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menuda la que se armó en Argentina. Se emitió a la prensa de todo el mundo un


grandilocuente telegrama:
 
"El 16 de febrero de 1951 en la Planta Piloto de Energía Atómica en la Isla Huemul, de
San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo
condiciones de control en escala técnica."

El sábado 24 de marzo de 1951, la Argentina Potencia parecía una realidad alcanzable.


Ante una selecta concurrencia de funcionarios y periodistas, Juan Domingo Perón hizo
un anuncio que recorrería rápidamente todo el mundo: "El 16 de febrero de 1951, en la
planta piloto de energía atómica en la isla Huemul, de 
San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo condiciones
de control en escala técnica" .

El Presidente argentino informaba, en síntesis, el desarrollo de un proceso original para


producir energía atómica mediante una reacción de fusión nuclear, 
que no partía del uso del uranio y era no contaminante y barata. Parecía abrirse la puerta
a la utopía de una fuente inagotable de energía que reemplazaría para 
siempre a los combustibles de origen fósil. La estructura de poder económico, político y
militar del mundo, de confirmarse el anuncio, se vería sacudida en 
sus entrañas. 

Ese verano de mediado el siglo XX parecía alentar los sueños de quienes aspiraban a


reubicar al país, como en el Centenario, entre las naciones llamadas 
a convertirse en potencias emergentes. Apenas un mes antes, el 9 de febrero,
los habitantes de Buenos Aires podían contemplar con asombro la aerodinámica
silueta del Pulqui II, uno de los aviones de caza más avanzados del mundo, en
el Aeroparque de la ciudad. Diseñado por un equipo de ingenieros alemanes había sido
construido en la Fabrica Militar de Aviones de Córdoba, en la que desde 1927 se
producían aeronaves bajo licencias internacionales y de diseño nacional, luego, en series
que llegaron en algunos modelos a superar las 200 unidades. 

Para completar el panorama, en el siguientes 16 de octubre, entró en servicio


la locomotora Diesel-Eléctrica diseñada, construida y promovida por el ingeniero Pedro
Saccaggio en los talleres ferroviarios de Liniers. Un proyecto de inversiones preveía una
serie de 395 locomotoras similares de 2400 HP y 215 de 800 HP, para modernizar un
sistema servido todavía por las antiguas máquinas a vapor que consumían el carbón de
Cardiff. 

1946: ENRIQUE GAVIOLA Y LA BOMBA "A" 

Aunque la enorme mayoría de los argentinos lo desconocía, no era la primera vez que


en medios científicos locales se abordaba de manera pública la construcción 
de artefactos nucleares. En la séptima reunión de la Asociación Física
Argentina, realizada en La Plata en abril de 1946, el físico argentino Enrique
Gaviola presentó un trabajo titulado Empleo de la energía atómica (nuclear) para
fines industriales y militares. 
"El trabajo de análisis que realizó Gaviola es notable, así como también lo es el hecho
de que sea tan poco conocido en la Argentina", sostiene el doctor Mario Mariscotti,
destacado científico argentino, con numerosos reconocimientos en el ámbito
internacional, en su libro El Secreto Atómico de Huemul Crónica del origen de la
energía atómica en la Argentina ? Editorial Sudamericana, 1985, una de las fuentes
consultadas para documentar esta investigación. 

"El artículo concluye con una descripción, sorprendentemente detallada para


el momento en que es escrito, del posible diseño de una bomba atómica. ¡Nada más
ni nada menos! Sobre todo que con los conocimientos de hoy se puede apreciar que
el análisis de Gaviola, hecho a tientas, es correcto- Esta era una medida de la capacidad
existente entonces en la Argentina en materia atómica", dice Mariscotti. 

Nacido en Mendoza en 1900, Enrique Gaviola llegó al Instituto de Física de La Plata,


institución cumbre de la época de esa disciplina moderna en nuestro país, en 1917,
donde lo tomó bajo su tutela Ricardo Gans, científico alemán especializado en
magnetismo. Fue el primer peldaño de una carrera que lo llevó a estudiar en Europa con
integrantes de la elite que transitaba por los más altos niveles del pensamiento de la
teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica, como Einstein, Meitner, Hulbert,
Courant, Born, Planck, Franck y von Laue. 
Posteriormente desarrolla su actividad en Estados Unidos, primero en John Hopkins y
luego en Carnegie. Convive con la hight society de la fisica internacional, participa en la
intrépida empresa de investigar senderos del conocimiento no transitados y trabaja
denodadamente en los laboratorios que lo aceptan. Por recomendación de Einstein es
becado para trabajar con Robert W. Wood y una foto, en la que aparece junto a Merle
Tuve el 11 de noviembre de 1928, trabajando en un experimento, está expuesta en el
museo de Ciencia y Tecnología de la Smithsonian Institution en Washington D.C. 

No fue el único científico argentino que incursionó en los más altos niveles de la ciencia
de entonces. Cecilia Mossin Kotin se fue a París en 1938, donde trabajó con el
matrimonio Joliot-Curie, que había recibido el Premio Nobel cinco años antes por el
descubrimiento de la radiactividad artificial. La joven investigadora tuvo la oportunidad
de obtener uno de los primeros resultados de la espectroscopía nuclear mundial al
estudiar la radiación característica.
del actinio. 

La Argentina estaba en condiciones de aspirar a sumarse a las naciones que


se aprestaban a encaminarse en la senda de la energía atómica por la vía del uranio. No
le faltaban elementos humanos que, con la tutela de la nobleza científica vacante en
Europa a fines de la Segunda Guerra Mundial, la instalaran en un lugar respetable en el
mundo.

