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"Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad
movida por Dios mediante la gracia", Santo Tomás
Todos en algún momento hemos escuchado hablar de fé, tenemos en nuestra mente y
en nuestro corazón el concepto muy claro, quizás, y sin temor a equivocarme, la
definición sería la siguiente: "La fé es la convicción, la certeza de lo que esperamos y no
vemos". La frase anterior- u otras muy similares- es la que en reiteradas ocasiones
hemos escuchado en "homilías", "en predicaciones", en "formaciones", en "retiros", etc.
Pero, ¿nos hemos detenido a meditar si la fé es más que eso?; Por supuesto que la Fé
va más allá. No pretendo cambiar tu opinión, ni tampoco objetar lo que has escuchado y
de lo que estás convencido, lo único que quiero presentarte querido hermano es la
experiencia que he tenido en cuanto a la fé y lo que considero va más allá de un
concepto.
¿Por qué?, Porque Dios nunca falla al corazón que confía en él. Muchos personajes en
la Historia de Salvación, confiaron en Dios y no fueron defraudados. Hombres como
Abraham, Moisés, Josué, David, Isaías, Jeremías, entre otros, fueron puestos a prueba
y pasaron por situaciones iguales o peores que las que podemos estar pasando, sin
embargo, al final, triunfó su convicción, su confianza, su paciencia y el saber que a
pesar de todo Dios haría la obra. Observen lo que nos dice el profeta Jeremías en el
capítulo 17 verso 7 y 8: "Bendito sea aquel que confía en Yahveh, pues no defraudará
Yahveh su confianza. Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la
corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso;
en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto. Podemos decir que nuestras
raíces serán nuestras convicciones y que el calor de las tentaciones, de las acechanzas
del mal y de las pruebas no nos hará temer, por el contrario, seguiremos en pie de
guerra, atentos, pacientes y sobre todo dando frutos para Dios.
Pero, ¿qué pasa cuando pedimos algo convencidos que lo recibiremos o cuando
declaramos y nos apropiamos de una promesa de Dios para nosotros y no llega?
Seguramente que nuestro corazón estará abatido, nos sentiremos abandonados, y
quizás hasta dudemos de lo que antes estábamos convencidos, verdad?. Puede que
esta situación cree un ambiente de incertidumbre y de confusión; sin embargo es el
momento de apegarnos más a Dios, que contradictorio puede parecer: apegarnos más
a él, cuando "parece" que él se está alejando. Dios no se está apartando, ni nos está
dejando solos, simplemente te quiere probar y a la vez bendecir. Razones tengo para
asegurártelo; mi esposa y yo hemos estado pidiendo hace más de un año, incluso antes
de habernos casado una casa, una promesa que él nos mostró un día y que sabemos
nos las dará. Han sido momentos tristes y a la vez bonitos, de decepción y frustración
pero también de bendición. Y digo bendición porque la oración nos ha acercado más a
él, nos ha unido como pareja y aunque no hemos recibido lo que estamos pidiendo
seguimos orando y esa situación nos ha hecho crecer en nuestra fé, en nuestras
convicciones... en NUESTRO DIOS.
¡Hermano mantente firme, al final podrás, así como el pueblo de Israel cantar el HIMNO
DE VICTORIA!