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INDICE

Objetivo
General………………………………………………………………………………..
4

Introducción………………………………………………………………….
……….5

Principio
acusatorio…………………………………………………………………………….
.6

• Capítulo 1: El desarrollo del Principio acusatorio.

1.1. Orígenes y evolución.


1.2. Alcances.
1.1.1. La distribución de roles en el proceso penal.
1.1.2. Principio acusatorio como criterio configurador del
proceso.
1.3. El modelo inquisitivo frente al Principio acusatorio.
1.4. Aportes del Principio acusatorio.
1.5. La reforma Procesal en América Latina.
1.5.1. La aplicación del Principio acusatorio en Chile,
Colombia, México, Argentina, Bolivia y Costa Rica.

• Capítulo 2: Principios en el Nuevo Código Procesal


Penal.

2.1. Los Principios que rigen el Nuevo Código Procesal Penal.


2.1.1. Derecho a ser juzgado con imparcialidad por los
órganos jurisdiccionales.
2.1.1.1. Garantía jurisdiccional.
2.1.1.2. Derecho a ser juzgado por un juez
imparcial.
2.1.2. Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.
2.1.3. Derecho a un juicio oral, público y contradictorio.
2.1.3.1. Publicidad y oralidad.
2.1.3.2. Principio de contradicción.
2.1.4. Principio de igualdad procesal.
2.1.5. Presunción de inocencia.
2.1.6. Derecho a no ser procesado ni sancionado más de un
vez por un mismo hecho.
2.1.7. Derecho de defensa.
2.1.8. Legalidad de las medidas limitativas de derechos.
2.1.9. Legitimidad de la prueba.
2.1.10. Principio de inmediación.
2.1.11. Principio de concentración.

• Capítulo 3: Los sujetos procesales y la aplicación del


Principio acusatorio.

3.1. El juez.
3.2. El Rol del Ministerio Público.
3.3. El imputado.
3.4. La víctima.

• Capítulo 4: El Principio acusatorio en la


jurisprudencia nacional y extranjera.

4.1. Jurisprudencia de la Corte Suprema.


4.2. Desarrollo del Principio Acusatorio en el Tribunal
Constitucional.
4.3. Pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.

Cuestionario de evaluación por capítulo……………….


……………………...................................................................79

2
Objetiv

Objetivo General
Brindar un marco general acerca de la función
acusatoria en el proceso penal moderno y del rol
jurisdiccional en relación a la vigencia del principio
acusatorio. Asimismo, busca dar a conocer de
manera general las características del principio
acusatorio en el derecho penal moderno así como
los principios que rigen el Nuevo Código Penal; y la
jurisprudencia del Tribunal Europeo y de la Corte
Interamericana sobre el tema.

3
Introducción al curso Introducci
La idea general de este curso es brindar al
alumno un alcance general de la definición y
aplicación del principio acusatorio en el nuevo
modelo procesal penal vinculándolo, para un
mejor aprendizaje, con la revisión del modelo
inquisitorio.

Para ello, el curso se estructura en cuatro


capítulos que ofrecerán:

Capítulo 1: Estudio del desarrollo del Principio


acusatorio vinculándolo con el tratamiento que
se daba al proceso con el modelo inquisitivo,
así como el estudio comparado de la
implementación del principio acusatorio en
América Latina.

Capítulo 2: Revisión y estudio de los principios


en el Nuevo Código Procesal Penal.

Capítulo 3: Análisis del rol que cumplen cada


uno de los sujetos procesales de cara a la
aplicación del Principio acusatorio.

Capítulo 4: Estudio comparado de la aplicación


del Principio acusatorio en la jurisprudencia
nacional y extranjera.

Se recomienda, de cara a un mejor aprendizaje,


que al finalizar el estudio de cada capítulo se
pase a resolver el cuestionario de evaluación por
capítulo. Luego de la resolución podrá pasar a
verificar las respuestas y contrastar lo aprendido.

Al final del estudio de cada capítulo, se


recomienda al alumno revisar la parte
correspondiente al cuestionario de evaluación
por capitulo, en aras de verificar el avance de su 4
aprendizaje.
CAPITULO 1

PRINCIPIO ACUSATORIO

Este capítulo se centra en la función acusatoria en el


proceso penal moderno, noción indispensable para la
comprensión del nuevo paradigma que se plantea para la
actual administración de justicia.

Iniciándose en el estudio de los orígenes y evolución del


principio acusatorio. Continuando con los alcances en la
aplicación del mismo tanto en la distribución de roles
como en la configuración del proceso; así como un
análisis entorno a la función de este principio en el
modelo inquisitivo; y sus aportes en el proceso penal
tanto inquisitivo como adversarial.

Finalizando con el estudio de la reforma procesal en


América Latina, haciendo especial énfasis en la aplicación
del principio acusatorio en algunos países
latinoamericanos.

5
Objetiv

Objetivos específicos del capítulo 1

Identificar el concepto de principio acusatorio.

Identificar los aportes del principio acusatorio en


el proceso penal.

Determinar la forma de aplicación del principio


acusatorio en la reforma el Nuevo Código
Procesal Penal en países de Latinoamérica.

6
1.1. Orígenes y evolución

Los antecedentes más marcados del proceso penal nos


remontan hasta la época de la Santa Inquisición, y el modelo
inquisitivo. Este modelo se nace de una situación de desigualdad
entre el sistema de justicia penal y el acusado. Así, el modelo
inquisitivo corresponde a regímenes autoritarios donde se privilegia la
seguridad a la igualdad procesal.

Este tipo de proceso penal ha venido evolucionando en razón


del nivel de democracia que alcanzan los países; en ese sentido, nos
encontramos ante un proceso penal de corte inquisitivo acusatorio.
En este proceso, se aplica el Principio acusatorio, que consiste en la
potestad de ejercicio de la acción penal por parte del Ministerio
Público; no obstante, la observancia de este principio no es del todo
adecuada y se mantienen limitaciones en su aplicación. Es así que, en
este proceso penal la función del juez que juzga no esta diferenciada
de la función del juez investigador.

Posteriormente, los gobiernos han adoptado un modelo


moderno del proceso penal, dando lugar preferencial a la aplicación
del principio acusatorio. Este modelo es denominado adversarial
acusatorio, el cual se encuentra regulado en el Nuevo Código Procesal
Penal. Dicha normativa da lugar central al Principio acusatorio,
estableciendo competencias diferentes al que juzga y al que
investiga, debiendo estas ser en todos los casos personas diferentes.

1.2. Alcances

1.2.1. La distribución de los roles en el proceso penal

El profesor de la Universidad Europea de Madrid, María Abad


Lizares señala que el proceso penal español se caracteriza “por la
aplicación del principio acusatorio consistente en que para que se
abra un proceso y se dicte sentencia es preciso que exista una
acusación formulada por el Ministerio Público, o por una acusación
particular en la que sean distintas las funciones de acusar y juzgar.
Ambas son funciones públicas, pero en virtud del principio acusatorio,
el Estado no puede acusar y juzgar al mismo tiempo a través de sus
órganos y funcionarios”.

7
Acusa Ministerio Público

El Estado

Juzga Poder Judicial

Según este raciocinio al desarrollarse el proceso penal con las


garantías de oralidad, publicidad e igualdad de las partes, debe
existir una dicotomía entre el ente acusador (Ministerio Público) y el
jurisdiccional, que es el encargado del juzgamiento a los procesados.

La aplicación del principio acusatorio cobra importancia pues


garantiza una equidad procesal entre las partes contrapuestas,
acusador (Ministerio Público) y acusado (Inculpado). Ambos ostentan
las mismas facultades en el derecho procesal moderno, encargando
la potestad de sentenciar en el proceso a un órgano imparcial e
independiente que es el Poder Judicial.

La equidad o igualdad de prerrogativas entre la Defensa y la


Fiscalía implicará que a través de los controles jurisdiccionales, se
respeten las garantías básicas. A su vez, la estructura judicial
asegura al Juez la independencia necesaria como operador
garantizando la vigencia de los derechos fundamentales durante el
proceso frente al carácter de investigador y acusador que asumirá el
Ministerio Público.

Según el licenciado panameño José Herrera Kivers1 debe


establecerse que el principio acusatorio apunta a que se de un
balance desde que se inicia un proceso entre la acusación y el
acusado por medio de un tercero imparcial. Ello, no debe confundirse
con otras garantías que deben darse a lo largo del proceso penal,
tales como el proceso justo o debido proceso, la notificación de la
acusación formulada, la fundamentación y motivación de las
resoluciones judiciales, el control constitucional del proceso, el
derecho a la tutela judicial efectiva, derecho a la defensa, ausencia
de formalismo, presunción de inocencia y la doble instancia.

1
HERRERA KIVERS, José. Artículo de opinión “El Principio Acusatorio” publicado en el portal de la
Procuraduría General de la República. Panamá, noviembre 2005.

8
De donde se deduce que la vigencia del principio acusatorio
garantiza un proceso penal en el que exista verdadera igualdad entre
las contrapartes al oponer la facultad de investigación y acusación
como presupuesto que se confronte al ejercicio del derecho de
defensa.

1.2.2. El principio acusatorio como criterio configurador


del proceso

No cabe duda que la definición del Principio acusatorio en el


nuevo modelo procesal penal marca largamente la diferencia con
anteriores modelos y coloca en papel protagónico al Ministerio
Público.

El Ministerio Público es el titular de la acción penal propiamente


dicho, pues tiene a cargo no solo el rol de acusador sino también es el
titular de la etapa de investigación.

Como anota el tratadista Alberto Binder, los requerimientos


políticos criminales al Ministerio Público en el nuevo modelo procesal
serían básicamente que “su primera contribución es liberar al Juez de
la investigación precisamente para que sea Juez. El problema central
no es quien investiga sino quien controla la investigación y toma las
decisiones netamente jurisdiccionales.

La segunda contribución del Ministerio Público al nuevo modelo


procesal es la desformalización de la investigación superando el
sistema inquisitivo que es un sistema de registros (en tanto que) el
acceso a la información está siempre mediatizado por un registro.
Esta formalización se da tanto en la rigidez de las formas procesales
como en la secuencialidad absurda en tanto el expediente tiene que
tener una ilación que no responde sólo a un criterio de orden sino
que adquiere un carácter sacramental como si se tratara de un
organismo vivo, que tiene que reflejar el hábito de la vida. Este
esquema se fortalece por una vigilancia estricta de las formas en
cuanto tales a través de una distorsión del sistema de nulidades
procesales. La función garantizadora de las formas procesales queda
totalmente superada por la sacramentalidad del trámite”.

Investiga
El modelo precisa que el Fiscal direccione la investigación. Ello
Ministerio
tiene que significar noA solamente Fiscalen la lógica de poderes
través del un cambio
Público

Acopia pruebas
9
interinstitucionales entre la policía y el Ministerio Público, sino que el
sistema de Fiscales debería propender a una profunda
desformalización y dotación de sentido práctico al proceso de
investigación.

“En definitiva, el ingreso real del Ministerio Público al proceso


penal debe servir para la desformalización de la investigación como
uno de los medios más eficaces de preservar el juicio. Si lo único que
pretendemos es que el mismo expediente judicial, con las mismas
sacramentalidades ridículas, ahora lo firme el fiscal en lugar del juez
de instrucción, entonces carece de sentido una reforma procesal y el
fortalecimiento del Ministerio Público”2.

El modelo de investigación del proceso penal moderno levanta


un nuevo paradigma: el del Ministerio Público Investigador. Coherente
con que en el modelo acusatorio es al sistema de Fiscales a quien se
les encarga la responsabilidad de la persecución del delito para evitar
que el Juez investigue y a la vez falle. La función principal del
Ministerio Público es dirigir en forma exclusiva la investigación del
delito y del cumplimiento de esta reforma depende la viabilidad de
uno de los cambios más destacados de la renovación que el modelo
propugna.

El Ministerio Público se hace responsable de que la


investigación sea realizada y se acopien los principales elementos
que constituirán la base de las pruebas de cargo. Como ya se ha
señalado la dirección del proceso de investigación no implica una
investidura formal sobre la policía, como se viene dando en el actual
sistema procesal de investigación, sino el ejercicio real de las
facultades de organización y la definición de la estrategia de
investigación. Mirando hacia el futuro será también al Ministerio
Público a quien corresponda orientar la profesionalización de la policía
y la preparación de las mejores condiciones de investigación
criminalística e interdisciplinaria para que se pueda enfrentar a la
criminalidad organizada.

Como anota Alberto Binder “si pensamos en una policía que


entiende que un caso está “cerrado” simplemente cuando ella ha
llegado a la convicción de que las personas imputadas son culpables,
entonces no será necesario el Ministerio Público y la justicia cumplirá
el papel de legitimadora de la “convicción policial” tal como lo viene
2
ALBERTO BINDER, Op. Cit., p. 174- 175.

10
haciendo en nuestros países. Pero si pensamos en un proceso donde
es necesario probar esa responsabilidad –y esta última afirmación no
es tan obvia como parece- entonces el Ministerio Público se convierte
en una institución necesaria”3

Eso implicará que el representante del Ministerio Público deberá


tomar la decisión sobre el futuro de la investigación, es decir, si ésta
continuará o se optará por formular el requerimiento de
sobreseimiento. Asimismo el Fiscal deberá asumir otras decisiones
que tendrán gravitación y trascendencia para la marcha del proceso
tales como la solicitud de Prueba Anticipada con la cual estará
asegurando la prueba incriminatoria o deberá decidir si tranzará con
la contraparte para la aplicación de las medidas de orientación
compositiva, tales como el criterio de oportunidad o la terminación
anticipada del proceso.

El Fiscal, además, podrá ordenar cualquier diligencia que


considere necesaria para el proceso de investigación y podrá
solicitar al Juez de la Investigación Preparatoria aquellas
1.3. diligencias
El modelo de inquisitivo frente
investigación queal requieran
Principio acusatorio
el control de
legalidad que debe hacer éste. Por último, el Fiscal responderá
por los dañosbasado
El modelo y perjuicios causados
en una durante
situación deladesequilibrio
investigación del
entre el
sistema penal y el acusado, donde el Principio acusatorio se ve
limitado en su aplicación, pues el rol del Ministerio Público en el
proceso penal se ve restringido por la actuación del Juez penal.
Asimismo, no se hace diferenciación entre el Juez Investigador y el
Juez juzgador, teniendo a una sola persona que investiga, emite
opinión durante su investigación –resolviendo posibles medios de
defensa técnicos- y que emite la decisión final –emite sentencia-;
generando un situación de parcialidad.

Por ello, el Nuevo Código Procesal Penal privilegia la actuación


del Ministerio Público como verdadero titular de la acción penal,
haciéndolo el conductor de la etapa de investigación. Así, este muevo
modelo –adversarial acusatorio- define y divide el rol del Ministerio
Público y del Poder Judicial.

Concordando en muchos aspectos de su aproximación al rol de


los Jueces en el nuevo proceso penal, los investigadores Mauricio
Duce J. y Cristian Riego han señalado que el modelo inquisitivo se

3
ALBERTO BINDER, Op. Cit., p. 176

11
caracteriza por ser un modelo lineal que contiene una forma
tradicional de entender los procesos judiciales.

