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JESÚS, ¿HUÉSPED DISTINGUIDO EN MI HOGAR?

(Mayo 22 – 2011)

INTRODUCCIÓN
En el mensaje anterior, mencionaba el principio de tener conciencia de la
presencia real de Jesús en el hogar, y hablaba de una familia que sabía recibir y atender
a Jesús como él se lo merece: el hogar de Betania; de modo que Jesús se sentía tan feliz
de pasar tiempo en ese hogar que lo visitó varias veces. Hoy quisiera ampliar más este
punto, porque me temo que muchas veces se nos olvida que Jesús está de visita en
nuestra casa. Pero antes de empezar con la base bíblica, una pregunta: ¿Cómo nos
comportamos en casa cuando hay visita? Por lo general, no hay gritos, ni pleitos, ni
palabras ásperas, es decir, procuramos dar una buena impresión. Si así nos
comportamos cuando nos visita un prójimo, ¿cómo nos deberíamos comportar si
supiéramos que el Señor Jesús está en casa? Pues les tengo una noticia, ¡el Señor Jesús
está efectivamente en nuestras casas! Y si no nos hemos comportado dignamente ante
su presencia, quizá algunos van a decir como dijo sorprendido Jacob:
Gn. 28:16,17 “Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en
este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar!...”
Sí, el Señor está presente cada día en tu hogar, silencioso, viendo y oyendo todo
lo que sucede en tu casa. ¿Cómo te has comportado ante su presencia?
Miremos en la Biblia la distinta conducta de algunos ante la presencia del Señor.
Pero antes, otra pregunta: La presencia del Señor en nuestro hogar, ¿nos trae bendición
o nos trae maldición? Vamos a averiguar la respuesta en la Biblia.

I.- UN TRATO INDIGNO


El arca en Asdod
1Sam. 5:1,2 “Cuando los filisteos capturaron el arca de Dios, la llevaron desde
Eben-ezer a Asdod. Y tomaron los filisteos el arca de Dios, y la metieron en la casa de
Dagón”
En tiempos del sacerdote Elí, los filisteos atacaron a Israel y lo vencieron, y
como botín de guerra, se llevaron el objeto más sagrado que tenían los israelitas, el arca
del pacto, que había sido construida por orden de Dios en tiempos de Moisés, y que era
un cajón de dos codos y medio de longitud, codo y medio de ancho, y codo y medio de
alto, hecho de madera de acacia cubierta de oro por dentro y por fuera, que contenía
principalmente las tablas de la ley. Encima, como tapa, tenía el llamado propiciatorio,
que era de oro fino con dos querubines también de oro labrados sobre la tapa, con sus
alas extendidas cubriendo el propiciatorio. Era sin duda, un objeto atractivo a la vista y
codiciable por su gran valor; pero, para los israelitas era principalmente un símbolo
sagrado que representaba la presencia de Dios.
Pues este valioso objeto, símbolo de la presencia de Dios, fue codiciado y
robado por los filisteos, quienes al llevarlo a su territorio en Asdod, trataron esa
“presencia de Dios” con indignidad, al llevarla al templo de su dios Dagón para
presentársela como una ofrenda, como diciendo: Nuestro dios Dagón pudo más que el
Dios de los israelitas. ¿Qué sucedió entonces?
1Sam. 5:3,4 “Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana,
he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo
volvieron a su lugar. Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que
Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de
Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole
quedado a Dagón el tronco solamente”
Además de esto, una grave enfermedad epidémica vino sobre los habitantes de
Asdod:
1Sam 5:6 “Y se agravó la mano de Jehová sobre los de Asdod, y los destruyó y
los hirió con tumores en Asdod y todo su territorio”
Atemorizados, estos filisteos decidieron deshacerse del arca pasándola a otra
ciudad filistea llamada Gat, y les sucedió lo mismo:
El arca en Gat
1Sam. 5:9 “Y aconteció que cuando la habían pasado, la mano de Jehová
estuvo contra la ciudad con gran quebrantamiento, y afligió a los hombres de aquella
ciudad desde el chico hasta el grande, y se llenaron de tumores”
En consecuencia, los de Gat enviaron el arca a otra de las ciudades principales
filisteas, llamada Ecrón, y la epidemia se repitió:
El arca en Ecrón
1Sam. 5:11b, 12 “...había consternación y muerte en toda la ciudad, y la mano
de Dios se había agravado allí. Y los que no morían, eran heridos de tumores; y el
clamor de la ciudad subió al cielo”
No pudiendo soportar más, los filisteos decidieron regresar el arca al territorio de
Israel, enviándola en un carro nuevo con una valiosa ofrenda en expiación por su
pecado.
En resumen, esta arca, símbolo de la presencia de Dios que estuvo con los
filisteos, resultó en maldición para ellos. Pero alguien pudiera alegar: “Bueno, pero es
que ellos no eran hijos de Dios, es decir, no eran del pueblo de Israel” Sin embargo,
veamos qué pasó cuando el arca llegó al pueblo de Israel:
El arca en Bet-semes
1Sam. 6:13 y 19 “Y los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando los
ojos vieron el arca, y se regocijaron cuando la vieron.... Entonces Dios hizo morir a los
hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir
del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y lloró el pueblo, porque Jehová lo había
herido con tan gran mortandad”
De modo que aún a quienes eran parte del pueblo de Dios, el arca, que
representaba la presencia de Dios, fue una maldición para ellos, porque no le dieron el
trato correcto.

