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WINNICOTT

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-ÍNDICE-

MARCO CONCEPTUAL…………………………………………………………....…….3

RELACIÓN TERAPÉUTICA………………….......……………………………………....9

ASPECTOS TÉCNICOS………………………………………………………………….14

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………..20

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MARCO CONCEPTUAL

Donald Woods Winnicott fue un prestigioso pediatra y psicoanalista inglés que hizo hincapié
en la influencia del medio sobre el desarrollo psíquico del bebé, así el ser humano lleva en sí
una tendencia innata a desarrollarse y unificarse y es el entorno (la madre) el que permitirá o
entorpecerá el libre despliegue de los procesos madurativos. Winnicott establece nexos entre
las características de la provisión ambiental y la representación que el sujeto logra de sí
mismo, y también con el tipo de vínculo que establecerá con las demás personas, así si la
experiencia inicial de Freud descubre al “niño en el adulto” cuando Winnicott dirige su mirada
clínica a los niños descubre al “adulto que hay en el niño”, es decir la impronta de ese adulto
que lo cría y le impone su propia personalidad a partir de los cuidados en los primeros años
de vida.

Rechazó la radicalización de las dos posturas contemporáneas más fuertes, encarnadas por
Anna Freud y Melanie Klein ya que ni la confianza ingenua en una realidad con efectos en la
subjetividad sin mediaciones imaginativas del propio individuo ni el encierro en una pura
fantasía que desconoce los rigores de la realidad convencieron a Winnicott para comprender
el origen del desarrollo emocional de los seres humanos. Par pensar qué es un bebé es
necesario tener en cuenta a la realidad externa (padres) y la realidad interna (su mundo
pulsional). El psiquismo infantil se desarrolla en una zona a la que denominaremos “zona
transicional” , concepto central en la obra de Winnicott que desarrollaremos más tarde.

Según la interacción entre el entorno y el desarrollo psíquico del ser humano distingue:

- Período de dependencia absoluta respecto de la madre

El bebé depende enteramente del mundo que la madre le ofrece, pero lo más importante y lo
que está en la base de la teoría de Winnicott es el hecho de que el bebé desconoce su
estado de dependencia. Las necesidades del lactante son indudablemente de orden corporal,
pero no se limitan a las tensiones instintivas, también existen necesidades ligadas al
desarrollo psíquico del yo del infante. Todos los procesos de un infante vivo constituyen un
seguir siendo, la madre capaz de entregarse durante un lapso limitado a su tarea natural,
puede proteger el seguir siendo del infante. Toda intrusión o falla de la adaptación causa una
reacción en el infante, y esa reacción quiebra el seguir siendo ya que se vive como una

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angustia inconcebible por parte del bebé. Si la pauta de la vida del infante es reaccionar a las
intrusiones, se produce una seria interferencia con la tendencia natural de la criatura a
convertirse en una unidad integrada, capaz de seguir teniendo un self con pasado, presente y
futuro.

De este modo se estructura la quilla para la salud mental futura. La idea principal es que
todas estas fallas son impredecibles; el infante no puede explicarlas en términos de
proyección, y su resultado es la aniquilación del individuo cuyo "seguir-siendo" se interrumpe.
Si la propia madre no está enferma, de hecho evita este tipo de falla en el cuidado del infante:
"preocupación materna primaria"

cualquier falla de la adaptación temprana es un factor traumático que obstaculiza los


procesos integradores que conducen al establecimiento de un self que "sigue-siendo", que
logra una existencia psicosomática y que desarrolla capacidad para relacionarse con los
objetos.

- Las tres funciones maternas

• la presentación del objeto,

Al ofrecer el pecho en el momento aproximadamente oportuno, la madre procura al bebé la


ilusión de que él mismo ha creado el objeto cuya necesidad siente confusamente. Al darle la
ilusión de esta creación, la madre posibilita al bebé una experiencia de omnipotencia, durante
este período de dependencia absoluta, la madre, que se las arregla para estar disponible
ante una excitación potencial del chiquillo, permitirá que con el transcurso de las mamadas
éste adquiera la capacidad de asumir relaciones excitantes con las cosas o las personas.
Dicho de otra manera, el ser humano será capaz de experimentar emociones, sentimientos
de amor u odio sin que representen una amenaza ni sean motivo de angustia insoportable.
Es la madre la que posibilita con sus cuidados que el pecho se constituya en el primer
símbolo para el encuentro y comunicación con ella, y no a la inversa como cree Klein que sea
la simbolización temprana del pecho materno por parte del bebe lo que construya la relación
con la madre.