“Esta manera de comprender los procesos…


entiende que los procesos judiciales están
constituidos por un conjunto de actuaciones
sucesivas y necesarias por medio de las cuales se
van cumpliendo las condiciones mínimas para
alcanzar un objetivo que es el de la decisión judicial
definitiva”. 4

Esa concepción inquisitorial asume que el proceso penal es un


mecanismo homogéneo, que siempre está orientado a un solo fin que
es el de obtener una sentencia que declare o no, la existencia de
responsabilidad penal y que aplique una pena si corresponde. Esa
visión homogeniza los casos así como convierte una rutina todo el
proceso judicial, el mismo que empieza con una denuncia, continúa
con un proceso de investigación, una acusación, una discusión sobre
la misma y el fallo.

Denuncia

Investigación
Visión
Metodología inquisitorial
Acusación
Lineal

Deliberación

Fallo

Todas las causas irreductiblemente pasan por estas fases y en


ésta metodología lineal, el principal actor es el Juez, quien aborda
todos los casos sobre el desarrollo de una pauta preestablecida que
ha sido fijada por el legislador y en relación a la cual no hay
consideraciones de oportunidad o de estrategia de los actores del
proceso.

4
DUCE J. MAURICIO - RIEGO R CRISTIÁN. Introducción al Nuevo Sistema Procesal Penal. Volumen 1.
Universidad Diego Portales. Escuela de Derecho. Primera Edición Mayo 2002. Páginas: 343 a 357.

12
Al actuar en función del mandato legislativo, el mismo que se
cumple con detalle por el Juez, a éste no le queda sino reconstruir la
verdad en función de los registros que contiene el expediente. A ello
se le adicionan prácticas habituales de los funcionarios del sistema
judicial que operan de modo rutinario, actuando como un aparato
burocrático que va desarrollando sucesivamente similares y
obligatorias actuaciones judiciales, donde la investigación no se
desarrolla como consecuencia de las necesidades técnicas que
requiere, sino que jueces y policías actúan más presididos por la
necesidad de cumplir el camino predeterminado por la ley o por los
usos burocráticos de rutina del sistema, desarrollando actividades
formalistas e innecesarias y omitiendo diligencias prácticas y útiles
para la investigación.

De otro lado, el modelo de tramitación lineal extiende en el


tiempo el desarrollo del proceso alargando excesivamente la etapa
indagatoria o el sumario. Esta situación de alargamiento indebido del
tiempo produce que se violen garantías básicas del debido proceso
por la dilatación desmesurada de la prisión preventiva.

El nuevo modelo procesal “adversarial” levanta un nuevo


paradigma estratégico del proceso penal porque supone una
modificación sustancial ya que “el proceso penal pasa a ser una
actividad con propósitos múltiples, esto es, se utiliza para buscar
diversas formas de solución del conflicto planteado, las que pueden ir
desde una abstención de actuación como en el caso del principio de
oportunidad hasta una sentencia condenatoria y una pena, pasando
por diversas formas de acuerdo entre las partes. Esta característica
hace que el proceso esté constituido por una serie de caminos
alternativos que van a ser utilizados o no dependiendo de los
intereses de las partes”.

El proceso penal deja de ser esa pauta lineal, preconcebida y


homogénea y pasa a ser comprendido como un conjunto de
actuaciones procesales cuya necesidad no ha sido predeterminada
sino que está orientada por los intereses de las partes.

13
Acuerdo
entre las
partes
Modelo
Procesal
Adversari
al

Metodología
con múltiples
alternativas
durante el
Resolver el
proceso
conflicto

Abstención
Sentencia de la
condenatoria actuación
y una pena (principio de
oportunidad)

Es interesante advertir que los investigadores citados nos


previenen de una probable “interpretación pro inquisitorial” del nuevo
modelo procesal señalando que siempre existiría el riesgo de que
éste pueda ser asumido como un modelo lineal en el cual el juzgador
o los demás sujetos procesales pueden asumir que en cada etapa del
proceso deban cumplirse obligatoriamente las fases formalizadas
legislativamente.

Estos caminos diversos por los que puede transitar un imputado


dentro del proceso penal diferencian por ejemplo, en el nuevo
modelo procesal peruano al proceso común que está compuesto por
la etapa preparatoria, la etapa intermedia y el juicio, de los procesos
especiales tales como el proceso inmediato que se refiere a los
delitos flagrantes que no requieren mayor investigación; el proceso
por razón de la función pública que requiere en la mayoría de los
casos el beneficio del antejuicio; el proceso de seguridad cuando se
opta por la aplicación de una medida de seguridad en vez de una
pena; el proceso por delito de ejercicio privado de la acción penal que
supone la iniciativa procesal del ofendido o querellante particular; el
proceso de terminación anticipada que supone un acuerdo del Fiscal,
del imputado y de la víctima sobre la pena, la reparación civil y las
consecuencias accesorias; el proceso de colaboración eficaz en el que
se han aplicado mecanismos del derecho penal premial orientados a

14
la exención o atenuación de la pena; y el proceso por faltas que
orienta las actuaciones procesales en delitos de menor lesividad.

Una vez leído este apartado el alumno cuenta con capacidades


para diferenciar el tratamiento de un caso en un proceso penal en el
que rija un modelo inquisitivo o adversarial. En ese sentido, el alumno
podrá redactar un caso en el que se resuelva con las reglas del
modelo inquisitivo y el mismo caso pero esta vez resuelto con las
normas del nuevo modelo. Luego, entregar lo elaborado al profesor
del curso para su revisión.

1.4. Aportes del Principio acusatorio

Para que se abra un proceso es necesario que exista una


acusación. En ese sentido, se entiende por principio acusatorio aquel
que asegura que el que acusa, no debe juzgar. Esta regla
considera que la persona que realiza las averiguaciones no decida
después la inocencia o la culpabilidad del imputado.

El principio acusatorio se basa en que la proposición de la


acusación sea hecha por un sujeto diferente del Juez así como
por la paridad de facultades entre acusador e inculpado.

Este principio impide la parcialidad del Juez, ya que es el


Ministerio Público el que realiza las actividades de investigación y de
acusación. Este Ministerio es un organismo público autónomo,
separado de la función judicial y regida por su propia normatividad.
De otro lado, el mismo principio suprime la posición del acusado
como un mero objeto y si como un sujeto del derecho procesal penal,
asegurando un verdadero equilibrio entre las contrapartes.

El tratadista José María Asencio Mellado5 señala que el Principio


Acusatorio tiene cuatro notas esenciales:

a. Ejercicio y mantenimiento de la acusación por un órgano


distinto al Juez así como la exigencia de una acción
penal pública. Rige la máxima, según este tratadista de “ne
procedat iudex ex oficio”.

5
ASENCIO MELLADO, José María. Derecho Procesal Penal. Valencia-España. Tirant lo blanch, 1998.

15
b. La división del proceso en dos fases, una de
investigación y otra de prueba. Las tareas de indagación y
de decisión en cada una de ellas han de ser conferidas a
órganos diferentes con la finalidad de evitar un probable
prejuzgamiento por parte del juez sentenciador. Citando al
tratadista Julio Maier se podría afirmar que a través del Principio
Acusatorio se trata de evitar que el buen inquisidor mate al
buen Juez. Rige entonces la máxima de la prohibición de
identidad entre el instructor y el decisor.
c. Relativa vinculación del órgano jurisdiccional a las
pretensiones de las partes, en atención a la acusación
fiscal. La vinculación judicial a las partes es de naturaleza
temática, es decir, a partir del hecho antijurídico, de forma tal
que el órgano jurisdiccional puede completarlo y resolverlo en
toda su extensión. La desvinculación del Juez no alcanza a los
hechos imputados, que por su naturaleza permanecen
inmutables, sino a la calificación jurídico penal siempre que
respete el bien o el interés jurídico vulnerado.
d. Una cuarta nota fundamental del principio acusatorio, a decir
del tratadista Gimeno Sendra,6 es la prohibición de la
reforma en peor, “reformatio in peus” o reforma peyorativa.
El Juez revisor, que conoce en grado superior, no puede agravar
más a un apelante de lo que ya lo estaba en la resolución o
sentencia recurrida, salvo que el apelado impugne también
independientemente la sentencia o se adhiera a la apelación ya
iniciada. El tratadista cita a Chiovenda quien sostuvo que si el
apelante recurre es porque se ve agraviado en su derecho y por
esa misma razón, si el apelado no recurre es porque no
encuentra perjuicio en la sentencia que ha sido dictada por el
Juez. Esto quiere decir que la sentencia para el apelado es
correcta y debe dejarse tal como estaba, de donde se concluye
que no puede ser beneficiado por su inactividad procesal ya
que si no ha querido impugnar el fallo es porque consideraba
que no le era perjudicial. De ahí que en la sentencia dictada en
segunda instancia, no puede concederse más de lo que le dio el
fallo en primera instancia, o no cabe empeorar la situación del
apelante si éste es el único que recurre. Otra es la condición si
ambas partes contrapartes apelaron, pues en ese caso, se
asume que el Fiscal no aceptó el fallo de primera instancia y por
eso impugnó.

6
GIMENO SENDRA, Vicente/MORENO CATENA Víctor/ CORTÈS DOMÍNGUEZ, Valentín. Derecho
Procesal Penal. Madrid-España.: Colex. Tercera Edición, 1999.

16
1.5. La reforma procesal en América Latina

El tratadista Alberto Binder señala que hay que distinguir la


reforma como idea, la reforma como tarea y la reforma como
preocupación.

La primera expresa el consenso de la comunidad de personas


sobre el proceso penal al que se aspira, implica relaciones de
pensamiento y de acción y se muestra principalmente a través de la
comunidad académica pensante. En este nivel se han acentuado los
elementos de adversarialidad del sistema procesal y un diálogo
enriquecedor con la realidad. Se ha abandonado la discusión sobre los
modelos procesales para asumir el debate sobre los problemas del
proceso. Sin embargo, ese acercamiento a la realidad parece haber
sacrificado la visión de integralidad del proceso de reforma.

La segunda nos habría hecho comprender la orientación


multidisciplinaria que el proceso exige así como la importancia de los
procesos de implementación, asunto que nos enfrentará a los
aciertos y equivocaciones que deberán irse evaluando en el camino.
La estabilidad política parece ser un componente vital para una
aplicación coherente de los esfuerzos de reforma, que apueste hacia
el largo plazo, así como la incorporación de instrumentos de gestión
pública para su aplicación tales como criterios de previsibilidad,
presupuesto, capacitación, planificación y realismo.

La tercera perspectiva rescata la existencia de un consenso


político sobre la necesidad de la reforma, que está vinculado al
proceso de transición democrática. Alerta sobre la necesidad de
enfocar la reforma procesal penal en el tiempo, enfrentándola a una
dimensión de aplicación de alrededor de una década durante la cual
será necesario persistir en su aplicación, neutralizando las
contrarreformas inquisitoriales, en el contexto de una sociedad donde
hay conflictividad e inclinación a la hiperinflación penal como
supuesta alternativa frente al incremento de la criminalidad.

El riesgo también parece ser el de subestimar los problemas de


fondo considerándolos como meros trámites, lo que habría hecho
fracasar las grandes experiencias de reforma. Será necesario
entonces enfocar la reforma procesal no sólo como un reto de
aplicación normativa y de cambio cultural de sus operadores, sino

17
desde una dimensión operativa y de gestión pública de las
instituciones comprometidas en su aplicación.

La necesidad de una política judicial no estaría sustentada en la


idea de cambiar una administración de justicia que funciona mal por
una administración de justicia que funciona bien, sino en la
preocupación consciente de la sociedad por mejorar su
administración de justicia.

Se trataría de aplicar un proceso permanente y no traumático


de reforma judicial. Empezar por la aplicación de políticas de
emergencia para que a partir de ellas nazca y se desarrolle una
verdadera política judicial. Se buscaría enmarcar la reforma procesal
penal en el contexto de una política judicial democrática,
transparente para todos los sectores sociales, que implique una
respuesta multifactorial a una gran diversidad de problemas en el
contexto del fortalecimiento del Estado de Derecho y la
profundización de la democracia.

La práctica judicial inquisitorial no se cambia sólo con una reforma


normativa, el verdadero reto es el cambio de hábitos y cultura
inquisitorial en el contexto de una reforma global de la
administración de justicia.

En suma, la reforma procesal penal implica entonces mucho


más que aprobar un nuevo código, se trata de un verdadero cambio
cultural y un desafío político criminal de trascendencia, implica un
aprendizaje teórico y práctico de modelos de litigación oral que
asumen una metodología que desarrolla básicamente el modelo de
procedimiento que proviene del tronco anglosajón.

El modelo adversarial, a decir del investigador Juan Enrique


Iglesias implica un proceso en el que las partes tienen un definido
protagonismo en la presentación de su versión del caso, tanto a
nivel del resumen fáctico, como en los argumentos y en la
presentación de la evidencia donde la prueba es solamente
aquella que se produce en el juicio.

Cabe resaltar que el sistema adversarial es tremendamente


cruel con la falta de preparación y con la improvisación por parte de

18
los operadores jurídicos, que se paga con perder el caso y hacer el
ridículo.

La necesidad de contar con una metodología adecuada que


permita a los sujetos procesales actuar de acuerdo a los estándares
que exige un sistema de esta naturaleza no debe confundirse con el
desarrollo de habilidades de oratoria. Supone contar con un esquema
estratégico de análisis y de preparación denominada la teoría del
caso y el desarrollo de un conjunto de destrezas específicas
orientadas a producir y manejar información. Esas habilidades pueden
ser aprendidas y desarrolladas por todos, constituyen un piso básico
cuyo conocimiento y uso eficiente proviene fundamentalmente del
entrenamiento.

Se trata entonces de conocer la metodología, proveerse de un


esquema estratégico de preparación del caso concreto, conocer y
poner en práctica las principales destrezas de litigación que el juicio
requiere y analizar las demandas de litigación de los demás actores
del proceso. De allí que es necesario fortalecer la cultura de entender
el “sentido del proceso” promoviendo estrategias educativas y de
capacitación práctica de los actores del sistema de justicia criminal.

Si en el nuevo modelo no hay forma de incorporar prueba


alguna sin oralización, el juicio pasa a ser una narración donde la
información va adquiriendo calidad y sentido en el contexto de un
relato de las partes donde el Juez interviene sólo cuando es
estrictamente necesario. El modelo opta directamente por la
oralización de las pruebas siendo la nueva reina de las pruebas la
declaración testifical en el juicio, la misma que está seriamente
devaluada en el procedimiento inquisitorial.

El rol del Juez, incluso durante el juicio, será ser un árbitro que
recibe la narración de la teoría del caso, observa la actuación de los
medios de prueba, interviene sólo cuando sea estrictamente
necesario para garantizar la vigencia del Principio de Igualdad entre
las contrapartes y participa con sus pares en los actos de deliberación
y sentencia evaluando las pruebas actuadas en el Juicio las que al
pasar a ser evidencias deberán ser el sustento de los fallos, que en
ningún caso serán inmotivados.

1.5.1. La aplicación del Principio acusatorio en Chile,


Colombia, México, Argentina, Bolivia y Costa Rica

19
Como bien apuntan los profesores Kai Ambos y Jan Woischinik,
cuando se mencionan los términos acusatorio e inquisitivo no se hace
referencia al inicio del proceso mediante la formulación de la
acusación, ni a la inquisición de la materia procesal, respectivamente.
Sino que se usan ambas expresiones para calificar al proceso penal
en su conjunto, así por “acusatorio” se entiende modernidad,
progreso y Estado de Derecho, mientras que por “inquisitivo” se
entiende tradicional, conservador, y en función del punto de vista
personal, hasta preocupante desde la perspectiva del Estado de
Derecho7.

La reforma en Latinoamérica gira en torno al conflicto existente


en el modelo inquisitivo y los intentos por reformularlo al nuevo
modelo –el adversarial.

