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Los

derechos
de mi
mañana
Manual de los derechos
y deberes de las
personas mayores
COMISIÓN DE OBRAS SOCIALES DE CAIXA CATALUNYA
PRESIDENTE
Narcís Serra i Serra
VOCALES
Joan Echániz Sans
Estanis Felip i Monsonís
Genís Garriga i Bacardí
Joan Güell i Juan
Josep Isern i Saun
Carme Llobera i Carbonell
Gemma López i Canosa
Maties Vives i March
SECRETARIO Y DIRECTOR GENERAL
Adolf Todó i Rovira
SECRETARIO DE ACTAS
Ramon M. Llevadot i Roig

OBRA SOCIAL DE CAIXA CATALUNYA


DIRECTOR DE LA OBRA SOCIAL
Miquel Perdiguer i Andrés
ÁREA DE ATENCIÓN SOCIAL
Josep Solans i Domínguez

Redacción: Carme Escales


Fotografía: Ángel Sahún. Retratería
Asesoramiento: Jordi Muñoz y Elena Fernàndez
© de los textos: sus autores, 2009
© de esta edición: Obra Social de Caixa Catalunya, 2009

Depósito legal: B. 3.608-2009

No está permitida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización


de los titulares del copyright. Todos los derechos reservados.
Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

La previsión. Cuando aún podemos decidir por


nosotros mismos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

El sistema público de pensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21


Pensión de jubilación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Pensión de viudedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Pensión de invalidez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Pensión no contributiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
El SOVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Pensión parcial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Pensión flexible . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Otras prestaciones económicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Los derechos de mi mañana

Pensión de alimentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Planes de pensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
La hipoteca inversa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
El contracto vitalicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

Otras figuras preventivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31


El testamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
La legítima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Cuando no se deja testamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
La donación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
El testamento vital . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
El poder preventivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
La autotutela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Supresión de barreras arquitectónicas . . . . . . . . . . . . . 38

La protección. Convivir con la dependencia . . . . . . . . . . . . 41

Las dificultades de convivir con la dependencia:


la demencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Medidas sociales de protección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49


La incapacitación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
La tutela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
La acogida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
La residencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Otros servicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Atención social domiciliaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Centros de día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
8
Programas de respiro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

Índice
Teleasistencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Programa Vive y Convive . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
Los abusos contra las personas mayores . . . . . . . . . . . . . 63
Malos tratos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
El mobbing inmobiliario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

Los derechos naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

9
Introducción
Introducció
Introducción

uando se empieza a divisar el umbral de la edad


C más madura, estar informados sobre lo que nos
puede pasar, ser conscientes de ello, nos puede ayudar
mucho a prepararnos mejor para los momentos más difí-
ciles de esta última etapa de la vida.

Vivir muchos años es una aspiración humana innegable.


Sin embargo, lo que a todos nos da miedo es que la
enfermedad o una incapacidad física o mental nos haga
dependientes, nos convierta en personas con necesidad
de ayuda y cuidado por parte de otra persona. Sabemos
que en nuestra sociedad aún no estamos suficientemen-
te preparados para convivir con dependencias.

En España, el 17 % de la población tiene más de 65 años.


Tras esta cifra se esconden dos realidades. Por una par-
13
te, la del colectivo de personas mayores dinámico, que
Los derechos de mi mañana

participa del mundo asociativo, con categorías sociopro-


fesionales medias y altas y, por lo tanto, con un potencial
muy importante de participación ciudadana y de implica-
ción cívica. La otra realidad es la de las personas mayo-
res jubiladas con unos ingresos por debajo de los niveles
de pobreza relativa, personas en situación de dependen-
cia, sea económica, social o biológica.

Esta realidad va más allá de las fronteras de nuestro país.


La misión de los poderes públicos es garantizar los dere-
chos de las personas, especialmente los derechos de las
personas mayores y de los niños, porque son estos dere-
chos los que caracterizan la calidad humana de una so-
ciedad.

Un envejecimiento responsable es aquél en que las per-


sonas que se hacen mayores son las que deciden, en la
medida en que sea posible, cómo quieren vivir su vejez.
Más responsable aún es decidirlo antes de que determi-
nadas circunstancias de salud puedan impedirnos hacer-
lo y lo tengan que hacer nuestros descendientes o nues-
tro cónyuge en nuestro lugar.

Porque, aparte de los derechos de las personas mayores,


existen también los deberes de toda persona. Preparar
un camino más autónomo en la última etapa de la vida es
uno de estos deberes, y esto comporta informarse y ase-
sorarse a través de los profesionales que trabajan en las
entidades y las instituciones privadas y públicas.
14
Las páginas que vienen a continuación, cuyo contenido

Introducción
parte de las jornadas celebradas en Barcelona en los
años 2003 y 2004 sobre los derechos de las personas
mayores, tratan de todo aquello que está a nuestro al-
cance para caminar juntos hacia una vejez mejor, antes y
en el momento en que puedan llegar las circunstancias
fisicomédicas más adversas.

A partir del conocimiento de nuestros derechos, podre-


mos construir aquel proceso de envejecimiento que todos
queremos.

15
La previsión.
Cuando aún
podemos decidir
por nosotros
mismos
La previsión.
Cuando aún podemos
decidir por nosotros mismos

no de los deberes de las personas mayores hacia la


U sociedad y hacia su propia condición de persona capaz
de valerse por sí misma es la previsión y la prevención.
Comenzando por saber de antemano con qué dinero contaremos
para subsistir cuando dejemos de trabajar, las personas tene-
mos que prepararnos para la edad madura, así como conocer
las posibles ayudas por si en esta edad avanzada una enfer-
medad o una carencia de cualquier tipo nos hace dependientes.

El concepto de vejez, con los años, ha ido variando. En la


actualidad, si la salud acompaña, alguien de 80 años se
puede considerar una persona activa, a quien nuestro sis-
tema social ofrece muchas opciones para continuar desa-
rrollando este dinamismo. Las personas tienen que poder
realizar y realizarse. Es preciso, por lo tanto, prepararse en
todos los sentidos para el mañana, procurándonos no sólo
dinero, sino también información sobre nuestros derechos.
19
El sistema público
de pensiones

Pensión de jubilación
Sobrevivir con dignidad es uno de los derechos que, aun-
que teórico y abstracto, hacen que este hecho sea posible
gracias a unos puntales. La tranquilidad económica, cuan-
do llega la jubilación, es uno de estos puntales.

Es aconsejable, antes de llegar a los 65 años, informarse


sobre lo que nos corresponde cobrar cuando nos jubilemos.
Por este motivo, es preciso que nos dirijamos a cualquier
oficina de la Seguridad Social y solicitemos un extracto de
nuestras cotizaciones y que se nos informe de lo que nos
corresponde cobrar.

Antes de jubilarnos tendríamos que revisar estas cotizacio-


nes y también las de nuestra pareja. Tenemos que hacerlo
con la suficiente antelación, para prepararnos y buscar al-
21
ternativas a la pensión que tendremos, en el supuesto de
Los derechos de mi mañana

que no nos llegue para alcanzar el nivel de tranquilidad


económica que nosotros consideremos correcto.