• el holding,

“Los bebés no existen” Winnicott afirma que cuando ve a un bebé, lo que en realidad observa
es cómo lo sostiene la madre, sin este sostén el bebé no puede empezar a desarrollarse,
rechazando una vez más la noción Kleiniana de intención subjetiva del bebé, ya que es la

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madre con sus cuidados quien le va significando al bebé los posibles sentidos de sus
estímulos. El mantenimiento psíquico consiste en sostener el yo del bebe en su desarrollo, es
decir, ponerlo en contacto con una realidad exterior simplificada, repetitiva, de modo tal que el
yo naciente se haga capaz de hallar los puntos de referencia simples y estables para
conseguir el trabajo de integración en el tiempo y en el espacio, viviendo una continuidad
existencial. Sostén es dar un lugar (brazos, cuna, historia familiar) y ofrecer un
tiempo( ideales, futuro, destino).

• el handling.
Manipulación del bebé necesaria para el bienestar físico del bebé quien podrá ir uniendo su
vida psíquica con su cuerpo logrando la personalización.

- La madre suficientemente buena


La madre que durante los primeros meses de la vida de su hijo se identifica estrechamente
con éste, adaptándose “a la perfección” a sus necesidades, es calificada por Winnicott de
madre suficientemente buena.

La madre suficientemente buena permite que el bebé desarrolle una vida psíquica y física
apoyada en sus tendencias innatas, porque es capaz de responder satisfactoriamente a la
ilusión de omnipotencia del bebé. Este puede experimentar entonces un sentimiento de
continuidad de existir que es signo del surgimiento de un verdadero self, de un verdadero sí
mismo; por el contrario la madre insuficientemente buena no tiene capacidad para
identificarse con las necesidades de su hijo, en lugar de responder a los gestos y
necesidades espontáneos del bebé le impondrá los suyos propios (falso self).

- El verdadero self
Según Winnicott el verdadero self es la persona que es yo y solamente yo, porque se
construye fundamentalmente a partir del ejercicio de sus tendencias innatas. “el gesto
espontáneo es el verdadero self en acción, sólo el verdadero self puede ser creador y sólo el
verdadero self puede ser sentido como real”. Es posible gracias a una madre que permite y
premia el comportamiento espontáneo del bebé sin imponerle sus propias conductas.

- El falso self

Frente a una madre incapaz de sentir sus necesidades, el bebé renuncia a la esperanza de

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verlas satisfechas Se adapta a unos cuidados maternos que no son los que precisa. El bebé
desarrolla una personalidad construida a partir de un falso self

La organización de la vida psíquica basada en un falso self lleva al individuo a experimentar


un sentimiento de irrealidad con respecto a sí mismo, a los otros y a la vida en general. Su
capacidad de adaptarse al entorno esta hipertrofiada.

En esta época, el bebé tiene necesidad de una madre que sostenga el nacimiento y
desarrollo de las principales funciones del yo, es decir, la integración en el tiempo y en el
espacio, el encuentro con los objetos del mundo exterior y la unificación de la vida psíquica y
el cuerpo.
De los grados y variedades que presenten estas carencias de adaptación materna, y de la
manera en que el bebé logre acomodarse con ellas dependerá el que evolucione o no hacia
una forma de organización patológica de la personalidad.

- Período de dependencia relativa


Esta dependencia es relativa por cuanto el niño toma conciencia de su sujeción, y en
consecuencia tolera mejor los defectos de adaptación de su madre, volviéndose capaz de
aprovecharlos para su desarrollo. La falla abre la percepción de ese algo que cuida: la madre.
De modo que la madre es el resultado de su falla en el marco de sus buenos cuidados. La
madre suficientemente buena resulta ser aquella que falla confiablemente (no caóticamente).
El bebé está ahora en condiciones de reconocer los objetos y las personas como
componentes de la realidad exterior. Percibe a su madre separada de él, ésta reanuda su
vida personal o profesional e introduce moderados “defectos de adaptación” respecto del
niño.
Este es el momento en que el niño comienza a percibir a la madre de manera unificada; por
un lado está la madre de los momentos de calma y por otro la de los momentos de excitación
de las comidas en las que está implicada la agresividad; para que el chiquillo comprenda que
la madre de los momentos de excitación no quedó destruida por su agresividad, le es
necesario reconocer que la madre de los momentos de calma a la que vuelve a encontrar es
la misma persona. Para culminar este proceso de integración de las dos figuras maternas el
bebé necesita de una madre suficientemente buena.