Es así que se busca fortalecer el rol del imputado en el proceso


así como otorgar una posición –antes limitada- al Ministerio Público
como conductor de la etapa de investigación. Asimismo, se procura
fortalecer los principios constitucionales en el proceso penal; la figura
del Juez como ente imparcial en el proceso a diferencia de su
actuación en el modelo pasado –y en algunos países como el nuestro
aún vigente-, en ese sentido también cobra especial relevancia el
principio de inmediación.

Cuando se dio inicio a la referida reforma, los países citados


tuvieron reacciones diferentes, siendo que algunos rechazaron toda
posibilidad mientras que otros fueron pioneros de la misma, y por
otro lado, algunos países realizaron cambios ligeros en su legislación
dando muestras de una no convicción por el nuevo sistema.

Así, Costa Rica puede considerarse como uno de los países


precursores en la reforma procesal penal. En efecto, su Código
Procesal Penal, concordante con los requerimientos constitucionales,
entró en vigor en 1998. En esa línea, países como Bolivia, Chile,
entre otros también iniciaron el proceso de reforma del proceso
penal. En 1999 Bolivia proclamó su Código Procesal Penal, mientras
que Chile aprobó su proyecto en 1997.

En ese contexto, encontramos, también, países con poco interés


por la reforma integral e incluso básica. México, es uno de los países
que rechazó cualquier intento de reforma; mientras Argentina y

7
MAIER, Julio B.J; AMBOS, Kai; WOISCHNIK, Jan. Las Reformas Procesales Penales en América
Latina. AD-HOC S.R.L. 2000. Pág. 867.

20
Colombia introdujeron reformas básicas o “tibias” como bien señalan
los profesores Ambos y Woischnik8.

Es menester mencionar que, en Argentina se presenta un caso


particular, pues es un Estado conformado por Federaciones donde
cada cual tiene su propio Código Procesal Penal y la potestad
constitucional de modificarlo. Argentina contó con nuevos Códigos los
cuales estaban bajo la influencia del Código Procesal Penal Modelo
para Iberoamérica: Tucumán 1991, Córdoba 1992 y Buenos Aires
19979.

Cabe resaltar que, se pone especial énfasis en el Ministerio


Público como conductor de las investigaciones en las legislaciones de
Chile, Costa Rica y Bolivia, es decir se hace hincapié en un modelo de
tres etapas procesales. En cambio el proceso federal argentino tiene
una posición intermedia entre e derecho tradicional –inquisitivo- y el
derecho reformado –acusatorio-; mientras que en el procedimiento
penal colombiano consistía solo en dos etapas –preliminar y
procedimiento principal-, no tiene previsto alguna etapa intermedia,
siendo que en su proceso reformador –si bien busca dar un lugar
importante al Ministerio Público- se le conceden excesivas facultades
desfigurando el objetivo de la reforma –un sistema con roles
determinados que apliquen derecho en concordancia con las normas
constitucionales-.

El proceso de reforma esta evolucionando y la actitud de los


países de Latino America frente a este proceso también, es decir que
cada vez más países se aúnan a este proceso.

Los países que no se sumen al proceso de reforma y adapten


sus legislaciones al modelo adversarial tendrán una apariencia de
“atraso” dado que el nuevo modelo es presentado como un adelanto
y herramienta que cimienta los principios constitucionalmente
reconocidos, y que garantiza y promueve el Estado de Derecho.

En efecto, varios países latinoamericanos iniciaron el proceso


de reforma de sus procesos penales y continúan varios ya en una
etapa de adaptación al sistema legal como en el caso peruano.

8
MAIER, Julio B.J; AMBOS, Kai; WOISCHNIK, Jan. Op. Cit. P. 871.
9
Se mencionan alguno de los códigos de Argentina en el proceso de reforma toda vez que como se
señaló dicho país cuenta con un elemento particular que consiste en su composición federal.

21
Como señaláramos al inicio de este apartado, en el curso
veremos como está evolucionando este proceso en países como
Chile, Colombia, México, Argentina, Bolivia y Costa Rica.

CAPITULO
2
22
PRINCIPIOS EN EL NUEVO CÓDIGO PROCESAL
PENAL

Este capítulo se centra en el estudio de los principios


rectores del Nuevo Código Procesal Penal, materia
importante para determinar el modelo adversarial
acusatorio adoptado por este código.

23
Objetiv

Objetivos específicos del capítulo 2

Identificar el concepto de los principios que rigen


el Nuevo Código Procesal Penal.

Determinar la vinculación de estos principios con


el Principio acusatorio.

24
2.1. Los Principios que rigen el Nuevo Código Procesal Penal

Iniciaremos este capítulo con la redacción de un caso, el cual


resolveremos una vez terminado el estudio del capitulo analizando
que principios que rigen el Nuevo Código Procesal Penal fueron
vulnerados y cuales no.

“Martina Matilde, procesada por el delito de lavado de activos


fue llamada a declarar ante la Policía sin embargo, en su declaración,
no se le permitió contar con el apoyo de un abogado, por
considerarse que se trataba de un caso claramente rechazado y
severamente sancionado por el Estado. Luego de su declaración,
durante la investigación, el Fiscal resolvió que por la complejidad del
tema debía declararse la investigación secreta, dicha resolución era
inapelable.”

Ahora bien, ya abordando el tema teórico podemos decir que,


en expresión acertada del Dr. Pablo Talavera Elguera sostiene que

“el nuevo modelo procesal implica una configuración


del proceso penal según la Constitución”.10

Ello significa que en el CPP están plasmados los principios


básicos del Debido Proceso que armoniza los dispositivos
constitucionales de necesidad del proceso penal con las garantías
generales y específicas de protección de la persona, buscando rodear
al proceso de los elementos de equidad y justicia que sustenten su
legitimidad.

Los principales axiomas a considerar para evaluar la existencia


del debido proceso son los siguientes:

• No hay culpa sin juicio,


• No hay juicio sin acusación,
• Es nula la acusación sin prueba y
• Es nula la prueba sin defensa.

Entre los principios que se encuentran a la base del nuevo


modelo procesal encontramos los siguientes:

10
TALAVERA ELGUERA, PABLO: El Nuevo Código Procesal Penal. Editora Jurídica Grijley,2004, p.3

25
PRINCIPIOS EN EL NUEVO MODELO PROCESAL

Derecho a ser juzgado con imparcialidad por los Garantía jurisdiccional


órganos jurisdiccionales

Juez imparcial

Derecho a ser juzgado dentro de un plazo


razonable.

Publicidad y oralidad.

Derecho a un juicio oral, público y


contradictorio.
Principio de
contradicción.

Principio de igualdad procesal.

Presunción de inocencia.

Derecho a no ser procesado ni sancionado más


de una vez por el mismo hecho.

Derecho de defensa.
.

Legalidad de las medidas limitativas de


derechos.

Legitimidad de la prueba.
Legalidad de las medidas limitativas de derechos.
.

Principio de inmediación.
.
.

Principio de concentración.
.

26
2.1.1. Derecho a ser juzgado con imparcialidad por los
órganos jurisdiccionales

Este dispositivo, condensa en lo fundamental las siguientes


garantías:

2.1.1.1. Garantía jurisdiccional

Tiene un doble componente, pues, por un lado atiende a que la


pena se impone sólo por los tribunales, y por otro, que la pena se
impone por los tribunales exclusivamente dentro del proceso. 11

Estamos hablando del derecho a la tutela jurisdiccional, prevista


en el Art. 139.3, de la Constitución del Estado.

2.1.1.2. Derecho a ser juzgado por un juez imparcial

Permite al Juez desempeñar un papel independiente tanto de


las partes como del objeto materia del litigio debiendo el magistrado
tener ausencia de todo interés para la resolución del litigio que no sea
la estricta aplicación de la ley. Esta garantía tiene un componente
subjetivo, referido a la convicción personal del Juez respecto al caso
concreto y uno objetivo que tiene que ver con las garantías que debe
cumplir el juzgador en su actuación misma dentro del proceso.

2.1.2. Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable

También conocido como el derecho a un procedimiento sin


dilaciones o demoras indebidas. Implica la obligación de los jueces de
actuar en un plazo razonable o de reconocer la demora y restablecer
inmediatamente el derecho a la libertad.

Es un derecho que asiste a todos los sujetos procesales además


del imputado aunque se pone más celo en su vigencia en el supuesto
de la privación de libertad. Es un derecho autónomo respecto del
derecho a la tutela jurisdiccional y su violación implica el derecho de
resarcimiento indemnizatorio por el “funcionamiento anormal de la
justicia” o por “error judicial”12.
El reproche judicial viene ya viciado por extemporáneo aunque
la garantía no se identifica con el mero incumplimiento de plazos sino
11
MONTERO AROCA JUAN; Principios del Proceso Penal. Tirant Lo Blanch, Valencia, 1997, p.21.
12
GIMENO SENDRA, VICENTE, MORENO CATENA, VICTOR; ALMAGRO NOSETE, JAVIER; CORTES
DOMÍNGUEZ, VALENTÍN; Derecho Procesal. Tomo II, 3ra.Ed. Revisada y actualizada, Tirant Lo Blanch,
1990, p.94 y s.

27
tiene que evaluarse en función de cada caso concreto, pues aparte
del incumplimiento de éstos, ese retardo o dilación debe ser indebido,
lo que para ser evaluado deberá tomar en cuenta la complejidad del
asunto, el comportamiento del agente y la actitud del órgano
judicial.13

2.1.3. Derecho a un juicio oral, público y


contradictorio

Este dispositivo contenido en el Art. 1, inc. 2, del Título


Preliminar del CPP contiene las siguientes garantías:

2.1.3.1. Publicidad y oralidad

Esta es una de las garantías del procedimiento. El primero


garantiza la posibilidad de que eventuales oyentes puedan participar
en el juicio, independientemente de que verdaderamente estén
presentes o no, salvo que no esté previsto legalmente un tratamiento
en audiencia no pública o exista un motivo que justifique la exclusión
de publicidad con la finalidad de preservar el interés de la justicia.14

Implica el control de la sociedad civil de las garantías del


procedimiento y de la naturaleza de los fallos jurisdiccionales. Este
principio cuestiona el secreto, la falta de participación del imputado
en los actos del procedimiento, la imposibilidad de la asistencia del
público a las audiencias y la escritura como modo de transmisión de
conocimiento válido para fundar la sentencia.

La oralidad es el medio apropiado para la práctica de la prueba


ya que a través de la misma se expresan los testigos, las partes y los
peritos. La publicidad se plasma porque el juicio debe realizarse en
presencia de la comunidad, ello tiene que ver con la transparencia,
reduce los espacios de la corrupción, legitima la administración de
justicia. 15

2.1.3.2. Principio de contradicción

13
SAN MARTÍN CASTRO, CÉSAR: Derecho Procesal Penal. Volumen I. Ed. Jurídica Grijley, 1999, p.59 y
s.
14
ROXIN CLAUS, ARZT GUNTHER, TIEDEMANN, KLAUS; Derecho Penal y Derecho Procesal Penal,
Editorial Ariel, S.A. Barcelona, Marzo 1989, pag. 146 y s.
15
TALAVERA ELGUERA, PABLO. Ibíd. Pág.70 y ss.

28
Consiste en el “recíproco control de la actividad procesal y la
oposición de argumentos y razones entre los contendientes sobre las
diversas cuestiones introducidas que constituyen su objeto”16.

Un proceso penal respetará este principio cuando ambas partes,


acusadora e imputado, tienen la posibilidad efectiva de comparecer o
acceder a la jurisdicción a fin de hacer valer sus respectivas
pretensiones, mediante la introducción de los hechos que los
fundamenten y su correspondiente prueba. Las notas esenciales del
principio de contradicción son por ello la posibilidad de acceso
efectivo a los tribunales y la adquisición del status de parte porque la
sentencia no puede obtenerse sino de la oposición antitética de
acusación y defensa17.

A esta garantía se le conoce también como la del “derecho a


ser oído” e implica no sólo la facultad de ser escuchado sino el
desarrollo de actividades previas y las consecuencias posteriores del
ejercicio de tal facultad a fin de que ella se constituya en el núcleo del
derecho de defensa en juicio. La práctica de este principio implica la
existencia de la imputación, es decir, que haya algo de qué
defenderse, acusación que debe ser clara, precisa y circunstanciada
de un hecho concreto de la vida de una persona, que el acusado
tenga conocimiento de la misma y que ejercite el derecho de
audiencia.

Este principio también garantiza el derecho a la integridad


corporal del imputado, la proscripción del tormento o tortura y de
toda actividad que lo induzca a error (preguntas capciosas o
sugestivas o amenazas), la facultad de abstenerse de declarar y el
derecho de probar y controlar la prueba18.

2.1.4. Principio de igualdad procesal

Este es tal vez el principio que describe mejor la evolución en la


cultura jurídica procesal contenida en el nuevo modelo adversarial,
pues consagra el objetivo de igualar el poder de la institución estatal
puesta al servicio de la persecución penal con las facultades del
defensor, es decir, busca superar la

16
CLARIÁ OLMEDO, JORGE; Tratado de Derecho Procesal Penal. T.VI. Editorial, Bs.As, 1967, p.260.
Citado por Mixán Máss, Florencio: Juicio Oral, Ediciones BLG, Trujillo, Enero 1998, p.98.
17
GIMENO SENDRA y OTROS; Ibíd. Pág. 55 y ss.
18
MAIER, JULIO B.J.; Derecho Procesal Penal. Editores del Puerto S.R.L. Buenos Aires, 1996, 2da. Ed.
Maier, Julio B.J.: Ibíd. Pág. 577 y ss.

29
“desigualdad real entre quien acusa y quien soporta
la persecución penal acercándose al modelo de
proceso de partes, dotando al imputado de
facultades equivalentes a los órganos de persecución
del estado y del auxilio procesal necesario para que
pueda resistir la persecución penal con posibilidades
parejas a las del acusador”19

Esta garantía

“asegura una contradicción efectiva en el proceso y


la configuración de parte que se da a los sujetos del
proceso, exige que tanto la acusación como la
defensa actúen en igualdad de condiciones,
dispongan de iguales derechos procesales de
oportunidades y posibilidades similares para sostener
lo que cada cual estime conveniente”20

2.1.5. Presunción de inocencia

Asumir que toda persona es inocente mientras no se haya


declarado judicialmente su responsabilidad significará darle un
tratamiento como tal dentro y fuera del proceso; sólo se podrá
declarar la culpabilidad del imputado cuando se hubiere actuado
suficiente actividad probatoria de cargo así como será necesario
sacar todas las consecuencias del principio de inocencia respecto del
régimen de excarcelación.

La libre valoración de la prueba que hace el Juez deberá


sustentarse en la apreciación de auténticas pruebas de cargo, de allí
que uno de los aspectos de la presunción de inocencia sea que la
carga material de la prueba corresponde exclusivamente a las partes
acusadoras y no a la defensa, asimismo que la prueba de cargo
deberá practicarse en el juicio oral bajo la inmediación del Tribunal
sentenciador.

La doctrina ha establecido que no constituyen actos de prueba


los atestados y demás actos de investigación de la policía judicial y
que el Juez Penal no puede fundamentar su fallo en “prueba

19
MAIER, JULIO B.J. Ibid. Pag.522 y s.
20
SAN MARTÍN CASTRO, CÉSAR, Ibid. Pag.76.

30
prohibida” es decir aquella que ha sido obtenida con vulneración de
los derechos fundamentales21.

