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Universidad Nacional

“Pedro Ruiz Gallo"

Facultad de Ingeniería Civil, de


Sistemas y Arquitectura
Escuela Profesional de
Ingeniería de Sistemas

CURSO:
Sociología
PROFESOR:
Solís Tasaico, Antonio
INTEGRANTES:

Casanova Bustamante, César


Andrés
Santisteban Baldera, Carlos
Humberto
Samamé Nizama, José Alexander
Sevilla Reyes, Luis Alonso

CICLO:
2009-II
Lambayeque, junio de 2010

CRISIS UNIVERSITARIA

I. Tema:

Bueno nuestro proyecto en sí trata de la crisis universitaria. Es


importante notar la gran diferencia que se demuestra entre el cuidado
que presenta físicamente una universidad nacional con una privada,
notar esa diferencia de estudiante debido a sus recursos, y la diferencia
al momento de estudiar, al momento de organizar una amanecida de
estudio, al momento de resolver una situación. Analiza también el
porqué una persona que alumbra sus libros con una vela tiene muchas
veces mayor rendimiento académico que aquel que tiene lámpara y
aparte una iluminación en su sala de estudio.

II. Objetivos:

• Generales:

- Como objetivo principal tenemos claro que es de alguna manera


fortalecer las debilidades de las instituciones (universidades)
nacionales

- Fortalecer los factores débiles de las universidades privadas


mediante la comparación de realidades universitarias.

• Específicos:

- Como objetivos específicos tenemos el impulsar o motivar la


iniciativa del gobierno para poder tratar de corregir aquellas
situaciones en las instituciones que ellos están solventando
económicamente, tratar a manera de proyección llegar al
ministerio de educación y plantear nuestra situación como
pertenecientes a una institución del estado y exigir situaciones
básicas para una buena educación que partirían desde la higiene
hasta la implementación de más y mejores bibliotecas.

- Otro objetivo específico podríamos considerar el tratar de llegar a


aquellas autoridades de universidades privadas, para así lograr
insertar nuestra ideología educativa a muchas de estas, insertar
algunas propuestas que plantearemos para lograr mayor
exigencia para con el rendimiento de sus estudiantes y para
lograr tener un mayor nivel de conocimientos en los estudiantes
de nuestra nación.

III. Desarrollo del tema.

A. El desencuentro entre Sociedad, Estado y Universidad.

No es la primera vez que sostenemos que la Universidad nacional,


entendida como universidad pública, ha perdido funcionalidad en su
papel de reproductora del orden social. Probablemente esta es la
expresión más concentrada de la crisis universitaria: es relativamente
inútil al sistema, o en todo caso, cumple un papel puramente pasivo.

La universidad pública se ha visto desplazada por las universidades


particulares, las que resultan económicamente solventadas por el
Estado, las clases dominantes y la sociedad. Las universidades públicas
se mantienen en una situación de permanente marginación y pobreza.

Es ya conocida en el debate sobre la historia de la Universidad peruana


en el siglo XX la secuencia que describe una institución de educación
superior que, partiendo de una Universidad aristocrática a principios de
siglo, asiste a la reforma de la década del 20, que no logró plasmar una
universidad realmente liberal orgánica a un proyecto netamente
burgués y nacional. La Universidad reformada que surge en las
primeras décadas del siglo no dejará de mantener las características
señoriales y semifeudales del modelo anterior. Los movimientos
estudiantiles y universitarios de la década del 60, tanto por la falta de
un proyecto realmente alternativo de corte democrático y popular
como por la intervención militar del velasquismo, lejos de cambiar
hacia adelante aquellas características, concurrieron más bien a la
profundización de la crisis universitaria, pero conformando ya una
nueva situación caracterizada por la situación marginal de la institución
universitaria. Vivimos efectivamente la etapa de la Universidad
marginal en el Perú y la naturaleza de su crisis tiene que hacer en
mucho con esa característica distintiva, y gráfica de la mejor manera la
relación de la institución frente al Estado.

El problema de la carencia de rentas, agravado en los últimos tiempos


de crisis económica y de violencia social, es una de las manifestaciones
del abandono que el Estado ha hecho de la Universidad pública. Esta ha
sido visualizada por aquél -en función de los intereses de clase que
representa- casi exclusivamente ya sea como centro de formación de
profesionales de segunda clase o, en otros contextos, como un
cenáculo subversivo, es decir un espacio peligroso para el Estado y el
sistema, aunque no desde el punto de vista intelectual, sino más bien
del policial o militar.

La pauperización creciente de la Universidad se ve claramente cuando


se aprecia el financiamiento presupuestal que le proporciona el Estado.
Para el caso de San Marcos esto significa el desarrollo de una brecha en
la capacidad adquisitiva que anualmente se acrecienta. La brecha
anual acumulada de 1981 a 1990 implica un decrecimiento en términos
constantes del presupuesto universitario en 14 veces.

El presupuesto per-cápita en la Universidad de San Marcos, atendiendo


a la población estudiantil, llegó apenas a cerca de 72 millones de intis
de 1990, es decir S/. 72 al año de los ahora nuevos soles, en un
contexto en que los presupuestos tienen una tasa constante de
decrecimiento anual. En los gráficos y cuadros adjuntos sobre toda la
década se observa un decrecimiento, con la única excepción del año
1967, correspondiente al inicio de la gestión del Rector Antonio Cornejo
Polar, que si bien, en base a un proceso intenso de movilización
institucional y a una excepcional coyuntura favorable al acercamiento
de la Universidad con el régimen político de aquel entonces logró un
incremento del financiamiento, no pudo significar tampoco sino una
recuperación pasajera que no alcanzó, como se constata, ni aún para
recuperar los niveles de 1980

Es conocido que el promedio del gasto que le corresponde a las


universidades en el Presupuesto General de la República ha sido en los
últimos años de 2 %, existiendo épocas en que éste ha descendido
hasta el 1.5 %.
El desinterés por el financiamiento educativo corresponde también a
los propios sectores empresariales que, funcionando con una
concepción colonial de la producción y la cultura, no ven en el aparato
educativo nacional y publico otra cosa que simple gasto improductivo.
Si se observa el comportamiento de la inversión privada en educación
en 26 años (1960-1986) se constata que ha decrecido en una
proporción correspondiente al 85 %.

Sin embargo, limitar la crisis universitaria a los aspectos económico-


financieros, que se sintetizan en la carencia de rentas, base del
deterioro material e infraestructural y de las condiciones salariales y
laborales precarias de su personal docente y administrativo (que
bordea pendularmente los niveles de indigencia o pobreza), no es sino
enfocar una parte del problema, la de los factores externos a la crisis.

En realidad la situación universitaria tiene que hacer, además de lo


anterior, con aspectos relativos a la naturaleza misma de su quehacer
educativo. Se trata de la crisis y agotamiento de los contenidos y
formas de enseñanza, aprendizaje, investigación y proyección social en
los que la institución universitaria está comprometida. De alguna
manera, ya desde la decada del 20, José Carlos Mariátegui enfatizó,
para su tiempo, la situacion de crisis de maestros y de ideas que
aquejaba a San Marcos, en un contexto en donde frente a los cambios
que se incubaban en la sociedad y de los cuales la juventud en parte
era partícipe y mostraba inquietud, la respuesta de los educadores era
muy pobre y carente de proyecto. Se trataba no solamente, por cierto
de los limites estructurales de la Universidad, sino de las
responsabilidades históricas -y de las posibilidades- de los actores
componentes de la institución universitaria. Cf. José Carlos
MARIATEGUI: La crisis universitaria. Crisis de Maestros y crisis de ideas.

Por ello debe entenderse la Universidad como parte del conjunto del
sistema educativo, y su crisis es también parte de la crisis global de
aquel sistema.

Por ello es preciso señalar algunos conceptos esenciales a los sistemas


educativos.

