Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
iglesias
por Juan Stam
La manipulación en las iglesia es una realidad que muchos hemos observado pero
poco se ha analizado. Por eso me permito resumir algunos aspectos del problema,
sin pretender agotar el tema.
Por solicitud de Sociedades Bíblicas de Costa Rica presenté en uno de sus foros
bíblicos mensuales el tema delicado y controversial sobre «Mecanismos de
manipulación en las iglesias». Es una realidad que muchos hemos observado pero
poco se ha analizado. Por eso me permito resumir algunos aspectos del problema,
sin pretender agotar el tema.
Cultura de manipulación
Pastores manipuladores
Cuando uno se despierta a estas realidades, comienza a ver que en las iglesias
también se practica sugestión, métodos de propaganda y técnicas hipnotizantes. A
veces una prolongada repetición rítmica de determinada frase, a gritos o con
variaciones de tono, produce su deseado resultado de una histeria colectiva. Creo
que cualquier persona psicóloga, competente en estos temas, lo podría reconocer y
analizar.
Intimidar a la gente
Muy relacionada con estos chantajes es la intimidación, cuya expresión más grave
son las frecuentes maldiciones que se lanzan contra las personas. Estas maldiciones
son el colmo, el acabose, del chantaje: «o te sometes, o te maldigo». Por falsas
que sean, estas maldiciones ejercen una tremenda fuerza para infundir terror y
arruinar la vida de las personas. De esas maldiciones he hablado en otros artículos:
«Apóstoles y profetas que juegan con maldiciones» y «Una iglesia abusiva»2. A
veces estos «profetas» convalidan hechizos venidos del espiritismo en la vida
anterior de los acusados.
El texto áureo para este movimiento autoritario, que ahora aparece por todos lados,
es Mateo 7.1: «no juzguéis, para que no seáis juzgados». Otras maneras sagradas
son «no toquéis al ungido del Señor» o la murmuración de Miriam y la lepra con que
Dios la castigó (vea el artículo «No toques al ungido de Dios», en
DesarrolloCristiano.com).
Cuidar el testimonio
Se olvida que Mateo 7.1 condena la criticonería de los fariseos, que pretendían
juzgar a los demás sin ser juzgados ellos, que juzgaban la paja en el ojo ajeno sin
reconocer la viga en su propio ojo (7.3–5; cf. Ro 2.1). Lejos de prohibir la crítica
sana y responsable, en seguida el pasaje nos llama a guardarnos de los falsos
profetas, lobos vestidos de ovejas (7.15) y a conocer a todos por sus frutos (7.16–
20), no por su palabrería espiritual (7.21–23). Según Juan 7.24 Jesús nos manda
«juzgar con justo juicio» (cf. Lc 7.43; cf. 12.57); a los corintios, San Pablo les
exhortó a «juzgad vosotros mismos» (10.15; 11.13) y les avisa que «el espiritual
juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie» (ni de «apóstoles» ni de
«profetas»; 1Co 2.15; cf. 1Jn 2.27).Con la supresión antibíblica de la sana crítica,
estos líderes se aseguran un espacio casi ilimitado para manipular a sus feligreses.
Dato curioso es que estos líderes (profetas, «apóstoles»), al igual que los fariseos,
se atribuyen la más amplia libertad para criticar a otros, sin permitir que otros los
critiquen a ellos.
Malos hábitos
«Amén» es un signo de exclamación y nunca debe ser una pregunta con signo de
interrogación.
Sofocar lo espontáneo
Conclusión:
Frente a sus rivales y detractores en Corinto, que desconocían su apostolado y
preferían la elocuente retórica de Apolos (1Co 1.12; 3.4–6; 4.6; Hch 18.24–19.1),
Pablo no responde desde una posición de poder sino de una impresionante
sinceridad y vulnerabilidad: «Cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de
Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.... Estuve entre vosotros con
debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con
palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y
poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el
poder de Dios». (1Co 2.1–5)
Estas palabras, que llegan hasta la motivación más profunda del apóstol, revelan dos
cualidades que deben caracterizar a todo siervo y sierva de Dios: humildad e
integridad. Ese carácter, y esas actitudes, jamás permitirían una vida de
manipulación. Gracias a Dios, ha habido y hay muchos miles de personas cuyas
vidas y ministerios son auténticos y fieles. Aun en alguien tan famoso y «exitoso»
como Billy Graham, y con todos sus defectos y errores, encontramos esa humildad
básica y una profunda integridad.
Con tristeza tenemos que reconocer que los valores del mundo de hoy se han
infiltrado en la iglesia, tanto en los predicadores y líderes como en los creyentes en
las bancas. Entre los famosos predicadores, en sus megaiglesias y sus programas de
televisión, con todo su éxito, resulta mucho más difícil encontrar los grandes valores
espirituales de los gigantes del pasado. Aunque, gracias a Dios, existen excepciones
muy notables, muchas (diría que la mayoría) de estas personalidades públicas
parecen soberbias, con la arrogancia que les otorga su «éxito». Muchos también dan
la impresión de estar jugando algún papel, más como actores de teatro que como
siervos del Señor de señores.
¡Cómo quisiera estar equivocado en este análisis tan poco halagador! De todas
maneras, la iglesia de hoy necesita mucha oración.