El artículo VIII del Título Preliminar del CPP establece justamente


que todo medio de prueba será valorado sólo si ha sido obtenido e
incorporado al proceso mediante un procedimiento
constitucionalmente legítimo y denomina a esta garantía la de la
legitimidad de la prueba.

2.1.6. Derecho a no ser procesado ni sancionado más de un


vez por un mismo hecho

La garantía del ne bis in idem implica dos exigencias: que no es


posible aplicar una doble sanción cuando el sujeto, hecho y
fundamento son los mismos, es decir, cuando se trata de una misma
ilicitud así como el impedimento de que por un mismo delito o falta se
apliquen dos penas.

Es el derecho a no ser enjuiciado dos veces por el mismo delito,


lo que significa el respeto de la cosa juzgada impidiéndose un nuevo
procedimiento en sede administrativa o penal por los mismos hechos
porque el imputado no puede ser sometido a un doble riesgo real.
Este principio está integrado dentro del derecho al debido proceso.

En el ámbito procesal no se proscribe la doble sanción sino el


doble enjuiciamiento, la posibilidad de que un individuo sea sometido
a un doble juicio. El CPP denomina a este derecho la prohibición de la
persecución penal múltiple y establece la preeminencia del derecho
penal sobre el administrativo.

2.1.7. Derecho de defensa

Es el derecho del acusado o del imputado a imponer la tutela


efectiva por medio de una adecuada defensa en cualquier estado del
proceso, el derecho de responder a la acusación garantizándose la
audiencia del imputado, la contradicción procesal, el derecho a un
proceso con todas las garantías, a la asistencia de un abogado, a la
utilización de los medios de prueba pertinentes, a no declarar contra
sí mismo y a no confesarse culpable, rigiendo como tal desde el
momento mismo de la imputación de un hecho delictivo a una

21
GIMENO SENDRA, VICENTE Y OTROS: Ob. cit. Pág., 78 y ss.

31
persona debiendo respetarse a lo largo de todas las actuaciones
procesales. 22

La protección penal se extiende a todo procedimiento y no sólo


al penal protegiendo no sólo al imputado sino a otras personas que
intervienen en el proceso.

El derecho de defensa tiene dos dimensiones, como derecho


subjetivo y objetivo. La primera en tanto pertenece a todas las partes
en el proceso se caracteriza por su irrenunciabilidad, es decir, porque
la parte no puede decidir renunciar a defenderse y su inalienabilidad,
es decir, no puede ser traspasado a terceros. En su característica
objetiva constituye un requisito básico para la validez del proceso.
Nace desde que la persona es convocada por la autoridad ya que
desde ese momento el investigado tiene la posibilidad procesal de
informarse de la investigación preliminar y ser oído por la autoridad
en todas las instancias.

El imputado tiene derecho a:

• Que se le de el status de parte para contestar la pretensión


punitiva, que debe ser previa a su defensa y serle notificada.
• A decir la “última palabra” en el proceso en tanto derecho a
manifestar lo que tenga que expresar al finalizar la actividad
procesal.

Como derechos que se desprenden del derecho de defensa se


encuentran los de ser asistido por un abogado, comunicarse
previamente con él para enfrentar la imputación, conocer todos los
cargos y pruebas existentes en su contra, no sólo cuando se está
detenido sino al ser investigado23.

2.1.8. Legalidad de las medidas limitativas de


derechos

22
GIMENO SENDRA, VICENTE, MORENO CATENA, VICTOR Y CORTÉS DOMÍNGUEZ, VALENTÍN:
Lecciones de Derecho Procesal Penal. 1ra. Ed. 2001, Editorial COLEX, Pág.49 y ss.
23
SAN MARTÍN CASTRO, CÉSAR: Ibíd. Pág. 69 y ss.

32
La limitación de derechos fundamentales, principalmente el
supuesto de la pérdida de la libertad sólo puede emanar de mandato
judicial en el modo, forma y garantías previstas en la ley.

En la búsqueda de fuentes de prueba deberá respetarse el


principio de legalidad procesal, proporcionalidad y necesidad de la
medida aplicándose sólo cuando hubiera suficientes elementos de
convicción debiendo la resolución ser motivada24.

2.1.9. Legitimidad de la prueba

Todo medio de prueba sólo podrá ser valorado si ha sido


incorporado al proceso de un modo constitucionalmente legítimo.
Para que la prueba de cargo sea válida debe probar la existencia del
hecho con todos sus elementos objetivos y la participación del
acusado en el mismo, asimismo ser congruente con los supuestos
fácticos de la acusación. La evidencia que origine una condena
deberá partir de una fase objetiva de constatación de la existencia o
inexistencia de pruebas, donde se evaluará si al obtenerlas se han
respetado las garantías procesales básicas y de una valoración del
resultado o contenido integral de la prueba.

El modelo constitucional de valoración de la prueba supone


aparte de la “íntima convicción” del juzgador, determinar la
existencia de auténtica prueba como proceso objetivo, es decir,
establecer si la realización de las pruebas ha estado provista de las
garantías procesales, sin las cuales se priva de fiabilidad objetiva a
dichas pruebas. Este dispositivo tiene que ver con el principio de la
congruencia de la prueba de cargo25.

2.1.10. Principio de inmediación

Garantiza la relación entre el Juez y el sujeto procesal y significa


que la actividad probatoria ha de transcurrir ante la presencia o
intervención del Juez encargado de pronunciar sentencia. En otras
palabras, el juez sólo podrá sentenciar basado en el material
probatorio procedente del juicio oral. En aplicación de este principio
son pruebas aquellas que han sido practicadas en el juicio en tanto
los jueces sólo quedan vinculados a lo alegado y probado dentro de él
cuestionándose el status de prueba de cualquier actuación sumarial,
24
TALAVERA ELGUERA, PABLO; Ob. Cit. Pag. 51.
25
MIRANDA ESTRAMPES, MANUEL: La Mínima Actividad Probatoria en el Proceso Penal. José María
Bosch Editor, Barcelona, 1997. Pag. 559 y ss.

33
salvo la de la prueba anticipada cuando ha sido declarada prueba
preconstituida26.

2.1.11. Principio de concentración

Es el principio por el cual se tiende a reunir en un solo acto


determinadas cuestiones, lo que se plasma principalmente durante el
juicio oral cuando el conocimiento integral del caso se hará sin
prolongar inútilmente el debate y se terminará oportunamente. El
Juicio oral debe terminar en tanto el recuerdo del magistrado sobre el
desarrollo del juicio esté vivo y fresco de modo que pueda expedir
una sentencia consistente y justa. Se protege así la preservación del
auténtico conocimiento sobre el caso y una adecuada racionalización
del tiempo durante el proceso27.

Para terminar el estudio de este capitulo, y con ello verificar el


correcto aprendizaje de lo hasta aquí desarrollado, procederemos a
dar resolución al caso reseñado al inicio del capítulo.

En el caso citado, Matilde, procesada por el delito de lavado de


activos, rindió declaración sin presencia de su abogado porque no le
fue permitido el acceso a uno, esto claramente limita su derecho de
defensa, lo que la coloca en un estado de desigualdad respecto de su
persecutor –el Ministerio Público- vulnerando de esta manera el
principio a la igualdad procesal, y su derecho a la presunción de
inocencia por evitar o restringir su defensa bajo el argumento de que
es un delito severamente sancionado y rechazado por el Estado, en
otras palabras, por tratarla como culpable cuando no se ha probado
tal hecho.

Asimismo, cuando se resuelve declarar secreta la investigación sin


dar posibilidad de impugnar o cuestionar esta decisión se recorta el
derecho de defensa de Martina, vulnerando nuevamente su
presunción de inocencia pues se arriba a esa decisión por ser un caso
complejo sin que se le haya probado aun nada. Así también se
vulnera el principio de publicidad al declara secreta la investigación
sin motivo fundado, impidiendo que la ciudadanía participe y pueda
cuestionar las resoluciones tomadas en la investigación.

26
GIMENO SENDRA VICENTE Y OTROS: Derecho procesal Tomo II El Proceso Penal. Tirant lo Blanch,
Valencia, 1990, Pág. 80.
27
MIXÁN MÁSS, FLORENCIO: Ob, cit. Pág.98.

34
35
CAPITULO 3

LOS SUJETOS PROCESALES Y LA APLICACIÓN


DEL PRINCIPIO ACUSATORIO.

En este capítulo se aborda el otro escenario en


cuya actuación se plasma la vigencia del Principio
Acusatorio: el Juez Penal, la Defensa Pública del
Estado, rol del Imputado y de la victima en el proceso
penal, y el papel del abogado en el modelo
adversarial.

Para ello, se estudian los diferentes roles de los


sujetos procesales, como la participación de juez, del
imputado y la victima; del mismo modo se reconocen
los problemas para la defensa pública, la ética del
abogado y la aplicación correcta por parte de los
operadores del nuevo proceso penal. Así también,
considerando las funciones del abogado defensor en el
marco del nuevo modelo procesal penal se profundiza
en los elementos que deben integrar la su formación
ética y perfil profesional como abogado litigante.

36
Objetiv
os

Objetivos específicos del capítulo 3

Determinar la situación del Poder Judicial.

Establecer los problemas para la defensa


pública.

Distinguir los derechos que se deben


garantizar al imputado en el proceso penal
acusatorio; y, explicar en qué consiste su
declaración.

Determinar el papel de la víctima en el proceso


penal, es decir, su capacidad y ámbito de
actuación en el mismo.

Identificar las funciones del abogado defensor.


Así como, determinar la formación ética y el
perfil profesional del abogado litigante.

37
3.1. El Juez

Tal como lo esbozáramos en el primer capítulo, el Poder Judicial,


para poder asumir el rol de impartir justicia desde una óptica de
tercero imparcial entre el Ministerio Público y la Defensa, requerirá
enfrentar progresivamente el quiebre del actual quehacer
institucional, caracterizado por una visión homogenizante y rutinaria,
básicamente formalista de impartir justicia penal. En ese sentido, se
contrapondrá a la dependencia del estudio del expediente así como a
los agudos problemas de ética pública y de corrupción que se han
arraigado en la cultura judicial.

VISIÓN
HOMOGÉNEA
Y
RUTINARIA

DEPENDENCI
DEPENDIENTE A DEL
DEL PODER ESTUDIO
(INTERFERENCI DEL
A)
EXPEDIENTE

CAMBIO

DEPENDENCI
A DEL
ESTUDIO FORMALIST
DEL A
EXPEDIENTE

SITUACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DE
JUSTICIA PENAL

38
El reto será pasar de una institución usualmente dependiente
del poder, con excesiva interferencia de éste en el nombramiento de
los magistrados, con parcial nivel de conciencia de sus operadores
respecto de la necesidad de una política judicial de cambio que
implique reformas en el gobierno del Poder Judicial, a una institución
administrada con criterios de racionalización, descongestión y
modernización del servicio de justicia, con una mayor apertura de
este poder del estado a la sociedad civil, sobre la base de
transparencia.

En los actuales momentos, ya no basta la confrontación teórica


entre el modelo mixto de hegemonía inquisitorial y el modelo
acusatorio-garantista. El movimiento de reforma procesal ha
obtenido una conquista normativa con la promulgación de nuevos
Códigos Procesales Penales, de espíritu garantista y adversarial,
instrumentos a través de los cuales se debería lograr que el espíritu
democrático que los sustenta, que busca la coincidencia de los
dispositivos procesal penales con el ordenamiento constitucional, se
plasme en el conjunto de instituciones y prácticas procesales.

Del rol JUEZ Al rol


Inquisidor, investigadores Decisión y garantía
y persecutores de delitos

Parece que es momento de pasar del análisis abstracto sobre


los modelos y tratar, de cara a la aplicación de la nueva normatividad
procesal, los problemas de la justicia procesal penal “en acción”. Hoy
parece evidente que es “necesario separar a los jueces de sus
funciones de inquisidores como investigadores y persecutores de los
delitos” y que, como apuntaría el Profesor Maier:

“es necesaria una acción penal pública en la cual el


órgano propio de la persecución penal sea el
ministerio público reservando para los jueces las
funciones de decisión y garantía”. 28
3.2. El rol del Ministerio Público

28
MAIER. JULIO B. J. “La Reforma del Proceso en el Marco del Sistema Penal”. En Justicia Penal y
Sociedad. Edmundo Vásquez Martínez. INRISE. IECCP. Argentina. 1991. Página 23.

39
Desde hace alguno año, el sistema de justicia se encuentra en
crisis, ello a causa de jueces y fiscales parcializados, y abogados
dispuestos a “todo” a cambio de obtener una sentencia que los
favorezca.

Así el ordenamiento se torna lento y debilitado a consecuencia


de malas practicas. Consideramos que la causa primordial es el poco
o nulo respeto por el cumplimiento de normas éticas del ejercicio
profesional. Todo esto genera que no haya celeridad, predictibilidad e
inseguridad jurídica.

En muchos países latinoamericanos se ha realizado un avance


normativo en lo que respecta a la promulgación o reforma de las
leyes de defensa pública, pero esto no ha significado un avance
notable en la práctica del proceso penal, en el sentido que esta
institución sigue siendo muy débil, más aún si se la compara con el
peso del Ministerio Público o el sistema de organización de los
Fiscales.

No obstante, esta emergencia de la defensa pública como un


nuevo actor del sistema de justicia penal también ha puesto en el
tapete nuevos problemas y nuevos desafíos. Hasta que no se tenga
claro cuál es el modelo de defensa pública que puede satisfacer en
mayor medida las necesidades de un procedimiento equitativo, que
haga de la igualdad de las partes su basamento, poco se habrá
avanzado en la lucha librada con el sistema inquisitivo y en el
fortalecimiento del sistema acusatorio.

El Tratadista Ferrajoli29 al hablar del equilibrio de las partes en


un proceso penal, le da suma importancia a la creación de este
ministerio desde un presupuesto básico: al Estado no sólo le interesa
el castigo de los culpables mediante una recolección legal de las
pruebas en su contra, sino que también le interesa que éstos sean
tutelados, bajo el principio constitucional de la presunción de
inocencia, teniendo el derecho a refutarlas.

Según la investigadora argentina Silvana Ramírez, los


principales problemas que enfrenta la Defensa Pública30 son los
siguientes:

29
Ferrajoli. Ob. cit Pág. 583.
30
Artículo “La Defensa Pública Penal en América Latina” por Silvana Ramírez en la Revista Problemas y
Desafíos. Buenos Aires. Argentina.

40
Problemas para la
Defensa Pública

Modelos
Papel de la Defensa pública y
burocratizados de
defensa pública en mercado privado.
defensa pública
el sistema penal

a. La persistencia de modelos burocratizados de defensa


pública.

Frente a las defensas burocratizadas y los defensores más


preocupados por defender sus cargos, su estabilidad y sus rutinas
antes que por mejorar permanentemente el sistema, hay que
oponerle un nuevo modelo de defensa pública orientado a la lealtad a
su cliente, con una organización moderna pensada para sus propios
fines, con capacidad crítica frente al sistema judicial, preparada para
utilizar al máximo los recursos que el sistema judicial pone a su
disposición y que asuma la carrera de la defensa pública como una
carrera pública que en sí misma reclama especialización y tiempo.

b. El papel de la defensa pública dentro del sistema de justicia


penal.

Este asunto implica nuevas tareas para la defensa pública lo


que conlleva a que ésta deba de apartarse de cumplir roles
estereotipados, convirtiéndose en una institución que incluya a
servidores públicos que pueden diseñar una verdadera estrategia de
defensa, exigiéndoles –a la manera de los abogados privados-realizar
una defensa técnica impecable. Ello requiere no sólo de remozar sus
formas de trabajo, sino también de que tengan pleno conocimiento
jurídico, estén en actualización permanente y tengan un verdadero
compromiso-vínculo de confianza- con el defendido.