UN ATAJO SEDUCTOR 

Con seguridad ése habría sido el camino elegido por el gobierno argentino de
no haberse presentado la seductora propuesta de tomar un atajo espectacular
para encontrar una respuesta definitiva y contundente al dilema de la producción
de energía; más aún, para dar con una fuente energética prácticamente inagotable.
Seguro y categórico, Juan Perón explicó que Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética
siguieron el camino de la fisión nuclear de átomos pesados, como 
el isótopo 235 del uranio o el plutonio, en el desarrollo de sus planes. 

"Durante el período de posguerra la Argentina se dedicó intensamente a establecer si valía la


pena copiar la fisión nuclear o si era preferible correr el riesgo de crear un camino nuevo. La
nueva Argentina decidió afrontar el riesgo... los ensayos previos fueron coronados con el éxito,
lo que nos alentó para instalar en la isla Huemul una planta piloto. Allí, en oposición con los
proyectos extranjeros, los técnicos argentinos trabajaron sobre la base de reacciones
termonucleares que son idénticas a aquellas por medio de las cuales se libera la energía
atómica en el Sol. Para producir tales reacciones se requieren enormes temperaturas de
millones de grados. Por ello el problema fundamental a resolver radicaba en la forma de
conseguir tales temperaturas... 
Para evitar explosiones catastróficas, era menester encontrar el procedimiento mediante el cual
fuera posible controlar las reacciones termonucleares en cadena. 
Este objetivo, casi inalcanzable, fue logrado", afirmó el Jefe de Estado. 

Presentó a la concurrencia al profesor Ronald Richter, 42 años, austríaco, nacionalizado


argentino, director de los ensayos, quien confirmó las 
aseveraciones de Perón: 

§"Tengo interés en afirmar que esto no es una copia del extranjero. Es un proyecto
completamente argentino. Para los extranjeros esto va a ser tan 
totalmente nuevo como para nosotros, y deseo recalcarles que si no hubiera sido por el amplio
apoyo prestado a este proyecto por el Presidente de la Nación, la 
realización del mismo hubiera resultado imposible" .
§"La situación es completamente sensacional y como técnico que soy, no estoy acostumbrado a
producir tales sensaciones. Con este proyecto la Argentina ha 
atacado en sus bases a los proyectos que sobre terrenos similares se desarrollan en el exterior.
Lo que los norteamericanos consiguen en el momento de la 
explosión es una bomba de hidrógeno; en la Argentina ha sido realizada en laboratorios y bajo
control". 

Richter contestó a algunas preguntas formuladas en el curso de la conferencia de prensa: 


"Yo controlo la explosión, la hago aumentar o disminuir a mi deseo. Cuando explota una bomba
atómica sin control hay una destrucción espantosa. Yo he 
conseguido controlar la explosión para que la misma se produzca en forma lenta y gradual". 
"Usted se sorprendería mucho si supiera cuál es el material que se usa; pero como otros tienen
supersecretos, nosotros también los tenemos. Tenemos que 
conservar los secretos de nuestros amigos para que ellos conserven los nuestros. 
No mantenemos el secreto por razones armamentistas, sino simplemente por
razones económicas e industriales, puesto que además del espionaje para la guerra existe 
el espionaje económico, y la Argentina deberá proteger el secreto". 

Por Sergio Ceron, periodista y funcionario de la Secretaria de Ciencia Técnica 


EL ENIGMATICO DR. RICHTER 

En una de las notas correspondientes al Capítulo I de su libro, el Dr. Mariscotti no deja de


señalar que hasta ese día ninguna bomba de hidrógeno había 
explotado y que "la referencia de Richter demuestra que estaba al tanto de los esfuerzos que,
con Edward Teller a la cabeza, se realizaban en Estados Unidos en 
ese tema" 

Las reacciones ante el anuncio realizado en la Casa Rosada ese 24 de marzo de 195l oscilaron
entre el escepticismo, la ironía, el agravio, y las dudas 
respetuosas, con el correr del tiempo. Particularmente, a partir del momento en que se puso fin
a los experimentos en la isla Huemul. 
§Cuando Perón hizo el anuncio, las reacciones de fusión controladas no eran posibles. Sin
embargo, poco después el tema comenzó a ser analizado e 
investigado. Grupos dedicados al estudio de ese campo de la física comenzaron a formarse
durante esa década. Revistas especializadas como "Review of Moderns 
Physicis", "Scientific American", "Nucleonics" e inclusive libros, publicaron artículos de
actualización en esa materia. En pocos años el tema se convirtió de 
imposible en "pensable" y se comenzó a hablar de "difícil pero posible". 
§En 1955 H.J.Bhabha, destacado físico hindú, que presidía la Primera Conferencia Internacional
sobre los Usos Pacíficos de la Energía Atómica en Ginebra, predijo 
que el problema de la fusión nuclear estaría controlado en 20 años §Ese mismo año, el
presidente de la Comisión de Energía Atómica de los EE.UU. 
anunció oficialmente que dicha institución estaba apoyando el proyecto Sherwood, un programa
de investigación a largo plazo para lograr la fusión nuclear 
controladas para usos pacíficos. 
§El 14 de agosto de 1955, "el diario suizo "Die Wocke" señalaba que "esa posibilidad ya había
sido mencionada unos años atrás por el investigador atómico 
Richter, calificado entonces de charlatán, puesto que en esa época se opinaba en general que
el elevado grado de temperatura necesario para el proceso sólo 
podría alcanzarse mediante la explosión de una bomba de uranio".
§El New York Times, diario que expresa el pensamiento de la izquierda progresista
norteamericana, se caracterizó por una decidida hostilidad hacia el 
régimen peronista e integró el grupo de los críticos que no creyeron en el descubrimientos que
se atribuía el austríaco. Sin embargo en su edición del 1º 
de Abril publicó un comentario de un especialista, Waldemar Kaempffert, de tono menos
escéptico. Lo hizo bajo el título "Argentina no posee recursos, aunque al 
menos en teoría sus pruebas atómicas son posibles".

