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Oriel Olivares
Ingeniero Civil, Jefe Subdepto. Administración Directa, Dirección de Vialidad
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
En Chile, en alguna parte de su territorio, se enfrenta cada año algún fenómeno natural
con características de desastre, provocando grandes daños materiales y afectando
severamente a nuestra frágil infraestructura vial. Pero ésta no es una característica
exclusiva de nuestro país, ya que América Latina y el Caribe, por su ubicación
geográfica y por condiciones naturales, conforman una región castigada con frecuencia
por fenómenos naturales.
han originado más de 6.000 pérdidas de vidas humanas y perjuicios económicos por un
valor de más de 1.500 millones de dólares en un año promedio.
Estas cifras resultan alarmantes, pero sólo nos revelan el impacto de los desastres
naturales, sobre la vida de las personas y sobre el desarrollo económico de nuestros
países. En los países industrializados el monto de los daños materiales es muy elevado,
en tanto que las pérdidas de vidas son usualmente bajas, gracias a la existencia de
efectivos sistemas de prevención. En los países en vías de desarrollo, en cambio, el
número de pérdidas de vidas originados por los desastres es siempre muy elevado,
debido a la carencia de esquemas de prevención; por su parte, las pérdidas materiales,
aunque menores que en los países desarrollados, son usualmente muy significativas para
el desarrollo de un país.
En la CEPAL existe desde hace mucho tiempo una clara consciencia de la necesidad de
abocarse a diseñar y llevar a la práctica esquemas y medidas de planificación y
prevención que permitan aminorar estas pérdidas y por otra parte, disponer de los
medios para determinar el monto y tipo de daños ocasionados después de cada desastre,
como una herramienta indispensable para orientar las tareas de rehabilitación y
reconstrucción.
Así fue como se concretó esta idea, mediante la realización de un texto que se centra en
la evaluación socioeconómica de los efectos de un desastre, denominado “Manual para
la estimación de los efectos socioeconómicos de los desastres naturales”, publicado en
Santiago de Chile el año 1991.
LA METODOLOGÍA DE CEPAL
CEPAL elaboró el Manual antes citado, con la finalidad de ofrecer una metodología
uniforme y coherente a las personas o instituciones que estén relacionadas con la
identificación y cuantificación de los daños causados por un desastre natural.
Este Manual se ha estructurado en cinco partes, las que consideran los siguientes
aspectos:
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Para los efectos del presente trabajo, interesa especialmente la tercera parte, referida a la
infraestructura de servicios y dentro de ella, el sector Comunicación y Transporte.
los volúmenes de obras dañadas y luego aplicar costos unitarios que sean
representativos para el país y la zona afectada.
Generalmente, la información más fidedigna es posible encontrarla en los organismos
gubernamentales, como el Ministerio de Obras Públicas del respectivo país, donde se
encuentran expertos en el área de infraestructura; sin embargo, se debe tener presente
que en algunas circunstancias es posible que las estimaciones oficiales de la magnitud
de los daños directos pequen por exceso o por defecto. Algunos gobiernos, motivados
por el propósito natural de conseguir la mayor ayuda internacional posible durante el
período de emergencia, suelen presentar, en un primer momento, estimaciones abultadas
de los daños; por otro lado, por razones de política interna y con el fin de mantener la
calma entre la población, se opta por no revelar la verdadera magnitud de los daños,
transmitiendo cifras subevaluadas.
Los costos indirectos que pueden generarse a raíz de un desastre natural, puede
clasificarse en general en cuatro categorías:
i).- Mayores costos de operación de vehículos en las mismas rutas empleadas antes del
desastre
ii).- Mayores costos de operación del tránsito de vehículos por desvíos debido a la
intransitabilidad de las rutas habituales
iii).- Mayores costos o menores excedentes resultantes del uso de modos alternativos de
transporte, y
iv).- Pérdida de excedentes por supresión del movimiento de personas y carga a raíz de
los mayores costos de transporte provocados por el desastre.
Una vez definido el problema, se debe revisar las posibles fuentes de información
acerca de los costos de transporte que se necesitan. En general, dichos costos forman
parte de las metodologías para la evaluación técnico-económica de proyectos viales.
Otra buena fuente de información respecto al costo operacional de los vehículos, la
constituye el HDM que el Banco Mundial ha promovido a casi todos los países de
América Latina.
Se debe tener presente que los costos de operación del transporte dependen de muchos
factores, tales como: el tipo de vehículo, el tipo de superficie de rodadura, condición o
estado de la misma (rugosidad), cantidad de curvas (sinuosidad), pendientes y
gradientes (montañoso), etc. Por lo tanto, al evaluador deberá procurar tener los costos
para distintas condiciones, de modo tal de representar lo mejor posible las condiciones
reales.