El tratadista Bentham31 sostiene que son dos los motivos por los
cuales los defensores públicos deben cumplir correctamente la
función asignada: primero, la publicidad del juicio, pues el contacto
31
Bentham. Ob. cit. Pág. 85.

41
directo del público con su actuación, la opinión que la ciudadanía
tenga de su rol en el proceso penal, lo obliga a hacer las cosas bien, y
el segundo, que el conocido en nuestros países como “abogado de
oficio” no se va a exponer a que el juez u otro abogado tomen la
defensa de la causa por haber actuado negligentemente.

c. Las relaciones de la defensa pública con el mercado privado


de los servicios legales.

Tampoco las defensas públicas pueden ser indiferentes al


desarrollo de la calidad y la cantidad de los servicios legales
disponibles por los sectores de menores recursos. En este sentido, se
desarrollan tres modelos alrededor de la defensa pública:

- Los que utilizan abogados que ejercen la profesión en forma


privada.
- Aquellos que organizan su servicio a partir de instituciones que
cuentan con abogados con una remuneración mensual.
- Los sistemas mixtos que tienden a diseñar un sistema que aúne
las ventajas de los dos sistemas anteriores.

La complejidad de los problemas que giran alrededor de la


defensa pública y la magnitud de las tareas que tiene por delante,
nos impone superar las visiones moralistas o burocráticas que podrán
ser tranquilizadoras para quienes en lo individual ejercen sus cargos
con responsabilidad, pero que son notoriamente insuficientes para
construir nuevos sistemas de defensa pública que verdaderamente
sean fundamento de una política eficaz de defensa capaz de competir
frente a los defensores privados y de garantizar una protección
idónea de los Derechos Humanos de los procesados.

En ese orden de ideas, consideramos una ayuda al


mejoramiento de la defensa pública sería el nombramiento de
Fiscales capacitados en materia penal y procesal penal, así como que
este personal cuente con cualidades éticas y vocación de servicio a la
comunidad.

3.3. El Imputado

Iniciaremos el estudio de este apartado con la descripción de un


caso que resolveremos al final del mismo.

42
“Jorge De Daza, acudió a su toma de declaración, sin embargo
no le dejaron contar con un abogado defensor, argumentado que se
contaba con poco tiempo para la investigación y que el
nombramiento de un abogado tomaría demasiado tiempo. Durante su
declaración, Jorge se sintió cansado, por lo que resolvieron
postergarla, diciéndole que para la siguiente sesión debía contar con
un abogado. Luego, en la sesión siguiente, Jorge De Daza decidió
guardar silencio, pero el Fiscal señaló que ello no estaba permitido
por lo que lo obligo a declarar.”

Para que se plasme prácticamente el principio acusatorio se


requiere la existencia del otro sujeto procesal: el imputado, el mismo
que actuará en el proceso, ya sea directamente, o a través de su
abogado defensor. En ese sentido, el papel del defensor y el
reforzamiento de su rol en el proceso penal parece estar ligado
también a la superación del sistema inquisorial.

Estas cuestiones fueron advertidas por Bentham32 quien, a


pesar de la poca simpatía que parecía tener por los abogados y en
discordancia con su posición en cuanto a que las partes de un
procedimiento se pueden defender por sí mismas, concluyó

“…pero en el reinado de una legislación


oscura y complicada, de un modo de enjuiciar
lleno de fórmulas y cargado de nulidades,
especialmente con una jurisprudencia no escrita,
el ministerio de los abogados es indispensable…”

Como señala el tratadista Alberto M. Binder33, el principio de


defensa durante el proceso penal cumple una doble función. De un
lado, es una condición de legitimidad del proceso penal en un Estado
de Derecho. De otro, permite que las garantías sean controladas y
puestas en práctica por el propio interesado. Sin embargo, el
imputado debe ser un sujeto procesal y no un objeto del proceso; no
nos podemos desentender del hecho de que una altísima proporción
de los imputados carecen de la posibilidad de poder conseguir por
cuenta propia un defensor por sus limitaciones económicas.

En países pobres como los de nuestro continente, donde la


selectividad hace que la mayoría de los clientes del sistema penal
32
Bentham. Tratados de la Organización”. Capítulo XXI, pág. 78 incluido en el Artículo “Defensa
Técnica y Autodefensa” de Guillermo Enrique Friele.
33
Binder, Alberto M. “Introducción al Derecho Procesal Penal”. Editorial “Ad Hoc”, 1993. Pág. 151

43
sean personas procedentes de estratos subalternos, empieza a
advertirse cada vez más la necesidad que el Estado refuerce los
sistemas de defensa pública porque, de lo contrario, el principio de
igualdad será una formalidad y la relación entre las contrapartes en el
proceso penal será inequitativa y desigual. Toda vez que el imputado
que se encuentre en deficiente situación económica contará con
menor posibilidad de acceso a la justicia –manifestado esto en un
abogado defensor capacitado en materia penal y procesal penal.

La importancia de la defensa radica en primer lugar, en que


ésta es un poderoso instrumento de impulso y control de la prueba
que se recaba en un proceso penal. En segundo lugar, porque juega
un papel contradictorio con respecto al órgano acusador, aportando
contrapruebas que tienden a desvirtuar a las presentadas por éste,
todas las cuales finalmente serán analizadas y valoradas por un
juez34.

A decir del tratadista Luigi Ferrajoli para jugar un papel


contradictorio hace falta que la defensa y la acusación se encuentren
en el mismo plano, a lo que denominó “la perfecta igualdad de las
partes”.

De lo que se colige que, para estar en un plano de igualdad con


el Ministerio Público, la defensa del ciudadano debe ser técnica para
poder velar por los intereses del cliente de la mejor manera posible.
Para que la defensa técnica sea efectiva, debe ser llevada adelante
por un abogado, un especialista en leyes que conozca los
mecanismos, vericuetos y complejidades que presenta en la
actualidad un procedimiento penal.

En este sentido, si el imputado no cuenta con los recursos


económicos suficientes para poder pagar un abogado defensor, el
Estado debe estar obligado a proporcionar una defensa técnica a todo
procesado que lo necesite y no tenga medios económicos para poder
solventarla. Tampoco se trata de conformarnos con sistemas de
defensa pública diminutos, con pocos abogados sobrecargados de
trabajo o ineficientes, o con un sistema de defensa pública encargada
prácticamente a estudiantes de derecho.

La necesidad de contar con un servicio de defensa pública serio,


construido institucionalmente con abogados suficientes y capaces que
pueden garantizar una efectiva defensa de los ciudadanos sin recursos
34
económicos,
Ferrrajoli, haciendo
Luigi. “Derecho efectivo
y Razón”. el acceso
Editorial Trotta, Madrid a la Pág.
1995. justicia,
613. constituye otro
aspecto vital de requerimiento político criminal, para garantizar un
verdadero proceso de reforma procesal penal y una real vigencia del
44
principio acusatorio.
Ahora bien, independientemente de la calidad de defensa que
reciba el imputado, el sistema de justicia le garantiza derechos con
rango constitucional que le asisten durante el proceso penal.

Así, el imputado puede hacer valer por sí mismo, o a través de


su Abogado Defensor, los derechos que la Constitución y las leyes le
conceden y los Jueces, los Fiscales o la Policía, deberán hacerle saber
que tiene derecho a:

• Conocer los cargos formulados en su contra y, en caso de


detención la causa o motivo de dicha medida, entregándole la
orden respectiva.

• Designar a la persona o institución a la que debe comunicarse


su detención y que ello se haga en forma inmediata;

• Ser asistido desde los actos iniciales de investigación por un


Abogado Defensor;

• Abstenerse de declarar; y, si acepta hacerlo, que su Abogado


esté presente en su declaración y en las diligencias en las que
se requiera su presencia;

• Que ningún operador puede emplear en su contra medios


coactivos, intimidatorios o contrarios a su dignidad, ni ser
sometido a técnicas o métodos que induzcan o alteren su libre
voluntad o le hagan sufrir alguna restricción ilegal.

• Ser examinado por un médico legista o por otro profesional de


salud, cuando lo requiera.

• Acudir ante el Juez de la Investigación Preparatoria para que


éste dicte las medidas de corrección o de protección que
correspondan.

45
• Si el imputado es menor de edad, cualquiera de las partes
podrá solicitar que se corte la secuela del juicio y se ponga al
adolescente a disposición del Juzgado de Familia.

• Ser internado en un centro médico especializado si le


sobreviniere anomalía psíquica o en caso de enfermedad, ser
sometido a la inmediata evaluación del médico legista o del
perito médico que se designe, recibiendo el tratamiento que
corresponda.

• Cesar del estado de contumaz o ausente cuando se presente a


juicio, dejándose sin efecto el mandato de detención
compulsiva, lo que no afecta la orden de detención o prisión
preventiva si la hubiere.

• Rendir su declaración en cualquier etapa del proceso, pudiendo


solicitar la ampliación de ésta manifestación, la que procederá
si no se trata de un procedimiento dilatorio o malicioso para
alargar indebidamente el proceso intentando provocarse la
prescripción del mismo.

• Solicitar la actuación de medios de investigación y de prueba y


aclarar lo que considere conveniente.

• Obtener beneficios legales por cooperación o confesión.

• Ser interrogado adecuadamente en la etapa preparatoria como


en el Juicio de modo tal que las preguntas que se le hagan sean
claras y precisas y no ambiguas, capciosas o sugestivas.

• Realizar el reconocimiento de documentos, personas, voces,


sonidos o cosas cumpliéndose con las formalidades en cada
caso.

• Postergar su declaración si presenta signos de fatiga o de falta


de serenidad.

• Dictar sus respuestas en el interrogatorio al que se le someta


durante la Investigación Preparatoria.

• Firmar el acta al concluir su declaración o colocar su impresión


digital consignándose el motivo si rehúsa hacerlo.

46
• Declarar sin esposas ni otros medios de seguridad y sin la
presencia de más personas que las autorizadas para asistir.

Según el tratadista Vicente Gimeno Sendra el imputado es la


parte pasiva necesaria del proceso penal, que se ve sometido al
proceso y se encuentra amenazado en su derecho a la libertad, o en
el ejercicio o disfrute de otros derechos cuando la pena sea de
naturaleza diferente, al atribuírsele la comisión de hechos delictivos
por la posible imposición de una sanción penal en el momento de la
sentencia.

Dicho investigador hace la diferencia entre el sujeto a quien se


suele denominar imputado cuando las partes acusadoras le han
atribuido participación en los hechos delictivos pero aún no se ha
producido una imputación por la autoridad judicial en la investigación,
en tanto ésta todavía no ha reunido los suficientes elementos de
convicción acerca de los indicios de responsabilidad penal del sujeto y
la persona a quien se le denominará procesado cuando en el sumario
por delitos graves el instructor ha dictado contra él un auto de
procesamiento inculpándole formalmente.35

La suspensión del proceso impide la declaración del imputado o


el juicio, sin obstaculizar que se continúe la investigación del hecho o
siga el trámite de la causa respecto de los demás coimputados.

La contumacia del imputado, se declarará cuando:

• De lo actuado se advierte que teniendo conocimiento de que es


requerido el imputado no se presenta a las actuaciones
procesales.
• Fugue del establecimiento o lugar donde se encuentre preso.
• No obedezca una orden de detención o prisión.
• Se ausente del lugar de su residencia sin autorización del Juez o
del Fiscal.

La ausencia del imputado será declarada por el Juez cuando se


ignore su paradero y no aparezca evidencia en autos de que conoce
la existencia del proceso.

35
Gimeno Sendra, Vicente y otros; Lecciones de Derecho Procesal Penal. En: Las partes acusadas. Pag.
129 y 131.

47
El auto que declare tanto la contumacia como la ausencia del
imputado ordenará la conducción compulsiva de éste y asimismo
que se le nombre Defensor de Oficio o defensor señalado por un
familiar. El Abogado intervendrá en todas las diligencias y podrá
hacer uso de cualquier medio de defensa.

La declaración de contumacia o ausencia no suspende la


Investigación Preparatoria ni la Etapa Intermedia ni altera el
curso del proceso respecto de los demás coimputados. Si se
produce durante el juicio Oral, el proceso se archivará
provisionalmente respecto de aquel, el mismo que puede ser
absuelto pero no condenado.

Cuando el imputado se presentare, realizadas las diligencias


que requieran su participación, cesará su estado de contumaz o
ausente dejándose sin efecto el mandato de detención compulsiva, el
mismo que no afecta la orden de detención o prisión preventiva si la
hubiere.

Una de las diligencias que realiza el imputado en el marco de


proceso penal es su declaración –lo que constituye un derecho-; así el
imputado tiene derecho a rendir su declaración en cualquier etapa
del proceso, puede asimismo solicitar la ampliación de ésta la que
procederá si fuere pertinente y no constituya un procedimiento
dilatorio o malicioso. Durante la investigación preparatoria, aunque
hubiere declarado ante la Policía lo hará frente al Fiscal, con la
asistencia de su abogado defensor. En el Juicio la declaración se
recibirá en la forma y fecha fijada para tal fin.

Antes de comenzar su declaración se le comunicará la razón de


la imputación, las pruebas existentes y las leyes penales aplicables.
Se le informará que tiene derecho a abstenerse de declarar y que esa
decisión no podrá utilizarse en su perjuicio, se le referirá que tiene
derecho a ser asistido por su abogado defensor o supletoriamente por
un abogado de oficio, pudiendo consultar con él antes del inicio de la
diligencia o pedir la postergación de la misma.

Se le advertirá que puede solicitar la actuación de medios de


investigación y de prueba y aclarar lo que considere conveniente.

48
Se le solicitará que responda con claridad y precisión a las
preguntas que se le formulen así como se le instruirá sobre los
beneficios legales que puede obtener si coopera.

La declaración del procesado deberá contener:

• La sección de identificación y fijación de antecedentes.

o Nombre, apellidos, sobrenombre, apodo, lugar y


fecha de nacimiento, edad, estado civil, profesión u
ocupación, domicilio real y procesal, residencia anterior,
nombres y apellidos de sus padres, cónyuge e hijos y de
las personas con quienes vive.
o Si ha sido encausado anteriormente proporcionando
datos que permitan identificar ese proceso.
o Si tiene bienes, quien los posee y a que título así
como si se encuentran libres de gravamen
o Sus relaciones con los otros imputados y con el
agraviado.

• Se le invitará a que declare cuanto tenga por conveniente


sobre el hecho que se le atribuye y para que indique los actos
de investigación y de prueba que solicite.

• Se interrogará al imputado. En la etapa preparatoria lo hará


el Fiscal y el Abogado Defensor. En el Juicio participarán en el
interrogatorio todas las partes mediante un interrogatorio
directo. El Juez puede intervenir excepcionalmente para
cubrir un vacío en el interrogatorio.

• Las preguntas que se hagan al imputado deben ser claras y


precisas no pudiendo formularse preguntas ambiguas,
capciosas o sugestivas. Durante el interrogatorio no podrá
coactarse al imputado ni inducirlo a declarar contra su
voluntad, ni se le harán cargos orientados a lograr su confesión.

