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EL MAL-ESTAR DEL DOCENTE HOY: CUANDO LA PROFESIÓN

ENFERMA

Eje temático: 8. Emergentes institucionales: stress, mobbing, burnout, bullying, otros.


Título de la ponencia: El mal-estar del docente hoy: cuando la profesión enferma.
Expositor:
Teresita Isabel Mercado Correo: teresitamercado@hotmail.com
Cargo y Universidad de procedencia: Lic. en Psicología (U.N.T.). Especialista en Psicología
Educacional (Colegio de Psicólogos de Salta). Alumna del Doctorado en Psicología (UNT). Prof.
Universitaria en Psicología (UCASAL). Prof. para la Enseñanza Primaria. Prof. Adjunta y J.T.P.
de Sede Regional Tartagal de la Universidad Nacional de Salta. Asistente Escolar (Psicóloga) de la
Escuela de Educación Especial Nº 7049.

Resumen:
A partir del trabajo cotidiano que realizo como Psicóloga en las prácticas Clínica y
Educacional en la zona norte de la provincia de Salta he podido constatar que existen cada vez más
docentes que poseen indicadores de malestar psíquico asociados a situaciones de stress ocupacional
ocasionadas por las tareas y las instituciones en donde se trabaja.
El trabajo, entre los cuales se encuentra la docencia, contribuyen a conformar nuestra
identidad, a mostrarnos ante los demás y a situarnos en el mundo. El trabajo, además, nos hace felices o
infelices. “La gente que está satisfecha con su trabajo, tiende a estar satisfecha con su vida” (Pilar
Varela).
El presente trabajo tiene la pretensión de poder transmitir aspectos de índole científico respecto
de lo que se considera “la epidemia silenciosa” de nuestros tiempos: el stress y la función
específicamente docente (el sindrome del Burn Out o sindrome del trabajador quemado), que tiene a ésta,
como otras tantas profesiones asociadas al trabajo con las personas, una alta implicación psicológica.
Fundamentalmente quiero que sirva como un modo de atender los aspectos preventivos en el
área de la salud mental ya sea en la formación de los docentes como en aquellos que llevan adelante esta
tarea. La salud mental suele ser un aspecto que no suele ser tenido en cuenta por las autoridades
educacionales y de salud. Es también un aspecto sumamente descuidado por cada uno de los
trabajadores, quienes sienten que atender a la salud supone desatender su rol, lo que va desmejorando la
calidad de vida y obviamente de su tarea.
Por ello que este trabajo sirva para pensar y resignificar la labor del docente desde el bien-
estar.

EL MAL-ESTAR DEL DOCENTE HOY: CUANDO LA PROFESIÓN


ENFERMA

La significatividad del trabajo

“Una herida soy, buscando el salario


Maestro de pie, cuidando pichones blancos
Que maduraran iluminando este pago…”
(El Olvidao, Duende Garnica)

Se puede decir que la capacidad de trabajo es exclusiva del hombre y es lo que le


