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Subjetividad contemporánea.

Varones y mujeres: de la pasión a la decisión


Reseña no. 1

1. La idea de este taller es abrir un campo de pensamiento propio de la experiencia del


amor, que no esté en disputa ni con el psicoanálisis ni con los estudios sobre género,
es decir, con los dos discursos que han hegemonizado hasta hoy las reflexiones sobre
el amor. El procedimiento para pensar la condición del amor actual no es construir un
saber sobre el amor, sino pensar habitando la experiencia amorosa. Se trata de pensar
esta experiencia y al mismo tiempo las condiciones para que pensar sea una experiencia.
Los dispositivos del saber constituyen discursos sobre un tema. El agotamiento de
esta forma del saber es correlativo con la destitución de las teorías. La pregunta por el
amor actual no se arma en la discusión con una teoría sobre el amor, sino en la
conversación con amigos, amigas, esposos, etc. Otro campo muy potente para pensar esta
problemática es el del cine y la televisión. Algunas series y películas dan cuentan de
la variación en la constitución subjetiva de la mujer y del varón, y también de las
modalidades de habitar las situaciones amorosas. Entonces, la idea es, por un lado, poner
en suspenso las teorías sobre el amor –el psicoanálisis y los estudios sobre género – y
por otro lado, intentar pensar en conexión con experiencias y con las nuevas
configuraciones que aparecen en las series televisivas y las películas.
2. El recorrido del taller parte de El último tango en París –paradigma del amor pasional–
para llegar a Matrix – ejemplo del amor como decisión–, pasando por la serie televisiva
Nikita, las películas Terminator y Blade Runner. En estas últimas películas, aparece el
amor en condiciones de catástrofe. En condiciones de destitución general de las
instituciones burguesas, el saber y la transmisión del saber se agotan y el único
modo de habitar esas condiciones es pensar. El pensamiento permite habitar una
situación catastrófica. Cuando la vida ya no transcurre en condiciones de
estabilidad es necesario pensar para habitar esa destitución general. Cuando no hay
saber, el problema es cómo se construyen los dispositivos para pensar. Mientras en el
mundo moderno se disponía de un saber sobre el amor que permitía pensar las situaciones
amorosas, en las condiciones contemporáneas ya no hay saber que permita orientarse en
la experiencia amorosa. Desde la experiencia, el sujeto se constituye sólo si piensa eso
que lo afecta. Es decir, el sujeto no es previo a la experiencia sino que se constituye
en ella. Por otra parte, también la experiencia misma si no es pensada se desvanece.
3. El procedimiento del saber –que necesita de las condiciones de acumulación,
verificación, coherencia interna – se vuelve imposible en un mundo de extrema
velocidad, de cambio permanente, de información, de fluidez. Cuando el saber entorpece
la posibilidad de habitar situaciones es necesario pensar. Pero para poder pensar es
necesario declarar el agotamiento del saber, es decir, decidir que el saber previo ya no
sirve para habitar las situaciones actuales, decidir que el saber previo no sirve para pensar
la experiencia amorosa en su novedad, en su contemporaneidad. Para pensar las
situaciones contemporáneas es necesario suspender las representaciones estatales
heredadas del amor.
4. En el mundo contemporáneo, pensar las situaciones amorosas es también pensar las
condiciones de desfondamiento general de las instituciones. No es posible pensar qué
es el amor post-institucional si no se parte de estas nuevas condiciones.
5. Si el amor es ese encuentro entre dos que desafía las formas instituidas, si el amor es
trasgresión, deseo o pasión, hay bibliotecas enteras para pensarlo. Pero si el amor no
adquiere estas formas: ¿qué estatuto tiene? ¿qué estatuto tiene el amor cuando la época se
altera radicalmente? En un mundo donde la subjetividad está constituida por las
instituciones disciplinarias, donde la subjetividad está atravesada por la ley, el amor
-pasión tiene una fuerza subjetiva enorme. Pero cuando las condiciones generales son de
