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“Regímenes Patrimoniales del Matrimonio:


Sociedad de Conyugales y Bienes Patrimoniales”

Curso: Derecho Civil V – Familia

Ciclo: VIII

Sección: 4

Profesor: Tapia Ugariza, Augusto

Integrantes:
- Carvajal C. ,Alexandra
- Contreras Quijano, Ivan

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Introducción

El matrimonio determina el surgimiento de relaciones de carácter personal


entre los cónyuges, con los consecuentes derechos y deberes recíprocos, pero
además, derivan de él consecuencias de índole patrimonial, ya que la comunidad
de vida crea la necesidad de atender las erogaciones que el hogar común y la
vida de grupo familiar van exigiendo; y, de otro lado, dada la especialidad
característica que tiene la vida en común de los esposos, es necesario organizar
un régimen referido a la propiedad y al manejo de los bienes que cada uno
adquiere o que adquieren ambos. A ello se refieren los regímenes patrimoniales
del matrimonio que es objeto del presente trabajo resultante de la investigación y
análisis de la legislación pertinente, la doctrina, y artículos del tema en cuestión.

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Índice

Introducción…………………………………………………………………………….3
I. Los regímenes patrimoniales del matrimonio……………………………….. ………5
1.1. Definición………………………………………………………………….. ….…..5
1.1.1. Regímenes convencionales y legales………………………………………….….7
1.1.2. Normas generales a los regímenes patrimoniales del matrimonio…………….....8
1.2. Elección y formalidades del régimen patrimonial de la sociedad conyugal………10
1. 3. Sustitución, liquidación y bienes comprendidos en el régimen patrimonial
de la sociedad conyugal……………………………………………………….…..11
1.3.1. Opción de sistemas gananciales o separación de patrimonios…………………...11
1.3.2. Sustitución del régimen patrimonial de la sociedad conyugal…………………...12
1.3.3. Sustitución judicial………………………………………………………….……14
1.3.4. Régimen sustitutorio……………………………………………………….……..15
1.3.5. Extensión del régimen patrimonial…………………………………………….…15
1.3.6. Sostenimiento del hogar………………………………………………………….15
1.3.7. Liquidación del régimen patrimonial de la sociedad conyugal…………………..16
1.3.8. Bienes comprendidos en el régimen patrimonial de la sociedad conyugal………16
1.4. Obligación de sostener al hogar bajo cualquier régimen de patrimonial de
la sociedad conyugal………………………………………………………………..16
II. Régimen patrimonial de sociedad de gananciales……………………………………18
2.1. Generalidades……………………………………………………………………….18
2.2. Bienes que integran la sociedad de gananciales…………………………………….18
2.3. Bienes propios: Generalidades……………………………………………………...19
2.4. Administración de bienes propios…………………………………………………..24
2.5. Consentimiento exigible para renunciar a herencia, legado o donación……………24
2.6. Traslado de la administración……………………………………………………….24
2.7. Administración de bienes propios por el otro cónyuge………………………..…….25
2.8. Deudas contraídas antes del régimen de sociedad de gananciales………….……......26
2.9. Deudas personales contraídas durante el matrimonio ………………………..….…..26
2.10. Responsabilidad extra contractual de un cónyuge…………………………..……...26
2.11. Bienes sociales: Generalidades…………………………………………………......27
2.12. Reglas para la clasificación de bienes……………………………………………....28
2.13. Prohibición de los cónyuges de contratar entre si……………………………...…..28
2.14. Administración del patrimonio social…………………………………………....…28
2.15. Disposición de bienes sociales………………………………………………...…....28
2.16. Cargas de sociedad de gananciales………………………………………………….29
2.17. Responsabilidades por deudas de la sociedad conyugal………………………...….29
2.18. Fenecimiento de la sociedad de gananciales……………………………………..…29
2.19. Inventario de bienes en caso de fenecimiento de la sociedad de gananciales……...31
2.20. Pago de obligaciones sociales y distribución de los gananciales……………..…….36
2.21. Liquidación simultánea de varias sociedades de gananciales……………………....36
2.22. Régimen de sociedad de gananciales en caso de unión de hecho a concubinato…...36
III. Régimen patrimonial de separación de patrimonios………………………………….38
3.1. Generalidades………………………………………………………………………...38
3.2. Responsabilidad por las deudas personales………………………………………......38
3.3. Sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el régimen de
separación de patrimonios……………………………………………………………38
3.4. Fenecimiento de régimen de separación de patrimonios…………………………….39
IV. Artículos y publicaciones……………………………………………………………..40

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I. Los regímenes patrimoniales del matrimonio

1.1. Definición.

La familia, como toda entidad, necesita para cumplir sus fines medios
económicos para satisfacerla, y por lo mismo le es indispensable un patrimonio.
Los regímenes patrimoniales – matrimoniales es el conjunto de normas jurídicas
que regulan las relaciones patrimoniales entre los cónyuges y de éstos con los
terceros.

Estos regímenes determinan como atribuirán marido y mujer en la atención


de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la repercusión que el
matrimonio tendrá sobre la propiedad y administración de los bienes presentes o
futuros de los cónyuges y, también, la medida en que estos bienes
corresponderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los
esposos.

El establecimiento de los regímenes patrimoniales del matrimonio responde al


concepto que cada agrupamiento humano tiene sobre el efecto del matrimonio:
no existe un carácter de uniformidad en el tiempo y en el espacio, y se presenta
con variantes que son fruto natural de las costumbres, la tradición, la
organización familiar y todos los demás factores histórico, económicos y sociales
de la realidad. De acuerdo con lo dicho el vínculo personal y moral domina de tal
modo que cada uno de los cónyuges dentro de lo económico no puede actuar en
una relación jurídica independiente respecto del otro, surgiendo el régimen de
comunidad; y cuando se estima que aquel vínculo no afecta sus relaciones de
ese orden porque subsiste la situación patrimonial tal cual era antes del
matrimonio, vale decir, quedando marido y mujer independientes entre si en
cuanto a sus bienes, como si el enlace no se hubiera realizado, se tiene el
régimen de separación. Por fin, fuera de las concepciones extremas, que no
suelen darse en toda su pureza, generalmente han prevalecido regímenes
intermedios, que partiendo, bien de la idea de la comunidad, bien de la idea de la
separación, han llegado a soluciones menos radicales.

Así, en base a la idea de la separación, caben además de la separación


absoluta, dos sistemas de separación atenuada: a) sistema dotal, y b) sistema de
unidad (o comunidad) de administración, también llamado sistema de reunión.

Llevando a efectos la idea de la comunidad, caben, por el contrario, además


de la comunidad plena, diversos tipos de comunidades limitadas sobre ciertos
bienes, de los cuales son los más típicos los siguientes: a) comunidad de
adquisiciones a título oneroso o de gananciales, y b) comunidad de bienes
muebles y de adquisiciones a título oneroso.

Otra dirección que se manifiesta recientemente es la participación recíproca


en las ganancias obtenidas por los cónyuges, manteniendo el dominio y
administración de los bienes de cada uno con absoluta separación; lo que

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constituye una penetración de la comunidad de adquisiciones, en cierto modo, en
los regímenes de separación.

El régimen de separación de bienes, a que quedó hecha referencia, se funda


en la independencia absoluta del patrimonio de los cónyuges, como si fueran
solteros, respondiendo, entonces, cada uno de las obligaciones que contraigan.
Este régimen es seguido en Inglaterra y la mayoría de los Estados Unidos de
América del Norte. Fue el régimen legal del Código Civil italiano de 1942,
sustituido por la ley de 19 de mayo de 1975, por la comunidad de adquisiciones a
título oneroso.

En el régimen dotal sólo resultan afectados por el enlace matrimonial los


bienes comprendidos en la dote, que la mujer u otra persona, en consideración a
ella, entrega al marido con la finalidad de atender al levantamiento de las cargas
matrimoniales, no así los bienes extra – dotales – parafernales – que forman el
restante patrimonio. Aparece, pues, junto al patrimonio separado de la mujer y del
marido una masa patrimonial propia de la mujer, que se entrega a éste para
atender los gastos comunes del matrimonio, y que a su disolución habrás de
restituir a aquélla. Es el sistema romano, que se conserva en el derecho foral
español.

El régimen de unidad de administración introduce en la separación de bienes


de cada cónyuge la idea de la comunidad referidos a la administración y goce,
manteniendo la propiedad separadamente. Esta administración se atribuye al
marido, por lo que también se denomina “régimen de administración y disfrute
maritales. Es el régimen legal propio de Suiza, y lo era en Alemania según el
Código Civil, hasta su reforma por la Ley de equiparación del varón y la mujer de
18 de junio de 1957, que instauró como régimen legal el de participación en las
ganancias.

El régimen de comunidad, a que ya se ha aludido, es denominado universal


cuando, excluidos los que excepcionalmente son incomunicables, se forma con
los restantes bienes de los cónyuges – presentes y futuros – el activo de un
patrimonio común, representando las deudas sociales y las personales un pasivo
también común, sin considerar tampoco, como en aquellos otros, el tiempo o
causa de su existencia. Comunidad que origina una especie de propiedad
indivisa, sui géneris, en la que el marido tiene los derechos de administración y
de disposición, pero el ejercicio de este último, es relativo en cuanto a los
inmuebles y derechos reales, pues requiere el asentimiento de la cónyuge. En la
actualidad y adaptado al principio de equiparación jurídica de la mujer al marido
éste es el régimen legal en Holanda. (ley de 20 de mayo de 1927).

El régimen de comunidad de adquisiciones a título oneroso, como su nombre


lo indica, es una comunidad limitada a las adquisiciones que los cónyuges
realicen a título oneroso durante el matrimonio; permaneciendo, en cambio, en
propiedad separada de cada uno los bienes que tuviesen con anterioridad al
matrimonio y los adquiridos con posterioridad a título gratuito. Pertenecen
también a la comunidad las rentas o productos de los bienes propios de los
esposos. Es el régimen legal del Código Civil de 1984, denominado en el mismo
“sociedad de gananciales”. También lo es en España, Francia y Portugal.

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El régimen de comunidad de muebles y adquisiciones a título oneroso difiere
del anterior en que forma también parte de esta comunidad todos los bienes
muebles presentes o futuros de ambos cónyuges, y los demás bienes que no
entran en la comunidad son los propios del marido o de la mujer. Es el sistema
legal tradicional del Derecho foral aragonés. Fue el régimen de la costumbre en
París, que el Código Civil no se atrevió a imponer.

En el régimen de participación en las ganancias, la idea fundamental de la


separación de los patrimonios de ambos cónyuges aparece atenuada por el
reparto o nivelación de ganancias obtenidas durante el matrimonio, que hay que
realizar al terminar el régimen. Es el sistema legal instaurado en Alemania a partir
de la Ley de equiparación jurídica del varón y de la mujer de 18 de junio de 1957.
Una variante del sistema de participación en las ganancias ha sido implantada en
Argentina por la ley de 22 de abril de 1968, incorporándose ciertos rasgos de este
régimen en el de comunidad de adquisiciones a título oneroso. Así, se mantiene
la absoluta separación en la titularidad y administración de los de los bienes
propios y gananciales que cada cónyuge adquiera; no se forma una masa de
bienes gananciales, pero a la disolución se adquiere un derecho sobre los bienes
que el otro haya adquirido, que se concreta en la liquidación.

1.1.1. Regímenes convencionales y legales

Se sostiene en el Derecho contemporáneo, que los cónyuges deben ser libres


para ordenar sus relaciones económicas al contraer matrimonio con arreglo a sus
propios intereses y deseos, preconizándose incluso que debiera ser obligatorio
ser obligatorio para aquéllos el otorgar el correspondiente pacto nupcial al tiempo
del matrimonio. Pero, en general, esta obligatoriedad no suele imponerse; las
legislaciones prevén solamente la posibilidad de otorgar el pacto sobre el régimen
económico o bien la más limitada, de optar por alguno de los sistemas que
previamente aparecen regulados en la ley. El sistema del libre pacto nupcial es
seguido por el Código Civil español. El sistema de posible elección entre varios
regímenes típicos es el que existe en Alemania y Suiza. En este último sistema,
se puede o no autorizar a los cónyuges, luego del matrimonio, a variar el régimen
patrimonial. En el Código Civil peruano, el sistema de elección entre regímenes
típicos es mutable; contemplándose los derechos de opción y de sustitución del
régimen patrimonial, ya sea que el pacto nupcial se otorgue antes o durante el
matrimonio.

