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El quehacer teatral en Baja California, un estado todavía joven frente a los demás del
territorio nacional mexicano, registra actividad desde hace décadas. Se hace teatro desde que
los poblados que constituyen las actuales ciudades se van haciendo grandes y forman parte de
lo que todavía no constituía un estado dentro de nuestra división política, cuya cabeza de
gobierno se mudaba de un lugar a otro. Gran parte de ese teatro fue de importación y tuvo
orígenes diversos. Pero el teatro que emana de una población que además de importar o
repetir modelos de actividad teatral, empieza a generar productos con una estética propia de
los residentes de la zona, tiene menos tiempo de vida. Es ese teatro que se inserta en la franja
de lo fronterizo y, por definición, en lo que se llamaría el teatro regional, en contraposición a lo
que se conoce como el teatro de la capital, estrictamente del Distrito Federal.
La separación centro-periferia, el teatro de la metrópoli y el teatro regional, marcan la
principal frontera que ha señalado al teatro de nuestro país en su historia moderna. Al respecto,
el caso de Baja California no se diferencia tanto de lo que sucede en otros confines norteños de
la república. Sin embargo, su lejanía del Distrito Federal y su cercanía con Estados Unidos, ha
permitido influencias que la distinguirán del resto del país en los tiempos cercanos.
El caso particular de Tijuana, que es hoy una ciudad boyante y con una población
mayoritaria formada por población migrante y multicultural, se puede afirmar que esas
influencias vienen de todas partes. Dichas influencias se asientan o van dejando huella en los
creadores teatrales, independientemente de sus fuentes de inspiración o formación artística.
A pesar de que siempre se le identifique con la famosa leyenda negra de ciudad de
perversión y vicio –de la cual parece imposible despegarse las costras- Tijuana se ha
convertido en una ciudad de múltiples caras. Más allá de esa imagen estereotipada y negativa
que pulula siempre entre quienes no la conocen, están las otras imágenes de todos aquellos
que hacemos algo por ella día con día, dentro de los márgenes que su vastedad como ciudad
alberga y propicia.
Las caras de lo diverso que es esta ciudad se reflejan en gran parte del arte que en ella
se crea. En lo que concierne a su teatro, éste ha tenido grandes momentos en su relativamente
corta historia, y apunta para continuar un auge de creación que, como en todos lados, nace,
crece, se desarrolla y cambia por periodos de ascenso y descenso. De acuerdo a como el
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curso de los tiempos permite la supervivencia de grupos e individuos, las tareas del teatro que
implican dar a luz nuevos textos, nuevos montajes y generar nuevos públicos, la última fase del
ciclo de vida del teatro, la de morir, parece no querer ubicarse ni tener cabida en esta ciudad.
El teatro en Tijuana reporta una serie de realizadores amplia e importante en el espectro
regional. La diversidad de temas, de tópicos, de formas de montaje y de estilos ha sido extensa
y, afortunadamente, también suficientemente plural. Son individuos y grupos los que dan
sustento a que el teatro se mantenga vivo, con una marcada proliferación de exponentes de
orígenes distintos, que dan esa idea múltiple de visiones de vida para el teatro.
Los grupos que en la actualidad sostienen el espectro de creadores teatrales en la
ciudad son los siguientes:
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De ahí continuó el taller con el mote de Teatro Universidad bajo la dirección de Ignacio
Flores de la Lama, de quien se recuerdan montajes como Nosferatu Gómez, Marca en el Agua
y En esta esquina. Más tarde estuvo en manos de quien esto escribe, dejando en su momento
un montaje de sketch cómico como el de Coque Pus y Charly Chamoy en el aparejo de la libre
tranza, además de la obra Nosotros los pollos, y las Obras cortas de Tennesse Williams.
