puede
considerar a Goebbels como el Mogul de cine más poderoso de la historia. Un
maniático, obsesionado con este nuevo medio, del cual conocía más que de cualquier
otro medio o rama cultural, donde se entrometía en todo, donde controlaba e intervenía
hasta en el último detalle si se trataba de una producción propagandística importante.
Su idea fundamental del cine era la buena vida, el escapismo, las ilusiones, el cine como
entretenimiento, distracción, diversión. Reprobaba los experimentos, lo vanguardistico,
lo depresivo, los crímenes, el asesinato, el sexo, el realismo igual que el cine pensativo,
exigente e intelectual. Instaba a la gente de cine que tomaran en cuenta al público
masivo. En los mensajes de idilio pequeñoburgués exigía incorporar, de manera
encubierta, algunos valores oficiales, los ideales alemanes, la idea nazi. El cine debía
“garantizar el buen animo de los alemanes”.
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Menos del diez por ciento de la producción cinematográfica entre 1933 y 1945 es
considerado de propaganda pura. El resto son melodramas, historias de amor, comedias,
películas de aventura, de revista, musicales, películas de época y Heimatfilms, piezas
populares pequeñoburguesas y policiales ingenuos. El adoctrinamiento ideológico era
tarea del noticiero semanal, obligatorio para todos los cines. El largometraje que le
seguía debía transmitir optimismo, alegría, entretenimiento.
En algunos de los más importantes films propagandísticos el ministro parecía
omnipresente, tenía todo bajo su control, se entrometía en todo. En el guión y los
diálogos, el reparto, la dirección, el presupuesto, el rodaje y, más adelante, también en
la entrega de premios, en la presentación ante la prensa, en la distribución, en el diseño
del estreno. A través de los “Informes del Reich” de la dirección de la SS obtenidos por
espías en todos lados sabía perfectamente cual había sido la recepción que tuvieron las
películas, lo que funcionó y lo que no. A menudo, aún durante el rodaje, llegaban a los
estudios notas del Ministerio de Propaganda dirigidos al director de la película con
pedidos de cambios.
Pero, como ya se dijo, este era el caso de los pocos films propagandísticos duros que le
importaban a Goebbels. A la inversa, parece haber defendido algunas veces a los
cineastas: tuvo que aceptar, por ejemplo, que el saludo nazi fuera considerado poco fino
en Babelsberg. En parte era limitado por otros miembros del partido que se entrometían
activamente en la política cultural, como por ejemplo Hermann Göring, el Presidente de
Prusia, el Ministro de Relaciones Exteriores Joachim von Ribbentrop, el Ministro de
Ciencia, Educación y Educación Popular Bernhard Rust, el Director de la Juventud del
Reich Baldur von Schirach, el jefe de la DAF (Frente Alemán del Trabajo) Robert Ley,
el arquitecto del Führer Albert Speer y, no menos importante, su enemigo ideológico
Alfred Rosenberg.
El cine durante el Tercer Reich fue desde el punto de vista de y en el sentido
otorgado por los nazis un éxito total: fue popular (a través de un sistema de estrellas),
exitoso en su efecto propagandístico (por la estrategia de Goebbels de una cuidadosa
dispersión de propaganda pura en un mar de productos de entretenimiento ingenuo) y
además era rentable: si bien la estatización y la monopolización a través de la Kautio
Treuhand GMBH de Max Weber había costado aproximadamente 100 millones de
Reichsmark, luego fueron muy bajas las subvenciones a la producción. Por el otro lado
las películas producidas bajo el régimen nazi aportaron hasta la finalización de la guerra
ganancias millonarias.
Su medio propagandístico más exitoso se había transformado en económicamente
sustentable.
Se intentaba imitar al glamour hollywoodense. A los jerarcas políticos les gustaba
rodearse en sus apariciones públicas de estrellas de cine. Nombres famosos fueron
llamados a los directorios de los grupos económicos: Gründgens, Jannings, Willy Fort,
Harlan, Carl Fröhlich, Eugen Klöpfer, Paul Hartmann, Kart Ritter, Matthias Wiemann,
Heinrich George. Goebbels, Hitler y un gran grupo de altos funcionarios nazis solían
aparecer en el Zoopalast berlinés junto a los actores involucrados en ocasión de los
estrenos de gala.