Kaemffert recordaba que Sir Jhon Cockcroft, director del laboratorio inglés de Hardwell, coautor
de la primera reacción nuclear artificial en 1932, se había 
referido a las posibilidades de obtener la fusión nuclear controlada. En una conferencia en
Oxford, en junio de 1950 sostuvo: "Medios serán encontrados algún 
día de producir temperaturas adecuadas para lograr la fusión de los núcleos de deuterio y
convertirlos en helio".

El colaborador del Times menciona estudios teóricos del profesor Motz, de la Universidad de
Columbia sobre el particular y sostiene que éste "no considera el 
proyecto de Richter como una cuestión absurda". 

RICHTER y LOS ESTUDIOS SOBRE FUSION 

Para Mariscotti el anuncio realizado por Perón y Richter, a pesar de que a la postre el proyecto
quedó trunco, actuó "de estímulo para el comienzo de las 
investigaciones formales en este tema en los Estados Unidos. El hecho quedó documentado en
las actas desclasificadas oportunamente de la Comisión de Energía 
Atómica. El 26 de julio de 1951, esta institución consideró un contrato de investigación
propuesto por el doctor Lyman Spitzer, de la Universidad de 
Princeton, para estudiar fenómenos de transporte y reacción de elementos livianos y aprobó al
efecto un aporte de 50 mil dólares. 

Con el tiempo, dicha universidad reconoció oficialmente que Spitzer, destacado astrofísico


especializado en plasma, había sido estimulado a pensar en el tema a 
raíz del trabajo de Richter y a concebir un dispositivo magnético capaz de confinar el plasma. 

En consonancia con esta información, recuerdo la confidencia de un joven físico argentino,


hecha por los años 80, de haber sido sorprendido por el gesto de 
algunos colegas norteamericanos que le mostraron en el laboratorio de Livermore, dedicado al
estudio del plasma, una placa que mencionaba a Richter como pionero 
en las investigaciones sobre energía de fusión. 

Richter, no era tan loco ni tan estafador como lo hicieron aparecer tanto buena parte de sus
colegas argentinos como la oposición a Perón, que encontró en el 
episodio un venero inagotable de elementos para atacar su política. A punto tal que Agustín
Rodríguez Araya, un dirigente radical caracterizado por su 
constantes diatribas y furibunda oposición al régimen, aprovechó la hospitalidad del diario
brasileño "Folha da Manha" para denunciar que la constitución de la 
Comisión Nacional de la Energía Atómica, concretada el 31 de mayo de 1950, algunos meses
antes de la detonante conferencia de prensa, no era sino un telón 
de fondo para esconder la ambición de los militares argentinos de dominar a la América Latina.
Episodio que basta para calificar su iracundia y su ignorancia 
sobre los objetivos que se habían impuesto todos los científicos y técnicos de la CNEA desde su
fundación hasta la actualidad, de trabajar exclusivamente con 
objetivos pacíficos. Ese solemne compromiso no ha sido traicionado hasta el día de hoy. 

Hay un aspecto que se insinúa en el libro de Mariscotti y que se relaciona con la presunta
influencia de Richter en la apertura de una nueva línea de 
investigaciones en materia atómica por los círculos oficiales y académicos de Estados Unidos.
En momentos en que las relaciones del egocéntrico y autoritario 
austríaco con los hombres de confianza de Perón llegaron a cierto grado de tirantez, los
informes de inteligencia aludían a repetidas visitas de Richter a 
la embajada de ese país, en ocasiones en que viajaba a Buenos Aires. Obviamente esa actitud,
al tratarse de un tema de tanta sensibilidad, suscitó suspicacias; 
a punto tal de que se impartieron directivas para que su pequeña hija no se moviera de
Bariloche. Todo indica que era una manera, más o menos sutil, de 
tener un rehén adecuado para evitar una presunta transferencia hacia el norte del hemisferio.
Richter había estado en negociaciones para emigrar a Estados 
Unidos apenas concluida la guerra, sin lograr concretar su empeño. 

¿Cómo se compadece esto con el reconocimiento oficial del fracaso de los experimentos de


Richter que, de alguna manera, implicó un escándalo que lesionó 
severamente la imagen del gobierno? 

Por Sergio Ceron, periodista y funcionario de la Secretaria de Ciencia Técnica 


TECNICOS ALEMANES EN LA ARGENTINA 

Para intentar una aproximación al tema conviene preguntarse por qué conductos llegó el
científico austríaco a la Argentina. 

Uno de los grandes logros tecnológicos de la época peronista fue la construcción del primer
avión a reacción fuera del ámbito de las grandes potencias. El 
ingeniero francés Emile Dewoitine llegó a Buenos Aires el 28 de mayo de 1946. 
Poco más de un año después, el 9 de agosto de 1947, convierte al país en el primero de
América Latina en construir un jet, octavo en la historia y sexto en 
el momento, debido a que Alemania y Japón habían sido ocupados por las fuerzas aliadas que
desmantelaron su estructura industrial. 

El IAE-Pulqui"(Flecha en lengua india) era un caza totalmente metálico, con ala baja y recta de
perfil, dotado de una turbina Rolls Royce "Derwent V" de 1.632 
kg de empuje, con una velocidad máxima de 720 km/h. 