B. Los cambios en la realidad peruana.

Algunas de las modificaciones más saltantes procesadas en la


coyuntura en los últimos tiempos en el Perú pueden ser las siguientes:
- crisis económica estructural y crisis social.
- situación de desintegración nacional
- militarización y violencia hasta niveles de "guerra civil
informalizada"
- presencia fundamental del narcotráfico en la economía y sociedad
- profundización de la dependencia externa vía endeudamiento así
como, por otro lado, disminución de las posibilidades de inserción
en términos no dependientes en la economía mundial.
- crisis de la sociedad civil, desmantelamiento vía privatización de las
formaciones estatales previas (evidentemente hipertrofiadas,
"cleptocráticas" o "burocráticas", según los gustos) y surgimiento de
nuevos actores sociales sin identidad y práctica definidas.
- recesión productiva crónica.
- empobrecimiento generalizado de la población peruana. Crisis en las
condiciones de vida de las masas (salud, vivienda, alimentación,
recursos naturales y medio ambiente, empleo).
- desarrollo del autoempleo y la "informalidad" como el mecanismo
fundamental de ocupación en el país.
- sectores de la población organizados en comunidades campesinas o
en comunidades nativas, participes de la realidad multiétnica del
país que eventualmente, desde el punto de vista liberal, son
"sobrantes" en la organización económica y social del país y sufren
por consiguiente intentos de desarticulación, cuando no exterminio.
- predominancia ideológica liberal y neoliberal en un contexto de crisis
de las representaciones políticas populares. Limitaciones en la
formulación de alternativas.
- crisis de la educación pública y, particularmente, crisis universitaria,
que apunta a ser "resuelta" desde el Estado vía militarización.
- pérdida de importancia de la producción nacional (materias primas)
en el mercado internacional no sólo por la baja de precios sino por
los cambios tecnológicos. Proceso de desindustrializacion. Apuesta
a organizar liberalmente el país en un contexto que, sin embargo,
no cuenta con un mercado interno constituído y en donde los
mercados existentes son tradicionalmente débiles
- crisis agraria.
- Crecientes índices de mortalidad, particularmente de mortalidad
infantil y de morbilidad, crisis de las condiciones de salud y
salubridad.
- crisis capitalista a nivel mundial manifestada en su economía
recesiva, desaparición de la bipolaridad por el derrumbe de los
países socialistas burocráticos y por la disolución de la URSS,
hegemonía política imperial de USA conjugada con su pérdida de
importancia económica frente a Japón y las posibilidades de Europa.

En síntesis, un contexto que ha merecido ser llamado muy


recientemente por Pablo Macera "algo horrendo que participa del
cementerio y del manicomio.
El hecho es que, con el contexto anteriormente descrito, y desde hace
por lo menos dos décadas, la Universidad estatal o pública ha devenido
en indiferente y secundaria para las necesidades del crecimiento
capitalista del país. La empresa capitalista en el país no recoge sus
técnicos de esa universidad; ni tampoco sus ideólogos, funcionarios,
científicos o profesionales provienen preferentemente ya de las
canteras de la universidad pública. Sus mandos medios, capitanes de
empresa, funcionarios o intelectuales oficiales provienen de la
universidad privada. Se ha producido, pues, desde hace ya buen
tiempo un proceso de sustitución en favor de las universidades
particulares.

No obstante la realidad en el reclutamiento de cuadros que el Estado y


los agentes económicos efectúan, la Universidad estatal se mantiene al
margen de una efectiva toma de conciencia de tal alejamiento. Sus
imágenes e ideales, sin cambiar y reprocesarse, siguen aspirando a ser
aquellos aceptables al sistema y a la dinámica de expansión
capitalista. No otra cosa significa proponer como "soluciones" a los
límites de la enseñanza la necesidad de adecuarse a las necesidades
del mercado de trabajo, toda vez que éste, por lo menos desde el
punto de vista de la empresa capitalista promedio en el país, es
cubierto fundamentalmente con cuadros provenientes de las
universidades particulares.

Además, en el contexto de desmontaje del aparato estatal que se vive


hoy en el país a consecuencia de la política neoliberal, el mercado de
trabajo ligado a la demanda de la burocracia pública o de la empresa
estatal se halla seriamente reducido.

Por otro lado, la afirmación sobre el sentido de asumir un carácter


popular la universidad pública, particularmente insistente o
"autocomplaciente" para San Marcos, Pablo Macera en una entrevista
ha enfatizado como en San Marcos se ha venido manejando una auto
apreciación benevolente sobre sí misma, al definirla como
secularmente progresista y popular, cuando incluso en diversas
ocasiones ha sido refugio del conservadurismo cultural e ideológico.
Mas allá de un análisis actualizado, incluso en el siglo XVIII frente a San
Marcos donde se concentraba la alta aristocracia criolla, es el Real
Convictorio de San Carlos, referente de las clases medias, el que
promueve la innovación cultural de la que Hipólito Unanue es principal
exponente. No hay que olvidar a este respecto el peso colonial en la
historia de San Marcos no tiene hasta ahora un referente social real
sobre el que se apoye. Tanto por no existir sectores sociales
dominados y populares directamente ligados a la Universidad pública
que marquen el interés preferencial de la atención científica
universitaria, como tampoco por haber grupos en el país que en forma
relativamente orgánica asuman a la institución superior nacional y a
San Marcos en particular como propia o como objeto principal de sus
aspiraciones. Para ello no basta sino observar cómo para los crecientes
contingentes de sectores populares e incluso de clase media deseosos
de calificación diferente a la secundaria, son los institutos de
educación técnica, academias o cenecapes los que tienen mayor
atractivo que la Universidad, a la que se la percibe alejada de sus
necesidades inmediatas de movilidad social.

En función de lo anteriormente dicho, todo parece indicar que en la


dicotomía propuesta, la institución universitaria pública en el país se
halla próxima a la situación que el autor citado denomina de
"participación dependiente, de alienación".

Abandonada por el Estado y la burguesía, no ha encontrado ni ha


formado vínculos con otros sectores alternativos; las causas hay que
buscarlas en los mecanismos de acción educativa que siguen
subyaciendo y que no plasman una actividad de investigación ligada
en forma concreta a la realidad y que además, aunque no
necesariamente corresponda a lo que en la tipificación anterior se
denomina "rebelión de la juventud", por lo menos comprometa la
dinámica e impulso de estos sectores.

Con mayor intensidad desde la década del 70 la Universidad ha venido


masificándose; desde un punto de vista demográfico, laboral e incluso
racial, la universidad pública, y particularmente San Marcos, se ha
popularizado. Aunque ello no necesariamente signifique -y
precisamente ese es uno de los principales problemas- haberse
popularizado académica, científica e ideológicamente.

En todo caso a la popularización demógrafica, expresada en los vastos


contingentes de matrícula y en la extracción predominantemente
migrante provinciana y pobre del alumnado y profesorado (lo que
significó el desplazamiento de las clases medias acomodadas a otras
opciones de estudio nacionales o extranjeras) no ha correspondido una
reformulación global de los diversos aspectos de la vida universitaria
que permitieran responder eficientemente a las nuevas condiciones.

En todo caso este proceso de masificación de la población estudiantil


universitaria, en ningún caso puede presentarse tampoco como
síntoma de una mayor apertura a las necesidades de educación de la
población. Curiosamente, implica la reproducción regular de
fenómenos de frustración masiva de la juventud a lo largo de cada uno
de los procesos de admisión.

En 1990 hubo prácticamente 400,000 postulantes en el conjunto de las


Universidades, de los cuales sólo ingresaron 75,000, es decir menos
del 20 %. Por otro lado, si analizamos la población del país de 15 a 24
años, sólo el 11 % tiene educación superior.

En lo académico, la masificación y formal popularización ha significado


más bien, sin procesarse una reformulación del trabajo universitario, la
pérdida de rigurosidad, el facilismo y el descuido en la evaluación de
los contenidos de la enseñanza, la desvinculación de la investigación y
la profundización de una forma de enseñanza libresca y abstracta.

El resultado ha sido la casi total dedicación de la universidad a una de


sus funciones, la enseñanza, la proliferación de titulaciones sin
respaldo laboral y, lo que es peor, contingentes de egresados con una
imagen profesional sobre el país y sobre las relaciones de su
especialidad con el país sin correspondencia con la realidad.

C. El Problema:

La institución universitaria en el Perú no tiene un derrotero señalado


por el Estado y no responde tampoco a uno o a algunos modelos
definidos de universidad.