ha permitido elevarse sobre la naturaleza y modificarla. El trabajo es la expresión de un
sujeto que se hace en tanto más desarrolla su capacidad de hacer o de trabajar, se
perfecciona como sujeto social. De allí lo importante de la necesidad de trabajar para el
ser humano.
El trabajo siempre conlleva un beneficio para otros sujetos, por lo tanto es una
actividad humana por excelencia, ya sea en la intimidad de un laboratorio, en un
proceso fabril o en la relación académica, siempre hay un destinatario, un otro, “otro
hombre” con lo que expresa el sentido humanístico que es esencial al trabajo.
El trabajo constituye el engarce del sujeto con el sistema social al que pertenece,
es decir el punto donde se articula la biografía personal con la Historia. Aquí surge la
inquietud por indagar como es que cada quien opta por un determinado quehacer. La
reflexión nos lleva a considerar que no siempre son electivas las decisiones para encarar
una tarea; hay muchos seres humanos que no poseen alternativas y se incorporan a la
producción en la única forma que se les ofrece. A lo largo de la historia de la humanidad
y analizando la complejidad creciente del mundo productivo.
Winnicott dice que el trabajo es para los adultos, lo que es el juego para los
niños. Si un niño juega, decimos que es su manera de aprendizaje y realización. Así
también sucede con el adulto y su relación con el trabajo. Nos estamos refiriendo aquí a
todo tipo de trabajo, manual o intelectual, que requiere estudio o no.
Habíamos señalado que a través del trabajo, cada persona demuestra lo que sabe
y lo que vale. Pero hay personas que no se sienten valiosas, que carecen de autoestima y
que creen que el trabajo les da una posición, un status.
Para los seres humanos el trabajo representa una parte esencial y constitutiva. Es
el engarce entre la historia individual y social. Resulta tan significativa que muchas
veces nuestra identidad se compone de muchos aspectos que devienen de él. Nosotros
solemos mostrarnos a los demás desde nuestro rol ocupacional que se ve plasmado por
ejemplo en las respuestas que damos ante la pregunta quien sos, inmediatamente surgen
respuestas tales como: “soy docente”, “soy doctora”, “soy empleada municipal”, etc.
Vemos claramente cómo nos situamos ante el mundo desde el que –hacer y desde allí
es que también vamos siendo.
El trabajo permite la movilización de una serie de aspectos psicológicos tales
como la necesidad de satisfacción, de autoestima y de la realización personal para
encontrarle sentido a esta actividad que se lleva tantas horas de nuestras vidas. A mi
entender, si bien nosotros siempre vamos a esperar la retribución económica a nuestra
tarea, no es la única retribución que se espera y los aspectos sociales y emocionales son
retribuciones que son tan o más importantes que la primera.
Podemos señalar los siguientes factores psicológicos y sociales que motoriza el
trabajo. Ellos son:
• refuerzo de la identidad personal;
• sentido de utilidad;
• reconocimiento por parte de otros;
• retribución económica;
• satisfacción personal, alegría y optimismo;
• posibilidad de aprender;
• posibilidad de desarrollar una carrera;
• desarrollo de relaciones interpersonales favorables entre compañeros de trabajo
(amistad, amor);

“El trabajo nos hace felices o infelices”, expresa Pilar Varela (Varela, 2004),
puede resultar una frase muy sencilla pero a la vez cargada de mucha significatividad ya
que se ha podido comprobar que la gente que está satisfecha con su trabajo también está
satisfecha con gran parte de su vida.

El trabajo y el estrés
La situación laboral también puede provocar estados de profundo malestar
psicológico. En estos tiempos y en nuestra zona pude constatar que existen personas que
se sienten sumamente angustiadas por situaciones que se generan en el ámbito laboral.
Situaciones que provocan stress en las personas. Voy a referirme en este trabajo
especialmente, a los docentes, quienes hoy en día son uno de los sectores de
trabajadores que consultan frecuentemente por este motivo.
Si bien la palabra stress se usa casi cotidianamente pero es necesario realizar
apreciaciones que clarifiquen la misma desde el aspecto científico. El estrés es una
función normal del organismo, no hay vida sin estrés. El estrés es sinónimo de vida. Fue
primeramente descripto por el científico húngaro Hans Seyle, a quien le debemos esta
palabra estrés, para designar este síndrome. Pero como todo es cuestión de medida, el
estrés, mucho más. Al igual que otras sustancias del organismo, encontramos que hay
un estrés “bueno” y un estrés “malo”. El estrés “bueno” es el llamado eutres, es aquel
que nos ayuda a mantenernos alerta, en condiciones de enfrentar desafíos, y cuyo nivel
de acción no genera trastornos en el organismo. Por otra parte encontramos el estrés
“malo” o distrés. En este la intensidad y la perdurabilidad de la activación originan un
sinnúmero de alteraciones físicas y psicológicas. Por el uso frecuente que le damos al
término nos damos cuenta que cuando hablamos de estrés siempre nos estamos
refiriendo al segundo tipo, al distrés. Tomando esta línea de trabajo podré expresar que
el estrés es “aquella situación en la cual las demandad externas (sociales) o las
demandas internas (psicológicas) superan nuestra capacidad de respuesta. Se provoca
así una alarma orgánica que actúa sobre los sistemas nervioso, cardiovascular,
endocrino o inmunológico produciendo un desequilibrio psicofísico y la consiguiente
aparición de la enfermedad” (López Rosetti, 2002).
Podemos ver que poseemos exigencias a los cuales estamos sometidos que
pueden originarse en el área externa (la sociedad, la familia, la pareja, los amigos, etc.),
o puede ser internos (nuestras propias necesidades interiores, deseos, aspiraciones, etc.).
Nuestra capacidad de dar respuesta se expresa en la posibilidad o habilidad para afrontar
y manejar adecuadamente estas exigencias. Cuando las exigencias son excesivas o no
tenemos la habilidad suficiente para enfrentar las mismas, o nos vemos desbordados es
que nuestro cuerpo – mente se ven también afectados y se activa
desproporcionadamente. Cuando ello sucede aparecen las alteraciones, de diferente
índole, en las distintas personas, ya que todos somos únicos. Como veremos el
problema inicialmente se genera en el plano psicológico y luego va impactando, ese
desorden, en el cuerpo.
Si asociamos estrés y ocupación podemos decir que el mismo hace referencia al
malestar y a las enfermedades ocasionadas por las tareas y hábitat donde se trabaja. Se
ve que esta sociedad ha exacerbado el espíritu competitivo, la envidia profesional y el
culto a la velocidad, los sobre horarios, el exceso de tareas, la privación del sueño, los
conflictos, las supervisiones de tarea persecutorias, las deficientes relaciones
interpersonales, entre otros, los que asociadas a las personalidades de los sujetos,
incidiendo en su capacidad de respuesta frente a ellos, provocan estrés laboral.