- Los fenómenos transicionales (una de las más importantes aportaciones de


Winnicott)

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Volvamos al momento en que la madre provee el pecho coincidentemente con la necesidad
del bebé generando en éste la ilusión de haber creado lo dado. De acuerdo con esta
descripción la creación del objeto se produce en una intersección entre lo interno, creatividad
primaria, y lo externo, la adaptación de la madre a las necesidades del bebé. Si bien lo que
resulta es un objeto subjetivo, no es posible describir este fenómeno ni como puramente
subjetivo, ni como objetivo. De hecho confluyen para que en el mismo sea posible tanto lo
subjetivo como lo objetivo. Es en ese sentido que Winnicott sostiene la insuficiencia de la
dicotomía tradicional kleiniana subjetivo-objetivo. “¿Dónde está sucediendo este intercambio
que estamos teniendo ahora? ¿En mi cabeza, que razona las palabras y especula el efecto
que estas van a tener en vosotros, o en vuestro interior, donde vais midiendo y meditando la
consistencia y el valor de lo que intento deciros?” Propone que las experiencias de
intercambio simbólico entre los seres humanos (como un dialogo) que producen crecimiento
en ellos no suceden “dentro” o “fuera” de ellos, sino en una tercera zona, que no está ni
dentro ni fuera de cada sujeto, pero está fuera y dentro al mismo tiempo; se trata de un
espacio potencial que se construye-o no – entre ellos. La propuesta de pensar el intercambio
de los seres humanos en términos de “tres” le llevan a inventar como objeto de interés
subjetivo a un objeto distinto: “el objeto transicional” que escapa la lógica de lo “interno-
externo”, a semejanza del “objeto a” de Lacan que pudo pensarlo inspirado por las ideas
Winnicottianas. La descripción de este tipo de fenómenos supone una tercera zona
intermedia entre ambas, una zona intermedia de experiencia a la cual contribuyen la
realidad interior y la vida exterior, es un estado intermedio entre la incapacidad del
bebé para reconocer y aceptar la realidad y su creciente capacidad para ello.
Denominará a dicha zona, zona de la ilusión, zona por excelencia de los fenómenos
transicionales.

Después de un periodo en el que el bebé vivió la ilusión de ser omnipotente descubre que en
realidad depende de su madre para satisfacer sus necesidades; se enfrenta a la desilusión.
El calificativo transicional indica el lugar y la función que estos fenómenos y objetos pasarán
a ocupar en la vida psíquica del niño, porque irán a alojarse en un espacio intermedio entre la
realidad interior y la exterior. Lo importante, más que los objetos transicionales es la
existencia del ESPACIO TRANSICIONAL. Como objetos transicionales están el trozo de
manta que el bebe chupa y usa para acariciarse, el peluche con el que sustituye en parte a su
madre y hace frente a la ansiedad depresiva, así como el balbuceo que entona antes de
dormir con los mismos objetivos ya mencionados. El primer objeto significativo debe estar a
mitad de camino entre lo subjetivo(creado) y lo objetivo (dado), revestido de esa cualidad de
paradoja(creado-dado) se construye el primer objeto simbólico para un ser humano: “objeto

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transicional”, que está a mitad de camino entre lo “yo” y lo “no-yo”.

- Objeto transicional y creación de símbolos

Es cierto que un trozo de manta (o lo que fuere) simboliza un objeto parcial, como el pecho
materno. Pero lo que importa no es tanto el valor simbólico como su realidad. El que no sea
el pecho (o la madre) tiene tanta importancia como la circunstancia de representar al pecho
(o a la madre). Cuando se emplea el simbolismo el niño ya distingue con claridad entre la
fantasía y los hechos, entre los objetos internos y los externos, entre la creatividad primaria y
la percepción. Lo importante es que el niño pueda simbolizar la ausencia de la madre como
origen de toda simbolización posible (no se simboliza la presencia de un objeto que no está).

“Pero en mi opinión el término de objeto transicional deja lugar para el proceso de adquisición
de la capacidad para aceptar diferencias y semejanzas. Creo que se puede usar una
expresión que designe la raíz del simbolismo en el tiempo, que describa el viaje del niño,
desde lo subjetivo puro hasta la objetividad; y me parece que el objeto transicional es lo que
vemos de ese viaje de progreso hacia la experiencia.”

