ular a un candidato único a gobernador en Michoacán, entre PAN, PRI y PRD, para la e lección de noviembre próximo, parece no prosperar; debemos advertir que la mera inte nción es una deshonestidad democrática y, además, un golpe bajo a la lucha que contra el crimen organizado libra en esa tierra el presidente Calderón. La mega-alianza michoacana, dicen, se justifica por la violencia. Algunas pregun tas brotan de inmediato. ¿Cuál partido registraría al "bueno"? ¿Los otros postularían a si mples comparsas? ¿Cuál sería el plan de gobierno? ¿Por qué nunca se planteó para Sinaloa, N evo León o Tamaulipas, donde incluso asesinaron al candidato a gobernador priista? Pero, ¿por qué se subió a ese tren el PAN? ¿Por qué el partido del Presidente michoacano c oqueteó con esa idea? Una gran parte de la sociedad michoacana tiene fracturada su vinculación con la au toridad. No aprecia el imperio de la ley. No obedece. No hay autoridad que valga . Pero lo más significativo, es que esa ausencia de gobierno estuvo y está alentada desde los gobiernos locales. Michoacán está herido por el asistencialismo sembrado por el cardenismo priista y cu ltivado por el cardenismo perredista. Ese tutelaje ahogó el deber ciudadano y conv irtió a muchos michoacanos en clientes, en simples recipiendarios del gobierno en turno. Tanto los revolucionarios "institucionales" como los "democráticos" patrocinaron dád ivas demagógicas con gasto público expansivo, colectivismo en la posesión de tierras, bosques y agua, precios de sueño y regalos en implementos agrícolas, semillas y fert ilizantes, pases automáticos a estudiantes farsantes a la Universidad Michoacana, prebendas a maestros y normalistas, pasividad ante alumnos al "tomar" con cualqu ier pretexto calles y edificios públicos, incremento irresponsable de la deuda públi ca, invasión de tierras, abigeato, etcétera. Priistas y perredistas generaron políticas públicas clientelares e impunidades y, po r eso, favorecieron un buen clima para muchas conductas antisociales. Los panistas lejos de buscar con ellos alianzas, fotos, agendas comunes, deberían pintar, ya, con claridad su raya frente a quienes creen en los "gobiernos-tata" y sólo dejan el camino libre a los "ciudadanos-tuta". Fue una tragedia no acreditar la responsabilidad penal de los funcionarios munic ipales en el llamado "michoacanazo". Una nueva desdicha sería lograr ese "michoaca nodedazo". Si un grupo de ciudadanos, empresarios o miembros de la sociedad civil no está de acuerdo con el gobierno local y le preocupa la inseguridad, debería dejarse de med ias tintas y solicitar al Senado de la República desaparecer los poderes. Quedaría c laro quién está con quién. El PAN no debe dudar. Luisa María Calderón no está compitiendo internamente por ser he rmana del Presidente. Tiene una biografía anterior y propia, reconocida recienteme nte hasta por Cuauhtémoc Cárdenas. La "Cocoa" como le dicen, además de conocer cada municipio michoacano, es quien em puja y alienta al Presidente a encabezar esa lucha contra los delincuentes de Mi choacán y de todo el país. "Cocoa" tiene el carácter para seguir la batalla de su herm ano, y tiene más influencia en el ánimo personal del Presidente que cualquier secret ario de Estado. Apostar por la "Cocoa" -como la última carta a jugar para gobernador en el sexenio - es un acto de respaldo al Presidente, precisamente en la tierra donde se inició ese combate. No hay opción. El PAN será juzgado en las urnas, lo quiera o no, se dé cuenta o no, en Michoacán y en 2012, por los resultados de esa batalla. Salir con la ingenuidad d e coligarlo con PRI y PRD no sólo debilita al pluralismo y a la democracia, dejaría al PAN sin discurso para defender al Presidente. Luisa María Calderón puede ganar según algunos sondeos de opinión profesionales. Puede s er la primera gobernadora panista y legitimar electoralmente esa cruzada sexenal . Gol antes de que el árbitro pite el final del partido.