También es posible que una legislación admita la libertad de pacto


estableciendo varios regímenes, para optar entre ellos libremente, tal y como
están regulados o con alguna variante; así ocurre en el Código Civil francés y en
la Ley francesa de 13 de julio de 1965.

Ahora bien, como esa posibilidad de disponer su propia regulación o de


aceptar alguno de los regímenes legales puede no ser utilizada por los
contrayentes por no establecer absolutamente nada al tiempo del matrimonio, las
legislaciones, para este evento, prevén con carácter supletorio un determinado
régimen legal. El Código Civil peruano contempla como régimen legal supletorio

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el de comunidad de adquisiciones a título oneroso, también llamado sociedad de
gananciales.

Por último, es posible que la ley no considere regímenes convencionales sino,


por el contrario, imponga un régimen legal único, forzoso, tal como ocurrió con el
Código Civil peruano de 1936 que se refirió sólo a la sociedad de gananciales.

De otro lado, el amplio margen que cabe en orden en orden a la libertad de


pacto, bien absoluta, bien limitada, a elegir entre varios sistemas, pero
generalmente con posibilidad de modificaciones sobre los regímenes típicos, da a
esta materia un aspecto plenamente contractual, pudiendo llevar a la idea de que
el llamado pacto nupcial es un contrato más.

Este aspecto aparece destacado en los Códigos que a imitación del francés
regularon esta materia entre los contratos bajo la denominación de contratos
sobre bienes con ocasión del matrimonio. Pero la doctrina reacciona contra esta
configuración legal, considerando que existe en el régimen matrimonial un
preferente aspecto institucional.

Nuestro Código Civil regula el régimen económico matrimonial en el Libro III


sobre el Derecho de Familia. La posibilidad de que los contrayentes puedan
optar, entre el régimen de sociedad de gananciales o el de separación de
patrimonios, y que los cónyuges puedan sustituir el régimen económico vigente,
demuestra la existencia en él de la autonomía privada, si bien con limitaciones
para garantía de aquellos y de los terceros. Estos límites, además de los
generales de la autonomía privada, proceden en especial del aspecto institucional
que el matrimonio tiene. Ellos son producto del contenido ético de las relaciones
jurídicas familiares, que imprime un matiz particular y propio al sistema familiar y
del que no es ajeno el régimen económico del matrimonio. No se está, pues, ante
relaciones jurídicas puramente económicas. Por ello, ambos aspectos, discutidos
en la doctrina, no se excluyen, sino que se integran; y esa conjunción, en nuestro
sistema se aprecia como una convención matrimonial.

1.1.2. Normas generales a los regímenes patrimoniales del matrimonio

Es indudable el acierto de anteponer las normas más esenciales para


economía conyugal que deben salvaguardar las necesidades más primarias de
un matrimonio. Esta normatividad tendrá una aplicación general, sin perjuicio de
las referencias en cada uno de los regímenes patrimoniales.

Destacamos de nuestro Código Civil las siguientes:

a. El sistema de elección y de variabilidad de régimen patrimonial.- Al


contemplarse los regímenes patrimoniales de sociedad de gananciales y de
separación de patrimonios, se incorpora el sistema de elección y de variabilidad
entre estos dos regímenes típicos, regulados en la ley. Se compraba que el
principio de libertad de pacto nupcial es limitado y que los regímenes son
mutables.

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Con la introducción de este sistema, se desarrollan el derecho de opción entre los
contrayentes, para elegir el régimen patrimonial al que se adhieren y que
comienza a regir al celebrarse el matrimonio, y el derecho de sustitución entre los
cónyuges, para cambiar el régimen patrimonial en que puedan adherirse al otro.

b. La sociedad de gananciales como régimen legal supletorio.- La existencia de


dos regímenes patrimoniales determina que, si los cónyuges no se adhieren a
ninguno, necesariamente se admita un régimen legal supletorio. La tradición
jurídica en nuestro país, motivó que el régimen de adquisiciones a título oneroso
o sociedad de gananciales sea el régimen legal.

El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en defecto de separación


convenida o por deficiencia de ésta. Lo primero, que cuando no hay una opción
expresa por algún régimen patrimonial es invalidado, sea por un defecto de forma
o de fondo. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido
aceptado por quienes hasta pueden ignorar todo lo que afecta la situación.

c. El poder doméstico.- La conveniencia de facilitar la satisfacción de las


necesidades ordinarias de la familia y el principio de igualdad jurídica de los
cónyuges, determinó que se les atribuya por igual el poder doméstico, según el
cual, cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender
las necesidades ordinarias de la familia y a la conservación de su patrimonio,
conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la misma. Ello permite,
cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor, la necesaria flexibilidad para
atender la vida familiar en su aspecto de gestión del hogar, con un sentido de
igualdad para ambos cónyuges.

d. Las cargas de la familia.- cualquiera que sea el régimen patrimonial vigente


ambos cónyuges están obligados a contribuir al sostenimiento del hogar, según
sus respectivas posibilidades y rentas; esto es, tienen el deber de levantar las
cargas de familia.

No se precisa en la ley qué debe entenderse por “sostenimiento del hogar”.


En general, debe considerarse los gastos más usuales y necesarios para la vida
de los cónyuges y de sus hijos. Por ello, las cargas de la familia son propias de la
potestad doméstica.

Se entiende que los bienes de los cónyuges están sujetos al levantamiento de


las cargas de la familia. Siendo así, la repercusión de la responsabilidad
patrimonial frente a terceros debe ser precisada en los regímenes típicos. Así, en
la sociedad de gananciales se establece que los bienes sociales y,
subsidiariamente, los propios de cada cónyuge, a prorrata, responden de las
cargas de familia. En el régimen de separación de patrimonios, si bien no se ha
previsto norma expresa, se concluye que los cónyuges contribuirán al
sostenimiento de las cargas de la familia, con su patrimonio personal, en
proporción a la contribución que convengan.

Cuando uno de los cónyuges incumpliera su deber de contribuir al


levantamiento de las cargas, el Juez, a instancia del otro reglará el aporte de
cada uno; pudiendo dictarse la medidas cautelares más convenientes a fin de

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asegurar su cumplimiento y los anticipos necesarios o proveer a las necesidades
futuras. Al respecto, téngase presente que el trabajo del hogar y el cuidado de los
hijos son contribuciones a las cargas de la familia y como tales, deben ser
consideradas por el juez al momento de establecer el aporte de cada cónyuge.

e. El interés familiar como principio rector de la gestión de los bienes.- Si bien no


hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de
protección de la familia y por la consideración en el Código Civil de que la
regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir a su consolidación y
fortalecimiento, está implícito que la gestión de los bienes en el matrimonio debe
responder al interés familiar, como precepto rector, cualquiera que sea el régimen
patrimonial en rigor.
Así como el ejercicio de la propiedad debe realizarse en armonía con el interés
social, la gestión de los bienes en el matrimonio debe responder al interés
familiar. Este se impone como un límite natural a la administración y disposición
de bienes propios y sociales, según el caso; se constituye, pues, en la medida
necesaria para afectar patrimonialmente a la familia y que, de hecho, los
cónyuges utilizan en un matrimonio normal. Por ello y ante su inobservancia por
uno de los cónyuges, el interés familiar es el argumento para restringir o suprimir
algún acto de gestión de los bienes que lo perjudica o para verificar la realización
de uno que demanda.

1.2. Elección y formalidades del régimen patrimonial de la sociedad


conyugal

La familia, como toda entidad, necesita para cumplir sus fines medios
económicos para satisfacerlos, y por lo mismo le es indispensable un patrimonio.
Pero cómo ha de formarse éste, de qué fuentes ha de nutrirse, de qué modo han
de combinarse y coexistir los bienes patrimoniales del matrimonio con los
particulares o privativos de cada cónyuge, son otras tantas cuestiones que dan
lugar a distinta organización de los bienes de la sociedad conyugal, que es, en
suma el régimen matrimonial de bienes.

El régimen patrimonial – matrimonial es, pues, el conjunto de normas jurídicas


que regulan las relaciones patrimoniales entre los cónyuges y de éstos con los
terceros.

Un régimen matrimonial es el estatuto jurídico complejo que trata de dar


respuesta y solucionar tres cuestiones básicas que surgen en las relaciones
patrimoniales de los cónyuges:

a) Una cuestión de propiedad: El régimen económico determina a quién


corresponde la titularidad de los diferentes patrimonios, masas patrimoniales o
conjunto de bienes, que puedan existir en el matrimonio.

b) Una cuestión de poderes. El régimen matrimonial establece a cuál de los


cónyuges corresponde sobre cada una de estas masas de bienes los poderes
dispositivos y los de gestión y administración.

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c) Una cuestión de responsabilidad: El régimen matrimonial establece por quién
han de ser soportadas las llamadas cargas del matrimonio o de la familia y por
quién la responsabilidad de las obligaciones contraídas para tender o levantar
esas cargas y para cumplir cualesquiera otras obligaciones.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 295, primer párrafo, del Código


Civil, antes de la celebración del matrimonio, los futuros cónyuges pueden optar
libremente por el régimen de sociedad de gananciales o por el de separación de
patrimonios, el cual comenzará a regir al celebrarse el casamiento.

Si los futuros cónyuges optan por el régimen de separación de patrimonios


deben otorgar escritura pública, bajo sanción de nulidad (art. 295, segundo
párrafo, del C. C.).

Para que surta efecto el régimen de separación de patrimonios, la escritura


pública debe inscribirse en el registro personal (Registro de Personas Naturales,
en la actualidad). Así lo ordena el artículo 295, penúltimo párrafo, del Código
Civil.

A falta de escritura pública se presume que los interesados han optado por el
régimen de sociedad de gananciales (art. 295, parte final, del C. C.).

1. 3. Sustitución, liquidación y bienes comprendidos en el régimen


patrimonial de la sociedad conyugal

1.3.1. Opción de sistemas gananciales o separación de patrimonios

El sistema que sigue nuestro Código Civil, sólo permite la elección entre dos
regímenes patrimoniales típicos, tal como están regulados. Es, pues, un sistema
limitado a aceptar alguno de los regímenes patrimoniales; estos son, el de
sociedad de gananciales y el de separación de patrimonios.

La eficacia del régimen patrimonial adoptado por los contrayentes queda


subordinada a la celebración del matrimonio; se trata de una conditio iuris de
carácter suspensivo.

El convenio cuyo contenido sea el reflejo del ejercicio del derecho de opción
por los contrayentes requiere una forma prescrita ad solemnitatem, cuando aquél
se refiera al régimen de separación de patrimonios. Esa formalidad es el
otorgamiento de una escritura pública. Adicionalmente y para que surta efectos
frente a terceros se exige la inscripción en el registro personal.

No será necesario contar con esta formalidad cuando se opte por el régimen
de sociedad de gananciales. Ello es así, por cuanto éste es el régimen legal
supletorio; que opera; ya sea en defecto de elección – es decir, si los
contrayentes no se adhieren a ninguno – o por deficiencia de ésta – es decir
cuando sea invalidado el convenio del régimen de separación de separación de
patrimonios. En ambas circunstancias y por ministerio de la ley, se impone el
régimen de sociedad de gananciales para completar la imprevisión convencional.

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Por ello, resulta erróneo establecer que el régimen supletorio legal funciona como
una presunción. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido
aceptado por quienes hasta pueden ignorar todo lo que afecta a esta cuestión.

De otra parte, resulta claro que el derecho de opción debe ejercitarse antes
de la ceremonia matrimonial, por así establecerlo la ley. Vale decir, que si se
desea elegir el régimen de separación de patrimonios debe acudirse, previo al
casamiento, ante el notario para otorgar la respectiva escritura pública. Quizás
sea ésta la razón por la cual es muy pocas veces elegido el régimen de
separación de patrimonios. La rigurosa y onerosa formalidad lo ha ce
inalcanzable para la mayoría de los contrayentes. No obstante se comprueba que
quienes adoptan este régimen patrimonial son personas que contraen segundas
nupcias o cuentan con un importante patrimonio personal. La posibilidad de que
el derecho de opción pueda constar, además, en el acta matrimonial permitirá
que las personas puedan acceder consciente y plenamente al mismo, ya que
ejercerán su derecho en la misma ceremonia matrimonial. Todo ello, sin perjuicio
de su inscripción en el registro personal.