Al respecto, el tratadista Julio B. Maier ha sustentado que la


incoercibilidad del imputado como órgano de prueba se vincula al
principio de defensa y está orientado a que no existan condiciones
negativas para la validez de ciertos actos. Por ejemplo la
imposibilidad de obligar a declarar a alguien contra sí mismo o de
emplear ciertas formas de coerción para privarlo de su libertad de
decisión como informante o trasmisor de conocimientos y la

49
pretensión de evitar que una declaración coactada de éste pueda ser
valorada como un elemento de cargo en su contra36.

• Durante la declaración podrán realizarse las diligencias de


reconocimiento de documentos, personas, voces, sonidos o
cosas, por el imputado.

• Si se advierten signos de fatiga o de falta de serenidad en el


imputado la declaración será postergada.

• Durante la Investigación Preparatoria el Acta que contenga la


declaración del imputado reproducirá fielmente lo que ocurra
en la diligencia estando el imputado autorizado para dictar sus
respuestas

• La diligencia finalizará con la lectura y firma o en su caso la


colocación de la impresión digital en el acta. Si el imputado se
niega a declarar, ello se hará constar en el acta. Si rehúsa
firmarla se consignará el motivo.

El nuevo diseño normativo acusatorio establece asimismo el


tratamiento procesal en caso de pluralidad de imputados:

• Se recibirán las declaraciones evitando que se comuniquen


entre sí antes de la recepción de todas ellas.

• El imputado declarará sin esposas ni otros medios de seguridad


y sin la presencia de más personas que las autorizadas para
asistir.

• Cuando el procesado esté privado de libertad se le tomará su


declaración en recintos cerrados apropiados para impedir su
fuga o que pueda atentar contra la seguridad de las personas.

Así como no existe proceso sin acusación, tampoco existe


imputado sin defensor. Aunque en el moderno ordenamiento
procesal, en el conjunto de las audiencias públicas, incluso en la
etapa preparatoria, el Juez deberá escuchar siempre el punto de vista
del procesado, este proceso gradual de democratización que asegura
que el procesado sea sujeto y no objeto del proceso penal y en ese
sentido que será consultado siempre por el Juzgador antes de decidir

36
Maier, Julio. Derecho Procesal Penal. Pag. 595.

50
tiene marcada importancia en la superación del procedimiento
inquisitivo.

Ello no significa que por su mera participación oral garantizada


normativamente, esa circunstancia redundará en que será
plenamente oído en el mismo nivel de credibilidad y seriedad que el
Abogado Defensor y el Ministerio Público. Llegar a ello es una meta
concreta de la aplicación garantista del modelo procesal.

Una vez estudiado este apartado, para un mejor aprendizaje


pasaremos a resolver el caso inicialmente planteado. En el caso, Jorge
De Daza, vio restringido su derecho de defensa al no permitírsele
contar con un abogado defensor, no obstante si se hizo bien al
suspender la sesión debido a su agotamiento. Sin embargo, se
incurrió nuevamente en error cuando no se le dejó guardar silencio
obligándosele a declarar, vulnerando de esta manera su derecho a la
no autoincriminación y derecho a guardar silencio.

3.4. La Víctima

En el ámbito penal cabe diferenciar entre los conceptos de


agraviado y sujeto pasivo, el primero de ellos es un término general
que engloba al concepto de sujeto pasivo así como a las personas
perjudicadas por las consecuencias delito como, por ejemplo, los
familiares; mientras que el segundo se subdivide en dos: sujeto
pasivo de la conducta y sujeto pasivo titular del bien jurídico –el
primero es sobre el que recae directamente la conducta antijurídica, y
el segundo, es el titular del bien jurídico protegido por el tipo penal
sobre el que puede no recaer directamente la conducta típica.

Ahora bien, ya definidos los conceptos en el ámbito penal, estos


conceptos varían en el ámbito procesal penal. Así, el nuevo Código
Procesal Penal establece como concepto genérico al de Víctima el
cual abarca la definición de Agraviado, Actor Civil y Querellante
particular.

Cabe señalar que, si bien estos sujetos son agraviados, el


código hace una especial diferenciación en aras de las competencias
que tendrán en el marco del proceso penal.

51
El Agraviado, a diferencia del Código de Procedimiento Penales,
en el cual su participación era limitada, en el Nuevo Código Procesal
Penal tiene presencia no solo para rendir su declaración en cualquier
instancia del proceso sino también para exigir conocer el
desenvolvimiento del mismo e interponer recursos impugnatorios
respecto de sentencias absolutorias.

Estas facultades detentadas por el Agraviado se encuentran


reguladas en el artículo 94º del Nuevo Código Procesal Penal, y
constituyen un hito en el desarrollo del proceso penal.

Por otro lado, el Código de Procedimientos Penales establece


quienes se podrán constituir en Parte Civil (artículo 54º del
mencionado cuerpo normativo), siendo que estos tendrán la facultad
de intervenir en el Proceso Penal en busca de una reparación civil,
pudiendo para ello deducir medios impugnatorios diversos.

En el Nuevo Código Procesal Penal, como mencionamos en


párrafos anteriores, el Agraviado puede deducir recursos
impugnatorios de sentencias absolutorias. El actor civil, constituido
como tal para perseguir una pretensión civil podrá deducir también
los recursos correspondientes para tal fin. No obstante, en el Nuevo
Código se da tratamiento diferenciado a la pretensión civil y a la
pretensión punitiva; es decir, que mientras en el proceso vigente el
Ministerio Público debe perseguir también la pretensión punitiva pese
a la constitución de la parte civil, en el Nuevo Código con la sola
constitución del actor civil el Ministerio Público pierde la posibilidad
de actuar respecto de la pretensión civil.

Asimismo es de vital importancia que el cambio planteado por


el nuevo código, toda vez que el Poder Judicial independientemente
de la decisión judicial en torno a la determinación de responsabilidad
penal respecto del procesado deberá pronunciarse sobre la
pretensión punitiva. Es decir que, aún cuando pueda absolverse al
procesado se deberá fijar un monto de reparación civil. Esto
constituye un importante cambio pues en el código vigente con la
emisión de sentencia absolutoria se dejaba de lado la pretensión civil,
la cual era considerada como accesoria de la pretensión punitiva.

Por último, el Nuevo Código Procesal Penal incluye dentro del


concepto de Víctima al Querellante Particular, quien en delitos de
acción privada se constituirá como tal para perseguir la pretensión

52
resarcitoria. En otras palabras, el Querellante Particular será un
agraviado del delito pero de un delito de acción privada.

Así para una mejor comprensión del concepto de agraviado y


sujeto pasivo plantearemos un ejemplo: En una joyería, un hombre
con un arma ingresa y asalta el recinto exigiéndole al
vendedor, que se encontraba dentro, le entregue todo el
dinero y joyas de la tienda, ante su resistencia, el ladrón le
propina una fuerte golpiza. Posteriormente el dueño de la
tienda interpone una denuncia por robo, incluyéndose él
como agraviado.

Del caso se puede apreciar por un lado al sujeto pasivo del


delito de robo agravado, el ladrón armado, por otro lado al sujeto
pasivo –es decir sobre quién recayó la acción-, el vendedor, y el
agraviado del delito- esto es el que se ve lesionado en su patrimonio
a consecuencia de la consumación de tipo-, el dueño de la tienda.

3.5. El Abogado Defensor

De la lectura de este apartado se podrá determinar cual es el


perfil que se requiere, o el perfil idóneo para el ejercicio de esta
profesión. En ese sentido en gráficos posteriores podrá el estudiante
verificar cual las características que integran este perfil.

Como hemos visto hasta este punto, el papel que desempeña


en abogado es determinante para el correcto funcionamiento del
nuevo modelo procesal. El abogado además de ser defensor de las
causas de sus clientes, deberá manejarse adecuadamente en el
sistema oralizado que introduce el Nuevo Código Procesal Penal,
manteniendo la probidad en todas actuaciones tanto en litigación oral
como en la actividad de litigio escrito.

Si bien se postula regularmente la necesidad de una defensa


técnica, no existe una valoración crítica de la formación de los
abogados en nuestros países, la misma que se caracteriza por la
provisión memorística de conocimientos y su falta de sentido
práctico.

En ello radica la importancia de las Facultades de Derecho pues


ellas serán las que formarán a los nuevos profesionales que actuarán
en el sistema de justicia. En ese sentido, los cursos dictados por estas

53
facultades deberán ajustarse a los objetivos que se buscan para
obtener una mejora del sistema.

En los cursos de Derecho se debe permitir y hasta fomentar la


discusión de las normas y doctrinas jurídicas. Pero la implementación
de un proceso penal basado en el Principio Acusatorio requiere la
existencia de Abogados que dominen el estudio del caso desde el
pleno conocimiento de los presupuestos de hecho, la teoría de la
prueba, la valoración de la evidencia, el desarrollo de la
contradicción.

La labor del profesor universitario en las aulas de las Facultades


de Derecho será por ello enseñar al estudiante a “pescar”, no
entregarle el pescado para que el alumno lo describa
memorísticamente. El profesor y el estudiante tienen que ser
compañeros. No pueden verse como enemigos ni como competidores.
Claro está, siempre dentro de un marco de respeto mutuo.

Formación en las facultades de derecho

Modelo tradicional Nuevo modelo

Memorístico Investigativo
Teórico Pasar a Teórico práctico
Vertical Horizontal, dialogante

El profesor comprometido en la carrera docente debe sentirse


orgulloso de estudiantes que lo cuestionen continuamente y que
incluso lo superen. No así de aquellos que lo acepten todo sin
cuestionar. El profesor que no conozca la respuesta a lo cuestionado
o preguntado por algún estudiante, debe admitirlo así y para la
próxima sesión deberá llevar una solución razonable al problema
planteado. De esta forma se ganará el respeto y admiración de los
alumnos.

Por otro lado, el estudiante debe sentirse en un ambiente


cómodo. En el cual no sienta temor de cuestionar todas aquellas
dudas que le surjan, por más simples que estas parezcan. Después de
todo por eso es estudiante. Debe sentirse libre de poder expresar sus

54
inquietudes, opiniones, críticas y comentarios en relación con los
temas que se analicen y discutan en clase.

Presupuestos de hecho

Dominio de temas para Teoría de la prueba


el abogado defensor en
el modelo adversarial
Valoración de la evidencia

Desarrollo de la contradicción

Todo ello, en aras de que el abogado desarrolle de la mejor


manera posible su función de abogado defensor, logrando el éxito de
sus causas de forma ética y profesional.

El artículo 84º del Código Procesal Penal Peruano señala que las
facultades del abogado defensor son las siguientes:

• Presta asesoramiento desde que su patrocinado fuere citado o


detenido por la autoridad policial.

• Interroga directamente a su defendido, así como a los demás


procesados, testigos y peritos.

• Se asesora por un experto en ciencia, técnica o arte durante el


desarrollo de una diligencia, siempre que sus conocimientos
sean requeridos para mejor defender.

• Participa en todas las diligencias, excepto en la declaración del


imputado que no defienda durante la etapa de investigación.

• Aporta los medios de investigación y de prueba que estime


pertinentes.

• Presenta peticiones orales o escritas.

55
• Tiene acceso al expediente fiscal y judicial para informarse del
proceso así como obtener copia simple de las actuaciones en
cualquier estado del procedimiento.

• Ingresa a los establecimientos penales y dependencias


policiales para entrevistarse con su patrocinado.

• Se expresa con amplia libertad en el curso de la defensa de


modo oral o escrito, siempre que no ofenda el honor de las
personas.

• Interpone cuestiones previas y prejudiciales, excepciones,


recursos impugnatorios y los demás medios de defensa
permitidos por ley.

No se puede homogenizar la evaluación de los abogados


penalistas que ejercen a nivel privado a través de Estudios Jurídicos o
Consorcios de abogados. Su rendimiento suele ser mejor que los
abogados que ejercen en forma privada de modo individual.

Pero a la base de ello se encuentra también la desigual


posibilidad de acceso a mecanismos de información e incluso a las
posibilidades de relación con los magistrados. La actuación gremial
de los Colegios de Abogados desarrollando programas de
capacitación en el foro sobre el nuevo modelo procesal acusatorio
adversarial deberá ser una estrategia a desarrollar en nuestros
países.

Cabe resaltar que frente este problema medular, las últimas


gestiones del Colegio de Abogados se vienen centrando en el
problema de los abogados con mala formación académica y práctica.
Por lo que se estudia la posibilidad de reducir o no admitir la
constitución de más Facultades de Derecho.

Se busca, además, superar el problema de la ética del abogado


que ciertamente genera desequilibrio en el sistema de justicia.

Toda la problemática de la ética del abogado en el antiguo


procedimiento penal, marcado por el secreto en la etapa del sumario,
por las presentaciones escritas y por un activo rol del juez en
desmedro de la actuación de las partes, cambia totalmente con la
entrada en vigencia del nuevo proceso penal. Es incuestionable que la

56
falta de un sistema efectivo de control ético de la profesión jurídica no
contribuye a relevar estos asuntos.

La cercanía de la relación entre abogados e imputados y otros


intervinientes en el proceso penal tales como los Procuradores o los
Abogados de la víctima da lugar a la posibilidad de conflictos éticos,
que se expresan en cuestiones tales como el tipo de información que
el abogado dará a su defendido o a los familiares de éste, dilemas
éticos que se inician desde la primera entrevista del abogado
defensor con el imputado, y las consecuencias que de ello se pueden
extraer.

Por ejemplo, en buena parte de nuestros países, al fijarse la


remuneración del abogado defensor, se acostumbra, por una mala
práctica ya institucionalizada, fijar remuneraciones para gastos
extraordinarios orientados a que el cliente pague las actividades en
las que el abogado realiza el tráfico de influencias tales como
agasajos, entrega de presentes y asuntos similares.

El papel del abogado tiene que ver con el rol del imputado
dentro del proceso penal. Es en relación a la defensa de éste que se
plasma la verdadera igualdad jurídica entre el Ministerio Público y el
Abogado defensor. Por ello nos referimos en puntos anteriores el
nuevo rol del imputado en el proceso penal, lo que profundizaremos
durante el estudio del curso.

El tratadista Bentham señala, en el contexto de un proceso de


real igualdad de las contrapartes, dos características de los abogados.
La primera, que en el sistema que implica la verdadera aplicación del
principio de publicidad son muy raros los casos de abogados
corruptos; y, la segunda, que los defensores no se nieguen a asistir a
nadie, sea rico o pobre, grande o pequeño, desplegando todo el
talento que poseen en beneficio de su cliente37.

Esta descripción no concuerda con la situación de la mayoría de


los defensores en nuestros países, donde la práctica de los abogados
en la administración de justicia criminal se encuentra deslegitimada
principalmente porque éstos, en su mayoría, son operadores que
realizan conductas vinculadas a la corrupción como parte del ejercicio
habitual de la defensa. El tráfico de influencias, la prolongación
dolosa del procedimiento, el formalismo jurídico expreso orientado a
que los justiciables desconozcan el flujo del procedimiento y se hagan
37
Confr. Bentham, “Tratado de las Pruebas…”, págs. 185/186

57
marcadamente dependientes del abogado, la institucionalización de
pagos supuestamente indispensables a jueces, secretarios de
juzgado, operadores administrativos, son parte de un escenario que
debe superarse definitivamente en el modelo procesal acusatorio.

Así, con la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal el proceso


penal adquiere una forma eminentemente oral, lo que contrasta con
el sistema inquisorial en el que predominaba la forma escrita. En
consecuencia, la actuación del abogado defensor ya no se limita a la
presentación de escritos sino que se requiere de un adecuado
desenvolvimiento y conocimiento del caso para la defensa del caso
de manera oralizada. El conocimiento de técnicas de litigación oral
para la mejor expresión de argumentos será lo que marque la
diferencia entre los abogados litigantes.