Es importante informarse con la


suficiente antelación de las prestaciones
económicas que recibiremos por parte
del sistema público de pensiones
cuando alcancemos la jubilación.

Actualmente, para tener derecho a la pensión de vejez, se


requiere que los trabajadores:

 Hayan cumplido los 65 años de edad. Esta edad mínima


se puede rebajar en caso de grupos o actividades pro-
fesionales cuyos trabajos sean de naturaleza excepcio-
nalmente penosa, tóxica, peligrosa o insalubre y causen
elevados índices de mortalidad, siempre y cuando los tra-
bajadores afectados acrediten un mínimo de actividad
que se establezca en la respectiva profesión o trabajo.

 Hayan cotizado un periodo mínimo de 15 años, de los


que al menos dos tienen que estar comprendidos dentro
de los 15 años inmediatamente anteriores al momento
de solicitar la pensión de jubilación.

 Para poder cobrar el 100 % de la pensión de jubilación,


es preciso, además de haber cumplido los 65 años,
haber cotizado 35 años.
22
Hay que tener en cuenta que la pensión de jubilación es in-

La previsión. Cuando aún podemos decidir por nosotros mismos


compatible con cualquier trabajo que pueda hacer el
pensionista por cuenta propia o ajena y que implique con-
tinuar en la Seguridad Social. Pero sí que es compatible con
la pensión de viudedad.

Pensión de viudedad

Es la prestación económica que recibe el cónyuge, o pareja


de hecho inscrita oficialmente, de una persona que muere,
si esta última estaba trabajando o se había jubilado y había
cotizado 500 días en los 5 años anteriores a su muerte. Para
saber lo que le corresponde cobrar a una persona viuda, es
preciso dirigirse a una oficina de la Seguridad Social y soli-
citar la cifra, que equivale a un porcentaje de lo que cobra-
ba la persona difunta.

Si el/la cónyuge viudo/viuda vuelve a contraer matrimonio, la


pensión de viudedad le será retirada. Los separados y divor-
ciados que no se hayan vuelto a casar recibirán la pensión
proporcional al tiempo vivido en matrimonio con el difunto.

Pensión de invalidez

La que se recibe cuando una enfermedad o un accidente


hace que el trabajador, después de haber sido sometido al
tratamiento prescrito y de haber sido dado de alta médica-
mente, presente reducciones anatómicas o funcionales gra-
ves y previsiblemente definitivas que disminuyan o anulen
su capacidad laboral, y por lo tanto sea declarado inválido o
23
incapaz permanente. Cualquier invalidez temporal, superados
Los derechos de mi mañana

los 6 años sin mejora, también será considerada definitiva.

Es preciso distinguir entre la incapacidad total, que inhabi-


lita al trabajador para su profesión habitual, pero puede de-
dicarse a otra diferente, de la absoluta, que lo inhabilita
para cualquier profesión u oficio.

Pensión no contributiva

Esta pensión es un ingreso económico mensual que el Es-


tado garantiza a aquellas personas que no tienen recursos
suficientes para su subsistencia y no pueden acogerse, por
falta de cotización a la Seguridad Social, a las pensiones
contributivas.

La pueden solicitar las personas que ya tengan 65 años y las


personas con disminución, de 18 a 64 años. Todas ellas tie-
nen derecho a recibir asistencia medicofarmacéutica gratui-
ta y servicios sociales. Las pensiones no contributivas son
gestionadas por las comunidades autónomas, que aprueban
o deniegan la solicitud.

La pensión no contributiva
garantiza unos ingresos a aquéllos
que no tienen recursos suficientes
para su subsistencia y no tienen
derecho a otras prestaciones.
24
La previsión. Cuando aún podemos decidir por nosotros mismos
El SOVI

Se trata del Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez. Se es-


tablece para personas que reúnan ciertos requisitos y no
tengan derecho a ninguna pensión de la Seguridad Social, a
excepción de la pensión de viudedad, la única compatible.

Para percibir este subsidio también es preciso haber cum-


plido los 65 años y haber cotizado 1.800 días antes del 1 de
enero de 1967. También pueden disfrutar de esta pensión
por jubilación aquellas personas de 60 años o más que pa-
dezcan una incapacidad declarada. En este caso, la incapa-
cidad no puede derivar de un accidente de trabajo o de una
enfermedad profesional indemnizable, y también es nece-
sario que hayan cubierto los 1.800 días de cotización antes
del 1 de enero de 1967.

Pensión parcial
Esta retribución se realiza en aquellos casos en que la
persona no tiene aún los 65 años, pero ya ha cumplido los
60. Se percibe a la vez que se continúa trabajando con un
contrato a tiempo parcial. La jornada laboral y el salario
quedan reducidos entre un mínimo del 25 % y un máximo
del 85 % de lo que sería la dedicación completa.

Pensión flexible

Se dirige a personas que, a pesar de haber cumplido los 65


años, optan por continuar trabajando durante unas horas
25
determinadas. En este caso, se establece la pensión según
Los derechos de mi mañana

un baremo proporcional a las horas que la persona continúa


cotizando, con su trabajo, a la Seguridad Social. O sea, se
hace compatible la pensión de jubilación con un contrato a
tiempo parcial por voluntad propia del trabajador que quie-
re continuar siéndolo. Los límites de la jornada laboral, en
este caso, al igual que en el de la pensión parcial, oscilan
entre el 25 y el 85 % de una jornada completa, con la con-
secuente reducción económica.

Es aconsejable dirigirse a cualquier


oficina de la Seguridad Social para
informarse de todos los requisitos
y cantidades de cada una de las
pensiones y para cada caso particular.

26
Otras prestaciones
económicas

Pensión de alimentos
Es un derecho reconocido desde hace mucho tiempo, pero
que se reclama muy poco por la vía judicial. Estamos acos-
tumbrados a escuchar que cuando una persona se separa
debe pasar una pensión de alimentos a los hijos. Tenemos
que saber que también existe una pensión de alimentos
para los padres, si éstos no tienen recursos. Por pensión de
alimentos no sólo se entiende la alimentación en sentido
estricto, sino que también comprende el vestido, la asisten-
cia médica y la habitación.

Las personas obligadas a proporcionarse alimentos recíproca-


mente son los cónyuges, los ascendientes y los descendientes.

El Código Civil establece la obligación de los familiares di-


rectos de contribuir al sustento de las personas que tienen
27
insuficiencia de recursos. O sea, que si la pensión de aque-
Los derechos de mi mañana

lla persona no es suficiente, la familia tiene obligaciones,


no sólo morales sino también legales, de contribuir a esta
subsistencia. Existe un delito previsto en el Código Penal
que sanciona a aquellos familiares que abandonen sus de-
beres básicos respecto a sus ascendientes en situación de
necesidad. A pesar de ser un delito, es una de las figuras
que menos se utilizan en los tribunales de Justicia. Para los
padres o abuelos ya es suficiente el daño moral que sufren
si ven que sus hijos o nietos no los ayudan a su sustento en
caso de necesidad, y no acostumbran a plantearse llevarlos
a los tribunales.