A pesar de que significaba un importante paso de la industria aeronáutica local, su performance


no satisfizo las necesidades que la época requería y finalmente 
se desistió de continuar con el proyecto. 

Una de las razones para tomar esta determinación fue la llegada al país del profesor ingeniero
Kurt Tank, uno de los pocos proyectistas alemanes de primera 
magnitud que no habían sido captados por los estadounidenses, los rusos o los británicos. Llegó
acompañado de un valioso tesoro: los planos microfilmados del 
proyecto TA-138 en pleno desarrollo por la fábrica Focke-Wulf al terminar la guerra mundial. 

"Básicamente se trataba de un avión con alas en flecha, ágil y maniobrable, para volar en los
límites de la barrera del sonido, con un armamento del 8% de su 
peso total. 

Asimismo debía operar en pistas con poca preparación, con lo cual se hacía indispensable un
tren de aterrizaje resistente, despegues y aterrizajes cortos (STOL) 
y fácil mantenimiento en operaciones", lo describe Ricardo Burzaco en su documentado libro
"Las alas de Perón"- Aeronáutica Argentina 1945/1960, 
Editorial Da Vinci, Buenos Aires 1995. 

Kurt Tank y un brillante conjunto de proyectistas, ingenieros, técnicos y aviadores germanos


dieron un gran impulso de actualización a la industria 
aeronáutica y a la Fuerza Aérea Argentina, cuya eficiencia y arrojo asombraron a los analistas
militares del mundo durante la guerra de Malvinas, a pesar de 
contar con equipamiento inferior al enemigo. 

Es lógico suponer que en ese momento Perón, cuya percepción estratégica es uno de los
atributos que incluso sus opositores no le niegan, preveía la posibilidad 
cercana de proyectar al país a la condición de potencia emergente. Baste señalar que el
politólogo y economista norteamericano Dennis Small sostuvo en uno de sus 
trabajos que, de haberse mantenido la tendencia de avance de la tecnología impuesta por los
proyectos iniciados o concretados por el equipo alemán y sus 
aventajados discípulos locales, la industria aeronáutica argentina hubiera alcanzado en los años
80 del siglo pasado, el nivel de la francesa y un papel 
preponderante en el mundo. Basta esto para comprender por qué Perón tenía en alta estima al
profesor Tank y por qué aceptó con interés la calurosa 
recomendación que le formulara para traer a Buenos Aires a un físico que había conocido en
Londres: Ronald Richter. 

EL CIENTÍFICO Y EL HOMBRE 

El archivo personal del coronel Enrique P. González, uno de los líderes del Grupo de Oficiales
Unidos (G.O.U.) que protagonizó la revolución militar del 4 
de junio de 1943, designado por Perón secretario general de la Comisión Nacional de Energía
Atómica, creada por decreto del 31 de mayo de 1950, constituyó una de 
las fuentes primordiales para el libro del doctor Mariscotti. Con poco frecuente generosidad, el
militar cedió esos materiales al investigador y a través de esa 
documentación y de las confidencias de carácter personal que le hizo, es posible intentar una
aproximación a la compleja personalidad de Richter. 

Aplomado, podía carecer de cualquier atributo menos de una alta autovaloración. 


Para las pocas personas que tuvieron acceso a su trato, la duda siempre fue si se estaba ante
una personalidad genial o mitomaníaca. O una extraña mezcla de 
ambas cosas. 

Categórico, soberbio, mordaz, imperativo, respondía perfectamente al perfil del exponente de la


raza germana surgido de las teorías raciales de la doctrina 
nacionalsocialista: parece difícil que aceptara las opiniones y las críticas, por constructivas que
fueren, surgidas de un país cuya mayor mezcla de sangres 
estaba determinada por el aporte de españoles e italianos, con incorporación de árabes y judíos
y una avalancha de emigrantes de dispares procedencias. Algo 
para nada congruente con los ideales de la superioridad de los arios. 

Acompañado por el profesor Tank, que lo avalaba, luego de no concretarse un intento de viajar
a los Estados Unidos, el 24 de agosto de 1948 tuvo oportunidad 
de explicar su teoría a Juan Domingo Perón. El 29 de junio de 1951, en un diálogo con
periodistas en la Casa Rosada, éste rememoró las circunstancias de 
aquel encuentro. 

"Richter me dijo que nosotros podíamos iniciar los trabajos atómicos por los procedimientos que
siguen los norteamericanos, pero para eso necesitaríamos unos 
seis mil millones de dólares. “¿Es posible?”, me preguntó. Claro que yo ni le contesté. Entonces
Richter continuó: “Eso es seguro. Por ese procedimiento 
nosotros produciremos energía si usted me da los seis mil millones de dólares. 
El otro procedimiento es el de la fusión”. Y me lo explicó tan bien que yo ahora tengo bastantes
conocimientos de lo que es la fusión nuclear. Entonces 
agregó: “Por ese camino podemos llegar o no llegar. Hay que hacer dos o tres descubrimientos
y podremos llegar o no, pero lo haremos con chirolitas. ¿Usted 
se anima?” Y yo le respondí: ¿Y usted se anima? Richter me contestó que él estaba decidido;
entonces le respondí: ¡Métale no más! Le dimos los medios y 
empezó. Los demás procedimientos los ha descartado por caros e inoperantes. Este es el
método barato" 

De esa conversación surge que Richter previno a su interlocutor sobre el riesgo de "llegar" o no
llegar, con lo que planteaba en el fondo que la base del método 
de investigación científica es la del "ensayo y error", donde a menudo una serie de fracasos
puntuales conduce finalmente al éxito y, con mucha frecuencia, a un 
callejón sin salida. Pero ése es el precio a pagar. 