En el campo de la litigación oral, que es el escenario del


proceso penal donde se plasma prácticamente el Principio Acusatorio,
para que los abogados sean una verdadera contraparte del Ministerio
Público, se requiere que todo abogado tenga en lo fundamental las
siguientes cualidades:

Autoestima Autocrítica
Seguridad Crítica
Decidido
Imaginativo
Creativo Honesto
Iniciativa Escucha
Responsable Dominio
Cualidades del legal
Abogado
Defensor Presentación No indeciso
Elocuente No tímido
Asertivo Puntual
Presentación No
indeciso
Elocuente No tímido
Asertivo Puntual

a. Seguridad y autoestima

El abogado litigante tiene que ser una persona segura de sí


misma y poseedora de una gran autoestima. No debe angustiarse por

58
cualquier percance que tenga que confrontar. Como primer paso
tiene que eliminar el concepto de la ofensa. La persona que se ofende
es una persona insegura de sí misma y de lo que es. En todo caso, el
abogado defensor tiene que lograr ser en primer lugar un buen
defensor de sí mismo poniendo por delante la capacidad de
argumentatividad y de razonabilidad.

b. Vencer la timidez

El proceso penal es un campo de ejercicio profesional para las


personas decididas. La timidez es un rasgo de la personalidad que
puede ser vencido. Claro está, en ocasiones ésta es producto de la
falta de seguridad en el conocimiento del caso, no de una
característica de la personalidad. Por ello, generalmente, es
consecuencia de la falta de preparación.

c. Sentido de crítica y autocrítica

El abogado no puede ser de esos que creen saberlo todo y que


tienen la verdad “agarrada del mango”. Debe estar abierto a
escuchar críticas y consejos de otros. Analizarlos objetivamente,
aceptarlas, y superarlas, si queda convencido con los mismos.

d. No temer cometer errores

Muchos de los abogados limitan sus actuaciones por temor a


cometer errores. No se puede actuar con miedo. El abogado no debe
temer cometer errores. En la vida no hay errores, sólo lecciones.
Cometer errores no es nada malo. Éstos forman parte de la vida y son
esenciales para el crecimiento personal.

e. No ser indeciso

El abogado litigante al igual que el juez o el Fiscal, tiene que


estar tomando decisiones día a día, minuto a minuto. Al tomar
decisiones entre varias opciones posibles, debe estar consciente del
riesgo que corre al hacerlo; y asumir con entereza el éxito o el fracaso
que éstas conlleven.

f. Ser elocuente

Se necesita tener retórica, buen discurso, elocuencia y dominio


del lenguaje tanto oral como escrito. No se debe olvidar que el idioma

59
en la litigación oral es lo que el fusil en la guerra. Para ampliar su
vocabulario, y así lograr mayor elocuencia, el abogado deberá
comprender que lo más recomendable es hacer de la lectura un
hábito. No basta dominar el arte de la oratoria, es decir expresarse
adecuadamente y con propiedad, se trata de saber y dominar lo que
se dice, con lo que se consigue hablar sostenidamente y con
coherencia.

g. Habilidad para identificar controversias

El abogado debe desarrollar habilidad para el análisis y la


lógica. Ser capaz de comprender e identificar la verdadera naturaleza
de un problema o controversia y llegar a conclusiones correctas
respecto a las diversas soluciones y alternativas posibles.

h. Tener iniciativa e imaginación

El abogado litigante debe ser una persona de muchos recursos,


iniciativa e imaginación. No dejarse dominar por convencionalismos.
Debe ser capaz de dejar de hacer las cosas de determinada manera
por el simple hecho de que siempre se han hecho así.

i. Ser asertivo sin ser agresivo

La persona asertiva es la persona que comunica lo que piensa


en forma clara y directa, siendo espontánea y natural y
enfrentándose a los problemas en vez de evadirlos.

La asertividad se comunica a través del contenido y el lenguaje


de lo que se expresa. Ello se constata tanto en el lenguaje verbal
como en la comunicación no verbal o lenguaje corporal, que habla
mediante el contacto visual, la postura, el tono de voz, las
expresiones y los movimientos del cuerpo.

j. Ser honesto y tener un alto nivel de ética

La integridad y la honestidad son requisitos esenciales para el


buen abogado litigante. Su palabra debe ser siempre de fiar. Debe

60
tener, además, un amplio sentido de lealtad hacia aquellos a quienes
respeta, claro está, sin caer en el sometimiento.

El abogado litigante puede sentirse tentado a poner en riesgo


su integridad a largo plazo por obtener metas a corto plazo. Por
ejemplo, entre otras cosas, puede, por el deseo de ganar un caso,
hacer que sus testigos falseen a la verdad al declarar en el tribunal o
puede inducir a error al tribunal haciendo una falsa relación de los
hechos o del derecho aplicable. Podría con esto lograr ganar un caso,
pero perdería, a largo o mediano plazo, su mayor tesoro: su
credibilidad y reputación social. Éstas no pueden ponerse en riesgo
por nada ni por nadie.

k. Presentarse adecuadamente.

Desde el momento que sale de su casa el abogado debe


presentar una imagen de seriedad y compromiso con lo que
representa. Debe, además, ser una persona que se gane el respeto,
admiración y simpatía de los demás. Ser considerado, comprensivo y
cordial con aquellos que perciben las cosas de forma distinta a como
él las aprecia.

l. Ser puntual y responsable

La puntualidad es el distintivo de la gente responsable. La


responsabilidad debe estar siempre presente, aún en los casos que
parecen carecer de importancia. Actuando responsablemente el
abogado comienza a ganarse el respeto de los demás y gozar de
respeto en esta profesión es determinante.

m. Conocimiento y dominio de la legislación penal

En el nuevo sistema procesal penal el abogado litigante debe


tener un vasto conocimiento de la legislación penal vigente, en tanto
la secuencia del procedimiento, siendo caracterizada por una mayor
celeridad y rapidez, no asegura el tener suficiente tiempo para
consultar textos ni para consultar a otras personas. Es en el
momento, cuando el juez le requiere su posición respecto a
determinado asunto que se debe responder, no después.

n. Saber escuchar

61
El abogado debe aprender a escuchar a los demás para poder
opinar con corrección y enfrentarse al adversario, si no lo hace, no
sabrá lo que tiene que rebatir. Nunca debe interrumpir la alocución
del contrario, a no ser por medio de la objeción. El abogado debe
esperar su turno con paciencia, elegancia, cortesía, educación y sobre
todo, con mucho estilo.

En suma, estas son las cualidades que deberían integrar el


perfil de un profesional legal. Es decir que un abogado litigante
debería de capacitarse para que cumpla con tales características y
realice así un mejor ejercicio de la profesión.

62
CAPITULO4

PRINCIPIO ACUSATORIO EN LA
JURISPRUDENCIA NACIONAL Y
EXTRANJERA.

El capítulo analiza el principio acusatorio a


través de casos específicos para comprender la
relación sistémica que existe entre los diversos
elementos que relacionan el debido proceso y el
principio acusatorio. Se hará especial énfasis en el
desarrollo del principio acusatorio por el Tribunal
Constitucional.

Estos casos analizados pertenecen a la Corte


Suprema de Justicia y a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de San José de Costa Rica,
apreciándose la correlación entre la acusación y la
defensa, el Principio de Congruencia y el Principio
Acusatorio.

63
Objetiv
os

Objetivos específicos del capítulo 4

Comprender la relación sistémica existente entre


los diversos elementos que relacionan el debido
proceso y el principio acusatorio.

Establecer la correlación entre la acusación y la


defensa, el Principio de Congruencia y el
Principio Acusatorio.

64
4.1. Jurisprudencia de la Corte Suprema.

Analizaremos la jurisprudencia emitida por la Corte Suprema de


Justicia respecto del tratamiento del principio acusatorio en el marco
del proceso vigente, lo que nos dará luces del cambio de concepción
por parte de sistema de justicia acerca de la importancia del
mencionado principio.

Así, repasaremos la Ejecutoria Suprema vinculante del 2005, de


fecha 21 de abril del mismo año, emitida por la Sala Suprema Penal
Permanente, que tuvo su origen en el Recurso de Nulidad Nº 224-
2005, proceso que deviene de Sullana. En ella se discute la
posibilidad de modificar la calificación jurídica del hecho, siempre que
se respete el derecho de defensa del procesado y el proceso
establecido por ley. Concluyéndose que el principio acusatorio, que
reviste la autoridad del Ministerio Público sustenta la titularidad de la
acción penal por parte de este.

En ese sentido, solo el Ministerio Público es competente para


acusar; surgiendo de ese modo la duda respecto de si el Poder
Judicial podría modificar la calificación jurídica realizada por el Fiscal.
Al respecto la Sala Penal Permanente se ha expresado reafirmando
que el Fiscal es quien posee la facultad de acusar al sujeto
investigado estableciendo las circunstancias –hechos-, sujetos y
fundamentos de dicha imputación; no obstante, cabe la posibilidad de
que el Juez Penal en la sentencia condenatoria pueda variar la
calificación jurídica siempre que se respete el derecho de defensa del
procesado no sobrepasándose del hecho imputado ni las
circunstancias del mismo fijadas en la acusación.

En efecto, se puede variar la calificación jurídica siempre que se


garantice el cumplimiento del principio de contradicción, en otras
palabras, que se conceda al acusado la oportunidad de defenderse
conforme lo establece el artículo 285º-A del Código de Procedimientos
Penales.

Asimismo, una Ejecutoria Suprema Vinculante relevante es la


del 13 de abril de 2007, Queja Nº 1678-2006, procedente de Lima, en
la que la Sala Penal Permanente ratifica la importancia del Principio
acusatorio como garantía esencial del proceso pena. Toda vez que
esta integra el contenido esencial del debido proceso y delimita el
objeto del proceso, determinando cual es la distribución de roles y

65
bajo que condiciones se realizará el enjuiciamiento del objeto
procesal penal.

En efecto, en dicha resolución se determina al Principio


acusatorio como una de las garantías esenciales del proceso penal, a
través del cual se pueden establecer con claridad los roles de los
operadores jurídicos; así el Ministerio Público detenta la posibilidad de
fijar el proceso, toda vez que fija los hechos que determinan la
incriminación ulterior, la que se concreta con la acusación fiscal,
haciendo que la decisión del Poder Judicial no se pueda apartar de lo
establecido por el Ministerio Público en cuanto los límites fácticos.

La importancia del principio acusatorio en el proceso penal


queda refrendada en la jurisprudencia de la Corte Suprema, ello en
razón que garantiza una equidad procesal entre las partes
contrapuestas, acusador (Ministerio Público) y acusado (Inculpado).
Ambos ostentan las mismas facultades en el derecho procesal
moderno, encargando la potestad de sentenciar en el proceso a un
órgano imparcial e independiente que es el Poder Judicial.

4.2. Desarrollo del Principio Acusatorio en el Tribunal


Constitucional.

Analizaremos el desarrollo del Principio acusatorio en la


jurisprudencia del Tribunal Constitucional. El Tribunal Constitucional
como máximo interprete de la Constitución ha otorgada especial
importancia a este principio toda vez que caracteriza y define los
roles en el proceso penal.

Así en el caso Interbank, Sentencia Nº 2005-2006-PHT/TC, los


hechos se desarrollaron de la siguiente manera:

Concluida la etapa de investigación en el referido proceso, la


Fiscalía Provincial de Lima opinó que no habían sido probadas las
imputaciones y que, en tal sentido, no había mérito para formular
acusación una vez recibido el dictamen.

El Juzgado Penal, al discrepar con la opinión del fiscal provincial


dispuso elevar en consulta los actuados a la Primera Fiscalía Superior
de Lima, la que el 13 de octubre de 2003 aprobó el dictamen Fiscal
Provincial. En fecha 05 de febrero de 2004, el Trigésimo Sexto
Juzgado Penal de Lima declaró el sobreseimiento, resolución que fue

66
impugnada por la parte civil, apelación que fue concedida mediante
resolución de fecha 10 de marzo de 2004.

El 31 de agosto 2005, se interpuso habeas corpus contra a


favor de don Manuel Enrique Umbert Sandoval, a fin de que se deje
sin efecto la resolución de fecha 10 de marzo de 2004, emitida por el
Trigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, mediante la que se concede
la apelación interpuesta contra el auto que declaró sobreseída la
acción penal contra el favorecido por los delitos de estafa y contra el
orden financiero. Se cuestiona dicha resolución alegando vulneración
a la libertad individual, el principio acusatorio y al procedimiento
preestablecido.

Así en la Sentencia Nº 2005-2006-PHT/TC, caso Interbank, el


Tribunal Constitucional reafirma el contenido del principio acusatorio,
el cual define la actuación del Ministerio Público como titular de la
acción penal, y le otorga la facultad de acusar y reunir –en un periodo
de investigación- los elementos que lo fundamenten. En ese sentido,
el Poder Judicial no podrá suplir la función desempeñada por el Fiscal.

En otras palabras, esta sentencia es importante porque en ella


el Tribunal Constitucional señala las funciones y competencias que la
Fiscalía y la Jurisdicción ordinaria en materia penal tienen en el
proceso penal a razón de los principios constitucionales.

Asimismo, en la Sentencia N.º 05386-2007-HC/TC, de fecha 06


de mayo del año en curso, se determinan las características del
sistema de enjuiciamiento generadas a raíz de la vigencia del
principio acusatorio. Estas se pueden resumir en las siguientes:

a) No puede existir juicio sin acusación, debiendo ser formulada


ésta por persona ajena al órgano jurisdiccional sentenciador, de
manera que si ni el fiscal ni ninguna de las otras partes posibles
formulan acusación contra el imputado, el proceso debe ser
sobreseído necesariamente;

b) No puede condenarse por hechos distintos de los acusados ni


a persona distinta de la acusada;

c) No puede atribuirse al juzgador poderes de dirección material


del proceso que cuestionen su imparcialidad.

67
En suma, la jurisprudencia nacional señala la necesidad de la
vigencia del principio acusatorio puesto que con ello se alcanzará
garantizar el resto de principios constitucionales y derecho de igual
rango que se ejercen en el transcurso del proceso penal.

4.3. Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos


Humanos.

Analizaremos este tema vinculándolo a un estudio específico de


jurisprudencia que nos permitirá comprender la relación sistémica
existente entre los diversos elementos que relacionan el debido
proceso y el principio acusatorio.

Para ello evaluaremos el caso Fermín Ramírez versus


Guatemala, específicamente la sentencia expedida el 20 de junio de
2005 por la Corte Interamericana de San José de Costa Rica.

Esta demanda fue acogida por la Comisión Interamericana


quien sometió el caso a la Corte argumentando que el Estado de
Guatemala, impuso la pena de muerte a Fermín Ramírez violando el
derecho a la vida, el derecho a las garantías judiciales así como a la
protección judicial efectiva ya que se le condenó sin haberle dado
oportunidad a ejercer su derecho de defensa. Además, porque dentro
del proceso en el cual se le juzgó, se cambiaron los hechos
imputados en la acusación así como su calificación jurídica, sin
haberse respetado los mecanismos existentes en la normatividad
procesal para formalizar dichos cambios.

