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Red Antioquena de Pedagogía del Ejercicio Físico

y Promoción de Actividad Física

rapefpaf@gmail.com

FUNDAMENTACIÓN EPISTEMOLÓGICA DE LOS CONCEPTOS


ACTIVIDAD FÍSICA, EJERCICIO FÍSICO Y OTROS SIGNIFICANTES DE
EJERCITACIÓN CORPORAL
“Componente clave en la contextualización de la pedagogía del ejercicio físico”

OSCAR O. ESCOBAR M.*

“La razón de algo es el por-qué de ese algo”

PRESENTACIÓN

En el inicio del siglo XXI preguntar ¿qué se entiende hoy en día por Educación Física?,
es un interrogante que cuestiona a muchos de los profesionales de nuestra disciplina
pedagógica.

De otro lado, frecuentemente se habla y se escribe sobre Educación Física como si se


tratase de juego, deporte o ejercitaciones corporales simplemente; motivo por el cual
considero necesario reflexionar sobre cómo debemos denominar actualmente a dicha
disciplina pedagógica.

Para cumplir con éste propósito he revisado los fundamentos básicos de la


epistemología y las diferentes perspectivas contemporáneas desde las que se han
empleado términos afines a los de actividad física, ejercicio físico y otros significantes
de ejercitación corporal, pues los conceptos y las construcciones teóricas que han
rodeado la existencia de las disciplinas académicas en este campo de estudio, han
carecido de una rigurosa reflexión epistemológica (Lagardera, O., 1993).

*
Licenciado en Educación Física, Esp. en Educación para la Salud y Esp. en Actividad Física y Salud.
Diplomado en Gestión Curricular. Docente de la Facultad de Educación de la universidad San
Buenaventura. Director de Asesorías Pedagógicas en Promoción de Actividad Física y Planificación
Sistemática del Ejercicio Físico. Coordinador de la Red Antioqueña de Pedagogía del Ejercicio Físico y
Promoción de Actividades Físicas. Vicepresidente de la Asociación de Licenciados en Educación Física
de la Universidad de Antioquia. Miembro de RECOLAF y CITHA.
Partimos del hecho de que hay aprehensiones que tienen sentido para nosotros, motivo
por el cual decimos que esos saberes tienen un logos y constituyen una episteme. Por
consiguiente, la cuestión fundamental es el cómo se fundan esos conocimientos que
consideramos verdaderos frente a los que sólo son creencias u opiniones (Ortega M.,
2002).

Dentro de esta línea, tomando como insumos lo que hoy entendemos como pedagogía y
las definiciones construidas en la primera parte de este ensayo sobre actividades físicas,
ejercicios físicos, juego y deporte; en la parte final del artículo expreso cómo debemos
denominar actualmente a la disciplina pedagógica de este campo del conocimiento.
1. EL CAMBIO DE DENOMINACIÓN

MOVIMIENTO
MOTRICIDAD

ACTO

MOTRICIO/A

?
ACCIONES

EXPRESIONES MOTRICES

ACTIVIDAD

EJERCICIO

Figura 1. Significantes de ejercitación corporal

Hace más de 2000 años, los antiguos científicos griegos estaban familiarizados con
algunas ideas de la física que se estudia actualmente. Dicha rama científica se ocupa de
las propiedades de la materia y las leyes que tienden a modificar su estado, teniendo
como referente básico la representación matemática.

Para la mecánica, campo parcial esencial de la física, el movimiento es un


comportamiento de objetos definible y observable mediante mediciones espaciales y
temporales (Bäumler, G. y Schneider, K., 1998), es decir, movimiento indica un cambio
de lugar o posición con respecto a algún objeto de referencia. Así, cuando caminamos
por un pasillo o montamos en bicicleta por una carretera, parece obvio que estamos en
movimiento. Desde ésta perspectiva, el ser humano es considerado como máquina, en
la medida en que su cuerpo está sometido a las mismas leyes mecánicas que todo
objeto. De allí que se emplee el adjetivo físico para caracterizar a la ejercitación
corporal.

