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Los conflictos familiares son tan variados como la gente involucrada en ellos.
La confusión puede ser producto de un esposo trabajólico, cuya esposa se
siente sola y resentida con él (y con el trabajo que lo aleja de ella); hijos que
son fuente continua de conflictos familiares, agravados por la falta de
consistencia de los progenitores en destrezas paternas; familias mezcladas, en
las cuales hay un padrastro o madrastra no aceptado o parientes políticos que
son fuente de conflictos familiares. En sus hogares, las parejas y familias se
separan por abuso verbal, físico o emocional1.
Una vez que lo dejé, pensé que el tiempo sanaría mis cicatrices emocionales; pero, luego de
haberme casado, descubrí que todavía estaban abiertas y dolorosas. Se ha necesitado mucho
amor, oración, confianza y paciencia de mi esposo y mía, para resolver los conflictos familiares
que me siguieron en nuestro matrimonio.
Ya sea que solo tú estés buscando soluciones para los conflictos familiares o que tu cónyuge u
otros miembros de la familia también deseen armonía, hay acciones que puedes tomar
inmediatamente para comenzar a cambiar tu propio comportamiento y tu respuesta al
comportamiento de tu cónyuge y familia.
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solucionar los conflictos cuando se ponen en práctica de manera diligente, enérgica y en
oración.
Prepárate para creer lo mejor de tu cónyuge y familia (“ Perdura a pesar de todo, lo
cree todo, lo espera todo y lo soporta todo”.1 Corintios 13:7). En lugar de asumir que
tu esposo dejó sus calcetines en el piso —una vez más— solo para molestarte,
recuerda cuán duro trabajó el día de hoy, cuán buen proveedor es y que,
probablemente, olvidó recogerlas.
Cuenta tus bendiciones (“Antes bien en toda ocasión presenten sus peticiones
a Dios y junten la acción de gracias a la súplica” Filipenses 4:6, “Y todo lo que
puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a
Dios Padre por medio de él”. Colosenses 3:17). En lugar de quejarte sobre lo
que te falta, recuerda y agradece por todo lo que tienes.
Sé servicial, ofrece consuelo, aliento y sé agradable con tu familia (“Todo lo que
ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos allí está toda la Ley y los Profetas”.
Mateo 7:12, “Pero nadie ha sido capaz de dominar la lengua. Es un azote que no se
puede detener, un derrame de veneno mortal”. Santiago 3:8-10). Si pones en práctica
el ser servicial, ofrecer consuelo, dar una palabra de aliento, ser cortés y optimista, es
muy probable que te des cuenta que tu familia comenzará a responder de la misma
manera contigo y con los demás.
Debes estar dispuesto a admitir que cometiste un error y estar dispuesto a disculparte
(“Hermanos muy queridos, sean prontos para escuchar, pero lentos para hablar y
enojarse”. Santiago 1:19-20, “Enójense, pero sin pecar”. Efesios 4:26-27, “El insensato
da libre curso a su impulsividad, el sabio domina la suya y la calma”. Proverbios 29:11).
No solo arreglarás una desavenencia en tu relación, darás el ejemplo a tu cónyuge,
hijos y familia.
“Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.
Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella.
Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren… Las obras
de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: … odio, discordia, celos, arrebatos de ira,
rivalidades, disensiones, sectarismosy envidia; … En cambio, el fruto del Espíritu es amor,
alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Si el Espíritu
nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos
y a envidiarnos unos a otros. (“Pues los deseos de la carne se oponen al espíritu y los deseos
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del espíritu se oponen a la carne. Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne
con sus impulsos y deseos”. Gálatas 5:16-26).
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