Quedará, entonces, a criterio de los contrayentes elegir el régimen patrimonial


antes del matrimonio – para lo cual otorgarán escritura pública – o en el acto del
casamiento – dejando constancia de su elección en el acta matrimonial o
guardando silencio sobre el particular.

1.3.2. Sustitución del régimen patrimonial de la sociedad conyugal

En el sistema de libre pacto limitado sólo a la aceptación de alguno de los


regímenes patrimoniales que sigue nuestro Código civil, se autoriza a los
cónyuges a variar un régimen por otro. Visto en forma integral, se trata de un
sistema de libre elección y variabilidad de régimen patrimonial.

En este caso, se admite la variabilidad convencional; es decir, aquella que


acuerdan los cónyuges para cambiar el régimen patrimonial en el que se
encuentran y adherirse al otro. Así, los cónyuges ejercitarán su derecho de
sustitución tantas veces lo crean conveniente.

El convenio cuyo contenido sea el reflejo del ejercicio del derecho de


sustitución por los cónyuges requiere una forma prescrita ad solemnitatem, sea
cual fuere el nuevo régimen patrimonial al que se adhieren. Esa formalidad, para
este caso, es doble: otorgamiento de escritura pública e inscripción en el registro
personal. En consecuencia, se señala que la eficacia de la sustitución se produce
desde la fecha de su inscripción registral.

Esta disposición es contraria a la previsión legislativa del artículo 319 del


Código Civil cunado establece que para las relaciones entre los cónyuges se
considera fenecido el régimen de sociedad de gananciales en la fecha de la
escritura pública que contiene el convenio de sustitución y, respecto a terceros,
en la fecha de la inscripción en el registro personal. Vale decir que, de acuerdo
con esta norma, la escritura pública es la única formalidad ad solmnitantem y
desde su fecha de otorgamiento produce efectos entre los cónyuges; no siendo

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oponible la sustitución operada ante los terceros sino desde la fecha de
inscripción en el registro personal.

Esta deficiencia legislativa cobra vital importancia cuando se trata de calificar


la naturaleza de un bien como propio o social, si es adquirido en el período que
va desde la fecha de la escritura pública hasta la fecha de la inscripción registral.
De acuerdo en el artículo 296, se concluiría que el bien sería social por cuanto
todavía estaba vigente el régimen de sociedad de gananciales al no haberse
verificado la inscripción registral, requisito de validez para que produzca sus
efectos la sustitución frente a terceros. En cambio, de conformidad con el artículo
319, se establecería que el bien es propio ya que el régimen de sociedad de
ganancial feneció en la fecha de la escritura pública de sustitución y la
adquisición se realizó bajo la vigencia del régimen de separación de patrimonios.

La deficiencia legislativa anotada debe ser solucionada considerando, no sólo


la especialidad del artículo 319 en sede de sociedad de gananciales frente a una
disposición general como es el artículo 296, sino también la finalidad de la
inscripción registral como es la de proteger el derecho de terceros. Por ello y
respecto de los cónyuges, el bien debe ser calificado como propio por haber
fenecido, entre ellos, el régimen de sociedad de gananciales y siempre que para
su adquisición se hayan empleado fondos propios.

No obstante, se requiere modificar este artículo a fin de que la eficacia de la


sustitución entre los cónyuges se produzca en la fecha de la escritura pública;
estando protegidos los terceros por el principio de la buena fe registral: no les
será oponible la sustitución sino desde la fecha de su inscripción en el registro
personal y en el que sea pertinente. Por tanto, la escritura pública debe ser la
única formalidad ad solemnitatem.

Igualmente, debe admitirse la posibilidad de que la sustitución pueda constar


en el acta matrimonial. Ello se producirá con su anotación marginal. Así se haría
más accesible a los cónyuges el ejercicio del derecho de sustitución, al hacer
menos oneroso la formalidad. Claro está, sin perjuicio de su inscripción en el
registro personal y en el registro de propiedad pertinente.

Cabe plantearse, por último, que ocurriría si el convenio de sustitución es


invalidado, sea por vicios de fondo o de forma. Como la invalidez se produce
desde la celebración del convenio, ello significa que las relaciones matrimoniales
de los cónyuges continuarán rigiéndose por las normas del régimen sustituido.

1.3.3. Sustitución judicial

La variabilidad de un régimen patrimonial puede realizarse no sólo por el


convenio de los cónyuges; también se ha previsto que ocurre con aprobación
judicial, pero sólo cuando se pretenda sustituir el régimen de sociedad de
gananciales por el de separación de patrimonios. Ello es así, por cuanto la
desaparición de la comunidad de intereses – que supone la sociedad de
gananciales – justifica contrarrestar los mayores perjuicios económicos para uno
de los cónyuges. Esto se comprueba cuando el artículo 329 dispone que la

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variabilidad judicial procede cuando uno de los cónyuges abusa de las facultades
que le corresponden o actúa con dolo o culpa en la gestión de los bienes. En
esos casos, el cónyuge agraviado puede acudir al órgano jurisdiccional para que,
demostrada alguna de las causales, se establezca la separación de patrimonios.

Se constata que en nuestro Código Civil rige un criterio muy restrictivo para la
variación del régimen con aprobación judicial. Si a ello se añade la dificultad
probatoria que importa demostrar aspectos tan subjetivos como son el dolo o la
culpa, o inclusive el abuso de facultades en la gestión de los bienes,
comprobados que prácticamente se hace inoperable este mecanismo y se
mantiene una situación intolerable para el cónyuge perjudicado. Por ello, se debe
optar por un sistema con causales objetivas que respondan a situaciones de
inhabilitación de uno de los cónyuges para la gestión de los bienes, por un lado, y
a situaciones de incumplimiento de deberes conyugales con repercusión
patrimonial, por el otro.

En las primeras, deben comprenderse los supuestos de la desaparición por


más de un año de un cónyuge y la declaración de interdicción por cualquier
motivo de incapacidad de ejercicio, absoluta o relativa.

En los segundos, deben considerarse los casos en que un cónyuge realiza


por sí sólo actos de administración o de disposición patrimonial que entrañe
fraude o grave peligro para los derechos del otro, cuando no cumpla con rendir
cuentas de su administración sobre bienes sociales o propios del otro, cuando
haya abandonado el hogar por más de un año o medie acuerdo de separación de
hecho por el mismo tiempo y cuando se embargue su parte correspondiente en
los bienes sociales por deudas propias.

De otra parte y de conformidad con el artículo 319, para las relaciones entre
los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad de gananciales se
produce en la fecha de notificación con la demanda; y, respecto a terceros, en la
fecha de la inscripción en registro personal.

1.3.4. Régimen sustitutorio

Como consecuencia del ejercicio del derecho de sustitución, el régimen


patrimonial sustituido debe ser liquidado a fin de determinar el patrimonio
personal que cada cónyuge lleva al nuevo régimen económico.

Ello es así, no solo para evitar confusiones patrimoniales que puedan afectar
a los cónyuges sino, además, para garantizar a los acreedores el cobro de su
deuda y la invariabilidad del respaldo patrimonial existente al momento de
contraerse la obligación. Consecuentemente, los acreedores encontrarán aquí el
sustento legal para demandar la liquidación del régimen, si los cónyuges no lo
realizan.

14
La liquidación se realizará de acuerdo a las normas pertinentes de cada
régimen patrimonial.

1.3.5. Extensión del régimen patrimonial

Todos los bienes presentes y futuros de los cónyuges quedan comprendidos


en el régimen patrimonial en rigor. Naturalmente la calificación de los mismos
como propios y, en su caso, como sociales, se realizará de acuerdo a las normas
particulares de cada régimen patrimonial.

La finalidad de la disposición es la de sentar implícitamente el principio de


que todos los bienes de los cónyuges, sin excepción, estarán destinados a
atender las necesidades de la familia.

1.3.6. Sostenimiento del hogar

Al levantamiento de las cargas de familia están sujetos los bienes, presentes y


futuros, de los cónyuges. La forma en que atenderán los gastos más necesarios y
generales para su vida y la de sus hijos, será establecida por ellos en ejercicio de
la autonomía de voluntades, cualquiera que sea el régimen patrimonial en vigor.

Cuando uno de los cónyuges incumpliera su deber de contribuir a la


satisfacción de las cargas familiares, el Juez, a instancia del otro, reglará el
aporte de cada uno; pudiendo dictarse la medidas más convenientes a fin de
asegurar su cumplimiento y los anticipos necesarios para proveer a las
necesidades futuras.

Resulta importante resaltar que cada cónyuge cumplirá con abonar las cargas
familiares de acuerdo con el rol que haya asumido en el hogar. Así, si uno de los
cónyuges se dedica exclusivamente al trabajo doméstico y al cuidado de los
hijos, la obligación de sostener a la familia recaerá sobre el otro, sin perjuicio de
la ayuda y colaboración que ambos cónyuges se deben en uno u otro campo. En
tal sentido, el juez considerará cumplido esta obligación de acuerdo al rol que
cada consorte haya asumido en el hogar y, de acuerdo a ello, reglará la
contribución de cada uno.

1.3.7. Liquidación del régimen patrimonial de la sociedad conyugal

Al terminar la vigencia de un régimen patrimonial (ya sea el régimen de


sociedad de gananciales o el régimen de separación de patrimonios) se
procederá necesariamente a su liquidación. Así lo establece el artículo 298 del
Código Civil.

15
1.3.8. Bienes comprendidos en el régimen patrimonial de la sociedad
conyugal

El régimen patrimonial (ya sea el régimen de sociedad de gananciales o el


régimen de separación de patrimonios) comprende tanto los bienes que los
cónyuges tenían antes de entrar aquél en vigor como los adquiridos por cualquier
título durante su vigencia. Ello de conformidad con lo dispuesto en el artículo 299
del Código Civil.

1.4. Obligación de sostener al hogar bajo cualquier régimen de


patrimonial de la sociedad conyugal

Cualquiera que sea el régimen patrimonial en vigor (ya sea el régimen de


sociedad de gananciales o el régimen de separación de patrimonios), ambos
cónyuges están obligados a contribuir el sostenimiento del hogar según sus
respectivas posibilidades y rentas (art. 300, primer párrafo, del C. C.). En caso
necesario, el juez reglará la contribución de cada uno (art. 300, parte final, del C.
C.).

Conforme se desprende del artículo 300 del Código Civil y del inciso 1 de la
Quinta Disposición final del Código Procesal Civil, la pretensión de regulación
judicial de la contribución de cada uno de los cónyuges al sostenimiento del
hogar se sustancia en vía de proceso sumarísimo, vía procedimental ésta que
tiene el siguiente trámite general:

- Presentada la demanda, el Juez puede declara su admisibilidad o


improcedencia, con arreglo a lo dispuesto en los artículos 426 y 427 del
Código Procesal Civil 8que tratan acerca de la inadmisiblidad e improcedencia
de la demanda), respectivamente (art. 551, primer párrafo, del C. P. C.).
- Si el Juez declara inadmisible la demanda, concederá al demandante tres
días para que subsane la omisión o defecto, bajo apercibimiento de archivar el
expediente. Esta resolución es inimpugnable (art. 551, segundo párrafo, del C.
P. C.).
- Si el Juez declara improcedente la demanda, ordenará la devolución de los
anexos presentados (art. 551, parte final, del C. P. C.).
- Al admitir la demanda, el Juez concederá al demandado cinco días para
que la conteste (art. 554, primer párrafo, del C. P. C.).
- Contestada la demanda o transcurrido el plazo el plazo para hacerlo, el
Juez fijará fecha para la audiencia de saneamiento, conciliación, pruebas y
sentencia, la que deberá realizarse dentro de los diez días siguientes de
contestada la demanda o de transcurrido el plazo para hacerla, bajo
responsabilidad 8art. 554, segundo párrafo, del C. P. C.). Cabe indicar que,
según el artículo 557 del Código Procesal Civil, dicha audiencia única se
regula supletoriamente por lo dispuesto en tal código para las audiencias
conciliatorias (art. 468 al 472 del C. P. C. y arts. 323 al 329 del C. P. C.9 y de
prueba (arts. 202 al 211 del C. P. C.).
- Al iniciar la audiencia, y de haberse deducido excepciones o defensas
previas (las mismas que, advertimos, se interponen al contestarse la demanda