En éste contexto, ha sido usual referirse al movimiento como concepto clave para situar
epistemológicamente a las disciplinas académicas que se interesan por las actividades
físicas y los ejercicios físicos. Asimismo, últimamente se ha pretendido apelar al
concepto de motricidad como un recurso epistemológico mucho más restrictivo,
enunciando así la capacidad de un objeto o sujeto por generar movimiento de tipo
autógeno, es decir, autopropulsado. En nuestro caso es perentoria la necesidad de
calificarla de humana, ya que de lo contrario no existiría discriminación entre los
atributos de un móvil autopropulsado, caso de un avión o de un automóvil, y los seres
humanos. Desde este punto de vista, motricidad es la expresión de una potencialidad
que nos permite movernos (Lagardera, O., 1993). De forma más precisa podemos decir
que la motricidad humana son los procesos de regulación y control central resultantes de
la evolución de las conductas motoras, los cuales son estructurados y organizados a
partir del contexto histórico - social en el que se desarrolla el ser humano, y que se
manifiestan mediante actos corporales instintivos o voluntarios.

En este orden de ideas, conviene aclarar que las manifestaciones de la motricidad se


expresan mediante actos corporales y resulta poco objetivo dimensionar el término
expresiones motrices (Arboleda Gómez, R., 2004) para ostentar que dichas
manifestaciones aisladas poseen unidad de significación, ya que los actos corporales
pueden ser instintivos. En este sentido, una expresión motriz puede considerarse la
resultante de los procesos biológicos, psicológicos, sociológicos, culturales y otros que
posibilitan manifestar mediante actos corporales la motricidad.

Por otra parte, la escuela de enfoque critico - social – humanista Portuguesa – Brasilera
(Sérgio, M., 2000), propone dimensionar el término motricidad mediante
planteamientos holísticos que busquen la humanización y señalan que solamente los
actos corporales con significación dialógica para el ser humano hacen parte de la
motricidad humana, pues los movimientos que no son producto del proceso de
humanización sino del proceso evolutivo, tal y como lo son los reflejos, no se recogen
bajo éste concepto. Además, optan por la creación del término motricio/a para adjetivar
la motricidad (Trigo, E., 1999).

En la acepción biologista, estos movimientos son el producto de músculos que se


contraen y conducen a un desplazamiento de las palancas óseas que conforman al
esqueleto, ya que, la fuerza generada en el músculo es transferida al hueso a través de la
inserción muscular (tendón). Dado que los músculos para producir dichas fuerzas
generan un gasto energético, se consideran actividades físicas a cualquier acto corporal
producido por los músculos esqueléticos que conlleve a que las fibras musculares que lo
componen produzcan energía mediante las vías metabólica aeróbica y anaeróbica. Éste
planteamiento supone que los movimientos pasivos, es decir, aquellos que no son
realizados por fuerzas generadas en el músculo que es ejercitado sino por fuerzas
externas al mismo, no sean considerados como actividades físicas.

Desde ésta perspectiva, se considera que el ejercicio físico es una subclase de actividad
física y es definido como cualquier movimiento corporal que es planeado, estructurado
y repetitivo con el propósito de mejorar, mantener e incluso reducir la condición o
aptitud física (Whaley, M. H. y Kaminsky, L. A, 2001).

Así pues, nos encontramos que tanto la perspectiva de la física como de la biología nos
conducen finalmente hacia el actuar. Antes de continuar, es necesario ilustrar la
relación existente entre actos y acciones, motivo por el cual recurriremos a una situación
de la vida cotidiana como puede ser el caminar. Cuando caminamos empleamos
nuestros miembros inferiores al mismo tiempo que nuestros miembros superiores.
Además, debemos estar mirando el camino por donde nos trasladamos. Aunque dichos
actos se realicen de manera automatizada, constituyen una acción, pues el sentido o
unidad de significación es desplazarnos al sitio a donde nos dirigimos. De esta forma,
es claro que las acciones están constituidas por actos.