Seguramente al presidente argentino, que tenía de todo menos que de ingenuo, no se le
escapaba esa perspectiva. Pero como estratega que era, sabía también que 
la marcha hacia los objetivos propuestos está signada, siempre, por la introducción de variables
desconocidas, para las cuales es necesario contar con 
propuestas substitutivas que permitan superar las incertidumbres de carácter táctico y persistir
en la búsqueda de la meta inicial. 

Una de las preocupaciones mayores de Perón era la de poblar el enorme desierto patagónico.


Cuando Richter, que había comenzado a trabajar en Córdoba junto a la 
gente de Kurt Tank, llegó a malquistarse con sus compatriotas, se hizo necesario buscar un
nuevo asentamiento para sus equipos. Esa fue una de las razones por 
las que, luego de un detallado estudio de las perspectivas que ofrecía el territorio nacional,
finalmente se eligió a la isla Huemul, situada en el Lago 
Nahuel Huapi, en adyacencias de San Carlos de Bariloche. 

Los trabajos se iniciaron el 21 de julio de 1949, a todo ritmo y dentro de estrictas medidas de
seguridad. Como nota curiosa, la responsabilidad en ese 
campo correspondió al jefe del 2º Batallón del Regimiento 21 de Infantería de Montaña, mayor
Carlos Monti, un brillante oficial que cargaba en sus 
antecedentes con un desembozado antiperonismo. El 12 de Octubre de 1945, cuando en el
Círculo Militar una tumultuosa asamblea debatía la suerte de Perón, 
pretendió cortar por lo sano con una frase que había quedado registrada: "Lo que hay que
hacer es pegarle un tiro en la cabeza" 
Su destino en el confín austral era una manera de castigo que tuvo como atenuante sus
cualidades castrenses. 

Paradojas de la vida: ahora tenía una de las misiones que solamente se confía a hombres de
indiscutida lealtad. Perón objetó en principio la propuesta de su 
comando militar, pero a la postre aceptó el argumento del ministro de Defensa, el general Sosa
Molina: "Este tipo será lo que usted quiera, pero es un soldado 
ante todo. Si le da una misión, la va a cumplir" 

Se trabajaba de día y de noche, entre la curiosidad de los pobladores de la zona a los que
despertaba la atención la brillante iluminación que surgía de la isla. 

En marzo de 1950, Richter y su esposa se establecieron en Bariloche, con lo cual se daban las
condiciones para lanzar la etapa decisiva del programa nuclear. Un 
plantel de 400 personas, entre técnicos, albañiles, carpinteros, electricistas y otros oficios de la
construcción, además de soldados, acarreaban materiales 
desde Bariloche y los volcaban febrilmente en las obras. El 8 de abril, Perón y Eva Duarte
fueron impactados por el encofrado del reactor principal, de 12 
metros de altura por otro tanto de diámetro. Un mes más tarde ya se realizó el hormigonado,
con un volumen estimado en unos 1400 metros cúbicos (demandó veinte 
mil bolsas de cemento). 

El grupo humano desbordó de alegría cuando, quitado el encofrado, el reactor se mostró ante
los ojos. Todos experimentaban la sensación de ser testigos de una 
obra de suma importancia para el país. 

Por Sergio Ceron, periodista y funcionario de la Secretaria de Ciencia Técnica 


La fusión nuclear argentina
 
Entre los muchos episodios sobre la investigación nuclear, tan pródiga en fraudes,
ocupan un lugar muy especial las investigaciones llevadas a cabo en Argentina para
conseguir la fusión nuclear en los años 50.
El momento y el lugar eran ciertamente propicios a todo tipo de especulaciones en
ese terreno. USA y URSS competían en lanzar la bomba atómica más potente y a la vez
en poner en marcha la primeras centrales nucleares de fisión, pero a la vez todo el
mundo era consciente de que la verdadera energía del futuro, limpia y barata, sería la de
fusión. Pero ésta se ha revelado muy esquiva a todos los esfuerzos, y medio siglo
después espera a entrar en el terreno de las utilidades prácticas.

En 1948 el físico alemán Ronald Richter


presentó al Presidente Perón un proyecto
para desarrollar la fusión nuclear
controlada, posibilidad que en ese
momento no había logrado ningún
laboratorio en el mundo y que aún hoy es
un tema de gran interés porque implicaría
contar con una fuente prácticamente
inagotable de energía, que se pensaba
utilizar en la transformación industrial del
país y como armamento atómico de
avanzada, fabricando armas nucleares
propias. Esto entusiasmó a Perón y Richter
inició sus trabajos en el Instituto
Aeronáutico de Córdoba
Luego de logrado el apoyo irrestricto de
Perón, decidió  instalar una planta de
energía atómica en la isla Huemul,
denominado  Proyecto Huemul, situada en
el lago Nahuel Huapi de San Carlos de
Bariloche . 
 