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permitiéndose solamente los medios de prueba de actuación inmediata: art.
552 del C. P. C.), el Juez ordenará al demandante que las absuelva, luego de
lo cual se actuarán los medios probatorios pertinentes a ellas (art. 555, primer
párrafo, del C. P. C.).
- Concluida la actuación de los medios probatorios pertinentes a las
excepciones o defensas previas que se hubieren deducido, si encuentra
infundadas aquellas, el juez declarará saneado el proceso y propiciará la
conciliación proponiendo su fórmula. De producirse ésta, será de aplicación lo
dispuesto en el artículo 470 del Código Procesal Civil (art. 555, primer párrafo,
del C. P. C.), que establece que: a) sise produjera conciliación, el Juez
especificará cuidadosamente el contenido del acuerdo; b) el acta debidamente
firmada por los intervinientes y el Juez y el Juez equivale a una sentencia con
la autoridad de cosa juzgada; y C) los derechos que emanen del acta de
conciliación pueden ser ejecutados, protocolarizados o inscritos con el solo
mérito de la copia certificada del acta.
- A falta de conciliación, el Juez, con la intervención de las partes, fijará los
puntos controvertidos y determinará los que van a ser materia de prueba (art.
555, segundo párrafo, del C. P. C.).
- A continuación, rechazará los medios probatorios que considere
inadmisibles o improcedentes y dispondrá la actuación de los referidos a las
cuestiones probatorias que se susciten, resolviéndolas de inmediato (art. 555,
tercer párrafo, del C. P. C.).
- Actuados los medios probatorios referentes a la cuestión de fondo, el Juez
concederá la palabra a los abogados que así lo soliciten (art. 555, penúltimo
párrafo del C. P. C.).
- Después de haber hecho uso de la palabra los abogados de las partes, el
Juez expedirá sentencia. Excepcionalmente, puede reservar su decisión por
un plazo que no excederá de diez días contados desde la conclusión de la
audiencia (art. 555, penúltimo y último párrafos, del C. P. C.).
- La sentencia es apelable con efecto suspensivo (y el trámite de tal
apelación con efecto suspensivo se sujeta a lo normado en el art. 376 del C.
P. C.), dentro del tercer día de notificada, ocurriendo lo propio con la
resolución que declara fundada una excepción o defensa previa. Las demás
resoluciones son sólo apelables durante la audiencia, sin efecto suspensivo y
con la calidad de diferidas, siendo de aplicación el artículo 369 del Código
Procesal Civil (que trata justamente acerca de la apelación diferida) en lo que
respecta a su trámite (art. 556 del C. P. C.).

Advertimos que en el proceso sumarísimo resultan improcedentes (según el


art. 559 de C. P. C.):

1. La reconvención.
2. Los informes sobre los hechos.
3. El ofrecimiento de medios probatorios en segunda instancia.
4. Las disposiciones contenidas en los artículos 428, 429 y 440 del Código
Procesal Civil. El artículo 428 de dicho Código versa sobre la modificación y
ampliación de la demanda y de la reconvención. En cambio, el artículo 429 del
Código Procesal Civil regula la procedencia del ofrecimiento de medios de prueba
extemporáneos referidos a hechos nuevos y a los mencionados por la otra parte
al contestar la demanda o reconvenir. Por último, el artículo 440 del Código

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Procesal Civil contempla la procedencia del ofrecimiento de medios de prueba
referidos a hechos no invocados en la demanda o en la reconvención.

II. Régimen patrimonial de sociedad de gananciales

2.1. Generalidades

La comunidad de gananciales (o sociedad de gananciales) no versa sobre


una serie de derechos independientes, formándose así tantas situaciones de
cotitularidad como bienes comunes haya, sino sobre bienes que componen todos
ellos un patrimonio autónomo.

La comunidad de ganancias (sociedad de gananciales) no es una comunidad


de patrimonios, sino una comunidad de provechos: los provechos del trabajo y de
los patrimonios de ambos cónyuges se hacen comunes.

En la comunidad de gananciales hay cuatro masas patrimoniales: el


patrimonio común, los bienes aportados por el marido, los bienes aportados por
la mujer y los bienes reservados de ésta.

Debe su nombre su nombre y su carácter distintivo a la existencia de una


masa común, a un patrimonio común entre los cónyuges que reviste él también el
nombre de comunidad. Ello sin perjuicio de la existencia además, de bienes
propios de la mujer y bienes propios del marido. Este régimen de comunidad
admite una subdivisión. La comunidad puede ser universal o puede ser relativa.
En la universal se convierten en comunes todos los bienes presentes y futuros de
los esposo, para dividirse entre ellos – o sus herederos – a la disolución
matrimonial, sin consideración al origen de los bienes. En la relativa se excluyen
los inmuebles aportados al matrimonio, permaneciendo cada cónyuge dueño de
sus bienes sin consideración a si los mismos son muebles o inmuebles, pero son
comunes los que ganen durante la existencia de la comunidad.

Lo concerniente al régimen patrimonial de sociedad de gananciales se


encuentra normado en el Capítulo Segundo (“Sociedad de gananciales”) del
Título III (“Régimen patrimonial) de la Sección Segunda (“Sociedad conyugal”) del
libro III (“Derecho de Familia) del Código Civil, en los arts. 301 al 326.

2.2. Bienes que integran la sociedad de gananciales

En el régimen de sociedad de gananciales se distinguen tres patrimonios


separados: uno, el social, compuesto por los bienes de este nombre, y los dos
restantes, por los respectivos bienes propios de cada uno de los cónyuges.

El primero se forma con todas las adquisiciones obtenidas con la participación


mayor o menor de la acción o esfuerzo individual o conjunto de uno y otro
cónyuge, y con los que sin ser obra de la colaboración personal son tan sólo fruto
del hecho eventual o de la fortuna. Y el propio de cada cónyuge, con los bienes

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que le pertenecen desde antes del matrimonio, y con los que se obtenga a título
gratuito, cuyo titular señaló su destino atribuyéndolos particularmente al marido o
a la mujer.

2.3. Bienes propios: Generalidades

El dispositivo previsto en el art. 302 Código Civil trata sobre los bienes
adquiridos con antelación al casamiento y otros durante éste, en casos y
circunstancias que los hacen incomunicables, constituyendo todos ellos al
patrimonio personal de cada cónyuge.

El Código vigente siguiendo la técnica en esta parte del derogado de 1936, ha


tratado de completar al máximo la enumeración de los bienes propios; incurriendo
en omisiones, inherentes a este tipo de enumeraciones, las que – como veremos
– se salvan con los principios rectores para la calificación de los bienes.

A continuación se explica cada inciso:

1.- Los que aporte al iniciarse el régimen el régimen de sociedad de gananciales.

En esta disposición se recoge el principio de la época de adquisición: son


propios los bienes adquiridos antes del matrimonio por los cónyuges, sean
aquellos tangibles o intangibles, muebles o inmuebles, créditos o rentas, en
general todos los valores patrimoniales transmisibles, de cualquier naturaleza, sin
atender al origen o título de la adquisición. Se puede distinguir entre esos bienes,
los adquiridos con independencia absoluta del casamiento, y los que se obtienen
en vista de su futura celebración como las donaciones matrimoniales y siempre
que el donante expresamente atribuya la propiedad a uno de los cónyuges. De no
ser así, solo será bien propio la alícuota sobre el bien donado a ambos cónyuges.

El término “aporte” es equívoco a la naturaleza del régimen. No obstante la


denominación empleada, el régimen no se identifica con el contrato de sociedad.
En tal sentido, debería utilizarse el vocablo “tenga”, por cuanto el régimen
patrimonial comprende los bienes presentes y futuros de los cónyuges.

2.- Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso,
cuando la causa de adquisición ha precedido a aquélla.

Esta disposición es una derivación del anterior principio: el hecho material


posterior de la adquisición está determinado y precedido por el derecho a ella,
que es anterior al matrimonio y que forma por esto parte del patrimonio propio del
cónyuge.

Se trata de una fórmula amplia que comprende diversos supuestos en los que
el acto jurídico generador de la adquisición sea anterior al matrimonio, tales
como, el de los bienes habidos bajo condición suspensiva, que se cumple
durante el matrimonio; el de los reivindicados por acción iniciada antes o durante
el casamiento; el de los que vuelven a uno de los cónyuges por nulidad o
resolución de un contrato; el de los adquiridos por usucapión, cuando la posesión

19
sea anterior al matrimonio, o el de otras adquisiciones realizadas en análogos
supuestos.

Debe precisarse que, no habiendo sido acogida – en nuestro Código Civil-


como regla general la teoría del reembolso, si para la adquisición se emplearon
fondos sociales, total o parcialmente, no prevalece la causa anterior al
matrimonio para determinar así el carácter propio del bien. En estos casos, y
conforme a un elemental principio de derecho, el origen de los fondos utilizados
para la adquisición establecerá si el bien es propio, social o dual.

3.- Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.

En esta disposición se recoge el principio del carácter oneroso o gratuito de


las adquisiciones durante el matrimonio. Siendo el régimen de sociedad de
gananciales una comunidad limitada a las adquisiciones a título oneroso, se
comprende porqué no se incluyen los bienes que se recibe por herencia, legado,
donación o cualquier otra liberalidad.

El bien será propio si es transmitido a título gratuito a uno de los cónyuges. Si


se beneficia a ambos consortes, surge un condominio y cada uno de ellos
incorporará en su patrimonio personal la alícuota correspondiente.

Debe observarse que, respecto de las donaciones remuneratorias, el bien


donado tendrá carácter social. En efecto, la donación es siempre un acto gratuito;
la denominación empleada de “donación remuneratoria” no puede explicarse sino
como un vicio de lenguaje.

Las donaciones remuneratorias son aquellas que se hacen en pago de


servicios prestados al donante por el donatario, estimables en dinero, y por los
cuales éste podía pedir judicialmente el pago al donante. En estos casos, el acto
es oneroso y se gobierna por la reglas del pago. En consecuencia, es una
adquisición a título oneroso, en la medida en que exceda el valor del bien
donado.

4.- La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales


o de enfermedades, deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.

La indemnización por accidentes o la que se paga en cumplimiento de un


contrato de seguro que cubre los riesgos personales indicados tiene carácter
personalísimo porque el resarcimiento equivale a la alteración, disminución o
pérdida de la actividad del cónyuge; indemnización que por eso es incomunicable
al patrimonio social, que se forma con los productos de aquella actividad personal
y no con ésta, que es exclusivamente de su autor.

En este caso, se establece expresamente la deducción de las primas


pagadas con bienes de la sociedad. Es la aplicación de la teoría del reembolso,
que pretende conservar el equilibrio de los patrimonios: si el beneficiario para
obtener la indemnización que resulta por el hecho del seguro, aprovecha de una
inversión de fondos que son sociales, es natural que se halle obligado a su

20
reembolso, en la misma medida que se afecta para ese objeto el patrimonio
social.

En esta disposición se omitió referirse a la indemnización por daños inferidos


a bienes propios de cada cónyuge, así como la que perciba en cumplimento de
un seguro real. Igualmente la indemnización es un bien propio porque viene a
reemplazar o a sustituir el bien en el patrimonio personal del cónyuge, quien ha
sufrido la destrucción o deterioro del mismo. La regla de la subrogación real viene
a completar el vacío; la indemnización no puede ser calificada como social, por
no estar comprendida en la relación de bienes propios.

5.- Los derechos de autor e inventor.

Se trata en este dispositivo de dos derechos – de autor y de de inventor- que


están íntimamente vinculados y son indesligables de la persona del creador o
inventor; en ello, radica el carácter propio del bien.

No obstante, se omite referirse a otros derechos inherentes a la persona


como son los demás derechos intelectuales: nombre y lema comercial, marca de
fábrica o de servicio, diseño y modelo industrial, etc. y, también la calidad de
socio de una asociación (¿sólo de una asociación o de una asociación o de una
persona jurídica en general?), por ejemplo.

Por ello, la regla debería considerar como bienes propios a todos los
derechos patrimoniales inherentes a la persona, y no solamente a los derechos
intelectuales.

Sin embargo y mientras no se realice la respectiva reforma legislativa, los


demás derechos personalísimos – no mencionados expresamente en este
dispositivo – deben ser considerados siempre como bien propios por tener tal
condición. El precepto de ser un bien social por no estar incluido en la relación de
bienes propios resulta ser contrario a su naturaleza.

6.- Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo,


salvo que sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien
propio.