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RELACIÓN TERAPÉUTICA

-Para Winnicott, la cura analítica freudiana estaría dirigida al paciente que recibió
unos cuidados 'suficientemente buenos', que posibilitaron el desarrollo de su YO, y
que adquirió por tanto una organización psíquica de orden neurótico.
Para todos los otros pacientes con trastornos originados en los primeros meses de
vida, es necesario que la cura promueva la reanudación de los procesos madurativos
de la primera infancia. Y esto sólo podrá tener lugar en el marco de una relación de
fuerte dependencia con el analista, de manera que éste ocupe el lugar de la madre
suficientemente buena, y responda a las necesidades del paciente al modo que la
madre responde a las necesidades del bebe (Nasio)

Concretamente en esta fase de dependencia ABSOLUTA que teoriza Winnicott, el


analista capaz identificarse con las necesidades de su paciente, provee de una función
de sostén psíquico, que genera una situación de confianza. Literalmente, Nasio
apunta a que, en esta fase, "si el paciente necesita quietud, no se puede hacer nada
excepto dársela...el analista no tiene que intervenir, debe reconocer que él mismo está
siendo utilizado en un estilo sumamente primitivo y positivo. Puede ocurrir que el
analizante moje el diván, que ensucie o babee... el psicoanalista no tiene nada que
decir o hacer al respecto"

-Literalmente, para André Green, el marco analítico en Winnicott no es sino una


simbolización, una metáfora de la relación madre-hijo.(A.Green)

-Así, en las fases tempranas del análisis, el analista procuraría al paciente un yo


auxiliar al modo que la madre hace de yo auxiliar para el niño, gracias al cuál cabe
esperar un fortalecimiento del YO en dichas fases .

-Así como la madre, con los cuidados cotidianos, instala una rutina, en forma de
secuencias repetitivas, que permite al bebe anticipar lo que va a ocurrir, el holding

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psíquico que propone Winnicott consistiría en sostener el YO del paciente en su
desarrollo, es decir, en enfrentarle con una realidad exterior simplificada, repetitiva
gracias al ENCUADRE, de modo que el YO pueda llevar a cabo sus principales
funciones:
• la integración en el tiempo y en el espacio
• el encuentro con los objetos del mundo exterior y
• la unificación de la vida psíquica y el cuerpo
que es precisamente lo que W. llama 'PERSONALIZACIÓN' (Nasio)

-En esta misma línea, el analista y la psicoterapia serían para Winnicott como
la visión de si mismo que tiene el bebe primero en el rostro de la madre, y después
en el espejo. El rostro de la madre es el precursor del espejo de Lacan.
Literalmente (Realidad y juego): "¿Qué ve el bebé cuando mira el rostro de su madre?.
Yo sugiero que por lo general se ve a sí mismo" "Esta visión del bebé y el niño que
ven su persona en el rostro de la madre, y después en un espejo, ofrece una manera
de ver el análisis y la tarea psicoterapéutica. La psicoterapia no consiste en hacer
interpretaciones inteligentes y adecuadas; en general es un devolver al paciente, a
largo plazo, lo que este trae. Es un derivado complejo del rostro que refleja lo que se
puede ver en él. Me gusta pensar en mi trabajo de ese modo, y creo que si lo hago lo
bastante bien el paciente encontrará su persona y podrá existir y sentirse real.
Sentirse real es más que existir; es encontrar una forma de existir como uno mismo, y
de relacionarse con los objetos como uno mismo, y de tener una persona dentro de la
cual poder retirarse para el relajamiento."

Este es el concepto de holding psíquico que el analista debe procurar, para


proporcionar al paciente la continuidad existencial, como la que la madre da al bebe
con sus cuidados, y permitirle así seguir-siendo.

En definitiva, lo que Winnicott estaría planteando, es la equiparación de la


preocupación maternal primaria con el estado en que se encuentra el analista en
su relación con el paciente. Literalmente "hasta aquí me he empeñado en relacionar la
personalidad del analista, la capacidad para identificarse con el paciente, su dotación
técnica, etcétera, con los diversos detalles del cuidado del niño, y a continuación, de
un modo más específico, con el estado especial en el que se encuentra una madre en
el breve lapso que abarca las últimas etapas del embarazo y los primeros meses de la
vida del infante".

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-La tarea del analista y de la cura analítica sería por tanto generar una relación de
confianza que promueva la regresión del paciente. Según el propio Winnicott, la
regresión describe "aquel estado de un adulto o niño durante la transferencia (o en
cualquier otra relación dependiente) en el cual abandona una posición avanzada y
restablece una dependencia infantil". Y también describe "el proceso, observable en
un tratamiento, de un desprendimiento gradual del falso self o protector, hasta
aproximarse a una nueva relación en la cual ese self protector se deposita en el
analista".
"La regresión profunda ofrece la oportunidad de satisfacer en la situación de
transferencia necesidades primitivas que no se habían satisfecho en el nivel
correspondiente del desarrollo".

" Siempre que comprendemos profundamente a un paciente y que se lo


demostramos por medio de una interpretación correcta y oportuna, de hecho lo que
estamos haciendo es sostenerle y participar en una relación en la que el paciente se
halla en cierto grado de regresión y dependencia.”

