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Mónica Bardi
Adriana Libonati
Para que esta ilusión se mantenga dentro de una población con marcadas diferencias
económicas, culturales y socio generacionales, es necesario que los códigos semánticos
de articulación no se presenten como demasiado complejos. Porque es necesario transiten
sin tropiezos de significación - para cumplir con su tarea primordial de instalar en los
imaginarios los temas, sub-temas, cifras y protagonistas de la llamada realidad - por
unidades poblacionales diferentes mundializadas.
Recordemos en ese sentido las palabras de Renato Ortiz :
En las sociedades contemporáneas la conducta (...) solo puede entenderse si la
situamos en el horizonte de la mundialización. Camisetas, zapatillas, pantalones
vaqueros, ídolos de rock, surf, son referencias desterritorializadas que forman parte
de un léxico y de una memoria popular juvenil de carácter internacional.
(Mundialización y cultura)
Una de las formas más utilizadas para conseguir los objetivos precedentes es la
incorporación de estereotipos, que cristalizan determinados sentidos sociales e ideológicos
y que son, la cara visible del sistema comunicacional mediático e interpersonal. Funcionan
como síntesis y caracterización; siendo los encargados de implementar las modas y
desusos de los productos culturales y sus representaciones.
Esta construcción constante de personajes y modelos, tanto positivos como negativos, y
en los que, determinados tópicos pueden pasar de una valoración a otra en poco tiempo;
se caracteriza por ser una presencia aparentemente efímera, que en la diacronía se
muestra persistentemente durable.
Hay una selección de imágenes - en su sentido extenso - que se registran con una clara
intención axiológica sobre: actitudes, consumos, costumbres, tradiciones, que pueden
elevar o estigmatizar, tanto a individuos como a grupos, productos, géneros o naciones.
Todos hemos incorporado la idea de familia tipo, con un padre que trae el dinero a la casa
y una madre que cocina, lava y plancha. Aunque hoy, entendemos a la familia con otras
cualidades y diversificaciones, es este que evocamos, el modelo familiar más
generalizado y el que se sigue usando en los Medios. Ejemplos de esta construcción
pueblan aún la pantalla televisiva.
Los animales, constituyen también signos emblemáticos. Son las primeras representaciones
de los humanos, sean estas en formas de pinturas rupestres o imágenes de bulto
rudimentarias en el paleolítico o, ya en el neolítico, como representación de pastores y sus
medios de vida. Fueron las danzas de ritualización, nacidas del movimiento de los
animales., de la misma forma que la imitación de sus trinosy gruñidos, el inicio de los
cantos. Sus pieles y dientes se convierten en trofeos y ostentación, y en otro orden de
cosas, también como protección, en la forma de amuletos.
Son la representación más evidente del encuentro con la otredad. Funcionan desde edades
muy tempranas como la más importante representación de la deidad y lo sobrenatural..
Sus particulares condiciones son las primeras comparaciones entre las diferentes
características humanas: astuto como un zorro, fuerte como un toro, veloz como un águila.
Su importancia emblemática radica fundamentalmente en que las imágenes de los animales
representaron diferentes atribuciones en las culturas.
Por ejemplo: en las culturas provenientes de la región de la medialuna de las tierras fértiles
y sus derivaciones y por lo tanto desde el origen de occidente, el león, es tomado como
símbolo de realeza y deidad simultáneamente. Signo inequívoco de la unión entre los
poderes divinos y terrenales.
Otro estamento similar en el tiempo es la figura del toro. Que representará a las
emergencias de las clases mercantiles, todavía totalmente sometidas a los poderes
antedichos. La cultura minoica es un ejemplo de esta simbolización. El León vence al
Toro.
En otros lugares como ser la América precolombina la unión imposible de las
características de los animales creo un mundo de imágenes complejas, las serpientes se
emplumaron y los felinos asumieron las facciones de los monos. Los animales valorados
negativamente serían aquellos que sirven para estigmatizar, por ejemplo: el olor del
zorrino, la rapacidad sin esfuerzo de las hienas, las metamorfosis de los batracios.
