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Voces: ACCIDENTE DE TRANSITO ~ CASACION ~ DAÑOS Y PERJUICIOS ~ FUNDAMENTO DE LA

SENTENCIA ~ PRIORIDAD DE PASO ~ PROVINCIA DE CORDOBA ~ RECHAZO DEL RECURSO ~


RECURSOS ~ SENTENCIA CONTRADICTORIA
Tribunal: Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, sala civil y comercial(TSCordoba)
(SalaCivilyCom)
Fecha: 22/10/2008
Partes: Ferrari, Ricardo Javier c. Robles de Santana, Elida Lidia y otros
Publicado en: LLC2009 (marzo), 163 - DJ29/04/2009, 1113
Hechos:
La Cámara de Apelaciones desestimó el recurso de casación interpuesto por el actor contra la resolución que
rechazó la acción de daños y perjuicios incoada en virtud de un accidente de tránsito. Recurrido dicho decisorio,
el Tribunal Superior de Justicia declaró improcedente la queja deducida por denegación del mencionado
recurso.

Sumarios:
1. Corresponde desestimar la queja por denegación del recurso de casación interpuesto contra la sentencia de la
Cámara de Apelaciones que rechazó una acción de daños y perjuicios, pues el escrito de fundamentación del
recurso adolece de una evidente insuficiencia técnica, dado que el recurrente ha omitido realizar un análisis
crítico y específico tendiente a desvirtuar el acierto intrínseco de los concretos fundamentos que sustentaron la
denegatoria de cada uno de los capítulos impugnativos intentados que, de tal manera, conservan incólume su
aptitud motivacional para mantener la validez de la repulsa.
2. Debe declararse formalmente inadmisible la queja interpuesta por denegación del recurso de casación
fundado en la casual del inciso 4° del artículo 383 del Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de
Córdoba por existir una supuesta contradicción entre la sentencia cuestionada y dos precedentes provenientes de
tribunales de la provincia, pues las distintas conclusiones a las que arribaron los órganos jurisdiccionales a
mérito de la aplicación in concreto de la misma regla de derecho consistente en la prioridad de paso del vehículo
que aparece circulando por la derecha, no reflejan una divergente inteligencia de la ley debido si ninguno de los
casos presentaba adecuada relación de identidad fáctica.

Jurisprudencia Relacionada(*)
Tribunal Superior Provincia
El Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, sala civil y comercial, en la causa "García Sagués Inmobiliaria
S.R.L. c. Ardiles, Carlos E. y otro", 2004/05/04, LLC 2004 (setiembre), 840, sostuvo que "Es inadmisible el recurso
de casación por el cual se plantea la existencia de una divergencia interpretativa con relación a la
determinación de si la regla de la prioridad de paso del que circula por la derecha admite o no alguna
restricción o moderación frente a la circunstancia de que el vehículo que circula por la izquierda
haya llegado a la encrucijada con anterioridad, en tanto la sola lectura de los fundamentos vertidos
en las resoluciones confrontadas evidencia que los supuestos de hecho llevados a conocimiento de
los tribunales exhiben una ostensible disparidad fáctica que, justificando la diversidad de soluciones
aportadas, atenta ab initio contra la unificación interpretativa".
Ver Tambien
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de 1a Nominación de Córdoba, "Morfini, Claudio Abel y ot. c. Paisa,
Fernando", 2007/11/05, LLC 2008 (abril), 293
(*) Información a la época del fallo

3. La regla de prioridad de paso del vehículo que aparece por la derecha no constituye materia susceptible de
uniformación en sede casatoria pues las distintas conclusiones a las que los órganos de grado puedan llegar a
arribar no obedecen a una divergencia de la ley sino, sencillamente, a una apreciación diferente de los hechos y
de las pruebas producidas en cada caso en particular (del voto de la doctora Cafure de Battistelli)

Jurisprudencia Relacionada(*)
Tribunal Superior Provincia
El Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, sala civil y comercial, en la causa "García Sagués Inmobiliaria
S.R.L. c. Ardiles, Carlos E. y otro", 2004/05/04, LLC 2004 (setiembre), 840, sostuvo que "Es inadmisible el recurso
de casación por el cual se plantea la existencia de una divergencia interpretativa con relación a la
determinación de si la regla de la prioridad de paso del que circula por la derecha admite o no alguna
restricción o moderación frente a la circunstancia de que el vehículo que circula por la izquierda
haya llegado a la encrucijada con anterioridad, en tanto la sola lectura de los fundamentos vertidos
en las resoluciones confrontadas evidencia que los supuestos de hecho llevados a conocimiento de
los tribunales exhiben una ostensible disparidad fáctica que, justificando la diversidad de soluciones
aportadas, atenta ab initio contra la unificación interpretativa".
Ver Tambien

© Thomson La Ley 1
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de 1a Nominación de Córdoba, "Morfini, Claudio Abel y ot. c. Paisa,
Fernando", 2007/11/05, LLC 2008 (abril), 293
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo: Córdoba, octubre 22 de 2008.