Los familiares directos tienen la


obligación de contribuir al sustento
de sus ascendientes o pareja con
recursos económicos insuficientes.

Planes de pensiones

Para afrontar una vejez más cómoda en el aspecto


económico, es preciso tener en cuenta la posibilidad de
conseguir ingresos complementarios a la pensión que nos
corresponda. Haber contratado planes de pensiones con
suficiente antelación aporta un grado más en la calidad de
vida de las personas mayores.

28
La hipoteca inversa
Una hipoteca normal es aquella en que se adquiere una
propiedad y se va pagando cada mes a través de un crédi-
to. Una hipoteca inversa funciona a la inversa. Al propieta-
rio de un inmueble, cada mes, y hasta su fallecimiento, se
le entrega dinero a título de préstamo. La vivienda es la ga-
rantía y el propietario continúa viviendo en la misma.

La hipoteca se puede liquidar cuando se quiera. Los


herederos también pueden devolver el préstamo y así libe-
rar la casa de la hipoteca inversa, que les habrá permitido
durante un tiempo no tener que aportar dinero para las ne-
cesidades de la persona que firma la hipoteca.

29
Los derechos de mi mañana

El contrato vitalicio

Este contrato estipula que una persona vende su casa con


un contrato de compraventa, pero se le permite continuar
viviendo en la misma hasta que muera. Se le paga una can-
tidad inicial y otra cantidad mensualmente. En el momento
en que aquella persona muere, la casa pasa a quien ha fir-
mado el contrato vitalicio. Esta alternativa también puede
ser útil, pero es preciso tener en cuenta con quién se reali-
za. Conviene buscar cláusulas que garanticen el pago pun-
tual y respetar rigurosamente todos los puntos del contrato
que se firme.

30
Otras figuras preventivas

El testamento
Hacer testamento es la única manera que tenemos de
disponer libremente de nuestros bienes, y nos permite
agradecer a la gente de nuestro entorno el apoyo que nos
han prestado, o la estimación que sentimos por ellos.

Para hacer testamento, sólo es preciso dirigirse a un nota-


rio, que se encargará de dejar constancia pública de las úl-
timas voluntades de su cliente para que, cuando éste mue-
ra, sus herederos puedan acceder al documento y, en
consecuencia, optar a la adjudicación de los bienes del di-
funto, si es que éste los ha designado como sucesores.

La validez del testamento no tiene efecto hasta la defunción


del testador; por lo tanto, éste puede otorgar tantos testa-
mentos como crea conveniente a lo largo de su vida, sien-
31
do el último de éstos el único válido. Este documento cons-
Los derechos de mi mañana

tará en el registro general de actos de última voluntad.

Para solicitar el certificado que permite saber cuál es el úl-


timo testamento, se tiene que cumplimentar un impreso
que se puede adquirir en los estancos y acompañarlo de un
certificado literal de defunción. Así sabemos si nuestro pa-
riente ha dejado testamento o no, y a qué notario nos tene-
mos que dirigir para acceder al documento.

El testamento nos permite disponer


libremente de nuestros bienes.
El notario se encargará de dejar
constancia pública de nuestras
últimas voluntades.

La legítima

En la herencia testada, el testador no puede disponer


libremente de toda la herencia, sino que tiene que recono-
cer los derechos que la legislación atribuye a ciertos pa-
rientes, denominados legitimarios o herederos forzosos.
Constituyen la legítima las dos terceras partes del haber
hereditario; sin embargo, el testador puede disponer de
una parte de las dos que forman la legítima, para aplicarla
con mejora a sus hijos o descendientes. En algunas comu-
nidades autónomas la legítima es diferente; por ejemplo, en
Cataluña equivale a una cuarta parte de la herencia. La le-
gítima debe repartirse entre todos los legitimarios.
32
La previsión. Cuando aún podemos decidir por nosotros mismos
Cuando no se deja testamento

La sucesión intestada es aquélla en que una persona mue-


re sin dejar testamento. A falta de herederos testamenta-
rios, la ley difiere la herencia a los parientes del difunto, al
viudo o viuda y al Estado o comunidad autónoma, si proce-
de. El Código Civil establece el orden de sucesores; prime-
ro, en línea descendente, hacia los hijos y nietos, y, en se-
gundo lugar, en la línea ascendente, hacia los padres y
abuelos. A falta de los anteriores heredará el cónyuge, y en
defecto de éste los parientes colaterales.

La donación

Ésta es otra figura jurídica válida que comporta la transmi-


sión de los bienes antes de morir. La donación no puede
comprender bienes futuros, y el donante tiene que reser-
varse en plena propiedad o en usufructo aquello que le sea
necesario para vivir en un estado correspondiente a sus cir-
cunstancias.

Para proteger los derechos de los legitimarios, nadie puede


entregar en donación más de lo que pueda dar en tes-
tamento.

El testamento vital

El testamento vital se conoce también como documento de


voluntades anticipadas. En este documento se dan instruc-
ciones al médico o al equipo médico para que actúe en el
33
ámbito sanitario, y sólo en éste, y en el supuesto de que lle-
Los derechos de mi mañana

gue un momento en que la persona que lo otorga no pue-


da expresar su voluntad. Esto no quiere decir ser incapaz,
sino que podemos estar hablando de un estado de coma
durante un periodo de tiempo determinado, durante el cual
la persona no podrá dar un consentimiento ni podrá deci-
dir qué tratamientos terapéuticos prefiere que se le apli-
quen, y qué medidas es preciso tener en cuenta para el tra-
tamiento de su enfermedad.

La ley prevé la posibilidad de que en este documento tam-


bién se pueda designar a un representante, que será el in-
terlocutor válido de la persona enferma con el médico y con
el equipo médico.

El mismo documento también puede recoger la voluntad del


firmante sobre la donación de órganos, así como el trato
espiritual que se quiere recibir. No se tendrá en cuenta, si
consta en el documento, cualquier previsión contraria a la
ley. Por lo tanto, si en nuestro país la eutanasia no está acep-
tada legalmente, en el documento de voluntades anticipadas
no se puede hacer constar que, llegado el momento, se su-

El testamento vital, o documento de


voluntades anticipadas, deja
constancia de cómo queremos que
nos traten en el ámbito sanitario en
caso de no poder expresar nuestra
voluntad.
34
priman todas las respiraciones asistidas o se desconecte

La previsión. Cuando aún podemos decidir por nosotros mismos


todo cuanto mantenga a la persona en vida vegetativa.

El documento de voluntades anticipadas se puede realizar


ante notario o también a través de un documento privado. Se
puede redactar personalmente todo aquello que se desee,
con ordenador o a mano, y firmarlo. Para dar validez al docu-
mento privado, es preciso que haya tres testigos en el mo-
mento de firmar, y dos de ellos no pueden tener ningún tipo
de parentesco con la persona que firma el documento de
voluntades anticipadas hasta segundo grado, que equivale a
un hermano. O sea, hermano, padre o hijo no podrían ser
testigos de un documento de voluntades anticipadas, y sí
podrían serlo familiares más lejanos al vínculo de hermano.

