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Recurso 866/2009 - Resolución: 39019 - Secretaría: UNICA

Santiago, diecinueve de octubre de dos mil diez.

VISTOS:
En estos autos Rol N° 1.575 del Segundo Juzgado Civil de Temuco seguidos en juicio ordinario de
declaración de existencia de cuasicontrato de comunidad, don Mario Delgado Delgado dedujo demanda
contra doña Elizabeth D?Apollonio Iturra, fundada en que por años mantuvieron una relación amistosa y,
a partir de fines del año 1976, una relación sentimental que no pudieron concretar en matrimonio, dado
que el demandante estaba casado. No obstante esto último, fruto de aquel vínculo nacieron seis hijos,
todos de apellidos Delgado D?Apollonio, a cuyo cuidado se dedicó la demandada, encargándose el actor de
proveer el sustento.

Adujo que ambos decidieron que los nuevos bienes raíces que su parte adquirió, quedaran a nombre de la
demandada y así, con dinero de ese demandante adquirieron un inmueble en Nueva Imperial, en calle
Balmaceda Nº 335 a 342, inscrito a nombre de la demandada en el Regist ro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces de esa localidad, del año 1991 y, además, dado que existía un contrato
suscrito con el propietario de otro inmueble, al fallecer éste y al no haberse materializado la escritura
pública respectiva, en acuerdo con la demandada optaron porque esta última saneara esa propiedad a
través del Ministerio de Bienes Nacionales, que es el inmueble que a la época de interposición de la
demanda ella ocupaba junto a sus hijos, situado en calle Recreo Nº 125, Campos Deportivos, en la ciudad
de Temuco, en tanto que el primero de los inmuebles en mención, fue destinado a la renta, la que es
percibida por la contraria.

Terminó ese libelo, solicitando que se declare que entre las partes existe una comunidad sobre todos los
valores y bienes adquiridos durante su vigencia y hasta la ruptura del concubinato, como también, sobre
todos sus accesorios y frutos, debiendo procederse a su liquidación y partición, teniendo los comuneros
iguales derechos en ella.

La demandada, reconociendo haber mantenido una relación amorosa con el demandante entre los años
1976 y 2002, solicitó el rechazo de la demanda dirigida en su contra, argumentando al efecto que desde el
año 1982 hubo conflictos por violencia física y psicológica; que el actor nunca dejó la relación de
matrimonio que ya tenía, por lo que sólo visitaba a su parte esporádicamente, por lo cual no se configura
la situación de hecho del concubinato, puesto que para ello el demandante debió mantener con ella una
relación idéntica o muy similar a la del matrimonio, configurando sus fines de ?vivir juntos, procrear y
auxiliarse mutuamente?.

La demandada expresó, asimismo, que la afirmación del demandante en cuanto haber proveído al
sustento de sus hijos, no tiene relevancia jurídica para sus pretensiones, dado que con ello sólo cumplía
con su obligación legal.

Añadió, que el inmueble de Nueva Imperial fue adquirido por su parte gracias al trabajo agrícola que
ejercía en un predio de propiedad del actor en la localidad de Huichahue que ella administraba, recibiendo
por ello una especie de remuneración, razón por la que esa adquisición no emana de un aporte gratuito.
De otro lado, respecto del inmueble ubicado en Campos Deportivos en la ciudad de Temuco, la demandada
manifies ta que, efectivamente, lo adquirió por medio del Ministerio de Bienes Nacionales, tras haber
realizado todos los trámites correspondientes, con la finalidad del sano desarrollo y bienestar de sus hijos.
Sostiene que, en la especie, no existió un concubinato con el demandante pero, para el caso de declararse
existente una comunidad entre ambos, pidió que se consideren en la liquidación de la misma los bienes
raíces adquiridos por la contraria durante esa seudo relación, esto es, el inmueble de calle Aviador
Acevedo Nº 799, en la comuna de Villarrica, adquirido por el demandante en el año 1997 e inmueble
situado en la comuna de Cunco, faja Nº 24, Huichahue, sobre el que las partes celebraron una sociedad de
hecho.
Por sentencia de treinta de noviembre de dos mil siete, escrita a fojas 85, dictada por la señora Juez
titular del referido tribunal, se rechazó la demanda.

Apelado ese fallo por el actor, una de las Salas de la Corte de Apelaciones de Temuco, en sentencia de
doce de diciembre de dos mil ocho, escrita a fojas 114, lo revocó y, en su lugar, hizo lugar a la demanda,
declarando que entre las partes existió un concubinato que produjo una comunidad de bienes sobre el
inmueble que individualiza, como asimismo, que la comunidad debe liquidarse y partirse con sujeción a
las reglas de la partición.

En contra de esta última decisión la parte demandada ha deducido recursos de casación en la forma y en
el fondo.

Se ordenó traer los autos en relación.

CONSIDERANDO:

I. EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA:

PRIMERO: Que el recurso de nulidad formal se sustenta en la quinta causal prevista en el artículo 768 del
Código de Procedimiento Civil, en relación con la exigencia del número cuatro del artículo 170 del mismo
ordenamiento, basada en que el fallo no contiene las consideraciones de hecho o de derecho que le sirven
de fundamento, lo que la recurrente especifica indicando en que, al momento de proveer de razonamiento
jurídico a la decisión, sólo se enumeran artículos, sin hacer una reflexión clara y lógica de la sentencia.

SEGUNDO: Que de conformidad con lo dispuesto en el N° 5 del artículo 768 del Código de Procedimiento
Civil, constituye causal de casación en la forma el haber sido pronunciada la sentencia con omisi 'f3n de
cualquiera de los requisitos enumerados en el artículo 170 de dicho cuerpo legal.
Por su parte, el N° 4 de esta norma prescribe que las sentencias definitivas de primera o de única instancia
y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán las
consideraciones de hecho o de derecho que le sirven de fundamento.

TERCERO: Que, como anteriormente se dejó expresado, la recurrente afirma la existencia del defecto
formal en examen en que, a modo de razonamiento jurídico, el fallo sólo cita disposiciones legales, sin
proporcionar una reflexión clara y lógica a la sentencia.

CUARTO: Que, teniendo en cuenta el tenor de la exigencia legal que se dice conculcada, en cuya virtud
toda sentencia debe dar a conocer las razones que la fundan, ya en los hechos o en el derecho, es menester
recalcar que esta Corte ha sostenido que el vocablo considerar implica la idea de reflexionar sobre algo
determinado y concreto, mientras que la Real Academia Española de la Lengua define dicho verbo como
pensar, meditar, reflexionar algo con atención y cuidado, juzgar, estimar.