Los actores de cine de la época nazi eran muy bien pagos, a menudo tenían privilegios
especiales, eran populares y amados como lo son hoy en día las estrellas
hollywoodenses. Los más altos honorarios los recibían Hans Alberts, Paula Wessely,
Heinrich George, Hans Moser, Eugen Klöpfer, Willy Birgel, Emil Jannings, Kristina
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Söderbaum, Brigitte Horney, Jenny Jugo. Otros nombres famosos de esta época fueron:
Olga Tchechowa, Luise Ullrich, Ilse Werner, Käthe Dorsch, Lucie Höflich, Heidemarie
Hatheyer, Marianne Hoppe, Hilde Körber, Hilde Krahl, Pola Negri, Zarah Leander,
Marika Rökk, Grethe Weiser, Mady Rahl, Lotte Koch, Fita Benkhoff, Käthe Gold,
Magda Schneider, Anny Ondra, Henny Porten, Lilian Harvey, Bertha Drews y los
señores: Gustav Fröhlich, Willy Fritsch, Werner Kraus, Paul Wegener, Ewald Balser,
Paul Hartmann, Paul Hörbiger, Matthias Wiemann, Horst Kasper, Gustaf Gründgens,
Gustav Knuth, Theo Lingen, Heinz Rühmann, Curd Jürgens, Hans Brausewetter, Victor
Stahl, Johannes Heesters, Hans Holt, Will Quadflieg, Hans Moser, Paul Dahlke, Otto
Wernicke, Gustav Waldau, Paul Klinger, Victor de Kowa, René Deltgen, Otto Gebühr.
También se toleraban artistas que no eran “arios puros” como Hertha Feiler, Paul
Henckels o tales con esposos no arios como Theo Lingen, Paul Bildt, Hans Moser,
Heinz Rühmann, Albrecht Schönhals, Eduard von Winterstein, Henny Porten, Leo
Slezak.
El cine nazi fue exitoso prácticamente hasta el final. En 1933 se contaban 245 millones
de espectadores, el año siguiente ya eran 280 millones. En 1935, 317 millones y en
1939 fueron 834 millones; en el año 1944 hubo 1.200 millones de espectadores. Los
números de producción y de espectadores (de la misma manera que la impresión de
libros y folletos), la popularidad y la aceptación de las estrellas como fuente de
entretenimiento aumentaban incesantemente. Y el régimen ayudó. También el número
de salas de cine subía permanentemente. En 1938 eran 5.446, el año siguiente ya 8.095
– otras cien se agregaban en Austria, en los Sudetes, en Gdanzk, en Polonia, Bohemia y
en Eslovaquia, bajo mando alemán. Goebbels estableció un sistema de más de diez
premios y menciones, desde “Película de la Nación” o “especialmente valioso para la
política del estado”, “artísticamente muy valioso” hasta “valioso para la cultura
popular” y “valioso para la juventud”.
Se introdujeron “Días populares del cine” como también proyecciones en masa en
escuelas, cuarteles, empresas y organizaciones. La acción móvil “El cine va al pueblo”
recorría el país con 600 camiones; las famosas horas de cine para la juventud de la
Juventud Hitleriana llegaban por año a alrededor de 43 millones de jóvenes; 40.000 de
un total de 62.000 escuelas tenían sus propios equipos de proyección. El NSDAP
mantenía ya en el año 1936 32 Oficinas de Cinematografía regionales, 771 Oficinas de
Cine departamentales y 22.357 Oficinas de Cinematografía locales. A través de esta
amplia red el partido llegó en 1938 a 45.000 millones de espectadores. A partir de 1939
se agregaban proyecciones regulares para las tropas en todos los frentes y también
proyecciones obligatorias de películas de importancia propagandística en las regiones
europeas ocupadas.
El cine era el gran pasatiempo de los nazis. Hitler y Goebbels tenían una debilidad por
el cine, ellos y muchos otros jerarcas del partido tenían proyectores en sus oficinas y
casas particulares. Veían las películas más importantes de la producción alemana, pero
también muchas películas internacionales prohibidas en Alemania. Goebbels, por
ejemplo, vio durante años dos y a veces hasta tres películas nacionales e internacionales
por noche; le gustaba discutir con cineastas sobre las ventajes y conquistas de películas
internacionales prohibidas para el público alemán. Hiltler miraba casi todas las noches
una, a veces incluso dos películas en su casa en el Obersalzberg (a partir de 1939 seguía
viendo solamente los noticieros semanales). Sus favoritas eran películas de
entretenimiento ingenuo, películas de Disney, de amor y de revistas, todas las
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producciones nuevas con famosos como Jannings, Rühmann, Lil Dagover, Olga
Tchechowa, Henny Porten, Zarah Leander y Jenny Jugo.