Con el documento firmado, se debe acudir al registro y se-


guir los trámites que se nos indiquen. El hecho de que se
deposite el documento de voluntades anticipadas en el re-

35
gistro no impide que, si la persona tiene una copia, en el
Los derechos de mi mañana

supuesto de que entre en el ámbito sanitario o médico, o


que tenga que entrar, pueda entregar esta copia al equipo
médico. La ley prevé, incluso, que esta copia se adjunte al
historial del paciente.

El poder preventivo

El poder preventivo es otro documento de previsión pensa-


do para que las personas, en pleno uso de sus facultades,
puedan dejar constancia por escrito de cómo quieren que
se gestionen sus bienes si en un futuro alguna enfermedad
les impidiese decidir por ellos mismos sobre estos bienes.

La autotutela

Si el hecho de prever nos ayuda a decidir de antemano lo


que haremos en un futuro, merece una especial atención la
expresión de nuestros deseos antes de llegar a un posible
momento en que ya no podamos decidir.

Preparar nuestras voluntades es la manera de gobernarnos


respetando el derecho a ser libres, incluso cuando nos to-
que vivir la inconsciencia por motivos de salud mental. Si el
testamento vital o documento de voluntades anticipadas
nos sirve para decidir cómo queremos que nos traten a ni-
vel sanitario, la autotutela regula, bajo nuestra propia vo-
luntad y cuando somos conscientes, quién queremos que
nos cuide si llega esta necesidad e, igualmente, quién no
queremos que lo haga bajo ninguna circunstancia.
36
La previsión. Cuando aún podemos decidir por nosotros mismos
La autotutela nos permite elegir un
tutor que vele por nuestros derechos
e intereses una vez no podamos
decidir por nosotros mismos.

Ésta es la manera de ser protagonistas de nuestro futuro,


desde el pasado, eligiendo un tutor y excluyendo a quien
no queremos que lo sea.

Para firmar un documento de autotutela es preciso dirigirse,


también, al despacho de un notario y hacer constar por es-
crito quién queremos que sea la persona que, en el supues-
to de que en un futuro nos declarasen incapaces, se con-
vierta en nuestro tutor, o la persona que vele directamente
por que nuestros derechos continúen garantizados.

Se trata de una escritura ante notario donde, según la ley, se


pueden hacer constar los tutores que elegimos y los sustitu-
tos de éstos en el supuesto de que estos primeros no lo pue-
dan hacer cuando sea necesario, y también se pueden dar
indicaciones sobre cómo queremos que se lleve a cabo esta
tutela. Consiste en dejar constancia de nuestra voluntad so-
bre nuestra vida y acompañamiento, de forma legal.

Después de firmar el documento ante el notario, éste


entregará una copia al interesado. Por su parte, el notario
dirigirá el original al registro de nombramientos tutelares
no testamentarios, instancia a la que el juez se dirigirá
cuando llegue el momento de declarar la persona incapaz.
37
Los derechos de mi mañana

Supresión de barreras arquitectónicas

Lo primero que hay que saber sobre las barreras ar-


quitectónicas, y la posibilidad de suprimirlas para que las
personas con movilidad reducida las puedan superar, es
que no es preciso sufrir una minusvalía para solicitar la eli-
minación de uno de estos obstáculos, en la escalera comu-
nitaria, por ejemplo. El único requisito que es imprescindi-
ble para poder solicitarlo es haber cumplido los 70 años.

En relación con los mayores de 60 años, cualquier persona


en estas condiciones, aunque no presente movilidad redu-
cida, puede solicitar a la comunidad de vecinos la instala-
ción de una rampa, un ascensor o un sistema de asiento
con caída eléctrica, como previsión de una necesidad en un
futuro próximo o lejano. Si la mayoría de vecinos no está de
38
acuerdo con esta instalación, el vecino que lo ha solicitado

La previsión. Cuando aún podemos decidir por nosotros mismos


está en su derecho de hacer instalar igualmente la medida
para suprimir la barrera, haciéndose cargo él mismo del
gasto que esto conlleve.

Podría iniciar también un proceso administrativo por el que


comunicase a la Administración su petición y el rechazo co-
munitario. Esta acción no comporta que dicha administra-
ción obligue a la comunidad de propietarios a aprobar la
instalación de lo que se establezca y a afrontar el coste a
partes iguales.

Es importante reflexionar sobre la


posibilidad de agotar todas las
opciones legales mencionadas hasta
aquí, con la única finalidad de que,
si algún día no podemos luchar por
nuestros derechos, haya alguien que
realmente lo pueda hacer, y lo haga
siguiendo nuestros mismos
parámetros, puesto que dejamos
constancia legal y pública de
nuestra propia voluntad.

39
La protección.
Convivir con la
dependencia
Los derechos de mi mañana

42
La protección.
Convivir con la dependencia

ceptar el deterioro que la edad comporta, pese a que


A pueda llegar paulatinamente, siempre va colisionan-
do con aquellos días más difíciles, de más conciencia que
otros, en que la persona puede verse a sí misma, repenti-
namente, más vulnerable, más indefensa, y, en definitiva,
menos capaz.

Una caída en la calle, olvidarse de apagar el fuego o dejar-


se el teléfono descolgado todo el día son signos que asus-
tan a los ancianos y que pueden oscurecer mucho su hori-
zonte, porque, tal vez, signifiquen haber puesto el primer
pie en el difícil camino de aceptar la discapacidad. Un cami-
no que comparte la misma persona que sufre la discapaci-
dad con las personas de su entorno más próximo.

El miedo a perder la conciencia, llegada la vejez, debido a


una enfermedad o accidente, es una realidad muy frecuen-
43
te hoy en día, tanto para la persona que teme sufrir la de-
Los derechos de mi mañana

mencia o que sospecha que está llegando, como para las


personas que le acompañan en este desenlace.

Cuando las dificultades empiezan a hacerse presentes,


compartir sentimientos, dudas y angustias con personas
que se encuentran en la misma situación resulta de una
gran ayuda. Y conocer y aprovechar todos los recursos que
nuestra sociedad nos ofrece para llevar mejor una vejez con
dependencia es tanto un derecho como un deber de todos.

Cuando hablamos de dependencia nos referimos a la que


se puede derivar de problemas físicos o psíquicos. Para
cualquiera de estas dependencias se recomienda dirigirse a
los servicios sociales municipales y al Departamento de
Bienestar Social de la comunidad autónoma, para conocer
todos los recursos de que se dispone en estas situaciones.

A continuación nos centraremos en la demencia, aquella


enfermedad en que la persona pierde la capacidad de regir-
se por ella misma.