La Ley Universitaria vigente, la dictada en 1983 durante el segundo


gobierno de Fernando Belaunde, fijó un norte para las entidades
universitarias signado por la autonomía universitaria, entonces
recientemente elevada al rango constitucional en la carta política de
1979 y recuperada para la institución universitaria luego de un período
de sujeción relativa al poder político. Mucho de lo que allí se expresa y
manda ha perdido sentido en la actualidad, es decir, veinte años
después.

La ley de entonces, la de hoy todavía, puso claramente el gobierno de


la institución en manos de una comunidad de profesores, estudiantes y
graduados. Luego de encomendar a cada comunidad universitaria la
elaboración de su respectivo estatuto, fijó pocas limitaciones a la
libertad de cátedra, creó condiciones administrativas favorables para la
autonomía como la carrera docente o el régimen mixto de facultades y
departamentos académicos pero sin ingresar a detalles que se
derivaran de cuán próximas o ajenas fueran las diferentes áreas del
saber humano, es decir, no reguló lo académico.

Los alumnos eran, en la letra de la ley, miembros de la comunidad y,


como tales, corresponsables de la gestión universitaria a través del
tercio estudiantil. Similar expectativa se tenía con los graduados de las
universidades.

Ninguna restricción se estableció sobre el destino de los recursos


económicos, sean éstos de origen público o privado, salvo el fin de
lucro. En efecto, tanto la universidad pública como la privada debían
destinar sus excedentes necesariamente a la reinversión, con vistas a
mejorar la calidad del servicio. Se asumía, siguiendo una postura
tradicional, que la educación en general no debía ser una actividad
lucrativa y esto era y es particularmente cierto en el caso universitario
por los ingentes recursos que demanda una formación acorde con los
avances tecnológicos.

Como ningún organismo estatal podía interferir en las decisiones sobre


el uso de los recursos económicos por parte de los académicos, las
decisiones financieras han sido de diverso orden y han tenido fortuna
desigual, dando lugar en ocasiones a fuertes críticas desde dentro y
fuera de la comunidad universitaria por el destino impropio de los
recursos.

La Asamblea Nacional de Rectores (ANR), única entidad del sector


público establecida por la Ley Universitaria para atender a este sector,
debía cumplir un papel coordinador meramente y por ello ni las
decisiones académicas ni las no menos importantes decisiones
financieras podían ser objeto de un examen público especializado. Ni
siquiera en el caso de las universidades públicas cuyos presupuestos
aprobaba y aprueba el Ministerio de Economía y Finanzas y fiscaliza la
Contraloría General de la República, bajo patrones propios de la
administración pública y muchas veces sin discriminar lo peculiar de la
institución universitaria. Solo las crisis de gobernabilidad que afectaron
a algunas instituciones universitarias motivaron al poder público a
otorgar con posterioridad y progresivamente facultades coercitivas a la
ANR cuya eficiencia y eficacia deben ser también evaluadas con
detenimiento.

En síntesis, cada universidad podía y puede, en ejercicio de su


autonomía, decidir sobre cuestiones graves para la sociedad como la
creación o supresión de carreras universitarias, la determinación de los
requisitos académicos para optar un título profesional o un grado
académico, la conformación de cuerpos docentes en una especialidad y
no en otra, la aprobación de proyectos de investigación en ciertas
áreas; en suma, hacerse cargo de la generación y comunicación del
saber que nos atañe a todos en el Perú con absoluta independencia,
esto es, sin supervisión o fiscalización alguna del poder público ni de la
sociedad civil. Lo políticamente correcto quedaba en manos de los
universitarios y solo la opinión pública podía reaccionar ante situa-
ciones irregulares que por escandalosas llegaban a sus oídos.

Adicionalmente, la propia ley de 1983 dio lugar a un «boom» de


universidades mayormente particulares pues debe recordarse que el
proceso de creación de instituciones universitarias había quedado
estancado ante la situación de indeterminación en que había quedado la
legislación universitaria cuando se dio el Decreto Ley N° 19326 en 1972
y no se dictó el anunciado reglamento, subsistiendo formalmente y en
la práctica el reglamento anterior, conocido bajo el nombre de Estatuto
General de la Universidad Peruana, que desarrollaba el Decreto Ley N°
17437 de 1969, derogado por la ley de 1972 . Como consecuencia de
ello, de 34 universidades enumeradas en el art. 97° de la Ley
Universitaria de 1983, pasamos a más de 60 a mediados de los
noventa, treinta y dos de las cuales privadas. El escenario universitario
peruano, tradicionalmente dominado por la universidad pública
empezaría a transformarse ante un cada vez mayor número de
universidades privadas. Veintidós se crearon en trece años (1983-1996).
La competencia empezó a hacer cada vez más evidentes las
diferencias entre unas y otras.

En efecto, las tradicionales diferencias de calidad en el servicio, notorias


relativamente antaño entre unas instituciones y otras, eran
usualmente ocultadas tras el velo del reconocimiento estatal dado a la
entidad educativa. A inicios de los ochenta, se conocían las universi-
dades públicas y privadas, antiguas y jóvenes, capitalinas y provin-
cianas, que ofrecían estudios superiores propiamente. Sin embargo,
«Título a nombre de la Nación» fue una expresión que limaba toda
aspereza y ponía en pie de igualdad a los graduados universitarios sin
distinguir la procedencia y, por ende, la real capacidad profesional. Tal
fue la confianza depositada en las universidades que los colegios
profesionales debían admitir a todo aquél que pudiera exhibir un di-
ploma universitario, tuviera o no las competencias mínimas. Un gremio
profesional no podía ni siquiera poner en evidencia las falencias del
candidato o en tela de juicio la gestión educativa de la institución de
donde procedía el profesional.

Sin embargo, el mercado laboral empezó a hacer notar las diferencias,


prefiriendo a los egresados de ciertas universidades con perjuicio de las
demás; la gota que colmó el vaso fue un aviso de oferta de trabajo
dirigido por una entidad pública a los profesionales egresados de tres
universidades privadas de prestigio. Esta práctica, usual entre las
empresas privadas, fue reproducida por una entidad del Estado
generando una fuerte reacción adversa en diversos sectores debido a
la discriminación de que resultaban siendo objeto particularmente los
graduados en universidades públicas. El retiro del aviso no suprimió las
diferencias, solo las disimuló.

Un escenario de competencia en el mercado se desarrolla entonces


entre las universidades a partir de los noventa y las respuestas no se
dejan esperar. En 1996, la Pontificia Universidad Católica del Perú, la
Universidad Peruana Cayetano Heredia, la Universidad del Pacífico y la
Universidad de Lima conforman el Consorcio de Universidades para
presentar a la opinión pública un esfuerzo conjunto por exponer ante la
opinión pública un modelo de universidad que ratificara los principios de
excelencia académica en la formación, investigación y proyección social
en manos de una estructura comunitaria de gobierno universitario, la
prevista en la ley aunque con matices. Para estos años, el modelo se
ofrecía reclamaba un relanzamiento ante el embate de las nuevas
universidades.

Años después, en el 2002, realizarán un esfuerzo semejante la


Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Universidad Nacional de
Ingeniería y la Universidad Nacional Agraria La Molina, al crear la
Alianza Estratégica para el Desarrollo de la Educación Superior y al
hacer explícito en su declaración de principios el espacio perdido por
la universidad pública, la necesidad de ser competitivos y la aspiración
por ejercer nuevamente un liderazgo en las especialidades que cultivan.
El mercado y su influencia habían llegado a la institución universitaria
pública. En verdad, esto ya había ocurrido unos años atrás por lo
menos en una de ellas.

El mercado llegó no solo de ese modo para la universidad; un nuevo


marco legal abrió la puerta, a partir de noviembre de 1996, a una
institución universitaria particular que ya no sería conducida por sus
profesores, estudiantes y graduados sino por sus propietarios. El
decreto legislativo N° 882, Ley de Promoción de la Inversión en la
Educación alteró profundamente el ser de las instituciones educativas al
admitir por vez primera la existencia de propietarios de las instituciones
antes que promotores, la libre transmisibilidad de la institución y,
sobre todo, la posibilidad de que la actividad educativa tuviera fin de
lucro.