De hecho, " al contrario de lo que se pueda pensar no hay ningún peligro en la


regresión. El peligro estaría en la falta de disposición del analista para afrontar la
regresión y la dependencia propia de la misma. Cuanto menos le cueste al analista
aceptarla y afrontarla, menos probable será que el paciente necesite caer en una
enfermedad con matices regresivos.”

Ejemplo:

"De modo que esta paciente dependerá mucho de mí a lo largo de una fase; tengo
esperanzas de que por su bien, no menos que por el mío, esta dependencia se
mantendrá dentro de los límites de la transferencia, del encuadre y de las sesiones
analíticos. Pero, ¿cómo saberlo de antemano? ¿Cómo puede uno hacer este tipo de
diagnósticos que tiene que ver con la evaluación de las necesidades? En los términos
del cuidado del niño, me gustaría ejemplificar la regresión al servicio del yo
examinando las fases de trato consentidor que los padres descubren que el niño
necesita de tiempo en tiempo... Durante unas horas, días o semanas, en un contexto
especial, se trata al niño como si fuera más pequeño. A veces sucede esto cuando la
criatura se golpea la cabeza o se corta un dedo; en un instante deja de tener cuatro
años para volver a tener dos, y chilla y se consuela con la cabeza en el regazo de la

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madre. A continuación, casi enseguida después de haber dormido un poco, de nuevo
es un niño crecido, incluso más de lo que permitiría suponer su edad cronológica..."

-Al igual que en la fase de dependencia relativa, en que la madre introduce


pequeños fallos de adaptación a las necesidades del niño, que éste puede tolerar y así
aprovechar para su crecimiento, también el analista debe fallar al paciente. Esto, al
igual que ocurrió con el bebe, hace al paciente capaz de :

• concebir al analista como un sujeto distinto de él mismo, al que no controla


omnipotentemente
• identificar dentro de él y expresar los sentimientos de rabia y enojo hacia el
analista, por no colmar sus expectativas, hasta el extremo de desear
terminar con él, 'destruirle', al modo que el bebe temió destruir a la madre,
cuando constató su fuerte dependencia de ella
• poder así sentir culpa por todo ello y mostrar deseos de reparar y restaurar

Al modo de una madre suficientemente buena, que 'sobrevive' a la destrucción por


su bebe, según Nasio, "lo importante será la sobrevivencia del analista", que no
muera, que preserve la situación analítica y que "no ejerza represalias en respuesta al
odio expresado o actuado por el paciente".

En palabras del propio Winnicott, la experiencia correctiva que proporciona un


analista suficientemente bueno, no basta para la cura. "Desde luego, la práctica de
una buena técnica psicoanalítica podría ser en sí misma una experiencia correctiva, y,
por ejemplo, es posible que en el análisis un paciente reciba por primera vez la
atención total de otra persona, por limitada que esté a la sesión de cincuenta minutos
confiablemente establecida; también es posible que sea la primera vez que está en
contacto con alguien capaz de ser objetivo. Y así sucesivamente.
Pero incluso en estos términos, la provisión correctiva nunca es suficiente. ¿Qué
podría ser suficiente para que algunos de nuestros pacientes se pongan bien?
En última instancia, el paciente utiliza las fallas del analista, a menudo muy
pequeñas, quizás inducidas por el propio paciente, o bien ese paciente produce
elementos transferenciales delirantes y nosotros tenemos que soportar que se nos
comprenda mal en un contexto limitado. El factor actuante es que el paciente odia
al analista por el fracaso que originalmente fue un factor ambiental, al margen
del ámbito de control omnipotente del infante, pero que en el presente aparece

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representado en la transferencia. De modo que al fallar -fallar al modo del
paciente- terminamos teniendo éxito. Esto está muy lejos de la teoría simple de la
cura gracias a una experiencia correctiva. De este modo, si el analista la canaliza, la
regresión puede estar al servicio del yo y convertirse en una nueva dependencia
en la que el paciente lleva el factor externo malo a la zona de su control
omnipotente, un área manejada mediante mecanismos de proyección e
introyección. . Finalmente, con respecto a la paciente a la que me he referido, no
debo fallar en los aspectos del tratamiento relacionados con el cuidado infantil, hasta
una etapa ulterior en la que ella me hará fallar de un modo determinado por su historia
pasada. Lo que temo es que al permitirme la experiencia de un mes en el extranjero
ya haya fallado prematuramente, sumando esta falla a las variables impredecibles de
su infancia y su niñez, y en realidad enfermándola como sin duda la enfermaron en su
infancia los factores externos impredecibles. .