44
Las dificultades de convivir
con la dependencia:
la demencia

n los inicios de la enfermedad es difícil detectar los pro-


E blemas que van surgiendo como consecuencia del pro-
ceso de demencia. Lo que se detecta es una aparente incohe-
rencia o desconexión en las actividades de la vida diaria, como
son los problemas de movilidad o de escritura. Es habitual que
en un primer momento estas dificultades se atribuyan al dete-
rioro de los reflejos causado por la edad. Pero cuando poco a
poco las cosas que se hacían con normalidad se complican,
como por ejemplo el hecho de ver que las croquetas se que-
man y no saber cómo reaccionar, es preciso dirigirse al médi-
co. Como defensa, la persona tal vez tenderá a negar la evi-
dencia, y esta actitud puede ocasionar en los familiares cierto
sentimiento de impotencia, porque son los primeros en darse
cuenta de que la persona afectada no entiende lo que le pasa.

Las pruebas neuropsicológicas diagnostican el tipo y el gra-


do de demencia. A partir de aquí, los profesionales ayudan a
45
los familiares y, en la medida en que sea posible, al mismo
Los derechos de mi mañana

enfermo, a conocer los pasos más recomendables para con-


vivir con la enfermedad de la manera más digna y tranquila.

Los grupos de apoyo a las familias, formados por familiares


de afectados y por profesionales, facilitan una ayuda muy
importante en el proceso de aceptación de la demencia y la
asimilación de todas las necesidades de la persona afectada
a partir de aquel momento. Estas experiencias de las otras
familias o cónyuges, son, muchas veces, el referente más
claro que se puede tener para llevarlo tan bien como sea po-
sible, y a la vez sentirse más acompañado en este periodo.

En estos grupos de apoyo se ofrece un espacio para com-


partir todos aquellos sentimientos, dudas, angustias y otras
emociones de personas que atraviesan una situación similar.

Por su parte, los profesionales, personas externas al hogar,


son los encargados de ofrecer la perspectiva objetiva y libre
de cargas emocionales que pueden tener los familiares res-
pecto a las maneras más recomendables de convivir con la
enfermedad todos los días.

Los grupos de apoyo a las familias


facilitan una ayuda muy importante
en el proceso de aceptación de la
demencia y asimilación de todas las
necesidades de la persona afectada a
partir de aquel momento.
46
Una vez diagnosticada la enfermedad de la persona, y

La protección. Convivir con la dependencia


cuando la familia y el enfermo se han podido recuperar del
primer impacto inicial, es preciso saber con qué recursos
podemos contar para hacer frente a la situación de la mejor
manera posible, y antes de que la enfermedad avance.

Todos estos recursos suponen una gran ayuda para poder


continuar desarrollando las tareas y los roles que se ocupan
dentro de la familia, a la vez que permiten un tiempo de
descanso a la persona que atiende más directamente al en-
fermo. Esto hasta que el grado de desarrollo de la enferme-
dad lo permita. Cuando ya no sea posible ofrecer a la per-
sona mayor y afectada por la demencia una atención
adecuada, por las características del hogar o por las nece-
sidades medicosanitarias, se hace indispensable la inter-
vención de profesionales que se encarguen de su cuidado.

En estos momentos, la persona enferma ya no se puede


mover o comer sola, por ejemplo. Entonces, los familiares se
plantean un ingreso residencial, decisión difícil si lo que
querrían es compartir con el familiar afectado esta última
fase de su enfermedad en el propio hogar. Se ven obligados
a tomar decisiones que, a veces, no son aceptadas por los
enfermos, pero debe tenerse en cuenta que son los centros
asistenciales los que ofrecen terapias de rehabilitación que,
a pesar de no poder detener la enfermedad, pueden retar-
darla y ayudar a llevarla mejor.

Un diagnóstico de demencia condiciona la vida familiar,


porque los enfermos que la sufren necesitan atención las
24 horas. Mejoras como, por ejemplo, la adaptación del ho-
gar, sustituyendo bañeras por duchas y facilitando la acce-
47
sibilidad de los afectados por la demencia, son también una
de las necesidades que presentan las enfermedades dege-
nerativas.

Según un informe de Comisiones Obreras, el 92 % de las


personas con dependencia están en casa, bajo los cuidados
de la familia. Otros estudios hablan del 75 %. En cualquier
caso, son porcentajes muy elevados.

48
Medidas sociales
de protección

l envejecimiento de la población mundial, en general, y


E de España, en particular, es, objetivamente, un motivo
de satisfacción en relación con el aumento de la esperanza de
vida y el aumento de la calidad de las condiciones de vida
sanitarias y sociales respecto a otras generaciones que nos
han precedido. Se calcula que en el año 2025 este colectivo se
acercará al 25 % de población en los países desarrollados, o
sea, una de cada cuatro personas será un anciano. En la actua-
lidad, en España, el 17 % de la población tiene más de 65 años;
esto nos hace poner de relieve situaciones que antes eran in-
visibles o se escondían, y cada vez más tienen una importan-
cia en el debate social, en relación con las dependencias que
muchos de estos ancianos experimentan, con las demencias,
malos tratos o explotación, y con la soledad y el abandono.

El alzheimer, por ejemplo, que afecta a unas 600.000 per-


sonas en España, es una de las demencias más temidas por
49
todo lo que comporta. Todas
Los derechos de mi mañana

aquellas personas afectadas


por el alzheimer necesitan
una protección social, pero
también sus familias y las
personas que las cuidan. Su
dependencia comporta in-
defensión, vulnerabilidad,
perjuicios, discriminación y
riesgo.

La incapacitación

La vejez, o ser mayor, no es una causa de incapacitación, ni


tampoco un motivo. Lo serán, en todo caso, las minusvalías,
las disfunciones o las discapacidades que este anciano pueda
sufrir habitualmente. La incapacidad viene marcada por cir-
cunstancias fisiológicas acaecidas por el deterioro progresivo
de las facultades físicas y psíquicas de la persona, las enfer-
medades o deficiencias persistentes de carácter físico o psí-
quico que impidan a la persona gobernarse por sí misma. Nor-
malmente es una demencia, de cualquier tipo, la que provoca
realmente estar incapacitado, pero no el hecho de ser mayor.

El momento de plantearse la incapacitación de una perso-


na es un episodio que remueve muchos sentimientos den-
tro de la familia, porque, pese a que se lleve a cabo por el
bien de la persona enferma, se trata de un proceso que li-
mita la capacidad de decisión de esta persona. El asesora-
miento y la orientación de los profesionales son fundamen-
tales en estos momentos.
50
La protección. Convivir con la dependencia
La incapacitación es un proceso
legal que limita la capacidad de
decisión de una persona. Siempre es
un juez el que determina el alcance
de la incapacitación.

Es el juez quien determina los límites y la extensión de la


incapacitación, así como el régimen de tutela o guarda al que
tiene que quedar sometida la persona declarada incapaz.

La incapacitación es total cuando la persona no tiene la


capacidad de decidir en relación con ningún tipo de deci-
sión referente a su atención, así como respecto a ningún
tipo de acto y negocio jurídico relativos a la administración
y disposición de sus bienes, derechos e intereses jurídicos
y patrimoniales de cualquier tipo.