desfondamiento o cuando la subjetividad no está constituida a partir de la ley, el amor
trasgresor pierde potencia. Entonces, ¿qué intensidad produce el encuentro amoroso bajo
estas otras condiciones? Cuando el amor no toma su potencia de la trasgresión de la ley,
¿cuál es su intensidad?. Esta pregunta es también la pregunta por el sentido del amor en
un contexto pasional y en un contexto de decisión. En la pasión, el sentido proviene de la
trasgresión de las instituciones –familia, iglesia, etc.
Es decir, el sentido se transfiere. En la decisión, el sentido procede de la situación y la
intensidad procede de la posibilidad de ganar existencia con el encuentro.
6. Toda escena pasional se organiza con tres términos. Ese tercer término es la
institución. Cada término de la situación cobra intensidad en su relación con el tercero
instituido. En una situación amorosa triangular, el vínculo con el amante es más intenso
que el vínculo con el esposo, pero la existencia del esposo es lo que le da intensidad al
amante.
7. La idea de la pasión está ligada a una determinada idea del mundo. En un mundo
sólido, el movimiento es vida. En la solidez el movimiento produce subjetivación porque
opera sobre la estructura alienante que condiciona al sujeto. Cuando el mundo es fluido,
el movimiento es un dato, entonces, la operación subjetiva ya no se dirige a introducir
movimiento sino a cohesionar, a articular, a armar un encuentro. En el pasaje de la
solidez a la fluidez, las operaciones amorosas son de cohesión y no de trasgresión. Contra
la solidez: pasión. En la fluidez: decidir un encuentro y sostenerlo.
8. Con el amor pasa lo que pasa con la política. En condiciones nacionales hay un
instituido o un estabilizador de la política: el Estado; y hay un instituido del amor: el
matrimonio. La voluntad estatal tiende a estabilizar estas pasiones para reproducir su
lógica, para perdurar. Tanto el amor como la política en tiempos nacionales buscan ser
estabilizados por la vía estatal. Y las estrategias subjetivas respecto del amor y la política
buscan romper el instituido marital y el instituido estatal. Entonces, en condiciones
nacionales estas dos situaciones son muy intensas porque adquieren la forma de la
rebelión. La ruptura con lo instituido es una operación subjetivante cuando el mundo es
estable. En condiciones de fluidez, las instituciones se desvanecen y uno deviene
superfluo. Uno es superfluo hasta que se constituye en la experiencia. Las situaciones
amorosas o políticas son una experiencia de constitución subjetiva cuando la subjetividad
no está producida por las instituciones. Si el horizonte actual es la condición superflua, y
no las instituciones disciplinarias, el problema es cómo se produce subjetividad bajo esa
condición. La experiencia subjetiva actual no es de ruptura sino de producción.
9. Entre El último tango en París y Matriz, hay un cambio de género: uno es drama, el
otro es acción. Esta variación da cuenta del cambio sustancial en la configuración del
amor. En condiciones estatales el género del amor es el drama. En el drama, el amor es
trágico, es la búsqueda siempre fallida de un objeto, es un otro que no llega a colmar la
significación interna, es el ideal del sujeto. En cambio, el género de las condiciones
actuales es la acción. En la acción, el amor está más ligado a las circunstancias que a la
interioridad subjetiva. En la pasión, el sujeto está constituido previamente al encuentro
amoroso: el sujeto tiene su mundo, sus ideales, su novela neurótica; y el encuentro busca
colmar esas significaciones internas. En la decisión, el sujeto amoroso se constituye una
vez que decide estar con otro, una vez que decide estar con otro que lo acompañe en la
invención de un mundo que si no se inventa en común no existe. Si el sujeto está
constituido previamente al encuentro, el otro es un objeto que va a cargar con las
significaciones internas del sujeto. Si el punto de partida es la superfluidad, y no la
subjetividad instituida –el yo–, el otro es condición para la subjetivación. Es posible