En términos generales, la acción es el proceso y el resultado de actuar. En este sentido


toda acción se da necesariamente en un contexto. Las acciones nunca se llevan a cabo
de manera aislada; a menudo, una acción está inmersa en una secuencia de acciones que
pueden interrumpirse, permanecer latente durante un tiempo o constituirse como algo
ordenado y sistemático. A éste conjunto de acciones dotado de sentido unitario adscrito
a cualquier ámbito de la vida humana (Lagardera, O., 1993), la praxiología lo denomina
actividad. Así, nos podemos estar refiriendo tanto a la ejercitación corporal llevada a
cabo por cualquier practicante de deporte como a la ejecutada por un albañil. En ambos
contextos, deberemos tener presente que el ser humano es una unidad, motivo por el que
las acciones humanas siempre involucran la corporeidad (del latín corporeus. Adjetivo,
“que tiene cuerpo. Perteneciente al cuerpo vivo que siente, piensa y actúa”).

Ésta última perspectiva, permite recrear el término ejercicio, esbozado por la teoría
general de la cultura física socialista – comunista (Chavez C., 1990). Así, podemos
manifestar que el conjunto de acciones que son programadas, es decir, enunciadas por
escrito en forma secuencial y detallada en cuanto a su estructura y dosificación de los
parámetros de carga (volumen, duración, intensidad, frecuencia y densidad) según un
propósito previamente establecido, se denominan ejercicios.

De las perspectivas examinadas, la biológica es la más difundida en los textos (Sánchez


Delgado, J. C., 2006). No obstante, considero que ésta debe ser complementada por las
otras perspectivas, pues no resulta pertinente para las ciencias humanas y sociales. Sin
pretender construir nociones eclécticas, retomaré los fundamentos epistemológicos
expuestos y propondré unas definiciones que integran los aspectos más relevantes que
caracterizan a los conceptos de actividad física y ejercicio físico.

De está manera, podemos enunciar que actividad física es un conjunto de acciones


dotado de unidades de significación, que se caracteriza por ser la expresión del proceso
de internalización (formación de los planos internos de la conciencia), así como por que
los actos corporales involucrados conllevan a que se produzca un cambio de posición de
las estructuras músculo – esqueléticas o del lugar en que nos encontramos, situación que
generalmente producen un gasto de energía y quizás lo más importante de resaltar es
que carecen de programación y se desarrolla en cualquier ámbito de la vida humana.

En cuanto a los ejercicios físicos, podemos considerar que sus características son
similares a las de la actividad física pero a diferencias de éstas, esté conjunto de
acciones es programado y por tal motivo pretenden conseguir un propósito estratégico
que puede ser educativo, instructivo, funcional, lúdico, social, psíquico, competitivo
entre otras intencionalidades.
En esta línea de ideas, la definición de juego como un artefacto cultural placentero
resulta reduccionista, aspecto por el que debemos dimensionar dicha propuesta. El juego
es una realidad que acompaña al ser humano desde que este existe. Dicha herramienta
no es exclusiva de ninguna época del proceso vital humano, ni de ningún género.
Tampoco de algún grupo étnico, ni de la sociedad rural o urbana. Por lo que se juega en
todos los rincones del mundo.

Durante muchos años el ser humano ha utilizado el juego como instrumento para
esparcimiento. No obstante, dicha aplicación descuida otras esferas de la vida humana
sobre las que el juego tiene influencia. Por ejemplo, los individuos realizan
determinadas acciones durante los juegos acorde a lo que perciben en las diferentes
situaciones que tienen lugar en cada forma de juego. Por otra parte, el sujeto tiene la
capacidad de dirigir su atención de un modo dinámico, centrando su actuación en la
alternativa mas adecuada para resolver dicha situación. Así pues, el campo de atención
del ser humano abarca, no sólo uno, sino todos los campos perceptivos potenciales que
forman estructuras dinámicas y sucesivas.

Con la intervención de la memoria el ser humano puede fusionar lo sucedido en el


pasado y en el presente de los episodios del juego, ya que permite recordar experiencias
pasadas a través de los signos generados a partir de los significados de las acciones que
ejecutó en episodios anteriores. Así, con estos acontecimientos pasados (esquemas
previos), el ser humano construye nuevos signos que tienen diferente significado y se
expresan en acciones del juego.

De acuerdo a lo anterior, el juego es una manifestación de emancipación de limitaciones


situacionales. De este modo, es claro que el juego son un conjunto de acciones creativas
y lúdicas que se realizan en una determinada situación, en la que la imaginación se pone
en función de resolver problemáticas que enfrentamos en entornos particulares.