El juez también puede declarar la incapacidad para aspec-


tos concretos; en este caso, la incapacitación es parcial.

La declaración de incapacitación la pueden promover tanto el


cónyuge o los descendientes de la persona en cuestión como, si
no los hay, los ascendientes y los hermanos, pero también el Mi-
nisterio Fiscal si los anteriores no existen o no lo solicitan. Quie-
nes deben comunicar al Ministerio Fiscal los hechos que puedan
determinar la incapacitación son las autoridades o los funciona-
rios que, por razón de su cargo, conozcan la posible existencia
de una causa de incapacitación. También lo puede hacer cual-
quier persona que tenga conocimiento de estas causas.
51
Como paso previo a la incapacitación, existe la posibilidad
Los derechos de mi mañana

de efectuar la guarda de hecho. Esta es una figura que im-


plica la acogida transitoria, por parte de una persona física
o jurídica, de una persona que, por razón de sus circunstan-
cias personales, puede ser declarada incapaz. El guardador
ha de comunicar al juzgado o al Ministerio Fiscal que asu-
me la guarda de hecho.

La tutela

El juez designará a una persona como tutor para que «sustitu-


ya» legalmente a la persona declarada incapaz y defienda sus
derechos. Esta persona tendrá que velar por su bienestar psí-
quico, moral o espiritual, atendiendo a sus preferencias, de-
seos e ilusiones en todo aquello que sea posible realizar y, en
la medida en que sea posible, incluirla en las actividades.

52
Puede ser tutor cualquier persona, tanto si se trata de un

La protección. Convivir con la dependencia


familiar del enfermo como si no, así como las entidades tu-
telares que cuentan con el reconocimiento de la Adminis-
tración para proteger y atender a las personas declaradas
incapaces. Estas entidades no tienen ánimo de lucro y nor-
malmente cuentan, entre otros, con trabajadores sociales,
psicólogos, educadores sociales y asesores jurídicos.

La tarea del tutor comprende tres funciones diferentes:

1. La atención personal del tutelado. El tutor tiene que


procurarle una vida en buenas condiciones, asegurarse
de que tenga un hogar adecuado a sus necesidades, que
esté bien alimentado, que reciba el tratamiento médico
que su enfermedad requiere y que tenga también una
ropa idónea y la posibilidad de disponer de dinero para
sus necesidades personales. La ley prevé también que,
en la medida en que sea posible, se intente la reincorpo-
ración a la vida social de esta persona. Con personas con
demencia esto es difícil, porque la demencia ocasiona
una pérdida de la capacidad cognitiva y motora, y la
reintroducción resulta compleja, pero como la tutela se
puede realizar en cualquier enfermedad o deficiencia, en
casos de disminuidos psíquicos o enfermos mentales sí
que se debería tener en cuenta este aspecto de su aten-
ción personal.

2. Administración de sus bienes. El tutor tiene que saber y


procurar que lo poco o mucho que la persona tutelada
tenga se tiene que utilizar con la finalidad de que esté
atendida tan bien como sea posible. Si se trata de al-
guien sin recursos, tendrá que averiguar a qué recursos
53
públicos se tiene derecho, cómo acceder a los mismos, y
Los derechos de mi mañana

procurarlos. Una vez el tutor haya aceptado el cargo, la


primera medida de control es que se haga un inventario
de lo que tiene la persona tutelada y se presente al juz-
gado que ha acordado su incapacitación. Anualmente se
tendrá que informar al juzgado correspondiente y, cuan-
do finalice la tutela, porque la persona se ha muerto, se
tendrá que presentar una rendición final. Siempre hay
una medida de control judicial rigurosamente aplicada
cuando se deben hacer gestiones, como por ejemplo,
vender alguna propiedad del tutelado. Para ello se nece-
sita la autorización del juez.

3. Representar a la persona tutelada. El tutor ejerce la


representación de la persona en todos los actos que lle-
ve a cabo.

El tutor es aquella persona


designada por el juez para velar por
los intereses y derechos de una
persona declarada incapaz.

El tutor es un referente con quien se toman las decisiones


sobre lo que le conviene al tutelado y lo que no. No necesa-
riamente el tutor se lleva el tutelado a su casa. A veces,
también, se cree que si está el tutor, la persona incapacita-
da ya no hace nada, y esto no es así. Las cosas que aún
puede hacer la persona incapacitada las debe continuar
haciendo. Por ejemplo, continuará yendo al banco, pero
ahora con la tranquilidad de que alguien a su lado tiene co-
54
nocimiento y control de lo que hace. Es preciso tener pre-

La protección. Convivir con la dependencia


sente que estas personas tienen un pasado y que no se las
puede privar de hacer cosas.

La acogida

Otra posibilidad de protección de un anciano es la acogida.


Es preciso realizar un contrato con el asesoramiento de un
abogado o un notario que complemente, regule y aporte
mucha seguridad a la persona que entra en una vivienda
en situación convivencial o de acogida.

El pacto de acogida establece la vinculación de la persona


que quiere ser acogida con una persona o una pareja, a
cambio de una contraprestación. El pacto no incluye la
administración legal de los bienes ni la representación legal
de las personas acogidas por las acogedoras.

Las personas acogedoras y acogidas conviven en una misma


vivienda, ya sea de las personas acogedoras o de las acogi-
das, con el objetivo de que los primeros cuiden a los segun-
dos, les den alimento, les presten asistencia, procuren su bie-
nestar general y les atiendan en situaciones de enfermedad.

Las personas acogedoras y las acogidas han de prestarse


ayuda mutua y compartir los gastos de la vivienda y el tra-
bajo doméstico en la forma pactada, según las posibilidades
reales de cada parte.

La contraprestación se puede llevar a cabo mediante la cesión


de bienes muebles, bienes inmuebles o monetariamente.
55
Los derechos de mi mañana

Las personas acogedoras tienen que promover la constitu-


ción de la tutela si las personas acogidas son presuntamen-
te incapaces.

La residencia

En el momento del ingreso, es obligatorio presentar un


informe médico efectuado como máximo durante los tres
meses anteriores a la entrada en la residencia. Este infor-
me tiene que incluir los datos personales, las enfermeda-
des activas, las alergias y contraindicaciones, la medicación
prescrita, el régimen dietético, las atenciones sanitarias o
de enfermería que necesita aquella persona que quiere in-
56
gresar y la valoración de su disminución. De esta manera,

La protección. Convivir con la dependencia


y a través de una entrevista personal, desde el centro re-
sidencial se tendrán los referentes para saber si se trata
de un presunto incapaz. En el caso de asumir la guarda de
hecho, tendrá que comunicarse al juzgado o al Ministerio
Fiscal.

La previa y libre manifestación de la voluntad de la perso-


na que ingresa en una residencia, o bien la de su represen-
tante legal, es imprescindible para efectuar el ingreso en
uno de estos centros. Si la persona que tiene que ingresar
no puede manifestar libremente su voluntad y, por ello, su
ingreso lo realiza el cónyuge, descendientes, ascendientes
o hermanos, se debe hacer constar en el expediente asis-
tencial.