Desaparecida la comunidad universitaria y los órganos que la


representaban en el gobierno de esta novísima institución, los profe-
sores ya no desempeñan el papel responsable de la gestión institucional
sino que se deben conducir como empleados llamados a cumplir un
horario de trabajo a favor de los clientes de la entidad, esto es, los
alumnos. INDECOPI reconoció, en el contexto antes descrito, a los
alumnos como consumidores de un servicio, el educativo, prestado por
entidades proveedoras de servicios, es decir, las universidades y
sometió a unos y a otros a sus normas. Este sometimiento llegó a
extremos inauditos cuando las restricciones académicas para crear
una nueva facultad de derecho, procedentes de una instancia técnica al
interior de la ANR, fueron consideradas como barreras burocráticas que
entorpecían el acceso al mercado. Éste devenía en el gran juez de la
oferta educativa.

Los recursos de estas instituciones de nuevo cuño son privados;


provienen principalmente de las pensiones que pagan los estudiantes o
sus padres y privados son los destinos de los mismos pues, como se
señaló, es lícito ahora que la universidad tenga fin de lucro, es decir,
que distribuya utilidades entre los accionistas al término de cada ejer-
cicio económico. Es innegable que esta preocupación debía presidir la
toma de decisiones, sobre los asuntos académicos que atañen a
profesores y estudiantes, a cargo de empresarios no académicos, due-
ños del negocio universitario.

Con relación a los profesores se puede sostener que, carentes de una


línea de carrera que mediante la acumulación de méritos garantizara
una estabilidad relativa en el empleo, los docentes universitarios
acumularían, en esta nueva universidad, efímeros contratos semestrales
que reducen el compromiso con la institución y los alumnos a unas
horas de clase y que posponen indefinidamente la investigación y
desoyen el reclamo de los menos favorecidos por la proyección social
de la universidad.

Respecto al alumno universitario, si bien el estatuto de consumidor le


ha reportado algunos beneficios en lo que atañe al acceso a la
información, el perjuicio que genera el nuevo esquema de mercado para
la relación universidad-estudiante no ha sido todavía evaluado. De
manera preliminar, podemos adelantar sin embargo que el nuevo
esquema proveedor-consumidor muestra solamente una faceta parcial
de la relación de un estudiante con la universidad, al poner el acento
en la pensión o derecho pagado como contraprestación por el servicio
educativo. Para empezar, la gratuidad de la enseñanza en la
universidad pública nos exime de mayor comentario y dejaría sin
contenido a la supuesta relación contractual entre ambos; en el caso de
la universidad privada no estamos tampoco ante una relación con-
tractual donde a la prestación educativa le corresponda una contra-
prestación dineraria porque no son prestaciones equivalentes. Esto es
así en atención a la imposibilidad de establecer una valorización si-
quiera aproximada de los servicios que puede recibir un estudiante
matriculado. Aun cuando el crédito académico sirve como unidad de
medida para el pago, la realidad pone en evidencia la naturaleza com-
pleja del «servicio universitario» que, en verdad, nos debería llevar a
hablar de «servicios universitarios múltiples», ninguno de los cuales
puede estandarizarse sino en un grado relativo.

El pago de la pensión o derecho académico como también se le conoce


es ciertamente un aporte necesario que la institución universitaria
espera hacer parte del presupuesto que la sostiene y hace funcionar; sin
embargo, no es una contraprestación por un servicio equivalente. No es
contractual la relación del estudiante con su universidad y no es por
tanto un cliente.
Si aceptáramos pacíficamente la calidad de consumidor en el alumno,
entenderíamos que ante un servicio insatisfactorio el cliente migre
naturalmente hacia otro proveedor; si bien puede esto parecer normal,
debe tenerse presente que no son simplemente equivalentes y
acumulables los peldaños académicos que conducen al piso superior
de la formación profesional. Prueba de ello es la falta de reconocimiento
o convalidación que merecen los estudios de una universidad por su
par. Un alumno debe saber qué puede recibir de la universidad y qué
no, según reza la lógica de mercado. Sin embargo, lo que no permite
apreciar esta visión de mercado es que la educación no es un artículo
de consumo que pueda ser inofensivamente intercambiado. Lo recibido
en las aulas, poco o mucho, impregna negativa o positivamente el ser
del futuro profesional, determinando así su incompetencia o
competencia y la amplia gama de claroscuros entre ambos. Este lado
humano de la educación, el papel que juega en el destino personal,
hoy llamado proyecto de vida, habla de la dignidad personal que nos
recuerda el valor inestimable de todo ser humano.

Además, al formar parte de la comunidad universitaria, se educa al


joven en la corresponsabilidad que implica la tarea educativa y en el
deber de participar en las mejoras que pueden ser introducidas. Como
miembro de la comunidad a cargo de la tarea educativa, no puede
simplemente migrar hacia otro proveedor, debe hacer lo posible por
corregirla.

Finalmente, la mala formación de cada persona no es un mero


accidente particular; cuando alcanza a un numeroso grupo, entraña un
serio perjuicio para toda una generación que está llamada a tomar la
posta en la conducción de la sociedad. Consideraciones de esta
naturaleza convocan rápidamente a la noción de servicio público que
algunos prefieren ocultar de la labor educativa porque implica un
«sobre costo» que afecta la competitividad.

 La economía nacional (neoliberal)

La configuración de la economía peruana, y sobre todo los ajustes


estructurales sufridos por el Perú a partir de la década de los 80
tuvieron incidencia sobre la producción científica de los docentes
universitarios, al ocasionar una merma de sus haberes, y como
consecuencia de ello, de sus potencialidades para actualizar y divulgar
conocimientos. En los artículos y libros sobre los que se ha
concentrado nuestro trabajo, se detallan algunas de las medidas
económicas que tuvieron este efecto, como el impuesto que gravaba
(y todavía grava) la salida del país, y que desalentaba la concurrencia
de los docentes a eventos científicos; las políticas de shocks aplicadas
durante los gobiernos de García y Fujimori que no sólo mermaron los
sueldos de los docentes sino que instauraron su discriminación en
cuanto a remuneración en relación a otros funcionarios del Estado
-discriminación que se mantiene hasta hoy ; y la privatización del
correo postal, que afectó a los canjes de publicaciones que realizaban
las universidades y con ello, a la actualización de los conocimientos de
sus docentes. Pero también se alude a los efectos, menos
perceptibles, que sobre las universidades ha tenido el rumbo
neoliberal adoptado por la economía nacional, y fruto del cual son las
nuevas formas de reorganización de aquéllas conforme a los nuevos
“valores” y concepciones como son la institucionalización de centros
de producción de bienes y servicios que absorben el tiempo del
docente para la docencia, o la organización de eventos “científicos” o
“culturales” para recabar fondos, todo ello en detrimento de la
dedicación a la investigación y de la calidad de ésta.

 El desmantelamiento de la autonomía universitaria

Otro de los factores que afecta a la producción científica y que es


visibilizado en los artículos y libros del profesor Zierer es el gradual
desmantelamiento de la autonomía universitaria, desmantelamiento
que se desprende de una serie de actuaciones que se han sucedido en
los últimos cuarenta años en Perú, y que van desde la intervención
administrativa y académica directa de las Universidades por parte del
gobierno, como parte de su lucha contra el terrorismo, a la captación
por parte de entes externos a la propia Universidad (como la
Asamblea Nacional de Rectores o el INABEC) de las capacidades de la
Universidad para perfeccionar a sus docentes, o para evaluar los
trabajos científicos de éstos, pasando por la realización de auditorías
por parte de organismos estatales que supervisan no sólo los aspectos
administrativos sino los aspectos de orden académico del hacer
universitario.

 La burocracia administrativa

La burocracia administrativa es representada en la obra del profesor


Zierer como un factor que merma la calidad y cantidad de la
investigación en tanto que origina un incremento de los trámites a la
hora de tramitar proyectos de investigación o licencias de los
docentes para concurrir a eventos científicos - trámites engrosados
aún más por la incidencia de instituciones extrauniversitarias en la
universidad, las cuales exigen cada una por su lado sus propios
trámites–. A ello se suma la incidencia que la ineficiencia
administrativa tiene, en general, en las actividades del docente; el
gradual sometimiento de lo académico a lo administrativo, que se
manifiesta tanto en el aumento de las medidas de control del
cumplimiento de la labor lectiva de los docentes como en el
curriculismo administrado por la administración de personal
universitaria - curriculismo que afecta al proceso de nutrición que
debe realizar la investigación sobre la ejecución de programas de
formación profesional, además de que es un indicador de la inercia de
la Universidad, y de la desconsideración hacia el docente -; la
sobrecarga a los docentes con tareas burocráticas que le restan
tiempo de dedicación a la investigación, y, por último, la tendencia a
tomar decisiones en todas las jerarquías de la Universidad en base a
criterios administrativos y no académicos o científicos.