El grado de obsesión de la camarilla de dirigentes nazi con la creencia en el poder de
convicción de sus películas se ve claramente en la historia de la producción y el estreno
de su última película, “Kolberg”. En los duros inviernos de la guerra, las escuelas y los
teatros permanecían cerrados; los cines, sin embargo, continuaban funcionando. En la
Unión Soviética altos mandos partidarios se negaron exitosamente a la necesaria
transformación de cines en hospitales. Aún en 1944 había tropas de la defensa antiaérea
destinadas a la protección de los cines berlineses. Y en 1945, en el momento del
Volkssturm (cuando se llamó a combatir a todos los reservistas de entre 16 y 60 años),
había más de 2.000 eximisiones para la industria cinematográfica.
De esta manera la producción cinematográfica se mantuvo intacta durante la Segunda
Guerra Mundial. En 1939 fueron producidas 111 películas, en 1940 aún 89, en 1942
fueron solamente 64, el siguiente año nuevamente 83 y en 1944 fueron terminadas 75
películas. Entre 1933 y 1945 se realizaron un total de 1.094 producciones nacionales y
66 coproducciones o versiones alemanas de títulos internacionales. A esto se agregaban
unas 600 importaciones. Es sorprendente cuantas producciones norteamericanas fueron
autorizadas, títulos como “King Kong”, “Mutiny on the Bounty”, “Anna Karenina”,
“Union Pacific” o las películas de Laurel y Hardy, producciones de Disney e
incontables musicales fueron tan populares en Alemania como en el resto del mundo.
Clark Gable, Greta Garbo, Joan Crawford, Catherine Hepburn y también Marlene
Dietrich fueron estrellas conocidas y festejadas en la Alemania nazi.
Las películas más caras de los nazis con un presupuesto de más de 4 millones de
Reichsmark fueron “El gran rey” (Der große König) “La vuelta a casa” (Heimkehr ),
“Ohm Krüger ”, “La ciudad dorada” (Die goldene Stadt), “Münchhausen” y “Kolberg”.
Dicen que esta última costó 8,8 millones de Reichsmark. Las películas más exitosas
fueron “ El gran amor” (Die große Liebe ) con 27,4 millones de RM de ingresos,
“Concierto a pedido”(Wunschkonzert) con 26,5 millones de RM, “Jud Süß” con 20,3
millones de RM y “El gran rey”(Der große König), “FP1 no contesta” (FP1 antwortet
nicht), “Fugitivos” (Flüchtlinge ), “Mascarada” (Maskerade), “Rosas negras”(Schwarze
Rosen) “Traidor”(Verräter ), “Patria” (Heimat), “Era una noche embriagadora” (Es war
eine rauschende Ballnacht), “El amor de una madre” (Mutterliebe), “Las mujeres son
los mejores diplomáticos” (Frauen sind doch bessere Diplomaten), „El sueño blanco”
(Der weiße Traum).
Los más importantes directores de cine de la época nazi, ordenados por la cantidad de
películas producidas, fueron: Carl Boese, Gerog Jacoby, Hans Deppe, E.W. Emo, H.H.
Zerlett, Franz Seitz, Herbert Selpin, A.M. Rabenalt, Veit Harlan, Erich Engel, Gerhard
Lamprecht, Wolfgang Liebeneiner, Paul Verhoeven, Willy Forst, Helmut Käutner, Luis
Trenker, Paul Wegener, Carl Fröhlich, Hans Steinhoff, Carl Ritter, Gustav von Bolvary,
Gustav von Ucicky. Casi todos ellos continuaron trabajando después de 1945.
Notas sobre la censura en el cine
El principio era la arbitrariedad. El sistema de control estaba hilado tan fino, era tan
complejo, que a menudo el aparato se entorpecía a si mismo. En general era suficiente
que Hitler, Goebbels, Göring, Himmler, la SS, el Comando en Jefe del Ejército o un
ministro se opusieran, criticaran una bagatela para que se prohibiera una película. Pero
se conoce un número similar de casos donde se autorizó a la película a pesar de
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objeciones de parte de ministerios o jerarcas. Se dice que algunas veces Hitler vetó
autorizaciones otorgadas por Goebbels.