En el momento del ingreso en una


residencia, es obligatorio presentar
un informe médico, así como la
previa y libre manifestación de la
voluntad de la persona que es
ingresada.

Hay derechos que nacen como consecuencia de la estancia


de la persona en la residencia. Todas las administraciones
públicas tendrán que velar por el respeto de los derechos
de los usuarios de servicios y establecimientos sociales,
especialmente los siguientes:

57
1. El derecho a la información, que debe ejercerse de forma
Los derechos de mi mañana

individualizada. La residencia tiene la obligación de mos-


trar en un tablón de anuncios la información dirigida a los
usuarios y de transmitirles esta información. Ha de cons-
tar la autorización del establecimiento o servicio, los hora-
rios del centro, los precios, su organigrama, la disponibili-
dad de hojas de reclamación, el calendario con el horario
de actividades, las instrucciones en casos de emergencia
y el horario de atención a los familiares y usuarios.

2. El derecho a la intimidad y a la no divulgación de los da-


tos personales. Sólo pueden tener acceso a estos datos,
que figuran en los expedientes asistenciales, los profe-
sionales de la atención personal de los residentes, el
personal encargado de la gestión y administración del
centro, y el personal de la administración pública que
efectúa las inspecciones correspondientes; quedará el
acceso limitado a aquellas personas que son objeto de la
intervención concreta de cada profesional.

3. El derecho a considerar como domicilio propio el estable-


cimiento residencial y mantener su relación con el entor-
no familiar y social. El establecimiento residencial es un
centro abierto. Este derecho implica también la libertad
de entrada y salida del centro, la invulnerabilidad de las
dependencias personales y el derecho a tener objetos
personales. La residencia se considera el domicilio de la
persona mayor, pero esto no quiere decir que se pueda
comportar como en su casa. Hay que someterse a un ré-
gimen de vida diferente con ciertas limitaciones para ga-
rantizar la buena convivencia y para garantizar también
la buena prestación del servicio.
58
4. El derecho a la continuidad de la prestación del servicio y

La protección. Convivir con la dependencia


a la no discriminación, según un contrato, previamente fir-
mado, y según las cláusulas acordadas en el contrato de
asistencia. La persona que ingresa tiene derecho a no ser
discriminada en el tratamiento por razón de nacimiento,
raza, sexo, religión, opinión y cualquier otra condición per-
sonal. También tiene derecho a ser tratada con el respeto y
la consideración debida para su dignidad. Asimismo, le co-
rresponde el derecho a no ser sometida a ningún tipo de
inmovilización o restricción física o farmacológica, sin pres-
cripción médica y supervisión, salvo que exista peligro in-
minente para su seguridad física o la de terceras personas.
En este último caso, las actuaciones realizadas tendrán que
justificarse documentalmente en el expediente asistencial.

5. El derecho a la tutela de las autoridades públicas, para


garantizar el disfrute de los derechos establecidos. Por
este motivo, la Administración competente ha de velar
por el cumplimiento de la normativa vigente, garantizar
los derechos de los usuarios a los servicios sociales, ve-
rificar el cumplimiento de las condiciones funcionales y
materiales, supervisar la destinación y la utilización de
los fondos públicos concedidos a la iniciativa privada o a
la pública, asesorar, informar a las entidades, los usua-
rios y los representantes legales, y colaborar en la plani-
ficación territorial de los servicios sociales.

Otros servicios

Para aquellas personas que deseen permanecer en su do-


micilio y las circunstancias se lo permitan, nuestra sociedad
59
dispone de ayudas y de diferentes servicios para contribuir
Los derechos de mi mañana

a llevar mejor el cuidado de la persona enferma en su pro-


pio hogar.

Atención social domiciliaria


Es un servicio a domicilio dirigido a ancianos o con alguna
disminución que tienen dificultades para desarrollar las
actividades de la vida diaria. La atención domiciliaria facilita
personal para realizar las tareas domésticas y ofrecer apoyo
en el cuidado de la higiene personal, la salud y los trámites
burocráticos, así como para cuestiones como la lavandería o
la preparación de las comidas de la persona mayor, al no po-
der llevarlas a cabo por sí misma. Este servicio es gratuito
para las personas con ingresos económicos reducidos. Para
obtener esta ayuda a domicilio es preciso dirigirse a los ser-
vicios sociales que hay en cada ayuntamiento.

Centros de día
Los centros de día son espacios de acogida y asistencia
destinados a las personas mayores dependientes, para que
puedan desarrollar las actividades de la vida diaria en com-
pañía de otras personas, guiados por profesionales espe-
cializados a este fin. Pueden acceder a este servicio todas
las personas mayores dependientes que puedan dormir en
su casa. En el centro se ofrece el almuerzo, la atención per-
sonalizada, tanto para las actividades como para la higiene
personal del usuario, y fisioterapia, entre otros servicios.
Para solicitar la participación en este servicio, es preciso ir
al centro de servicios sociales del barrio o municipio y pre-
sentar la petición al trabajador social.
60
La protección. Convivir con la dependencia
Programas de respiro
Otro apoyo, en este caso dirigido a las personas que se ocu-
pan diariamente de la persona dependiente, son los
programas de respiro. Se trata de una estancia temporal de
la persona dependiente en una residencia, que permite un
descanso a las personas que se encargan de su cuidado. La
información sobre este servicio está disponible en los cen-
tros de servicios sociales de cada barrio o municipio.

Teleasistencia
Es un servicio de alarma telefónica mediante el cual la
persona enferma, o con movilidad reducida, tiene en su
casa un aparato conectado por vía telefónica con una cen-
tral de emergencia para poder pedir ayuda inmediatamen-
te, en caso de encontrarse mal. Para solicitar este servicio y
conocer las condiciones para obtenerlo es preciso ponerse
en contacto con los servicios sociales municipales.
61
Los derechos de mi mañana

Programa Vive y Convive

Asimismo, el programa Vive y Convive, que facilita la convi-


vencia entre un anciano que desea compañía y un estu-
diante que necesita alojamiento, es una herramienta de
gran valor. Lo gestiona la Obra Social Caixa Catalunya, y ac-
tualmente se ha implantado en 27 ciudades de todo el Es-
tado español. Para obtener más información, se puede lla-
mar al 902 400 973.

Aparte de estos servicios que


nuestra sociedad pone al alcance de
las personas mayores dependientes y
con riesgo de marginación social,
existen otras ayudas sobre las que se
puede solicitar información a los
trabajadores sociales que prestan su
servicio en cada barrio o municipio.

62
Los abusos contra
las personas mayores

Malos tratos
Una de las formas más crudas de vulneración de derechos
son los malos tratos a las personas mayores.

Todas las formas de violencia —física, psíquica, sexual, eco-


nómica...— afectan gravemente a la salud, tal como recoge
el documento Violencia y Salud, del año 2002, de la
Organización Mundial de la Salud. Según este informe, el
maltrato a las personas mayores es una de las formas de
violencia más oculta. Lo es porque se trata de la menos es-
tudiada, la más incomprendida y también la más evidente-
mente desconocida.