Se trata en este dispositivo de los instrumentos necesarios para el ejercicio


de la profesión u oficio, que por servir de modo directo al cónyuge – sin los cuales
quedaría impedido de trabajar – son calificados como bienes propios.

No obstante que para esta calificación se prescinde del origen de los fondos
empleados para su adquisición, la regla de la subrogación real – que tiene que
conservar íntegro un patrimonio a través de los sucesivos actos de disposición
realizados sobre el mismo – determina o que el bien adquirido a título oneroso
durante el matrimonio tenga la calidad de los fondos empleados para su
adquisición o que surja un crédito a favor del patrimonio del que se emplearon los
fondos para la adquisición, el cual será reembolsado por el cónyuge a quien se

21
atribuye la titularidad del bien. Esta omisión constituye un grave defecto del
inciso, pues existen bienes de enorme valor pecuniario, tales como las
instalaciones de Rayos X, las computadoras, el material quirúrgico, los libros de
una biblioteca, los instrumentos mecánicos, etc.

Al respecto y por contemplarse en forma excepcional en nuestra legislación,


la teoría del reembolso y como regla general el principio de la subrogación real,
se concluye que los bienes mencionados en el presente inciso tendrán la calidad
de propios si son adquiridos íntegramente con fondos propios.

Sin embargo, y como quedó dicho debe producirse la incorporación de la


teoría del reembolso como regla general a fin de que, cuando se califique un bien
como propio o social con independencia de la procedencia de los fondos con la
adquisición se realice, habrá de reembolsarse el valor satisfecho a costa,
respectivamente, del patrimonio social o del propio, mediante el reíntegro de su
importe actualizado al tiempo de la liquidación. Esta regla, que será aplicable a
las adquisiciones de bienes de bienes, tiende a dejar indemne al patrimonio que
anticipó dinero para adquisiciones a favor de otra masa patrimonial; se
establecería con carácter recíproco, bien resulte un reembolso a favor de la
sociedad de gananciales o de un cónyuge.

Mientras no se produzca esta reforma legislativa, estos bienes serán propios,


pues así lo define el inciso 6, sin distinguir la fuente de su adquisición.

De otra parte, se dispone que también son bienes propios los instrumentos
que sean accesorios de una empresa que tiene tal calidad. Ello es así porque el
principio de que las partes accesorias de un bien siguen la condición de éste.
Conviene precisar que una empresa tiene la calidad de bien propio cuando ha
sido constituida o fundada con fondos propios. Aquí se comprenden las figuras de
la empresa unipersonal y de la empresa individual de responsabilidad limitada.

7.- Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan


gratuitamente entre los socios por revaluación del patrimonio social, cuando esas
acciones o participaciones sean bien propio.

Aunque la fórmula textual elegida en este dispositivo no es del todo precisa,


se trata de un caso de aplicación particular del principio de la procedencia del
derecho origen de nuevas adquisiciones. Así, se califica como bienes propios las
nuevas acciones y participaciones que se distribuyen por un aumento de capital a
consecuencia de la revaluación de activos fijos en una sociedad donde un
cónyuge tiene acciones o participaciones de carácter propio.

Sin embargo y por la fórmula textual empleada, también pareciera ser un


supuesto derivado del principio del carácter gratuito de la adquisición del bien
durante el matrimonio por cuanto, en los casos de aumento de capital por
revaluación de activos fijos, los socios no realizan aporte alguno. Las diferentes
interpretaciones aludidas cobran importancia respecto de los supuestos más
usuales en que se aumenta el capital de una sociedad donde un cónyuge tiene

22
acciones o participaciones de carácter propio: nuevos aportes y capitalización de
utilidades.

Así, si se atiende el principio de la procedencia del derecho origen de nuevas


adquisiciones, en todos los casos, las nuevas acciones o participaciones que se
atribuyan tendrán el carácter de propios si el cónyuge tiene en esa sociedad
acciones o participaciones inicialmente propias. En tal sentido y en el caso de
producirse nuevos aportes, el cónyuge deberá rembolsar el valor satisfecho a
costa del patrimonio social si para ello empleó fondos sociales.

Respecto de la capitalización de utilidades, como no hay dividendos por


haber resuelto la sociedad la no distribución de la ganancia, el cónyuge
reembolsará a la sociedad el valor de los beneficios que se capitalizaron para
reservar el derecho del otro consorte.

En cambio, si consideramos el principio del carácter oneroso o gratuito de la


adquisición durante el matrimonio, las acciones que se reciban serán propias, si
los nuevos aportes se realizaron con fondos propios, o serán sociales, si se
efectuaron con caudal social. Respecto de la capitalización de utilidades, las
acciones que se perciban serán sociales por referirse a frutos civiles, que tienen
la calidad de bienes sociales.

Parece ser estas últimas apreciaciones las que prevalecen en nuestro Código
Civil, toda vez que ni la teoría del reembolso ni el principio de la procedencia del
derecho origen de nuevas adquisiciones están contempladas como reglas
generales. No obstante, las primeras soluciones se ajustan más a la idea de
preservar el equilibrio patrimonial existente al momento de celebrarse el
matrimonio.

8.- La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la


contraprestación constituye bien propio.

La primera parte de este dispositivo constituye un supuesto de aplicación del


principio del carácter gratuito de la adquisición durante el matrimonio: la renta
vitalicia otorgada gratuitamente por un tercero a favor de uno de los cónyuges. La
gratuidad reside en la falta de contraprestación a cargo del cónyuge beneficiado.

La segunda parte de esta norma es un caso de aplicación de la subrogación


real: la suma de dinero o el bien fungible que recibe el cónyuge beneficiado viene
a sustituir en su patrimonio personal a los bienes empleados para cumplir con la
contraprestación de su parte.

9.- Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas,
condecoraciones, correspondencia y recuerdos de familia.

Este dispositivo se refiere a bienes propios que sirven a la persona para


satisfacer sus necesidades de vestido y a objetos vinculados a sus méritos y
afectos; razones por las cuales se les clasifica como bienes propios.

23
Respecto de los primeros, es claro que las necesidades de vestido son
atendidas con bienes que no tienen un valor extraordinario. En estos casos y
como están destinados a levantar una carga familiar, resulta evidente no exigir
reembolso alguno por estar destinados los bienes propios y sociales al
sostenimiento de los cónyuges; dependiendo, también, del entorno económico y
social en el que vivan.

Esto es más resaltante con relación a los segundos, que ordinariamente


carecen de valor pecuniario y no requieren la utilización de fondo alguno para su
adquisición.

Nos preocupa el hecho de que existan vestidos y objetos de gran valor


económico, como por ejemplo abrigos de pieles, alhajas y análogos. Será
conveniente establecer legalmente la excepción. Nosotros creemos que deben
ser bienes sociales, salvo que se demuestre que son propios por su origen o
subrogación.

2.4. Administración de bienes propios

La gestión de los bienes propios responde a la regla general de que cada


cónyuge conserva la libre administración de éstos y puede disponer de ellos o
gravarlos. Sin embargo, el ejercicio de estas facultades por el cónyuge propietario
debe realizarse en armonía con el interés familiar. Este se constituye en la
medida de afectar patrimonialmente a la familia y es el argumento para restringir
o suprimir algún acto de gestión de los bienes propios, que la perjudica o para
verificar la realización de un gasto fuerte e imprevisto.

2.5. Consentimiento exigible para renunciar a herencia, legado o


donación

A tenor del artículo 304 del Código Civil, ninguno de los cónyuges puede
renunciar a una herencia o legado o dejar de aceptar una donación sin el
consentimiento del otro.

No obstante la regla general señalada en el párrafo anterior, se limita el


derecho de uno y otro a renunciar una herencia o legado o a no aceptar una
donación por cuanto, ello puede afectar desfavorablemente la formación e
incremento del patrimonio social – si se considera que son bienes sociales los
frutos y productos de los bienes propios, cuya conservación y mayor valía
interesa a los cónyuges.

En cambio, no se exige la intervención del cónyuge en el caso de aceptación,


por cuanto tal manifestación de voluntad es acorde al propósito de la norma.

2.6. Traslado de la administración.

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El artículo 305 del Código Civil trata la administración transferida por
resolución judicial, que tiene por objeto permitir que un cónyuge asuma
excepcionalmente la administración de los bienes propios del otro para destinar
sus rendimientos al sostenimiento de la familia.

Ello ocurre cuando uno de los cónyuges aprovecha exclusivamente para sí


los frutos y productos de sus bienes propios, los cuales están destinados a
satisfacer las cargas de la familia en vista de que son bienes sociales. A fin de
restablecer el equilibrio económico, se faculta al otro cónyuge para que acuda al
órgano jurisdiccional con el propósito de que cumpla la contribución que deben al
patrimonio social. Todo ello, sin afectar la titularidad del cónyuge sobre su
patrimonio personal.

En tal eventualidad, el cónyuge administrador de los bienes propios del otro


está obligado a constituir una garantía para cautelar de la mejor manera la
conservación o restitución de los bienes en especie o valor. Tal garantía puede
ser una hipoteca, una prenda o una fianza, por el valor de los bienes que reciba.
Esto último puede determinar que en algunos casos sea innecesario exigir la
garantía dada la naturaleza del bien, como ocurre si se trata de inmuebles o
depósitos de dinero a largo plazo; situaciones en las que sólo corresponde el
cobro y aplicación de los rendimientos para levantar las cargas sociales. En todo
caso, debe observarse que la garantís debe ser la más indispensable; de lo
contrario puede constituir una carga excesivamente onerosa que gravitará en
perjuicio de los intereses comunes de los cónyuges.

2.7. Administración de bienes propios por el otro cónyuge

Se trata de la administración transferida por simple permisión del cónyuge.


Como se observa en el artículo 306 del Código Civil, no es necesario el
otorgamiento de un poder general para que ello se produzca, ni una declaración
de voluntad expresa en ese sentido.

Esta administración se circunscribe a observar y obtener el normal y útil


rendimiento de los bienes, sin que sea necesario constituir ninguna clase de
garantía para su ejercicio; quedando obligado a devolverlos en cualquier
momento a requerimiento del cónyuge propietario.

Bajo el imperio del Código civil de 1936 se sostenía que el cónyuge


administrador – que era el marido sobre los bienes de su mujer – no tenía
obligación de rendir cuenta de su gestión por las amplias facultades legales que
se le reconocían en un sistema regido por el principio de la jefatura marital o
unidad de dirección del marido.

Sin embargo, ese parecer es insostenible en la actualidad; donde, por el


principio de la igualdad jurídica de los cónyuges, marido y mujer se encuentran
en un mismo plano en la gestión de los bienes del matrimonio. A partir de ello,
está implícito el deber recíproco de los cónyuges de informarse periódicamente
sobre la situación y rendimiento de sus actividades, características de un régimen
de gestión compartida; más aún, si se considera que son bienes sociales los

25
frutos y productos de los bienes propios y que éstos están destinados a levantar,
subsidiariamente, las cargas sociales. En tal sentido, ahora, el cónyuge
administrador está obligado a rendir cuenta de su actuación en la misma
oportunidad en que se le exige la devolución de los bienes.

2.8. Deudas contraídas antes del régimen de sociedad de gananciales

Son propias de cada cónyuge no sólo las deudas contraídas antes del
matrimonio, sino también aquellas contraídas por él, durante el matrimonio, en
beneficio propio y las que derivan de actos ilícitos que cometió. De estas deudas
personales responde el patrimonio propio de cada cónyuge.

El presente dispositivo se refiere al primer grupo de deudas personales: las


contraídas antes del matrimonio, gravitando la responsabilidad sobre el
patrimonio personal del cónyuge deudor.

Sin embargo, la responsabilidad por estas obligaciones puede alcanzar


subsidiariamente al patrimonio social si se contrajeron en beneficio del futuro
hogar. Ello ocurre cuando, antes de contraer matrimonio, se adquieren créditos
para comprar los bienes de uso doméstico o menaje ordinario del hogar.

2.9. Deudas personales contraídas durante el matrimonio

Se refiere al segundo grupo de deudas personales: las contraídas por un


cónyuge, durante el matrimonio, en beneficio propio. Igualmente, la
responsabilidad recaerá sobre el patrimonio personal del cónyuge deudor.