II.- UN TRATO REGULAR


El arca en Quiriat-jearim
1Sam. 6:21 “Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim,
diciendo: Los filisteos han devuelto el arca de Jehová; descended, pues, y llevadla a
vosotros”
Semejante a la actitud de los filisteos, los de Bet-semes decidieron deshacerse
del arca y enviarla a otra ciudad del pueblo de Israel, ¿cómo trató esta otra ciudad a la
presencia de Dios representada por el arca?
1Sam. 7:1 “Vinieron los de Quiriat-jearim y llevaron el arca de Jehová, y la
pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo
para que guardase el arca de Jehová”
La trataron con respeto, sí, pero fue un respeto incorrecto, como a fuerzas, o
como por obligación, no de corazón. Porque la tomaron, la guardaron cuidadosamente
en un lugar especial y pusieron a una persona que se encargara de ella, mientras los
demás siguieron su vida normal. ¿Saben qué me recuerda la actitud de estos hombres
del pueblo de Dios? Me recuerda a algunos cristianos que tratan con mucho “respeto” a
la Biblia. La guardan en su casa en un lugar especial donde no le llegue ni humedad ni
polvo, y que nadie la toque para que no se gasten las hojas ni las pastas. Así trataron al
arca; bien guardadita, pero también, bien olvidadita.
Resultado: Ciertamente, la presencia del arca entre ellos no les trajo maldición
de mortandad como en el caso de los filisteos o de los de Bet-semes; pero tampoco
tuvieron bendición:
1Sam. 7:2 “Desde el día que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos
días, veinte años; y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová”
Veinte años, y no les fue ni bien, ni mal; no se notó la presencia del arca de Dios
entre ellos.

III.- UN TRATO CORRECTO


2Sam. 6:2,3 “Y se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo
que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado
el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines. Pusieron el arca
de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en el
collado; y Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo”
Muchos años después, el rey David decide traer el arca a Jerusalén, pero no en la
forma apropiada ordenada por Dios para trasladarla, y además, se presenta una situación
trágica: Uza pensando que el arca se podía caer del carro, la sostuvo con su mano, y
cayó muerto. Esto desconcertó a David, por lo que ya no continuó con el traslado del
arca:
El arca en el hogar de Obed-edom
2Sam. 6:10 “De modo que David no quiso traer para sí el arca de Jehová a la
ciudad de David; y la hizo llevar David a la casa de Obed-edom geteo”
Así que, inesperadamente para Obed-edom, la preciosa arca de Dios, llega a
hospedarse en su casa; este hombre, un levita (véase 1Cr. 15:18; 16:5), sí supo dar el
trato correcto a la presencia de Dios en su casa:
2Sam. 6:11,12 “Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres
meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa. Fue dado aviso al rey David,
diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene, a causa del
arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-
edom a la ciudad de David”
Ahora tenemos un resultado totalmente diferente: La presencia de Dios
simbolizada por el arca, fue de gran bendición para el hogar de Obed-edom. Al
enterarse David, dijo, yo también quiero ser bendecido y fue a traer el arca a su lugar de
residencia. ¿También tú como David, anhelas que la presencia de Dios esté en tu casa?

CONCLUSIÓN
Muchas veces pensamos en Jesús como si solo estuviera en el templo, y al salir
del templo, allí se quedó. Entonces, al llegar a casa, hacemos cosas como si él no
estuviera. Por ello, cabe preguntarnos:
¿Es la presencia de Dios una bendición para el hogar?
R = Después de estudiar esta historia, tendremos que contestar que:
Depende de cómo se comporten ante su presencia los integrantes del hogar,
puede ser para Bendición, para Maldición, o ni una cosa ni la otra.
¿Es tu hogar claramente bendecido, comparado con los hogares de tus vecinos?

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