1ª ¿Es procedente el recurso directo impetrado? 2ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
1ª cuestión. — El doctor Armando Segundo Andruet (h.) dijo:
I) La Dra. E. M. H., invocando su condición de apoderada del actor, ocurre en vía directa ante esta Sede, en
razón de que la Cámara Criminal, Correccional, Civil y Comercial, de Familia y del Trabajo de la ciudad de
Laboulaye, mediante Auto N° 9 de fecha 12 de abril de 2004, denegara la concesión del recurso de casación
fundado en las causales de los incs. 1° y 4° del art. 383, C. de P. C., oportunamente interpuesto en contra de la
Sentencia N° 10, fechada el 21 de noviembre de 2003.
La impugnación fue debidamente sustanciada en la instancia de Grado, conforme al procedimiento
establecido en el art. 386 del Rito, corriéndosele traslado a la contraria, el que fuera evacuado por el apoderado
de los demandados, Dr. A. J. A. N. (en copia a fs. 136/146).
Radicadas las actuaciones ante esta Sede, dictado y firme el decreto de autos, queda la causa en estado de
dictar resolución.
II) Por la vía que prescribe el art. 402, C. de P. C., la parte actora se alza contra la resolución denegatoria de
la casación, afirmando que la Cámara a-quo se ha limitado a la defensa de su fallo, excediéndose así en los
límites de la competencia que le atribuye el ordenamiento ritual, que se circunscribe -diversamente- al análisis
de los requisitos formales de admisibilidad del remedio casatorio, siendo ajeno al mismo el juicio sobre su
procedencia sustancial que compete al Tribunal Ad-Quem del recurso.
A más de ello -agrega-, el Mérito tampoco ha fundamentado su decisión sobre la improcedencia del recurso,
razón por la cual solicita, en definitiva, se haga lugar a la presente queja, habilitando la instancia extraordinaria
para el tratamiento de la casación deducida.
III) Ingresando al tratamiento del planteo deducido ante esta Sede, cabe recordar que el carril impugnativo
autorizado por el art. 402, C. de P. C., constituye un verdadero recurso contra la resolución denegatoria de la
casación; el articulante debe cumplir con la carga procesal que le impone agraviarse de la repulsa del órgano de
Alzada, expresando los errores que contiene y cuya reparación se pretende por esta vía.
Además, si bien esta Sala, como tribunal Ad-Quem del recurso intentado, ejerce el último control en punto a
su admisibilidad formal, no es menos cierto que, en la inteligencia que inspira nuestro ordenamiento procesal al
atribuir al a-quo la facultad de decidir liminarmente esa materia (arg. art. 386, C. de P. C.), la competencia para
formular aquel "control" sólo queda habilitada ante la interposición de una crítica recursiva fundada y razonada
de los argumentos individualizados por la Cámara como determinantes de la denegatoria.
En el caso de marras, la presentación directa (fs. 155/183) adolece de una evidente insuficiencia técnica que
atenta ab initio contra su procedencia formal, desde que la interesada ha omitido ensayar un análisis crítico
específico, tendiente a desvirtuar el acierto intrínseco de los concretos fundamentos que sustentaran la
denegatoria de cada uno de los capítulos impugnativos intentados, que, de tal manera, conservan incólume su
aptitud motivacional para mantener la validez de la repulsa.
En efecto, adviértase que, en punto a los reproches introducidos por la vía del inc. 1° del art. 383, C. de P.
C., referidos a la trascendencia que la recurrente atribuye a la prueba pericial y al testimonio del Sr. Pablo Sosa,
el Tribunal de Grado desestimó su viabilidad formal en el entendimiento de que los mismos sólo traslucían una
pretendida "... revaloración de la prueba, lo que no es materia susceptible de ser recurrida por la vía casatoria"
(Consid. V, fs. 151), sin que, en vía directa, el quejoso haya intentado -siquiera- desarrollar argumento crítico
alguno enderezado a convencer acerca de que, en sentido inverso al propiciado por los judicantes, aquellas
censuras no resultaban merecedoras del reparo formal opuesto a su concesión.
Y por cierto que no ostenta aptitud como tal, la alegada extralimitación que se imputa al Mérito en la
competencia que la ley del Rito le asigna en el trance.
Ello así, por cuanto el juicio de admisión del recurso de que se trata, supone un doble control formal. A
través del primero, corresponde examinar el cumplimiento de los recaudos objetivos o requisitos extrínsecos del
recurso extraordinario, tales como la temporaneidad de su articulación y la alegación de alguna de las causales
admitidas por el ordenamiento adjetivo. La segunda etapa del control recae, en cambio, sobre los requisitos
intrínsecos, que hacen a la idoneidad técnica del escrito justificante del embate, lo que impone analizar
liminarmente la argumentación brindada por el interesado, a fin de verificar si las críticas que sustentan el
recurso se corresponden -o no- con los motivos de casación invocados (art. 385, inc. 1°, C. de P. C.).
En la especie, el reparo formal detectado por el Mérito como obstáculo insalvable a la viabilidad del recurso
de casación deducido, consistió, precisamente, en esa falta de adecuación entre los motivos legales anunciados