constituirse en una situación amorosa, pero el punto de partida no es el yo, sino la des-
existencia, la superfluidad. Sólo se gana ser si se decide ser con otro En la fórmula
amorosa pasional: uno es para el otro –aunque el encuentro siempre sea fallido–, se trata
de dos subjetividades constituidas previamente. En cambio, en la experiencia del amor
actual: uno es condición para el otro. Cuando uno es condición para el otro es necesario
decidir que uno es condición para el otro y que el otro es condición para uno. La
subjetividad amorosa es radicalmente distinta si se parte del otro como condición o si se
parte del como objeto. El otro puede ser objeto de dependencia de uno u ocasión de
constitución de la subjetividad.
10. En la lógica estatal, el conflicto se da entre el deseo de un yo y el instituido que
produce la sociedad bajo las instituciones disciplinarias; entre lo que quiere el yo y lo que
la sociedad le pide a ese yo. El deseo le permite al yo ese despliegue que la sociedad
acota, reprime, aliena. Hoy, en cambio, el conflicto se da entre la nada y la existencia. En
este sentido, el amor es un proyecto de producción de existencia, es la ocasión que
transforma lo superfluo en un sujeto. Si la amenaza para el amor pasional es que el deseo
se apague, la amenaza del amor contemporáneo es devenir superfluo para el otro.
11. En suelo estatal todos somos necesarios y la existencia está asegurada. Es por eso que
la reflexión moderna del erotismo y el amor gira en torno de la relación con la muerte; se
liga al amor como experiencia de lo imposible con la muerte porque la vida no constituye
un problema, la vida está asegurada desde el estado. En cambio, cuando todos somos
contingentes, el problema no es la muerte sino la existencia, la posibilidad de la vida –en
términos de humanización. Por eso deshabitar una experiencia implica perder ser. En
condiciones estatales, deshabitar una situación no pone en riesgo la existencia.
12. El pasaje de la pasión a la decisión es correlativo con el pasaje del régimen de los
sentimientos, como modo de relación en el amor, al régimen del afecto. El sentimiento es
un instituido, es el resultado de un “flechazo”, se produce cuando el encuentro con el otro
responde a la significación ideal que posee el sujeto. Cuando el amor se juega en el
terreno de la decisión, el régimen no es el de los sentimientos, sino el de los afectos. Ya
no cuenta tanto qué se siente por el otro sino cómo uno se deja afectar por el otro, cómo
se deja afectar por la experiencia amorosa. En ese caso es necesario decidir de qué modo
uno se va a dejar afectar por el otro, ya que el régimen de afectación no está establecido.
Los sentimientos se precipitan o se liberan respecto del orden instituido –la pasión es ese
sentimiento que va más allá de lo instituido. El afecto se decide. Con este cambio de
régimen cambia también el estatuto de la responsabilidad en el amor. La responsabilidad
estatal es instituida, está determinada por el estado; la responsabilidad actual se decide: se
decide sobre qué uno se va a hacer responsable.
En términos estatales la responsabilidad está referida a obedecer o a transgredir un
mandato. En las condiciones actuales la responsabilidad no está establecida: es espacio de
decisión, de pensamiento, de constitución subjetiva.
13. El sufrimiento amoroso actual es muy distinto del sufrimiento en el amor pasional.
En la pasión se sufre por el desencuentro con el objeto deseado. En el mundo actual se
sufre por la dificultad de constituirse amorosamente en una situación de desfondamiento.

Integrantes: Cecilia Aragón, Alejandra B. de Besozzi, Leda Campana, Mariano


Cerdá, Diana Chanquía, Peggy Fejerman, Adriana Fernández, Susana
Felder, Mateo Gómez Ortega, Martín Krynkiewicz, María Emilia Ló-
pez, Claudia Lowestein, Verónica Millnaar, Laura Pizzi, Mariana Salas, Mariana Stavile, Emilce Vénere
Vínculos:
Palabras clave: Matrix - Tango
Reseña: 001
Última revisión: 03-03-03
Ruta: E:\EL02\smn\amor\Reseñas\smnAmor00102.doc
Cantarelli, Corea
Varones y mujeres 001 / 3www.estudiolewkowicz.com.ar

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