La película “Kitty y la conferencia mundial” (Kitty und die Weltkonferenz) de Käutner
fue prohibida porque el ministro de Relaciones Exteriores Ribbentrop estimó que
reflejaba una imagen demasiado positiva de los diplomáticos extranjeros. “Gran libertad
Nro. 7” (Große Freiheit Nr. 7 ) fue liberada para la exportación debido a sus altos costos
de producción, pero fue prohibida en Alemania en diciembre de 1944. Goebbels había
criticado la representación de una mujer alemana como prostituta y el almirante Dönitz
a los marinos borrachos. El film “Titanic” fue prohibido porque las escenas de pánico
se asemejaban demasiado al terror causado por los bombardeos en las ciudades
alemanas, “Pánico” (Panik) de Harry Piel porque las escenas donde los animales
salvajes pasean por la ciudad habían ocurrido realmente en Berlín durante los
bombardeos. “El Congreso baila” (Der Kongress tanzt) fue retirada porque en ella
participaban demasiados artistas judíos o caídos en desgracia, o que luego habían
emigrado. “El jugador” (Der Spieler ) e “Historia de amor prusiana” (Preußische
Liebesgeschichte) fueron retirados por orden de Hitler porque quería poner punto final a
los rumores sobre una aventura amorosa entre el Ministro de Propaganda y la actriz de
ambas películas, Lida Baarova. “Sin novedad en el frente” (Im Westen nichts Neues)
fue difamada como obra pacifista vergonzosa. “Tripulación Dora” (Besatzung Dora ) de
Carl Ritter (1942/43) fue prohibida porque los acontecimientos de la guerra la habían
desactualizado – transcurre en parte en África, de donde ya habían sido expulsadas las
tropas alemanas.
Frecuentemente un film no coincidía con la situación exterior del momento y por lo
tanto era prohibido. A menudo un artista de cine se volvía persona no grata e
inmediatamente su nombre era retirado de los créditos de la película, se le rescindían
los contratos y su actividad anterior en el cine era negada. Esto le pasó por ejemplo al
actor Kart Stepanek, quien había arriesgado en Radio Londres comentarios antinazis e
inmediatamente fue reemplazado por orden de Goebbels en su papel en la película “Las
mujeres son los mejores diplomáticos”, a pesar de que costó medio millón de RM rodar
todo de nuevo. El cómico de opereta Robert Dursay habló mal de Hitler y fue ejecutado
el 29 de octubre de 1943. El actor Harry Baur, quien tenía el papel principal en
“Sinfonía de una vida” (Symphonie eines Lebens) fue descubierto como judío y enviado
inmediatamente a un campo de concentración. Un día después de su muerte se estrenó
la película. El director Herbert Selpin hizo comentarios despectivos sobre el Wehrmacht
y fue encarcelado. Se negó a retirar lo dicho y se suicidó el 1 de agosto de 1942 en su
celda. El actor Joachim Gottschalk se quitó la vida junto a su mujer judía y su único
hijo. Hans Otto, héroe juvenil en el Staatsschauspiel Berlín bajo la dirección de Gustaf
Gründgens ya había sido asesinado en 1933 por la Gestapo por su afiliación comunista
e izquierdista. Artistas del cine y cabaretistas judíos o semijudíos como Paul Morgan,
Fritz Grünbaum y Otto Walburg huyeron de los nazis, fueron capturados en el
extranjero y murieron en los campos de concentración. Naturalmente casos como estos
eran conocidos. La persecución sin piedad de algunos, los fastidiosos mecanismos de
control, los slogans partidarios que cambiaban permanentemente, el hecho de que una
película de cabaret de repente se transformara en una cuestión de estado y se retirara de
la circulación, todo esto provocaba una inquietud permanente, inseguridad, miedo.
Además llevaba a la gente a adaptarse cada vez más al sistema, para no ponerse en
peligro.
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Apéndice: El cine documental
Contrariamente a lo que sucedía con los largometrajes, el cine documental nazi articula
sus mensajes propagandísticos de manera directa y sin vueltas. Conjura el heroísmo, la
grandeza histórica única de Hitler, la extrema maldad de los enemigos, la continuidad
de la tradición históricomítica, nacionalista alemana y de parte de los nazis, la vida
campestre, Sangre y Suelo, el florecimiento cultural, el deporte, la Juventud Hitleriana
(HJ ) y la Confederación de Muchachas Alemanas (BDM), el programa ´Fuerza
mediante alegría´, el glorioso ejercito alemán, victorias, triunfos, éxitos, récords.