Ante una selecta concurrencia de funcionarios y periodistas, Juan Domingo Perón hizo
un anuncio que recorrería rápidamente todo el mundo: "El 16 de febrero de 1951, en la
planta piloto de energía atómica en la isla Huemul, de San Carlos de Bariloche, se
llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala
técnica"
El Presidente argentino informaba, en síntesis, el desarrollo de un proceso original para
producir energía atómica mediante una reacción de fusión nuclear, que no partía del uso
del uranio y era no contaminante y barata. Parecía abrirse la puerta a la utopía de una
fuente inagotable de energía que reemplazaría para siempre a los combustibles de
origen fósil. La estructura de poder económico, político y militar del mundo, de
confirmarse el anuncio, se vería sacudida en sus entrañas.
Seguro y categórico, Juan Perón explicó que Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión
Soviética siguieron el camino de la fisión nuclear de átomos pesados, como el isótopo
235 del uranio o el plutonio, en el desarrollo de sus planes.
"Durante el período de posguerra la Argentina se dedicó intensamente a establecer si
valía la pena copiar la fisión nuclear o si era preferible correr el riesgo de crear un
camino nuevo. La nueva Argentina decidió afrontar el riesgo ... Los ensayos previos
fueron coronados con el éxito, lo que nos alentó para instalar en la isla Huemul una
planta piloto.
Allí, en oposición con los proyectos extranjeros, los técnicos argentinos trabajaron sobre
la base de reacciones termonucleares que son idénticas a aquellas por medio de las
cuales se libera la energía atómica en el Sol. Para producir tales reacciones se requieren
enormes temperaturas de millones de grados. Por ello el problema fundamental a
resolver radicaba en la forma de conseguir tales temperaturas ...
Para evitar explosiones catastróficas, era menester encontrar el procedimiento
mediante el cual fuera posible controlar las reacciones termonucleares en cadena. Este
objetivo, casi inalcanzable, fue logrado ", afirmó el Jefe de Estado.
Presentó a la concurrencia al profesor Ronald Richter, 42 años, austriaco, nacionalizado
argentino, director de los ensayos, quien confirmó las aseveraciones de Perón:
"Tengo interés en afirmar que esto no es una copia del extranjero. Es un proyecto
completamente argentino. Para los extranjeros esto va a ser tan totalmente nuevo como
para nosotros, y deseo recalcarles que si no hubiera sido por el amplio apoyo prestado a
este proyecto por el Presidente de la Nación, la realización del mismo hubiera resultado
imposible".
"La situación es completamente sensacional y como técnico que soy, no estoy
acostumbrado a producir tales sensaciones. Con este proyecto la Argentina ha atacado
en sus bases a los proyectos que sobre terrenos similares se desarrollan en el exterior.
Lo que los norteamericanos consiguen en el momento de la explosión es una bomba de
hidrógeno; en la Argentina ha sido realizada en laboratorios y bajo control"
Richter contestó a algunas preguntas formuladas en el curso de la conferencia de
prensa:
"Yo controlo la explosión, la hago aumentar o disminuir a mi deseo. Cuando explota una
bomba atómica sin control hay una destrucción espantosa. Yo he conseguido controlar
la explosión para que la misma se produzca en forma lenta y gradual".
"Usted se sorprendería mucho si supiera cuál es el material que se usa; pero como otros
tienen supersecretos, nosotros también los tenemos. Tenemos que conservar los
secretos de nuestros amigos para que ellos conserven los nuestros. No mantenemos el
secreto por razones armamentistas, sino simplemente por razones económicas e
industriales, puesto que además del espionaje para la guerra existe el espionaje
económico, y la Argentina deberá proteger el secreto".
Los opositores a Perón y gran parte de la comunidad científica argentina e internacional,
bregaban por investigar seriamente las perotadas de Perón y Richter .
Es así como en septiembre de 1952 la Isla Huemul fue visitada por una comisión
fiscalizadora integrada por José Antonio Balseiro, Mario Bancora, Manuel Beninson,
Pedro Bussolini y Otto Gamba
Comisión investigadora 
Balseiro estuvo  a cargo de presentar a Perón los resultados de dicha inspección. Tras
realizar la inspección a dicha planta, se produjo la difícil circunstancia de que un
científico joven y por entonces desconocido tuviese que informar al presidente de la
Nación que había sido engañado .
Su informe es conciso y sobrio y los argumentos dados en el mismo, así como el
detallado análisis del dispositivo experimental hecho por el Ing. Bancora, fueron
decisivos cuando a los pocos meses dieron por concluido el Proyecto Huemul.
Perón debía un favor muy particular y que cambió los devenires políticos de la Argentina
de manera radical, al físico Richter .
Esta es la causa de que nunca, luego de concluido el Proyecto Huemul, se tomaran
medidas contra él, y que además siguiera teniendo de manera solapada la ayuda de
Perón de forma particular en sus investigaciones incluso luego de su derrocamiento y
desde el exilio.
Algo debemos agradecer de este tremendo engaño científico, la creación de el  Instituto
de Física de Bariloche, creado en 1955 por convenio entre la Comisión Nacional de
Energía Atómica y la Universidad Nacional de Cuyo (UNC).
El establecimiento forma, junto al Centro Atómico Bariloche, una unidad funcional
acreedora, (luego de 45 años de trabajo y esfuerzos ), al reconocimiento nacional e
internacional por su prestigiosa tarea.
La Comisión Nacional de Energía Atómica a cuyo frente estuvo primeramente el Coronel
Enrique P. González y a partir de 1952 el Capitán de Fragata Pedro Iraolagoitia, había
sido creada en mayo de 1950. Tenía entre sus objetivos brindar apoyo al proyecto
Huemul .
Como el Dr. Balseiro desenmascaró a Richter.  Por Bariloche, Naturaleza y
Tecnología.
En el Teatro Colón de Buenos Aires, dos barilochenses ofrecen su ópera "Richter". Con
textos de Esteban Buch y música de Mario Lorenzo, estos vecinos radicados en París,
recrean uno de los hechos más vergonzosos vividos por un estado. Perón había
anunciado al mundo que Argentina dominaba la fusión nuclear. Corría el año 1948.
El tiempo pasaba y el ex-presidente solicitó al Dr. José Antonio Balseiro, juntamente con
otros profesionales, que investigara en que estado se encontraba el "descubrimiento"
de Richter. En esta nota, BNyT publica una parte del documento que el Dr. Balseiro le
enviara al Gral. Juan Domingo Perón, desenmascarando al farsante Richter.
En esta nota, nuestros navegantes podrán conocer  parte del informe que elevara el Dr.
José Antonio Balseiro al presidente de la Nación cuando en 1952 fue llamado a integrar
una comisión que inspeccionó los laboratorios de la isla Huemul. Dicha comisión estaba
