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Crisis Económica desde 1985

La herencia de Belaunde: Por otro lado, García y el APRA tienen dos problemas serios por
enfrentar: La agrupación terrorista Sendero Luminoso.
Además, el gobierno de Belaunde dejo al país en una profunda crisis económica. Las
inversiones habían caído de 21,2% del Producto Interno (PBI), en 1982, a 12,2% en 1985. En
1982, la economía peruana no creció y, en 1983, el crecimiento fue negativo;-12,2%. El
desastre económica del gobierno de Belaunde se debió, principalmente, a una caída de
precios de productos que Perú exportaba (cobre, plata, plomo, café).
El gobierno de Belaunde se había sometido a un “programa de ajuste” Fondo Monetario
Internacional (FMI). Según el FMI, el principal problema era el déficit fiscal. El déficit se
debía a que el Perú gastaba mas en lo que importaba; que lo que ganaba con sus
exportaciones.
El FMI obligo al gobierno de Belaunde a reducir el presupuesto del Estado, a incrementar
las tarifas públicas y a devaluar la moneda nacional.
Las medidas del FMI, llamadas ortodoxas, ocasionaron una fuerte recesion que repercutió
en el bolsillo de los ciudadanos. El ingreso per capita cayó significativamente: 14,8% para
ser exactos. En 1984, el gobierno de Belaunde entro en mora con el pago de la deuda
externa.

El programa heterodoxo (1985-1987)

El 28 de julio de 1985, Alan García tuvo dos opciones: Continuar con el programa ortodoxo
del FMI o probar una receta distinta, heterodoxo.
De ahora en adelante, anuncio García, el pago de la deuda externa se limitara al valor
equivalente al 10% de las exportaciones peruanas.
Introduce una nueva moneda el inti reemplazo al devaluado sol), la principal medida
económica consistió en la congelación de precios básicos, sueldos y la tasa de cambio
relativa al dólar.
La idea era anticipar la inflación venidera y, a largo plazo, darle al consumidor mas poder
adquisitivo.
Evitando de esta manera el alza de precios, los consumidores tienen más dinero para gastar
en otras cosas y, por ende, contribuyen a la reactivación económica en otros sectores.
La posición heterodoxa de García se basaba en dos convicciones: (1) Para poder pagar la
deuda seria necesario reactivar la economía. Lo que se ahorraba en el pago de la deuda se
aprovecharía para financiar las exportaciones. (2) El FMI pensaba que el Estado intentaba
cubrir el déficit fiscal emitiendo dinero más allá de la oferta y así generaba inflación.
Alan García creía que la inflación no se debía a una falta de oferta, sino que el estado se
había visto obligado a subir el precio de bienes y servicios básicos.
A través de la reactivación de la economía nacional se esperaba salir del círculo vicioso
heredado por Belaunde. A mas recaudaciones tributarias, mas posibilidades de cubrir el
déficit fiscal.

Primeros resultados de la política Heterodoxa

En un comienzo, las medidas adoptadas dieron resultados positivos. Ya en septiembre de


1985, la inflación bajo a 3,5%. Hacia el segundo trimestre de 1986, la economía dio señales
de clara recuperación. En 1986, la economía creció 10%. Fue el mayor crecimiento desde los
años 50.
Pero también surgieron problemas.
Aunque en 1985 el déficit del sector publico solo había sido del 2,7%. Esto no se debió a un
aumento del gasto.
Otro problema consistía en que, después del gran crecimiento de 1986. Hacían falta
inversiones para instalar nuevas capacidades y así continuar con la reactivación; era
necesario recurrir a inversiones y prestamos extranjeros.
El tercer problema, era que la balanza comercial volvió a ser negativa hacia fines de 1986.
Con la reactivación económica y el alza de sueldos. El Perú volvió a incrementar sus
importaciones mientras que las exportaciones seguían siendo bajas.
Finalmente, la poca confianza de la ciudadanía condujo a que, hacia fines de 1986, muchos
cambiaron sus intis por dólares temiendo- y, al mismo tiempo, originando- una devaluación
del inti.
A fines de agosto de 1985, después de la devaluación inicial de 12%, la tasa de cambio libre
se había estabilizado en casi 17 intis por dólar.