 La vulneración de las normas universitarias, su no aplicación y


su no desarrollo, con la consiguiente vulneración de derechos

En la merma de la producción científica también incide la vulneración


de las normas universitarias, tanto por parte de los sucesivos
gobiernos nacionales - especialmente renuentes al cumplimiento de la
normativa universitaria sobre haberes de los docentes -, como por
parte de las autoridades universitarias y de los propios docentes, que
son quienes vulneran las normas que disponen la agilización y no
obstaculización de la concesión de licencias a los docentes para
concurrir a eventos, el respeto de las categorías profesorales en la
asignación de tareas académicas, el reconocimiento de los aportes
significativos de los docentes a la vida académica de la Universidad y
las normas reguladoras de los concursos de promoción docente
(particularmente en lo que se refiere a la composición de los jurados,
en que no se valora la producción científica realizada,). Y la
vulneración de normas universitarias tiene como complemento su no
aplicación y su no desarrollo a nivel reglamentario - es lo que ocurre
por ejemplo con la normativa reguladora del año sabático en la
Universidad Nacional de Trujillo -, todo lo cual, además de traducirse
en una vulneración flagrante de derechos (por ej. la libertad
académica) y en un atentado a la dignidad del docente, afecta a la
investigación científica y a la moral de la institución.

 La deficiente política de personal adoptada

En los artículos y libros del profesor Zierer podemos encontrar


representada la política universitaria de personal (académico) como
otro de los factores que a lo largo de los últimos cuarenta años ha
incidido en la merma de la producción científica en la universitaria
peruana – lo que en artículos llega a manifestarse en un
reconocimiento expreso de la vinculación que existe entre política de
personal (académico) e investigación, -, debido sobre todo a la
adopción de medidas desacertadas (o a la no adopción en algunos
casos de medidas que favorezcan la dedicación a la investigación),
así, la no asignación de la carga lectiva a los docentes según su
preparación y sus categorías profesorales, el no reconocimiento
formal y efectivo al docente con producción científica respetable, el no
aprovechamiento del sistema de intercambio académico ni el
perfeccionamiento que los docentes a veces obtienen en el exterior, la
no adopción de medidas para contrarrestar la fuga de talentos, el
aumento del número de docentes contratados, pero sin que se les
consideren las horas de investigación en su carga lectiva, la
inexistencia de investigación en equipo y la no integración de los
estudiantes en los proyectos de investigación junto con los docentes,
el desaprovechamiento del potencial que representan los docentes
cesantes, y, por último, la no promoción del diálogo dentro de la
institución acerca de su política de personal para impulsar la
investigación; a todo lo cual hay que añadir la falta de una
capacitación en metodología científica dirigida a los profesores, y el
que la producción de recursos propios por parte de la institución
(como resultado del impacto de la economía neoliberal en la
universidad peruana, aspecto al que nos referimos más arriba) se
realice en detrimento de la dedicación a la investigación.

 La no adopción de una política de investigación

Además de los factores anteriormente citados tenemos la inexistencia


de una política de investigación, ítem que puede extraerse de la obra
del profesor Zierer a partir del énfasis que se pone en la misma a la
necesidad de una formulación y publicación de la política de
investigación por parte de la Universidad, y de la configuración de
esta formulación y publicación de la política de investigación como
hecho que determina, junto con otros, la existencia de una cultura de
la investigación.

 La adopción de mecanismos erróneos de promoción de la


investigación

Otro factor que contribuye a mermar la producción científica es la


adopción de mecanismos erróneos de promoción de la investigación
como es el caso, según el profesor Zierer, de la bonificación por
investigación prevista para los docentes que comprobadamente
realizan investigación científica en la Universidad, siempre que
presten servicios a tiempo completo y únicamente a la Universidad.
Así, entre las reparos dirigidos a este mecanismo de promoción de la
investigación están, en el orden teórico, el que al condicionar el goce
de la citada bonificación al hecho de que el docente preste
únicamente servicios a la Universidad, la bonificación no significa
ningún aliciente para los numerosos profesores de tiempo completo
que ejercen actividades remuneradas fuera de la Universidad, el que
la efectivización del pago de la citada bonificación puede utilizarse
como medio de presión para el sometimiento del profesorado a las
autoridades, y sobre todo, el que contradice la esencia de la función la
docencia universitaria, que es la investigación, investigación que, por
tanto, no es una actividad opcional que deba bonificarse; y entre los
reparos de tipo práctico, en la bonificación por investigación, al
aplicarse, produjo un aumento de los proyectos de investigación en
las Direcciones de investigación de las universidades, pero sin que
existiera una supervisión efectiva de los proyectos registrados, de tal
manera que algunos de ellos no llegaban a terminarse o eran
proyectos fantasma y en el caso de terminarse, no llegaban a
difundirse ni siquiera a nivel institucional.

 La no valoración de la investigación por la propia Universidad

Aparte de la no ponderación de la labor investigadora del docente a la


hora de la asignación de tareas académicas, aspecto tratado al
explicar la forma en que es representada la política de personal
académico adoptada en la Universidad, puede percibirse en los
artículos y libros del profesor Zierer cómo determinadas actuaciones
realizadas en la Universidad pueden ser consideradas como formas de
no valorización de la investigación realizada por los docentes. Así, la
ponderación de los méritos ya evaluados para el ingreso a la docencia
también para el ascenso de categoría profesoral, porque con ello el
concursante que logra ingresar a la docencia pierde la motivación
para investigar; la no ponderación de la investigación científica
realizada en los concursos de promoción docente cuando los
miembros del jurado que deben evaluar el trabajo de habilitación (o
trabajo de investigación) para el concurso no son de la especialidad a
la que aspira el concursante; la no valoración de los méritos de los
concursantes desde un punto de vista estrictamente académico; el no
reconocimiento formal y efectivo del docente con producción científica
respetable – aspecto en relación a los déficits de la política de
personal aplicada -, en mérito a la participación científica destacada
que han tenido en algún congreso científico.

 La existencia de barreras lingüísticas en la difusión de los


resultados de la investigación

Por otra parte, la relevancia que en los artículos y libros del profesor
Zierer se da a la difusión amplia de los resultados de la investigación
podemos ponerla en conexión con otra representación que se hace en
aquéllos que es la de las barreras lingüísticas como otro factor que
afecta a la calidad y la cantidad de la producción científica. Dichas
barreras, que afectan enormemente al procesamiento de la
información científica y en consecuencia a la publicación científica son
tanto internas (dificultades para redactar informes científicos) como
externas (desconocimientos de otros idiomas en los que se transmite
la información científica por parte de los docentes), y de su
visualización, depende, en primer término, su superación.

 La presencia de factores subjetivos o intereses individuales y


de grupo
Otro de los factores que contribuye a la merma de la producción
científica y del que dan cuenta los artículos y libros del profesor Zierer
es la incidencia de factores subjetivos y de intereses individuales y de
grupo en los procedimientos de ingreso a la docencia y promoción
docente, procedimientos en que los que deberían ponderarse criterios
como los aportes del concursante a nivel investigación o criterios
estrictamente académicos; asimismo, en relación a la participación de
los docentes en certámenes científicos, cuando se ponen trabas a la
misma; y en el no aprovechamiento de las experiencias obtenidas por
el docente en el exterior una vez que regresa a la Universidad.

 La falta de ética institucional

Por lo que se refiere a la ética institucional, a la cual hicimos alusión


al tratar la determinación que ejerce la investigación sobre la
acreditación de la Universidad si ésta quiere estar basada en valores
o acreditación universitaria conforme a la ética institucional, su
inexistencia incide de manera concreta en la producción científica
cuando, por ejemplo, no se ejecutan los proyectos de investigación
considerados en la carga horaria de los docentes, no hay
transparencia en los concursos de ingreso a la docencia universitaria
y de ascenso de categoría y, en general, no se conduce la Universidad
según sus pautas, pues ello afecta al funcionamiento de la
Universidad en general y por ende, a la investigación.

