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EL POSITIVISMO

ORDEN Y PROGRESO.

Frente a la inestabilidad política de la época de Hegel, Comte defenderá la


necesidad de “consolidar todo poder en las manos de quien lo posee, fuere quien
fuere”; siempre que se moviese en la línea de la ilustración y no en la de la
reacción monárquica.

“las dificultades sociales más importantes son hoy esencialmente morales y no


políticas”

El principal representante del positivismo es Augusto Comte; nacido en 1798 bajo


el impacto de la Revolución Francesa de 1789, se vio inmerso en las tensiones de
la época que Hegel explicaba dialécticamente. Comte entró en contacto con el
“socialista utópico” Henri de Saint-Simon, y como suele pasarle a los utópicos en
su juventud, poco a poco se van tornando pragmáticos, aun así mantuvo su buena
intención de reforma social.

De las dos impresiones de la dialéctica, por un lado la revolucionaria y por el otro


la reformista posibilista, de las cuales la última fue la que Comte eligió, optando
por una revolución reformadora.

Dos movimientos de naturaleza diferente agitan hoy la sociedad: por un lado, un


movimiento de desorganización, en el cual la sociedad, considerada aisladamente,
es arrastrada hacia una profunda anarquía moral y política que parece amenazarla
con una próxima e inevitable disolución; por el otro lado un movimiento de
reorganización, en el cual la sociedad es conducida hasta el estadio social
definitivo de la especie humana, aquel en el que todos los medios de prosperidad
deben recibir su más pleno desarrollo y su aplicación más directa.

“el progreso es el desarrollo del orden. Esta ley ya conveniente en matemáticas se


aplica tanto mejor cuanto más complejos son los fenómenos. Pues la distinción
entre el estado estático y el estado dinámico es entonces más pronunciada;
asimismo, la implicación resultante de esta ligazón de estadios también adquiere
más valor. La sociología debe, pues, ofrecer tanto como la mejor aplicación de
este gran principio, como la verdadera raíz de su sistematización. Esto es así,
tanto en un sentido directo como en un sentido inverso. Pues los sucesivos
estados de la Humanidad deben, de este modo, poner progresivamente de
manifiesto su constitución fundamental, cuyos gérmenes esenciales se
encuentran necesariamente contenidos en su bosquejo inicial”.
ESTADIO TEOLOGICO

Para Comte, la humanidad ha de pasar históricamente por tres estadios


sucesivos: religioso o teológico (tesis), metafísico (antítesis), y positivo (síntesis) el
cual no es superable por ningún otro estadio.

“estudiando el desarrollo total de la inteligencia humana en sus diversas esferas


de actividad, desde su arranque primero y más simple hasta ahora, creo haber
descubierto una gran ley fundamental… dicha ley consiste en que cada una de
nuestras concepciones principales, cada rama de nuestros conocimientos pasa
sucesivamente por tres estadios diferentes del teológico, el metafísico, el positivo
o científico”.

En el estadio teológico el cultivo de la religión vendría a ser resultado de la


ignorancia de la gente así como de la necesidad de los colectivos humanos de
invocar alguna convicción común. Todos los reduccionistas de la religión a
sociología compartirán la convicción genérica de que la evolución de la razón
humana apunta desde los estadios teológicos pasando por los metafísicos, hacia
su madurez, que coincidirá en la opinión de Comte con el ateísmo.

ESTADIO METAFÍSICO

En un estado consecutivo de su evolución, la humanidad, que antes confiaba en


Dios, busca por sí misma el sentido último de las cosas apelando a la propia
razón, pero permaneciendo todavía en el plano abstracto y así sustituye la noción
de Dios por la abstracta causa, pero no busca empíricamente el desarrollo de la
casualidad.

“la metafísica no es realmente, en el fondo, más que una especie de teología


gradualmente enervada por simplificaciones disolventes, que la privan
espontáneamente del poder directo de impedir el despliegue especial de las
concepciones positivas”

Y al negar todo valor de las esencias y afirmar la única realidad de los fenómenos
adopta una actitud fenomenalista.

ESTADIO POSITIVO

El estado positivo se caracteriza porque el ser humano, renunciando a buscar las


realidades ocultas y misteriosas, se olvida de Dios y de los dioses y, al mismo
tiempo, en lugar de pretender buscar el porqué de las cosas, concentra su
actividad científica en buscar el cómo.
A) La regla básica.