El trabajo en el siglo XXI: los nuevos modos de enfermar

El tiempo asignado al trabajo – y las actividades asociadas con el- hace que éste
ocupe un papel importante en nuestras vidas. En el trabajo pasamos gran parte de
nuestra vida activa. Básicamente es fuente de nuestra retribución económica, pero ya
vimos también que es mucho más que eso. En él buscamos nuestras satisfacciones y
nuestro reconocimiento.
Las posibles frustraciones, decepciones, las competencias, las exigencias
desproporcionadas, las problemáticas sociales que de él pueden surgir son fuente de
estrés agudo o de estrés crónico.
Es así, cuando el estrés es crónico ya sea porque es muy severo o prolongado en
el tiempo podemos llegar a decir que se produce un agotamiento del sujeto. Este
síndrome se denomina “Burn Out” o “Síndrome del trabajador quemado”. Esta
persona, superada, su capacidad de respuesta se encuentra deficitaria, termina por
presentar síntomas extremos y definidos. El Burn Out afecta a todos los campos
laborales, pero se desarrolla principalmente en los ámbitos sanitario, educativo y social;
es decir lo padecen sobre todo los médicos, los enfermeros, los docentes, los policías,
los miembros de equipos de rescate, etc., profesionales que trabajan donde se requiere
entrega, implicación personal y ciertas dosis de idealismo.
Esta es precisamente, una de las causas, por las que más consultan los docentes
de la zona. Cotidianamente en mi quehacer profesional, como Psicóloga, me encuentro
con numerosos profesionales de la educación que se ven emocionalmente perturbados
por cuestiones que se asocian directamente con su desempeño laboral o su ámbito
laboral. Veo cómo algunos docentes deben efectuar un pasaje de estar frente a alumnos
a efectuar tareas administrativas o quienes, con más frecuencia, concluyen sus carreras
docentes con certificaciones porque la salud psicofísica, sobre todo la salud mental, se
ha visto jaqueada. De allí el sentido de este trabajo, que permita no sólo el intercambio
científico, sino que pretende ser un disparador para prevenir enfermedad, sobre todo de
preservar la salud mental, muchas veces ignorada en todos los Ministerios de Educación
y de Trabajo y principalmente ignorada por los propios trabajadores, que sólo saben de
ella cuando se enferman.
Volviendo al síndrome del Burn – Out puede decirse que “es la respuesta a un
estrés emocional crónico, cuyos rasgos principales son:
• el agotamiento físico y psicológico: desgaste, agotamiento, fatiga, que puede
manifestarse tanto física como psíquicamente, vaciamiento de los recursos
emocionales y personales, sensación de no tener más que ofrecer
profesionalmente;
• una actitud fría y despersonalizada de la relación con los demás: pone de
manifiesto un cambio negativo en las actitudes y respuestas hacia otras personas,
especialmente beneficiarios de nuestro trabajo, acompañado por un incremento
de irritabilidad, pérdida de motivación hacia sí mismo, reacciones de distancia,
cinismo, hostilidad hacia los beneficiarios del trabajo y también hacia sus
compañeros de trabajo;
• y un sentimiento de inadecuación a las tareas, que se desarrollan: se traduce en
respuestas negativas hacia uno mismo y su labor, típicas de los estados
depresivos, evitación de las relaciones interpersonales, baja productividad,
incapacidad para soportar la presión y baja autoestima. Percepción de
inadaptación profesional. (Varela, 2004; Pérez Jáuregui, 2005).