formada además por el Ingeniero Mario Bancora, el Capitán Beninson, el Ingeniero Otto
Gamba y el Pbro. Juan Bussolini, del observatorio de San Miguel.
Una de las condiciones bajo las cuales se realizó la inspección fue que los informes
debían ser individuales.
Sin duda, el aporte de Balseiro fue muy completo y técnicamente bien fundado. El
desenlace de esta inspección fue la decisión del gobierno de poner fin al proyecto.
A la época de escribir el informe, Balseiro contaba treinta y dos años y había debido
interrumpir, llamado por el Gobierno Nacional para la inspección a Huemul, una estadía
en Inglaterra donde realizaba estudios de Física Nuclear, en su primer contacto con la
comunidad científica internacional.
Creemos importante no solo que el publico conozca la solidez de los argumentos del
análisis técnico, sino también que adquiera una visión más inmediata de la personalidad
de este hacedor excepcional. Un joven científico desconocido tenía que informar al
presidente de la Nación que había sido engañado: su juicio personal sobre Richter es tan
preciso y profundo como el informe técnico y da una imagen a la vez reveladora y
fascinante sobre José A. Balseiro.
Informes del Dr. José Antonio Balseiro
 Referente a la inspección realizada en la isla Huemul en Septiembre de 1951. 
Al Exmo. Señor Presidente de la Nación
General de Ejercito D. Juan Perón.
Tengo el honor de elevar a la consideración del Exmo. Señor Presidente el informe que
se me ha solicitado sobre las experiencias presenciadas durante la visita realizada del 5
al 8 de septiembre del cte. año a la Planta de Energía Atómica de la Isla  Huemul.
Declaro ante el Exmo. Señor Presidente que los hechos señalados en este informe son
exactamente los observados; que las interpretaciones y opiniones allí vertidas son
expresiones fieles de mi leal saber y entender y que son expresadas después de una
detenida reflexión y estudio.
Saludo al Exmo. Señor Presidente de mi país con mi más alta consideración.
José A. Balseiro
Buenos Aires, 15 de septiembre de 1952
Otras observaciones:
El Dr. Richter mostró una instalación de producción de agua pesada a cargo del Dr.
Ehrenberg. Mencionó que, aunque de apariencias modestas, se han obtenido con ella
grandes resultados.
Preguntado el Dr. Ehrenberg como verifican el enriquecimiento sucesivo del agua común
en agua pesada, respondió que no se ha realizado hasta ahora, ninguna determinación
de este enriquecimiento pues, no cuenta con espectrógrafos de masa y no se han
ocupado de hacer determinaciones espectrográficas o de variación de densidad.
En tales condiciones no puede afirmarse que tal dispositivo efectivamente funcione
como factor de enriquecimiento del agua común en agua pesada.
El Dr. Richter sostiene que el reactor termonuclear en funcionamiento es una
poderosísima fuente de ultrasonido. Esta es la razón que dio como explicación porque
las paredes de la cámara del proyectado gran reactor, cuya construcción ha sido
interrumpida por filtraciones de agua, tengan un espesor de unos 60 cm.
Preguntado que mediciones se han realizado de la gama e intensidad del
flujo ultrasónico, en el reactor en funcionamiento, respondió que ninguna, pues no
cuentan con instrumentos de medida para ese objeto.
La razón por la cual conoce la existencia de este intenso ultrasonido no es otra que los
efectos fisiológicos de cansancio y neuralgias producidos por el mismo. Es evidente que
sin cuidadosas mediciones del flujo ultrasónico, no puede proyectarse la cámara del
gran reactor de modo que signifique un aislamiento adecuado respecto a tal ultrasonido
sin que se corra el riesgo que este aislamiento resulte ineficaz o bien incurrir en un
derroche de material.  
Conclusiones:
Resumiendo, las consideraciones teóricas hechas y los elementos de juicio obtenidos y
expuestos arriba, permiten extraer las siguientes conclusiones: 
A) Que en base de los conocimientos que actualmente se poseen de las reacciones
nucleares y en particular de las reacciones LI/ +H1y H2+H2  y de la teoría Cinética de
los gases no es posible que tales reacciones tengan lugar en el dispositivo mostrado por
el Dr. Richter. No es posible, por otra parte, entrever que clase de fenómenos afirma
haber descubierto el Dr. Richter que invaliden leyes físicas bien establecidas. 
B) De lo expuesto en el paragrafo 2 (N. de la R: explicaciones técnicas que por su
complejidad obviamos reproducir, se sigue que en base del principio señalado por el Dr.
Richter para obtener el contralor de la reacción termonuclear, no es posible en ninguna
forma obtener el efecto de resonancia que permitiría ese contralor.
Esta conclusión es completamente independiente de cualquiera sea la naturaleza del
dispositivo de contralor y de cómo se aplica el efecto de resonancia para obtenerlo, pues
como queda allí expuesto, tal resonancia nunca puede ser lograda en las condiciones en
que opera. 
C) De las comprobaciones efectuadas durante el funcionamiento del reactor se sigue
que no existe ningún elemento de juicio que permita afirmar que una reacción de
carácter nuclear se produce realmente.
D)Los hechos señalados en los parágrafos 4 y 5 muestran a mi juicio, que afirmaciones
del Dr. Richter no corresponden a hechos comprobados con criterio científico.
Información suplementaria. Opiniones Personales. 
Cumpliendo con el deseo manifestado por el Señor Ministro de Asuntos Técnicos, debo
añadir al informe técnico adjunto mi opinión personal sobre los trabajos realizados y
sobre la personalidad del Dr. Richter.
De acuerdo con lo expresado en el informe adjunto no me cabe ninguna duda respecto
al carácter de los trabajos allí realizados. Las experiencias presenciadas no muestran en
ninguna forma que se haya logrado realizar una reacción termonuclear controlada, tal
como lo afirma el Dr. Richter. Todos los fenómenos que allí se observan no tienen
ninguna relación con fenómenos de origen nuclear.
Es de importancia señalar también, que la forma de operar del Dr. Richter deja mucho
que desear del punto de vista del método científico.
En el informe adjunto se han citado algunos ejemplos que fundamentan esta opinión,
que por otra parte, no son los únicos.
Mi experiencia de trato con personas de formación científica y de criterios académicos
me sugiere que actitudes tomadas por el Dr. Richter están lejos de ser interpretadas
como las divulgadas excentricidades atribuidas a los hombres de ciencia. A esto debo
añadir que en conversaciones mantenidas con el Dr. Richter sobre diversos temas de
física ha mostrado, o un desconocimiento sorprendente en una persona que emprende
una tarea de tal magnitud, o ideas muy personales sobre hechos y fenómenos bien
fundados y conocidos. 
Dr. José Antonio Balseiro.
Buenos Aires, 16 de Octubre de 1952.