Por último, se entenderá por deporte al conjunto de acciones regladas que se


caracterizan por su finalidad competitiva (agonista) y cuyo resultado viene determinado
por la estrategia, la táctica, el nivel de rendimiento, las particulares genéticas y otros
procesos complementarios tales como la preparación físico – técnica, la formación
psicológica, los aspectos nutricionales y dietéticos entre muchos otros.

De todos los significantes descritos en los acápites anteriores, solamente las


definiciones propuestas por la pedagogía del ejercicio físico poseen un fundamento
transdisciplinar, aspecto por el cual pueden ser empleadas por ciencias empírico –
analíticas, histórico – hermenéuticas, socio – críticas u otras.
2. LA PEDAGOGÍA DEL EJERCICIO FÍSICO

Uno de los primeros elementos a considerar es el conglomerado de términos que se han


elaborado teniendo como referente cada una de las perspectivas señaladas en el apartado
sobre fundamentación epistemológica de los conceptos actividad física y ejercicio
físico, pues dicho tópico ha conllevado a que en los últimos decenios se empleen una
gama de significantes, tales como: educación del movimiento, educación por el
movimiento, educación psicomotriz, educación motora, pedagogía de las conductas
motrices, pedagogía de la motricidad y otras para denominar a la Educación Física.

En segunda instancia, deberíamos precisar la expresión educación para poder delimitar


el campo de actuación disciplinar. Así pues, es de suma utilidad la separación
terminológica para poder avanzar en el propósito de reflexionar que tan preciso es
emplear el vocablo educación.

Como concepto amplio, educación se refiere al proceso formativo del ser humano, el
cual incluye saberes y prácticas sobre la concepción política del tipo de preparación que
requieren los seres humanos de determinada sociedad. De allí que formar es
esencialmente un quehacer político. Desde este punto de vista, el término educación
tiene que ver, entonces, con la ciencia social denominada pedagogía. De esta forma
podemos empezar a entender que la Educación Física es por lo tanto una disciplina,
pues apunta a la formación del ser humano que es a su vez el objeto de estudio de la
pedagogía.

En su acepción restringida, la educación es la parte del proceso formativo que prepara al


ser humano en las dimensiones axiológica, moral y volitiva, es decir, contribuye a
desarrollar los rasgos de la personalidad conforme a las finalidades trazadas por el poder
y los deseos del sistema sociopolítico, pues las personas viven inmersas en un conjunto
de relaciones con otras personas y deben apropiarse de esos patrones, normas y criterios
ideológicos, el desarrollo de convicciones, propiedades del carácter y modos de
conducta (Klingberg, L., 1990) como parte de su preparación y, de lograrse esto, se
consideran educados (Alvarez de Zayas, C. M., 1999).

Según el acápite anterior, la educación es sólo una parte del proceso formativo que
prepara al ciudadano para que viva en sociedad. El otro aspecto del proceso formativo
es la instrucción, la cual se ocupa de preparar al ser humano en sus dimensiones
cognoscitiva, cognitiva y procedimental. En otras palabras, lo prepara para que
conozca, resuelva y se desempeñe apropiadamente en las diferentes situaciones que
tenga que enfrentar en su vida cotidiana.

Aunque la educación (en el sentido más estrecho) y la instrucción posean diferentes


lógicas formativas, ambas constituyen una unidad dialéctica; aspecto por el que en todo
proceso formativo se incidirá sobre el desarrollo de las diferentes dimensiones humanas.
En esta perspectiva, debido a la naturaleza polisémica del término educación, considero
que es ambiguo seguir empleando dicho vocablo y en su lugar debemos optar por
utilizar la expresión pedagogía, pues la carga semántica de dicho apelativo nos remite a
nuestro objeto de estudio: El proceso formativo.

De otro lado, una vez clarificado el nombre, pienso que el apellido más apropiado para
la disciplina pedagógica de este campo del conocimiento es el concepto de ejercicio
físico, pues de acuerdo a las características que hemos precisado en el último párrafo del
apartado anterior, es didácticamente el medio a través del cual podemos influir en el
proceso formativo del ser humano.