Ahora bien, revisados los antecedentes, se observa que el Tribunal de Alzada de Temuco, al resolver la
apelación deducida por la demandada, no ha incurrido en la falta que se le reprocha, desde que, luego de
referir las características de la situación de hecho del concubinato o relación de convivencia, determina
que la habida entre los litigantes se aviene con ellas, dando las razones para concluir de ese modo,
conforme a la prueba rendida, la que también pormenoriza y, a continuación, con los dichos de la
demandada, se justifica la existencia de una comunidad de trabajo entre los litigantes plasmada en la
sociedad de hecho que constituyeron, con cuyo producto pudieron adquirir el inmueble que, en definitiva,
se ordena partir.
QUINTO: Que, por consiguiente, el fallo impugnado contiene efectivamente las consideraciones que exige
el N° 4 del artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, puesto que el tribunal razonó sobre la materia
sometida a su juicio, exponiendo sus fundamentos, los que guardan perfecta armonía con el motivo que lo
llevó a decidir de la manera en que se hizo.

II. EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FO NDO:

SEXTO: Que en el recurso de casación en el fondo se denuncia la infracción de lo dispuesto en los


artículos 24, 1437, 2284, 2304 y siguientes del Código Civil, precisando que ello acontece toda vez que la
sentencia de segundo grado vulnera ostensiblemente las normas reguladoras de la comunidad de bienes,
como también, las normas reguladoras de la prueba.

Aduce quien recurre que la doctrina y la jurisprudencia han reconocido entre las comunidades que se
originan en un hecho, la indivisión que tiene su fuente en el concubinato, situación que en la práctica ha
pretendido evitar el enriquecimiento sin causa de una de las partes en perjuicio de la otra, situación de
hecho que no produce por sí misma efectos jurídicos de carácter patrimonial entre sus componentes,
puesto que la unión de hecho no genera por sí sola una comunidad de bienes ni una sociedad de hecho; de
modo tal que, quien alega la existencia de alguna de éstas, cuyo antecedente sea una unión no
matrimonial, debe acreditar que se efectuaron los aportes en común o que existió un trabajo, industria u
otra actividad conjunta que originó la situación de comunidad.

En la especie ? prosigue el recurso -, el fallo impugnado no dio por establecidos ni fueron objeto de
prueba, los siguientes hechos no controvertidos: a) la administración conjunta de las partes sobre la
propiedad en litigio; b) que en el juicio quedó determinado y acreditado que el demandante ejercía una
actividad laboral remunerada, por lo que con el fruto o producto de ella, bien pudo obtener la propiedad
que la sentencia está declarando en comunidad de bienes entre las partes, sin justificarse que los ingresos
percibidos por ella fueran encausados a un fondo común con el actor, es decir, no se probó el tráfico y
unión de ingresos de este último con los de la demandada para adquirir dicho inmueble.
A lo anterior, agrega que la actividad que ejercía la demandada, consistente en la administración y trabajo
agrícola de una propiedad perteneciente al demandante, ni siquiera se realizaba en los inmuebles materia
del pleito, por lo que fue demostrado que aquélla ejercía una actividad laboral y, aunque su empleador fue
el demandante, no tuvo por objeto formar una especie de comunidad como dice la sentencia, sino para
justificar en su hogarlos egresos de dinero afin de encubrir la real situación de la relación
extramatrimonial.
La recurrente resalta, además, que tampoco se estableció que los ingresos de ambas partes fueran
destinados a un fin común.

En suma ? termina diciendo - no fue probada la existencia de trabajos compartidos, la comunión de


ingresos de parte de los concubinos o bien, el aporte económico de ambos, puesto que no se demostró que
el aporte proveniente del trabajo de la demandada iba al fin mediato que la sentencia de alzada da por
hecho, por lo que su razonamiento es arbitrario, toda vez que se ha tenido por acreditado el cuasicontrato
de comunidad, sin haber probado la existencia de obligaciones o deberes a los que, supuestamente, están
sujetas las partes, haciendo sólo presunciones infundadas acerca de la existencia del mismo, debido a lo
cual el fundamento jurídico del fallo está mal empleado, toda vez que, para llegar a un razonamiento debe
fundárselo en normas que encuadran perfectamente con el caso concreto y ser justificados los hechos en
debida forma para aplicar la lógica.

SÉPTIMOnte, expuestas en el motivo séptimo y los argumentos esgrimidos en apoyo de sus afirmaciones
en abono de ello, tienen por objeto sustentar, en lo fundamental, que el concubinato que se tuvo por
demostrado entre las partes no produjo, por sí mismo, efectos jurídicos de índole patrimonial, puesto que
aquella relación no da origen automáticamente una comunidad de bienes ni a una sociedad de hecho.
OCTAVO: Que el fallo materia del recurso tuvo por asentadas en la causa las siguientes circunstancias:

a) Que entre las partes existió una relación de concubinato por más de veinte años, de la cual nacieron
seis hijos;

b) Que entre los litigantes se formó una comunidad de trabajo, de la que es una demostración la sociedad
de hecho que constituyeron, con la que generaron ingresos;

c) Que tales ingresos generados en común permitieron a las partes la adquisición del inmueble de calle
Balmaceda N° 336 a 342 en Nueva Imperial.

NOVENO: Que con el referido sustrato fáctico, los sentenciadores c oncluyeron que la comunidad de
bienes, formada a partir del concubinato habido entre sus integrantes, ameritaba la liquidación y partición
del patrimonio común, constituido por el inmueble señalado en el último literal del motivo precedente,
con lo cual resolvieron acoger la demanda, aunque únicamente en lo relativo a él.
DÉCIMO: Que así, los antecedentes ya narrados ponen de manifiesto que la recurrente insiste en sus
argumentos y centra la crítica de ilegalidad dirigida respecto de la sentencia que impugna en la
inexistencia de una comunidad de bienes entre los litigantes y de su administración conjunta sobre el bien
raíz al que se ha hecho mención. Sin embargo, las transgresiones que en su opinión han cometido los
jueces del fondo, persiguen desvirtuar el sustrato fáctico fundamental asentado por aquéllos, esto es,
primordialmente, que resultó comprobada la relación de convivencia entre demandante y demandada,
como también, que ambos orientaron sus esfuerzos mancomunadamente hacia la consecución de un
provecho económico, uno de cuyos exponentes lo constituye el inmueble de calle Balmaceda en la comuna
de Nueva Imperial, al que se ha venido aludiendo.

