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Historia ¿Para qué?

Pereira inicia el texto cuestionando la finalidad de la investigación histórica. Al hacer la


pregunta ¿Historia para qué? Pereira nos dice “[ésta] pone a debate de manera explícita el
problema de la función o utilidad del saber histórico” 1. Desde sus inicios, el estudio de la
historia se ha justificado a partir del conocimiento de lo que ha acontecido en nuestra sociedad,
cómo era antes y de ahí, partir al cómo será y cómo es, por el sólo deseo de saber cómo era
antes. Se supone su uso como “guía de vida”, esto es, que al conocer el pasado se puede saber
cómo se ha de reaccionar en el presente si sucede un acontecimiento similar
Lo que propone Pereira que se tome en cuenta, es que el uso/utilidad de la historia no es
necesario para hablar de su legitimidad teórica. Para ello es necesario profundizar cada uno (uso
y legitimidad) para distinguirlas y comprenderlas. Se debe de aclarar que la historia nunca
puede ser sólo teórica, asimismo, la utilidad siempre está inmersa en el uso del conocimiento
histórico, pero eso no rige su legitimidad.
“La confianza en que hay una vinculación directa e inmediata entre conocimiento y
acción se apoya en la creencia de que la comprensión del pasado otorga pleno manejo
de de la situación actual: de ahí el peculiar carácter pragmático de la indagación
histórica tradicional. Esa identificación también se origina a veces en el convencimiento
de que unos u otros grupos sociales extraen provecho de la interpretación histórica y de
que, en este sentido, la captación del pasado desempeña cierto papel en la coyuntura
social dada. Debería ser claro, sin embargo, que el provecho extraído es independiente
de la validez del relato en cuestión; utilidad y legitimidad no son, en consecuencia,
magnitudes equivalentes.”2

Ya que se ha demostrado que no son equivalentes, debe abarcarse las posturas en que se
presentan. Pereira expone dos posturas en el quehacer histórico. La primera, dice que el
conocimiento histórico puede estar necesariamente alejado de toda relación social, esto es, que
puede hacerse historia sin que tenga un uso, se investiga sólo “[…] para saber exactamente lo
que pasó. Con todo detalle, naturalmente.”3.
Por el otro lado, se tiene una postura que limita la investigación de la historia únicamente
para el uso político y social “Marx no consideró jamás el estudio del pasado como una actividad
intelectual en sí, que tuviera su fin en sí misma […] lo que importaba para él era pensar
históricamente, políticamente… el estudio del pasado no era para Marx indispensable sino al
servicio del presente.”.4