En este contexto, se entenderá por pedagogía del ejercicio físico, a las mediaciones
pedagógicas que tiene lugar en un determinado contexto histórico – social y que
pretende la formación de las diferentes dimensiones humanas mediante la adquisición
de normas, valores, actitudes y un cúmulo de conocimientos, desempeños y aptitudes
intelectivas sobre los aspectos relacionados con el campo del ejercicio físico y sus
manifestaciones.

Aunque en el fondo siempre se encuentra la formación como objeto de estudio de la


pedagogía, la pregunta esencial que toda concepción pedagógica se hace como aspecto
fundamental de formación es el para qué, pues sin resolver esta pregunta, no podemos
concientemente saber ¿Qué pretendo con mis prácticas pedagógicas? ¿Hacia donde
voy? ¿De qué manera pretendo incidir en cada una de las dimensiones humanas?.

En esta línea de ideas, la formatividad se construye a partir de las necesidades sociales


contextualizadas respondiendo a los problemas específicos de la comunidad que busca
liberarse de la dominación y de la transculturación que la escuela ha posibilitado al
servir como un aparato ideológico del estado. El propósito, entonces, es la contribución
de la escuela a la transformación social, motivo por el que la pedagogía del ejercicio
físico tiene como finalidad de su formación desarrollar las diversas dimensiones
humanas y un sinnúmero de capacidades relacionadas con la reflexión, la crítica y la
acción autónoma, metacognitiva, dialógica y emancipadora para responder a las
diferentes situaciones sociales y a las problemáticas epistemológicas de la disciplina
pedagógica.

Teniendo presente que los modelos pedagógicos inspiran los currículos y que la
pedagogía se materializa a través de estos últimos, la pedagogía del ejercicio físico para
preparar los seres humanos que nuestra sociedad necesita, tiene como referente el
modelo pedagógico interestructurante, el cual reconoce el papel activo del sujeto en el
proceso de preparación e igualmente realza el rol esencial y determinante de los
mediadores en el desarrollo de las diferentes dimensiones humanas (Véase figura 2).

Los contenidos siguen siendo los inherentes al desarrollo de las ciencias: cuadros,
teorías, leyes y conceptos. Los métodos aquellos que corresponden a la construcción de
la lógica materialista – dialéctica. Así, mientras que la comprensión y la interpretación
despiertan el interés por percibir el medio, de modo que el sujeto sea capaz de interactuar
con él; la acción y la reflexión emancipadora dan lugar a las intuiciones auténticas y
críticas, así como al empoderamiento de la sociedad. Desde esta perspectiva, la relación
entre teoría y práctica es dinámica y reflexiva, la teoría se origina de una actividad
práctica así como la actividad tiene influencia de una teoría. Es importante recordar que
el fundamento teórico sólo es insuficiente para preservar y reproducir la especie. El saber y
la acción juntos constituyen las estructuras vitales de la especie. He aquí una cuestión
importante, porque muestra que ni la teoría ni la práctica son autosuficientes para asegurar
la preservación. Ambos han de interactuar a favor del bien – estar – bien.

AUTOESTRUCTURACIÓN

DIMENSIONES LIDER TRANS-


MEDIADOR HUMANAS
FORM ACIONAL
CULTURA

HETEROESTRUCTURACIÓN

Figura 2. Modelo pedagógico interestructurante.

Estos principios suponen, que la evaluación sea una reflexión crítica que trata de obtener
información para posteriormente formular juicios y tomar las decisiones pertinentes.

Para finalizar, resalto el fundamento que plantea que nada es estático y asumo que lo
que existe está en permanente cambio y transformación, y que esos cambios obedecen al
desarrollo de contradicciones; aspecto por el cual nuestros saberes previos se modifican
y podemos avanzar hacia la generación de teorías que nos permitan una mayor
comprensión e interpretación de las disciplinas académicas. En consecuencia,
corresponde a cada uno de los distintos profesionales de la pedagogía del ejercicio físico
apropiarse de los fundamentos epistemológicos que considera son los más adecuados y
que le permiten respaldar sus intencionalidades o conocimientos disciplinares.
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Para citar este artículo: ESCOBAR MONTOYA, Oscar Oswaldo. Fundamentación


epistemológica de los conceptos actividad física y ejercicio físico: Componente clave en
la contextualización de la pedagogía del ejercicio físico. En: Correo Pedagógico. Año
14 Nº 46, (Nov. 2006); p. 21-26.

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