UNDÉCIMO Que en lo atinente a esto último, resulta pertinente recordar que únicamente los jueces del
fondo se encuentran facultados para fijar los hechos de la causa y que realizada en forma correcta dicha
labor, habiéndose establecido éstos con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por
las partes, con la interpretación y aplicación de las normas concernientes al caso en análisis, ellos resultan
inamovibles para este tribunal, conforme a lo previsto en el artículo 785 del Código de Procedimiento
Civil, no siendo posible su revisión por la vía del arbitrio de nulidad que se analiza;

DUODÉCIMO: Que lo dicho recién no se ve empañado con la referencia a las ?normas reguladoras de la
prueba? entre las infracciones normativas que se mencionan en el recurso, puesto que, si bien los
preceptos que participan de tal carácter permiten vencer la fijeza referida en el acápite anterior, lo cierto
es que la amplitud con la que se enuncia esa pretendida vulneración, esto es, sin precisar cuál o cuáles de
los preceptos que participan de tal categoría habrían sido concretamente contravenidos por los
sentenciadores, obsta a la finalidad perseguida por el recurrente. Más, si éstos construyen su decisión
tomando en cuenta la comprobación de haber existido una relación de convivencia, junto a una
comunidad de trabajo, seguida de una comunidad de bienes entre los litigantes.

DECIMOTERCERO: Que, si bien lo que antecede es bastante para frustrar la viabilidad del arbitrio
procesal en estudio, aparece pertinente dejar expresado que, ya desde el siglo pasado, la jurisprudencia
reconoció derechos patrimoniales a concubinarios y concubinas, no por el solo hecho de la convivencia,
sino en el evento de acreditarse que entre ellos ha mediado una causa concreta de obligaciones, siendo
admitidos como fuente al efecto la comunidad de bienes, la sociedad de hecho y los servicios
remunerados.
A su turno, la historia legislativa de reconocimiento de las uniones heterosexuales no matrimoniales se
inicia con la Nº Ley 9.293, de 19 de febrero de 1949 y se extiende, en la actualidad, hasta la Ley Nº 19.947
de 17 de mayo de 2004, aunque encaminándose en el reconocimiento de efectos acotados, inspirada en la
tendencia a disminuir "el cierto reproche jurídico" que desde antaño venía haciéndose visible a su
respecto, aún cuando se mantiene la falta de reglas jurídicas generales que ordenen las relaciones entre
las personas que conviven, haciendo vida marital, aunque sin haber contraído matrimonio.

DECIMOCUARTO: Que, de manera relacionada, esta Corte de Casación ha puntualizado recientemente que
?las uniones de hecho no matrimoniales, denominadas también concubinatos y convivencias, están
determinadas por la existencia de la unión de hecho de dos personas, en que el elemento de voluntad o
consentimiento -esencial en todo negocio jurídico-, se desplaza frente al carácter fáctico de la citada
relación a "la afectividad"? (Nº 7577-08 ?Cortes Jara Virginia Regina con Barra Godoy Eterlina del
Rosario?, sentencia de 20 de julio de 2010).

Del mismo modo, esta Corte también ha dejado ya expresado que la alegación de existir una relación de
convivencia que no está precedidade matrimonio, exige la comprobación de determinados ele mentos que
permiten identificarla, básicamente, que se trate de personas de diferente sexo que se unen para hacer
vida en común, caracterizada, a su vez, por la afectividad de esa relación marital, de algún contenido
sexual, libremente consentida, de relativa estabilidad, duración y notoriedad.

DECIMOQUINTO: Que, ahora bien, acerca de las relaciones de contenido patrimonial en esas uniones de
hecho no matrimoniales, ha sido la jurisprudencia y la doctrina las que han proporcionado ciertos
parámetros que sirven a la solución de los conflictos que se presenten en dicho ámbito.
Así, esta Corte, también, ha sostenido ya: ?Da origen a una comunidad la situación creada entre dos
personas por haber hecho vida en común sin estar ligadas por vínculo matrimonial, es decir, por existir
entre ellas un estado de concubinato o amancebamiento, y por haber puesto en común los bienes que
poseían, contribuyendo con sus aportes recíprocos a adquirir determinado predio.? (6 de abril de 1994,
G.J. Nº 166, sent. 6ª, pág. 56);

Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que para impetrar el reconocimiento del derecho sobre bienes
adquiridos durante el período de vida común, no basta con esgrimir la relación de convivencia y, así, se ha
dicho que "la comunidad de bienes entre los concubinos no emana del concubinato, ni de la circunstancia
de haberse adquirido durante el lapso en que hicieron vida matrimonial, sino del hecho de haberse
acreditado que los bienes fueron adquiridos con el producto del trabajo realizado conjuntamente". (R.D.J.,
T. 50, secc. 1ª, pág. 470);

De lo anotado se desprende que la existencia de una comunidad precedida de una unión no matrimonial,
como la que se invoca en la especie, debe ir acompañada de la comprobación de los aportes realizados en
común, o que existió un trabajo, industria u otra actividad conjunta que dio pábulo al cuasicontrato en
referencia.

DECIMOSEXTO: Que lo antedicho trae por necesaria consecuencia que no ha quedado evidenciado el
error de derecho que la recurrente atribuye a los jueces del fondo, quienes han hecho una correcta
aplicación de la normativa atinente al caso en estudio, puesto que, con el sustrato fáctico que tuvieron por
asentado ? intangible para esta Corte de Casación, atendidos losbasamentos del remedio procesal que se
examina - , es decir, la vida en común entre el actor y la demandada por más de veinte años, a lo largo de
los cuales concibieron seis hijos y habiendo confluido sus intereses al alero de la comunidad o sociedad de
hecho que convinieron con fines lucrativos, con cuyo producto adquirieron determinado inmueble,
decidieron acoger la demanda por la cual se solicita se declare la existencia de un cuasicontrato de
comunidad sobre dicho bien, en la cual tienen participación ambos litigantes, debiendo procederse a su
liquidación y división.

DECIMOSÉPTIMO: Que las consideraciones que anteceden, por fuerza, conducen a concluir que los
recursos de nulidad de la demandada no pueden prosperar.

Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 764, 765, 766, 767 y 768 del Código de Procedimiento Civil,
se rechazan, sin costas, los recursos de casación en la forma y en el fondo deducidos en lo principal y
primer otrosí de fojas 118 por doña Javiera Sabugo Brandes, en representación de la demandada doña
Elizabeth D?Apollonio Iturra, contra la sentencia de doce de diciembre de dos mil ocho, escrita a fojas 114.
Acordada con el voto en contra de la Ministra Señora Herreros, quien estuvo por casar de oficio en la
forma la sentencia impugnada y en el fallo de reemplazo confirmar la sentencia de primera instancia.