Tiempo después, el Taller quedó a cargo de su director actual Daniel Serrano, mismo
que se apoya de los cursos de iniciación que otro profesor sostiene, y que en este caso se trata
de la actriz Claudia Villa. En los últimos años se ha logrado un intercambio de actividades entre
Serrano y Villa que ha ayudado a echar a andar los proyectos. De ellos se recuerdan montajes
de obras como El animador, Ámsterdam Boulevard, A ver, un aplauso, Zapatos rojos de mi
corazón, Silencio Blanco y Vaselina. El taller sigue trabajando actualmente, con el reciente
estreno de la obra Anela.
La compañía del Sótano es quizá uno de los grupos que mayor fuerza tiene en la
ciudad, debido a que además del tiempo que lleva ya formado como grupo (10 años), ha tenido
en repertorio diversas obras que han llegado a cumplir temporadas completas como pocos
grupos han podido hacerlo en la ciudad. La compañía se va formando con gente que ha
trabajado en los cursos de dos años que mantiene desde entonces su director Hebert Axel
González en la Casa de la Cultura. Mucho del éxito de permanencia que la compañía tiene se
debe a que además es el grupo que soporta un espacio alternativo que es usado como teatro
en el Sótano de la Casa de la Cultura de Tijuana, que en realidad opera como el único espacio
en la ciudad cuyo uso, además del de espacio para clases, es usado exclusivamente para la
disciplina teatral.
Los montajes que ha trabajado incluyen Siempre dije que no, 5 y 10 (Bulevar) y En
altamar. Varios de los trabajos que la compañía ha emprendido son adaptaciones a clásicos
realizadas por Luis Humberto Crosthwaite, tales como Pluto, el Dios de la riqueza,
Fuenteovejuna mató al director, Sueño de una noche de verano o Ramón y Cornelio. Varios de
sus montajes han durado más de un año en temporada, y algunos alcanzado las 100
representaciones, como es el caso de ¿Qué paso con Schauchenager? La constancia del
grupo ha permitido que obras como Rebelión o La campesinela se repongan luego de un
tiempo, dándole una fuerte consistencia y presencia en el ámbito teatral de la ciudad. Miembros
de la compañía se han movido y trabajado con otros grupos, además de seguirse formando con
cursos y diplomados diversos.
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La tropa de Dédalo Con formato
Es otro de los grupos sólidos de la ciudad que incluye un repertorio de obras que se han
sostenido a lo largo de los años de manera independiente. Bajo la dirección de quien esto
escribe, el grupo se inició en 1997 con el montaje de Vieja el último, con el cual se ha logrado
llegar a las 100 representaciones por más de 6 años. De igual manera, logró varias temporadas
de La bruja Galáctica, espectáculo que llegara a cumplir las 50 representaciones.
La tropa ha trabajado obras tanto infantiles como para adolescentes sin distinción de
calidades. Además, ha integrado obras que son de acceso a otro tipo de públicos maduros
como es el caso de Daniel en Julio. Durante un tiempo combinó esfuerzos con otro grupo cuyo
nombre es Cronotopio, fundado con estudiantes de la Escuela de Humanidades de la UABC,
con el cual surgieron los montajes de La señora y sus amibas y Aristofánica, el obsceno y
divertido llamado a la paz. Al deshacerse el grupo, algunos integrantes se adhieren a la Tropa
de Dédalo, continuando su trabajo y agregando al repertorio del grupo la obra El círculo de
amigos, la cual sigue activa dando funciones, al igual que Aristofánica y Vieja el último. El grupo
sigue nutriéndose con nuevos valores a partir de talleres teatrales de iniciación y continuidad,
además de integrar actores independientes y de otros grupos para formar parte de sus elencos.
