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Madre del Señor, ruega para que venga a nosotros, el Reino de tu Hijo y podamos
mediante la Oración, la Acción y el Dolor proclamarlo a todos los hombres, y que sin
miedo dar testimonio del Evangelio. ¡Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
2. Repetir tres veces el acto de confianza en Dios que rezaba la Sierva de Dios
Madre Albertina:
3. Preces:
4. Oración Final:
Señor. Jesús, que concediste a Madre Albertina la gracia de ser sierva de tu Reino,
desde la Oración, la Acción y el Dolor, danos el don de servirte con el amor y
entusiasmo con que ella se entrego, para que podamos extender tu Reino en los
individuos, en la familia y en la sociedad y obtener así la salvación eterna.
Amó intensamente a sus padres. Desde muy niña llevó una vida
entregada a Dios y los empobrecidos. En su juventud, mientras
llegaba el tiempo de Dios, vivió consagrada al Inmaculado Corazón de
María y a lo que más tarde fue su obra significativa; su fundación
religiosa. Siendo rica “de preclara estirpe presidencial”, optó por ser
pobre al estilo de Jesús “una pobre digna”.