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por el recurrente (falta de fundamentación lógica y legal y violación al principio de congruencia) y los
argumentos sustentatorios en base a los cuales pretendiera justificar su denuncia, déficit de postulación éste que,
haciendo al aspecto formal -intrínseco- del recurso, accede al control de admisibilidad ejercible en la
oportunidad prevista en el art. 386, C. de P. C.
De otro costado, y en relación al recurso articulado por el carril del inc. 4°, el Tribunal de Grado señaló
como motivo determinante de la repulsa, la falta de identidad fáctica entre los fallos confrontados,
puntualizando que, si bien en ellos se puede haber dado una interpretación diferente de la regla de tránsito en
cuestión, "... no es menos cierto que las circunstancias de los hechos y la valoración de las pruebas arrimadas es
diferente en todos los casos" (ap. VI, fs. 152), sin que el acierto de dicha aseveración haya sido objeto de
fustigamiento en vía directa.
En consecuencia, corresponde declarar formalmente inadmisible la queja, lo que así propongo resolver.
IV) Sin perjuicio de lo decidido en el acápite que antecede, y al único fin de satisfacer en mejor medida el
ánimo de la quejosa, estimo pertinente apuntar que el examen particular de cada una de las censuras que
informa el libelo casatorio (obrante en copia a fs. 126/134) concurre a apuntalar, con igual rigor, el acierto de la
conclusión arribada por la Cámara a-quo en torno a la inadmisibilidad formal del recurso articulado.
V) En efecto, comenzando por las críticas vertidas al amparo del inc. 1° del art. 383, C. de P. C., se impone
advertir que todas las disquisiciones que la impugnante elucubra en relación a la recta interpretación de la regla
de "derecha antes que izquierda", en su correlación con otras normas contenidas en la Ley de Tránsito, remiten a
la configuración de un eventual yerro in iudicando que, como tal, deviene manifiestamente improponible en
casación, al menos, a título de quebrantamiento de las formas.
De otro costado, la serena lectura de los fundamentos que ilustra el fallo atacado da cuenta de que el
supuesto equívoco en que, de acuerdo a la denuncia formulada, habría incurrido la Cámara a-quo, al interpretar
el croquis elaborado por la parte actora, no ostentaría carácter dirimente en orden a justificar una virtual
reversión del desenlace decidido en sede de Grado.
La conclusión se impone, ni bien se repare en que, según la interpretación que la impugnante propone
correcta, dicho elemento probatorio abonaría la versión de que Ferrari "... llegó antes, que cuando él estaba
comenzando el cruce, el auto de Santana estaba a cincuenta metros de la esquina (...) el ciclomotor está llegando
a la línea media de la encrucijada cuando el automóvil se encuentra aún a más de 20 mts. del lugar..." (fs. 128
vta.).
Pero ocurre que, aún de asumirse como cierta y probada la versión de que la motocicleta conducida por el
actor accedió al punto medio de la calzada con anterioridad a que lo hiciera el automóvil al mando del joven
Santana, lo real y concreto es que ello carecería de toda relevancia práctica para conmover la validez de lo
decidido, por cuanto, conforme al temperamento sustancial que preside el pronunciamiento bajo anatema, "... la
regla ordenadora da preferencia a 'derecha antes que izquierda' y no a quien llega primero a la intersección de
calle..." (ap. V, fs. 75).
En lo que respecta a las contradicciones que la impugnante endilga al Mérito, los propios términos en que
fuera expuesta la denuncia conspiran de modo insalvable contra su admisión formal, en tanto sólo ponen en
evidencia su mera discrepancia con lo decidido, actitud por demás estéril para propiciar la apertura de esta fase
de excepción que, sabido es, no constituye una tercera instancia.
Así, diversamente a lo trasuntado por la quejosa, la declaración formulada por el órgano de Grado, en el
sentido de que la prioridad no puede erigirse en un "bill de indemnidad", no se aprecia intrínsecamente
contradictoria con la atribución de culpa exclusiva en la producción del siniestro a quien circulaba por la
izquierda.
Lo mismo cabe predicar de lo sostenido por el Mérito, en relación a que, no obstante el respeto que merecen
las conclusiones del perito "... por provenir de alguien que tiene conocimientos sobre la materia", la pericia no
resultaba, a su juicio, concluyente a los fines de determinar la mecánica del accidente.
Además, cabe poner de resalto que la Cámara no omitió valorar la prueba pericial en cuestión, sino que, sin
perjuicio de advertir de que el perito, en su dictamen, "... deduce las velocidades de ambos vehículos y además
concluye definitivamente en que la condición de embistente le cabe al automóvil y la de embestido al
ciclomotor" (fs. 76), dejó implícitamente sentado su criterio en punto a la irrelevancia de tal conclusión, al
adscribir a la tesis de que "... la culpabilidad de quien no cedió el paso al rodado que se aproximaba desde la
derecha, no queda enervada por ser éste el embistente, en tanto y en cuanto aquella prioridad no hubiese
quedado enervada por la magnitud del adelantamiento del rodado embestido..." (fs. 76 vta.).
Así mismo, el pasaje supra transcripto vacía de contenido los demás agravios vinculados a la alegada
omisión que la recurrente imputa al Tribunal a-quo, al no valorar la conducta observada por Santana, y las
pruebas que -según dice- acreditarían que el mismo circulaba en condiciones que le impidieron mantener el
adecuado dominio de su vehículo (v.gr.: a una velocidad superior a la reglamentaria, y con vidrios polarizados).
Ocurre que esos reproches prescinden de la verdadera inteligencia que inspira el fallo en crisis, en tanto,