Funda su parecer en las siguientes consideraciones:

1°.- Que, sin perjuicio de poder llegar a compartir los reproches que el fallo de mayoría formula al recurso
de nulidad formal interpuesto por la demandada en contra del fallo de segunda instancia dictada en estos
autos, la disidente estima que resulta previo considerar que asimismo es causal de casación en la forma,
de acuerdo a lo establecido en el artículo 768 N° 5 del Código de Procedimiento Civil, el haberse dictado la
sentencia con omisión de alguno de los requisitos establecidos en el artículo 170 del mismo texto legal,
cuyo numeral seis exige de las sentencias contener la decisión del asunto controvertido, debiendo
comprender todas las acciones y excepciones que se hayan hecho valer en el juicio, pudiendo omitirse la
resolución únicamente de aquellas que sean incompatibles con las aceptadas. A su vez, el auto Acordado
de este tribunal sobre la forma de las sentencias, dictado con fecha 30 de septiembre de 1920 dice
larespecto: ?N° 11. La parte resolutoria del fallo deberá comprender todas las acciones y excepciones que
se hayan hecho valer en el juicio, expresando de un modo determinado y preciso las acciones, peticiones y
excepciones que se acepten o rechacen.?;

2°.- Que en el caso sub lite, la demandada, al contestar la demanda, pidió su rechazo, con costas, por no ser
efectivo su fundamento fáctico, vale decir, por no haber existido concubinato ni comunidad de bienes
entre ella y el actor; pero, a renglón seguido, para el caso que el tribunal optara por declarar como
existente dicha comunidad, pidió se considerara en la liquidación los bienes raíces adquiridos por el
demandante durante el mismo período, consistentes en un inmueble ubicado en la ciudad de Villarrica en
calle Aviador Acevedo N° 799, y otro ubicado en la comuna de Cunco, faja N° 24, Huichahue. Planteada así
la controversia, la Jueza a quo fijó como hecho controvertido en la interlocutoria de prueba, el
establecimiento de los bienes que compondrían la comunidad que nacería del concubinato de las partes.
Ante lo cual, la demandada rindió la prueba pertinente, consistente en instrumentos públicos ?que el actor
no impugnó? que acreditan la adquisición del dominio por parte de Mario Delgado de los mencionados
inmuebles precisamente en la época en que se pretende habría existido el concubinato, como asimismo su
subsistencia hasta la fecha en que se está desarrollando el juicio.

3°.- Que la sentenciadora de primera instancia, como rechazó la demanda, no se pronunció sobre el punto,
porque no correspondía que lo hiciera. Pero los magistrados de segunda, que revocaron la de primera y
acogieron, en cambio, la demanda declarando que entre las partes existió concubinato que produjo una
comunidad de bienes sobre la propiedad ubicada en calle Balmaceda N° 336 al 342 de la ciudad de Nueva
Imperial, que figura inscrita a nombre de la demandada, tenían el imperativo legal de hacerlo; y no
obstante no se pronunciaron acerca de los dos bienes raíces que la demandada acreditó habría adquirido
en la misma época el actor, incurriendo así en omisión de decisión de parte del asunto controvertido,
porque no han comprendido en ella la contrapretensión de la demandada, que no necesitaba reconvenir
para hacerla, puesto que el propio actor pidió textualmente:?que se declare que entre el susc rito, Mario
Delgado Delgado y doña Elizabeth del Carmen D?Appollonio Iturra ha existido y existe una comunidad
sobre todos los valores y bienes adquiridos durante la vigencia de ésta y hasta la ruptura del concubinato,
sobre sus accesorios y frutos, debiendo luego procederse a la liquidación y partición de dicha comunidad?;
pero al enumerar los bienes raíces habidos por las partes en la época en cuestión, menciona sólo aquéllos
que figuran adquiridos por Elizabeth D?Appollonio, pero omite los que se acreditó que compró a su propio
nombre.

4°.- Que en los términos precedentemente expuestos, estima la disidente, ha quedado de manifiesto que la
sentencia recurrida no cumple con las exigencias del N° 6 del artículo 170 del Código de Procedimiento
Civil, en relación con el N° 11 del Auto Acordado de la Corte Suprema de 30 de septiembre de 1920, por
haberse omitido la cabal decisión del asunto controvertido, por lo que se incurre en la causal de nulidad
formal prevista en el N° 5 del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil.
5°.- Que el artículo 775 del mencionado Código, dispone que pueden los tribunales, conociendo por vía de
apelación, consulta o casación o en alguna incidencia, invalidar de oficio las sentencias, cuando los
antecedentes del recurso manifiesten que ellas adolecen de vicios que dan lugar a la casación en la forma,
cual es el caso de autos, como se demostró precedentemente. Estima la disidente, que no obstante la
expresión ?pueden? que emplea esta norma legal, lo que implica sea facultativa para el Tribunal ?según
sea el caso? emplearla o no, deviene en obligatoria para el mismo cuando los vicios en cuestión
constituyen un flagrante atropello a la garantía constitucional del debido proceso, como ha ocurrido en la
especie, en que se ha dejado prácticamente en la indefensión a la demandada, que alegó oportunamente
sus descargos, obtuvo que se le considerara en la resolución que recibió a prueba la causa, después rindió
la atingente con mérito de prueba completa, y no obstante los sentenciadores guardaron silencio acerca
de todo ello, como si su alegación no hubiera existido jamás. Dicha omisión, sin lugar a dudas, influyó en lo
dispositivo del fallo, porque de no haber ocurrido, los sentenciadores de segunda instancia habrían tenido
que incluir entre los bienes de la comunidad surgida con motivo del concubinato que declaran, los
inmuebles ubicados en calle Aviador Acevedo N° 799 de la ciudad de Villarrica, y en la comuna de Cunco,
faja N° 24, Huichahue, adquiridos por el demandante en la misma época que sostiene se habría dado el
concubinato con Elizabeth D?Apollonio; lo que habría compensado de alguna manera a esta última, del
despojo de parte de un bien raíz, adquirido con el producto de su trabajo, a que se le condenó en beneficio
de quien fuera su empleador y padre de sus hijos.

Por todo lo reflexionado, esta disidente estuvo por invalidar de oficio el fallo en alzada de doce de
diciembre de dos mil ocho, escrito de fojas 114 a 117 de autos, haciendo uso de la facultad que concede el
mencionado artículo 775 del Código de Procedimiento Civil, y teniendo por no interpuestos los recursos
de casación en la forma y en el fondo impetrados por la demandada a fojas 118 y siguientes de este
expediente, dictar sentencia de reemplazo, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 786 del Código de
Procedimiento Civil, confirmatoria de la de primera instancia, por los fundamentos que a continuación se
exponen:

6°.- Que, en efecto, sobre el fondo procede tener presente que don Mario Delgado Delgado, demandó a
doña Elizabeth D?Appollonio Iturra, aduciendo haber mantenido con ella, desde fines del año 1976, un
concubinato del que nacieron seis hijos, a cuyo cuidado se dedicó la demandada, encargándose el
demandante de proveer su sustento; que no pudieron casarse, por estar él ya casado con otra mujer.
Expresa que el año 1991, adquirió un inmueble en Nueva Imperial, en calle Balmaceda N° 336 a 342, el
que se inscribió a nombre de la demandada en el Conservador de Bienes Raíces respectivo. En aquella
misma época, doña Elizabeth D?Appollonio saneó otro inmueble a través del Ministerio de Bienes
Nacionales, situado en calle Recreo N° 125, Campos Deportivos, en la ciudad de Temuco, el que,
obviamente, también quedó inscrito a su nombre.

