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María Galindo
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En otras palabras las posibilidades de que esto suceda son hartas, son constantes y
están dadas de antemano no necesariamente desde una práctica persecutoria como
tantas veces suponemos o imaginamos, sino desde una práctica rutinaria y sutil.
Por eso la identidad vivida vista, sentida o pretendida como bloque, como unidad
social, como lugar de contestación social inequívoco, como pertenencia rígida e
ineludible no es sino un engranaje más de las tantas formas de dominación porque
vista así es también una forma de reedición de los mandatos de agrupamiento entre
idénticos en torno de un padre como poder ordenador.
La identidad no es tampoco un campo de legitimidad política a priori.
Pienso en mis amigas las indias, en las hermanas aymarás o quechuas o de cualquier
otra cultura cuya desobediencia cultural les significa el despojo del lugar de
pertenencia, pienso en los mandatos de maternidad y servidumbre que pesan sobre
ellas como indias y de cara a sus propios hermanos de cultura, mandatos imposibles
de separar de la afirmación cultural por lo que cada vez que una de ellas se nombra a
sí misma como india se nombra también y al mismo tiempo como “obediente de un
mandato”.
Pienso en los espacios GLBT constituidos así desde la norma heterosexual, y
convertidos en sacos identitarios indiferenciados y amorfos donde cave todo. Lugar
donde se impone la constitución de identidad desde una visión liberal del placer que
divide la cancha entre heterosexuales versus “otros”, en un agrupamiento de prácticas
sexuales que incluyen relaciones de violencia y sometimiento que las mujeres y las
mujeres lesbianas conocemos perfectamente y que forman parte en muchos casos de
nuestro proceso de socialización, que forman parte de nuestra memoria remota y que
las conocimos en el seno de la familia nuclear patriarcal y porque allí las conocimos
hoy no las reconocemos como alternativas ni transgresoras, sino como violentas
destructivas y aniquiladoras. La violación y el incesto no son juegos de roles
intercambiables, ni son juegos estéticos de género, son formas ancestrales de
violencia contra nosotras las mujeres.
El núcleo GLBT es un espacio identitario donde las lesbianas hemos extraviado la
memoria de nuestras luchas , la palabra propia y directa, el horizonte propio, el vínculo
con otras mujeres y hasta la noción de nuestros propios cuerpos y del deseo lésbico
como constituyente de un desacato al patriarcado fundamental e imperdonable.
No hay identidad que me haya ofrecido refugio ni acogida, porque no hay identidad que
me haya considerado en ultima instancia pura y digna de pertenencia. Por eso asumo
dichosamente la perspectiva desde fuera.
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Huyo fuera,
al afuera,
a la intemperie,
a la calle,
a la vulnerabilidad completa.
Me ubico por fuera de los mandatos y los códigos de convivencia y de obediencia.
Y opto por incomodar en todos los espacios .
Trascender la afirmación de la identidad y reconocerme, impura, imperfecta,
desarraigada, desvinculada, contradictoria y compleja. Puedo reconocerme -no
perteneciente- y romper la mudez y el silencio hablando una lengua inédita.
La identidad nos importa en la medida en la que es espacio para crear desorden social
desorden afectivo, desordenando turnos, prioridades y privilegios.
Nos importa para deshacerla, rehacerla y reinventarla.
Rechazamos la autoafirmación egocéntrica reiterativa, victimista y rutinaria de la
diferencia , partimos de la certeza que ningún espacio asignado ni inclusivo, ni
exclusivo, ni excluyente, ni separatista es terreno de lucha y contestación social.
Por eso construimos e inventamos un espacio propio no prestado por el orden social;
un espacio que es ejercicio subversivo, que es artesanal y no académico, que es
práctica social y palabra al mismo tiempo.
Un espacio capaz de desordenar las relaciones sociales y sus jerarquías , no
constituyéndose allá lejos en una isla de la fantasía o en un aula académica, sino
instalándose en el centro de las relaciones sociales, en el centro de las angustias de
cada día, instalándose en el centro de los mercados, de la televisión, de las paredes
de las calles y de los chismes de la gente.
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Es el espacio de las relaciones insólitas construidas no desde la identidad sino desde la
rebeldía y el desacato de pertenencia;
un espacio de desobedientes,
de enloquecidas,
de rebeldes.
Espacio heterogéneo que no expresa la suma de variedades, espacio heterogéneo que
no es la suma de diversidades como en un supermercado, sino que expresa formas de
relacionamiento prohibidas e insólitas.
Formas de hermanamiento y complicidad prohibidas, subversivas e insólitas.
Mujeres hermanadas, mujeres constituyéndose unas a otras en interlocutoras, actoras,
y revoltosas , reinventoras de todos los significados , de los significados del color de la
piel, del cuerpo y del deseo .
Espacio de hermanamiento no con la otra “igual”, sino con la otra diferente., espacio
siempre incompleto donde la identidad esta destinada a ser únicamente un fragmento
de.
Espacio que nos exige la construcción de coreografías y geografías propias que hagan
nuestro relacionamiento posible, para tocarnos y entendernos,
para querernos y solidarizarnos y para rebasar los límites de unas y otras en un
proceso de construcción de soberanía imborrable.
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Espacio político de indias, putas y lesbianas juntas, revueltas y hermanadas:
Juntas desobedeciendo mandatos culturales.
Juntas desobedeciendo privilegios y jerarquías.
Juntas desobedeciendo mandatos familiares,
juntas reescribiendo nuestros amores para ser hermana, amiga y amante de quien yo
quiero ser.
Juntas desobedeciendo mandatos religiosos, patrióticos y militares.
Juntas en asamblea de voces directas que no admiten traducción, intermediación,
interpretación, ni representación.
juntas para reinventarnos y también para sobrevivir.
juntas como augurio de utopía y tarea urgente al mismo tiempo.
Este espacio social abierto manualmente, espacio social del que no somos ni
beneficiarias, ni inquilinas,
espacio social que no es "cuota de equidad",
espacio social que no es concesión antidiscriminatoria,
ni discriminación positiva,
espacio social político que no es bocado de patriarcas ,ni partidos.
Este espacio social del que somos soberanas, actoras y constructoras cotidianas
contiene una comprensión básica y elemental:
la creatividad es un instrumento de lucha,
el cambio social es un hecho creativo
y la acción creativa es una acción política.
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nuestra creatividad y nuestra alianza como identidad inventada, creada y recreada y
por eso imperfecta, incompleta y convocante.
Identidad compuesta de alianzas insólitas y prohibidas: indias, putas y lesbianas juntas,
revueltas y hermanadas, desobedeciendo sus límites para juntar sueños y fatigas entre
quienes está prohibido hacerlo y para construir y reconstruir un sujeto político histórico
transformador
Constituido desde el vínculo mujer-mujer que es el único vínculo social capaz de
subvertir los mandatos patriarcales.
Vínculo fundante del desorden social que hemos instalado
Vínculo mujer-mujer
Vínculo mujer-mujer
Vínculo mujer-mujer
Vínculo mujer mujer fundante del desorden social.