No obstante, la responsabilidad por estas obligaciones puede alcanzar,


eventualmente, al patrimonio propio del otro cónyuge sise contrajeron en
provecho de la familia. Ello ocurre cuando, durante el matrimonio, se adquieren
créditos para comprar bienes de uso doméstico; y, también, cuando se realiza lo
mismo para adquirir bienes no comprendidos en el menaje ordinario del hogar y
que son destinados para atender necesidades mediatas de la familia. Esto último
no debe ser confundido con las obligaciones contraídas en el ejercicio del poder
doméstico por el cual las adquisiciones son destinadas a la satisfacción de las
necesidades inmediatas de la familia o cargas sociales, que son, por tanto,
obligaciones de la sociedad.

2.10. Responsabilidad extra contractual de un cónyuge

El artículo 309 fue modificado por la Primera Disposición Modificatoria del


Código Procesal civil. El texto original señalaba que “la responsabilidad civil por
acto ilícito de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la parte
de los de la sociedad que le correspondería en caso de liquidación”.

26
Se trata aquí de las obligaciones resultantes de daños causados por un
cónyuge, que por su carácter personalísimo, solo puede pesar individualmente
sobre el autor del hecho dañoso. Si ambos cónyuges coparticiparon en la
comisión del daño, la responsabilidad obviamente será común.

En este caso, el acreedor verá cobrada su acreencia con los bienes propios
del cónyuge infractor; pero, si estos fueren suficientes, sólo podrá embargar los
bienes sociales por el 50% de su valor sin que sea posible rematarlos, hasta que
fenezca la sociedad de gananciales. Ello es así, por cuanto durante la vigencia de
este régimen no es posible no es posible determinar concretamente la
participación de los cónyuges en el patrimonio social, sin una previa liquidación,
la que produce por alguna causal de disolución del régimen patrimonial prevista
en la ley.

2.11. Bienes sociales: Generalidades

Son bienes sociales:

a) Todos los bienes no comprendidos en el artículo 302 del Código Civil.


b) Los bienes que cualquiera de los cónyuges adquiera por su trabajo,
industria o profesión.
c) Los frutos y productos de todos los bienes propios y de la sociedad de
gananciales.
d) Las rentas de los derechos de autor e inventor.
e) Los edificios construidos a costa del caudal social en suelo propio de uno
de los cónyuges, abonándose a éste el valor del sueldo al momento del
reembolso.

El Código Civil vigente abandonó la técnica del derogado en lo que se refiere


a enumerar prolijamente los bienes sociales y optó por una solución más simple y
comprensiva, evitando incurrir en omisiones. No obstante, la fórmula de que son
sociales todos los bienes no comprendidos en la enumeración del artículo 302, ya
analizado, no torna en inaplicables los principios rectores explicados con
anterioridad. Estos completarán cualquier imprevisión en la enunciación
legislativa del artículo 302 que por descarte, podría atribuir una errónea
calificación del bien como social, como se vio al analizar el citado dispositivo.

Adicionalmente, se comprenden los bienes que cualquiera de los cónyuges


adquiere por su trabajo, industria o profesión, así como los frutos y productos de
todos los bienes propios y sociales.

Igualmente y como excepción inversa del principio que rige ordinariamente la


accesión, se dispone que tiene la calidad de bien social los edificios construidos a
costa del caudal social en suelo propio de uno de los cónyuges. Ello responde al
mayor valor que tiene la edificación respecto del terreno donde ella se levanta y
al afán de promover las construcciones sin perder las expectativas de la
inversión. En estos casos, se reembolsará el valor del suelo al momento de la
liquidación de la sociedad de gananciales.

27
2.12. Reglas para la clasificación de bienes

Para la clasificación de los bienes, rigen las siguientes reglas:


1.- Todos bienes se presumen sociales, salvo prueba en contrario.
2.- Los bienes sustituidos o subrogados a otros se reputan de la misma
condición de los que sustituyen o subrogaron.
3.- Si vendidos algunos bienes, cuyo precio no consta haberse invertido, se
compran después otros equivalentes, se presume, mientras no se pruebe lo
contrario (presunción juris tantum o relativa), que la adquisición posterior es
hecha con el producto de la enajenación anterior.

2.13. Prohibición de los cónyuges de contratar entre si

En Virtud del articulo 312 del Código Civil, los cónyuges no pueden celebrar
contratos entre si respecto de los bienes de la sociedad.

2.14. Administración del patrimonio social

Corresponde a ambos cónyuges la administración del patrimonio social, sin


embargo, cualquiera de ellos puede facultar al otro para que asuma
exclusivamente dicha administración respecto de todos o de algunos de los
bienes. En este caso, el cónyuge administrador indemnizará al otro por los daños
y perjuicios que sufra a consecuencia de actos dolosos o culposos.

La administración de los bienes de la sociedad de gananciales y de los


propios de uno de los cónyuges corresponde al otro cónyuge en los casos del Art.
294, incisos 1 y 2 del código civil (art. 314 del Código Civil). Según los referidos
incisos, uno de los cónyuges asume la dirección y representación de la sociedad
conyugal: 1 si el otro esta impedido por interdicción y otra causa, y 2 su se ignora
el paradero del otro o esta se encuentra en lugar remoto.

Puntualizamos que si uno de los cónyuges ha abandonado el hogar,


corresponde al otro la administración de los bienes sociales. Art. 314, parte final
Código Civil.

2.15. Disposición de bienes sociales

Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención


del marido y de la mujer. Empero, cualquiera de ellos pueden ejercitar tal
facultad, si tiene poder especial del otro Art. 315, primer párrafo del Código Civil.

28
Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los actos de adquisición de
bienes muebles, los cuales pueden ser efectuados por cualquiera de los
cónyuges. Tampoco rige en los casos considerados en las leyes especiales Art.
315, parte final, del Código Civil.

2.16. Cargas de sociedad de gananciales

1.- El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.

2.- Los alimentos que uno de los cónyuges este obligado por ley a dar a otras
personas.

3.- El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos


cónyuges.

4.- Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o


mantenimiento hechas en lo predios propios, así como las retribuciones y
tributos que los afecten.

5.- Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en los
bienes propios de uno de los cónyuges con consentimiento de este.

6.- Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los
tributos y retribuciones que los afecten.

7.- Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen


afectos tanto los bienes propios como los sociales, cualquiera que sea la época a
que correspondan.

8.- Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes
propios de cada cónyuge.

9.- Los gastos que cause le administración de la sociedad.

2.17. Responsabilidades por deudas de la sociedad conyugal

Los bienes sociales y, a falta o por insuficiencia de éstos, los bienes propios
de ambos cónyuges, responden a prorrata de las deudas que son de cargo de la
sociedad de gananciales.

2.18. Fenecimiento de la sociedad de gananciales

Según el Art. 318 del Código Civil, fenece el régimen de la sociedad de


gananciales:

29
1.- Por invalidación del matrimonio.

2.- Por separación de cuerpos.

3.- Por divorcio.

4.- Por declaración de ausencia.

5.- Por muerte de uno de los cónyuges.

6.- Por cambio de régimen patrimonial.

De acuerdo a lo normado en el artículo 319, primer párrafo, del Código Civil,


para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la
sociedad de gananciales produce (Según la causa de fenecimiento de que
se trate):

• En la fecha de la muerte.

• En la fecha de la declaración de muerte presunta.

• En la fecha de la declaración de ausencia.

• En la fecha de invalidez del matrimonio.

• En la fecha de notificación con la demanda de divorcio.

• En la fecha de notificación con la demanda de separación


judicial de bienes.

• En la fecha de escritura pública, cuando la separación de


bienes se establece de común acuerdo.

30
• Desde el momento en que se produce la separación de
hecho, en los casos previstos en los incisos 5 y 12 del articulo
333 del Código Civil, conforme a los cuales son causas de
separación de cuerpo, respectivamente, el abandono
injustificado de la casa conyugal por más de dos años
continuos o cuando la duración sumada de los periodos de
abandono exceda a este plazo, y la separación de hecho de
los cónyuges durante un período ininterrumpido de dos
años, si los cónyuges no tienen hijos menores de edad, o de
cuatro años, si los tuviese.

Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera


fenecido en la fecha de la inscripción correspondiente en el registro personal
(Registro de personas naturales en la actualidad). Así lo dispone el Art. 319 del
Código Civil, en su última parte.

2.19. Inventario de bienes en caso de fenecimiento de la sociedad de


gananciales.

Fenecida la sociedad de gananciales, se procede de inmediato a la formación


de inventario valorizado de todos los bienes. El inventario puede formularse en
documento privado con firmas legalizadas, si ambos cónyuges o sus herederos
están de acuerdo. En caso contrario el inventario se hace judicialmente. Sobre el
particular, debe tenerse presente en el Art. 749, inciso 1 Código Procesal Civil, el
inventario se sustancia como proceso no contencioso, siendo, pues, su trámite
general el siguiente:

• Presentada su solicitud no contenciosa, el juez, al calificar la


demanda puede declarar su inadmisibilidad o improcedencia
Art. 551 primer párrafo y 752 del C.P.C.

31
• Si el Juez declara inadmisible la solicitud, concederá al
solicitante 3 días para que subsane la omisión o defecto,
bajo apercibimiento de archivar el expediente, Esta resolución
es ininpugnable.

• Si el Juez declara improcedente la solicitud, ordenará la


devolución de los anexos presentados.

• En caso de declarar inadmisible la solicitud, fijará fecha el


juez para audiencia de actuación y declaración judicial, la que
debe realizarse dentro de los 15 días siguientes, salvo lo
dispuesto en el articulo 758 del Código Procesal Civil,
referido a los plazos especiales de emplazamiento.

• El emplazado con la solicitud puede formular contradicción


dentro de 5 días de notificado con la resolución admisoria,
anexando los medios probatorios, los que se actuaran en la
audiencia de actuación y declaración judicial, Art. 753 C.P.C.,
Este Art. Conforme lo ordena el Art. 760 del C.P.C., se
regula, supletoriamente por lo dispuesto en el citado cuerpo
de leyes para las audiencias conciliatorias Art. 468 al 472 del
C.P.C y Art. 323 al 329 del C.P.C de prueba Art. 202 al 211
del C.P.C.

• De haber contradicción, el juez ordenará la actuación de los


medios probatorios que lo sustentan. Luego, si se solicita,
concederá al oponente o a su apoderado cinco minutos para
que la sustenten oralmente, procediendo a continuación a
resolverla. Excepcionalmente, puede reservar su decisión por
un plazo que no excederá de tres días contados desde la
conclusión de la audiencia.

32
• Si no hubiera contradicción, el juez ordenará actuar los
medios probatorios anexados a la solicitud.

• Concluido el trámite, ordenará la entrega de copia certificada


de lo actuado al interesado, manteniéndose el original en el
archivo del juzgado, o expedirá la resolución que
corresponda, si es el caso siendo ésta inimputable.

• Las resoluciones finales que requieran inscribirse, se


ejecutarán mediante oficio o partes firmados por el juez,
según corresponde Art. 762 C.P.C.

• La resolución que resuelve la contradicción es apelable sólo


durante la audiencia. La que declara fundada es apelable con
efecto suspensivo, y la que declara infundada, lo es sin efecto
suspensivo y con calidad de diferida (siendo aquí aplicable el
trámite señalado. En el Art. 369 del C.P.C) que norma lo
concerniente a la apelación diferida Art. 757 del C.P.C Si la
contradicción hubiera sido resuelta fuera de la audiencia, es
apelable dentro del 23r día de notificada Art. 755, parte final,
del C.P.C.

• La resolución que pone final al proceso es apelable con


efecto suspensivo Art. 755, parte final. Del C.P.C.

• Declarada fundada la contradicción el proceso quedará


suspendido. En lo demás, será de aplicación lo dispuesto en
el Art. 376 del Código Procesal Civil (que trata acerca del
plazo y trámite de la apelación de autos con efecto
suspensivo). Este último también se aplica a la apelación de
la resolución final.

33
Puntualizamos que en el proceso no contencioso conforme al Art. 761 del
C.P.C son improcedentes:

• La reacusación del Juez y del secretario del Juzgado.

• Las excepciones y defensas previas.

• Las cuestiones probatorias – tacha de testigos,


documentos y medios probatorios atípicos, u oposición a
la actuación de una declaración de parte, a una
exhibición, a una pericia, una inspección judicial y a un
medio probatorio atípicos cuyos medios de prueba no
sean susceptibles de actuación inmediata.

• La reconvención.

• El ofrecimiento de medios probatorios en segunda


instancia.