 La falta de previsión, la improvisación

Finalmente, la no realización de análisis previos de los costos que


acarrea la implementación de una determinada legislación, la no
previsión de las consecuencias que el cambio de regulación jurídica
universitaria acarrea a nivel de administración universitaria,
particularmente sobre la investigación científica; o la no previsión de
las consecuencias que una determinada medida organizativa (por ej.
un mero traslado de lugar de la imprenta de la universidad), puede
tener en relación a la actividad científica de los docentes, son datos
todos ellos que erigen la falta de previsión, la improvisación en una
imagen o representación más de la investigación en la universidad
peruana.

D. La Solución

Las soluciones, como solemos oír en las clases de metodología, pasan


previamente por una adecuada formulación del problema. Las páginas
precedentes han tenido esa pretensión pero reconocemos que un
examen exigente podría ofrecernos información que complete y
eventualmente rectifique a la aquí empleada. Sin perjuicio de ello, nos
arriesgaremos a proponer alternativas en las líneas que siguen.

En primer lugar, debe afirmarse claramente que las universidades


peruanas no conforman un sistema, pese a lo que sostienen algunos y
a lo que refiere inadvertidamente alguna ley reciente; las
características institucionales no responden a un único modelo de
organización. Si cada entidad tiene su propia organización, se podría
afirmar que no prevalece ningún modelo. Así, la experiencia reciente
muestra que las universidades con liderazgo de algún tipo han desa-
rrollado estructuras y estrategias propias que no contravienen la ley
pero que tampoco están previstas por ella. Si bien no se trata ya de
establecer un modelo de organización único para todas las universi-
dades, es indispensable una decisión política acerca de los márgenes
que no pueden ser sobrepasados. Recusar un régimen de modelo único
es prescindir de toda consideración o se trata de optar de entre una lista
de posibilidades. Las preguntas asoman incesante mente: ¿Debemos
continuar con la estructura mixta de facultades y departamentos
académicos? ¿Debe rodearse de requisitos la creación de nuevas
carreras? ¿Debe preservarse la figura del rector y su carácter de auto-
ridad académica, pese al menoscabo sufrido en el modelo empresarial?
¿Puede y debe coexistir la universidad genuinamente autónoma con la
empresarial? ¿Puede esta última disfrutar de los beneficios de la
autonomía universitaria, en tanto garantía institucional reservada por la
constitución para las comunidades universitarias? ¿Cómo hacer
compatibles las legítimas expectativas del inversionista con la libertad
que debe caracterizar a la tarea universitaria? ¿Debe ofrecer un sistema
de acreditación la información precisa y pública acerca de cada
universidad de modo que el postulante sepa de antemano qué puede
esperar de ella?

El rechazo a la fórmula del modelo único pudo conducir hace diez años
a una alternativa carente de modelo, la de la «ley de bases de la
universidad». Disposiciones mínimas acerca de lo que debía
caracterizar a la institución universitaria, tanto en organización como en
función estuvieron previstas en dicho anteproyecto de ley, dando
amplio margen para que tanto la universidad pública como la privada
esbozaran los diseños que mejor se ajustaran a sus dimensiones y
propósitos. Era tal la laxitud, que se renunciaba inclusive a la deter-
minación de los parámetros académicos de las carreras. Resultó curioso
constatar que cada examen del texto dio lugar a añadidos que, de tanto
en tanto, terminaron desdibujando su carácter de ley de bases. Era
evidente que la universidad peruana reclamaba una orientación
sustancial.

La alternativa más acertada parece ser entonces la de una ley que,


respetando las peculiaridades, establezca por encima de ellas ciertas
claves comunes que aseguren un mínimo de responsabilidad en la tarea
de la educación superior y la formación profesional. El contexto general
lo debe seguir ofreciendo la autonomía universitaria en sus cuatro
facetas, pero no debe sonrojar que en cada una de ellas se definan
ciertos límites.

Así, en lo académico, es indispensable que se regule la educación a


distancia. En lo administrativo, que se propenda a procedimientos
transparentes que preserven el derecho de participación de la
comunidad universitaria. En lo económico, que se respete la libertad en
la asignación de los recursos y que se evalúe por resultados el acierto
de este ejercicio, premiando y castigando según corresponda. En lo
normativo o de gobierno, la libertad de darse sus propias normas y
adoptar sus propias decisiones con vistas al desarrollo institucional no
resulta discutible. Una cultura de la evaluación y la acreditación debe
impregnar la gestión universitaria.

La libertad de educación, el derecho a la educación y el servicio público


de la educación son en definitiva tres dimensiones de una misma
realidad que debiéramos tener presente. Por la primera, dictamos las
normas que aseguren la libertad de cátedra y respeten simultáneamente
el derecho del estudiante a recibir los conocimientos que le conviertan
en un académico o profesional, esto es, que le permitan ejercer el
derecho a la educación. La libertad de educación no autoriza a prescindir
del estado de la cuestión para optar por una actitud diletante. El
alumno tiene derecho a que la educación recibida sea actual y
pertinente. Libertad y derecho representan intereses distintos y a veces
divergentes pero conjugables en la dimensión del servicio público de la
educación. La universidad puede ejercer la libertad de educación
decidiendo por sí cuáles carreras ofrecer, pero esta libertad debe
practicarse con respeto por el derecho ajeno de recibir educación
seriamente. Una actividad que sea ofrecida con todas las garantías que
brinda la acreditación, respondiendo a estándares internacionales tanto
en contenidos como en formas o modalidades reflejará el derecho a la
educación y, en definitiva, la naturaleza de servicio público que la
educación posee porque, a la postre, educar seriamente implica un uso
eficiente y eficaz de recursos económicos con independencia de toda
injerencia política o económica, tal como lo postula la Carta Magna de las
Universidades de Europa, de 1988. El carácter público del servicio
educativo es puesto a prueba cuando, pudiendo servir intereses
particulares, políticos o económicos, es preservado como un bien de
todos que contribuye a acortar las brechas de todo orden existentes en
la humanidad, sea por el distinto acceso a los medios materiales o al
conocimiento, sea por las preferencias políticas o sociales, culturales,
raciales o religiosas, siempre discriminantes e injustas. Se trata de
darse la posibilidad de hacer un país mejor y una sociedad global mejor
mediante la capacitación de sus clases dirigentes.
La posibilidad de que se separe la cizaña del trigo en el campo de la
educación superior peruana es actual. Lo que insta en este momento es
contar con un brazo decidido a mover valerosa y vigorosamente el
timón sacando a la universidad de su inercia. Ella misma, la universidad,
tiene las potencialidades para hacerlo; manifestaciones en tal sentido
se van sumando pero solo son parciales y particulares. Es menester una
política pública mediante una ley que determine los objetivos que debe
alcanzar la universidad en cada uno de los aspectos medulares aquí
enumerados. Estos objetivos pueden ser plurales y amplios pero son
indispensables. El Perú, como sabemos, es problema pero también
posibilidad.

E. Universidad y Desarrollo:

En primer término el desarrollo debe ser integral, es decir que debe


abarcar a todas las manifestaciones del ser humano y no cir-
cunscribirse, como ocurre con frecuencia a los aspectos puramente
económicos, pues la persona también debe tener condiciones dignas
para su realización en lo social, político, cultural, espiritual, deportivo,
lúdico (esparcimiento), intelectual, artístico, etc. Porque estamos
hablando de seres cuyo bienestar está íntimamente ligado a todas estas
manifestaciones.

Luego, debemos entender el desarrollo como un fenómeno universal, es


decir que alcance a todas las personas que integran una comunidad,
cualquiera que sea su condición inicial o su ubicación espacial. No es
posible que admitamos que una sociedad es desarrollada sólo cuando se
ha logrado promedios (como el ingreso per cápita), mientras que se
mantiene importantes sectores de la población marginados o excluidos
de las condiciones de vida fundamentales, mientras que pequeños
grupos humanos concentran el patrimonio y los ingresos.