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partiendo de la premisa que allí se sentara, en el sentido de que la responsabilidad derivada de la prioridad de
paso, sólo podría quedar enervada -total o parcialmente- por "la magnitud del adelantamiento del rodado
embestido", al punto que, quien viola la regla de referencia "... debe probar fehacientemente que ya se
encontraba saliendo de la encrucijada, que la había transpuesto casi en su totalidad" (fs. 75 vta.), le bastaba al
Tribunal de Grado con descartar la verificación de esa eximente, para atribuir responsabilidad exclusiva al
infractor de dicha regla, sin que, a tal efecto, ostentase relevancia alguna el eventual reproche que pudiese
-también- merecer la conducta observada por el conductor del otro vehículo involucrado en el siniestro.
En efecto, nótese que el órgano de Alzada sostuvo que aquella circunstancia eximitoria "... no se acreditó,
muy por el contrario con los propios dichos de Ferrari en su demanda se advierte que recién llegaba a la
intersección de las calles, que vio el auto de Santana, incluso pudo distinguir su color -crema- y él mismo
expresa 'que de no haber acelerado se hubiera detenido en la mitad de la boca-calle'..." (fs. 75 vta.).
Pero, sin perjuicio de desechar la hipótesis de que Ferrari hubiese estado saliendo de la encrucijada al
momento del impacto (todo en base al croquis acompañado por el actor a fs. 138 y el testimonio de Oscar
Enrique López, que daban cuenta de que la colisión se produjo en la mitad de la intersección de ambas arterias;
vide fs. 75 vta.), la Cámara avanzó un paso más en el análisis, al juzgar -seguidamente- la conducta desplegada
por el actor en el evento, en los siguientes términos: "... lo que debió hacer de haber actuado sin negligencia e
impericia era detener totalmente la marcha de su conducido y no correr el riesgo de no salir airoso del trance, y
al no hacerlo -como queda demostrado por sus propias manifestaciones- no ha sido prudente y de haber obrado
con la prudencia exigida por el respeto de la regla mentada, la colisión no se hubiera producido" (sic),
concluyendo, en definitiva, que "... el único culpable del accidente de marras, lo es el conductor de la
motocicleta, es decir, Ferrari, ya que no respetó la preferencia de paso de Santana y no probó el extremo que
pudiera haberle eximido de algo de culpa..." (fs. 76 vta.).
Parece claro, entonces, que el órgano de Alzada, lejos de conformarse con el argumento de que la
transgresión a la regla de prioridad de paso creaba una "presunción" de culpabilidad en contra del accionante, no
desvirtuada por éste, lo complementó con un examen in concreto sobre el punto, que lo llevó a concluir que el
obrar culposo e imprudente de Ferrari, con absoluta abstracción de cualquier juicio de valor que cupiera ensayar
en relación a la conducta observada por el conductor del automóvil, se había erigido en único, exclusivo y
excluyente factor desencadenante del evento dañoso, en tanto, tal como él mismo lo reconociera, antes de iniciar
el cruce de la calzada, a bordo del ciclomotor, había advertido que el vehículo de Santana se aproximaba por su
derecha a elevada velocidad, y decidió -no obstante- transponer la encrucijada.
De tal guisa, la improcedencia formal de este segmento del recurso luce ostensible, por cuanto la
impugnante no ha logrado demostrar que las pruebas que acusa indebidamente soslayadas, ostenten carácter
dirimente, siendo que tal actividad argumentativa resultaba de ineludible agotamiento, dado que, conforme al
temperamento implícitamente propiciado por la Cámara a-quo, la circunstancia de que Santana -sea por elevada
velocidad o reducida visibilidad- no pudiera evitar el impacto, carecería -al menos, en principio- de aptitud
racional suficiente para enervar la conclusión arribada, en punto a que el accidente reconoció como antecedente
causal exclusivo la imprudencia previamente incurrida por Ferrari, al momento de iniciar el cruce de la
intersección.
Queda, así, al descubierto la verdadera entidad del embate, reducido a evidenciar la mera discrepancia de la
recurrente con el criterio de selección y valoración del material probatorio que la Cámara reputara relevante
para la dilucidación del caso, actividad ésta que, por estar reservada a los tribunales ordinarios de la causa,
resulta inmune al control casatorio ejercible por la Sala, a través del carril impugnativo escogido (inc. 1° del art.
383, C. de P. C.).
VI) Tocante al planteo casatorio formalizado con invocación del inc. 4° del art. 383, C. de P.C., corresponde
efectuar una advertencia preliminar, cual es que la alegada contradicción que -según se denuncia- exhibiría la
resolución dictada en autos, en relación a los dos precedentes provenientes de tribunales de apelación en lo civil
y comercial de la Provincia, no engasta en la causal casatoria anunciada por la recurrente, sino en la que
autoriza el inc. 3°, ibíd., en cuyo ámbito corresponde -iura novit curia- analizar la admisibilidad formal de este
segmento del recurso.
Efectuada esa aclaración, adelanto que ninguno de los precedentes arrimados en confrontación satisface los
presupuestos que condicionan la habilitación de la instancia extraordinaria. Doy razones.
En primer término, cuadra recordar que la casación, por el motivo legal invocado, se erige en instrumento
eficaz para la determinación de reglas uniformes, en presencia de interpretaciones antagónicas de la ley, por lo
que su viabilidad se supedita al cumplimiento de las exigencias instituidas como inherentes, entre ellas, que
medie identidad entre los supuestos de hecho sometidos a juzgamiento en sendas ocasiones, y que las
resoluciones confrontadas contengan ínsito el mantenimiento de interpretaciones legales disímiles, de modo tal
que se justifique la intervención de esta Sala, en ejercicio de su función de nomofilaquia y unificación.
En el sublite, conforme a los términos que ilustra el memorial casatorio, el punto respecto del cual recaería
la alegada divergencia sería el relativo a determinar si la regla de la prioridad de paso del que circula por la