1
Pereira. Carlos, Historia ¿para qué? , Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1990,
p. 11.
2
Ibíd., pp. 13-14.
3
L. Fabvre, Combates por la historia, Barcelona, Ariel, 1970 citado en Pereira.
Carlos, Historia ¿para qué? , Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1990, p. 17.
Se entiende que la forma en la que se presentan cada una tiene problemas que no se pueden
sostener y que a la larga afectan el mismo quehacer histórico. En el caso de la “intelectualidad”
histórica, es claro lo imposible que resulta alejarse de toda pretensión de uso, el buscar “lo que
realmente pasó” se vuelve totalmente imposible, ya que no podemos dejar de lado la postura y
la vida que se ha llevado, no podemos “aislarnos del mundo” y ser objetivos. Por el otro lado, el
que se proponga que “el estudio de la historia está al servicio del presente” se cae en el error de
la limitación de fuentes, siendo el poder político el que rige la forma y el contenido de lo que se
estudia.
Mucho tiempo se ha creído que el verdadero uso de la historia es exclusivo para la
legitimación del “aquí y ahora”, nuestro proceso histórico se reafirma mediante la historia,
guardando en la memoria social el proceso de su creación política, religiosa, etc. “casi desde el
principio la historia fue vista también como una colección de hechos ejemplares y de
situaciones paradigmáticas cuya comprensión prepara a los individuos para la vida colectiva.”5.
A esta forma de hacer Historia, Bloch nos dice: “La explicación de lo más próximo por lo
más lejano ha dominado a menudo nuestros estudios… este ídolo de la tribu de historiadores
tiene un nombre: la obsesión de los orígenes… en el vocabulario corriente los orígenes son un
comienzo que explica. Peor aún: que basta para explicar. Ahí radica la ambigüedad, ahí está el
peligro.”6. Debe entenderse que si bien, el remitirse a los orígenes es un elemento necesario
(puesto que es sólo mediante estos elementos que se puede concebir un estado actual), no se
puede partir que éste sea el único elemento que deba considerarse, la labor no termina aquí,
puesto que del conocimiento de un hecho sucedido hace 2000 años, no necesariamente se puede
comprender el estado actual de una sociedad.
El estudio de nuestro “aquí y ahora” se conforma de necesidades, las cuales se proyectan en
el estudio de nuestra historia. Es nuestro presente el que nos guía necesariamente en el estudio.
La perspectiva y el estado social es la que emplea a la historia para mantener la hegemonía del
poder o para apoyar la lucha de clases “los grupos sociales procuran las soluciones que su idea
de la historia les sugiere para las dificultades y conflictos que enfrentan en cada caso. Por ello,
el saber histórico no ocupa en la vida social un espacio determinado sólo por consideraciones
abstractas sino también por el juego concreto de enfrentamientos y antagonismos entre clases y
naciones.”7
Más adelante, Pareira, apoyado en Pierre Vilar cuestiona sobre el papel de la historia como
ciencia. Pereira no niega la posibilidad de que el conocimiento sistemático de la historia sea
4
Jean Chasneaux, ¿Hacemos tabla rasa del pasado? México, siglo XXI, 1977 citado
en Pereira. Carlos, Historia ¿para qué? , Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México,
1990, p. 15
5
Pereira. Carlos, Historia ¿para qué? , Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1990,
p. 18.
6
Ibíd., p. 20.
7
Ibíd., p. 22.
posible, sin embargo se admite que está muy viciada por la posición de quien posee la
información. El estado y cualquier autoridad social manipulan las fuentes y las imágenes
históricas para su conveniencia “No se trata, claro está, de afirmar que la mera presencia de
mecanismos ideológicos invalida por sí misma la producción de conocimientos y anula la
posibilidad de explicar el proceso social, pero sí de admitir que la elaboración de una imagen
del pasado está demasiado configurada por los intereses dominantes de la sociedad.”8
En el tercer apartado Pereira nos presenta la madurez que la historia ha obtenido al mismo
tiempo que otras ciencias, ya que se ha separado de su uso como género literario “la historia es
una dialéctica de la duración; por ella, gracias a ella, es el estudio de lo social, y por tanto del
pasado; y también, por tanto, del presente, ambos inseparables”. 9 Todo el proceso histórico se
realiza a través de sujetos que se encuentran inmersos en una sociedad, en un tiempo y espacio
determinados, de lo cual dependerá la importancia que se le asigne al hecho histórico que se va
a estudiar y analizar También va a cambiar la perspectiva de la imagen, ya que esos mismos
sujetos no pueden separarse de ella. Se genera de estos elementos el conocimiento histórico, ya
que es mediante el pasado que se conoce el presente y mediante éste, que se sabe qué buscar en
el pasado.
Como tal, el proceso no es un problema en tanto que se distingan sus partes. No es lo mismo
el problema de los criterios de verdad del conocimiento histórico que los móviles que impulsan
la investigación (los problemas actuales, la preferencia de algunos temas, etc.)

“La reflexión histórica aparece como una tarea urgida precisamente por las luchas y
contradicciones que caracterizan a una época. La historia no se desenvuelve
exclusivamente en virtud de sus vacios de conocimiento y de la progresiva afinación de
sus hipótesis explicativas, sino también empujada por factores extrateóricos salidos de
la lucha social.”10

En la sociedad hay distintas imágenes históricas a partir de un solo hecho, eso es porque
hay -dice Pereira- una gran diversidad de modelos teóricos que se enfrentan, una división social
y de lo que cada parte quiere recuperar del pasado.
“La función teorética de la historia (explicar el movimiento anterior de la sociedad) y su
función social (organizar el pasado en función de los requerimientos del presente) son
complementarios: el saber intelectual recibe sus estímulos más profundos de la matriz
social en permanente ebullición y, a la vez, los conocimientos producidos en la
investigación histórica están en la base de las soluciones que se procuran en cada
coyuntura”11.

8
Óp. Cit., p. 24.
9
F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 1968. Citado en
Pereira. Carlos, Historia ¿para qué? , Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1990,
p.25.
10
Óp. Cit., Pereira. Carlos, Historia ¿para qué? , Historia ¿para qué?, Siglo XXI,
México, 1990, pp. 26-27.
11
Óp. Cit., p. 28.
Finalmente, Pereira dice que el estudio de la historia es necesario para comprender el
presente, para dar respuestas en vez de sólo cuestionamientos. Siempre teniendo cuidado de no
confundir la utilidad con la legitimación de su estudio.

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