Quien fue José Antonio Balseiro.


José Antonio Balseiro tuvo un muy importante papel en el desarrollo de la física atómica
y nuclear en la República Argentina. Nació en 1919 en Córdoba. Después de terminar
sus estudios secundarios allí, se trasladó a la ciudad de La Plata, donde en 1944 pudo
doctorarse en física gracias a una beca que le concedió la Universidad de su provincia
natal.

Debido a que no existía en el país un centro de estudios superiores en física, tuvo que
hacer el esfuerzo de hacer una carrera parcialmente autodidacta. A su formación
contribuyó el profesor Guido Beck, físico checoslovaco, que en diferentes circunstancias
reunió a destacados estudiantes y así realizó los primeros estudios importantes de física
teórica en Argentina. Bajo la dirección de Beck, Balseiro inició su actividad de
investigación y publicó sus primeros trabajos importantes. 

Tres años de docencia en La Plata precedieron su partida, en 1950, a la Universidad de


Manchester (Inglaterra) para trabajar en física nuclear, gracias a una beca del Consejo
Británico. 

En 1952 regresó al país. En aquel tiempo el científico checo-germano Ronald Richter


-que había trabajado para el gobierno nazi y se había exiliado en la Argentina luego de
la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial- estaba llevando adelante el "proyecto
Huemul". 

La obtención de energía atómica puede realizarse de dos maneras: una de ellas es la


fisión de los núcleos de uranio, que se efectúa de manera descontrolada en las bombas
atómicas - como las que destruyeron Hiroshima y Nagasaki en 1945 - y de manera
controlada en las centrales nucleares de generación de electricidad.
La otra forma es la fusión nuclear, proceso en el cual los sencillos núcleos de hidrógeno
se unen formando helio, y liberan enormes cantidades de energía: el enorme poder
explosivo de las bombas de hidrógeno es el resultado de la fusión nuclear. Pero el
mecanismo de fusión era entonces poco conocido y no se sabía - y no se sabe aún -
cómo utilizarlo de manera controlada.
Sin embargo, Richter había convencido al entonces presidente Juan D. Perón de que la
Argentina podía lograr la fusión nuclear controlada. El emprendimiento de Richter,
instalado en la Isla Huemul, en Bariloche, consumía grandes cantidades de dinero y el
gobierno comenzó a desconfiar sobre la probabilidad de obtener los resultados
prometidos.
Fue entonces convocado José Balseiro para formar parte de una comisión técnica que se
expidiera sobre el controvertido asunto. El informe de la Comisión, donde fue
determinante la participación de Balseiro, descartó la posibilidad de conseguir la fusión
nuclear, lo que determinó el fin del proyecto Huemul.

Finalizado este episodio Balseiro se radicó en el país y participó activamente de las


gestiones que dieron lugar a la creación del Instituto de Física de Bariloche en 1955. El
mismo gobierno que había iniciado y luego desmantelado el proyecto Huemul, confió en
Balseiro, un científico independiente, joven y talentoso, para la instalación e impulso del
Instituto de Física.
Este ente, dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de la Universidad
de Cuyo fue dirigido por Balseiro hasta su muerte. La institución es reconocida
mundialmente como un original centro de excelencia dedicado a la investigación y a la
formación de físicos e ingenieros nucleares. 

En 1961, Balseiro enfermó gravemente y se trasladó a Buenos Aires. Murió en Bariloche


el 26 de marzo de 1962. Hoy el Instituto de Física de esa ciudad lleva su nombre. 

Balseiro, con una sólida formación en ciencias físicas, una intachable conducta y un gran
tesón, fue uno de los responsables del prestigio obtenido por la ciencia nacional en este
siglo. 

BNyT desea agradecer al Sr. Daniel Pereyra, Director de RR. PP. del Centro Atómico
Bariloche, que nos facilitó la documentación necesaria para realizar esta nota.

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