1987: Obviando las señales de alarma

En 1987, Alan García buscaba el contacto directo con los empresarios importantes con el
fin de persuadirlos a invertir en el desarrollo de la capacidad productiva, en su necesidad
de aumentar los ingresos del Estado, el APRA obligo, a comienzos de 1987, a las empresas
de prestarle dinero al Estado.
En concreto, las empresas fueron forzadas a comprarle al Estado bonos obligatorios. Al
poco tiempo, algunas empresas fueron exoneradas del pago obligatorio y finalmente el
programa fue cancelado. La situación se agudizo con la renuncia, en junio de 1987, del
Ministro de Economía Luis Alva Castro.

La estatización de la banca: El punto de quiebre

Para Alan García, la renuncia de Alva Castro fue vista como una oportunidad de ganar aun
mayor protagonismo. La misma que seria el punto de quiebre de su gobierno; al intento de
estatizar la banca privada: La medida fue anunciada el 28 de julio de 1987. García explico
su medida con las desigualdades sociales y económicas en el Perú. Según García, era
necesario “democratizar” el crédito y, dado que el sector privado no estaba dispuesto a
asumir esa tarea, el Estado debía tomar las riendas.
Pero, García también tuvo otros motivos: buscaba volver a ganar la confianza de los
sectores populares.
También esta medida resulto ser improvisada. Nadie sabia, si la estatización incluiría a las
sucursales de bancos extranjeros en el Perú o a los privados regionales. Además, García
subestimo la capacidad de repuesta de la derecha así como la oposición de la izquierda en el
Congreso.
Cuando llego el momento de votar en el congreso, el esfuerzo de los senadores apristas
para atenuarla medida fue notable; donde la propuesta inicial de García fue paulatinamente
reducida a una medida sin eficacia que finalmente resulto abandonada.
La repuesta política de la derecha al intento de estatización fue la creación del Movimiento
Libertad con Maria Vargas Llosa a la cabeza. En 1988.
1988 y 1989: Sin novedades en el frente

Al finalizar el año 1987, la crisis ya era evidente. La producción –y, por consiguiente, la
reactivación económica – se había estancados la balanza de pagos tuvo, en 1987, un saldo
negativo de 521 millones de dólares, el hueco mas grande desde 1981; el Estado no recaudo
mas impuestos a pesar del crecimiento económico de 1986. Esa ineficacia tributaria,
sumada a la inflación, contribuyo a agravar la situación en 1987 y 1988.
Obligado por las circunstancias a un cambio de rumbo, el gobierno recurrió, a fines de
1987, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) en busca de
préstamos. El experimento heterodoxo había llegado a su fin.
El equipo económico de García –presidido por Gustavo Saberbein- intentaba persuadir a
García de la necesidad de un shock ortodoxo. Pero García, solo accedió a un camino medio
sin resolver el problema de fondo.
Los resultados: inflación a niveles astronómicos, escasez de alimentos y otros productos
básicos y el derrumbe de la aprobación de Alan García.
Las esperanzas del APRA estaba en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el
Perú no llego a recibir prestamos. Ello se debió, también, a que el Perú aun adeudaba 600
millones de dólares al FMI y 400 millones al Banco Mundial.
El 22 de noviembre de 1988, García lanzo otro “paquete” con medidas muy similares.
El aumento del desempleo y la caída drástica de ingresos, el Estado en bancarrota ya no
pudo cumplir con sus obligaciones en materia de asistencia social, educación, salud y
administración de justicia.
Los años 1989 y 1990. La economía se recupero levemente y las reservas internacionales
también bajo el nuevo Ministro de Economía, Cesar Vásquez Bazan, la inflación cayo.
Durante el primer periodo de su gobierno, siguiendo los consejos del Fondo Monetario
Internacional (FMI), aplico una reestructuración de precios llamada SOC que permitió
controlar la inflación, pero que provoco la devaluación de los salarios. Asimismo, cambio la
moneda al actual Nuevo Sol.