“reconoce como regla fundamental que toda proposición que no puede reducirse
estrictamente al mero enunciado de un hecho, particular o general, no puede
ofrecer ningún sentido real o inteligible. Los p0rincipios mismos que plantea no
son ya más que verdaderos hechos, sólo que más generales y más abstractos
que aquellos cuyo vínculo deben formar. Por otra parte, cualquiera que sea el
modo, racional o experimental, de llegar a su descubrimiento, su eficacia científica
resulta exclusivamente de su conformidad, directa o indirecta, con los fenómenos
observados. La pura imaginación pierde entonces irrevocablemente su antigua
supremacía mental y se subordina necesariamente a la observación…

En una palabra, la revolución fundamental que caracteriza a la virilidad de nuestra


inteligencia consiste esencialmente en sustituir todo a la inaccesible determinación
de las causas propiamente dichas por la mera investigación de las leyes, es decir,
de las relaciones constantes que existen entre los fenómenos observados”

B) Los caracteres.

“considerada en primer lugar en su acepción más antigua y más común, la palabra


positivo designa lo real, por oposición a lo quimérico: en este aspecto conviene
plenamente al nuevo espíritu filosófico, caracterizado así por consagrarse
constantemente a las investigaciones verdaderamente asequibles a nuestra
inteligencia, con exclusión permanente de los impenetrables misterios con los que
se ocupa sobre todo su infancia.

En un segundo sentido muy próximo al precedente, pero distinto sin embargo,


este término fundamental indica el contraste de lo útil frente a lo inútil: entonces
recuerda en filosofía el destino necesario de todas nuestras sanas especulaciones
para el mejoramiento continuo de nuestra verdadera condición individual y
colectiva en lugar de la vana satisfacción de una estéril curiosidad.

Según una tercera significación usual se emplea con frecuencia ésta feliz
expresión para calificar la oposición entre la certeza y la indecisión indica así la
actitud característica de tal filosofía para constituir espontáneamente la armonía
lógica en el individuo y la comunicación espiritual en la especie entera en lugar de
aquellas dudas indefinidas y de aquellas discusiones interminables que habían de
suscitar el antiguo régimen mental.

Una cuarta acepción ordinaria, confundida con demasiada frecuencia con la


precedente, consiste en oponer lo conciso a lo vago: este sentido recuerda la
tendencia constante del verdadero espíritu filosófico a obtener en todo el grado de
precisión compatible con la naturaleza de los fenómenos y conforme con la
exigencia de nuestras verdaderas necesidades, mientras que la antigua manera
de filosofar conducía necesariamente a opiniones vagas, ya que no llevaba
consigo una indispensable disciplina más que por una constricción permanente,
apoyada en una autoridad sobrenatural.”

C) La finalidad

Lejos de cualquier visión teórica, el positivismo busca la ingeniería social, la física


social (sociología) para dar a entender que las leyes físicas son las mismas que
rigen a las leyes sociales, la elevación de un nivel de vida, de un confort y de una
sabiduría práctica que transforme a la humanidad entera la tierra en un cielo,
después de haber decidido abandonar cualquier preocupación por lo trascendente.

Hay que ver para prever, y todo ello para proveer (saber para prever, prever para
proveer).

LA HUMANIDAD COMO META

Es común al siglo XIX la convicción de que futuro y progreso van de la mano, y en


consecuencia que la inhumanidad irá desapareciendo a favor de la humanidad
venidera:

“Esta última consideración condensa el conjunto de las concepciones positivas en


la noción única de ser inmenso y eterno, la Humanidad, cuyos destinos
sociológicos se desarrollan siempre bajo el influjo necesario de las fatalidades
biológicas y cosmológicas. Alrededor de todo este gran ser, motor inmediato de
toda existencia individual o colectiva, nuestras inclinaciones se concentran tan
espontáneamente como nuestros pensamientos y nuestras acciones. Su sola idea
inspira directamente la forma sagrada del positivismo: el Amor como principio, el
Orden como base y el Progreso como meta”.

LA RELIGIÓN DE LA HUMANIDAD

“El dogma fundamental de la religión universal se resume, pues, en la existencia


constatada de un orden inmutable al cual están sometidos todos los
acontecimientos. Este orden es a la vez objetivo y subjetivo, en otros términos,
conviene tanto al objeto observado como al sujeto observador. Las leyes físicas
suponen leyes lógicas y recíprocamente las leyes lógicas suponen leyes físicas.
Si nuestro entendimiento no siguiese espontáneamente regla alguna nunca podría
comprender la armonía exterior. Siendo el mundo más simple y poderoso que el
ser humano, su regularidad seria aun menos conciliable con su desorden. Toda la
creencia positiva reposa, pues, en esta doble armonía entre el objeto y el sujeto.

Tal orden solamente puede ser constatado, nunca explicado”.

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