-El analista puede ser también visto como un objeto o fenómeno transicional.
Según Green, Winnicott sitúa la psicoterapia "en ese lugar donde se encabalgan dos
áreas de juego, la del paciente y la del terapeuta. ¿Con quien nos encontramos en
psicoterapia? Con dos personas que juegan juntas. El corolario será, por lo tanto, que
allí donde el juego no es posible el trabajo del terapeuta tiende a llevar al paciente
desde un estado en el que no es capaza de jugar , a un estado en que sí es capaz de
hacerlo"
En Realidad y Juego, explícitamente menciona que ""Un bebé puede ser
alimentado sin amor, pero la crianza carente de amor o impersonal no conseguirá
producir un nuevo niño autónomo. En ese sentido cuando hay fe y confiabilidad existe
un espacio potencial, que puede convertirse en una zona infinita de separación, que el
bebé y el niño, el adolescente, el adulto, pueden llenar de juego en forma creadora.

Con el tiempo, ese juego se convierte en el disfrute de la herencia cultural."

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ASPECTOS TÉCNICOS

-La terapia de Winnicott es especialmente adecuada para estructuras


psicopatológicas que derivan de diferentes tipos de fallo ambiental temprano y se
caracterizan por deformaciones defensivas del self como reacción a esos fallos.

Las estructuras límites y psicóticas no son accesibles ni modificables sólo con las
interpretaciones, ya que precisan de un soporte para el self, que deberá ser provisto
por el entorno actual, para así poder dejar en suspenso las defensas que lo han
deformado, abriendo la posibilidad a nuevas formas de integración. Por ello, Winnicott
sostiene que en las patologías graves, el mantenimiento del encuadre es más
importante que las interpretaciones, y así, uno de sus aportes fundamentales a la
técnica será el significado y uso terapéutico del encuadre y sus variables, que para él
representa al holding temprano que falló.

Mantiene una idea del encuadre como entorno estable pero no inmutable y lo definirá
como una adaptación activa en concordancia con el grado y tipo de regresión del
paciente. Este no deberá establecerse de una vez y para siempre, sino de un modo
dinámico, en función del grado de regresión a la dependencia que el paciente presenta
en cada momento o del grado de despliegue de sus capacidades simbólicas que le
permiten recorrer más adecuadamente el espacio analítico.

Modula la regla de abstinencia postulada por Freud, pues aunque acepta, como
cualquier analista, que los deseos y fantasías, como expresión del mundo pulsional,
no deben ser satisfechos, considera que cuando surgen dramáticamente las
necesidades yoicas, de confianza, estabilidad y sostenimiento, deben ser tomadas en
cuenta y requieren de una respuesta adaptativa del analista. Esto es lo que denominó
“Análisis bajo pedido” haciendo alusión al primer momento del análisis en que el
terapeuta satisface todas las demandas de dependencia del paciente, tratando de no

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“fallarle” en ningún momento.

Más tarde, superada ya la etapa de omnipotencia y dependencia extrema del


paciente, Winnicott introduce aspectos de sí mismo reconociendo sus errores o
fracasos. No tiene respuestas inmediatas para las múltiples complejidades sino que
necesita un tiempo: "Se lo haré saber cuando lo recuerde", mostrándose falible. Lo
importante es que más allá de los intentos del analista, éste estará expuesto a
fracasos en la adaptación en muchos momentos del tratamiento.

Es sólo mediante el empleo de sus propias equivocaciones que el analista podrá llevar
a cabo la parte más importante del tratamiento en estas fases, la parte que permite al
paciente enfadarse por primera vez por los detalles del fracaso de adaptación que (en
el momento en que ocurrió) produjo la disrupción. Es esta parte del trabajo la que
libera al paciente de su dependencia del analista. De esta manera la transferencia
negativa del análisis «neurótico» es reemplazada por la ira objetiva acerca de los
fracasos del analista.

La clave reside en que el fracaso del analista se utiliza y debe ser tratado como
fracaso pasado, un fracaso que el paciente es capaz de percibir y encuadrar y sentir
ira sobre él.

Ejemplos:

1)”Durante un largo período no mantuvo ninguna relación conmigo a menos que yo


estuviera esperándola, del otro lado de la puerta, cuando ella venía y tocaba el timbre.
Yo tenía que estar ahí en ese momento, de un modo muy, muy real. Durante varios
meses tuve que dejar de lado todo veinte minutos antes de su llegada, porque si lo
hacía teníamos una buena sesión, pero si algo funcionaba mal, no había relación. Era
una persona enferma, para ilustrar el caso extremo. Le llevó dos años a esta paciente
derrumbarse y enfermar tanto como debía”

