Вы находитесь на странице: 1из 2

c cc

c
c c

Durante los primeros años del virreinato se implantaron en Lima y otras ciudades peruanas
recién fundadas las costumbres medioevales que aun prevalecían en España, en pleno
Renacimiento. Así se inició aquí la organización de todas las profesiones y oficios en forma de
gremios, hermandades y cofradías, que se desarrollaron de manera progresiva.

Los alarifes, nombre que se daba a lo que hoy llamaríamos ingenieros o arquitectos, formaron
en Lima un gremio, organizado por el Cabildo el 5 de febrero de 1537, y una hermandad, bajo
la protección de San José, el padre carpintero de Jesús, que en adelante se ocuparía de
proteger a sus miembros en caso de desocupación, enfermedad, vejez y sepelio.

El gremio estaba conformado, sin excepción, por todos los alarifes que ejercían la profesión en
la ciudad, después de haber sido examinados por el veedor o el alcalde del gremio, que
generalmente también era alarife, o el maestro mayor de la ciudad, responsable además, ante
el Cabildo, del cumplimiento de las ordenanzas y de los aranceles por parte de sus miembros.

Los alarifes que venían de España, ya fuesen españoles, flamencos o italianos, partían de
Sevilla donde debían permanecer previamente varios meses para demostrar ante el Consejo
de Indias no sólo sus habilidades profesionales, sino también su "pureza de sangre", es decir
no tener antepasados moros ni judíos y profesar la "religión verdadera". Llegados a Lima
comenzaban por solicitar al Cabildo ser aceptados como vecinos y un solar para la
construcción de su vivienda y su taller, para luego presentarse ante el veedor y dar su
correspondiente examen.

En cambio, los alarifes criollos empezaban a trabajar, desde los 10 o 12 años, como
aprendices para un "maestro", con el que formaban "Cofradías". Con el tiempo ascendían a
"oficiales" y por último, los más capaces, podían convertirse en "maestros", previo examen ante
el veedor y correspondiente juramento solemne en la capilla de San José, que aun existe en la
catedral de Lima y, bajo cuyo piso, están enterrados todos los profesionales que construyeron
a lo largo de los siglos los monumentos arquitectónicos de Lima.

El primer alarife mayor y alcalde del gremio fue Juan Meco, quien fue recibido y se le otorgó
solar el 5 de enero de 1537. Exactamente un mes después se le nombró "...por que en esta
ciudad ay necesidad que haya una persona que sea alarife dela y entienda en medir los solares
y en repartir el agua que anda por la ciudad y echar las acequias por donde en de ir e para
otras cosas que conviene tocantes al dicho oficio de alarife, señalándole de salario para cada
solar que midiere cuatro pesos de oro y por cada solar por donde echare el agua dos pesos los
cuales sea obligado a pagarle cada vecino". Y el 24 de Mayo de 1538 "...que por quanto enesta
cibdad no esta fecho el ospital y es una de las cosas que mas conviene e ymporta a esta
republica se nombra mayordomo y veedor de la obra a Juan Meco vezino desta por ser
persona honrada y entendida en que se haga, con salario de 50 pesos de buen oro (pagaderos
desde la fecha)... y como veedor otros cincuenta pesos que comyenca a corer y se quenta
desde el dia que se comencare a hazer cimyentos hasta ser conplido un año..." Juan Meco
cumplió su contrato y la capital del Virreinato tuvo su primer hospital, en la tercera cuadra del
jirón Conde de Superando, en el solar ocupado actualmente por el palacio de Ósamela.
Nosocomio que era atendido por dos doctores hermanos apellidados Sepúlveda, que vivían a
la vuelta en el Callejón de Santo Domingo, y que siguieron trabajando en su atención cuando el
hospital se convirtió en el de Hospital de San Andrés y se mudó frente a la Plaza Santa Ana,
hoy Italia.

Juan Meco fue reemplazado, el 29 de enero de 1549 por Juan de Grajales como veedor del
oficio y Gonzalo de Molina, como alcalde del gremio quienes, el 4 de marzo de 1555, logran
que se pregone un bando para prohibir el uso del oficio de alarifes y carpinteros a los negros
"por si solos ni tener tienda delo" ya que en ese momento "avía mas de veinte oficiales
españoles examinados del dicho oficio". El más famoso de los alarifes mayores de la ciudad
fue Francisco Becerra, constructor de las catedrales de Lima y Cusco, elegido para ese puesto
en dos oportunidades, la primera entre 1584 y 1585, y a su regreso de la ciudad imperial en
1596 hasta el 29 de abril de 1605, fecha de su deceso en Lima.

Este sistema de control profesional municipal pasó a manos del Estado Virreinal en 1657,
cuando se creó el Cosmógrafo Real del Reino, con lo que se inició una nueva era en el
ejercicio profesional de "agrimensores, alarifes, arquitectos civiles y tasadores".


Вам также может понравиться