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derecha (consagrada en el art. 65 de la Ordenanza 9981) admite -o no- alguna restricción o moderación, frente a
la circunstancia de que el vehículo que circula por la izquierda haya llegado a la encrucijada con anterioridad.
Así circunscripta la temática del planteo formalizado, se estima pertinente prevenir que la función
uniformadora que la ley encomienda a este Alto Cuerpo, al dirimir las vacilaciones interpretativas que origine el
texto de la ley, de alguna manera define el sentido y alcance de las normas, a tal punto que algunos autores
consideran que en su esencia trasciende a la actividad judicial, emparentándose con una labor cuasi legislativa
(cfr. Hitters, Juan Carlos, "Técnica de los recursos extraordinarios y de la casación", Librería Editora Platense,
pág. 121).
De allí que, si bien tal función casatoria se erige en el medio apto para garantizar un criterio uniforme, que
coadyuve a la obtención de una justicia homogénea, que robustezca la seguridad jurídica y la igualdad ante la
ley, ello no obsta a que deba practicarse prudencialmente, circunscribiendo su marco operativo a la precisa
elucidación de la contradicción del derecho acaecida, sin abarcar, ni tan siquiera de modo tangencial, un nuevo
juzgamiento de aspectos de orden fáctico, los cuales -sabido es- escapan al limitado marco cognoscitivo que
compete al Tribunal de Casación.
Sentada la premisa base, que esclarece el específico ámbito de competencia material que habilita la causal
casatoria bajo análisis, se advierten los reparos que dificultan el ejercicio de la función uniformadora, cuando la
diversidad de criterios recae sobre la recta hermenéutica que cabe acordar a la regla de prioridad de paso.
Al respecto, esta Sala ha aludido, con anterioridad, a la inconveniencia e imposibilidad de ejercer la función
de nomofilaquia y unificación sobre la materia traída a estudio (alcance de la regla de la prioridad de paso a
quien circula por la derecha), por cuanto "no se trata de la interpretación de una norma jurídica como entidad
abstracta, sino de la valoración de circunstancias de hecho... no podría imponerse una regla fija, pues en cada
caso a juzgar habrá aspectos diversos que determinarían a la postre, grandes diferencias, imposibles de receptar
adecuadamente en una única regulación" (Sent. N° 38/98).
En sentido coherente con la prevención que se acaba de apuntar, hemos señalado, además, que la aplicación
de la regla de prioridad de paso "... no puede hacerse desatendiendo a las particularidades del caso, por lo que
todo intento de establecer reglas uniformes e inflexibles, significaría standarizar un criterio que obligue al
Tribunal de mérito a hacer caso omiso de las condiciones fácticas sometidas a juzgamiento, irrumpiendo en el
sistema de la libre valoración de la prueba con sujeción a las reglas de la sana crítica racional..." (conf.: Sent. N°
55/2004 y 154/2004, entre otras).
Por todo ello, y atento a la trascendencia práctica que, sin lugar a dudas, el tema suscita en la comunidad
jurídica en general, corresponde iterar que la existencia de una regla de derecho, como es la relativa a la
prioridad de paso, en modo alguno excluye la particular valoración, en cada caso concreto, de circunstancias
muchas veces irrepetibles que puedan aparecer como conexas a la aplicación de aquélla, lo cual pone al
descubierto la inconveniencia de encarar una difícil -cuando no imposible- uniformación de criterios acerca del
sentido en que dicha directiva legal debe ser interpretada.
Pues nadie discute que quien circula por la derecha tiene la prioridad en el paso; mas como la función
juzgadora no es axiomática ni dogmática, sino propiamente problemática; no cabe más que conceder que son las
circunstancias del caso concreto las que determinan el modo en que juega la regla en cuestión, por manera que
su recta hermenéutica no puede establecerse in abstracto, sino in re ipsa loquitur.
Ello sella definitivamente la suerte del recurso por el motivo propuesto, en sentido adverso a su concesión.
VII) A mayor abundamiento, me permito aditar que la cortapisa señalada se hace más evidente aún, en un
caso como el de autos, donde, lejos de presentarse de manera ostensible el pretendido antagonismo
interpretativo, las diversas soluciones asignadas en los precedentes compulsados aparecen claramente
determinadas por la particular ponderación de elementos fácticos diversos, y no por la consagración
jurisprudencial de concepciones jurídicas antitéticas.
En efecto, en el antecedente dictado por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Sexta
Nominación de esta ciudad (Sentencia N° 42 de fecha 04 de julio de 2000, in re "Cardinali, Rolando Flavio c.
Miguel Angel Laciar y Policía Provincial - Demanda Ordinaria", glosada en copia juramentada a fs. 79/83), el
Tribunal interviniente excluyó que, en el caso, se hubiesen verificado las condiciones en las que resulta de
aplicación la regla de prioridad de paso, tales que los vehículos arriben a la intersección "... en forma simultánea
o más o menos simultánea y a similar velocidad, como para que puedan advertirse recíprocamente" (fs.
81/81v.), al tener por acreditado que "... al tiempo de producirse la colisión, el automóvil del actor se desplazaba
a 'velocidad extremadamente lenta''', mientras que el móvil policial de la demandada, no obstante aparecer en la
encrucijada por la derecha de aquél, circulaba "a velocidad inapropiada" (fs. 82).
Fue en base a esa plataforma fáctica, que la Cámara, dejando de lado aquella regla de prioridad, atribuyó
responsabilidad al accionado, en la inteligencia de que "... la velocidad impresa a su conducido le impidió
conservar el debido dominio sobre el mismo, ya que circulando el Opel extremadamente lento, sólo el avance a
ritmo inapropiado por parte del Renault 12 explica que Laciar no pudiera evitar la colisión..." (fs. 82 vta.). Los