• Las disposiciones contenidas en los artículos 428 y 429


del Código Procesal Civil, el Art., 428 de dicho código
contempla la modificación y ampliación de la demanda y
de la reconvención, el Art. 429 del C.P.C regula la
procedencia del ofrecimientos de los medios probatorios
extemporáneos referidos a hechos nuevos y
mencionados por la otra parte al contestar la demanda o
reconvenir.

Advertimos que en los art. 763 al 768 del C.P.C se hacen ciertas precisiones
sobre el proceso no contencioso de inventario, razón por la cual procedemos a
reproducir a continuación los numerales aludidos.

34
• Art. 763.- Procedencia.- Cuando lo prescriba la ley o
se sustente su necesidad, cualquier interesado puede
solicitar facción de inventario con el fin de
individualizar y establecer la existencia de los bienes
que pretende asegurar.

• Art. 764 Audiencia de Inventario.- La audiencia de


inventario se realiza en el lugar, día y hora señalados,
con la intervención de los interesados que concurran.
En el acta se describirán ordenadamente los bienes
que se encuentran en el lugar, su estado, las
características que permitan individualizarlos, sin
calificar la propiedad ni su situación jurídica, dejándose
constancia de las observaciones e impugnaciones que
formulen.

• Art. 765 Inclusión de bienes. Cualquier interesado


puede pedir la inclusión de bienes no señalados en la
solicitud de inventario inicial acreditando el título
respectivo. El plazo para pedir la inclusión vence el día
de la audiencia y se resolverá en esta.

• Art. 766 Exclusión de bienes. Cualquier interesado


puede solicitar la exclusión de bienes que se pretenda
asegurar, acreditando el título con que lo pide. Se
puede solicitar la exclusión dentro del plazo previsto
en el Art. 768 del C.P.C La que se resolverá en una
nueva audiencia fijada exclusivamente para tal
efecto.

Vencido el plazo para solicitar la exclusión o denegada a ésta, puede ser


demandada en proceso de conocimiento o abreviado, según la cuantía.

35
• Art. 767 Valorización.- Puede ordenarse que los
bienes inventariados sean valorizados por peritos,
siempre que se solicite antes de concluida la
audiencia.
Pedida la valorización, el juez nombrará peritos y fijará fecha para la audiencia
respectiva.

• Art. 768 Protocolización y efectos.- Terminado el


inventario y la valorización, en su caso, se pondrá de
manifiesto lo actuado por diez días en el local del
juzgado. Si no se pide exclusión o resuelta ésta, el
juez aprobará el inventario y mandará que se
protocolice notarialmente.

El inventario no es título para solicitar la posesión de los bienes.

Es de destacar que no se incluye en el inventario valorizado de los bienes de


la sociedad de gananciales el menaje ordinario del hogar en los casos del Art.
318, incisos 4,5 del C.C. vale decir, en caso de declaración de ausencia y muerte
de uno de los cónyuges, respectivamente, en que corresponde al cónyuge del
ausente o al sobreviviente. No podemos dejar de mencionar que el menaje
ordinario del hogar no comprende. Según Art. 321 del C.C.

1. Los vestidos y objetos de uso personal.


2. El dinero.
3. Los títulos valores y otros documentos de carácter patrimonial.
4. Las joyas.
5. Las medallas, condecoraciones, diplomas y otras distinciones.
6. Armas.
7. Los Instrumentos de uso profesional u ocupacional.
8. las colecciones científicas o artísticas.
9. Los bienes culturales – históricos.
10. Los libros, archivos y sus contenedores.
11. Los vehículos motorizados.

36
12. En general, los objetos que no son se uso doméstico.
2.20. Pago de obligaciones sociales y distribución de los gananciales

Realizado el inventario, se pagan las obligaciones sociales y las cargas y


después se reintegran a cada cónyuge los bienes propios que quedaren.

Son gananciales los bienes remanentes después de efectuados los actos


indicados en el Art. 322 del C.C. Art. 323 primer párrafo del C.C. que fuera citado
precedentemente. Los gananciales se dividen por mitad entre ambos cónyuges o
sus respectivos herederos.

Cuando la sociedad de gananciales ha fenecido por muerte o por declaración


de ausencia de uno de los cónyuges, el otro tiene preferencia par ala
adjudicación de la casa en que habita la familia y de establecimiento agrícolas,
artesanal industrial, o comercial de carácter familiar, con la obligación de
reintegrar el exceso de valor, si lo hubiera. Puntualizamos que en caso de
separación de hecho, el cónyuge culpable pierde el derecho a gananciales
proporcionalmente a la duración de la separación.

2.21. Liquidación simultánea de varias sociedades de gananciales

Siempre que haya de ejecutarse simultáneamente la liquidación de


gananciales de dos o más matrimonios contritos sucesivamente por una misma
persona, se admitirá, en defecto de inventarios previos a cada matrimonio, toda
clase de pruebas para determinar los bienes de cada sociedad, y en caso de
duda, se dividirá los gananciales entre las diferentes sociedades, teniendo en
cuenta el tiempo de su duración y las pruebas que se haya podido actuar acerca
de los bienes propios de los respectivos cónyuges.

2.22. Régimen de sociedad de gananciales en caso de unión de hecho a


concubinato.

Lo relativo al régimen de sociedad de gananciales en caso de unión de hecho


o concubinato se halla contemplado en el Art. 326 del Código Civil conforme a lo
cuál:

A).- La unión de hecho, voluntario realiza y mantenida por un varón y una


mujer, libres de impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y

37
cumplir deberes semejantes a los del matrimonio origina una sociedad de
bienes que se sujeta al régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le
fuere aplicable, siempre que dicha unión haya durado por lo menos dos
años continuos.

B).- La posesión constante de estado a partir de fecha aproxima puede


probarse con cualquiera de los medios admitidos por la ley procesal
siempre que exista un principio de prueba escrita.

C).- La unión de hecho termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o


decisión unilateral. En este último caso, el juez puede conceder a elección
del abandono, una cantidad de dinero por concepto de indemnización o
una pensión de alimentos, además de los derechos que le corresponde de
conformidad con el régimen de sociedad de gananciales.

D).- Tratándose de la unión de hecho que no reúna las condiciones señaladas


en este Art. 326 del C.C. el interesado tiene expedita, en su caso, la acción
de enriquecimiento indebido. Sobre el particular, el C.C. prescribe: A que
aquel que se enriquece indebidamente a expensas de otro está obligado a
indemnizarlo B que la acción de enriquecimientos sin causa o de
enriquecimiento indebido. No es procedente cuando la persona que ha
sufrido el perjuicio puede recitar otra acción para obtener la respectiva
indemnización.

38
III. Régimen patrimonial de separación de patrimonios

3.1. Generalidades

Si los cónyuges no están de cuerdo en adoptar un régimen de sociedad


conyugal, pueden excluirlo por completo, es decir que cada cual e propietario
exclusivo de los bienes que tenga en el momento del matrimonio, lo mismo que
de los adquiridos a cualquier titulo durante él y de los frutos de todos los bienes.
En este caso no existe una masa común que tenga por finalidad esencial su
reparto al disolverse el matrimonio, pues es precisamente la negación de todo
régimen de separación de bienes, para indicar que no existe sociedad conyugal.
Cuando se pacta este régimen, el matrimonio une únicamente las personas de
los cónyuges y no sus bienes, pero también puede resultar de la ley. VALENCIA
ZEA, 1970 Tomo V: 173-174.

En régimen de separación e patrimonios, cada uno de los cónyuges


mantiene el dominio de sus bienes propios durante el matrimonio y tiene la
administración con el uso y goce de los frutos naturales o civiles de los mismos,
con la obligación de contribuir al mantenimiento de la familia con estos últimos y
hasta con el capital, si fuere necesario.

Ripert y Boulanger dicen del régimen patrimonial de separación de bienes de


patrimonios que la reparación de bienes es un régimen en el cual cada uno de los
esposos conserva la administración, el disfrute y la disposición de sus bienes.
Excluye toda comunidad. Corresponde reglamentar únicamente la contribución
de los esposos en las cargas del hogar., tales autores agregan que, como su
nombre lo indica, el régimen de separación de bienes deja a cada uno de los
esposos la administración y la disposición de su patrimonio personal. Todos los
bienes tiene el carácter de propios, todas las deudas son personales. El
`régimen consiste únicamente en una contribución común en las cagas del
hogar. No obstante puede ser modificado por una sociedad de gananciales.

3.2. Responsabilidad por las deudas personales

El régimen de separación de patrimonios, cada cónyuge responde de sus


deudas con sus propios bienes. Ello se colige del texto del Art. 328 del Código
Civil.

3.3. Sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el régimen de


separación de patrimonios

39
De acuerdo a lo normado en el Art. 329. Primer párrafo, del código civil,
además de los casos a que se refiere los Art. 295 y 296 de dicho cuerpo de leyes,
el régimen de separación de patrimonio es establecido por el juez, a pedido del
cónyuge agraviado, cuando el otro abusa de las facultades que le corresponde o
actúa con dolo o culpa. El Art. 295 del C.C. señala: A que antes de la celebración
del matrimonio, los futuros cónyuges pueden optar libremente por el régimen de
sociedad de gananciales o por el de separación de patrimonios, deben otorgar
escritura publica, bajo sanción de nulidad, C que para que surta efecto el
régimen de separación de patrimonios, la escritura publica debe inscribirse en el
registro personal (registro de personas Naturales en la actualidad) D que a falta
de la escritura publica se presume que los interesados han optado por el
régimen de sociedad de gananciales. Por su parte el Art. 296 del C.C. rescribe: A
que durante el matrimonio los cónyuges pueden sustituir un régimen patrimonial
por otro, B que para la validez el convenio son necesarios el otorgamiento de
escritura pública y la inscripción en el registro personal. (Registro de personas
Naturales en la actualidad), y C que el nuevo régimen patrimonial tiene vigencia
desde la fecha de su inscripción.

Interpuesta la demanda de sustitución del régimen de sociedad de


gananciales por el régimen de separación de patrimonios, puede el juez dictar, a
pedido del demandante o de oficio, las providencias concernientes a la seguridad
de los interese de aquel. Dichas medidas, así como la sentencia, deben ser
inscritas en el registro personal para que surta efectos frente a terceros. La
separación de patrimonios surte efecto entre los cónyuges desde la fecha de a
notificación con la demanda de sustitución del régimen de sociedad de
gananciales por el régimen de separación de patrimonios.

La demanda de sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el


régimen de separación de patrimonios se sustancia en vía de proceso abreviado.

3.4. Fenecimiento de régimen de separación de patrimonios

Con arreglo a lo previsto en el artículo 331 del Código Civil, el régimen de


separación de patrimonios fenece en los casos del artículo 318, inciso 1,3,5 y 6
de dicho Código Sustantivo, vale decir, en los siguientes casos
(respectivamente).

• Por invalidación del matrimonio.

• Por divorcio.

• Por muerte de uno de los cónyuges.

• Por cambio de régimen patrimonial (en esta hipótesis,


al régimen de sociedad de gananciales.)

40
IV. Artículos y publicaciones

(perú) Javier Luna blog


Para que todos los peruanos sepan hacer valer sus derechos
« Impugnacion de paternidad y la Ley 27048
Divorcio por separacion de hecho y la Ley 27495 »

Matrimonio y la sociedad de gananciales


Manuel Miranda Canales continuaría con su ponencia comentándonos sobre el matrimonio
y la sociedad de gananciales.

Quien se casa se arruina. Con esa frase Manuel Miranda Canales incursiono en el tema del
matrimonio dentro de su ponencia. NO le falta razón.

El matrimonio es una institución según el Código Civil y la misma Constitución,


institución en la que se establecen reglas que deberían cumplirse.

Una vez que te casas NO puedes hacer casi nada solo que tenga relevancia.

Dentro del matrimonio todo lo que se adquiere a titulo oneroso forma parte de la sociedad
de gananciales.

Solo puedes comprar bienes muebles que NO sean registrables. La compra de


automóviles, departamentos y demás similares, requieren la presencia del marido y la
mujer en la comprar de dichos bienes.

Desde que nos hemos casado tu trabajo sigue siendo tu trabajo pero tu sueldo es de los
dos, se le escucha decir a las mujeres casadas. Claro tácitamente se refieren a la sociedad
de gananciales.

Nada menos cierto. Es lamentable, lo se, es triste pero es así.

La cruda realidad.