El documental más importante de la época nazi, que aún hoy se festeja en múltiples
ocasiones, es “El triunfo de la voluntad” (Der Triumph des Willens) de Leni
Riefenstahl. También su documental de dos partes sobre los juegos olímpicos de Berlín
en 1936 es considerado artísticamente sobresaliente. Al igual que en la primera película,
los recursos empleados fueron enormes: 45 camarógrafos filmaron 400.000 metros de
película de los cuales 130.000 fueron revelados y 6.000 finalmente incorporados a las
dos partes del documental. A pesar del esfuerzo al comienzo de la película para
construir una difusa y antigua ideología deportista alemana, el sujeto del film en el
fondo no es Olimpia, sino la Alemania olímpica. Se dan pocas informaciones concretas
sobre el evento en sí, los participantes o las disciplinas pero se festeja al deportista
como encarnación de la unidad ariaalemana de cuerpo, espíritu y alma. En gran medida
el film es un himno a la salud, la fuerza, la juventud, el óptimo estado físico, el ideal
nacionalsocialista del atleta nórdico desnudo. Una cierta fascinación por las imágenes y
los montajes se destruye a menudo con el comentario banal inflado.
Es típica la autorepresentación de los nazis en películas como “Palabra y acción” (Wort
und Tat) de Ucicky/Hippler (1938) o “Ayer y hoy” (Gestern und heute ) de Hans
Steinhoff (1938). Frecuentes son los largos pasajes de discursos de Hitler, de vez en
cuando también de Goebbels, montajes cortos que denuncian a la República de Weimar,
alemanes entusiastas que vitorean a Hitler, números y estadísticas de éxitos desde el
ascenso de 1933, imágenes de la construcción de viviendas, de la producción industrial,
del quehacer agrícola, del ejercito, del bienestar en todas las áreas, impresiones de una
comunidad alemana grande y feliz. La huelga, los desocupados, la inflación, las
disputas parlamentarias, el hambre, las peleas callejeras y de clases, el jazz, se
presentan como sinónimos de Weimar; el reparto público de sopa, el
Reichsarbeitsdienst (servicio de trabajo para el Reich), grandes festejos de masas
representan al nuevo tiempo fabuloso bajo el régimen nazi.
Igualmente estereotipada es la representación del enemigo, por ejemplo de los EEUU
en las películas como “Alrededor de la Estatua de la Libertad” (Rund um die
Freiheitsstatue ) o “Habla el Sr. Roosevelt” (Herr Roosevelt plaudert). Se puede ver a la
guardia nacional o a los gases lacrimógenas empleados en contra de los huelguistas, la
expropiación de los pequeños campesinos por los bancos, la pobreza y la escandalosa
injusticia social y como opuestos los millonarios judíos y las “bandas de explotadores
yanquis”. Asesinos y gangsters son denunciados como héroes americanos y símbolos de
Hollywood, se denuncian los bailes de los “nigger ”, el escape a las creencias mágicas,
el vudú, la magia y los charlatanes negros, una actividad cultural decadente, el dominio
de “razas inferiores” como los judíos y los negros, la “decadencia cultural” de los
EEUU, la explotación y la injusticia permanente en el país de la libertad. Al final el
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presidente Roosevelt comienza a devorar con cuchillo y tenedor a un globo terrestre
como si fuera un bife jugoso y el comentarista subraya su “apetito por el mundo
entero”.
“Hitler sobre Alemania” (Hitler über Deutschland ) resume hitos de la campaña
electoral de 1932. Hitler fue el primer político en aprovechar todos los medios
modernos y posibilidades tecnológicas; el avión, el automóvil, el tren, la radio, el
noticiero semanal, el disco. La película le sigue cuando va con un avión especial de
ciudad en ciudad y demuestra su omnipresencia sorprendente para la época.
“Bautismo de fuego” (Feuertaufe ) de Hans Bertram (1939/40) es en gran medida, como
las documentaciones “Campaña en Polonia” (Feldzug in Polen) y “Victoria en el oeste”
(Sieg im Westen), una recopilación de los noticieros semanales. Se trata del aporte de
las fuerzas aéreas en la conquista de Polonia. Las escenas de combate aéreo fueron
famosas, la película era muy popular y fue proyectada a menudo en escuelas y frente a
unidades partidarias y de las fuerzas armadas.