En la época de Fujimori

Su política económica se centro en la aplicación de conceptos neoliberales y de libre


mercado; llego a estabilizar la vida económica y permitió la reinserción del Perú en el
sistema financiero internacional, así como la privatización de las compañías del Estado a
manos extranjeras, lo cual llevo a su quiebra y a altos índices de desempleo, se redujo al
mínimo la actividad sindical y aumento la actividad económica informal. Como resultado en
1994 la economía peruana creció un 13%. Los gastos fiscales se convierten en el motor de la
reactivación económica.
Según el neoestructuralismo – la otra influencia mencionada – paralelo a ello se deben
implementar medidas tales como tasas de cambio fijo, control de precios, créditos
subsidiados, rebaja del encaje bancario y de la tributación, para colocar y expandir liquidez
en el mercado interno.
Estas medidas de corto plazo deben implementarse paralelas a un cambio en las
estructuras de la producción y del consumo, hacia una producción y del consumo, hacia una
producción para sectores medios y bajos, y, fundamentalmente, con insumos nacionales
antes que importados. El objetivo es una industria; a su vez, cambiándose la estructura, la
pirámide del ingreso, con la incorporación de segmentos de bajos ingresos a la demanda
interna.
Este juego de alianzas, diseñado a partir de la acumulación que se perseguía del Estado.
Este debía jugar el rol del puente entre varios sectores sociales. Esto condujo al gobierno
a dirigirse tanto a los mas privilegiados del espacio del capital – la elite económica
empresarial- como a los actores subordinados del espacio social en el que se encontraban
los trabajadores y la amplia franja de subempleados y desocupados.
En este sentido el Estado, si bien no tendió a expandirse en sus momentos iniciales, si se
mantuvo sin tocar la heredada presencia estatal en la economía, en tanto le daba la
posibilidad de un manejo adecuado de si mismo. La mirada se fijo en “nuevos grupos de
poder económico”. Fortalecidos por el largo proceso de sustitución de importaciones, el
modelo de alianzas sociales los instalaba como lógicamente interesados en una salida hacia
el exterior, su alianza política implícita con sectores sociales interesados en una salida
externalista.
Sus medidas iniciales, de corte nacionalista, impulsaron la reactivación económica. Se
implemento la tasa de cambio fija, se expandió el gasto publico y se dieron exoneraciones
tributarias selectivas.
Efectivamente, se puede decir que, después de año y medio de haber llegado al gobierno, el
corto plazo parecía exitoso; el efecto de estas medidas fue una mejora relativa del nivel de
remuneraciones de obreros y empleados, el descenso comienza en 1987. La expansión de la
demanda genero un incremento de importaciones que puso en evidencia dos aspectos: la
rápida elevación de los índices de la capacidad instalada; por otro, la necesidad de cubrir
importaciones.
Un segundo factor fue la incapacidad del pacto político por el lado de los sectores sociales
de más bajos ingresos. Según diferentes fuentes, los sectores organizados sindicalmente
consiguieron aumentos reales, en alrededor del 28%, aun cuando el gobierno había previsto
llegar solo al 16%, es decir, el gobierno fue desbordado por el lado del trabajo o el aumento
de ingresos. A su vez la propia política económica del gobierno de acuerdo a su modelo de
acumulación, propendía a no interferir sobre dispositivos tributarios para solucionar la baja
liquidez.
Una expansión de la demanda por sobre los índices proyectados, llevo a un estimulo de
divisas para importación de insumos al mismo nivel. Hacia inicios de 1987 el gobierno podía
tomar varias iniciativas, forzar nuevas cargas tributarias, forzar la reconversión industrial.
Pero cualquiera de ellas siempre se encontraba con techo límite. El rol reinversor del
empresariado interno era fundamental; sin embargo, no se dio. ¿Por qué?
Una primera razón que el gobierno pidió a los grandes empresarios que invirtieran,
forzándolos a realizar inversiones. En esta primera respuesta indicaría que la alianza
funcionaba solo que el gobierno la quebró a partir de su propio apresuramiento.
La segunda razón, recelosos de un gobierno que basaba su elección en un partido con una
vida política populista y una acumulación histórica bastante errática, la desconfianza
empresarial era notoria. La única forma de lograr la confianza de esos niveles era
enviándoles “señales” – mediante medidas que fueran desde el desmontaje del aparato