Termina solicitando que se declare que entre las mismas partes existe una comunidad sobre todos los
valores y bienes adquiridos durante su concubinato, y sus accesorios y frutos, debiendo procederse a
suliquidación y partición, teniendo los comuneros iguales d erechos en ella;
7 °.- Que al contestar la demanda, doña Elizabeth D?Appollonio solicitó su rechazo, con costas. Explica que
si bien es cierto mantuvo por largos años ?desde 1976 a 2002? una relación amorosa con el demandante,
de la cual nacieron seis hijos, a cuyo sustento ?en cumplimiento de su obligación legal? concurría el actor,
pero niega terminantemente haber convivido con él; dice que don Mario Delgado vivía con su legítima
cónyuge, doña María Elia Díaz Arambuena, y a ella sólo la visitaba esporádicamente. Afirma que ella
ejercía trabajo de administración en un predio agrícola ubicado en Huichahue, de propiedad del actor, con
quien había celebrado al efecto una Sociedad de Hecho, recibiendo por ello una especie de remuneración;
que ella invirtió ese dinero en la adquisición del inmueble de calle Balmaceda, en Nueva Imperial, y que la
propiedad ubicada en Campos Deportivos de la ciudad de Temuco, la adquirió por medio del Ministerio de
Bienes Nacionales, justamente porque cumplía con todos los requisitos legales para ello, y llevó a
cabalidad los trámites pertinentes.

Por último, para el caso que se estimare que existió el concubinato, que niega, pide se considere en la
liquidación pertinente los bienes raíces que el actor adquirió en la misma época en que sostiene haber
convivido con ella, a saber, inmueble de calle Aviador Acevedo N° 799, comuna de Villarrica, e inmueble
situado en la comuna de Cunco, faja N° 24, Huichahue, que es aquél sobre el que ambos celebraron una
Sociedad de Hecho para su explotación;

Que una vez evacuadas la réplica y la dúplica por cada una de las partes, trámites en los que reiteraron los
antecedentes expuestos en sus respectivas demanda y contestación, y fracasada la audiencia de
conciliación, se recibió la causa a prueba, estableciendo como hechos substanciales y controvertidos los
siguientes:

1.- Existencia de relación de concubinato entre las partes. Hechos y circunstancias.

2.- Existencia de una comunidad de bienes entre las partes a consecuencias del concubinato. Bienes que la
componen y demás circunstancias;

8°.- Que a fin de acreditar los fundamentos de sus alegaciones, defensas y contrapretensiones,
lademandada acompañó ?con citación, sin que fuer a impugnada ni objetada? la siguiente prueba
documental:

a) Fojas 68 y 68 vuelta. Copia autorizada de la inscripción en el Registro de Propiedad, fojas 55 N° 92 año


1987, de fecha 14 de enero de 1987, del Conservador de Bienes Raíces de Temuco, de la compraventa de
la parcela N° 6 del Proyecto de Parcelación El Maitén, comuna de Cunco, la que fue vendida por doña Aída
del Carmen Tapia Vásquez a don Mario Delgado Delgado. El título de dominio de la vendedora rola inscrito
a fojas 4.304 N° 2.114 del año 1976.

b) Fojas 12 a 16. Fotocopia simple de la escritura pública manuscrita de compraventa, suscrita en Temuco,
con fecha 17 de diciembre de 1982, ante el Notario (suplente) Público de Temuco, don Carlos Gómez
Oyarzún, en el que comparecen doña Aida del Carmen Tapia Vásquez, viuda, agricultora, como vendedora;
y como comprador, don Mario Delgado Delgado, agricultor, soltero. La venta se realiza en virtud de lo
dispuesto por el D.L. 3.262, que autoriza la venta y enajenación de los predios y derechos vendidos o
asignados por la Corporación de la Reforma Agraria. En el número tercero de esta escritura pública, se
señala que se vende, cede y transfiere a don Mario Delgado Delgado, quien compra y acepta para sí, la
parcela N° 6 del El Maitén, de 41 hectáreas de superficie, aproximadamente, y sus correspondientes
derechos de aguas.

c) Fojas 69 y 70. Copia autorizada de inscripción de dominio de fojas 1151 N° 594, del Registro de
Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de Villarrica, año 1997, realizada con fecha 13 de junio de
1997, a nombre de Mario Delgado Delgado, empleado bancario, soltero, de la totalidad del Lote N° 1 de los
lotes en que se subdividió el predio ubicado en calle Pedro León Gallo esquina Aviador Acevedo, Villarrica,
quinientos diecisiete coma cincuenta metros cuadrados de superficie. El dominio consta de las
inscripciones de fojas 82 N° 40 y fojas 1.068 N° 550, ambas del Registro de Propiedad del año 1997. La
propiedad fue adquirida en parte, en calidad de heredero cesionario de Carlos Alberto del Valle Figueroa,
según inscripción de herencia de fojas 82 N° 30 del Registro de Propiedad del año 1997, del mismo
Conservador y, por otra parte, por compraventa de acciones y derechos a doña Elba Quijada Barrera, de
fecha 6 de mayo de 1997, inscrita a foja 1.068 N° 550 de l registro de Propiedad de 1997, del mismo
Conservador.

d) Fojas 4. Fotocopia simple del certificado de matrimonio entre don Mario Delgado Delgado y doña María
Elia Díaz Aramburu, celebrado el día 11 de junio de 1966 e inscrito bajo el número de inscripción 12, del
año 1969, en la circunscripción de Vilcún.

e) Fojas 5 a 9. Certificados de nacimiento de cinco de los hijos comunes entre el demandante y la


demandada (en orden cronológico de nacimiento):

- Claudio Hernán Delgado D?Appollonio, nacido el 10 de diciembre de 1979, número de inscripción 53,
año 1982, Conchalí (fs. 9)

- Pablo Andrés Delgado D?Appollonio, nacido el 24 de junio de 1981, número de inscripción N° 54, año
1982, Conchalí (fs. 5)

- Leonardo Moisés Delgado D?Appollonio, nacido el 10 de marzo de 1988, número de inscripción 650, año
1988, Temuco (fs. 8)

- Gabriel Ulises Delgado D?Appollonio, nacido el 2 de julio de 1991, número de inscripción 1.522, año
1991, Temuco (fs. 7)