El síndrome de Burn Out fue descubierto por Hebert Freudenberger pero hoy en
día hay numerosos estudios al respecto. El Burn Out, síndrome del “trabajador
quemado”, es también conocido como estrés laboral asistencial, es un sentimiento de
inadecuación personal y profesional que se manifiesta en un cansancio emocional muy
fuerte, conduciendo a una pérdida de motivación por lo que se hace y que suele
desembocar en un sentimiento angustioso de fracaso laboral. Se produce sobre todo en
aquellos profesionales que poseen un alto nivel de expectativas e ideales de ayudar, sin
mediar suficientemente el juicio de la realidad respecto de las posibilidades de los
sujetos y sus contextos.
Existen consecuencias del Síndrome del Burn Out que son: (Ramos, Basualdo,
2001)
• Negativismo
• Desmotivación
• Pasividad
• Indiferencia
• Muchos errores, indecisión
• Consumo abusivo de alcohol
• Ausentismo
• Accidentes
• Descenso del rendimiento
• Baja productividad
• Trabajo de poca calidad
• Insatisfacción laboral

Todos estos aspectos que se describieron previamente deben ser anclados en


cada uno de los sujetos que consultan, es decir no es posible efectuar la ocultación del
sujeto detrás de los síntomas. Porque no hay enfermedad, sino enfermos. Porque no hay
estrés sino un sujeto que lo padece. Sujeto sujetado a una historia personal y social y por
ende peculiar. Puesto que en esto que sucede también está implicado el sujeto, su
responsabilidad y la posibilidad a toda demanda de ayuda profesional. El estrés debe
concebirse también en función del sentido que encierra para un sujeto, o bien la
ausencia de sentido en su estructura de personalidad. “El estrés inherente a la función
docente se revela patógeno en función de la estructura del sujeto que la vive, su
“vulnerabilidad” está motivada por su problemática personal. Del mismo modo, que en
el caso del niño con fracaso escolar, la escolarización, con sus imperativos que
podríamos calificar de estresantes, aparece como el revelador de una perturbación
profunda poniendo al descubierto un sufrimiento psíquico desconocido” (Cordie, 1998).

A modo de conclusión

Las personas construimos proyectos de vida laboral que sintetizan nuestra


imagen personal y la concepción del mundo que fundamentan nuestras acciones. Esos
proyectos de vida laboral asumen configuraciones desde la salud (adaptación creativa),
o desde la enfermedad (ensimismamiento enajenante/inadaptación y sobre adaptación).
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que el estrés laboral
constituye una enfermedad peligrosa para las economías de los países industrializados y
en vías de desarrollo ya que se resiente la producción al afectar la salud física y mental
de los trabajadores. Observa que las empresas que definan como políticas de recursos
humanos el ayudar a sus empleados a hacer frente al estrés y reorganicen con cuidado el
ambiente del trabajo en función de las aptitudes y aspiraciones humanas, tienen más
posibilidades de lograr ventajas competitivas que aquellas empresas que no lo
consideren relevante.
Lo saludable tendría que ver con la integración entre el sujeto y el mundo que
permita que ambos aparezcan, respetándose lo que para el sujeto es su vocación y lo que
desde el mundo laboral también aparece como actividad de realización y crecimiento
personal, valorada por el contexto y trabajando de un modo que permita del desarrollo
armónico de la personalidad, en interacción con sus afectos y el cuidado de la salud. De
ahí la importancia que en nuestras vidas le demos al tiempo libre, así como a otras
actividades o intereses no ligados al trabajo, con en estos momentos que deben ser
tenidos en cuenta y valorizados como importantes y necesarios para los sujetos.
Destaco también la importancia del registro del espacio personal, la escucha del cuerpo
y las señales que emite, la concientización de esas sensaciones, pensamientos y
sentimientos permite escuchar al sujeto que las posee, permitiendo ponerle palabras al
mal – estar.

Bibliografía

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CARRION O., BUSTAMANTE G. (2001). Ataques de pánico y trastornos de
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LOPEZ ROSETTI, D. (2.002). Epidemia del siglo XXI. Estrés. Como
entenderlo, entenderse y vencerlo. Buenos Aires: Lumen.
ORLANDINI, A. (1.996). El estrés. Qué es y cómo evitarlo. Buenos Aires:
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VARELA, P. (2.004). Ansiosa–mente. Claves para reconocer y desafiar la
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