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fundamentos apuntados dan acabada cuenta de la palmaria disimilitud que exhibía aquel caso, en relación al
supuesto de hecho que informa el pronunciamiento bajo anatema, en cuyo marco el Mérito atribuyó relevancia
definitoria a dos circunstancias que no se acusaran presentes en aquella oportunidad, tales que el accidente se
produjera en el punto central de la boca-calle, y que el propio actor admitiera que antes de iniciar el cruce, había
advertido que el automóvil del demandado se aproximaba a alta velocidad, por su derecha, aventurándose, pese
a ello, a trasponer la esquina.
En definitiva, la disparidad de desenlaces no reconoce su génesis en el mantenimiento de criterios jurídicos
encontrados, sino en la ausencia de identidad de los elementos de orden fácticos meritados en sendos
resolutorios, lo cual, desarticulando la viabilidad del planteo casatorio fundado en la pretendida contradicción,
impone declarar bien denegado el recurso, en este aspecto, lo que así propongo decidir.
VIII) En cuanto al otro precedente que se cita, dictado por la Cámara en lo Civil y Comercial de Octava
Nominación de esta ciudad (Sentencia de fecha 14 de mayo de 1998, en autos: "Hernando, Blanca T. c. Argiel,
Analía y otro", publicada en LLC, 1999-72), el mismo no satisface los requisitos formales impuestos por el
ordenamiento adjetivo como condicionantes a la admisibilidad del remedio de que se trata.
En efecto, el art. 383, inc. 3°, C.P.C. -en lo que aquí nos ocupa- prescribe: "que el fallo se funde en una
interpretación de la ley que sea contraria a la hecha, dentro de los cinco años anteriores a la resolución recurrida,
por el propio tribunal de la causa, por el Tribunal Superior de Justicia,...".
De dicho texto normativo resulta la consagración de un claro condicionamiento temporal, insusceptible de
ser prescindido, ni aún a título de declinación de formalidades que pudieran reputarse exacerbadas, cual es que
la oposición interpretativa de los pronunciamientos haya tenido lugar dentro del plazo máximo de retroacción de
cinco años, computables a partir de la data que informa la decisión objeto de ataque.
En el caso, partiendo de la premisa de que la sentencia recaída en autos fue dictada el día 21 de noviembre
de 2003, la citada como antípoda, en tanto registra como fecha de emisión el 14 de mayo de 1998, no reviste la
aptitud necesaria para habilitar la instancia extraordinaria a los fines pretendidos.
Por lo demás, la deficiencia formal detectada, conspirando de modo insalvable contra la procedencia formal
del recurso deducido con su invocación, impone declararlo bien denegado, sin necesidad de abundar en mayores
consideraciones a su respecto.
Así voto.
El doctor Carlos Francisco García Allocco dijo:
Coincidiendo con la conclusión a que arriba el Señor Vocal de Primer voto y resultando ajustada a derecho,
opino en forma coincidente con el criterio de solución que mi colega propicia.
El doctor Domingo Juan Sesín dijo:
Adhiero a los fundamentos y solución a que arriba el Señor Vocal del primer voto.
Así voto.
2ª cuestión. — El doctor Armando Segundo Andruet (h.) dijo:
A mérito de las conclusiones arribadas en el presente Acuerdo, corresponde declarar formalmente
improcedente la queja.
Dejo en tal sentido expresado mi voto.
El doctor Carlos Francisco García Allocco dijo:
Coincidiendo con la conclusión a que arriba el Señor Vocal de Primer voto y resultando ajustada a derecho,
opino en forma coincidente con el criterio de solución que mi colega propicia.
El doctor Domingo Juan Sesín dijo:
Adhiero a la solución a que arriba el Señor Vocal del primer voto.
Así voto.
Por el resultado de los votos emitidos, previo acuerdo, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de su
Sala en lo Civil y Comercial, RESUELVE: Declarar formalmente improcedente la queja.
Seguidamente y en estos mismos autos, se reúnen en audiencia pública los Sres. Vocales integrantes de la
Sala Civil y Comercial, conjuntamente con los que componen la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia,
Dres. Armando Segundo Andruet (h.), Carlos Francisco García Allocco, Domingo Juan Sesín, María Esther
Cafure de Battistelli, Aída Lucía Tarditti y Luis Enrique Rubio, en composición especial, a fin de dictar
resolución en punto a la queja por denegación del recurso de casación fundado en la causal del inc. 4° del art.
383, C. de P. C.
La Sala Ampliada fija las siguientes cuestiones a resolver:
1ª ¿Es procedente el recurso directo? 2ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? 1ª cuestión. — El doctor