- Miguel Angel Delgado D?Appollonio, nacido el 3 de marzo de 1993, número de inscripción 1.164, año
1993, Temuco (fs. 6)

f) A fojas 10, Informe de atención de doña Elizabeth del Carmen D?Appollonio Iturra, evacuado por la
sicóloga Ximena Oñate Avila, del Consultorio Miraflores, Programa de Salud Mental, del Servicio de Salud
Araucanía, de fecha 24 de mayo de 2005. Refiere como antecedente que la Sra. D?Appolonio solicitó
atención del Programa de Depresión el 10 de febrero de 2003. ?En dicha ocasión refiere una relación de
convivencia irregular de 25 años con don Mario Delgado, en paralelo a relación de matrimonio de
éste. (?) A la fecha de la consulta la paciente se encontraba separada de don Mario hace tres años
producto de mantenidas situaciones de violencia conyugal y presiones psicológicas.? Se le diagnosticó
Depresión Moderada, la que a la fecha del informe, continuaba siendo tratada con psicoterapia individual
de apoyo, mostrando ciertas mejoras, con algunos episodios de angustia, focalizados en los conflictos con
su ex pareja, don Mario Delgado Delgado.

g) Fojas 11, Citación del Consultorio Miraflores para doña Elizabeth D?Appollonioehijos, de fecha 05 de
octubre de 2000, para asistir a terapia e l día 10 de octubre de 2000.

h) Fojas 17, copia ?para el contribuyente? de declaración jurada para timbraje de documentos y/o libros y
notificaciones, formulario N° 3230 del Servicio de Impuestos Internos, presentado ante dicho organismo
el día 15 de febrero de 2000. Figuran como contribuyentes doña ?Elizabeth del Carmen D?Appollonio
Iturra y Otro?, domiciliados en calle Faja 24 Huichahue, comuna de Cunco, con actividad agrícola
ganadero, rol únioo tributario N° 50.487.55-4. Se presenta a timbraje un talonario de facturas y un libro de
compraventas. Aparece como representante legal del contribuyente doña Elizabeth del Carmen
D?Appollonio Iturra, rol único tributario N° 8.082.973-6.

i) A fojas 18, copia ?para el contribuyente? de declaración y pago simultáneo ?mensual?, del mismo
contribuyente señalado en el párrafo que precede, ante Servicio de Impuestos Internos, correspondiente
al período tributario 15 de marzo de 2001.

j) A fojas 19 y 20, fotocopia simple de la escritura pública de constitución de Sociedad de Hecho, suscrita
en Temuco con fecha 23 de febrero de 1989, ante el Notario Suplente son Sergio Cantuarias Vivian.
Comparecen doña Elizabeth del Carmen D?Appollonio Iturra, agricultora, soltera y don Mario Delgado
Delgado, agricultor, casado, los que exponen ?que han convenido en el siguiente contrato de comunidad o
sociedad de hecho que regirá por los artículos 2057 y 2058 del Código Civil, por los artículos 357 al 364,
368 y 477 del Código de Comercio, y, en lo que corresponde, por el artículo 3° de la ley N° 3.918 que
establece normas sobre Sociedades de Responsabilidad Limitada? más las cláusulas convenidas por
ambos y que constan en la menciona escritura. En estas cláusulas se acuerda que el objeto de la
comunidad es la explotación ganadera y agrícola, comercialización de los productos que se obtengan en
los rubros indicados, y en general, cualesquiera otra actividad relacionada con lo ya citado, y que no se
oponga a la voluntad expresada por las partes en este instrumento. Se fija como razón social ?Elizabeth del
Carmen D?Appollonio Iturra y Otro?, cuyo domicilio será en Recreo N° 125 de Temuco.Los aportes son de
cuatrocientos mil pesos, por parte de la socia Sra. D ?Appollonio y quinientos mil pesos por parte de don
Mario Delgado Delgado. Ambos se comprometen indistintamente a la administración de la sociedad. La
vigencia de la sociedad es de tres años, cuya renovación o subsistencia de la sociedad o reemplazo por
otra de distinta naturaleza jurídica se tendrá por practicada al suscribir el respectivo instrumento ante
Ministro de Fe.

k) Fojas 25 a 38, fotocopias simples del expediente en procedimiento administrativo ante el Ministerio de
Bienes Nacionales, SEREMI Temuco, IX Región de la Araucanía, sobre la solicitud de saneamiento de
propiedad de doña Elizabeth del Carmen D?Appollonio Iturra, respecto del inmueble ubicado en calle
Recreo N° 125, Campos Deportivos, Temuco, por la superficie correspondiente a 191.48 metros cuadrados
avaluadas en $918.185 a la fecha de presentación de la solicitud (26 junio 1990). En el en informe jurídico
respectivo, que tiene el N° 2350, se señala que está demostrado que la solicitante ha efectuado
reparaciones en su casa habitación en la que cuenta con la instalación de los servicios de agua potable y
energía eléctrica, ha construido cortafuego y mantiene renovando continuamente los cercos. La posesión
se ha ejercido por la peticionaria por más de cinco años, en forma personal, agregando la de antecesor en
forma exclusiva, sin violencia ni clandestinidad. Por estas razones, el Ministerio de Bienes Nacionales
accede a la solicitud, y existe constancia que se cumplieron los trámites de rigor, los que culminaron con la
inscripción del dominio del inmueble en cuestión, a nombre de la peticionaria a fojas 181 con el N° 281 del
Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de Temuco del año 1992.

l) Fojas 39. Copia autorizada de la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces de Nueva Imperial, fojas
526 vuelta, N° 712, año 1991, con fecha 09 de agosto de 1991, de escritura pública de compraventa
suscrita entre doña Francisca de la Nieves Orellana Vera como vendedora y doña Elizabeth del Carmen
D?Appollonio Iturra, compradora, del inmueble ubicado en calle Balmaceda N°s 336 al 342, comuna de
Nueva Imperial.

m) Fojas 40. Fotocopia simple de inscripción de fecha 22 de marzo de 1991 de herencia de doña Francisca
de las Nieves Orellana Vera, respecto del inmueble ubicado en calle Balmaceda N°s 336 al 342, comuna de
Nu eva Imperial. Fojas 124, N° 181, año 1991, de fecha 22 de marzo de 1991.

n) Fojas 41 a 43. Copia de Escritura de compraventa de bien raíz suscrita por la vendedora doña Francisca
de la Nieves Orellana Vera, labores de casa, casada, y la compradora doña Elizabeth del Carmen
D?Appollonio Iturra, agricultora, soltera, ante el Notario Público Titular de Temuco, don Claudio González
Rosas, con fecha 26 de junio de 1991, respecto del inmueble ubicado en calle Balmaceda N°s 336 al 342,
comuna de Nueva Imperial, que corresponde a parte del sitio N° 7 de la manzana N° 30 del plano de la
ciudad. Se deja constancia que la vendedora ha presentado la correspondiente autorización judicial
supletoria de la de su marido, para enajenar el bien en cuestión;