Etiquetas: derecho de familia

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Fuente: http://javierluna.wordpress.com/2008/06/22/matrimonio-y-la-
sociedad-de-gananciales/

41
LIQUIDACIÓN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL
Publicado por Joamo en Junio 30, 2008

LIQUIDACIÓN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL

Los contrayentes tienen la posibilidad de elegir libremente, en forma expresa o


tácita, el régimen patrimonial del matrimonio que celebrarán, así como, una vez
casados, cambiar (en forma expresa) el régimen de sociedad de gananciales por
el de separación de patrimonios o viceversa, esto cuantas veces lo consideren
conveniente, sin necesidad de proceso judicial alguno, como una ocurrencia
normal en la vida del matrimonio (CORNEJO). Para realizar lo último se
requerirá, en todos los casos, liquidar formalmente el régimen anterior para
ingresar al nuevo. Esto incluye el otorgamiento de escritura pública y su
inscripción en el registro personal, exigencia que tiene su fundamento en el
mismo requisito de inscripción del régimen de separación de patrimonios, pues
cuando se cambia un régimen por el otro, siempre se estará iniciando o poniendo
término a un régimen de separación de patrimonios.

Lo mismo ocurrirá en caso de que la sustitución del régimen de sociedad de


gananciales por el de separación de patrimonios no se produzca por voluntad
común de los cónyuges, sino por sentencia judicial dentro de un proceso
promovido a instancia del cónyuge perjudicado por el dolo o culpa con que el otro
actúa dentro de tal régimen, hipótesis en la que dicha sentencia debe ser también
registrada.

Por otro lado, el régimen de sociedad de gananciales es sustituido de


pleno derecho por el de separación de patrimonios en caso de declaración de
insolvencia de uno de los cónyuges, y producirá efectos frente a terceros una vez
inscrito en el registro personal, lo cual podrá realizarse de oficio, a solicitud del
insolvente, de su cónyuge o del administrador especial.

Asimismo, en todos los demás casos de fenecimiento de la sociedad de


gananciales o del régimen de separación de patrimonios (artículos 318 y 331),
como Invalidación del matrimonio, separación de cuerpos, divorcio, declaración

42
de ausencia, y muerte de uno de los cónyuges, se procederá a la liquidación del
régimen respectivo y a su inscripción en el registro personal.

Ahora, si bien la norma deja abierto lo relativo a la liquidación del régimen


patrimonial para ambos regímenes, en la práctica la liquidación se hará necesaria
únicamente en caso de haber estado dentro del régimen de sociedad de
gananciales, pues solo aquí habrá bienes comunes que haya que liquidar. En
efecto, la liquidación va a tener como objeto principal la partictón o adjudicación
de los bienes, lo que no tendrá sentido si esta titularidad está definida de
antemano. Más aún, el procedimiento de liquidación se encuentra regulado
dentro del capítulo del Código relativo a sociedad de gananciales, no
mencionando ni haciendo ninguna extensión al capítulo sobre separación de
patrimonios.

Por último, la mayor parte de la doctrina, tanto nacional como extranjera,


identifica directamente la liquidación del régimen patrimonial con la liquidación del
régimen de sociedad de gananciales, excluyendo muchos en forma explícita al
régimen de separación de patrimonios. Esto en adición al equívoco que destaca
Cornejo en la denominación “sociedad de gananciales”, pues “existen en el plano
de la teoría y de la legislación comparada, dos regímenes de gananciales: el de
comunidad y el de participación; y la diferencia entre ambos es de esencia, tanto
es así que el primero integra el grupo de los regímenes de comunidad y el
segundo el de los regímenes de separación. (…) El asunto, empero, carece de
mayor importancia práctica.” (CORNEJO CHÁVEZ, p. 286)

Lo señalado no impide, sin embargo, que los cónyuges puedan efectuar, si así lo
desean, una “liquidación”, por alguna razón particular, para trasladarse del
régimen de separación de patrimonios al de sociedad de gananciales, aunque
técnicamente hablando, en este último régimen no hay sociedad en cuanto a
patrimonio, pero sí en cuanto a determinadas obligaciones y derechos de la
sociedad conyugal, nacida por el hecho del matrimonio como tal (obligación de
alimentar y educar a sus hijos, asistencia mutua, contribución al sostenimiento del
hogar, por ejemplo), la misma que solo fenece en caso de invalidez, divorcio,
declaración de muerte presunta o muerte. A modo de ilustración, sería el caso,

43
por ejemplo, de que los cónyuges hayan estado adquiriendo bienes de todo tipo y
realizando inversiones y gastos en el hogar conyugal, sin haber discriminado con
exactitud el aporte de cada cual, y luego quisieran realizar una separación
definida y específica antes de ingresar al régimen de sociedad de gananciales.
Este ajuste y determinación, tanto de bienes como de porcentaje de participación
en obligaciones, en realidad no son iguales a la liquidación propiamente dicha,
establecida en el libro de familia, aunque según la complejidad del caso pueden
guardar importantes similitudes.

Puede ocurrir, por ejemplo, que durante el régimen de separación de patrimonios


uno de los cónyuges o ambos adquieran bienes y, posteriormente, decidan
trasladarse al régimen de sociedad de gananciales. En estos casos será
conveniente realizar un inventario, y no necesariamente efectuar una liquidación
total; considerándose estos bienes de la sociedad conyugal como propios del
cónyuge que los adquirió (BORDA).

Las uniones de hecho, siempre y cuando cumplan con los requisitos del artículo
326 (voluntariamente realizadas y mantenidas como mínimo por dos años por un
varón Y una mujer que carecen de impedimento matrimonial), al originar una
sociedad de bienes a la cual se le aplicarán las reglas de la sociedad de
gananciales en cuanto le fueren aplicables, también pueden fenecer, lo que
implicará que se realice el procedimiento de liquidación señalado. Esto es
únicamente entre los convivientes y no en cuanto a terceros, quienes pueden
hasta ignorar la existencia de la unión de hecho, por carecer de Registro
correspondiente; pues no existe, ni podría existir, Registro alguno que sirva a los
terceros de fuente fidedigna de información y, no teniendo éstos cómo ni por qué
conocer la existencia de la unión de tacto, para ellos los convivientes serán
personas individuales en situación semejante a la del soltero (CORNEJO CHÁ
VEZ).

La situación descrita en el párrafo anterior no se encuentra regulada en forma


explícita, pero puesto que la norma contiene la genérica frase “en cuanto le sea
aplicable”, se entiende que los convivientes tienen el derecho de exigir la
liquidación respectiva. Asimismo, nada impide que, encontrándose dentro de este

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tipo de unión, los convivientes opten por conservar sus adquisiciones en forma
separada, lo cual podrán acordar, siendo aconsejable formalizar dicho acuerdo
en escritura pública.

La palabra liquidación proviene del latín liquidare y significa poner término a un


caso o a las operaciones de un establecimiento o empresa. En el tema bajo
comentario viene así el ajuste formal de cuentas o conjunto de operaciones
ejecutadas con el objeto de determinar lo que corresponde a cada uno de los
cónyuges en los derechos activos y pasivos de la sociedad (PERALTA).

El procedimiento de liquidación se inicia con el inventario valorizado de todos los


bienes, tanto de los propios de cada cónyuge como de los sociales.

Es conveniente señalar que los bienes sociales se encuentran en un régimen de


comunidad y no de copropiedad, por lo que la totalidad de ellos corresponde a la
sociedad conyugal, conformada por ambos cónyuges. Por eso es que hay que
insistir en que, aunque los cónyuges se encuentren en un régimen de separación
de patrimonios, pueden adquirir conjuntamente uno o más bienes, lo que no
conduce a un régimen de comunidad respecto de estos bienes, sino que nacerá
un régimen de copropiedad respecto de ellos (AVENDAÑO). Si más adelante
optan por ingresar o reingresar al régimen de sociedad de gananciales, estos
bienes en Copropiedad siguen siendo, en sus respectivas cuotas ideales, bienes
propios de cada cónyuge. En la práctica, a veces la calificación de los bienes
puede ser labor delicada por cuanto existe la posibilidad de que existan bienes
mixtos, que son por ejemplo aquellos en que una porción alícuota es propia y otra
ganancial (MÉNDEZ COSTA y D’ANTONIO)

El inventario no necesariamente debe ser judicial; si los cónyuges o sus


herederos están de acuerdo, tanto en lo relativo a su realización, como a su
conformación y a su valorización, entonces puede realizarse en documento
privado con firmas legalizadas. Si hubiese cualquier discrepancia en cuanto a
algunos de estos aspectos, se hará judicialmente.

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Formalizado el inventario, se pagan las obligaciones sociales y las cargas, luego
los cónyuges o ex cónyuges reciben en plenitud de derechos los bienes propios
de cada cual que quedaren (calificados y distinguidos de los comunes por los
artículos 302, 310, con el complemento del sistema de presunciones del artículo
311); lo que queda (gananciales) será objeto de distribución por partes iguales
entre los consortes o ex consortes o sus herederos, con las salvedades indicadas
en los artículos 323, 324, 325 y 326.

En el caso de que uno de los cónyuges (o inclusive ambos) provengan de


matrimonios previos sin que se haya/n realizado la/s liquidación/es
correspondiente/s, aparece la necesidad de liquidar y partir simultáneamente
tales sociedades (BOSSERT-ZANNONI). Si hubiese conflicto por falta de
inventarios y no se pudiese probar la pertenencia exacta de los bienes, y
quedasen dudas al respecto, es decir, si no se tuviese la certeza de si son
gananciales de una u otra sociedad, entonces se dividirán entre las diferentes
sociedades en proporción al tiempo de su duración y las pruebas que se hayan
podido actuar acerca de los bienes propios de los cónyuges (artículo 325).
Finalmente, hay que tomar en cuenta que la distribución de los bienes
gananciales podría no ser por partes iguales si es que de común acuerdo ambos
-o sus herederos- efectuasen una partición de acuerde con otras pautas,
haciéndose mutuas cesiones (ZANNONI).

Esta entrada fue publicada el Junio 30, 2008 en 5:53 pm y está archivado en Derecho
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Fuente: http://lawiuris.wordpress.com/2008/06/30/liquidacion-del-regimen-
patrimonial/

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Ventajas y Desventajas de la Sociedad
Conyugal
Escrito por Antonella en Boda Civil |
El régimen de sociedad de gananciales (o sociedad conyugal) tiene su origen
histórico en la protección de la mujer. Su explicación se encuentra fundamentalmente en la
antigua división del trabajo entre hombres y mujeres según la cual los hombres debían
trabajar para sostener el hogar mientras que las mujeres debían dedicarse a los quehaceres
de la casa y a cuidar de los niños.

El objetivo fundamental, es decir, la razón de ser del régimen de la sociedad de gananciales


es evitar que el cónyuge que —por esta división del trabajo— se ve impedido de proveerse
el sustento por sí mismo, se quede relativamente desamparado (desde luego, se supone que
este cónyuge podría trabajar en cualquier momento). En consecuencia, el régimen de la
sociedad de gananciales le asigna automáticamente el derecho a la mitad de los bienes que
se adquieran y requiere de su consentimiento de para cualquier acto de disposición o
gravamen. En otras palabras, el régimen de sociedad de gananciales tiene por objeto
dificultar la disposición de los bienes para evitar, justamente, su desaparición.

La ventaja del régimen es que el cónyuge con menos bienes o rentas se beneficia de las del
otro.

La desventaja del régimen es que entorpece significativamente las transacciones


comerciales —para comprar o vender bienes, solicitar tarjetas de crédito, entre otras
transacciones— y que es el causante de que muchas parejas se mantengan casadas a pesar
de ya no tener deseos de estarlo o de que, por el contrario, una de ellas cause o precipite un
divorcio.

Fuente: http://www.webdelanovia.com/boda-civil/ventajas-y-desventajas-de-
la-sociedad-conyugal

Bibliografía:

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• Max Arias- Schereiber Pezet
“Exégesis del Código Civil de 1984. Derecho de Familia”
Tomo VII: Sociedad Conyugal
Geceta Jurídica Editores
Lima, Agosto 1997.

• Yolanda Gallegos Canales. Rebeca S. Jara Quispe


“Manual de Derecho de Familia. Primera Edición
Jurista Editores E. I. R. L.
Lima, Enero 2008.

• VALENCIA ZEA, 1970 Tomo V: 173-174.

• Fuentes informáticas.

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