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ENFERMA
Resumen:
A partir del trabajo cotidiano que realizo como Psicóloga en las prácticas Clínica y
Educacional en la zona norte de la provincia de Salta he podido constatar que existen cada vez más
docentes que poseen indicadores de malestar psíquico asociados a situaciones de stress ocupacional
ocasionadas por las tareas y las instituciones en donde se trabaja.
El trabajo, entre los cuales se encuentra la docencia, contribuyen a conformar nuestra
identidad, a mostrarnos ante los demás y a situarnos en el mundo. El trabajo, además, nos hace felices o
infelices. “La gente que está satisfecha con su trabajo, tiende a estar satisfecha con su vida” (Pilar
Varela).
El presente trabajo tiene la pretensión de poder transmitir aspectos de índole científico respecto
de lo que se considera “la epidemia silenciosa” de nuestros tiempos: el stress y la función
específicamente docente (el sindrome del Burn Out o sindrome del trabajador quemado), que tiene a ésta,
como otras tantas profesiones asociadas al trabajo con las personas, una alta implicación psicológica.
Fundamentalmente quiero que sirva como un modo de atender los aspectos preventivos en el
área de la salud mental ya sea en la formación de los docentes como en aquellos que llevan adelante esta
tarea. La salud mental suele ser un aspecto que no suele ser tenido en cuenta por las autoridades
educacionales y de salud. Es también un aspecto sumamente descuidado por cada uno de los
trabajadores, quienes sienten que atender a la salud supone desatender su rol, lo que va desmejorando la
calidad de vida y obviamente de su tarea.
Por ello que este trabajo sirva para pensar y resignificar la labor del docente desde el bien-
estar.
“El trabajo nos hace felices o infelices”, expresa Pilar Varela (Varela, 2004),
puede resultar una frase muy sencilla pero a la vez cargada de mucha significatividad ya
que se ha podido comprobar que la gente que está satisfecha con su trabajo también está
satisfecha con gran parte de su vida.
El trabajo y el estrés
La situación laboral también puede provocar estados de profundo malestar
psicológico. En estos tiempos y en nuestra zona pude constatar que existen personas que
se sienten sumamente angustiadas por situaciones que se generan en el ámbito laboral.
Situaciones que provocan stress en las personas. Voy a referirme en este trabajo
especialmente, a los docentes, quienes hoy en día son uno de los sectores de
trabajadores que consultan frecuentemente por este motivo.
Si bien la palabra stress se usa casi cotidianamente pero es necesario realizar
apreciaciones que clarifiquen la misma desde el aspecto científico. El estrés es una
función normal del organismo, no hay vida sin estrés. El estrés es sinónimo de vida. Fue
primeramente descripto por el científico húngaro Hans Seyle, a quien le debemos esta
palabra estrés, para designar este síndrome. Pero como todo es cuestión de medida, el
estrés, mucho más. Al igual que otras sustancias del organismo, encontramos que hay
un estrés “bueno” y un estrés “malo”. El estrés “bueno” es el llamado eutres, es aquel
que nos ayuda a mantenernos alerta, en condiciones de enfrentar desafíos, y cuyo nivel
de acción no genera trastornos en el organismo. Por otra parte encontramos el estrés
“malo” o distrés. En este la intensidad y la perdurabilidad de la activación originan un
sinnúmero de alteraciones físicas y psicológicas. Por el uso frecuente que le damos al
término nos damos cuenta que cuando hablamos de estrés siempre nos estamos
refiriendo al segundo tipo, al distrés. Tomando esta línea de trabajo podré expresar que
el estrés es “aquella situación en la cual las demandad externas (sociales) o las
demandas internas (psicológicas) superan nuestra capacidad de respuesta. Se provoca
así una alarma orgánica que actúa sobre los sistemas nervioso, cardiovascular,
endocrino o inmunológico produciendo un desequilibrio psicofísico y la consiguiente
aparición de la enfermedad” (López Rosetti, 2002).
Podemos ver que poseemos exigencias a los cuales estamos sometidos que
pueden originarse en el área externa (la sociedad, la familia, la pareja, los amigos, etc.),
o puede ser internos (nuestras propias necesidades interiores, deseos, aspiraciones, etc.).
Nuestra capacidad de dar respuesta se expresa en la posibilidad o habilidad para afrontar
y manejar adecuadamente estas exigencias. Cuando las exigencias son excesivas o no
tenemos la habilidad suficiente para enfrentar las mismas, o nos vemos desbordados es
que nuestro cuerpo – mente se ven también afectados y se activa
desproporcionadamente. Cuando ello sucede aparecen las alteraciones, de diferente
índole, en las distintas personas, ya que todos somos únicos. Como veremos el
problema inicialmente se genera en el plano psicológico y luego va impactando, ese
desorden, en el cuerpo.