2)”Una joven paciente tuvo que esperar algunos meses antes de que yo pudiera iniciar
el análisis, después de lo cual sólo podía verla una vez por semana; cuando
comenzaron las sesiones diarias, yo tuve que viajar al extranjero durante un mes. La
reacción frente al análisis era positiva y los desarrollos se producían con rapidez;
descubrí que esta joven independiente, en sus sueños estaba volviéndose
extremadamente dependiente. En uno de esos sueños tenía una tortuga, pero con un

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caparazón blando, de modo que el animal estaba desprotegido y sin duda sufriría. Ella
mataba a la tortuga para ahorrarle el intolerable dolor que le aguardaba. La tortuga era
ella misma y el sueño indicaba una tendencia suicida, para curar la cual, por otra
parte, había recurrido al tratamiento. El problema consistía en que aún no había tenido
tiempo en el análisis para tratar las reacciones frente a mi alejamiento, de modo que
produjo este sueño suicida y se enfermó físicamente, aunque de un modo oscuro”
Antes de partir tuve el tiempo exacto para permitirle sentir el nexo entre la reacción
física y mi alejamiento, que reactualizaba un episodio o una serie de episodios
traumáticos de su propia infancia. En otras palabras, era como si yo estuviera
sosteniéndola y después me sintiera preocupado por alguna otra cuestión, de modo
que ella se sintió aniquilada. Ese fue el término empleado por ella. Matándose lograría
controlar el ser aniquilada mientras era dependiente y vulnerable”

Winnicott nos explica:

“... debemos evitar el alejamiento inmediatamente después de iniciado un análisis. Es


una conciencia de la vulnerabilidad del yo del paciente, que es lo opuesto a la fuerza
del yo...

... Yo contaba en esté caso con abundante material para la interpretación de la


reacción de la paciente ante mi alejamiento en los términos de un sadismo oral propio
del amor reforzado por la rabia -una rabia a mí y a todas las otras personas de su vida
que se habían ido, incluyendo a la madre que la destetó-. Un buen analista, por tanto,
logra sobrevivir a las represalias que el paciente tiene contra él.

“Yo podría haber hecho una interpretación totalmente justificada por lo que la paciente
me había dicho, pero de ese modo habría sido un mal analista con buenas
interpretaciones. Habría sido un mal analista debido al modo como me fue entregado
el material. En nuestro trabajo analítico constantemente evaluamos y reevaluamos la
fuerza del yo del paciente. El material me había sido entregado de un modo que
indicaba que la paciente sabía que podía confiar en que yo no lo utilizaría
bruscamente...".

Para Winnicott la cura analítica no sólo es hacer consciente lo inconsciente o lo


reprimido sino que necesita un ambiente, una presencia y un marco confiable.

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-Para él la transferencia no se reduce a los términos libidinales, es una
experiencia integrativa del ser y sostenida en el tiempo, con continuidad y maduración.
El proceso se centra no en la sexualidad ni en la agresión, sino en la reacción del
individuo ante condiciones adversas para el desarrollo, su tendencia vital sería buscar
su supervivencia y bienestar.

Por tanto, oscila de analizar en cada paciente la transferencia neurótica que remite a
las relaciones objetales infantiles y la transferencia psicótica que deriva del fallo
ambiental.

Indicará, a partir de esto, que cuando aparecen la transferencia psicótica y las


necesidades primitivas, la función analítica es la adaptación activa del holding a través
de cambios en el encuadre; en tanto que al aparecer la transferencia neurótica
acompañada de deseos y fantasías, la función del análisis es la interpretación.

La mejor interpretación es la que hace por sí solo el paciente. "no me veas como a
un policía". La buena interpretación es la que aparece en el momento en el que el
paciente se sorprende a sí mismo. “Lo importante no es el momento de mi inteligente
interpretación” afirma el autor.

-Otro concepto relevante en la obra de Winnicott, como ya hemos explicado en


marco conceptual, es la idea de un espacio transicional; esta tercera zona de la
experiencia (ni adentro ni afuera) es la zona del juego. Winnicott (1971) habla del
espacio potencial que existe entre el bebé y su madre pero también entre el niño y la
familia y entre el individuo y la sociedad.

En palabras del autor: “La zona de juego o el jugar no se encuentra adentro según
acepción alguna de esta palabra. Tampoco está afuera; es decir, no forma parte del
mundo repudiado, el no-yo, lo que el individuo ha decidido reconocer (con gran
dificultad, y aun con dolor) como verdaderamente exterior, fuera del alcance del
dominio mágico. Para dominar lo que está afuera es preciso hacer cosas, no sólo
pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo. Jugar es hacer”.

La psicoterapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la


del analista y está relacionada con dos personas que juegan juntas. Cuando el juego
no es posible, el analista se orienta a llevar al paciente de un estado en que no puede
jugar a uno en que le es posible hacerlo. Entre mundo interno y mundo externo, entre

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subjetividad y objetividad, entre lo simbolizado y lo potencialmente simbolizable se
halla el espacio transicional en el que se despliega la actividad de jugar.

A través del juego se van a evidenciar manifestaciones de fondo como el verdadero o


falso self en sí mismo y en el paciente. Es a través de la otredad que se logra la
transformación del objeto natural en objeto simbólico.

Cuando Winnicott plantea el análisis como un juego, está intuyendo mucho más que
una dinámica relacional. Nos está hablando de la comunicación de inconsciente a
inconsciente, de la empatía, del conocimiento recíproco, del encuentro con el otro, del
intercambio de proyecciones e identificaciones.

Como ya hemos dicho, la interpretación fuera de la madurez del material es


adoctrinamiento, y produce acatamiento. Un corolario es el de que la resistencia surge
de la interpretación ofrecida fuera de la zona de superposición entre el paciente y el
analista que juegan juntos. Cuando aquel carece de capacidad para jugar, la
interpretación es inútil o provoca confusión. Cuando hay juego mutuo, la
interpretación, realizada según principios psicoanalíticos aceptados, puede llevar
adelante la labor terapéutica.
Por tanto, el juego, es una terapia en sí misma. El juego del paciente es una
experiencia siempre creadora, espontánea, que necesita espacio y tiempo, una forma
básica de vida.

Específicamente con niños, Winnicott utilizó lo que se ha llamado “juegos de


garabatos”, o squiggles games. Podemos utilizar la técnica del garabato como
metáfora de lo que ocurre en la sesión terapéutica entre el paciente y su terapeuta.

El espacio de los primeros juegos con la madre, configura lo que Winnicott llamó, zona
del espacio transicional, o tercera zona, que ubica entre el mundo interno y el externo.
Esta zona se reinstala durante los garabatos, basada en la confianza desencadenada
por la autenticidad del paciente y el terapeuta.

Winnicott utilizó la técnica del garabato (squiggle) en su trabajo terapéutico con niños.
El terapeuta esboza un trazo en un papel y pide al paciente que le diga qué es lo que
dibujó mientras lo anima a transformar el resultado con su propio dibujo, entonces es
el terapeuta quien interpreta lo dibujado, así los turnos se van sucediendo y con la
creación gráfica común se accede a las fantasías infantiles.

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Nosotros pensamos que cuando esto ocurre el proceso ha funcionado. El terapeuta ha
sabido tener su lugar, el de la madre que, según Winnicott describe, pone el objeto ahí
donde el niño lo espera, permitiéndole vivir la experiencia de omnipotencia de haber
creado el objeto. Al fin y al cabo, las palabras son los objetos con los que
continuamente nos relacionamos en la consulta.

El juego es una potencialidad del niño que es básica para la capacidad de crear y usar
símbolos, según describe el autor, y el juego tiene un valor significativo, es heredero
del objeto transicional y del espacio transicional, mientras que su desarrollo se da en
una zona que no pertenece ni al mundo interno ni al externo de una persona. Es una
zona potencial de desarrollo o tercera zona, básica para la capacidad creativa.

Este es el punto de encuentro entre el paciente y el terapeuta, y obliga al segundo a


realizar una doble tarea, la de crear y ser espontáneo, sin agobiar al paciente. El
juego de garabatos resume estos conceptos en la experiencia misma, pues reúne a
ambos en una zona de juego tiene como función la comunicación, al igual que el
síntoma, pero buscando la simbolización de éste. Por eso su finalidad es diagnóstica y
terapéutica.

Ejemplo:

Winnicott cuenta el caso de una compulsión de un niño a utilizar cuerdas, primero


tratando de comunicarse simbólicamente con la madre a pesar del repliegue de ella
durante fases depresivas y después como una negación de la separación. En tanto
símbolo de la negación de la separación, la cuerda se convirtió en una cosa temible
que había que dominar, y de tal modo se pervirtió su uso.

Winnicott prefiere los dibujos en estado natural, sin consignas, de modo que sean
diferenciables de los dibujos proyectivos.

La función terapéutica de los juegos de garabatos:


-Es una herramienta invaluable para el trabajo con niños y adolescentes,
porque compromete al paciente y al terapeuta en una interacción fluida y continua,
donde la autenticidad facilita múltiples abordajes terapéuticos.

-La intención es que el paciente comunique a través de los juegos su problema.

-Tiene un rol movilizador de efectos subjetivos.

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-El juego es único e irrepetible, y permite encontrar el self del paciente.

-Es un encuentro a través de las significaciones que van surgiendo, dadas por
el paciente, e interpretadas por el terapeuta.

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