Gran parte del material de “Bautismo de fuego” se recicló en la película “La campaña
militar de Polonia” de Fritz Hippler (1940). Hippler, quien fue el director del
Departamento de Cinematografía en el ministerio de Goebbels entre 1939 y 1943 y en
1942/43 también Director de Cinematografía del Reich, es responsable también de las
documentaciones “Trinchera en el oeste” (Westwall) y “El eterno judío”(Der ewige
Jude). Su documental de 1940 afirma que Polonia se constituyó robando a otros
pueblos, que provocó al Reich alemán y que persigue la minoría alemana en Polonia,
que el chauvinista gobierno polaco amenazaba a la “ciudad libre alemana de Gdanzk, el
baluarte de la alemanidad en el este”. Entonces sigue la espectacular Blitzkrieg , la
entrada de Hitler, el sitio y la conquista de Varsovia acompañada de música heroica.
“Victoria en el oeste” de Svend Nolden y Fritz Brunscha (1941) fue una coproducción
del Alto Mando del Ejercito, Hippler, la Oficina de Cinematografía del ejercito y la PK
Kompanie (compañía de propaganda). Esta película también fue famosa por sus escenas
de combate, sobre todo por los dramáticos combates aéreos. A Stalin, quien, dicho sea
de paso, había felicitado a Leni Riefenstahl en una nota manuscrita por su película
Olimpiada, y al público alemán les gustó mucho, mientras que Goebbels más bien la
rechazaba, porque le faltaba la habitual glorificación del nacionalsocialismo. El
documental es un himno a Hitler como Comandante en Jefe del Ejercito, a los oficiales
y los soldados alemanes que parecen casi inmortales. Si mueren, lo hacen con un
heroísmo patético. Es también un himno a una guerra relámpago limpia sin la horrorosa
verdad de las batallas. Nuevamente se comienza con un breve resumen de la historia
alemana desde el punto de vista nazi, se muestran flashes de los archienemigos Francia
e Inglaterra, de la vergonzosa paz de Versailles que es contestado con el grito alemán de
venganza y justicia. Se elogian el profundo respeto alemán por la cultura, la tradición y
la religión, la unidad de patria y frente, la superioridad de estrategias alemanas, de
combates y armas.
El documental “Lucha contra el enemigo universal. Voluntarios en España“ (Kampf
gegen den Weltfeind. Freiwillige in Spanien) de 1939 fue retenido mientras que duraba
la Détente rusoalemana (193941). Con material histórico se muestran las actividades
bolcheviques en la España de 19311939. Gracias a Franco y a la Legión Condor fue
vencida la conspiración bolcheviquejudía. Españoles, italianos y alemanes nobles
luchan contra judíos y rojos, malos y siniestros.
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Dos documentales nazis adquirieron una triste fama: “Traidores delante de la Corte
Popular” (Verräter vor dem Volksgerichtshof) sobre el juicio contra los autores del
atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944 fue retirada inmediatamente y ni siquiera
los altos jerarcas pudieron verla. La puesta en escena del mal llamado juicio fue
demasiado evidente, Roland Freisler como juez supremo y fiscal principal fue
demasiado malo como actor, causando horror y repugnancia. La película ha sido citada
a menudo en documentaciones televisivas, el balbuceo desamparado en voz baja de los
acusados frente al gritón Freisler genera aún hoy angustia y horror.
Del otro documental “El Führer les regala una ciudad a los judíos” (Der Führer schenkt
den Juden eine Stadt) de 1944 se conservaron solamente algunas imágenes. Kurt
Gerron, el exitoso actor y director de cine de la UFA, quien había tenido que emigrar en
1933 por ser judío, fue arrestado por los nazis en 1943 en Holanda y llevado al campo
de concentración de Theresienstadt. Le dieron la orden de filmar una película de
propaganda sobre la pacífica y feliz vida de los judíos en los campos de concentración.
Aparentemente aceptó el encargo con entusiasmo y obligó a sus pares a posar para el
idilio mentiroso. Poco después de terminar el rodaje, Kurt Gerron murió en la cámara
de gas. Su película se estrenó el 6 de abril frente a una delegación de la Cruz Roja
Internacional.
Finalmente forma parte de los documentales este extraño grupo de llamados films
culturales cuya producción ya había comenzado fines de los años veinte bajo la
dirección del NSDAP. No solamente los grandes grupos y estudios cinematográficos
sino también el ferrocarril y el correo, IG Farben, Krupp y otras empresas tenían
departamentos, en parte muy grandes, donde producían permanentemente films
culturales. Se hacían festivales y matinées especiales en los cines para estos films. La
vida cotidiana, la técnica y la naturaleza, las fuerzas armadas, el partido, todos los
campos de la vida fueron tratados en este género específicamente alemán. Entre los
años veinte y 1945 se produjeron algunos miles de ellas. Walter Ruttmann, el director
conocido por “Berlín – sinfonía de una gran ciudad” (Berlin – Sinfonie der Großstadt)
hizo películas culturales para el Reich, por ejemplo “Metal del cielo” (Metall des
Himmels), 1934, “El antiguo arte campesino germánico” (Altgermanische
Bauernkunst), 1931 y “Tanques alemanes” (Deutsche Panzer ), 1941.