Básicamente la Corte, luego de un trámite procesal que duró de


junio de 2000 a marzo de 2004, responsabilizó al Estado de
Guatemala de los siguientes cargos:

 Las autoridades judiciales no comunicaron previa y


detalladamente al procesado, los hechos en los que se fundó la
sentencia condenatoria a la pena de muerte.
 Se impidió al agraviado ejercer el derecho de ser oído sobre los
hechos y circunstancias que se imputaron en la sentencia
condenatoria.
 Se incluyeron nuevos hechos en la sentencia que no estaban
considerados en la denuncia original así como se dio un cambio
brusco en la calificación jurídica contenida en el fallo
condenatorio, en tanto se sentenció al imputado por asesinato

68
cuando originariamente la Fiscalía había emitido dictamen
acusatorio por violación de menor. Ello impidió que la defensa
técnica orientara su actividad de manera razonable y que
contara con el tiempo y los medios adecuados para su
preparación.
 Se violó el Artículo 25 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos al imponerse la pena de muerte en un
procedimiento que no se ajustó a las reglas del debido proceso,
donde las autoridades judiciales guatemaltecas no garantizaron
la tutela efectiva de la vigencia de los derechos conculcados
durante el proceso.
 Se propuso la realización de un nuevo juicio con plena
observancia de las reglas del debido proceso dejando sin efecto
la pena impuesta. Se buscaba evitar que primara el criterio de
la jurisprudencia interna guatemalteca, en el sentido de que no
se requiere de advertencia previa del Tribunal al justiciable para
cambiar la calificación jurídica del delito.

El Procedimiento ante la Corte Interamericana incluyó el


examen preliminar del Presidente, la notificación al Estado de
Guatemala, así como a los representantes de la supuesta víctima, el
Instituto de Defensa Pública Penal de Guatemala y el Instituto de
Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala. El Estado
guatemalteco designó como Juez Ad Hoc al Sr. Arturo Alfredo
Herrador Sandoval.

Presentaron un amicus curiae el INECIF Argentina representado


por el Sr. David Baigún y la Sra. Silvina Ramírez, así como el Dr.
Eugenio Raúl Zaffaroni. La Presidencia de la Corte Interamericana de
San José de Costa Rica decidió que el interesado, Fermín Ramírez, así
como los peritos Eduardo Montealegre Lynett y Alberto Martín Binder
y los señores Alejandro Álvarez, César Barrientos Pellicer y Rodolfo
Francisco Kepfer Rodríguez, peritos de los representantes, dieran su
declaración ante fedatario público. Asimismo otorgó un plazo para la
presentación de alegatos por escrito negando la solicitud de las
contrapartes de presentar Informes Orales ante la Corte a través de la
convocatoria a una audiencia pública.

El 3 de diciembre de 2004 los representantes del accionante


Fermín Ramírez solicitaron a la Corte la aplicación de Medidas
Provisionales orientadas al objetivo concreto de “salvarle la vida”,
argumentando lo dispuesto en el artículo 63.2 de la Convención
Americana. Ello, a pesar de la existencia de Medidas Cautelares que

69
ya habían sido ordenadas por la Comisión Interamericana, en tanto
que las medidas cautelares de dicha organización no tienen efectos
vinculantes para los órganos jurisdiccionales guatemaltecos.

La Corte Interamericana expidió las Medidas Provisionales


basándose en los siguientes argumentos:

 El carácter y contenido del Principio de Coherencia o correlación


entre acusación y sentencia en materia procesal penal
vinculando el asunto a las garantías judiciales consagradas en
el artículo 8 de la Convención, principalmente en lo que
corresponde a la circunstancia de que el juez penal califique el
hecho delictivo en forma distinta a la planteada en la acusación
o abarque hechos que originariamente no estaban
contemplados en ésta.

 La necesidad de contemplar en la acusación penal las


circunstancias que demuestren la lesividad del agente y la
pertinencia, desde el principio de legalidad, de que la
descripción legal del delito o la determinación de sus
consecuencias, incorporen referencias sobre el grado de
lesividad al que ha llegado el agente, que influyan en la fijación
judicial de la pena.

 El acceso del accionante a un recurso efectivo para


salvaguardar sus derechos en el proceso penal.

 El Principio de Coherencia o la correlación que debe haber entre


acusación y sentencia.

La Comisión Interamericana sostuvo que el Estado violó el


artículo 8 de la Convención porque el Tribunal de Sentencia cambió la
calificación jurídica del delito y dio por establecidos hechos y
circunstancias nuevas que no fueron considerados en la acusación ni
el auto de apertura de juicio, tales como la etiología de la muerte de
la menor de edad así como las circunstancias que demostraban la
peligrosidad del agente.

Se dejó constancia que la Comisión no asume un sistema


procesal en particular, es decir no optaría en la tradicional
confrontación entre el modelo procesal inquisitivo y el acusatorio. Sin
embargo, se dejó expresa constancia que en cualquiera de los
modelos deberá asegurarse el respeto de las garantías contempladas

70
en la Convención, en el derecho interno, en los tratados
internacionales aplicables, en las normas internacionales y en las
normas imperativas del derecho internacional.

La Corte Interamericana ha fijado el papel de la acusación en el


proceso penal señalando que tendrá el mismo nivel y garantía que el
derecho de defensa. En correcta y adecuada proporción, ni más ni
menos. Por eso se garantizará la definición inequívoca de las
conductas imputables por el Fiscal para que el imputado conozca a
través de una descripción clara, detallada y precisa los hechos que se
le imputan.

Eso no significa que la calificación jurídica de esos hechos no


pueda ser modificada durante el proceso tanto por el órgano
acusador como por el órgano juzgador, y ello no atenta contra el
derecho de defensa, siempre que se mantengan sin variación los
hechos mismos y se observen las garantías procesales previstas en la
ley.

¿Qué ocurre, cuando como en el caso sometido a la jurisdicción


americana, la imputación originaria fue por el delito de violación de
menor y la sentencia fue por asesinato agravado? Lo más probable es
que durante el propio curso del proceso penal se hubieren encontrado
pruebas de naturaleza criminalística que hayan inducido al Tribunal a
asumir que la violación de la menor fue post y no pre mortem. Esa
nueva circunstancia fáctica pudo haber inducido a los juzgadores a
fallar por asesinato y no por violación.

Sin embargo, el principio de coherencia hace que el fallo debe


referirse a la acusación y si nuevos hechos ameritan una nueva
calificación jurídica lo que se impone es el cumplimiento de la
notificación al imputado, garantizándose el cumplimiento de todas las
formalidades de notificación justamente para dar la oportunidad a
éste de que se pueda defender sin ningún límite respecto de la nueva
acusación.

Parece que, en el caso sometido a la Corte el Tribunal asumió


tácitamente que la notificación por los nuevos hechos imputados era
automática, lo que a criterio de la Corte implicó una violación del
derecho a la defensa.

Si por el principio de coherencia la sentencia puede versar


únicamente sobre hechos o circunstancias contempladas en la

71
acusación, y ésta es una garantía fundamental del debido proceso,
cuando en el derrotero del proceso surgen nuevos hechos se impone
una nueva acusación.

Es interesante dejar sentado que la Corte Interamericana


reconoce que, al evacuarse las pruebas en el juicio oral, es posible
que se acredite la existencia de nuevos hechos o circunstancias no
previstas en la acusación.

Nótese que la Corte no se refiere a calificar de modo distinto los


hechos originariamente previstos bajo determinada calificación, sino
a la emergencia de nuevos hechos que no estuvieron previstos o
considerados en la acusación original. En ese caso propone la
formulación de la “Acusación Alternativa” o la “Ampliación de la
Acusación” que serán los mecanismos orientados a la modificación
del objeto del proceso penal.

En el caso en comentario, el Fiscal acusó por Violación, y luego


concluido el debate oral, en el Tribunal, solicitó cambiar la calificación
jurídica de los hechos imputados. Sin embargo no planteó este pedido
como Acusación Alternativa ni como Ampliación de la Acusación. Se
limitó a pedir la aplicación de la condena por asesinato.

Tampoco el Tribunal dispuso recibir una nueva declaración del


imputado sobre el cargo de asesinato ni informó a las partes que
podían solicitar la suspensión del debate para acopiar y presentar
nuevas pruebas, preparar su intervención y sustentar solventemente
su defensa.

Es decir que el cambio tácito de la acusación generó


indefensión respecto de la segunda imputación. Cuando el Fiscal se
limita a solicitar en sus Conclusiones, luego del Juicio Oral, que se
condene al procesado por asesinato y se le imponga la pena de
muerte, el imputado no se había defendido, en ningún estadio del
proceso respecto del delito de asesinato.

Por eso la defensa solicitó que se expidiera sentencia


absolutoria respecto del delito de violación basando su
argumentación en que existía duda razonable de la autoría del
imputado relacionada al delito sexual.

El Tribunal de Sentencia de Guatemala basó su fallo


condenatorio por asesinato en el artículo 374 del Código Procesal

72
Penal de ese país que norma sobre la “advertencia de oficio” sobre
“una modificación posible de la calificación jurídica”.

El Presidente del Tribunal informó de esta posibilidad a las


contrapartes, pero no señaló claramente a que otro tipo legal se
cambiaría la acusación original, y mucho menos estableció que esa
nueva calificación implicara una modificación de la base fáctica que
fue materia del proceso y de la sentencia.

Tampoco, conforme se ha expresado, se le dio al imputado una


oportunidad de rendir nueva declaración en relación a los últimos
hechos que se le atribuyeron privando a la defensa de certeza sobre
los hechos imputados. Todo ello representó un obstáculo real para el
ejercicio de la defensa.

El Artículo 388 del Código Procesal Penal Guatemalteco


establece que “en la sentencia el Tribunal podrá dar al hecho una
calificación jurídica distinta de aquella de la acusación o de la del auto
de apertura del juicio o imponer penas mayores o menores que la
pedida por el Ministerio Público”. Estamos entonces ante un conflicto
entre las normas procesales internas que violan el principio de
congruencia y las garantías del debido Proceso y la normatividad
americana que las garantiza.

La suspensión del debate y el nuevo interrogatorio del acusado,


cuando se pretende cambiar la base fáctica de la acusación son
asuntos que están contemplados en la mayoría de los códigos
procesales penales latinoamericanos. No así en el guatemalteco. De
allí que la Corte asumió la acción del imputado en tanto el Tribunal de
Sentencia no se limitó a cambiar la calificación jurídica de los hechos
imputados sino que modificó la base fáctica de la imputación.

Cuando el Tribunal de Sentencia asumió que la muerte dolosa


fue causada por “asfixia mediante estrangulamiento” y la posibilidad
del acceso carnal posterior a la muerte asumió para condenar hechos
distintos a los de la violación agravada modificando la base fáctica
contenida en la acusación, haciendo viable la imposición de una pena
no prevista en casos de violación, que fue la pena capital. Como lo
precisó la Corte el ánimo doloso es distinto en dichos delito pues en la
violación la conducta se orienta al acceso carnal impuesto mientras
que en el asesinato a quitar la vida a la víctima.

73
En consecuencia, queda claro que, para la Corte
Interamericana, el debido proceso es el conjunto de requisitos que
deben observarse en las instancias procesales a efecto que las
personas estén condiciones de defender adecuadamente sus
derechos ante cualquier acto del estado que pueda afectarlos.

Para que exista debido proceso es preciso que un justiciable


pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses, en forma
efectiva y en condiciones de igualdad con otros justiciables
recordando que el proceso es un medio para asegurar, en la mayor
medida posible, la solución justa de una controversia.

La existencia de verdaderas garantías judiciales implican que se


observen todos los requisitos que sirvan para proteger, asegurar o hacer
valer la titularidad o el ejercicio de un derecho.

Lo que conocemos como debido proceso penal, columna


vertebral de la persecución del delito es el resultado de la larga
marcha, alimentada por la ley, la jurisprudencia, especialmente la
norteamericana y la doctrina e implica una permanente evolución de
su contenido dentro de la concepción democrática de la justicia penal.

Los derechos y garantías que integran el debido proceso no


serán jamás una realidad agotada sino que son parte de un sistema
dinámico, en constante formación, que se desarrolla ante un tribunal
competente, independiente e imparcial. Si el inculpado desconoce los
cargos, o no existe la posibilidad de presentar pruebas, formular
alegatos o está excluido el control por un tribunal superior no hay
debido proceso.

La ausencia o desconocimiento de estos derechos destruyen el


debido proceso y no pueden ser subsanados afirmándose que la
sentencia es justa aunque devenga de un procedimiento irregular. El
fin no justifica los medios en el proceso penal democrático, sólo es
posible arribar a una sentencia justa cuando los medios para dictarla
han sido lícitos.

Las consecuencias que puede acarrear el vicio grave de


procedimiento sobre el proceso en su conjunto traerán consecuencias

74
en tanto la violación del debido proceso incidirá en su nulidad y
responsabilidad. Eso no significa impunidad pues es posible disponer
la reposición del procedimiento a fin de que se desarrolle de modo
regular.

El debido proceso se orienta a combatir la delincuencia


reconociendo la necesidad del Estado de enfrentarla con firmeza
pero asegurando que esa batalla indispensable se realice en el
cauce del Derecho y conforme a los principios y reglas del estado de
Derecho.

La Corte nunca ha asumido la defensa ni la acusación de


probables responsables de conducta ilícita. Pero sí interviene tanto en
los casos que implican violaciones brutales de las garantías del
debido proceso tales como el maltrato al inculpado para arrancar una
confesión, investigaciones irregulares y prejuiciadas, actuación de
tribunales que carecen de independencia e imparcialidad, privación
absoluta del derecho de defensa, obstrucción de la justicia, supresión
del acceso a pruebas, ausencia de medios de impugnación idóneos.

La Corte es un Tribunal de Derechos Humanos, no un Tribunal


Penal, por lo que la investigación de hechos delictuosos y la
imposición de penas competen a órganos nacionales. La Corte no
cuestiona esa función, no la invade ni la impide. La respeta.

La Corte actúa también ante casos que implican vulneraciones


de otro género, tales como la incongruencia entre la acusación y la
condena, donde aunque no aparece una apariencia dramática ni se
ofende grandemente la conciencia social se restringe el derecho de
defensa que es un bien fundamental para el procesado y que
repercute en la decisión final del tribunal que condena.

Este no es un mero tecnicismo procesal porque detrás del


aparente tecnicismo se hallan verdaderos humanos que deben ser
respetados.

El voto culmina levantando los mismos argumentos que la Corte


esgrime sobre el principio de congruencia entre la acusación y la
sentencia añadiendo además que este principio constituye una

75
expresión regular de la división de poderes y que caracteriza al
sistema procesal penal acusatorio. Al poner en evidencia la
separación entre el órgano que acusa y el órgano que sentencia
reconoce que la función persecutoria corresponde a la Fiscalía, no al
Poder Judicial.

Precisa asimismo que la exigencia de información precisa,


completa y oportuna sobre las imputaciones es un dato crucial del
debido proceso en tanto la acusación propone el tema del proceso y
la sentencia debe disponer sobre este tema, no sobre otro ú otros que
pueden ser temas aledaños, pero que no fueron materia de la prueba,
del debate, de las defensas y por lo tanto sólo podrán ser, acaso,
cuestiones para un proceso diferente en el que se observen
plenamente las garantías de información y defensa.

El magistrado cuestiona la noción de peligrosidad del agente


señalando que ésta ha sido desterrada por las más modernas
corrientes del Derecho Penal democrático y que estuvo vinculada al
positivismo y al formalismo jurídico. Pone en alerta sobre el riesgo
que implicaría sancionar en base a pronósticos generando a fin de
cuentas un Derecho Penal de autor y no un Derecho Penal de acto.

Como se advierte existe coincidencia entre la concepción de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos sobre el Debido Proceso, la correlación entre la
acusación y la defensa, el Principio de Congruencia y el Principio
Acusatorio.

76

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