estatal hasta la eliminación de la estabilidad laboral. En ese sentido, el gobierno se
encontraba con las manos atadas pues se acogió desde su inicio a un modelo neocepaliano,
denominado, en su momento, heterodoxo.
El gobierno debió encarar directamente a los empresarios.la idea de la concertación se
convertía en el modelo propicio para la ansiada creación de un discurso publico de reglas
universalizables entre actores y para la cristalización de pactos estabilizadores de larga
duración. En pocas palabras: si bien los actores privados no tenían disponibilidad para
pactos políticos institucionales que el gobierno no supo aquilatar. Quedo visible, de esa
forma y una vez mas, la impotencia de la política para organizar la economía. Una nueva
alianza en ciernes quedaba definitivamente postergada, y la inestabilidad económica y
política empezaba a tornarse crónica.
Al final, apelando a la expansión de la masa monetaria para cubrir gastos fiscales, la
situación económica, que garcia prometió cambiar al inicio de su mandato, se encontraba en
peor situación; el estado se deterioraba notoriamente con presupuestos desbordados por la
inflación; y el desempleo se hizo mas notorio por la practica recurrente y permanente de la
desinversion y salida de capitales. La creación de lo publico fue nuevamente sofocada; esta
vez no tanto por el estado, sino por el excesivo protagonismo individualista que desde la
cúspide del gobierno lo invadía, sin ningún respeto por los actores.
La década del ochenta posee dos regimenes de gobierno con propuestas notoriamente
distintas en lo que respecta a como encararon la crisis y la larga duración a los caminos de
desarrollo y acumulación que se habían trazado.
De esa manera dos modalidades de acumulación y, por consiguiente, dos objetivos de
desarrollo claramente diferenciados en sus metas, sus énfasis, sus propuestas, sus focos
de atención y modalidades publica, fueron implementadas durante la década,¿sucedió que
sus diagnósticos no tuvieron en mente a la realidad que enfrentaban?¿los medios no
estuvieron a la altura de los fines?¿los grandes objetivos se estrellaron contra otros muy
estrechos? En todo caso, que dos modelos económicos diferentes y alternativos no
pudieran conseguir sus objetivos y que la crisis se mantuviera.
Si una respuesta común puede obtenerse de este balance es que no fue tanto un error de
economía, de acumulación, sino mas bien fue un desencuentro por el lado de la política, de
los actores y sus disponibilidades; además, recordemos, ambas eran alternativas
diferentes, con propuestas claramente contrarias en lo que a política publica y
macroeconomía se refiere. Axiomáticamente podríamos afirmar que si ambos modelos tan
diferenciados se imposibilitan, y si la determinación económica fuera tan fuerte, esta podía
haber anulado uno u otro proyecto pero no ambos.
La indisponibilidad para el pacto mostrada por esa tecnoburocracia. Ulloa, notorio
conductor del equipo, señalaba la existencia de grupos de poder oligopolicos que bloquean el
libre flujo del mercado y, por consiguiente, crean trabas que no permiten una acumulación
fluida hacia el desarrollo nacional. Obviamente esta ideologización liberal al contrario de
los prejuicios militares en el periodo anterior, que encontraban culpables de las estructuras
desformadas a los tradicionales grupos privilegiados; el actor régimen, desde la conducta
de su equipo económico, se indisponía para ello e indisponía, a su vez, a los otros actores. El
gobierno de Garcia, si bien tuvo diferentes intentos de acumulación, también termino
haciéndose eco de esta indisponibilidad; pero aquí justamente residía la preindisponibilidad
del actor. En el diagnostico que se asumia, y que se graficaba en la famosa pirámide de
ingresos y grupos sociales. En este sentido retomaba las tesis de los miembros del equipo
de la revista socialismo y participación del centro de estudios peruanos; por supuesto que
no seria una concertación real, pues se partía de una vision de los actores que no ayudaba a
crear un escenario publico de pacto entre similares. Además había en esa visión una
supuesta inocencia que suponía que mediados y pequeños empresarios podrían hacer
coalición contra los grandes y los oligopolicos, algo que la historia nacional se encargo
posteriormente de desmentir. Y es por esas razones, también, que la idea de la
concertación quedo neutralizada, y nuevamente la sobreideologizacion ese paso previo que
dispone o no a los actores a pactar efectiva y realmente se hizo presente.

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