Otra condición indispensable del desarrollo debe ser la sostenibilidad,


que consiste en que el sistema económico productivo posea sus propios
mecanismos de retroalimentación, mediante la generación de
excedentes que permitan garantizar un crecimiento igual o superior al
ritmo de crecimiento de la población y de sus necesidades. Esto
también conlleva la obligación de preservar el medio ambiente y usar
racionalmente los recursos naturales, para evitar la depredación o el
agotamiento de los recursos que serán el sustento de las generaciones
futuras.

Y finalmente, el desarrollo debe ser solidario sobre todo en los países


denominados sub desarrollados, donde las grandes brechas entre ricos y
pobres alcanzan niveles de escándalo. Resulta evidentemente injusto
que se pretenda exigir igual rendimiento en todo orden de cosas a
personas que parten de enormes diferencias en cuanto a capacidades
personales y recursos disponibles. Quienes han recibido de la sociedad
mejores niveles de conocimiento, información y patrimonio, están en la
obligación moral de compartirlo con quienes se hallan total o
parcialmente excluidos de la sociedad.

 Cómo alcanzar el Desarrollo:

Admitiendo que el desarrollo no se circunscribe únicamente a las


manifestaciones económicas de una sociedad o de las personas,
tenemos que aceptar que la más importante condición para lograrlo
es con el incremento de la producción de bienes y servicios, asegu-
rando a su vez mecanismos efectivos de distribución de la riqueza y
los ingresos que genera el sistema productivo, entre todos los inte-
grantes de la comunidad, aunque algunos de estos no participen di-
rectamente en dicho proceso. Recordemos que una buena parte de la
población son niños, ancianos, discapacitados, enfermos y viudas, que
la sociedad tiene la obligación de atender.

El sistema productivo de toda comunidad tiene como unidad básica


indispensable a la empresa, que es la instancia en la que concurren los
tres factores fundamentales, que son: el Capital (patrimonio empleado
en la producción de nuevos bienes y servicios), el Trabajo (aporte
humano intelectual o material), y Recursos Naturales (bienes iniciales
o insumos a partir de los cuales se obtiene un producto final).

Dentro del proceso de transformación que ocurre en la empresa se


configuran las relaciones de producción entre quienes aportan su
fuerza laboral, ya sea en forma directa o indirecta, generándose for-
mas distintas de tratar los atributos fundamentales de esta unidad bá-
sica, que a su vez determinan la condición ideológica de los respectivos
sistemas de producción. Estos atributos son: La propiedad del capital,
la Gestión empresarial y los Beneficios o excedentes.

Cuando la propiedad de los medios de producción está en manos de


personas que participan indirectamente en el proceso y son los que
toman las decisiones y se apropian de los beneficios, estamos ante un
sistema «Capitalista» de producción, porque la empresa es patrimonio
de quienes representan al factor capital.

En el otro extremo, ha habido a lo largo de la historia muchos intentos


por defender el derecho que tienen quienes aportan a la empresa con
su fuerza de trabajo, de ser propietarios de los medios, tomar las
decisiones y repartirse equitativamente los beneficios resultantes;
estos son los sistemas de producción «Socialistas» (donde el Estado
representa a la sociedad) «Comunitarios» (la propiedad es de la
comunidad de trabajadores) y «Colectivistas» (diversas formas de
accionariado difundido).

Al concluir la segunda guerra mundial los países «aliados» propusieron


a los líderes alemanes adoptar el sistema capitalista de producción
para recuperar su devastada economía, pero éstos aplicando su agudo
espíritu crítico decidieron aplicar la economía de mercado, pero con un
conjunto de atribuciones al Estado, para que pueda controlar,
intervenir y reordenar los efectos negativos del libre juego de oferta y
demanda, creando su novedoso modelo que denominaron la
«Economía Social de Mercado», sustento fundamental del llamado
«Milagro Alemán» que consistió en la recuperación económica de la
Alemania Occidental en pocas décadas.

Lo importante de este comentario es que lo trascendente de un


sistema es que se garantice adecuados ritmos de crecimiento de la
producción y que los beneficios del mismo se distribuyan en forma
equitativa a través del sistema tributario, la inversión pública y los
sistemas de seguridad social que alcancen a la población que no puede
participar en el proceso, pero tienen necesidades que atender.

 La competitividad como condición del Desarrollo

La posibilidad de que un sistema productivo registre tasas sostenidas


de crecimiento depende en gran medida de la velocidad con la que se
puede colocar sus productos en el mercado, que actualmente se ha
globalizado a nivel mundial, como consecuencia de la eliminación
progresiva de los aranceles, las medidas proteccionistas y la aplicación
de tratados de libre comercio. De este modo, aún nuestros productores
locales están obligados a competir con productos procedentes de los
más remotos lugares de todo el mundo.

Hasta hace algunas décadas funcionaban diversas trabas arancelarias y


medidas proteccionistas que concedían ventajas en el mercado
nacional a los productores locales frente a los extranjeros, pero el
creciente proceso de globalización hace que puedan ingresar a nuestro
mercado productos de lejanas procedencias a precios menores que los
nuestros, desplazando y paralizando la producción nacional y
consecuentemente se cierran fábricas, disminuye el empleo y se res-
tringe la demanda global que en gran parte empieza a ser abastecida
por las importaciones.

Frente a este panorama la única salida es innovar nuestros procesos


productivos para descubrir y aplicar procedimientos tecnológicos que
nos permitan elevar la calidad de nuestros productos, maximizar
rendimientos, reducir costos, utilizar economías de escala y mantener
un eficiente sistema de información comercial, para identificar
mercados en los que podamos desplazar oferta y colocar con éxito
nuestro producto, empezando por sustituir progresivamente la
demanda local de importaciones.

En evidente que este proceso de innovación empieza por el más


dinámico de los factores de la producción que es el hombre-trabajador
en todas sus manifestaciones, las experiencias recientes demuestran
que este salto cualitativo sólo es posible a partir de la disponibilidad de
mano de obra altamente calificada, adecuados sistemas de
información y la incorporación de valores éticos en la conducta indi-
vidual y colectiva de los trabajadores. El resultado de estos compo-
nentes permitirá lograr en las empresas y en cualquier otra forma de
institución social las condiciones del desarrollo que son: educación,
organización y disciplina, todo lo demás se dará por añadidura.

 El rol de la Universidad en el Desarrollo

Como corolario de estas reflexiones debemos admitir el delicado y


trascendente papel que le toca jugara a la Universidad en este
proceso, por ser la institución responsable de investigar, formar pro-
fesionales y proyectarse a la sociedad, para proponer soluciones tras-
cendentes para los grandes problemas nacionales.

En nuestro país la formación de profesionales en las universidades


nacionales es subsidiada por el Estado, aunque su financiamiento sea
limitado e insuficiente, sin embargo quienes han obtenido un título
profesional se lo deben en gran parte al aporte hecho por la sociedad,
a la cual tienen la obligación moral de retribuir con el ejercicio honesto
y comprometido con los sectores más desprotegidos.

En esta perspectiva sería deseable que la programación de todo el


quehacer universitario estuviera diseñada en función de los más
importantes y trascendentes problemas de su entorno. De aquí la im-
portancia de que las universidades cuenten con equipos permanentes
de análisis y diagnóstico que permitan mantener actualizados sus sis-
temas de información, para orientar la selección de especialidades
relevantes, la currícula de sus planes de estudio, las formas de aplica-
ción de la ciencia pura, las prácticas pre profesionales y en general las
acciones de proyección a la sociedad local, regional y nacional.

Con este fin es preciso que la Universidad establezca una relación


permanente y sostenida con el aparato productivo de su entorno, ya
sea a través de los gremios representativos, como de las mismas
empresas, para recoger su problemática, pero también sus experien-
cias y aportes para ser enriquecidos e incrementados con nuevos apor-
tes tecnológicos orientados a potenciar su rendimiento y
competitividad. Se trata de maximizar el rendimiento de los recursos
que obligadamente destinan algunas empresas para sus programas de
investigación y desarrollo, incorporando el aporte académico de alto
nivel que debieran proporcionar las universidades.