Otra variable fundamental en la estimación del daño indirecto, es contar con datos de
los flujos de tránsito en la zona, una vez que haya ocurrido el desastre, lo cual es muy
difícil de conseguir; ante lo cual el evaluador deberá estimar el volumen de tránsito en
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base a las matrices conocidas de éste, antes del desastre; adquiriendo especial relevancia
la estratigrafía del tráfico, es decir, los porcentajes de vehículos livianos, camiones y
buses.
En términos del monto de los daños, el sector agropecuario fue el más afectado por el
fenómeno, como resultado primero de los vientos que con gran fuerza arrancó árboles,
plantas, frutas y derribó instalaciones; en segundo lugar las intensas lluvias provocaron
desbordamientos de ríos que arrasaron sembradíos, inundaron campos y destruyeron
suelos cultivados en los márgenes de los ríos. La suma de los daños en estos sectores
alcanza un total de 527 millones de dólares, de los cuales 441 corresponden a daños
directos y 86 a los indirectos.
Si bien el mayor daño se produjo en los sectores productivos, las demás actividades
económicas tuvieron igualmente una afectación de variada importancia. Los sectores de
la industria manufacturera nacional, las actividades de procesamiento para
reexportación que realizan en un número importante de zonas francas, las instalaciones
para el turismo que es de gran importancia en este país, y el comercio minorista,
sufrieron pérdidas tanto directas como indirectas que en suma, alcanzan las cifras de
323 millones de dólares para la industria, 175 para el turismo y 56 para el comercio.
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En el sector Educación se vieron afectadas un total de 1.334 escuelas, de las cuales 203
quedaron completamente destruidas, 367 sufrieron daños parciales, 321 perdieron sus
techos y 443 fueron habilitadas como albergues para los refugiados, con el deterioro que
esta situación extraordinaria les significa. El daño directo a 57 millones de dólares y el
indirecto a 12.
El sector Salud no sufrió daños muy cuantiosos en sus instalaciones, sino más bien
algunos hospitales quedaron inhabilitados por la destrucción del equipamiento, de este
modo el daño directo sólo fue de 6 millones de dólares y el indirecto se estimó en 16.
El sector Vivienda resultó severamente afectado, de acuerdo a los datos proporcionados
por el Instituto Nacional de Vivienda (INVI), un total de 171.000 viviendas habrían
sufrido daño, dentro del cual 49.000 fueron destruidas completamente. Los daños
directos se estimaron en 107 millones de dólares y los indirectos en 125.
Los caminos y carreteras que constituyen la red nacional, sufrieron severos daños, en su
carpeta de rodadura, su plataforma, sus obras de arte menores y sus puentes, como
consecuencia del fenómeno en estudio.
Los daños en este sector, más que a los fuertes vientos del huracán, deben atribuirse a
las lluvias que alcanzaron intensidades inusuales, provocando grandes crecidas de los
caudales de los cauces naturales; además los vientos provocaron la caída de numerosos
árboles que fueron arrastrados por las aguas y al llegar a singularidades como los
puentes y alcantarillas produjeron obstrucciones tales que por el efecto de
embalsamiento de las aguas llevaron al colapso a algunas estructuras, mientras que las
que resistieron el embate de las aguas, indujeron los desbordes que arrasaron con los
terraplenes de acceso (“approaches”) o inundaron grandes extensiones de la plataforma
de los caminos en los sectores bajos.
Las carreteras principales presentan daños en una longitud estimada de 230 Km. Si se
considera la cantidad de carreteras afectadas, éstas representan aproximadamente el
20% del total. Por otra parte los caminos vecinales presentan daños en una longitud neta
de 2.000 Km., que equivale a un 40% de ellos. Todo lo anterior sin considerar un
número no determinado de caminos y carreteras afectados solamente por el daño en
alguno de sus puentes, los que se contabilizaron separadamente.
En relación con los aeropuertos, sólo se reportan daños directos en el de Las Américas,
por un valor estimado de 4,5 millones de dólares; mientras que los daños indirectos se
obtuvieron a partir de la menor recaudación en el período del 22 al 30 de Septiembre,
considerado como el de emergencia y asciende a un monto de 0,4 millones de dólares.
Habría habido alguna afección menor en los aeropuertos de los centros turísticos de La
Romana y Punta Cana, de propiedad privada, y que ya estaban operando normalmente
al momento de la visita.
Los daños totales incluidos los directos y los indirectos para todos estos sectores y
subsectores se elevan a la suma de 348 millones de dólares. (Ver Tabla I.)
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IV CONGRESO PROVIAL CHILE ‘99
TABLA I.
DAÑOS EN TRANSPORTE Y TELECOMUNICACIONES
(Millones de dólares)
Sector y Subsector Daños totales Daños directos Daños indirectos