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Armando Segundo Andruet (h.) dijo:
I) La Dra. E. M. H., invocando su condición de apoderada del actor, ocurre en vía directa ante esta Sede, en
razón de que la Cámara Criminal, Correccional, Civil y Comercial, de Familia y del Trabajo de la ciudad de
Laboulaye, mediante Auto N° 9 de fecha 12 de abril de 2004, denegara la concesión del recurso de casación
fundado en la causal del inc. 4° del art. 383, C. de P.C., oportunamente interpuesto en contra de la Sentencia N°
10, fechada el 21 de noviembre de 2003.
II) El recurso denegado, en lo que es de interés en el presente, admite ser compendiado como sigue:
Con invocación de la causal casatoria contemplada en el inc. 4°, la impugnante sostiene que la interpretación
legal propiciada por el Mérito es contraria a la efectuada por el Tribunal Superior de Justicia, a través de su Sala
Penal, en las causas "Benguria, Jorge P." (Sentencia datada el 23 de junio de 2000, publicada in extenso en
LLCba., 2001-176) y "Bessone, Adrián A." (Sentencia de fecha 04 de setiembre de 2000, publicada a texto
completo en LLCba., 2001-181).
El aval del antagonismo acusado, manifiesta que, en el precedente citado en primer término, se sentó criterio
en el sentido de que "La regla 'derecha antes que izquierda' para la prioridad de paso de dos automotores es de
aplicación cuando ambos rodados llegan simultáneamente al cruce, pero no cuando quien debe ceder el paso
haya llegado antes o haya transpuesto la mitad del cruce", añadiendo que, en el restante pronunciamiento
evocado, el Alto Cuerpo declaró: "Resulta responsable del delito de homicidio culposo en una colisión de
rodados quien, a pesar de llegar desde la derecha a la intersección de dos calles, conducía su vehículo en forma
imprudente, lo que impidió que tuviera el pleno dominio del mismo, pues la regla de prioridad de paso al que
circula por la derecha no puede operar en beneficio de quien también ha incurrido en una violación de otros
deberes de cuidado y no lo exime de responsabilidad en el hecho endilgado".
III) A modo de acotación liminar, deviene impostergable aclarar que los antecedentes jurisprudenciales
arrimados como antípoda no engastan en la causal casatoria invocada (inc. 4° del art. 383, C. de P.C.), por
cuanto, si bien los mismos emanan del Tribunal Superior de Justicia, las declaraciones contenidas en ellos no
fueron vertidas en ocasión de unificar jurisprudencia sobre el punto, razón por la cual corresponde proceder,
iura novit curia, a la recalificación jurídica del embate, subsumiéndolo bajo las previsiones del inc. 3° del art.
383, C. de P. C., lo que así dejo establecido.
IV) Ahora bien, formulada esa aclaración, anticipo mi opinión en sentido adverso a la procedencia formal
del recurso directo. Doy razones.
Conforme lo señalara en el Acuerdo precedente, al emitir mi voto integrando la Sala Civil y Comercial, la
queja adolece de una ostensible insuficiencia técnica, atento que su articulante ha omitido desplegar una
argumentación crítica concreta, tendiente a desvirtuar el acierto intrínseco de la fundamentación aportada por el
Mérito en sustento de la repulsa, que, en consecuencia, resta inconmovida.
Siendo ello así, y atento que el déficit de proposición que obsta la procedencia de este segmento de la queja,
es el mismo que se detectara al tratar el recurso directo por denegación del recurso deducido por la vía de los
incs. 1° y 3° del art. 383, C. de P. C., vienen plenamente a cuento las reflexiones vertidas en aquélla
oportunidad, las que doy por reproducidas aquí, en honor a la brevedad.
En definitiva, propongo declarar formalmente improcedente la queja. Así voto.
V) Sin perjuicio del desenlace impuesto en el apartado que precede, y en miras a arrimar mayor grado de
satisfacción al ánimo del justiciable, estimo pertinente insistir en que la particular naturaleza de la materia traída
a estudio atentaría, de todos modos, contra la admisibilidad formal de la pretensión casatoria tendiente a la
uniformación de la hermenéutica asignable in abstracto a la regla de prioridad de paso.
La oposición de dicho ápice formal se torna incuestionable, a poco que se repare en que las distintas
conclusiones a que los órganos jurisdiccionales puedan haber arribado, a mérito de la aplicación in concreto de
la misma regla de derecho -prioridad de paso de quien aparece por la derecha-, no reflejan, en rigor, una
divergente inteligencia de la ley -único motivo que autoriza la intervención de este Alto Cuerpo, en ejercicio de
su función de nomofilaquia y unificación-, sino, diversamente, la particular apreciación de los extremos de
hecho que informara cada caso en particular, actividad intelectiva ésta que, estando reservada a los tribunales
ordinarios de la causa, no puede ser reexaminada en casación, so pretexto de unificación, sin invadir el ámbito
de competencia que les es propio.
Concurren, al efecto, análogas razones a las expuestas por este Tribunal, a través de la Sala Civil, en
tratamiento de la causal del inc. 3° del art. 383 C. de P. C., a las que remito, a fin de evitar inútiles reiteraciones.
VI) En esa misma inteligencia, cabe poner de resalto que el reparo formal supra referido aparece
especialmente ostensible en el caso, por cuanto ninguno de los casos fallados por la Sala Penal presentan
adecuada relación de identidad fáctica con el que informan las presentes actuaciones. De ahí que tampoco quepa
predicar la existencia de temperamentos interpretativos contradictorios en torno a la misma regla de derecho.
Así, si bien en el decisorio dictado in re "Bessone, Adrián A." (Sentencia de fecha 04 de setiembre de 2000,