Si asociamos estrés y ocupación podemos decir que el mismo hace referencia al
malestar y a las enfermedades ocasionadas por las tareas y hábitat donde se trabaja. Se
ve que esta sociedad ha exacerbado el espíritu competitivo, la envidia profesional y el
culto a la velocidad, los sobre horarios, el exceso de tareas, la privación del sueño, los
conflictos, las supervisiones de tarea persecutorias, las deficientes relaciones
interpersonales, entre otros, los que asociadas a las personalidades de los sujetos,
incidiendo en su capacidad de respuesta frente a ellos, provocan estrés laboral.
El tiempo asignado al trabajo – y las actividades asociadas con el- hace que éste
ocupe un papel importante en nuestras vidas. En el trabajo pasamos gran parte de
nuestra vida activa. Básicamente es fuente de nuestra retribución económica, pero ya
vimos también que es mucho más que eso. En él buscamos nuestras satisfacciones y
nuestro reconocimiento.
Las posibles frustraciones, decepciones, las competencias, las exigencias
desproporcionadas, las problemáticas sociales que de él pueden surgir son fuente de
estrés agudo o de estrés crónico.
Es así, cuando el estrés es crónico ya sea porque es muy severo o prolongado en
el tiempo podemos llegar a decir que se produce un agotamiento del sujeto. Este
síndrome se denomina “Burn Out” o “Síndrome del trabajador quemado”. Esta
persona, superada, su capacidad de respuesta se encuentra deficitaria, termina por
presentar síntomas extremos y definidos. El Burn Out afecta a todos los campos
laborales, pero se desarrolla principalmente en los ámbitos sanitario, educativo y social;
es decir lo padecen sobre todo los médicos, los enfermeros, los docentes, los policías,
los miembros de equipos de rescate, etc., profesionales que trabajan donde se requiere
entrega, implicación personal y ciertas dosis de idealismo.
Esta es precisamente, una de las causas, por las que más consultan los docentes
de la zona. Cotidianamente en mi quehacer profesional, como Psicóloga, me encuentro
con numerosos profesionales de la educación que se ven emocionalmente perturbados
por cuestiones que se asocian directamente con su desempeño laboral o su ámbito
laboral. Veo cómo algunos docentes deben efectuar un pasaje de estar frente a alumnos
a efectuar tareas administrativas o quienes, con más frecuencia, concluyen sus carreras
docentes con certificaciones porque la salud psicofísica, sobre todo la salud mental, se
ha visto jaqueada. De allí el sentido de este trabajo, que permita no sólo el intercambio
científico, sino que pretende ser un disparador para prevenir enfermedad, sobre todo de
preservar la salud mental, muchas veces ignorada en todos los Ministerios de Educación
y de Trabajo y principalmente ignorada por los propios trabajadores, que sólo saben de
ella cuando se enferman.
Volviendo al síndrome del Burn – Out puede decirse que “es la respuesta a un
estrés emocional crónico, cuyos rasgos principales son:
• el agotamiento físico y psicológico: desgaste, agotamiento, fatiga, que puede
manifestarse tanto física como psíquicamente, vaciamiento de los recursos
emocionales y personales, sensación de no tener más que ofrecer
profesionalmente;
• una actitud fría y despersonalizada de la relación con los demás: pone de
manifiesto un cambio negativo en las actitudes y respuestas hacia otras personas,
especialmente beneficiarios de nuestro trabajo, acompañado por un incremento
de irritabilidad, pérdida de motivación hacia sí mismo, reacciones de distancia,
cinismo, hostilidad hacia los beneficiarios del trabajo y también hacia sus
compañeros de trabajo;
• y un sentimiento de inadecuación a las tareas, que se desarrollan: se traduce en
respuestas negativas hacia uno mismo y su labor, típicas de los estados
depresivos, evitación de las relaciones interpersonales, baja productividad,
incapacidad para soportar la presión y baja autoestima. Percepción de
inadaptación profesional. (Varela, 2004; Pérez Jáuregui, 2005).
El síndrome de Burn Out fue descubierto por Hebert Freudenberger pero hoy en
día hay numerosos estudios al respecto. El Burn Out, síndrome del “trabajador
quemado”, es también conocido como estrés laboral asistencial, es un sentimiento de
inadecuación personal y profesional que se manifiesta en un cansancio emocional muy
fuerte, conduciendo a una pérdida de motivación por lo que se hace y que suele
desembocar en un sentimiento angustioso de fracaso laboral. Se produce sobre todo en
aquellos profesionales que poseen un alto nivel de expectativas e ideales de ayudar, sin
mediar suficientemente el juicio de la realidad respecto de las posibilidades de los
sujetos y sus contextos.
Existen consecuencias del Síndrome del Burn Out que son: (Ramos, Basualdo,
2001)
• Negativismo
• Desmotivación
• Pasividad
• Indiferencia
• Muchos errores, indecisión
• Consumo abusivo de alcohol
• Ausentismo
• Accidentes
• Descenso del rendimiento
• Baja productividad
• Trabajo de poca calidad
• Insatisfacción laboral
A modo de conclusión
Bibliografía