Apéndice: Noticiero semanal
Ya en 1909 comenzó el primer noticiero en Francia. Al comienzo Pathé Journal y
Gaumont Actualités fueron comentados en vivo desde el escenario. El noticiero semanal
alemán comenzó durante la Primera Guerra Mundial con títulos insertados. Fue usado
inmediatamente con fines propagandísticos masivos. En 1925 le fue encomendado el
primer noticiero semanal alemán a la UFA de Hugenberg y el 3 de septiembre de 1930
apareció en versión sonora.
En 1933 el noticiero semanal alemán aparecía cada 12 semanas en una edición nueva.
Ya había 50 equipos de camarógrafos trabajando. En 1939 se traducía a doce idiomas y
se repartía por toda Europa. Tenía una duración aproximada de 15 a 30 minutos y
habitualmente se proyectaba durante 8 semanas. En 1942 se tiraban 2.000 copias por
edición, que se distribuían en 34 países. Cada mes había una nueva edición que a veces
duraba 80 minutos. Aparentemente los nazis fueron tomando cada vez más en serio este
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medio propagandístico. En 1943 cada edición duraba alrededor de 30 minutos y se
distribuían 2.400 copias. Aún en 1944 había una entrega alemana semanal de
aproximadamente 10 minutos de duración y un “Noticiero semanal sonoro para el
exterior” que se proyectaba en cerca de 2540 cines extranjeros. Dirigido al público
extranjero se producía además el programa mensual “Panorama”, una publicidad muy
directa y transparente de los nazis para ellos mismos y su país: lugares comunes eran las
conquistas deportivas, educativas, culturales, hermosos paisajes alemanes, la
estetización de la guerra como gran aventura, el pueblo alemán feliz bajo el sistema
nazi.
Imágenes emotivas, entradas musicales sensacionalistas, comentarios instigadores,
extractos de discursos acompañados por banderas, soldados marchando, relatos
heroicos de altos funcionarios nazis, relatos de batallas, pequeños episodios privados de
soldados alemanes en el frente fueron la mezcla habitual de los noticieros semanales de
los nazis. Eran de mejor calidad que los noticieros de los aliados; sin embargo, nunca
fueron realmente populares. Muchos espectadores se quejaban de su monotonía, de las
intenciones propagandísticas demasiado evidentes. A partir de 1938 fue obligatorio
pasar el noticiero semanal en todos los cines. Cuando por este motivo muchos
espectadores comenzaron a llegar más tarde, Goebbels ordenó cerrar las salas con el
comienzo del noticiero. Durante los años de la guerra los noticieros semanales cumplían
para muchos alemanes la función que hoy ocupa la televisión: transmitían imágenes y
noticias directas del frente. Para algunos el noticiero semanal era la motivación
principal para ir al cine. Algunos cines mostraban el noticiero en funciones especiales,
había funciones especiales en estaciones, afiches anunciaban lugar y horario de su
próxima presentación.
El efecto buscado del noticiero semanal para Goebbels era el de llevar la guerra a todos
los hogares alemanes – con imágenes cuidadosamente elegidas y comentadas que
frecuentemente eran simuladas por el equipo de rodaje. Una imagen mentirosa,
preparada, de la guerra. Las circunstancias de los distintos frentes debían ser explicadas
desde un punto de vista ideológico, la moral de combate debía ser reforzada. Goebbels
miraba cada noticiero dos veces, la primera sin sonido. El comentario dejaba entrever
muy a menudo los giros propios y característicos del ministro. Le gustaba usar trucos,
ideas y métodos de la propaganda del enemigo y controlaba minuciosamente a través de
las “Noticias del Reich” de la SS, el eco y el efecto de cada edición. Hasta 1939 Hitler
tenia habitualmente la última palabra e imponía todavía a la última versión de Goebbels
pequeños cambios en el comentario.