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publicada a texto completo en LLCba., 2001-181), se sostuvo que la regla de prioridad de paso al que circula
por la derecha "... no puede operar en beneficio de quien también haya incurrido en una violación de otros
deberes de cuidado (...) y que importan un obrar imprudente..." (fs. 91), no es menos cierto que dicha
declaración fue emitida en un contexto de suyo diverso al que informa el sublite, pues en aquella oportunidad se
trataba -puntualmente- de juzgar la responsabilidad penal del conductor que arribara a la encrucijada por la
derecha, "... con independencia de la responsabilidad que le cupo al otro conductor protagonista del hecho en
cuestión (...), el que ha sido sobreseído en la etapa instructoria" (fs. 89/90).
Además, allí se hizo especial mención a las circunstancias de hecho tenidas en cuenta por el juzgador, y en
cuyo mérito se privilegiara, en el caso concreto, el deber de circular con cuidado y precaución, por sobre la
prerrogativa derivada de la regla de prioridad de paso, tales "... el lugar donde se produjo el accidente, esto es en
un camino polvoriento, la gran altura (tres metros) de las malezas existentes a ambos costados del camino, que
dificultaba la visibilidad..." (fs. 91), ninguna de las cuales -huelga aclarar- se revelaran cumplidas en el caso de
marras.
VII) Y respecto del otro precedente, dictado en la causa "Benguria, Jorge P." (Sentencia datada el 23 de
junio de 2000, publicada in extenso en LLCba., 2001-176), la impugnante, al formalizar su presentación
casatoria, se ha limitado a transcribir un párrafo de dicha resolución, en la cual se expresara que la regla
"derecha antes que izquierda" es de aplicación cuando ambos rodados llegan en forma simultánea, "... pero no
cuando quien debe ceder el paso haya llegado antes o haya transpuesto la mitad del cruce" (vide fs. 132 vta.).
Individualizado en esos términos el pasaje del cual surgiría la alegada contradicción, basta con acudir al
texto que ilustra la resolución atacada, para advertir no sólo que el antagonismo acusado en sustento de este
capítulo impugnativo no existe, sino que -a la inversa- el temperamento cuya aplicación al caso se auspicia es
sustancialmente coincidente con el que subyace implícito a la decisión resistida, en tanto el Mérito hiciera
especial referencia a que "Del croquis acompañado por el propio Ferrari y anejado a fs. 138 de los presentes,
fluye que los vehículos llegaron simultáneamente al cruce de las boca-calles. Este croquis es incontrastable y
fue acompañado repito por quien no respetó la regla de tránsito, en el mismo reconoce como punto en que
ocurre el accidente el cruce central de las boca-calles, por tanto no puede sostener que no se aplique la regla de
prioridad de paso" (fs. 75 vta.).
Resulta fácil advertir, entonces, que la Cámara, lejos de imprimir a la regla de prioridad de paso carácter
absoluto, reconoció que la misma admitía excepciones, no obstante lo cual desechó que, en el caso, se hubiese
verificado alguno de los supuestos que autorizarían dejarla de lado.
De tal guisa, el planteo casatorio fundado en aquella supuesta contradicción queda vacía de contenido, por
cuanto la explícita aplicación del criterio interpretativo sentado en el fallo citado no ostentaría virtualidad alguna
para revertir la solución asignada a la controversia de marras.
Por todo ello, voto por la negativa a esta primera cuestión.
Así me expido.
El doctor Carlos Francisco García Allocco dijo:
Coincidiendo con la conclusión a que arriba el Señor Vocal de Primer voto y resultando ajustada a derecho,
opino en forma coincidente con el criterio de solución que mi colega propicia.
El doctor Domingo Juan Sesín dijo:
Adhiero a los fundamentos y solución a que arriba el Señor Vocal del primer voto.
Así voto.
La doctora Aída Tarditti dijo:
Por compartir las consideraciones del vocal del primer voto, voto en igual sentido a esta primera cuestión
planteada.
El doctor Luis Enrique Rubio dijo:
Adhiero a los fundamentos y conclusiones a que arriba el Doctor Armando Segundo Andruet (h.). Por ello,
compartiéndolos, voto en igual sentido a la primera cuestión planteada.
La doctora María Esther Cafure de Battistelli dijo:
I) A mi modo de ver, el planteo casatorio que se pretende someter a conocimiento de esta Sala Especial ha
sido bien denegado por la Cámara a-quo.
Ello así, por cuanto los precedentes emanados de la Sala Penal de este Alto Cuerpo que se citan en
confrontación no satisfacen uno de los requisitos a los que el ordenamiento ritual vigente supedita la viabilidad
del remedio extraordinario local, por la vía impugnativa invocada (inc. 4° del art. 383, C. de P. C., fs. 126), tal
que la interpretación legal contenida en ellos haya sido sentada por el Tribunal Superior de Justicia "... en
ocasión de un recurso fundado en el inciso precedente", esto es, en oportunidad de unificar criterios
jurisprudenciales antagónicos sobre el punto. Dicho ápice formal, conspirando de modo insalvable contra

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viabilidad formal del recurso intentado, impone per se el rechazo de la queja, lo que así sugiero decidir.
II) A todo evento, acótase que, aún de examinarse la contradicción denunciada, a la luz de la causal prevista
en el inc. 3° del art. 383, C. de P. C., el desenlace sería el mismo, puesto que, tal como lo apuntara el Mérito en
su resolución denegatoria (vide fs. 151v./152), este Tribunal ha sostenido en caso análogos al presente, que la
temática vinculada a la regla de la prioridad de paso del vehículo que aparece por la derecha no constituye
materia susceptible de uniformación en Sede casatoria.
Ello así, en el entendimiento de que las distintas conclusiones a que los órganos de Grado puedan haber
arribado, por aplicación de la misma regla de derecho -prioridad de paso-, no obedece a una divergente
inteligencia de la ley, sino, sencillamente, a una apreciación diferente de los hechos y de las pruebas que
informa cada caso particular, actividad intelectiva ésta que no admite ser reexaminada en casación, bajo pretexto
de unificación (cfr.: Sent. N° 71/04 y N° 47/2005, entre otras).
III) En definitiva y coherente con el temperamento expuesto, propongo declarar bien denegado el recurso de
casación fundado en el motivo del inc. 4° del art. 383, C. de P. C.
Dejo en tal sentido expresado mi voto.
2ª cuestión. — El doctor Armando Segundo Andruet (h.) dijo:
A mérito de las conclusiones arribadas en el presente Acuerdo, corresponde declarar formalmente
improcedente la queja.
El doctor Carlos Francisco García Allocco dijo:
Coincidiendo con la conclusión a que arriba el Señor Vocal de Primer voto y resultando ajustada a derecho,
opino en forma coincidente con el criterio de solución que mi colega propicia.
El doctor Domingo Juan Sesín dijo:
Adhiero a los fundamentos y solución a que arriba el Señor Vocal del primer voto.
Así voto.
La doctora Aída Tarditti dijo:
Por compartir las consideraciones del vocal del primer voto, voto en igual sentido a esta segunda cuestión
planteada.
El doctor Luis Enrique Rubio dijo:
Adhiero a los fundamentos y conclusiones a que arriba el Doctor Armando Segundo Andruet (h). Por ello,
compartiéndolos, voto en igual sentido a la segunda cuestión planteada.
La doctora María Esther Cafure de Battistelli dijo:
Dejando a salvo mi opinión en punto a las razones que determinarían el fracaso de la queja, y atento el
resultado obtenido en el presente Acuerdo, adhiero a la solución propiciada por los Sres. Vocales que me
preceden en el voto.
Así me expido.
Por el resultado de los votos emitidos, el Tribunal Superior de Justicia, a través de la Sala Ampliada,
RESUELVE: Declarar formalmente improcedente la queja. — Armando Segundo Andruet (h.). — Carlos
Francisco García Allocco. — Domingo Juan Sesín. — Aída Tarditti. — Luis Enrique Rubio. — María Esther
Cafure de Battistelli.

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