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UN METODO PARA DISCERNIR LA VERDAD DE SUS

APARIENCIAS
No es de ninguna utilidad buscar la verdad o conocerla cuando la hayamos encontrado, a menos que la
pongamos en práctica en nuestra vida. Hay quienes recorren el mundo
buscando tesoros raros, arte, monedas, etc. Pero también existen
muchos que fabrican imitaciones de los artículos legítimos; con lo que
el colector de tales cosas corre el riesgo, de verse timado. A menos,
que el coleccionista tenga medios para distinguir lo legítimo de lo
falsificado.

El mismo peligro corre el investigador de la verdad; porque hay


muchos sudo-cultos e invenciones habilísimas, que pueden sorprender
nuestra buena fe. El coleccionista a menudo encierra su hallazgo en un
cuarto oscuro, para deleitarse en soledad en su contemplación.
Soliendo ocurrir muy frecuentemente; que después de muchos años o
muy bien una vez después de muerto se descubre, que algunas de las
colecciones que guardaba con tanto celo y evaluaba más, eran burdas
imitaciones de ningún valor.

Lo mismo le puede pasar a uno, al creer encontrar lo que creemos es la verdad y enterrarla como un tesoro en
nuestro pecho para esconder su luz; y luego de muchos años
asombrarnos, de lo que tan celosamente estábamos acariciando y
escondiendo de los demás, es una burda y espuria imitación. Así
pues, se presenta la necesidad de una prueba infalible, que elimine
toda posibilidad de decepción; y el problema se presenta con el
modo de descubrir y aplicar, la prueba. Cuando preguntamos a los
coleccionistas el medio de que se valen para saber si un
determinado artículo adquirido y que estima es una imitación o
legítimo, generalmente nos responden que es mediante un examen
que realiza alguna persona que haya visto el original de dicho
artículo. Nosotros podremos engañar a todos los demás durante un
cierto tiempo; o a una parte de ellos por muchos años, pero nos es
imposible defraudar durante toda la vida a toda la humanidad. Por
lo que si el coleccionista hubiera exhibido públicamente su tesoro
en vez de ocultarlo secretamente, hubiera conocido rápidamente;
por el conocimiento colectivo de todo el mundo, si su objeto era legítimo o falsificado.

Ahora, recapacitemos en esto, pues es muy importante: Tan cierto como el misterio y las reservas de los
coleccionistas ayudan, incitan y estimulan el fraude respecto de los traficantes de curiosidades, así también el
deseo de tener y poseer para nosotros solos grandes secretos no conocidos por la
“plebe”, excitan el tráfico de quienes negocian en “iniciaciones ocultas”; con
ceremonias pomposas, para seducir a sus víctimas por dinero. ¿Cómo podremos probar
el valor de un eje sino es por su uso; para de tal modo ver la forma en la que conservará
sus partes después de estar sometido a un trabajo real y constante? ¿Compraríamos un
eje si el vendedor nos dijera que lo colocáramos en un rincón obscuro donde nadie
pudiera verlo; prohibiéndonos también, que lo utilicemos? Ciertamente que no.
Nosotros queremos ver trabajar el eje, para constatar que cumple el objetivo requerido.
Si comprobáramos que estaba construido de acero verdadero lo compraríamos; pero si es al contrario, le
diríamos al vendedor que se quedase con su eje inservible.

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En el mismo principio se asienta en nuestro tema, por lo que ¿cuál es la
razón de “comprar” los efectos de los buhoneros de secretos? Si sus
artículos fueran “acero fino” no habría necesidad de tal secreto; y a
menos que nosotros podamos emplearlos en nuestras vidas cotidianas,
no tienen ningún valor. Así tampoco es de valor un eje; a menos que
podamos utilizarlo, pues éste se oxidaría y perdería sus propiedades. Así
pues, todos tenemos el deber de que cuando hallemos la verdad
emplearla en el trabajo del mundo, para que cumpla con la doble
finalidad: De salvaguardarnos a sí mismo asegurándonos de que tal
verdad resista la gran prueba de críticas y exámenes de los demás; y
para dar a otros la oportunidad de compartir el tesoro que encontramos,
útil. Por tanto, es verdaderamente importante que sigamos el mandato
de Cristo: “Dejad que brille vuestra luz.”

Información extraída mediante el estudio y la interpretación de las enseñanzas del libro: Cata A Los
Estudiantes, de Max Heindel en: http://www.rosicrucian.com/foreign/lts/lsspa.pdf.

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