9°.- Que además, la demandada rindió la prueba testimonial de dos testigos, vecinas suyas de calle Recreo
en la época de los hechos sobre los que declaran, a saber: a) doña María Florinda Vera Lagos, quien relata
que a la sazón vivía a dos o tres cuadras de la casa en la que lo hacía Elizabeth D?Appollonio ?ubicada en
calle Recreo N° 125, Campos Deportivos, ciudad de Temuco? en el N° 219 de la misma arteria, cuando
ambas estudiaban modas en el Douc; que como eran vecinas iban y volvían juntas y por eso se enteró que
la demandada tenía de amante a Mario Delgado, que era casado y vivía con su cónyuge, que trabajaba en el
Registro Civil. También supo cuando Elizabeth quedó embarazada y dejó de estudiar, pero la siguió
viendo, porque le hacía costuras, y ella le confidenció que su amante no se apareció más por su casa; por
eso, cuando el bebé nació y se percató que la demandada ?no tenía ni que comer?, ella llamó por teléfono a
Delgado para que la fuera a ver y asumiera su responsabilidad. De ahí en adelante, como D?Appollonio le
seguía cosiendo, la veía con frecuencia y nunca, ni siquiera los fines de semana, vio a Delgado en casa de
ésta, pero ella le contó que la visitaba esporádicamente y le consta que siguieron teniendo hijos, hasta
completar seis. b) Doña Francisca del Carmen Bustos Oyarzún, quien expresa haber vivido, en la época de
los hechos, en calle Recreo N° 157, a una distancia de tres casas dela demandada, yhaberse enterado que
Elizabeth D?Appollonio blquote andaba? con un hombre casado, el que no vivía con ella sino con su
?señora principal?, en otro lugar, pero la visitaba esporádicamente y así concibieron seis hijos, que
estaban con ella. Enfatiza en que Delgado con D?Appllonio no vivían juntos, que a ella la veía siempre sola
y a él nunca, tanto que no llegó a conocerlo. Explica que su hijo fue muy amigo de uno de los hijos Delgado
D?Appollonio, porque eran compañeros de colegio, y que este niño contaba que su papá no vivía con ellos
y que ?nunca iba a verlos?;

10°.- Que por su parte, el actor sólo rindió prueba testimonial de cuatro testigos, a saber: a) don Wilson
Arnoldo Espinoza Morales, quien expresa conocer a las partes del juicio desde 1988; que desde 1991
trabajó con el actor en la ciudad de Villarrica, en circunstancias que ambos residían en Temuco, y él lo
trasladaba diariamente desde aquella ciudad y lo dejaba en calle Recreo, en donde residía junto a su
conviviente, la demandada y los cinco hijos de ambos, habiendo nacido un sexto el año 1993, después de
lo cual la relación de pareja terminó. Que todo esto lo supo, porque así se lo contó el demandante durante
los largos trayectos. Así se enteró también, que Delgado había comprado dos inmuebles a nombre de
D?Appollonio, uno en Temuco en calle Recreo, donde a diario lo dejaba, y otro en Nueva Imperial, contiguo
al Banco Estado. B) Don Axel Ariel Carrasco Barriga, quien expresa trabajar en Nueva Imperial y ser
comerciante, y así haber conocido a Mario Delgado, quien trabajaba en el Banco Estado de dicha ciudad.
Agrega que era su cliente y le entregaba carne una o dos veces al mes, la que hacía llegar a Temuco, calle
Recreo N° 125, Campos Deportivos. Según le contó Delgado, allí vivía con doña Elizabeth y varios hijos de
ambos, pero a ella sólo la conoció de vista y a los niños cuando éstos eran muy pequeños, porque al
momento de su declaración ya no le entregaba carne desde aproximadamente diez años atrás. También
Delgado le contó que había comprado un inmueble en Nueva Imperial, que se encuentra ubicado al lado
del Banco Estado, a nombre de doña Elizabeth. C) Don Julio Renato Sepúlveda Saint-Anne, quien expresa
conocer a Mario Delgado Delgado desde hace treinta años aproximadamente y a E lizabeth D?Appllonio la
conoció en el año 1977, cuando ella estaba a cargo de un negocio de propiedad de Delgado, denominado
?El Mastique?, en la ciudad de Temuco, en calle Balmaceda esquina de Matta. Eran pareja y tenían varios
hijos, a los que sólo conoció de vista. Que don Mario le contó que había comprado, con dineros suyos, pero
a nombre de doña Elizabeth, dos inmuebles, uno en Temuco, calle Recreo N° 125, Campos Deportivos, y el
otro en Nueva Imperial, al lado del Banco Estado. D) doña Juana Ruth Pradenas Arriagada, quien expresa
ser amiga de Mario Delgado y saber que tenía una relación de pareja con Elizabeth D?Appollonio, ya que a
menudo lo veía en su camioneta con ella y sus seis hijos; que vivían en Temuco, en calle Recreo. Agrega
saber que Delgado compró dos inmuebles a nombre de Elizabeth, uno en Temuco, calle Recreo ?en donde
vivían y ella aún lo hace? y el otro en la ciudad de Nueva Imperial, calle Balmaceda, al lado del Banco
Estado;

11°.- Que nuestra legislación en parte alguna ha establecido que el concubinato dé origen al nacimiento de
una comunidad de hecho. Tal aserto ha sido una creación doctrinal con la intención de proteger a la mujer
que, sin contraer matrimonio, convivía con un hombre dedicando su trabajo y su vida a las labores del
hogar, lo que permitía al varón trabajar en forma independiente o remunerada con cuyo producto
adquiría bienes, los que en el evento del término de la relación con la mujer, ésta quedaba en el más
absoluto desamparo económico, por estar todos los bienes adquiridos durante la convivencia,
especialmente los inmuebles, a nombre del varón; situación que se tornaba particularmente grave cuando
esto ocurría en circunstancias que la mujer ya no era joven como para rehacer su vida, que era la
generalidad de los casos. Y esta doctrina ha sido acogida por la jurisprudencia en el último tiempo.
Obviamente, en la actualidad no se divisa razón para que un hombre, que se encuentre en una situación
similar a la antes indicada, pueda demandar se declare la existencia de una comunidad sobre los bienes
adquiridos durante la vigencia y hasta la ruptura del concubinato que haya mantenido con una mujer y
pida su liquidación y partición; tendría, eso sí, que probar que a raíz de la ruptura de la convivencia ha
quedado despojad o de los bienes adquiridos durante su vigencia con el aporte de su trabajo.
Porque la doctrina ha dicho que el concubinato no produce por sí mismo efectos patrimoniales entre los
concubinos, ya que la unión de hecho no genera por sí sola una comunidad de bienes ni una sociedad de
hecho; quien alega la existencia de alguna de éstas, basado en un concubinato, debe acreditar que se
efectuaron aportes en común o existió una trabajo, industria o actividad conjunta que haya dado origen a
la comunidad.