Según estadísticas realizadas en países pioneros en la


detección de estos malos tratos, como Estados Unidos y Ca-
nadá, salen a la luz muy pocos casos de maltratos a las per-
63
sonas mayores. El principal problema es que el maltrato a los
Los derechos de mi mañana

ancianos es muy difícil de detectar, primero por la creencia


de que todo cuanto pasa en la familia es una cuestión priva-
da. Otros motivos del silencio son la vergüenza que sufre la
víctima al tener que manifestar que la maltratan o que se
siente maltratada, el miedo al hecho de que la lleven a una
residencia o el temor a recibir represalias.

El maltrato se puede dar en distintos ámbitos, como el


familiar, el institucional y el social.

En general, la vulneración de los derechos que a una per-


sona le corresponden como tal se puede considerar maltra-
to. Es necesario que la persona pueda decidir por ella mis-
ma cuando todavía tiene capacidad, y no ha de ser tratada
de manera infantil en ninguna situación.

En la década de los años ochenta, los maltratos hacia los ni-


ños fueron el foco de atención. A partir de la década de los
años noventa, y en el momento actual, hablamos de violen-
cia de género y/o violencia doméstica. Parece ser que en
este inicio de siglo oiremos hablar más de maltrato hacia las
personas mayores. Entre las causas podemos encontrar los
cambios en la estructura y la función de la familia, así como
el incremento de las demencias progresivas y degenerativas
por el mayor número de personas que llegan a la vejez.

Cuando alguien sospecha que un anciano está siendo mal-


tratado, debe buscarse el asesoramiento de los profesiona-
les que puedan informar sobre lo que se debe hacer. Hay
que dirigirse a cualquier cuerpo de seguridad o a los servi-
cios sociales.
64
La protección. Convivir con la dependencia
El mobbing inmobiliario
Ésta es otra forma de maltrato que se practica demasiado a
menudo con los ancianos. Se trata de un acoso sobre una
persona para conseguir que abandone la vivienda donde
reside en calidad de inquilina con un alquiler bajo y con un
contrato indefinido, con la intención de los propietarios de
obtener un mayor beneficio con otro inquilino o con la ven-
ta del inmueble.

En caso de sospecha de estar sufriendo mobbing, es preciso


consultarlo a los servicios sociales municipales o a los servi-
cios de orientación jurídica de los colegios de abogados.

65
Los derechos naturales

parte de los derechos reflejados en las leyes que pue-


A da redactar un país, existen los derechos naturales de
toda persona, y que son esenciales, como el derecho a ser
amado y a amar, el derecho a sentirse útil y válido, y el de-
recho a decidir. Todos necesitamos tener personas a nues-
tro alrededor, sea una pareja, un padre, un hijo o un amigo.

Por ejemplo, la legislación establece que los abuelos tienen


derecho a relacionarse con sus nietos. Los padres tienen la
patria potestad, pero tienen que fomentar la relación de sus
hijos con los abuelos. Muchas veces, por diferencias fami-
liares, se priva a los abuelos de ver a sus nietos. Cuando
más se acentúa este hecho es en el caso de una separación.
Los abogados tendrían que recordar siempre que, a la hora
de establecer el régimen de visitas, también hay que pedir
un derecho de visita para ver a los abuelos.

67
Los derechos de mi mañana

68
Conclusiones

as personas mayores tienen los mismos derechos que


L todo el mundo, por el hecho de ser personas, pero a
veces estos derechos resultan dañados porque las mismas
personas mayores desconocen sus derechos o porque sus
circunstancias de salud mental les impiden reclamar todo
aquello que merecen legalmente. Desde la sociedad, es pre-
ciso velar por que esto no pase. Las campañas de divulga-
ción de estos derechos son una herramienta para alcanzar
este propósito. Pero también es necesario, por parte de cada
uno, ser previsores y decidir de antemano lo que queremos
para nuestro futuro, para que, si llegamos a estar incapaci-
tados, se puedan cumplir nuestras voluntades. Nadie tendría
que decidir por nosotros. Es preciso que los mismos médicos
y asistentes nos pregunten cómo queremos ser tratados.

Las administraciones, los profesionales, los voluntarios, los


particulares y, en definitiva, todo el tejido social, político y
69
económico, tiene que implicarse en la solución de aquellos
Los derechos de mi mañana

problemas que afectan a los ancianos y que, por ellos mis-


mos, no puedan resolver. Tienen que encontrarse canales
reales de participación de las personas mayores, para que
podamos valorar y sacar provecho humano de sus capaci-
dades, sean cuales sean, hasta su último día. La gente debe
poder realizar y realizarse, pese a sobrepasar la edad de ju-
bilación.

Y el primer deber de las personas mayores hacia la socie-


dad y hacia su propia condición de personas capaces de
valerse por sí mismas es la previsión. Por este motivo hay
que difundir la autotutela, para que sea más utilizada.

Si la dependencia llega, la figura de la tutela tiene como


principal objetivo la protección de la persona afectada. Es
preciso pasar del asistencialismo al derecho. Tenemos que
asumir los deberes cívicos, y especialmente los económi-
cos, para atender a los ancianos, principalmente cuando
existe un vínculo de tipo familiar.

Enfermedades como el alzheimer u otras demencias origi-


nan una serie de problemas y angustias familiares y, por lo
tanto personales, que, si son compartidos con los grupos de
apoyo formados por familiares de otros afectados y de pro-
fesionales expertos en estos problemas, se pueden sobre-
llevar mucho mejor.

En relación con la incapacitación, hay que prevenir activa-


mente, e incapacitar absolutamente sólo en casos de ex-
cepcionalidad, si es necesario y en la justa medida en que
haga falta, porque es preciso potenciar la autonomía de la
70
persona con alguna demencia en la medida en que sea po-

Conclusiones
sible.

Teresa Pàmies, en su libro La aventura de envejecer, que es-


cribió a los 82 años, pretendía transmitir que se tiene que
envejecer sin pasar por la decrepitud. La escritora presenta
a sus personajes como ejemplo de vivir la vejez de forma
positiva.

Estas páginas albergan el mismo propósito de promover


para todos un desarrollo personal y positivo, tengamos la
edad que tengamos.

Sensibilizándonos ante la vejez,


empezando por la nuestra,
preparándonos, acercándonos a las
otras ancianidades, construiremos
una vejez con dignidad para todos.

71
Bibliografía

Cómo quedarse en casa cuando se es mayor. Ayuntamiento de


Barcelona y Comunidad de Sant’Egidio. Grup 62.
MUÑOZ, J.; ARGEMÍ, M. Las personas mayores y sus derechos. Edi-
ciones Finder Graphics.
MUÑOZ, J. El ingreso de presuntos incapacitados en centros
gerontológicos. Fundación Mapfre Medicina. Asociación de
Entidades y Profesionales de la Gerontología.
PÀMIES, T. La aventura de envejecer. Biblioteca Universal Empú-
ries.

73
Con la colaboración de

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