Los periodistas, autores, camarógrafos, fotógrafos, técnicos, alrededor de 50 personas
por compañía, eran soldados y estaban bajo disciplina militar. Muchos de estos
hombres del PK (PropagandaKompanie) se volvieron muy populares y eran famosos
por la gran cantidad de bajas que sufrían. Todos tenían que hacer un entrenamiento
especial en el centro PK del ejército en Potsdam; allí se revelaban también las copias de
los noticieros antes de ser entregadas a la censura militar y al ministerio de Goebbels. A
partir de noviembre de 1940 existió tan solo una “Deutsche Wochenschau GMBH”,
subordinada al complejo UFA. Fritz Hippler, jefe del Departamento de Cinematografía
en el Ministerio de Propaganda, también era el director del noticiero semanal alemán.
Hasta fines de 1944 se invertían todavía millones de metros de película virgen en el
noticiero y la gente del PK tenía un papel especial. Ya en 1938 se había firmado un
acuerdo entre Goebbels y el General Keitel, el Jefe del Comando Superior del Ejercito,
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que declaraba a la propaganda “medio bélico de igual rango” al lado de la guerra con
armas. Mientras que la muerte de los soldados era un tabú en los noticieros, la muerte
de los héroes del PK siempre fue publicitada, incluso dentro de los informes
cinematográficos.
Un tristemente celebre punto culminante del noticiero nazi fue el informe de 20 minutos
sobre el 50avo cumpleaños de Hitler el 20 de abril de 1939. Habían sido reveladas seis
horas de material, doce camarógrafos habían estado trabajando en él. A partir de
mediados de junio se pusieron en circulación 2.000 copias de este numero que llegaron
a alrededor de 40 millones de espectadores. Más de la mitad fueron escenas del “mayor
desfile militar del Reich alemán”. Una dirección perfecta de las masas, el jubileo
frenético dedicado a Hitler, referencias claras a “Triunfo de la voluntad” de Leni
Riefenstahl; pero todo esto se desdibujaba frente a la demostración terriblemente nítida
para los ojos de todo el mundo de que este régimen quería la guerra.
Sobre todo al principio del régimen nazi, se mostraban los célebres entierros de algún
miembro del partido, que eran motivo para demostrar la solemne unidad de partido,
estado, ejército y población. Eran extraños espectáculos de consagración de la muerte
para los cuales se interrumpía la habitual música de marcha militar para dar lugar a
versiones solemnes de “Alta la bandera” (Die Fahne hoch), “Yo tenía un camarada”
(Ich hatt einen Kameraden) o la marcha fúnebre de “El ocaso de los dioses”. La elite
nazi festejaba su propia inmortalidad.
Con el cambio en el frente oriental, el noticiero semanal perdió lo que le quedaba de
credibilidad. Fue prohibida la mención de Stalingrado. Los alemanes veían en su
noticiero a Hitler, a visitantes en Berlín, escenas idílicas del frente local, las habituales
historias de soldados que aportaban el toque humano. Hitler aparecía cada vez menos,
su imagen se manipulaba cada vez más. Había envejecido rápidamente, marcado por el
infrenable consumo de morfina, sin energía y resignado, parecía senil, prácticamente ya
no podía mover el brazo izquierdo. Su última aparición pública, una puesta en escena
para las cámaras del noticiero de la condecoración de 20 HJPimpfe (niños de la
juventud hitleriana) con la Cruz de Hierro el 27 de marzo de 1945, donde uno de ellos
relataba obedientemente su aventura heroica, parece involuntariamente macabra y
ridícula.
Cuando apeló a lo quedaba de la voluntad de combate de los alemanes, propagando el
Volkssturm y convocando a todos entre 16 y 60 a enrolarse, Goebbels encontró por
última vez su vieja condición. El cínico show en el Sportpalast berlinés (en el que
pronunciara la célebre frase“¿Quieren la guerra total?”) fue concebido más para los
espectadores de los cines que para el publico presente. Goebbels habló de las masas
bien armadas y entrenadas, de la disposición fanática de arriesgar todo o nada cuando
en realidad ya ni siquiera alcanzaban los uniformes. Circulaban horrendos relatos de la
espantosa realidad de los combates y las masacres en el frente. El miedo al frente y al
Ejercito Rojo que se acercaban reforzaba la depresión general. Las exaltaciones
simbólicas, el irreal patetismo, el vacío estéril, el sadismo y el nihilismo de los
noticieros ya no podían lograr nada. Los espectadores se preocupaban más por sus
estrategias de supervivencia que por las archiconocidas reiteraciones de la propaganda
de Goebbels.
*Publicado en “ “, Tip Verlag Berlin.
Agradecemos la gentil autorización de Jeanine Meerapfel para esta traducción.
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Traducción: Inge Stache
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