En el siglo XX, la industria mediática los incorpora profusamente, y si atendemos a uno de
los mayores propagadores y socializadores de la Cultura como ser los productos destinados
al consumo de las audiencias infantiles y adultas, los animales vivos o extinguidos se
utilizan para recrear la historia. Para difundir categorías axiológicas, para perpetrar
sentidos instalados y directamente para, a partir de la emoción, hacer propaganda política.
Ya sea desde la instalación del código medioambiental: Tenemos un solo mundo; a la
difusión de prototipos heroicos como en el Rey León, continuación en el poder siempre de
la misma clase social, Lassie, fidelidad y altruismo, Aladar, sistemas míticos de
explicación de los liderazgos, Valiant, en heroísmo en tiempo de guerra. etc.
Hay todavía otra categoría de signos mas extensa y trivial. Revisten significados
ambivalentes y resultan tan corrientes que su uso puede pasar desapercibido por los
espectadores. Modelos de ellos son: Las puertas que acompañan las entradas y salidas de
sujetos y situaciones, pero que en sí mismos también significan ingresos o egresos
voluntarios o forzados, transformaciones del espacio, etc. En su forma canónica de ícono
establecen localizaciones fundantes o reconocimientos turísticos o de competencia. Por
ejemplo; las puertas del Paraíso (Giberti) o las Puertas del Infierno (Rodin) o los arcos de
Triunfo, o las entradas de los palacios. La productividad de este signo pareciera ser
inabarcable ya que por medio de ellas es posible trasladarse de un tiempo a otro, de un
espacio a otro y por distintos niveles de realidad.. En las producciones de aventuras
actuales, que ilustran tránsitos entre el espacio real al virtual, hay grandes referencias a
este tópico., valgan como ejemplificación los casos de films consagrados: Monsters Inc ,
Matrix y Stargate.
Un apartado especial son los tópicos que atraviesan la historia de nuestra cultura.
Destacamos las distintas imágenes del paraíso. Un chiste coloquial las ubica en los rubros
de las cinco “A”: Aire, Agua, Amor, Amigos, Arte. En todos sus casos se refiere a la
naturaleza domesticada, que desde el neolítico significa esfuerzo y que sin perder esa
condición, en nuestros días ha dado en llamarse, consumo.
Su contrapartida son las imágenes del infierno. Hoy son representadas desde el documental
o la ficción con los horrores de la guerra, del hambre, la radiación, la naturaleza indómita,
la inseguridad, la violencia callejera, etc.
Para terminar con esta breve reseña de algunos estereotipos tomemos el agua. Signo que
participa de múltiples categorías. Es tanto visual como sonoro y de tal importancia que
últimamente su función no solo es ambientadora de bienestares o tormentos, sino que se ha
convertido en diegética, significa por si misma. Ejemplo de ello fue la trasmisión en
directo del desprendimiento del glaciar Perito Moreno en marzo de 2004. Registrando el
evento se encontraban por igual, sistemas reproductores de la imagen como del sonido.
Ahora, 2006, la cultura digital replantea las categorías de audiencia, persistencia, alcance,
repetición. Desde un análisis de las circulaciones por la web, tanto los grandes Medios con
sus poderes monopólicos como los usuarios, se sirven simultáneamente de los estereotipos
canonizados en el siglo XX. Pueden mencionarse a modo de ejemplo entre miles, el uso
del fotolog - desde el lugar de los jóvenes – donde muchas imágenes fotográficas
personales imitan a poses eróticas fijadas por la publicidad.
Ya sumergidos en el siglo XXI, los estereotipos instalados por la cultura mediática del siglo
XX se convierten el generalizadores de aproximación de unidades heterogéneas. Son los
puntos que convierten en redes, los itinerarios.