Entendiéndolo así, la Jueza de primera instancia fijó como hechos sustanciales, pertinentes y
controvertidos en primer lugar la existencia de la relación de concubinato entre las partes, puesto que la
demandada la ha negado tenaz y reiteradamente a través de todo el proceso; enseguida la existencia de
una comunidad de bienes entre las partes a consecuencia del concubinato (de existir éste) y bienes que la
componen;

12°.- Que en los términos precedentemente expuestos, resulta primordial que el actor haya probado la
existencia del concubinato que habría mantenido con la demandada, situación que ésta niega.
Al respecto, sólo rindió la testimonial de los cuatro testigos cuyas declaraciones se han sintetizado en el
considerando décimo de este voto disidente, los que han sido contradichos por las dos testigos de la
demandada, según se expresa en la reflexión novena.

Ahora bien, analizando comparativamente esta testimonial, de conformidad a lo establecido en los


números tres, cuatro y seis del artículo 384 del Código de Procedimiento Civil, tenemos que si bien los
testigos del demandante doblan en número a las de la demandada, no lo es menos que éstas últimas dan
razón atendible de sus dichos y aparecen estar más instruidas de los hechos, toda vez que explican haber
vivido en la época a que se refiere la demanda, en la misma calle que la demandada, a dos cuadras una y a
tres casas la otra, haberse enterado de su relación amorosa con Mario Delgado que era casado y vivía con
su esposa, y a ella la visitaba sólo esporádicamente. A mayor abundamiento, una sostiene que Elizabeth
era su costurera, lo que demuestra, de paso, una actividad laboral de la demandada, absolutamente
independiente de su pareja. Ambas testigos, por losdetalles que adicionan, parece que realmente dicen la
verdad y sus declaraciones se hallan conformes con las demás pruebas del proceso.

En cambio, los tres primeros testigos del demandante, tal como lo señala la Jueza a quo, expresan haber
obtenido la mayor parte de la información que declaran de lo que les contó el propio actor, por lo que en
esa parte, de conformidad a lo que dispone el artículo 383 del Código de Procedimiento Civil, sólo pueden
estimarse como base de una presunción judicial, máxime que dicen haberlo oído de la propia parte que los
presenta. Es cierto, eso sí, que Wilson Espinoza afirma que desde el año 1991, cuando ambos trabajaban
en Villarrica, él traía de regreso en su auto a Mario Delgado hasta Temuco y lo dejaba en calle Recreo ?en
donde vivía con la demandada? pero esta declaración de la que sí está dando razón de por qué lo afirma,
sólo demuestra que Delgado concurría a diario en aquella época a casa de Elizabeth, mas no que
pernoctara allí, que es lo que contradicen las testigos de ésta cuando sostienen que él no vivía allí y sólo la
visitaba. Es lógico pensar, que si la relación amorosa duró tantos años como ambas partes reconocen,
durante su transcurso haya habido altibajos en la frecuencia de las visitas del hombre a la mujer. Por otra
parte, Axel Carrasco da razón de sus dichos sólo en cuanto sostiene ser comerciante que trabaja en Nueva
Imperial y que allí conoció a Mario Delgado cuando a su vez trabajaba en el Banco Estado de dicha ciudad,
y que era su cliente al cual le entregaba carne una o dos veces al mes, la que le hacía llegar a Temuco, calle
Recreo N° 125, en donde habría vivido con doña Elizabeth, a la que sólo conoció de vista, lo mismo que a
sus hijos que eran muy pequeños. Pero esta declaración sólo demuestra que el demandante proveía de
carne para la alimentación de su prole, mas no precisamente el concubinato con D?Appollonio. A su vez,
Julio Renato Sepúlveda Saint Anne, da razón de sus dichos en cuanto sostiene haber conocido a Elizabeth
D?Appollonio el año 1977, cuando ella estaba a cargo de una negocio denominado ?El Mastique?, que
estaba ubicado en la ciudad de Temuco, en calle Balmaceda esquina de Matta, que era de propiedad de
Mario Delgado. En esto sí es testigo presencialy no deoídas, pero sus dichos avalan lo sostenido por la
dema ndada en orden a que además del cuidado de los niños y labores domésticas, siempre trabajó fuera
de casa, ?para? el demandante, mas no ?con? él. Así, este testigo debe considerarse presentado por la
demandada, de conformidad a lo que establece el N° 6 del artículo 384. En lo que atañe a la testigo Juana
Ruth Pradenas Arriagada, no da razón de sus dichos, toda vez que sostiene constarle el concubinato
porque ?a menudo veía a Delgado en su camioneta con doña Elizabeth y sus hijos?, conclusión que resulta
antojadiza, por decir lo menos. No está demás señalar, que los testigos Espinoza, Sepúlveda y Pradenas
sostienen haberse enterado que el demandante compró a nombre de la demandada la casa de calle
Recreo, lo que no se condice con lo sostenido por las partes al respecto ni las demás probanzas allegadas
al proceso, ?las que dejan en evidencia que dicho inmueble fue adquirido por la titular conforme al
procedimiento del Decreto Ley N° 2.695 del año 1979?, lo que reafirma la convicción de que no están
cabalmente informados de los hechos que conforman la controversia. Finalmente, la circunstancia no
controvertida por las partes ?y además probada con los instrumentos públicos pertinentes en cinco de los
casos? de haber concebido seis hijos durante su prolongada relación amorosa, si bien podría haber llegado
a constituir un indicio, de manera alguna es prueba concluyente del pretendido concubinato entre Mario
Delgado y Elizabeth D?Appollonio, toda vez que es un hecho público y notorio que no se precisa
convivencia para que una pareja conciba uno ó más hijos, bastando al efecto una relación sexual
esporádica, tal como ha sostenido la demandada;

13°.- Que en los términos precedentemente expuestos, forzoso es concluir otorgando valor de plena
prueba a la testimonial de la demandada en orden a que la relación amorosa que existió entre las partes
de este juicio, entre los años 1976 a 2002, nunca revistió el carácter de concubinato, desestimando así la
prueba testimonial rendida a su vez por el demandante en el sentido contrario.
Así las cosas, tenemos que el actor no logró acreditar el fundamento fáctico básico de la acción deducidaen
su demanda, razón que basta para su rechazo, siendo por consiguien te innecesario referirse a los demás
requisitos de la misma y, por lo mismo, la acción debió ser rechazada, como lo resolvió la jueza de primer
grado.

Regístrese y devuélvase, conjuntamente con su agregado.


Redacción a cargo del Ministro señor Guillermo Silva G. y de la disidencia, su autora.

N° 866-09.

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Adalis Oyarzún M., Sergio
Muñoz G., Sra. Margarita Herreros M., Juan Araya E. y Guillermo Silva G.

Autorizado por la Secretaria Subrogante Sra. Ruby Vanessa Sáez Landaur.

En Santiago, a diecinueve de octubre de dos mil diez, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.-

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