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La divina fauna
Un grupo sui géneris que aglutina esfuerzos bajo la tutela de Edward Coward. Su
trabajo novel desde un principio dejó una pista de ingenio y frescura muy característicos de su
director y algunas actrices que con él se formaron. Una muestra de ello son los montajes de
Sirenas del Corazón y Volver a decir Star. El grupo ha estado marcado por una particular
intermitencia en el tiempo, pues su trabajo ha sido visto por lapsos de tiempo que en apariencia
no son constantes, pero que dan muestra de irrupciones cargadas de trabajo acumulado de sus
participantes, quienes combinan trabajos de cine experimental con otras actividades. De esta
manera, el grupo se hace fuerte frente a públicos más amplios con los trabajos que le han dado
un lugar destacado, tales como Guía Nocturna y La historia de China. Su trabajo continuado de
búsqueda y creación personal se deposita en otro trabajo con buena acogida de público que es
Pedro y Lola. Varios de sus miembros han seguido la búsqueda después de cursar el
Diplomado de Teatro del CAEN y continuar desarrollándose con Coward en sus talleres de
formación actoral, de tal manera que ahora se encuentran en ciudades como México y
Guadalajara.
Un grupo de fundación más reciente, pero que parece decidido a quedarse en la escena
teatral tijuanense, es La madeja. Formado con actores egresados de las filas de la Compañía
del Sótano y del Diplomado de Teatro del CAEN, se encamina a desarrollar historias basadas
en textos propios y de otros autores. La dirección del trabajo corre a cargo de Juan José Luna,
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quien además actúa en la obra Mades Medus, obra que sigue presentándose en distintos foros
de la ciudad intermitentemente. Es autor del texto de la obra Matilda y recientemente ha puesto
en escena la obra Nuc.
Otro de los grupos de creación más jóvenes, pero que incluyen en sus elencos actores
egresados del Diplomado de Teatro del CAEN y de otros talleres diversos es éste, cuyo nombre
parece referirse a un montaje capitalino que estuviera en Tijuana años atrás. Tiempos furiosos
es un grupo de actores que iniciaron actividad aparte con el montaje de Leyenda negra, escrito
y dirigido por Liliana Cota. Un nuevo montaje reciente es el titulado Amores grandes, muy
grandes, que incluye un texto propio de Cota y otro prestado para integrar el espectáculo.
Grupo Cachivache
Un grupo más de creación reciente es el formado por estudiantes universitarios que,
bajo la batuta de Edmundo Flores, se ha abocado a la creación de espectáculos de títeres para
niños. De ente ellos, ya registran el montaje de Don Tiburcio el tiburón y El unicornio de
Garritín.
Otros grupos
Existen varios grupos que han dado su aportación al teatro en la región, pero
actualmente no reportan actividad. De ellos podemos citar el Taller Libre de Arte A.C. que es
comandado por Vianka Santana, del cual recordamos Tenochtitlán 3038, Sueños de Gavroche
y La casa de Bernarda Alba, entre otros montajes. El Grupo de Teatro Aristófanes, a cargo de
Rafael Pérez Barrón, nos a ofrecido desde Las tres heridas hasta La orgía, El raite, y La otra
tarea. El Grupo Teafron, dirigido por Javier Montaño, que ha puesto predominantemente obras
musicales y su exitosa Rockomanía.
Otros grupos que han dejado su contribución en el quehacer teatral de Tijuana son
Comunicarte, a cargo de Agustín Rodríguez y Eduardo Guridi, con montajes como No tengo
no pago, Elíxir de amor y El niño de la estrella bajo la dirección de Luis Torner, mismo que
dirigió la mayor parte de trabajos del grupo de las Jóvenes Damas Católicas, con montajes
como el de La sirenita, El mago de Oz, La bella y la bestia y La casa de bernarda Alba, y
quienes ahora preparan trabajo desde otra perspectiva bajo el nombre de Grupo Camafeo.
Uno de los grupos que no continuó actividad es el de Actores Unidos, el cual se
desintegró al fallecer su director Enrique Nolasco. Sin embargo, se le recuerdan trabajos
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importantes como El llano en llamas, La virgen loca y El médico a palos. Un grupo más que fue
bastión para el impulso del teatro independiente, pero que ya no trabaja en la escena
tijuanense es el de Los desarraigados, dirigido por Saúl García Pacheco.