Para responder con éxito a este reto, se tiene que hacer grandes
cambios en los métodos que se aplica en nuestro deformado sistema
educativo, basado en la transmisión repetitiva de conocimientos, sin
incentivar la capacidad crítica ni el espíritu creativo e innovador en el
estudiante, sesgo que lamentablemente se arrastra aún en la formación
universitaria. En este sentido sería deseable que los profesionales al
egresar de las universidades, sobre todo en las especialidades
vinculadas directamente al aparato productivo, sean capaces de gene-
rar nuevas actividades que les permita un empleo adecuado para ellos
y para otras personas con menores niveles de calificación.

 Cómo mejorar la Relación Universidad – Desarrollo

Entre los muchos problemas que caracterizan el sistema educativo en


nuestro país, debemos destacar el enorme vacío que existe en la
formación de técnicos y expertos a nivel de mando medio, hecho que
obliga a la mayor parte de los estudiantes egresados de secundaria a
postular a las universidades como única opción para convertirse en los
calificados trabajadores que requiere el sistema productivo y así
lograr su propia realización personal.

Las universidades actuales y sobre todo las que sostiene el Estado,


reciben cada año decenas de miles de ingresantes, la mayoría de los
cuales sin ninguna vocación definida desertan en el camino, otros pocos
terminan sus estudios pero nunca obtienen sus títulos y un porcentaje
muy pequeño de los egresados logra finalmente el tan ansiado título
profesional. De este modo, hay una excesiva masificación de
estudiantes que nunca llegan a graduarse, con lo que los escasos
presupuestos que se asigna al sistema, sean para cubrir con limitacio-
nes las remuneraciones y algunos gastos operativos, descuidándose
aspectos de vital importancia para el sistema, como la investigación, la
infraestructura, el equipamiento, los laboratorios, los sistemas in-
formáticos y las prácticas pre profesionales, entre otros, que explican la
crisis existente.

Un factor importante en este proceso de recuperación del nivel


académico de nuestras universidades es la capacidad y experiencia
del personal docente. Los ingresos modestos y las limitadas condi-
ciones de producción intelectual hacen que la mayoría de profesores
universitarios sean profesionales jóvenes recién egresados, que acce-
den a la docencia superior sin ninguna calificación especializada y con
escasa experiencia de campo en el ejercicio de sus respectivas
profesiones, de ese modo, será muy poco lo que pueden trasmitir a
sus discípulos. La propuesta es que se aplique en cada caso progra-
mas permanentes de actualización académica para los docentes uni-
versitarios, con incentivos para quienes mejoren su calificación.

Asumiendo que se tiene que resolver previamente la carencia de


oportunidades menos costosas para la formación masiva de expertos
de mando medio que canalicen al grueso de egresados de secundaria,
sería ideal aplicar sistemas más exigentes para el ingreso a las univer-
sidades, basados no sólo en un examen o pruebas de aptitud acadé-
mica, sino en el rendimiento demostrado a lo largo de los estudios
secundarios, que permitan evaluar la aptitud para el estudio, la voca-
ción profesional y las habilidades que garanticen el nivel que debe
alcanzar todo profesional.

Una forma de responder con éxito a la problemática real del sistema


productivo del país es la formalización de «alianzas estratégicas» entre
la universidad y las empresas de su entorno, para que se pueda llevar a
cabo investigaciones de largo alcance para innovar los procesos
productivos, mejorar la gestión empresarial, identificar mercados
potenciales, elevar los niveles de productividad y en suma, hacer más
competitivo nuestro aparato productivo, a partir del apoyo financiero
del sector privado. Para que esta propuesta sea viable, es preciso que
las universidades nacionales den muestras claras de responsabilidad y
eficiencia, como ya lo vienen haciendo algunas universidades
particulares.

F. Metodología:

 Encuesta:

Nombre:_____________________________ Instrucción:_____________
Instrucciones: Marque con un aspa (X) la alternativa que cree conveniente.

1. ¿Cree usted que existe una grave crisis universitaria en el país?


a) Si b) No c) No sabe, no opina

2. ¿Cree usted que el gobierno tiene que ver con esta crisis?
a) Si b) No c) No sabe, no opina

3. ¿En qué consiste esta crisis universitaria?


a) Falta de equipos adecuados b) Poco equipamiento de bibliotecas
c) Profesores poco capacitados d) Otros. Especifique ……………….

4. ¿Cree usted que los profesores tienen algo que ver?


a) Si b) No c) No sabe, no opina

5. ¿Usted cree que las huelgas de profesores afectan al prestigio de la


universidad pública?
a) Si b) No c) No sabe, no opina

6. ¿Cree usted que los profesores en el Perú son mal pagados?


a) Si b) No c) No sabe, no opina

7. ¿Qué perjuicios trae consigo la crisis universitaria?


a) Profesionales poco aptos b) Profesores mal pagados
c) Falta de investigación científica d) Otros. Especifique………………..

8. ¿Cree usted que el aumento de universidades privadas es por la crisis


universitaria de las universidades públicas?
a) Si b) No c) No sabe, no opina

9. ¿Cómo se solucionaría esta crisis universitaria?


a) Con un mejor pago de los profesores
b) Con un mejor equipamiento de las universidades
c) Con un mejor presupuesto de la nación hacia la educación
d) Otros. Especifique…………………………………..

10. ¿De qué manera cree usted que los universitarios podrían involucrarse
para solucionar la crisis universitaria?
a) Apoyando a los profesores
b) Haciendo asambleas universitarias
c) Otros. Especifique…………………………………..
d) No sabe, no opina

 Resultados de la Encuesta:
La anterior encuesta fue realizada a 60 personas en la ciudad de
Chiclayo, entre estudiantes de universidades públicas y privadas,
obteniéndose el siguiente cuadro:

Resultados

Preguntas Claves

A B C D

1 50 10 0 0

2 46 2 2 0

3 10 10 24 16

4 20 24 16 0

5 40 16 4 0

6 50 8 2 0

7 30 10 16 4

8 38 20 2 0

9 18 16 22 4

10 20 24 10 6

 Interpretación:

Podemos observar en las encuestas que todos los universitarios están


informados de lo que sucede en nuestra realidad nacional, y las
formas en que se manifiestan el malestar y pesar de los que
conforman las entidades involucradas en el supuesto desarrollo de la
universidad en el Perú.

Siendo bastante objetivos a responder nuestras preguntas, y su


manera de cómo sería nuestro país si se tomaran las medidas
necesarias para solucionar esta crisis.

G. Observaciones y Conclusiones:
En la obra del profesor Zierer Bloss, la Universidad debe articularse en
torno a la investigación si quiere cumplir sus fines. La investigación
además tiene gran relevancia porque determina la mayor
responsabilidad de los docentes (cuya actividad investigadora debe ser
reconocida como un valor por la propia Universidad) y, a nivel
institucional, la existencia o no de una cultura universitaria y la
acreditación de la Universidad conforme a la ética institucional. Por otra
parte, la situación de la investigación universitaria en Perú,
concretamente su merma en cantidad y calidad en estos últimos
cuarenta años, es vinculada a la incidencia de numerosos factores (no
sólo económicos), de los que también depende el diseño de soluciones.
Contra el argumento economicista, la resignación y la desidia, el
profesor Zierer Bloss propone el optimismo y la acción, a pesar de que
las circunstancias sean adversas.

Son este conjunto de conceptos, imágenes y representaciones en torno


a la investigación en la Universidad peruana los que, proyectados a la
sociedad peruana desde los artículos y libros objeto de examen, han
ido conformando las percepciones sociales en torno a la ciencia en
Perú. Y la visualización que hemos hecho de dichos conceptos,
imágenes y representaciones puede servir para la elaboración de una
política de investigación que revierta las imágenes y representaciones
existentes en pro de la ciencia y el desarrollo social en Perú, si tenemos
en cuenta, conforme a nuestro enfoque de partida, el poder
determinante que ejerce el saber sobre la realidad.
H. Bibliografía:

- Bourdieu P. (1988). Social Space and Symbolic Power. Sociological Theory


1988, Junio 1; 7: 14 – 25.
- Foucault M.(1979). La arqueología del saber. México: Siglo XXI Editores.
- Zierer, E. (1974). “Problema de la Universidad peruana, la fuga de
talentos”, El Comercio, Lima, 28 de enero.
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